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Nº21 | abril | 2009 - Mass Cultura

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CULTURA RURALOPINIÓNLanzarote,el paisajeque somosPor Alfredo Díaz Gutiérrez (*). Fotografía de Dácil VergaraLa historia socioeconómica de Lanzarote havenido marcada por la huella que sus habitanteshan dejado sobre el paisaje. Esta impronta,elevada a categoría cultural, se transforma en espaciogeográfico en el que conviven dos visionesparalelas y absolutamente complementarias: el espaciofísico y humano; y el juicio, la comprensióny la percepción que del mismo tiene la comunidadque lo habita.Por tanto, el paisaje hay que verlo necesariamentecomo un tejido sutil y complejo donde cristalizantoda suerte de hechos geográficos; unos afortunadosy otros aparentemente no tanto. Así, el paisajerequiere ser abordado desde una perspectiva multicausaly multidisciplinar que facilite miradas nuevasy que, pese a la irracional imperante, sea capazde incluir en su cuenta de resultados un epígrafepara los que no confunden el valor con el precio...que diría Machado.Una mirada retrospectiva sobre las formas de ocupacióndel territorio evidencia que el tan cacareadotema de la ocupación desafortunada del territoriono es precisamente un fenómeno exclusivo de lostiempos que corren. En efecto, resulta indiscutibleque la mayoría de las formas de organización productiva,por las que secularmente han pasado lasdistintas sociedades del Planeta, vienen caracterizadaspor su sospechosa orientación en el caminode la sostenibilidad.Obviamente, Lanzarote no ha sido una excepción.Primero fueron las transformaciones propias derivadasde la introducción de la agricultura y la ganadería.Más tarde la actividad pesquera y su orientaciónindustrial que, de manera creciente, provocó transformacionesque agudizaron su presencia en el paisajeen relación directa al grado de desarrollo tecnológicodel momento. Sin embargo, las alteracionesespaciales provocadas por las actividades productivastradicionales quedan en un segundo plano cuandose produce el tremendo impacto que conlleva lallegada del fenómeno urbanizador, al amparo de unmodelo de desarrollo turístico descontrolado.Todas estas formas de ocupación y creaciónde paisaje han contribuido a generar nuevas ycambiantes imágenes de la Isla, a la vez que taldinámica de cambios ha incrementado la confusión.Curiosamente, todos los ejemplos de este continuoproceso de transformación han venido justificadospor el legítimo derecho que tienen todos los seresvivos de adaptarse con las máximas garantías a undeterminado territorio. En el caso particular dela especie humana, la utilización de mecanismosde adaptación se traducía, tradicionalmente, enun progresivo conocimiento del medio que, pornecesidad vital, era transmitido de generación engeneración.Lamentablemente, en nuestros días, no paran desurgir señales que ponen de manifiesto la pérdidade memoria adaptativa. El factor antropogénico sepresenta pues como uno de los fenómenos determinantesa la hora de proponer cualquier aproximaciónal análisis de un espacio, de un paisaje.Hechos absolutamente constatables, aunque venganmaquillados por determinadas componentesideológicas, bajo las que subyacen intereses perfectamentedefinidos. Hechos que se esconden en premeditadasy engañosas utilizaciones de conceptosdefinidos ad hoc.Descubrir lo que sucede en el paisaje no parece unatarea precisamente fácil. La necesidad de clarificarconceptos se presenta como algo irrenunciable siqueremos enterarnos de lo que pasa a nuestro alrededor.Creo firmemente que en estos especiales momentospor los que pasa Lanzarote, tienen absolutavigencia las tesis del filósofo Rafael Argullol cuandosostiene que la solución a muchos de los problemasde nuestro tiempo no pasa por dar respuestas yrecetas, porque posiblemente nos podamos acercarcon mayor eficacia a ellas formulando las preguntasacertadas. Progreso, desarrollo, nivel y calidad devida, sostenibilidad etc. son otros tantos conceptosque requieren grandes dosis de clarificación.“Hemos perdido memoria adaptativa.El conocimiento del medio ya no pasade una generación a otra”La gran pregunta sigue siendo: ¿QUÉ HACER? Intuyoque la respuesta pasa por articular con urgenciamecanismos de diálogo, comunicación y entendimiento.Recuperar el conocimiento y la percepcióndel paisaje es por tanto una necesidad vital. Denada vale tener una montaña que decore nuestroambiente próximo, si no somos capaces de hacerque brote en nuestros corazones una mirada capazde hacernos ver que no somos meros figurantes eneste patético parque temático en el que se estáconvirtiendo Lanzarote, el paisaje que somos.Finalmente, todo depende de nosotros.( * ) R e f l e x i o n a s o b r e L a n z a r o t e y s u sh a b i t a n t e s c o m o c o l a b o r a d o r h a b i t u a l e ndiversas publicaciones desde los años 80.16<strong>abril</strong> <strong>2009</strong>

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