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la nueva parroquia - Editorial Sal Terrae

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La <strong>nueva</strong> <strong>parroquia</strong>


Colección «PASTORAL»87


Alphonse Borras / Gilles RouthierLA NUEVA PARROQUIA<strong>Editorial</strong> SAL TERRAESantander – 2009


Queda prohibida, salvo excepción prevista en <strong>la</strong> ley,cualquier forma de reproducción, distribución,comunicación pública y transformación de esta obrasin <strong>la</strong> autorización de los titu<strong>la</strong>res de <strong>la</strong> propiedad intelectual.La infracción de los derechos mencionadapuede ser constitutiva de delito contra <strong>la</strong> propiedad intelectual(arts. 270 y s. del Código Penal).© 2008 by Alphonse Borras y Gilles RouthierTraducción:José Luis Saborido Cursach, SJPara <strong>la</strong> edición españo<strong>la</strong>:© 2009 by <strong>Editorial</strong> <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>Polígono de Raos, Parce<strong>la</strong> 14-I39600 Maliaño (Cantabria)Tfno.: 942 369 198 / Fax: 942 369 201salterrae@salterrae.es / www.salterrae.esDiseño de cubierta:María Pérez-Aguileramariap.aguilera@gmail.comCon <strong>la</strong>s debidas licencias:Impreso en España. Printed in SpainISBN: 978-84-293-1799-2Depósito Legal: BI-288-09Impresión y encuadernación:Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)• 4 •


ÍNDICEPresentación,por Mons. Javier SALINAS, obispo de Tortosa . . . . . . . 9Introducciónpor Alphonse BORRAS y Gilles ROUTHIER . . . . . . . . . 17Capítulo 1. La <strong>parroquia</strong>:sus figuras, sus modelos y sus representacionespor Gilles ROUTHIER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231. La <strong>parroquia</strong>como lugar de encuadramiento de los fieles . . . . . . . . 262. La <strong>parroquia</strong>como comunidad cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352.1.La Iglesia como comunidad en los textos conciliares . . 372.2.La compleja recepción del Vaticano II . . . . . . . . . . . . 452.3.Notas críticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503. La <strong>parroquia</strong>como gran servicio público de lo religioso . . . . . . . . . 584. La <strong>parroquia</strong> como célu<strong>la</strong> misionera . . . . . . . . . . . . . . 675. Articu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> diversidad de figurasy favorecer una pluralidad de pertenencias . . . . . . . . . 71Capítulo 2. La remode<strong>la</strong>ción <strong>parroquia</strong>l,un imperativo canónico y una necesidad pastoralpor Alphonse BORRAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 771. La <strong>parroquia</strong>, una realidad diocesana . . . . . . . . . . . . . 81• 5 •


LA NUEVA PARROQUIACapítulo 4. Reajustes pastoralesa <strong>la</strong> medida de los actuales desafíospor Gilles ROUTIHER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1851. La difusión del Evangelio por capi<strong>la</strong>ridad . . . . . . . . . 1912. La circu<strong>la</strong>ción del Evangeliopor <strong>la</strong>s arterias de <strong>la</strong> vida social . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1943. Garantizar una presencia de <strong>la</strong> Iglesiapor medio de una red institucional flexible . . . . . . . . 1954. Lugares <strong>parroquia</strong>les para <strong>la</strong> formación de los fielesy el acompañamiento de <strong>la</strong> vida cristiana . . . . . . . . . . 1985. Lugares flexibles y móvilespara acompañar <strong>la</strong> itinerancia de <strong>la</strong> gente . . . . . . . . . . 1986. La catedral: lugar para <strong>la</strong>s grandes asambleas cristianas 1997. Remode<strong>la</strong>ción <strong>parroquia</strong>ly reconfiguración de <strong>la</strong> Iglesia local diocesana . . . . . . 200A modo de conclusión:alegato por una espiritualidad del exiliopor Alphonse BORRAS y Gilles ROUTHIER . . . . . . . . . 204• 7 •


