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SUMARIO - Editorial Sal Terrae

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ST 96 (2008)<strong>SUMARIO</strong>ESTUDIOS• Recordar a San Pablo, recuperar a San PabloPedro José GÓMEZ SERRANO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .• «Diles que no se sigan por sola una partede la Escritura, que miren otras».San Pablo y las mujeres...Junkal GUEVARA LLAGUNO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .• Conversión de San Pablo. «Caída del caballo»para empezar, «apearse de la burra» para culminarJosé María FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ . . . . . . . . . . . . . . . .• Palabra que transforma y Palabra transformada.Pablo en diálogo con la EscrituraFrancisco RAMÍREZ FUEYO, SJ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .709723737751RINCÓN DE LA SOLIDARIDAD• La radical com-pasiónde DiosDelegación de Acción Social. Provincia de Castilla SJ . 763COLABORACIÓN• Carta a Gustavo GutiérrezJosé Ignacio GONZÁLEZ FAUS, SJ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 769«PALABRAS INCOMPRENDIDAS»• «Los Mandamientos»Marc VILARASSAU ALSINA, SJ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 781LOS LIBROS• Recensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .795sal terraeOctubre 2008 Tomo 96/9 (n. 1.127)


PRESENTACIÓNEN EL JUBILEO DE SAN PABLODel 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009 celebramos los cristianosel «Año Paulino». Al cumplirse el bimilenario del nacimiento delgran apóstol de los gentiles, queremos recordar a esta insigne figuraeclesial, que puede ser una fuente de inspiración para los que anhelamosencontrarnos con Dios en un mundo tan distinto de aquel en el quevivió Pablo.Tres relevantes sustantivos pueden expresar con bastante exactitudlo que fue la vida de «este siervo de Cristo Jesús, elegido como apóstoly destinado a proclamar el evangelio de Dios» (Rm 1,1): palabra deDios – evangelización – misión. Los tres están en el trasfondo de lascolaboraciones de este nuevo número de <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, dedicado a tan insignefigura cristiana y que con tanto ahínco y convicción predicó que«Dios es fiel al cumplir las promesas hechas a nuestros antepasados»(Rm 15,8).Una figura que, como repite en más de una ocasión Pedro JoséGómez, rebosa actualidad. En su artículo («Recordar a San Pablo, recuperara San Pablo», el autor hace accesible al lector y a la lectora de<strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong> la vida, actividad y entrega de Pablo, «convertido entusiasta»,«impulsor infatigable de comunidades cristianas», «constructor tenazde comunión en el conflicto», «creativo y audaz inculturador delmensaje cristiano».En su misión y en la difícil tarea de la evangelización, Pablo recibióla inestimable ayuda y colaboración de numerosas mujeres. Junkalsal terrae


708 PRESENTACIÓNGuevara recuerda sus nombres y su relación con Pablo y explica elsentido de la citada colaboración. Igualmente, se adentra en el complicadotema de lo femenino en la literatura paulina, en particular enalguno de esos textos que siempre «nos colocan en una posición dedesconcierto».Clave en la vida, misión y evangelización de Pablo fue su procesode conversión. Según José María Fernández-Martos, la persona y lapalabra de Jesucristo son el núcleo de la conversión de Pablo, que es«paradigmática de todas las conversiones de los cristianos». El autorahonda en el citado tema guiado por estas dos preguntas fundamentales:¿Cuáles pueden ser las claves de la citada conversión y qué preguntaspueden surgir de dichas claves para las conversiones de la concienciaactual?«La Escritura crece con nosotros, y nosotros crecemos con ella».Ésta es la conclusión de la colaboración que cierra la parte monográficade este número de <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, estructurada en torno a la relación palabraescrita y palabra viva (Cristo), destacado y quizá menos conocidoaspecto de la vida y la obra paulinas. Una relación que, segúnFrancisco Ramírez, puede comprenderse de esta manera: Pablo, profetay buen entendedor de la Escritura, transforma la Sagrada Escritura yes transformado por la revelación de Cristo, Palabra de Dios.sal terrae


ST 96 (2008) 709-721ESTUDIOSRecordar a San Pablo,recuperar a San PabloPedro José GÓMEZ SERRANO*En los últimos años se están multiplicando los aniversarios de todo tipoen el seno de nuestra Iglesia. Sin duda, tiene sentido dirigir una miradaagradecida al pasado –es de bien nacidos ser agradecidos–, peroen los difíciles momentos actuales para la fe cristiana, algo en estoseventos huele a tentación de vivir de recuerdos de un glorioso pasadoy a incapacidad para afrontar con valentía y creatividad el futuro próximo.Piénsese, por ejemplo, en el extraordinario éxito de las exposicionesde Las Edades de Hombre, que han dado a conocer una parte dela enorme riqueza del patrimonio artístico de algunas diócesis españolas,mientras la fecundidad creativa del arte cristiano contemporáneopadece una notable atonía. No querría en modo alguno contribuir conlas siguientes páginas a fortalecer esa actitud añorante. Al contrario, mipropósito no es otro que mirar con audacia y esperanza el futuro inmediatode la acción de los creyentes, buscando inspiración en la viday obra de ese descomunal personaje que fue Pablo de Tarso 1 . Tengo elconvencimiento de que San Pablo posee una rabiosa actualidad paralos cristianos del inicio del siglo XXI, y mi objetivo consiste en ponerde relieve algunas de sus principales virtualidades.* Miembro del Consejo de Redacción de <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>. Profesor de EconomíaMundial en la Universidad Complutense. Madrid. .1. No soy especialista en la teología del Pablo ni en exégesis paulina, por lo quelas siguientes reflexiones deben considerarse como propias de un cristiano normal,familiarizado con su obra a través de la oración y la liturgia. Pido disculpaspor las eventuales malas interpretaciones de su pensamiento.sal terrae


