13.07.2015 Views

leer-una-muestra-de-aevum

leer-una-muestra-de-aevum

leer-una-muestra-de-aevum

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

AEVUM – ©Lena Blau―No. Él estudió en otro estado ―sus labios se convirtieron en <strong>una</strong> tensa línea alrespon<strong>de</strong>rme.―¿Y tú? ―insistí.―¿Por qué haces tantas preguntas? ―inquirió molesto.―Perdona, sólo trataba <strong>de</strong> charlar contigo ―me <strong>de</strong>fendí, levantando las manos en señal<strong>de</strong> paz. ¡Jo<strong>de</strong>r!, aquel tipo era realmente antipático. Era imposible tener <strong>una</strong> conversacióndistendida y agradable con él.De repente, su móvil emitió un breve pero agudo pitido. Lo sacó <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong> supantalón y le echó un vistazo a la pantalla. Parecía haber recibido un SMS. En su cara se dibujó <strong>una</strong>mueca <strong>de</strong> contrariedad y volvió a guardar el móvil en el bolsillo. Abandonó su cómoda postura enla butaca <strong>de</strong> mimbre y cogió el casco. ¿Se iba a marchar así, tan <strong>de</strong> repente? Este tío podía llegar aser muy grosero.―Lo siento, Daniela ―se disculpó―. Me tengo que ir. Ya nos veremos.Sin añadir nada más, bajó los viejos escalones y se subió en su moto. La <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haberaparcado mientras yo pedía mi primer té, ya que juraría que al <strong>de</strong>jar mi bici no la había visto allí. Siél hubiera llegado cuando yo ya me encontraba sentada en el porche, el rugido <strong>de</strong>l motor <strong>de</strong> suDucati no me habría pasado <strong>de</strong>sapercibido. Observé cómo se cubría la cabeza con el casco y, actoseguido, se alejó sobre su moto tan rápido que enseguida lo perdí <strong>de</strong> vista.Lo más curioso <strong>de</strong> todo es que en el instante en el que él aceleraba como si fuera acompetir en un gran premio, un coche <strong>de</strong> policía se <strong>de</strong>tuvo junto al café. El agente Smith, vestido<strong>de</strong> paisano, se bajó <strong>de</strong>l enorme vehículo. Otro policía que llevaba uniforme lo acompañaba. Ambosse encaminaron hacia el local y, cuando subieron los escalones, el agente que acababa <strong>de</strong> conoceresa misma tar<strong>de</strong> se percató <strong>de</strong> mi presencia.―Hola, Daniela ―saludó sonriente―. Qué casualidad, ya nos volvemos a encontrar.―Sí, es que al salir <strong>de</strong> la comisaría he <strong>de</strong>cidido hacer <strong>una</strong> parada para refrescarme antes<strong>de</strong> ir a casa.―¿Te has <strong>de</strong>cidido ya respecto al coche?―Casi, pero no <strong>de</strong>l todo. Mañana lo voy a probar. Si me convence, entonces locompraré.―Bueno, si lo haces ya me lo enseñarás ―dijo <strong>de</strong> muy buen talante―. Suelo venirmucho por aquí, así que ya nos veremos.―Sí, ya nos veremos, agente Smith.―Ya no estoy <strong>de</strong> servicio, así que pue<strong>de</strong>s llamarme Paul.―Muy bien, Paul.43

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!