PresentaciónLa <strong>parroquia</strong> es una institución fundamental en <strong>la</strong> vida pastoralde <strong>la</strong> Iglesia, tal como se ha constatado a lo <strong>la</strong>rgo deltiempo. Sin embargo, en los últimos años lo que parecía unarealidad ya consolidada ha entrado en un tiempo de revisión.Nadie pone en duda el valor de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, pero sehab<strong>la</strong> de <strong>la</strong> necesidad de una <strong>nueva</strong> forma de su realización,pues se constatan sus limitaciones frente a una acción pastoralcada vez más marcada por <strong>la</strong> movilidad y deudora deuna <strong>nueva</strong> sensibilidad centrada en <strong>la</strong> experiencia personal ycomunitaria.Precisamente en el Sínodo de Obispos dedicado al tema«vocación y misión de los fieles <strong>la</strong>icos en <strong>la</strong> Iglesia y en elmundo», de 1987, así como en el documento postsinodalChristifideles Laici, del Papa Juan Pablo II, se aborda de unaforma amplia ese gran tema, tanto desde una perspectivateológica como canónica. En este documento se nos diceque «<strong>la</strong> comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensiónuniversal, encuentra su expresión más visible e inmediataen <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>... Es, en cierto sentido, <strong>la</strong> mismaIglesia que vive entre <strong>la</strong>s casas de sus hijos y de sus hijas» (n.26). Una visión de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> desde el horizonte de <strong>la</strong> comunióneclesial, y en <strong>la</strong> que se acentúa su dimensión comunitariasin renunciar por ello a su presencia territorial, expresiónde su vocación misionera, abierta a todos y parapromover todas <strong>la</strong>s dimensiones de <strong>la</strong> vida cristiana.• 9 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIERSin embargo, aun reconociendo <strong>la</strong>s <strong>nueva</strong>s perspectivasque abre <strong>la</strong> reflexión sinodal al tema de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, hay quereconocer que <strong>la</strong> realidad de <strong>la</strong>s <strong>parroquia</strong>s hoy está cambiandode forma acelerada, lo cual p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> necesidad depromover <strong>nueva</strong>s iniciativas. ¿Vivimos un tiempo de transiciónhacia una <strong>nueva</strong> forma de <strong>parroquia</strong>?; ¿o quizá tendremosque acostumbrarnos a una cultura en <strong>la</strong> que <strong>la</strong>s institucionesadquieren una realidad más volátil? En todo caso, estamosnecesitados de una <strong>nueva</strong> visión de <strong>la</strong> acción pastoraly de <strong>nueva</strong>s formas jurídicas para acompañar este tiempo decambio, en busca de una <strong>parroquia</strong> más acorde con <strong>la</strong>s necesidadesactuales de <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> misión de <strong>la</strong> Iglesia. El PapaJuan XXIII decía que <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> era como «<strong>la</strong> fuente de<strong>la</strong> aldea a <strong>la</strong> que todos acuden para calmar su sed». Una imagenmuy sugerente, pero en los últimos años parece que estafuente se va secando, y quienes tienen sed buscan calmar<strong>la</strong>en otras realidades: nuevos movimientos, <strong>nueva</strong>s experienciasreligiosas... A pesar de todo, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> está ahí,y <strong>la</strong> cuestión es cómo enriquecer <strong>la</strong> estructura fundamentalque <strong>la</strong> configura con <strong>nueva</strong>s aportaciones que <strong>la</strong> doten de vidapara que sea realmente <strong>la</strong> fuente que ofrece el Evangelioa todos.En todo este proceso de renovación hay que tener encuenta los cambios culturales y religiosos que se han producidoentre nosotros en los últimos treinta años: <strong>la</strong> disminuciónde vocaciones al ministerio sacerdotal, el pluralismo religioso,<strong>la</strong> despob<strong>la</strong>ción de gran parte de nuestro territorio,<strong>la</strong>s <strong>nueva</strong>s formas de vida en torno a grandes núcleos urbanos...Todo un conjunto de elementos que dan origen a una<strong>nueva</strong> necesidad de reagrupar <strong>la</strong>s <strong>parroquia</strong>s en busca deuna mayor calidad de vida cristiana que lleve a un renovadoimpulso misionero en medio de una sociedad en <strong>la</strong> que da<strong>la</strong> sensación de que el Evangelio no cuenta en su vida cotidiana.Y ello a pesar de los múltiples signos y realidades quemanifiestan también una sed de trascendencia, de sentidode <strong>la</strong> vida, de salvación.• 10 •