710 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANO1. Antigüedad y actualidad de San PabloEs una experiencia ampliamente constatada el hecho de que las cartasde Pablo apenas son entendidas en nuestras asambleas eucarísticas.Desde luego, en el humilde barrio donde yo vivo, ya resulta un éxitoformidable pronunciar «Tesalonicenses» sin equivocación. Ni que decirtiene que sus profundas disquisiciones sobre el primer y el segundoAdán, la fe y las obras, la ley y la gracia, la carne y el espíritu, el pecadoy la redención, la sabiduría del mundo y la de la cruz, etc. se encuentranmuy alejadas tanto del contexto cultural actual como de la formaciónbásica que posee la mayoría de los bautizados. Nada tienen quever la dificultad con que accedemos a las ricas y densas epístolas paulinas–que reclaman siempre algún tipo de «traducción simultánea»– yla facilidad con que llegan a nosotros –y a la gente más sencilla de cualquierlugar del mundo– los relatos evangélicos, a pesar de la distanciatemporal y cultural que se da entre la sociedad agrícola judía del siglo Iy la urbana, tecnológica, global y postmoderna de la actualidad.¿Por qué merece la pena realizar el esfuerzo de rescatar el legadode Pablo en la situación presente, más allá del 2.000 aniversario de suhipotético nacimiento? Al menos por cuatro motivos: la situación histórica–social y eclesial– que a él le tocó vivir guarda notables paralelismoscon la nuestra; las claves pastorales de fondo con las que él seenfrentó a ese contexto siguen siendo muy sugerentes; el contenido básicode la interpretación paulina del acontecimiento cristiano sigue teniendoplena vigencia; y, por último, las propias actitudes personalesde Pablo –discípulo y evangelizador– pueden servir hoy de modelo amuchos cristianos. Ni que decir tiene que, en lo que sigue, intentaréevitar todo anacronismo en el modo de vivir lo cristiano, así como lasacralización de formulaciones paulinas concretas, cuando sus palabrasse refieran a problemas de otras épocas o estén marcadas por uncontexto cultural que no es el nuestro. Es decir, siguiendo su sano consejo,intentaré trascender la letra y captar su espíritu: «La ley mata, elespíritu da vida» (2 Co 3,6).Empecemos por señalar cómo era el contexto en el que se insertala actuación de Pablo 2 . Senén Vidal caracteriza la época de Pablo del2. COTHENET, Édouard, San Pablo en su tiempo, (Cuadernos Bíblicos, n. 26),Verbo Divino, Estella 1981.sal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO711siguiente modo 3 : en el campo económico y político se producía la expansióny consolidación del Imperio Romano alrededor del MareNostrum, con la consiguiente formación de una dinámica economía internacionalamparada en el dominio, a veces despótico y en ocasionestolerante, de la pax romana. Los intercambios económicos se multiplicarony, con ellos, un amplio movimiento de personas y de ideas. En elterreno social, las diferencias eran extraordinarias, no sólo por los disparesniveles de renta que se daban entre la exigua minoría opulenta yla muchedumbre de los pobres (en aquella época no existían las clasesmedias, y los pequeños artesanos, comerciantes y agricultores estabanexpuestos permanentemente a caer en la miseria si se producía algúnpercance económico o de salud en la familia), sino por la vigencia dela esclavitud, las diversas clases de ciudadanía y la extensión del clientelismocomo modelo de relación social claramente asimétrico, en elque casi todas las personas eran clientes sometidos al patronazgo de alguienmás poderoso que aquel de quien se dependía para subsistir. Enel ámbito cultural coexistían multitud de identidades minoritarias que,al confluir en las grandes ciudades, generaban un entorno ideológicomuy plural. Al mismo tiempo, la ley romana y la cultura helenísticaproporcionaban el factor común que amalgamaba la convivencia entrepueblos tan diversos. Por último, en el plano religioso, el Imperio secaracterizaba por la coexistencia de numerosas creencias fuertementemarcadas por el individualismo, el relativismo y el sincretismo. Ciertamente,los romanos intentaron extender el culto a sus dioses (heredados,en buena medida, de los griegos), pero fueron condescendientescon los cultos que no amenazaban la unidad política. Hedonistas, epicúreosy estoicos, partidarios de los Misterios de Isis, Dionisos o Mitra,magos y astrólogos varios... concurrían en el mercado de las creenciasreligiosas, en el que el judaísmo tenía un puesto reconocido.No resulta necesario forzar los hechos para identificar notablescoincidencias entre la situación en la que Pablo comenzó a difundir elcristianismo y la que se da en nuestro mundo. Hoy estamos marcadospor al avance de la globalización económica y la persistencia de unaaguda desigualdad social; la arbitrariedad jurídica y la violencia hierena amplias zonas de nuestro planeta; participamos de un clima crecien-3. VIDAL, Senén, Iniciación a Pablo, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 2008, pp. 15-36.sal terrae


712 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANOtemente multicultural, que encierra peligros y oportunidades para laconvivencia humana y genera reacciones defensivas de corte nacionalista.En lo religioso, el individualismo, la religión a la carta y la indiferenciaestán a la orden del día, así como la necesidad cada vez mássentida de «experiencia», «identidad» y «comunidad», algo que tambiénse demandaba intensamente en la época de Pablo. La cultura delbienestar hace hoy las veces del sustrato helenista y latino común alImperio, con no menor eficacia integradora de los individuos en la sociedad.Los cristianos eran una minoría carente de poder y de prestigio:algo que, en alguna medida, nos está ocurriendo en Europa Occidentalen los últimos años. Diferente, sin embargo, es el hecho de queel cristianismo naciente contaba con el dato de la novedad, el riesgo yel entusiasmo de los bautizados, una eficaz ayuda mutua entre susmiembros y una ubicación social claramente humilde que ahora noposeemos, y con la ventaja, para la misión, de una inquietud religiosaambiental que hoy ha sido sustituida por una mezcla de desinterés yescepticismo.2. Cuatro aprendizajes que podemos realizara partir de la vida de Pablo2.1. Un convertido entusiastaPablo fue un «cristiano de segunda mano» tremendamente apasionado4 . En el origen de su intensa misión se encuentra la misteriosa experienciade encuentro con Cristo, camino de Damasco, que cambió suvida por completo (Hch 9,1-18). Pablo, como nosotros, no conoció aJesús de Nazaret «en vivo y en directo», y su conversión –posterior ala Pascua, como la nuestra– tuvo que darse necesariamente gracias a lamediación de la Iglesia: su predicación, testimonio y acogida. Pablonunca consideró la evangelización como una carga, sino como un enormeregalo –«¡Ay de mí, si no evangelizare!» (1 Co 9,16)– que realizaba«a tiempo y a destiempo» (2 Tm 4,2). Difundió la fe en Jesucristo4. Creo que «cristiano de segunda mano» es una aguda expresión de Kierkegaardpara referirse a todos los que han llegado a ser seguidores de Jesús sin haber sidosus contemporáneos.sal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO713superando tremendas amenazas y penalidades (2 Co 11,23-28), contentode su difícil tarea y dando gracias a Dios por ella constantemente(1 Ts 1,2). Sus expresiones no pueden ser más elocuentes: «Lo queera para mí ganancia, lo he juzgado pérdida a causa de Cristo. Y másaún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento deCristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo porbasura para ganar a Cristo» (Flp 3,7-8).Podemos preguntarnos –mirando a Pablo– si la Iglesia actual estágestando este tipo de cristianos entusiastas u otros mucho más rutinarios.Cabe reflexionar sobre si nuestros procesos catequéticos conducenverdaderamente a un encuentro personal e intransferible con Jesúsde Nazaret e inician en un tipo de existencia alternativa marcada porlos valores de las Bienaventuranzas, o si, por el contrario, constituyenmecanismos de socialización en la normalidad y de asimilación de costumbresy tradiciones religiosas. En un momento de crisis evangelizadora,recuerdo las acertadas palabras de Julio Lois: «La primera condiciónpara anunciar el Evangelio de forma creíble y significativa ha deformularse así: la comunicación ha de brotar o estar enraizada en unaexperiencia gozosa y liberadora de la fe, capaz de percibir su carácteratrayente y hasta fascinante, su belleza y fecundidad. Es la experienciaque se da en el seguimiento de Jesús vivido en el seno de una comunidadcreyente. Sólo ofertan la fe con credibilidad los convertidos, es decir,aquellos a quienes Dios les ha salido al encuentro en Jesús, les hallamado y han respondido con fidelidad gozosa» 5 .Para comunicar de una manera más clara y libre el Evangelio,Pablo trabajó por su cuenta e intentó no ser gravoso económicamentepara las comunidades a las que sirvió, al tiempo que no accedió a sercliente de ningún patrón que pudiera hipotecar su palabra profética.Nunca quiso que su rol le sirviera para obtener ventajas personales oprestigio social. Habría que plantearse si la dedicación pastoral a tiempopleno y las fórmulas de financiación que toda la estructura eclesiásticaprecisa sitúan a la Iglesia y a sus ministros en posición de libertadcon respecto al Estado y de transparencia y pobreza con res-5. LOIS, Julio, «Consideraciones para una teoría de la comunicación y transmisiónde la fe», en La transmisión de la fe en la sociedad actual (II Semana deEstudios de Teología Pastoral), Verbo Divino / Instituto Superior de Pastoral,Madrid 1991, pp. 249-250.sal terrae


