Discurso de ingreso del Ilmo. Sr. D. Manuel de la Hera Oca, titulado

villas y se enseñen a andar vestidos y aprendan nuestras costumbres”Aquí se inicia la colonización.Y con este motivo, Alejandro VI, muy liberalmente le concedió a losReyes Católicos, “no solo de cuanto hasta entonces se habíadescubierto, sino en todo lo que se había de descubrir hacia Occidentehasta llegar a Oriente en las partes donde en aquel tiempo ningúnpríncipe cristiano tuviese posesión, prohibiendo a todos generalmenteque no entrasen en los términos referidos, lo cual confirmó el añosiguiente con muy eficaces cláusulas y palabras significativas”.La experiencia “insular” del indio calcolítico y del indio caníbal,caribe o antropófago no constituyó un buen prologo para el ulteriordesarrollo de una “conquista prudente” y su “tolerable aceptación” porel “conquistado”, especialmente en el caso de los Imperios Azteca eIncaico.En estas controversias estarán presentes una serie de personajes, queen defensa de cada una de las partes, de los indios por un lado y de losdemás por otro, han pasado a la historia por sus argumentos teológicos ojurídicos o por las aportaciones etnológicas recogidas “in situ” en obrasmaestras en las que se encuentra diluida la ideología político-religiosade sus autores, en relación con los conflictos de la época respecto alNuevo Mundo.Mencionaremos aquí, por orden de aparición en la escena americana,a Fray Bartolomé de las Casas, dominico; a los franciscano Fray Toribiode Benevente, apodado Motolonía y Fray Bernardino de Sahún, a Vascode Quiroga, laico, doctor en cánones, que fue Obispo seglar, todos enNueva España y el jesuita José de Acosta, en el Perú. Sin olvidar alconquistador, Hernando Cortés, que no quedó al margen de lascontroversias y de las críticas.Y, finalmente, uno de los padres del “Derecho de gentes” y del“Derecho internacional”, que nunca estuvo en América, pero totalmenteimplicado en la regulación jurídica de España ante el mundo, eldominico Francisco de Vitoria, ampliamente comentado por nuestroIlustre académico electo..Muchos más estarían en la lista, pero a nuestros efectos estos sonsuficientes, y aun demasiados, dado el carácter de nuestra intervenciónen este acto.El descubrimiento de América, y sus inmediatas consecuencias,obligaron a la teología y al derecho españoles a plantearse una serie deproblemas y a resolverlos: el derecho del dominio de España sobre lasIndias y el problema de la guerra justa y el de la esclavitud de los indios,fundamentalmente. Vasco de Quiroga analiza y comenta, a la luz de lasdoctrinas históricas y de las prevalentes en su época, muchos de estosaspectosLos antecedentes sobre la preeminencia de los poderes eclesiásticoso civiles habían sido interpretados en dos sentidos. La “teologíasentencialista”, agustiniana, exaltaba el orden sobrenatural y laimportancia de la gracia, por encima del orden temporal, por lo queterminaba concluyendo la primacía del poder de la Iglesia y de losderechos de la cristiandad sobre los pueblos infieles. La segunda opción,tomista, trataba de armonizar ambos órdenes, resaltando la importanciade los “derechos naturales” que, por esencia, se encontraban en todoslos hombres, fieles e infieles.La otra cuestión es la del derecho de España a estar en América y susoberanía sobre los territorios y poblaciones descubiertos. Los derechosse basaban en las bulas del Papa Alejandro VI, concedidas a los ReyesCatólicos, con la obligación de evangelizar a la nueva humanidad.La Corona hubo de reunir Consejos de sabios, teólogos y juristas queencontraran mejores argumentos que la autoridad papal. Una de estareuniones, la de 1511, aportó considerandos para justificar la soberanía,admitiendo que ésta era temporal, que los indios carecían de estructuracivil y organizada, que no tenían relaciones de propiedad, y que laconcesión pontificia y la obligación de la cristianización, acreditaban lalegitimidad de la posesión.Pero la conquista de México y del Perú pone de manifiesto unaauténtica sociedad civil organizada, con derecho de propiedad sobretierras y bienes de sus reyes y de sus súbditos, y hay que buscar otros57 58