LA NUEVA PARROQUIAToda esta problemática hace tiempo que se está gestando.Precisamente en el inmediato postconcilio, en medio deuna dinámica de cuestionamiento y de búsqueda de <strong>nueva</strong>sexperiencias, el teólogo Joseph Ratzinger publicaba cincochar<strong>la</strong>s radiofónicas en una obra, traducida muy pronto alespañol con el título Fe y futuro 1 . Escribía con el convencimientode que «<strong>la</strong> auténtica crisis aún no ha comenzado, y hayque contar con graves sacudidas; pero también estoy seguro deque [<strong>la</strong> Iglesia] permanecerá hasta el final». Una l<strong>la</strong>mada a iniciaruna <strong>la</strong>rga reflexión, de <strong>la</strong> cual hoy también estamos necesitados,siguiendo un criterio fundamental: «abrir caminoy mostrar cómo <strong>la</strong> fe, si permanece fiel a sí misma, tiene algo queofrecer a este futuro». Aparece aquí el método propio del eclesiólogo:<strong>la</strong> búsqueda de <strong>la</strong> identidad cristiana, del ser y misiónde <strong>la</strong> Iglesia, deberá partir de <strong>la</strong> fe, una fe que ora y quesirve. Y siempre situada en <strong>la</strong> realidad del momento presente,sin nostalgias ni simplismos que impidan abrirse a <strong>la</strong> objetividadde <strong>la</strong> historia, lugar de encuentro con el Dios quese encarna; el cristiano de todos los tiempos, hombre históricoy escatológico, si ha querido ser fiel a su esencia ha sidoprofundamente realista ante un mundo escéptico; y en <strong>la</strong>confusión ha buscado siempre caminos nuevos, evitando <strong>la</strong>mera adaptación a <strong>la</strong>s circunstancias históricas, pues de locontrario nada nuevo podría ofrecer.Desde esta perspectiva, <strong>la</strong> reflexión del teólogo Ratzingerle lleva a indicar «qué aspecto tendrá <strong>la</strong> Iglesia del año2000». Con mirada retrospectiva teológica y desde <strong>la</strong> esperanza,aventura a seña<strong>la</strong>r una serie de características que, asu parecer, tendría aquel<strong>la</strong> Iglesia de Cristo del siglo XXIque ya entonces alboreaba: «una Iglesia de creyentes... con sacerdotesque no fuesen “funcionarios sociales”, sino hombres que,a partir de Dios, se ponen a disposición de los hombres... con formasministeriales <strong>nueva</strong>s y consagrando sacerdotes a cristianos1. J. RATZINGER, Fe y futuro, Sígueme, Sa<strong>la</strong>manca 1972.• 11 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIERprobados que permanezcan en su profesión... una Iglesia que habríaperdido mucho, más pequeña... sin privilegios... comuniónde comunidades pequeñas... a <strong>la</strong>s que sólo se llega por una decisiónlibre... una iglesia que deberá empezar completamente denuevo».¿Una conjetura, un sueño? Lo cierto es que reflexionarsobre el futuro como «lugar de gracia» es ya tarea urgente enestos «tiempos recios». Con <strong>la</strong> esperanza que nace del hacerlodesde Dios, que es fiel a sus promesas. Insisto: ¡fiel asus promesas! Ante tanto pesimismo, ante tanta crítica fácily a veces despiadada, hay que proc<strong>la</strong>mar que nuestro Dioses el que no abandona a su Pueblo, el que en su Hijo ha establecidouna Alianza <strong>nueva</strong> y eterna que abraza <strong>la</strong> anterior,una Alianza que se ensancha a todas <strong>la</strong>s culturas, a toda <strong>la</strong>historia, a todo el cosmos.Por ello, el eclesiólogo, que no es un «experto de <strong>la</strong> organizaciónproductiva» (como si <strong>la</strong> Iglesia fuese una especiede empresa a <strong>la</strong> que valorar por el éxito de sus resultados visibles)ni es tampoco el conservador de una institución inamovible,ni el que se siente tan libre que olvida <strong>la</strong>s propiasraíces –sobre todo, porque <strong>la</strong> Iglesia no es un productonuestro–, sino quien se sabe incorporado a <strong>la</strong> Iglesia, Cuerpode Cristo..., el eclesiólogo, pues, vive gozosamente <strong>la</strong> experienciade un Dios que nos convoca a vivir este gran don,una gracia siempre <strong>nueva</strong> y creativa, sorprendente. Vive <strong>la</strong>Iglesia como gran posibilidad para gustar ya aquí y ahora <strong>la</strong>belleza de <strong>la</strong> vida. Se adentra en el misterio de Dios, que,por ser acontecimiento de salvación, provoca continuamentenuestra libertad. Si el eclesiólogo apunta posibilidades decambio en <strong>la</strong> Iglesia, el cambio que por encima de todo yverdaderamente cuenta es <strong>la</strong> permanente conversión personal.En este sentido, hay que prestar atención al razonamientodel teólogo Ratzinger: con c<strong>la</strong>rividencia seña<strong>la</strong>ba <strong>la</strong>dificultad del proceso de cambio en <strong>la</strong> Iglesia, con desgarramientosinternos muy dolorosos... con graves sacudidas. Una visiónque recuerda aquel<strong>la</strong> descripción de <strong>la</strong> Iglesia del tiem-• 12 •