714 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANOpecto al conjunto de la sociedad. Asunto este que no resulta hoy secundario,cuando el problema de la autofinanciación en el seno de unasociedad laica y religiosamente pluralista parece cada vez más urgente.Pensemos, además, que el coraje de Pablo se produce en un contextoen el que los cristianos eran muy minoritarios y carecían de todotipo de recursos materiales que hoy nos son habituales (templos, locales,colegios, universidades, etc.). El sentimiento de ser una minoría, lapobreza humana de las comunidades y la carencia de dinero nunca fueronmotivo de queja para él.2.2. Impulsor infatigable de comunidades cristianasHay una convicción de Pablo que comparto plenamente: la condiciónde posibilidad de la auténtica vida cristiana –particularmente en entornosde indiferencia o pluralismo religiosos– radica en la existencia decomunidades concretas en las que los hermanos y hermanas tengannombres y apellidos, y en las que la vida iluminada por la fe se compartaa fondo, promoviendo alrededor los valores del Reino. En el presentedesierto social para la fe, la comunidad representa el oasis (queno invernadero) capaz de generar el microclima que precisa la experienciareligiosa para florecer. Tanto las Cartas como las referencias delos Hechos de los Apóstoles coinciden en mostrar esta obsesión paulinapor generar comunidades en las que se acogiera, desarrollara, verificaray desplegara el Evangelio predicado. Sin ellas, la fe se marchitacomo la flor arrancada del tiesto. En el futuro inmediato –con la previsibleextinción del espécimen «feligrés»–, la multinacional religiosaque, a través de sus sucursales territoriales, presta servicios religiososa cristianos sociológicos anónimos, será incapaz de garantizar la comunicaciónde la fe cristiana a las nuevas generaciones si no desarrollaespacios de acogida y personalización.Vemos, además, que en la generación de las nuevas comunidadespaulinas aparecen algunas claves que tienen plena vigencia. Lo decisivoen ellas es el tipo de relaciones fraternales (de cariño y ayuda) quese establecen entre los bautizados, y no la amplitud de las actividadesrealizadas, la solemnidad de los ritos o la abundancia de medios materiales(Rm 12). Se favorece la participación igualitaria de todos losbautizados y bautizadas, aunque ello dé lugar a un cierto caos en lasasambleas (1 Co 14). En lugar de propugnar la división entre protago-sal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO715nistas y receptores de la acción eclesial o introducir distinciones de poder,Pablo estimula el protagonismo de todos los miembros del Cuerpode Cristo, valorando extraordinariamente la diversidad y orando paraque el Espíritu genere en el corazón de todos un deseo de comunión (1Co 12). A este respecto, el capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintiostiene un contenido «profético» y no sólo «romántico», al situar elcarisma del amor –que todos poseemos– como el más importante detodos, después de haber mencionado otros «cargos ministeriales» comolos de apóstol, maestro o profeta. En otro plano, ni que decir tieneque intentar aplicar en la práctica comunitaria –en alguna medida–aquello de, que en Cristo, «ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre,ni hombre ni mujer» (Ga 3,28) representaba una verdadera revoluciónsocial. Metz ha recordado –a propósito de la vida religiosa– quelas comunidades cristianas deberían ser verdaderas «sociedades decontraste» 6 .Y después de haber realizado estas constataciones elementales,brotan los interrogantes: ¿estamos convencidos, como Pablo, de quehoy hay que echar el resto en la animación comunitaria?; ¿creemos nosotros,como él, en la igualdad, diversidad y unidad que deberían ser«la marca de la casa» de los seguidores de Jesús?; ¿ponemos el centrode nuestros esfuerzos en el cultivo de relaciones cálidas y comprometidascon las necesidades de todos?; ¿representa nuestra Iglesia actualun espacio revolucionario en el que se trabaja por acabar con las diferenciaseconómicas, las segregaciones culturales y la discriminaciónde género? 72.3. Constructor tenaz de comunión en el conflictoCuando el apego a las costumbres judías frenó la expansión de la comunidadcristiana entre los paganos y amenazó con eliminar la novedady libertad que Cristo había traído a la humanidad (Ga 5,1), Pablono dudó en enfrentarse a Pedro para exigirle mayor coherencia y aperturade miras. Cuando éste mostró una actitud contemporizadora conquienes querían imponer a todos los cristianos –judíos o helenistas– la6. METZ, Johann Baptist, Las órdenes religiosas, Herder, Barcelona 1978.7. EQUIPO «CAHIERS ÉVANGILE», Liberación humana y salvación en Jesucristo- 2, (Cuadernos Bíblicos, n. 7) Verbo Divino, Estella, 1989, pp. 33-35.sal terrae


