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leer-una-muestra-de-aevum

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AEVUM – ©Lena Blau―¿Conoces la leyenda sobre esa resi<strong>de</strong>ncia? ―me preguntó Anthony mientraspaseábamos bajo las frondosas ramas <strong>de</strong> los robles, cuyos enormes troncos surgían <strong>de</strong> la acera contanta fuerza que sus raíces parecían gigantescas arañas que fueran a <strong>de</strong>spertar en cualquiermomento.―No, no la conozco ―negué con la cabeza―. ¿Qué dice esa leyenda?―Mucha gente asegura que bajo el tejado hay unos áticos ocultos don<strong>de</strong> los vampiros seocultan durante el día ―respondió muy serio, tanto que me pareció que estaba esforzándose porno reírse.―¡Venga ya! ―me burlé―. Eso no se lo cree nadie. Bueno, quizá los miles <strong>de</strong> fanáticosque adoran los libros <strong>de</strong> Anne Rice.―No sé por qué te burlas ―dijo contrariado―. Ya sabes que en Nueva Orleans suce<strong>de</strong>nmuchas cosas mágicas, y las leyendas <strong>de</strong> vampiros son <strong>una</strong> <strong>de</strong> ellas.―Tú lo has dicho: son leyendas ―le recordé.―Sí, pero las leyendas siempre ocultan algo <strong>de</strong> verdad.―O no. Muchas <strong>de</strong> esas historias son fruto <strong>de</strong> cuentos supersticiosos e infundados.―Bueno, piensa lo que quieras ―dijo encogiéndose <strong>de</strong> hombros―. Yo sólo te queríacontar la anécdota.―Perdona que sea tan escéptica ―me disculpe―, pero es que las historias paranormalesnunca me han llamado <strong>de</strong>masiado la atención. Respeto el valor cultural y místico que poseen, pero,simplemente, no me las creo.―Pues <strong>de</strong>berías dar algo más <strong>de</strong> credibilidad a esas historias ―me aconsejó―. Sobretodo si vas a vivir aquí. Son parte <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> la gente y muchos <strong>de</strong> ellos creen ciegamente enese aspecto extraño y fantasmagórico <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> esta ciudad.Giramos a la <strong>de</strong>recha y tomamos <strong>una</strong> estrecha calle resi<strong>de</strong>ncial que nos condujo a la calleMaple. Allí había varios cafés y restaurantes, todos ellos muy coquetos y con <strong>una</strong>s terrazas <strong>de</strong> lomás apetecibles. Anthony insistió en que fuéramos a PJ´s. Quería que probara <strong>una</strong> <strong>de</strong> susespecialida<strong>de</strong>s: un granizado <strong>de</strong> café con leche que estaba buenísimo. Pedimos la bebida en elmostrador y luego nos sentamos en el agradable patio cubierto por <strong>una</strong> intrincada parra que,gracias a la sombra que proyectaba, bajaba unos cuantos grados la temperatura ambiental. Aquellugar era justo lo que necesitaba, y no <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser la única que opinaba así, ya que se hallabarepleto <strong>de</strong> estudiantes que pasaban allí su tiempo libre.―Volviendo al tema <strong>de</strong> los vampiros ―comencé a <strong>de</strong>cir―. ¿Realmente te tomas en seriotodo eso?22

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