LA NUEVA PARROQUIApo de <strong>la</strong> Reforma que hace Santa Teresa: «como cuando losenemigos en tiempo de guerra han corrido toda <strong>la</strong> tierra».Precisamente, también coinciden en ello dos documentosrecientes del Episcopado español: Teología y secu<strong>la</strong>rizaciónen España. A los cuarenta años del Concilio Vaticano II 2 ,yel nuevo P<strong>la</strong>n Pastoral 2006-2010 3 de <strong>la</strong> Conferencia EpiscopalEspaño<strong>la</strong>. En ellos se hace hincapié en que nuestromayor reto para promover una vuelta al Evangelio, una <strong>nueva</strong>conversión a <strong>la</strong> novedad que <strong>la</strong> Iglesia hace presente ytransmite a través del tiempo, es <strong>la</strong> secu<strong>la</strong>rización interna de<strong>la</strong> experiencia de <strong>la</strong> fe, es decir, su reducción a <strong>la</strong> cultura dominante.Por ello, <strong>la</strong> cuestión fundamental en esta hora noes, en primer lugar, cuestión de cambios organizativos, sino<strong>la</strong> determinación de adentrarse más en <strong>la</strong> fe, para vivir<strong>la</strong> másradicalmente en su vincu<strong>la</strong>ción al Dios Vivo y en su misiónsalvífica entre los hombres. Desde ahí nacerán <strong>nueva</strong>sorientaciones para organizar <strong>la</strong>s estructuras pastorales, paraque <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> adquiera un nuevo rostro. Una tarea éstaque es radicalmente necesaria pero que sólo puede provenirde una renovada visión de <strong>la</strong> vida cristiana y su presencia en<strong>la</strong> sociedad.El teólogo Ratzinger, en 1970, con realismo y esperanza,afirmaba que «aquellos hombres de un mundo total y plenamentep<strong>la</strong>nificado serán indeciblemente solitarios... experimentaránsu total y horrible pobreza, y entonces descubrirán <strong>la</strong> comunidadde los creyentes como algo nuevo». Por eso, ante unmundo atenazado por una visión de <strong>la</strong> Iglesia reducida amera organización, a producto de nuestros compromisos,urge proponer de nuevo su naturaleza teologal, como Puebloconvocado por Dios, ámbito fraterno donde abrirse al2. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Teología y secu<strong>la</strong>rización. A los cuarentaaños de <strong>la</strong> c<strong>la</strong>usura del Concilio Vaticano II, Edice, Madrid 2006.3. P<strong>la</strong>n Pastoral de <strong>la</strong> Conferencia Episcopal Españo<strong>la</strong> 2006-2010: «Yo soy elpan de vida» (Jn 6,35). Vivir de <strong>la</strong> Eucaristía, Edice, Madrid 2006.• 13 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIERgran misterio de <strong>la</strong> vida y descubrir con gozo <strong>la</strong> positividadde <strong>la</strong> existencia, <strong>nueva</strong> familia de Dios en camino.Desde este horizonte, hoy tengo el honor de presentaruna obra que estoy seguro será pronto un referente en nuestropaís en lo que atañe a <strong>la</strong> reflexión pastoral sobre el ser ymisión de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>. Los profesores G. Routhier y A.Borras, bien conocidos en el ámbito eclesial de lengua francesa,nos ofrecen el fruto de su investigación desde una c<strong>la</strong>raconciencia de <strong>la</strong>s <strong>nueva</strong>s situaciones históricas que, al menosen nuestro Occidente cristiano, vivimos nada más iniciarel siglo XXI. A través de una visión de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>en los últimos siglos, diagnostican que ya ha acontecidoel «fin de <strong>la</strong> civilización <strong>parroquia</strong>l» y examinan un nuevomodelo de organización de <strong>la</strong>s <strong>parroquia</strong>s, sin pretenderabsolutizar ninguna propuesta, pues son conscientes de quenuestro momento exige una actitud abierta y realista. Todocuanto se propone en este sólido estudio se hace a <strong>la</strong> luz de<strong>la</strong> rica imagen que sobre <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> da el Código de DerechoCanónico de 1983, lo cual es importante para ofrecerpropuestas arraigadas en <strong>la</strong> realidad actual de <strong>la</strong> Iglesia.Según este enfoque jurídico, que hunde sus raíces en <strong>la</strong>óptica comunitaria de <strong>la</strong> eclesiología del Concilio VaticanoII, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> es sobre todo una comunidad, no una simpledemarcación territorial; es <strong>la</strong> comunidad el sujeto activoprivilegiado de <strong>la</strong> vida eclesial (c. 515 § 1). Por ello, el párrocose inserta en este sujeto agente, no tanto como un individuosingu<strong>la</strong>r con responsabilidad primera sobre individuos,sino como un ministro que vive su servicio como cooperadorde su obispo y con responsabilidad hacia unos fieles,sus co<strong>la</strong>boradores, de los que tendrá cuidado personal escrupuloso,pero a los que considerará siempre como miembrosde un cuerpo vivo, <strong>la</strong> comunidad (c. 528). Ello conlleva, ami entender, saber vivir <strong>la</strong> acción <strong>parroquia</strong>l, no como unasuperposición de individualidades, sino como una accióncolegial de personas que se sienten l<strong>la</strong>madas a vivir una experienciaprofunda de amistad, nacida de <strong>la</strong> misión y a su• 14 •