716 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANOcircuncisión o las prescripciones rituales hebreas en torno a la comida,Pablo le corrigió fraternalmente. Ocurrió tanto en el denominado «Conciliode Jerusalén» (Hch 15,1-19), como en el «incidente de Antioquia»(Ga 2,12-14). Llama la atención su capacidad para aunar dos actitudesmuy escasas hoy en día en el ámbito eclesial, pero absolutamente necesariaspara su renovación: a) la capacidad de decir con valentía y sin tapujosuna palabra crítica cuando ciertos comportamientos no sintonizabancon el Evangelio; y b) la búsqueda paciente de la comunión a travésdel diálogo, la oración y la negociación, ejerciendo la labor de «lealoposición» que acepta con fidelidad el ministerio de comunión dePedro, pero sin renunciar a expresar la propia perspectiva.A mi modesto parecer, en nuestra comunidad eclesial predominanhoy otros comportamientos mucho más dañinos: el miedo a la autoridady la tendencia a halagarla reforzando sumisamente sus posiciones;la propensión a acallar a los disidentes; el hecho de confundir el temoral conflicto –que es, de entrada, sano y necesario para buscar alternativasa las situaciones bloqueadas– con la defensa de la comunión y lapaz; la proliferación del cotilleo y de la crítica a espaldas de los responsables(lo que genera climas enfermizos de amargura y desilusión),por falta de coraje para dialogar; el aislamiento de cada grupo en suburbuja autosuficiente; la tendencia a distanciarse en silencio, afectivay efectivamente, de los pastores y sus iniciativas pastorales, o de éstosrespecto de las comunidades concretas; la práctica de la autocensura o,por el contrario, de la hipercrítica; etc. Resulta obvio que todos estoscomportamientos, incapaces de afrontar evangélicamente el conflicto,impiden avanzar y crecer a la Iglesia.Por todo ello, me parece oportuno recordar las palabras de BenedictoXVI cuando aún era el teólogo Joseph Ratzinger: «La verdaderaobediencia no es la obediencia de los aduladores, que evitan todo choquey ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas.Lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristasde lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obedienciano sean menores que la pasión por la verdad; hombres que dentestimonio a despecho de todo ataque y distorsión de sus palabras» 8 .8. RATZINGER, Joseph, El verdadero pueblo de Dios, Herder, Barcelona 1972,p. 293.sal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO717Mas allá de la dialéctica entre la jerarquía y el pueblo, Pablo mantuvosiempre en sus comunidades la defensa simultánea del pluralismo y dela comunión, que, en último término, son un don de Dios. Mi amigoJosé Ramón Urbieta, cuando alguien quería defender con cierta ingenuidadque la comunidad cristiana debía reeditar el ideal del «todospensaban y sentían lo mismo», solía recordar que, «cuando dos personaspiensan siempre lo mismo, hay una que no piensa».2.4. Creativo y audaz inculturador del mensaje cristianoKarl Rahner tenía razón al afirmar, hace varias décadas, que «en la situaciónactual de la iglesia y del mundo, tras un tiempo tan largo de inmovilismoy de miedo por parte de la iglesia ante los cambios socioculturalesdel mundo, se puede decir que es más seguro el riesgo de losnuevos experimentos, tan ponderado y medido como sea posible, quepermanecer apegados a las formas tradicionales, que hoy ya no seadaptan a la expresión del mensaje cristiano» 9 . Hoy esta afirmación esaún más pertinente. A pesar del extraordinario regalo del Concilio VaticanoII, la Iglesia ha realizado a duras penas un cierto diálogo con lamodernidad, y todavía no lo ha iniciado con la posmodernidad.La posición de Pablo en este terreno resulta admirable, tanto por loque se refiere a sus actitudes personales como por lo que respecta a suplanteamiento teórico. Como ya hemos señalado, por lograr que sumensaje tuviera la mayor credibilidad, evita cualquier privilegio (que aotros predicadores reconoce como legítimos) y afronta cualquier peligrosin echarse atrás. Pero, más aún, intenta «hacerse todo a todos, paraganar a algunos» (1 Co 9,22), es decir, se aproxima físicamente a laspersonas en su contexto y se hace solidario con cualquiera al evangelizar.Al mismo tiempo, asume una posición dialéctica con respecto alos valores de la sociedad, evitando tanto su asimilación acrítica comouna actitud de recelo sistemático. Por eso puede afirmar: «No os amoldéisal mundo en que vivimos y transformaos con otra mentalidad»(Rm 12,2) y, al mismo tiempo: «Examinadlo todo y quedaos con lobueno» (1 Ts 5,21). Ambas actitudes me parecen muy acertadas.9. RAHNER, Karl, citado en J. RAMOS-REGIDOR, El sacramento de la penitencia,Sígueme, <strong>Sal</strong>amanca 1975, p. 88sal terrae


718 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANOEl esfuerzo formidable de Pablo para trasvasar el Evangelio a lascategorías helenísticas permitió que el cristianismo pasara, de ser unasecta judía, a constituir una religión con proyección universal. Este indudableacierto no dejó de pasar una costosa factura: la helenizacióndel cristianismo y, quizá, una moderación del mensaje radical de Jesúsque le llevó a la muerte 10 . Esa disyuntiva entre los peligros de traducirnuestra fe a las claves de la cultura actual (con el riesgo de adulterarla)o fosilizarla en unas categorías y estructuras cuasi-medievales (conel riesgo de morir en el museo) se produce también en nuestros días.Pablo asumió del ambiente cultural de su época los valores platónicosy estoicos, que situaban en el «sabio» el ideal humano, y argumentólo indecible para mostrar que el Evangelio conducía a la realizaciónplena del individuo, pero al mismo tiempo sometió el paradigmahelénico a una subversión profunda, al hablar de la cruz de Cristocomo «locura» para los judíos y «necedad» para los griegos, y al ponercomo ejemplo de los preferidos de Dios a los pobres de sus comunidades(1 Co 1,22-30). Intentó hablar en Atenas del «Dios desconocido»para ganarse al auditorio, pero no dejó de anunciarles la «resurrección»,a pesar de que esto resultó absurdo para sus oyentes (Hch17,22-32). En la forma en que Pablo trató el asunto de las mujeres ylos esclavos podemos ver esta dialéctica. Por una parte, la afirmaciónde la igualdad radical del género humano expresada en Gálatas 3 es realmenterevolucionaria; pero, por otra parte, los textos referidos al matrimonio(Col 3,18-21), la forma de resolver el problema del esclavoOnésimo (Flm 1) o la llamada a acatar las leyes (Rm 13,1) muestranque, en la práctica, Pablo decidió no romper radicalmente con las normassociales de su época.Con todo, la posición de Pablo resulta muy matizada. Así, porejemplo, al prescribir la obediencia de la mujer al marido, de los hijosa los padres o de los esclavos a sus amos, en las cartas a los Colosenses(caps. 3 y 4) 11 y a los Efesios (caps. 5 y 6), observamos que, junto a laaceptación indudable de la postura convencional, aparecen otras co-10. CASTILLO, José Mª, El reino de Dios. Por la vida y dignidad de los seres humanos,Desclée De Brouwer, Bilbao 1999.11. Dejamos aquí a un lado la cuestión de la autoría de la carta y de las posibles interpolacionesen el texto original, por considerar que recogen la actitud fundamentalde Pablo.sal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO719rrecciones de espíritu evangélico que quizá desde nuestra época noseamos capaces de valorar en toda su novedad y potencialidad crítica:«maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas»; «padres,no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten»;«amos, obrad con vuestros esclavos de la misma manera, dejando lasamenazas», «sed justos con ellos»... Puede que esos planteamientos nodieran lugar inmediatamente a un cambio social profundo (de hecho,casi dos mil años después de redactarse estos textos, la discriminaciónde género en nuestra Iglesia continúa), pero no cabe duda de que constituíanuna semilla de emancipación a largo plazo y que explica la apariciónde gestos simbólicos tan escandalosos como el hecho de que enel siglo III fuera nombrado Papa un esclavo que tomó el nombre deCalixto I (hoy santo).3. Las raíces de su pasiónSería muy difícil comprender la originalidad de la actuación de Pablosin hacer mención, siquiera someramente, de algunas de sus conviccionesde fondo.La primera consistiría en reconocer el carácter escandaloso y sorprendentedel Evangelio, que rompe por completo nuestros esquemascon respecto a lo que es Dios y hace saltar por los aires todos nuestrosmontajes religiosos y morales, que aspiran –en último término– a ganarnossu favor, al revelarnos en la Pasión de Cristo una mentalidad divinacompletamente contraria al sentido común y una salvación quenos viene por puro regalo y cariño de Dios. La fe en el sentido paulinoes acogida agradecida de ese don y respuesta que se realiza con todala existencia. Esta postura se aleja tanto de la mera confesión formalde la fe como de la actitud de quien pretende cargarse de méritosante Dios por medio de su comportamiento. La conversión se producecuando nos abrimos sin resistencias a la «locura» de Dios. Por eso, pretenderevangelizar para que los destinatarios se sitúen en el mundo desdela normalidad sociológica es un contrasentido. El cristianismo esuna manera alternativa de vivir.Otra característica de Pablo, que haríamos bien en recuperar, consisteen ir a lo esencial a la hora de anunciar la Buena Noticia: el amorincondicional e insobornable que Dios tiene hacia todos sus hijos e hi-sal terrae