LA NUEVA PARROQUIAservicio, una verdadera «fraternidad eclesial». Desde estaóptica podemos acoger el presente estudio como un buenservicio que abrirá nuevos horizontes, pero también muestracaminos concretos. Al respecto, no se trata tanto de soñaren el futuro de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> cuanto de actualizar, en re<strong>la</strong>cióncon el tiempo presente, su realidad teologal con todasu dimensión jurídica.Podremos o no compartir <strong>la</strong>s conclusiones a <strong>la</strong>s que lleganlos autores, sin obviar su pertenencia a un ámbito geográficoeclesial concreto y determinado, con una historia yunas especificidades únicas; pero no podremos dejar de reconocerque su honestidad intelectual y su valentía comocreyentes nos ofrecen un buen instrumento para <strong>la</strong> reflexión,el debate y <strong>la</strong> propuesta de nuevos caminos para <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>en nuestras Iglesias Particu<strong>la</strong>res.Estoy también seguro de que esta reflexión es más urgenteque nunca, pues sólo una <strong>parroquia</strong> renovada podráser humus para el florecimiento de <strong>la</strong> vida cristiana, en <strong>la</strong>que surgen <strong>la</strong>s múltiples vocaciones. Este nuevo brotar delos retoños será <strong>la</strong> consecuencia lógica de <strong>la</strong> vitalidad de todoel Cuerpo (c. 233). JAVIER SALINAS VIÑALSObispo de TortosaOctubre 2008• 15 •


IntroducciónEn todas partes, en Occidente, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, que había sidouna institución básica de <strong>la</strong> Iglesia e incluso de <strong>la</strong> sociedad,está siendo cuestionada. Un cierto «tic» empresarial podríallevar a pensar que tan ma<strong>la</strong> situación se debe a <strong>la</strong> disminucióndel número de sacerdotes o al envejecimiento del clero,al declive de <strong>la</strong> práctica religiosa o a problemas de tipofinanciero. Estas explicaciones son sin duda demasiado cortas,como lo es igualmente <strong>la</strong> explicación a partir de <strong>la</strong> secu<strong>la</strong>rización.Lo que está en cuestión no es simplemente ellugar o el estatuto que <strong>la</strong> religión tiene en <strong>la</strong> sociedad, ni siquierael modo en que el cristianismo se inserta en <strong>la</strong> cultura.Lo que está minando <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> es <strong>la</strong> transformacióndel espacio, del tiempo y del hábitat de <strong>la</strong> gente.El cristianismo había encontrado un modo adecuado deinsertarse en el tiempo y en el espacio de <strong>la</strong> gente. Sus institucionesse habían ajustado a su modo de convivir y de cohabitarun espacio; a cambio, éstos habían influido en <strong>la</strong>manera de construir su espacio y de entender el tiempo y eluniverso. A través de una serie de interacciones, numerosasy complejas, se había construido lo que se ha dado en l<strong>la</strong>mar«<strong>la</strong> civilización <strong>parroquia</strong>l».De esta manera, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, imagen típica de <strong>la</strong> sociabilidadcatólica, acabó uniendo su suerte a un tipo de civilización,a una manera específica de vivir juntos y habitar elmundo, aunque en nuestros días el paso a otra civilizaciónesté haciendo que esta forma social particu<strong>la</strong>r vincu<strong>la</strong>da aun estadio anterior de <strong>la</strong> cultura se tambalee. Si esto es así• 17 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIERexactamente, <strong>la</strong>s transformaciones actuales están vincu<strong>la</strong>dasa un cambio de civilización de gran amplitud que desestructura<strong>la</strong>s sociabilidades y los ritmos que caracterizaban a<strong>la</strong>s sociedades y a <strong>la</strong> cultura occidental.La <strong>parroquia</strong>, que fue emergiendo gradualmente en Occidente,ha necesitado muchos siglos para dibujar sus rasgoscaracterísticos antes de irse ajustando más tarde y continuamentea los múltiples y diversos ambientes, en diferentescontextos y en condiciones variables. Ha ido atravesando <strong>la</strong>sdiferentes épocas hasta nuestros días. No hay ninguna dudade que, en función de <strong>la</strong>s transformaciones actuales y de losajustes necesarios, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> ha ido redefiniéndose durantedecenios, si no más, al modo de un organismo vivoque se adapta a su medio. Así pues, lo mismo que en el pasado,<strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> sólo encontrará <strong>nueva</strong>s y diferentes imágenesde sí misma en <strong>la</strong> interacción constante con su entornoy dentro de <strong>la</strong> cultura de <strong>la</strong> memoria cristiana.La «<strong>nueva</strong> <strong>parroquia</strong>» no se derivará pura y simplementede una doctrina ni de una concepción teórica, aunque <strong>la</strong>reflexión teológica y pastoral puede iluminar <strong>la</strong> práctica yorientar <strong>la</strong>s decisiones que deban tomarse. La «<strong>nueva</strong> <strong>parroquia</strong>»no se creará por decreto, ni siquiera aunque el derechopueda inducir a <strong>la</strong> deseada evolución. Se creará a través deinnovaciones y reformas sucesivas y, sobre todo, gracias a <strong>la</strong>senseñanzas a <strong>la</strong>s que esa misma evolución dé lugar. Fiel a su<strong>la</strong>rga historia, <strong>la</strong> «<strong>nueva</strong> <strong>parroquia</strong>» aparecerá entonces comoel modo continuo de ajustarse que tiene <strong>la</strong> Iglesia paraestar presente en Occidente, para proponer <strong>la</strong> Buena Noticiadel Evangelio a todo recién llegado y para acompañar alos seres humanos, niños, jóvenes y adultos, mientras caminan,a sus ritmos y a sus tiempos.P<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong>s cosas de esta manera es, en definitiva, p<strong>la</strong>ntear<strong>la</strong> cuestión más general de <strong>la</strong> inculturación del cristianismoen <strong>la</strong>s sociedades occidentales (hiper)-modernas. Estonos aleja de aquel<strong>la</strong>s cuestiones que afectan únicamentea <strong>la</strong> gestión: el número de sacerdotes, <strong>la</strong>s estadísticas sobre• 18 •