720 PEDRO JOSÉ GÓMEZ SERRANOjas, que se ha revelado de un modo insuperable en su Hijo Jesús y quese actualiza permanentemente por el Espíritu. Ese amor se encuentramás allá de la ley, las costumbres religiosas, la moral, los ritos, la pertenenciainstitucional o la sabiduría teológica. Por eso, el amor efectivamentepracticado es el único criterio de verificación de una fe quenos libera, pero no para aislarnos en el egoísmo, sino para hacernosmás capaces de amar como Dios mismo (Ga 5,13). No estoy muy segurode que las mediaciones pedagógicas, morales, catequéticas o litúrgicasque empleamos faciliten siempre el acceso a la experienciapersonal de «estar en buenas manos» y la configuración de unas personalidadesverdaderamente libres y liberadoras.En Pablo se da también una concentración de la salvación en Cristodesde la clave de la Pasión. A mi modo de ver, esta opción, que dotade gran densidad a toda su teología, presenta ventajas e inconvenientespara nosotros. La ventaja es que, al predicar la Cruz y la Resurrecciónde Cristo a una sociedad aburguesada que rehuye todo sacrificio, doloro entrega, por una parte, y que se muestra profundamente escéptica conrespecto a cualquier tipo de salvación que no sea la del bienestar material,por otra, estamos presentando sin adulteración el Evangelio, yno sólo valores hoy «políticamente correctos», como el amor, la tolerancia,la igualdad, etc. Sin embargo, el olvido práctico por parte dePablo de toda la vida pública de Jesús supone un indudable empobrecimiento.La centralidad del Reino de Dios y la urgencia de su acogida,la originalidad de las actitudes de Jesús, la conflictividad de sumensaje, etc., quedan diluidas en las cartas paulinas. Esto puede conducira un cristianismo de corte individualista, más preocupado por elcultivo de las virtudes personales que por la transformación de la sociedaden una perspectiva de justicia e igualdad.4. Primera carta de Pablo a los cristianos del siglo XXI«Queridos hermanos:Os veo un tanto deprimidos por el declive del cristianismo en elOccidente desarrollado y el progresivo envejecimiento de vuestrasIglesias. Algo de este desaliento se percibe en vuestras publicaciones,acciones y asambleas, que deberían estar empapadas de la alegría delResucitado. ¡Estad siempre alegres en el Señor! Comprendo vuestrossal terrae


RECORDAR A SAN PABLO, RECUPERAR A SAN PABLO721sentimientos, porque yo también quería con locura a mis comunidades;pero creo que habéis perdido la perspectiva de las cosas. Dios es másgrande que nosotros y es capaz de hacer brotar la vida y la energía denuestra debilidad. Habita en el corazón de todos los seres humanos,aunque ellos no hayan caído aún en la cuenta.Veo que no estáis acostumbrados como yo a vivir la fe en la intemperie,en minoría, sin presupuestos, teniendo que dar cada día razónde vuestra esperanza. Quizá esa falta de práctica había anquilosadoo dado por segura una experiencia que siempre será frágil y que tienealgo de riesgo, apuesta, asombro, fuego, regalo... Veo que los nuevostiempos os han pillado desentrenados, pero no penséis en absolutoque estáis abandonados de la mano de Dios.No os escudéis en vuestra pobreza para no poner toda la carne enel asador a la hora de vivir y anunciar a Jesucristo –Dios se encuentraa gusto en ella–, ni justifiquéis vuestra pereza, vuestro conformismo ovuestro miedo, a la hora de afrontar la imprescindible renovación de laIglesia, apelando a vuestra fidelidad. Preocupaos, más bien, de buscarnuevos caminos para impulsar la justicia en el mundo y la evangelización,sin esperar que todo el mundo los vaya a ver bien. La creatividades el don que más debemos implorar al Espíritu.Sin duda, los problemas podrán aumentar, y vuestra capacidad paraafrontarlos podrá bloquearse en algún momento; pero a vosotros,como a mí, os basta con esta convicción: ¡Nada nos separará del amorde Dios! (Rm 8,35-39)».sal terrae


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDADELIZABETH A. JOHNSONLa búsquedadel Dios vivo.Trazar las fronterasde la teología de Dios296 págs.P.V.P. (IVA incl.): 18,00 €Desde mediados del siglo XX, hemos asistido a la floración de nuevasformas de ver a Dios en la tradición cristiana. No es que se haya descubiertoa un Dios diferente del Dios en el que han creído las generacionespasadas. La fe cristiana no cree en un nuevo Dios, sino que, alencontrarse en nuevas situaciones, busca la presencia de Dios en ellas.Aspectos largo tiempo olvidados se incluyen en la nueva forma de relacionarsecon los acontecimientos actuales, y se aprecia de modos hastaahora ni siquiera imaginados la profundidad de la compasión divina.


ST 96 (2008) 723-736«Diles que no se siganpor sola una parte de la Escritura,que miren otras».San Pablo y las mujeres.Reinterpretar el discurso teológicoa partir de la praxis apostólicaJunkal GUEVARA LLAGUNO*En los últimos trece años, la revista <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong> ha publicado dos artículosde biblistas españoles abordando la enseñanza de Pablo de Tarsosobre las mujeres 1 . Como la mayor parte de los trabajos que abordanesta cuestión, dichos artículos ponderan las afirmaciones que tienenque ver con la secular atribución a Pablo de un pensamiento machistaque habría influido en el discurso del Magisterio acerca del papelde la mujer en la Iglesia.Conocida es la dificultad que 1 Co 14,34-36 supuso para la declarara Teresa de Jesús «Doctora de la Iglesia». Todavía en el año 1932,Pío XI había declarado: «sexus obstat»; y, en opinión de algunos 2 ,ladificultad insuperable nacía de ese texto del apóstol. Probablementepor esa razón, en la homilía del acto de proclamación de la Santa comoDoctora 3 , Pablo VI interpretó el sentido de 1 Co 14,34-36 de unamanera nueva.* Profesora de Teología en la Facultad de Teología de Granada..1. J.R. BUSTO, «San Pablo y las mujeres de Corinto. ¿Fue San Pablo antifeminista?»:<strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong> 81 (1993) 211-221; C. BERNABÉ, «Pablo y las mujeres»: <strong>Sal</strong><strong>Terrae</strong> 85 (1997) 421-437.2. F.J. RODRÍGUEZ MOLERO, Mensaje actual de Santa Teresa, Doctora de la Iglesia(Discurso leído en la solemne apertura del curso académico 1970-1971 en laFacultad de Teología de Granada).3. L’Osservatore Romano, 27 de septiembre de 1970.sal terrae


724 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOConociendo el talante de la Santa, rastreé sus obras intentando unaclave para interpretar este «sexus obstat», que le afectó en muchos momentosde su vida y que ella había sabido sortear. Así pude encontrareste texto, recogido en la relación de Cuentas de conciencia:«Estando –pocos días después de estos que digo– pensando si teníanrazón los que les parecía mal que yo saliese a fundar y queestaría mejor empleándome siempre en oración, entendí: “Mientrasse vive, no está la ganancia en procurar gozarme más, sino enhacer mi voluntad”. Paréceme a mí que, pues San Pablo dice delencerramiento de las mujeres –que me han dicho poco ha y aunantes lo havía oído, que ésta sería la voluntad de Dios–, díjome:“Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que mirenotras, y que si podrán por ventura atarme las manos”» (Cuentasde conciencia 34).4Quizá Santa Teresa apuntaba un estudio de la enseñanza y la praxisde Pablo que atendiera no sólo a los textos polémicos, sino tambiéna los testimonios que sobre su praxis apostólica pueden leerse en losHechos de los Apóstoles (que, a partir del capítulo 13, focalizan su miradaen la actividad misionera de Pablo) y en las referencias al mundofemenino dispersas por las cartas paulinas auténticas 5 .1. Las mujeres en la misión apostólica de San PabloLos viajes misioneros referidos en los Hechos de los Apóstoles presentana un gran número de mujeres que se van incorporando, de unau otra forma, al movimiento dinamizado por el apóstol Pablo. Algunasde ellas son conocidas por sus nombres de pila: Lidia (Hch 16,11-15)Damaris (Hch 17,34) Priscila (18,1-4)... Otras, sin embargo, son sujetosanónimos o miembros de un colectivo: las mujeres de Filipos reunidasa la orilla del río (Hch 16,13); la muchacha con dotes de adivinación(Hch 16,16-19)...4. TERESA DE JESÚS, Obras Completas, BAC, Madrid 1962.5. 1 y 2 Corintios, Romanos, Filipenses, 1 Tesalonicenses, Gálatas y Filemón. G.BARBAGLIO, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, Sígueme, <strong>Sal</strong>amanca1989, 154-180.sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»725Estas referencias a mujeres involucradas en el movimiento dePablo no resultan novedosas en el conjunto de la obra de Lucas. No sólolos Hechos de los Apóstoles, sino también el evangelio, presentanuna labor redaccional muy preocupada por hacer presentes en formaparalela tradiciones referidas a hombres y mujeres 6 .Por otra parte, las cartas de Pablo, sobre todo en los saludos y fórmulasde despedida, nos dan noticia de otras mujeres que se cruzan enla vida apostólica de Pablo 7 .1.1. ¿Quiénes son estas mujeres?¿Cuál es la relación del apóstol con ellas?Las mujeres con las que Pablo va tomando contacto, según el testimoniode Hechos y las epístolas, despliegan un rico abanico de situacionespersonales que surgen en contextos diferentes.DÁMARIS (Hch 17,34) es una mujer que frecuenta el areópago yque escucha y recibe el anuncio de Pablo sobre Cristo.FEBE (Rm 16,1-2) parece, por su nombre griego, una cristiana deorigen gentil. Posiblemente gozaba de una condición libre, social yeconómicamente, lo cual podría explicar sus viajes y su disposición demedios para ayudar a la comunidad cristiana. Como de Timoteo, Pablodice de ella «nuestra hermana», que debe de significar, como en el casode aquél, «nuestra colaboradora». Se dice que en la comunidad deCéncreas era «diaconisa». Es el mismo título que Pablo se atribuye así mismo y a otros (1 Co 3,5; 2 Co 6,4; Flp 1,1), y que tiene que vercon ministerios de dirección o enseñanza. También es «bienhechora»,una forma femenina de una raíz normalmente utilizada en el NT referidaa varones (1 Ts 5,12) y que siempre denota posición como líder,presidente, patrón...6. C. BERNABÉ, «Sanaciones, autoridad y género: mujeres en el evangelio deLucas»: http://www.unican.es/NR/rdonlyres/7C7A71CD-59AB-4C91-A6FA-B2467ACD01FA/0/6MujeresenelevangeliodeLucas.pdf. (Consulta: 10 de juliode 2008).7. De Cloe (1 Co 1,11) y Estéfanas (1 Co 16,16-17) se discute su condición demujeres. MURPHY-O’CONNOR (Paul, a Critical Life, Oxford University Press,1996, 272. 278), habla de Cloe como un lugar, no como una persona; tambiénG. BARBAGLIO (La teologia di Paolo, EDB, Bolonia 1999, 64). L. ALONSOSCHÖKEL, por su parte, traduce «Esteban» en 1 Co 1,16; 16,15.17.sal terrae


726 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOLIDIA (Hch 16,14-15) parece ser una comerciante helenista que habríaestablecido relaciones con los mercaderes judíos, los cuales la habríanllevado a hacerse prosélita de su religión («Temerosa de Dios»).Su posición desahogada parece estar indicada por las referencias a sucondición de «cabeza de familia».PRISCILA o PRISCA (Hch 18,1-4; 18;26; Rm 16,3-6; 1 Co 16,19)aparece 6 veces en el NT, siempre junto a su marido. Se trataba, probablemente,de una pareja de misioneros itinerantes y líderes de la comunidadde Roma, de donde salieron por la persecución de Claudio,pero adonde volvieron, según la carta a los Romanos. Pablo se encontrócon ellos en Corinto, donde fueron muy conocidos, aunque su actividaden esa comunidad resulta desconocida, porque el autor deHechos fija su atención en Pablo. Es importante notar que Priscila aparececitada antes que su esposo en Hch 18,18.26 y en Rm 16,3. Deellos se dice, además, que «expusieron su cabeza por mí».MARÍA (Rm 16,6) TRIFONA y TRIFOSA (Rm 16,12a) y PÉRSIDA (Rm16,12b). Lo que se subraya de estas mujeres es que «trabajaron duramentepor nosotros o por el Señor». No podemos saber a qué se refiereexactamente, aunque usa una expresión que aparece en 1 Co 15,10,cuando Pablo se refiere a su propio trabajo misionero, y en 1 Co 16,16,hablando del trabajo de los líderes locales. Es posible, por tanto, quedesempeñaran alguna responsabilidad importante en la comunidad deRoma.JUNIA (Rm 16,7). Su condición femenina fue puesta en duda en algúnmomento 8 , pero probablemente Pablo se refiere a un matrimonio:Junia y Andrónico. De ambos dice que son «parientes» (lo que puedereferirse tanto a vínculos carnales como al hecho de que fueran judíos)que han compartido la prisión con él. También anota su condición de«apóstoles insignes». Ese título lo reciben también, además de losDoce (Ga 1,17.19; 1 Co 9,5; 2 Co 11,15; 12,11), Epafrodito (Flp 2,25),Tito (2 Co 8,23) y él mismo (Rm 1,1; 11,13; 1 Co 1,1; 4,9; 9,1.2;12,29; 15,9; 2 Co 1,1; Ga 1,1; 2 Co 12,12). «Apóstol» reconoce un carisma(1 Co 12,28) y, en el conjunto de la descripción que Pablo hacede sus compañeros, debe entenderse que habla de colaboradores estrechosy enviados oficiales de la comunidad.8. D. FERNÁNDEZ, «Ministerios de la mujer en el Nuevo Testamento»: Proyección42 (1995) 295.sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»727APFIA (Flm 1,1-2). Esta mujer es la única que se menciona en lacarta a Filemón. Como de los demás personajes de la carta –todos varones:Pablo, Timoteo, Filemón, Arquipo, Epafras, Marcos, Aristarco,Demas, Lucas–, se dice cuál es su función eclesial. Pablo la llama«hermana», igual que a Febe, y por esa razón ha de interpretarse quees una estrecha colaboradora de Pablo 9 .EVODIA y SÍNTIQUE (Flp 4,2). De estas dos mujeres, a las que Pablopide se reconcilien entre sí, se dice que «han luchado por el evangelioa mi lado», igual que Clemente y otros colaboradores. Es posible que,precisamente por su notoriedad en la comunidad, su conflicto fueramás escandaloso, y que por eso el apóstol viera necesario pedir que semediara en el conflicto entre ellas.Además, en las cartas advertimos saludos y referencias a la madrede Rufo (Rm 16,13), de la que Pablo dice «también madre mía»; aJulia (Rm 16,15), citada junto a Filólogo, a la hermana de Nereo y aOlimpia.Por último, los Hechos de los Apóstoles mencionan grupos de mujeresanónimas que también establecen relaciones con Pablo: las mujeresde Filipos, que se reúnen de manera habitual en la orilla del ríopara orar (Hch 16,13), y a las que se acerca; las esposas de los varonesde Tiro, que le despiden (Hch 21,5); las hijas del diácono Felipe, quese distinguían por poseer el don de profecía ( Hch 21,8-9) y a las queconoce personalmente; las mujeres de la alta sociedad que abrazan lafe en Berea (Hch 17,12).1.2. Lo que el apóstol hace notar en ellasSi analizamos lo que se dice de estas mujeres, notaremos, en primer lugar,que en todas ellas se destaca o bien su rol en el conjunto de la misiónde Pablo –colaboradora, bienhechora, diaconisa, mujeres que hantrabajado mucho en el Señor...–, o bien el modo en que acogían o vivíanla fe: orando, escuchando la predicación... La mayoría de ellas tienennombre griego y aparecen solas (pero sólo de las hijas de Felipe se9. Teodoro de Mopsuestia (ca. 400 d.C.) favoreció la condición de Apfia como«esposa» de Filemón, y de Arquipo como hijo de ellos; hoy algunos siguen estatesis: así, P.T. O’BRIEN, Word Biblical Commentary. Colossians, Philemon,Thomas Nelson Publishers, Nashville 1982.sal terrae