LA NUEVA PARROQUIA<strong>la</strong> práctica dominical y los recursos financieros. Se trata,esencialmente, de descubrir los signos y <strong>la</strong>s imágenes de <strong>la</strong>presencia de Dios que vive en medio de su pueblo: ¿acasono se deja Dios reconocer y encontrar en <strong>la</strong>s interseccionesy en los cruces de nuestros caminos humanos?La remode<strong>la</strong>ción actual de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> no es probablementemás que un momento de una evolución de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>que debemos situar a lo <strong>la</strong>rgo en el tiempo. Sólo <strong>la</strong> situaremosadecuadamente, y a partir de ahí <strong>la</strong> comprenderemos,si <strong>la</strong> vincu<strong>la</strong>mos al desafío que supone <strong>la</strong> transmisióndel Evangelio en nuestras sociedades modernas. Es el reto<strong>la</strong>nzado a nuestras Iglesias locales, en Europa y en Américadel Norte: el reto de hacerse presente cristianamente en esta<strong>nueva</strong> civilización que actualmente se está creando.Las perspectivas abiertas son, pues, ambiciosas, y el horizontede esta reflexión es amplio. Sin embargo, nuestropropósito es provocar una reflexión y alimentar el debate.Esto permitirá situar adecuadamente <strong>la</strong>s demás cuestionessuscitadas, sean de naturaleza jurídica o canónica, de ordenteológico o pastoral.Nuestra opinión es c<strong>la</strong>ra: ya no se puede soñar en unarestauración de <strong>la</strong> cristiandad ni en el renacimiento de <strong>la</strong>«civilización <strong>parroquia</strong>l». Pero el fin de <strong>la</strong> «civilización <strong>parroquia</strong>l»no significa el fin del cristianismo ni el fin de <strong>la</strong><strong>parroquia</strong>. El porvenir del cristianismo no ofrece duda alguna,en virtud de <strong>la</strong> fidelidad de Dios y nuestra decisión dehacer camino con esta humanidad a <strong>la</strong> que hoy estamos enviados.En razón de su capacidad para insertarse en todas<strong>la</strong>s culturas, el Evangelio es capaz de volver a cobrar actualidad:ése es precisamente el sentido de <strong>la</strong> catolicidad de <strong>la</strong>Iglesia.Hay, pues, en este libro una voluntad de renovación de<strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> en profundidad, precisamente en razón del desafíode <strong>la</strong> transmisión del Evangelio en <strong>la</strong> cultura actual.Hay igualmente una confianza fundamental en el poder delEvangelio, capaz de renovar todo lo que toca, y en <strong>la</strong> huma-• 19 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIERnidad, capaz el<strong>la</strong> también de dejarse tocar por el Espíritu deDios.Esta confianza fundamental está en <strong>la</strong>s antípodas delpesimismo actual, alimentado por el espectáculo del hundimientode tantas cosas construidas trabajosamente a lo <strong>la</strong>rgode los años y que fueron el orgullo del catolicismo denuestros padres. La actual remode<strong>la</strong>ción nos enfrenta a unreal empobrecimiento de nuestras Iglesias, pero es también<strong>la</strong> ocasión para una purificación a veces duramente experimentada.Estos reajustes deben vivirse espiritualmente en <strong>la</strong>dinámica del misterio pascual, que constituye el corazón denuestra fe.Es esta dinámica y no un optimismo fácil <strong>la</strong> que nosmantiene serenos en <strong>la</strong> situación presente. Tenemos algomejor que ofrecer al mundo que nuestra amargura o nuestraspenas. Nuestra serenidad se basa en <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>,que ha atravesado el tiempo y ha demostrado su capacidadde adaptación e innovación, incluso después de <strong>la</strong>smayores pruebas. La <strong>parroquia</strong> es una institución flexible ymaleable. Vive, crece, renace, se desarrol<strong>la</strong> y vuelve a aparecerde otra manera, desbaratando a menudo los pronósticosmás sombríos.La <strong>parroquia</strong> está viva. Ésta es <strong>la</strong> convicción que inspiraesta obra, fruto de una reflexión llevada a cabo a un tiempoen el marco académico, sobre todo en <strong>la</strong> Universidad católicade Louvain-<strong>la</strong>-Neuve y en <strong>la</strong> Universidad de Québec, ysobre el mismo terreno, al hilo de numerosas sesiones deformación con gente de <strong>la</strong> base, sacerdotes y otros agentesde pastoral,Esta obra presenta una reflexión en cuatro capítulos. Elprimero invita al lector a considerar cuatro grandes imágenesde <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>: desde <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> heredada de <strong>la</strong> reformatridentina, como lugar de encuadramiento de los fieles,hasta <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> como célu<strong>la</strong> misionera, pasando por <strong>la</strong><strong>parroquia</strong> como comunidad y <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> como serviciopúblico de lo religioso.• 20 •


LA NUEVA PARROQUIAEsta primera mirada sobre estas imágenes, que en <strong>la</strong> realidadse entrecruzan muy a menudo, debe conducir al lectora formarse una opinión sobre su propia realidad <strong>parroquia</strong>l,lo que en el<strong>la</strong> se vive y lo que se sueña sobre el<strong>la</strong>. El segundocapítulo le llevará a considerar <strong>la</strong>s transformaciones socialesy su incidencia en <strong>la</strong> vida eclesial, y más especialmenteen <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, que es <strong>la</strong> institución emblemática de <strong>la</strong>inserción del Evangelio en un determinado lugar. Este capítulole ayudará a captar <strong>la</strong> importancia de los cambios actualesy <strong>la</strong> remode<strong>la</strong>ción del paisaje <strong>parroquia</strong>l que éstos imponeno, al menos, sugieren.El tercero proporcionará puntos de referencia que debentomarse juntos y en interacción recíproca para pensar y llevara cabo <strong>la</strong> remode<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>. Un cuarto y últimocapítulo retomará más explícitamente una idea presentea lo <strong>la</strong>rgo de toda <strong>la</strong> obra: que <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, por indispensabley útil que sea hoy, lo mismo que ayer, se inscribeen el marco más amplio del conjunto de realidades eclesialesde <strong>la</strong> Iglesia local. ¿No es precisamente a esta esca<strong>la</strong> comodeben pensarse los reajustes pastorales para que estén a<strong>la</strong> altura de los desafíos actuales?La <strong>parroquia</strong> no está muerta. Está perfectamente viva.Tal es <strong>la</strong> convicción que queremos compartir con el lectorpara que, de acuerdo con el lugar que ocupe en <strong>la</strong> Iglesia,asuma sus responsabilidades para pensar y llevar a cabo <strong>la</strong>renovación de esta institución secu<strong>la</strong>r –semper ipsa nunquameadem– al servicio del Evangelio.ALPHONSE BORRASGILLES ROUTHIER• 21 •