728 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOdice expresamente que fueran solteras), aunque Priscila, Junia y Juliaaparecen citadas junto a un hombre, y las mujeres de Tiro aparecen enreferencia a sus maridos. Por otro lado, tanto Trifona y Trifosa comoEvodia y Síntique han podido trabajar apostólicamente juntas comomisioneras itinerantes.Otras, sin embargo, son presentadas como madres, hijas o hermanasde un varón. Al menos tres de ellas –Febe, Lidia y Priscila– desempeñanprofesiones que denotan una cierta independencia económicay social, y de un grupo se dice que pertenecían a la alta sociedad.Lidia y Priscila, además, son responsables de una iglesia doméstica, ylas hijas del diácono Felipe poseen todas ellas el don de profecía.Evodia y Síntique parecen mantener un conflicto entre ellas que ha llegadoa oídos de Pablo. Finalmente, de Priscila y Junia se dice que, juntoa sus compañeros varones, han sufrido por causa de la fe.2. Los temas femeninos en la literatura paulinaSi rastreamos en la literatura paulina la presencia de temas y motivosfemeninos, advertiremos, en primer lugar, que se percibe una presenciade metáforas femeninas muy interesante 10 . Pablo compara su actividadde fundar y alentar comunidades con la situación de una parturienta(Ga 4,19); además, sus viajes cuidando y consolidando los gruposfundados recuerdan el cuidado de una nodriza 11 (1 Ts 2,7). De hecho,esos cuidados son semejantes a la dieta que una madre va imponiendoa su niño (1 Co 3,1-2). Y hablando de sí mismo, y para referirsea su indignidad –por haber sido perseguidor de la Iglesia–, utiliza lametáfora del aborto (1 Co 15,8). Por otro lado, la tensión escatológicatambién se presenta en imágenes relacionadas con la maternidad «Puessabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre doloresde parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primiciasdel Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando10. D.J. WILLIAMS, Paul’s metaphors, their context and character, HendricksonPublishers, Peabody 1999.11. Aunque la traducción que encontramos en las Biblias es «madre», en el textooriginal dice «nodriza».sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»729el rescate de nuestro cuerpo» (Rm 8,22-23), y el carácter sorprendenteo imprevisible del advenimiento de los últimos días recuerda lo imprevisiblede unos dolores de parto (1 Ts 5,3).Además, para explicar a los gálatas la novedad de la alianza selladaen Cristo, Pablo hace exégesis de Gn 16 y 21 (la historia del conflictoSara/Agar). Ellas encarnan dos roles femeninos (la mujer-ama y la mujer-esclava)y visibilizan también otra tensión típicamente femenina(mujer fecunda / mujer estéril), sirviendo como figuras que conducen lamirada hacia Jerusalén, «que ésa es nuestra madre» (Ga 4,27). La enseñanzase rubrica con una cita de cumplimiento, Is 54,1, donde nuevamentela metáfora la protagoniza una mujer madre, estéril y esposa.Y a los corintios (2 Co 11,2), describiendo el error de la predicaciónde los adversarios de Pablo que han confundido a la comunidad,les explica que el anuncio que de Jesús les hizo fue para llevarlos aCristo, a quienes ellos se entregaban como una novia virgen.En definitiva, el mundo femenino del imaginario de Pablo, el quele resulta sugerente e iluminador de su tarea de apóstol, el que le proveede imágenes y metáforas para explicarse, responde, fundamentalmente,al rol que el ambiente cultural atribuía a la mujer: ser madre onodriza, y también novia o esposa. Y aunque la extensión del artículono nos permita extendernos, debemos hacer constar al menos cuán interesanteresulta contraponer este análisis al que puede hacerse del usode las imágenes patriarcales por el Apóstol.3. Los textos de San Pablo relativos a las mujeresEn la Primera Carta a los Corintios encontramos dos textos (11,2-16 y14,34-35) que tratan del papel de la mujer en la comunidad. Son lostextos a partir de los cuales se ha justificado en ocasiones un discursosobre el papel de la mujer en la Iglesia que hoy resulta difícil de mantener.Para explicarlos tenemos que examinar el sentido global de lacarta, la estructura de la misma y, además, el lugar de ambos textos enel conjunto de la misiva.Notemos que la enseñanza de Pablo, tanto en los discursos de losHechos como en las cartas, insiste una y otra vez en que la edificaciónde la fraternidad ha de distinguir a las comunidades cristianas. Loscristianos son llamados santos... consagrados, amados de Dios... (Rmsal terrae