CAPÍTULO 1GILLES ROUTHIERLa <strong>parroquia</strong>: sus figuras,sus modelos y sus representacionesAl escuchar algunos razonamientos, se podría pensar que <strong>la</strong><strong>parroquia</strong> existe como algo ya dado, independientemente denuestras propias construcciones y representaciones. Desdeesta perspectiva, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> nos precedería, completamenteacabada y construida, y nosotros no tendríamos nada másque entrar en una casa ya dispuesta y habitar<strong>la</strong>. La <strong>parroquia</strong>,de este modo, sería un «ente de razón» antes de ser unarealidad histórica remode<strong>la</strong>da, según los siglos y los contextos,por <strong>la</strong>s circunstancias y los imperativos de tiempos y lugares.Estaría ya instituida, sin estar sometida siempre a unproceso institucional nunca concluido.La historia de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> nos hace ver que <strong>la</strong>s cosas sonun tanto diferentes. Si pudiésemos describir los rasgos permanentesque aseguran <strong>la</strong> continuidad de <strong>la</strong> identidad de <strong>la</strong><strong>parroquia</strong> a través de sus variaciones históricas, no podríamosdejar de observar que cada época ha tenido que pensar<strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> en función de su inserción en diferentes contextossociales y de los retos pastorales que se han ido presentandoa lo <strong>la</strong>rgo de los siglos.De <strong>la</strong> misma manera, pero esta vez en el p<strong>la</strong>no sincrónico,una mirada longitudinal a <strong>la</strong>s formas de <strong>parroquia</strong> presenteshoy en día en el mundo católico nos demuestra que«<strong>la</strong>» <strong>parroquia</strong> no existe. Hay «<strong>parroquia</strong>s». Lo que se l<strong>la</strong>ma• 23 •


ALPHONSE BORRAS / GILLES ROUTHIER«<strong>parroquia</strong>» en <strong>la</strong> diócesis de Bertua en Camerún difieresensiblemente de lo que se entiende por «<strong>parroquia</strong>» en <strong>la</strong>mayoría de <strong>la</strong>s diócesis de Occidente. Lo que se l<strong>la</strong>ma «<strong>parroquia</strong>»en <strong>la</strong> diócesis del Labrador, al norte de Canadá, estáa años luz de lo que se entiende por «<strong>parroquia</strong>» en <strong>la</strong> ciudadde México. Hay ciertamente algunos rasgos comunes.Hay una comunidad particu<strong>la</strong>r de fieles; se ejerce el ministeriopresbiteral en comunión con el obispo y con <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boraciónde fieles <strong>la</strong>icos; se anuncia el Evangelio con <strong>la</strong>fuerza del Espíritu Santo y se celebran sacramentos; etc..Pero ¡cuántas diferencias sobre este fondo común!Esta observación nos permite a un tiempo re<strong>la</strong>tivizar <strong>la</strong>figura histórica de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> y recuperar su identidad másallá de todas <strong>la</strong>s variaciones históricas de su imagen. Estatoma de distancia con respecto a una figura histórica de <strong>la</strong><strong>parroquia</strong> nos ayuda también mucho en unos momentos enlos que una de estas formas se encuentra seriamente comprometiday tal vez en rápido debilitamiento. Esta re<strong>la</strong>tivizaciónde una figura histórica de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> nos inmunizacontra el miedo a <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> cuandouna de sus figuras o realizaciones históricas parece desdibujarse.Desde esta perspectiva, en este momento de <strong>la</strong> historia,<strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> no estaría en vías de desaparición, sino queestaría invitada a una verdadera mutación, a una metamorfosissemejante a <strong>la</strong>s que ya ha conocido a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> historia.Para poder permanecer, <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> estaría invitada aactualizarse en una <strong>nueva</strong> figura histórica, con otros rasgosdiferentes.Si es así, desde el momento en que hemos entrado enuna fase de transformación y renovación de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong>, nosólo hay que gestionar su declive, sino que <strong>la</strong> situación nosexige repensar <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> e imaginar su futuro. Para ello esimportante tener de<strong>la</strong>nte una imagen-guía de lo que puedellegar a ser. De otra manera, como profetas de ca<strong>la</strong>midades,anunciaremos el final de <strong>la</strong> <strong>parroquia</strong> e intentaremos, cuestelo que cueste y por todos los medios posibles, perpetuar• 24 •

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