730 JUNKAL GUEVARA LLAGUNO1,6-7; 1 Co 1,2; Flp 1,1); todos pertenecen a la «Iglesia de Dios» (1 Co1,2; 11,22; 2 Co 1,1; Ga 1,13). Se puede observar incluso en su praxisapostólica un interés personal en contribuir a la koinonía fortaleciendolos lazos entre los miembros de las comunidades (escribe, visita personalmente,envía colaboradores...).Además, la lectura de esta carta revela que el objetivo fundamentalde la misma fue salir al paso de los conflictos que agitaban a la comunidadcomo consecuencia, precisamente, de las divisiones surgidasen el seno de la misma 12 y que amenazaban el testimonio de fraternidadque era esencial para el apóstol (1 Co 1,10-11).Parece que se comparaba la predicación de Pablo con la de Apolo(1 Co 1,12); que se producían divisiones en la celebración de la eucaristía,por las diferencias entre pobres y ricos (1 Co 11,18-22); además,el que la glosolalia y la profecía, carismas espectaculares y extraordinarios,fueran considerados mejores, establecía rupturas y conflictosentre los miembros.Es en este marco en el que hemos de interpretar los textos.El primero lo encontramos en 1 Co 11,2-16, cuyo contexto pareceser la celebración litúrgica (vv. 4.10.13). Es posible que Pablo esté saliendoal paso de ciertos desórdenes (v. 16) que se producirían en lasreuniones litúrgicas como consecuencia de la confusión de roles y actitudesentre hombres y mujeres, que cuestionarían la decencia y el honorde los que celebraban (v. 13).El apóstol da por supuesto que hombre y mujer participan en piede igualdad en la celebración; ambos rezan y profetizan (vv. 4 y 5).Pero el texto apunta una dificultad que divide a la comunidad y que tieneque ver con cubrirse o descubrirse la cabeza en la asamblea litúrgi-12. «La iglesia apareció en Corinto a mediados del siglo I como una más entre unadiversidad de agrupaciones religiosas nuevas, pequeñas en tamaño y sin repercusiónen las estructuras de poder en la sociedad. La comunidad cristiana representabaun proyecto popular de igualdad y justicia mediado por Jesucristo,y se componía principalmente de personas de bajo estrato social y económico:esclavos, libertos y personas libres muy pobres (l Co 1,26). También se habíanunido a la iglesia unas cuantas personas que no eran de los grupos más marginados,y a menudo éstos estropeaban el proceso, dominando y explotando a losotros en un conflicto de clase al interior de esta comunidad»: I. FOULKES,«Conflictos en Corinto: las mujeres en una iglesia primitiva»: Ribla 15 (1993)107-122.sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»731ca; particularmente, con el hecho de que las mujeres no se estuvierancubriendo.En 2 Co 3, Pablo, en un contexto en el que está contraponiendo loantiguo y lo nuevo, a Moisés y a Cristo, utiliza la imagen del rostro cubiertode Moisés en el Sinaí. Cubrirse es propio del régimen antiguo;descubrirse, del nuevo. Así, el capítulo termina con esta recomendación:«Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como enun espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloriaen la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (3,18).Con esta recomendación de fondo, la argumentación de 1 Co 11,7-9 intenta justificar por qué, a pesar de todo, la mujer debe cubrirse.Para ello recurre al tema de la imagen y la gloria de Dios, que, aunqueen Gn 1,26-27 se dice del varón y la mujer, en el judaísmo del tiempode Pablo se predicaba del varón únicamente 13 . La mujer, según categoríasde subordinación y dependencia vigentes, sería entonces la gloriadel hombre y participaría de la gloria de Dios a través del hombre.Pablo estaría aceptando esta mentalidad propia de la época 14 parasalvar el escándalo que podría estarse produciendo en Corinto comoconsecuencia de la liberación de ciertas convenciones sociales por partede algunas mujeres de la comunidad. Y establecería, además, unprincipio general: «[digo que] nosotros no tenemos tal costumbre, nilas Iglesias de Dios» (v. 16).En consecuencia, el texto no estaría mostrando una defensa absolutade la subordinación de la mujer al varón, que chocaría de frentecon el principio general establecido en Ga 3,28 15 : «Ya no hay judío ni13. «Cuando se ponía en pie [Adán], aparecía como semejante a Dios. Las criaturas,al verlo, quedaban atemorizadas, como imaginado que era su creador, y veníantodas a adorarlo. “¿Venís a adorarme a mí? Venid conmigo. Vayamos a investirlode majestad y poder y proclamar rey sobre nosotros a aquel que noscreó”» (Pirké Rabbí Eliézer 11,2).14. «En la cultura del tiempo, la autoridad era oficio exclusivamente masculino; elvarón era la cabeza. La función femenina no era la de ser cabeza; era diversa,lo que de por sí no significa inferioridad. En la teología paulina, la “cabeza” detodo es Cristo (1 Co 3,22-23; 15,28). Todo ejercicio de jerarquía se refería aCristo; por consiguiente, también la del hogar estaba subordinada al dominiode Cristo y debía ser, fundamentalmente, un servicio»: M. BERTETICH, «Lasmujeres en la vida y los escritos de San Pablo»: Revista Bíblica 38 (1976) 30.15. «Para Pablo, la igualdad radical de varones y mujeres se debe a que son igualesante Dios: son sus hijos en el Hijo. La ley judía que establecía diferenciassal terrae


732 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOgriego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todosvosotros sois uno en Cristo Jesús», sino un principio armonizador delconflicto: «Pablo se da cuenta de que el primitivo mensaje de libertadprovoca unos movimientos muy problemáticos entre las mujeres. Y usaahora un lenguaje más cauto» 16 .Con todo, no hemos de negar que en la argumentación del texto lamujer está situada en un plano inferior 17 : la relación del varón conCristo está claramente indicada: «la cabeza de todo varón es Cristo» (v.3a); no así la relación de la mujer con Cristo, porque «la cabeza de lamujer es el varón» (v. 3b); además, Cristo y el varón son cabeza de alguien,y la mujer no; por último, se dice del varón que es «imagen yesplendor de Dios» (v. 7), pero la mujer es sólo «esplendor del varón».Y, a continuación, los vv. 8-9 vendrían a confirmar la tesis: «pues noprocede [el] varón de la mujer, sino [la] mujer de[l] varón; pues inclusono fue creado [el] varón por causa de la mujer, sino [la] mujer a causadel varón».El segundo texto lo encontramos en 1 Co 14,34-35. Los conflictosque explican este texto surgen de la proliferación de manifestacionescarismáticas en la comunidad (1 Co 1,5.7). El Apóstol consideró necesariotratar el problema en profundidad (caps. 12 a 14) porque, probablemente,advertía que «cada miembro de la comunidad ponía delanteel propio carisma, de manera que se creaba una atmósfera de competicióny rivalidad» 18 ; además, habría notado, como ya dijimos, la sobrevaloraciónde carismas relativos al conocimiento, entendido como conocimientoinspirado, misterioso: «Los corintios estaban, por tanto,fascinados con cada fenómeno de iluminación sobrenatural y de inspi-entre varones y mujeres ante Dios y, por tanto, los hacía radicalmente distintos,ha quedado derogada por Dios en la muerte y la resurrección de Jesucristo»:J.R. BUSTO, «San Pablo y las mujeres de Corinto. ¿Fue San Pablo antifeminista?»:<strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong> 81/3 (1993) 220.16. R. AGUIRRE, La mujer en el cristianismo primitivo. Del movimiento de Jesús ala Iglesia cristiana, Desclée de Brouwer, Bilbao 1987.17. Notemos que 1 Co 12,13 (y Col 3,11, que es de escuela paulina), que repiteexactamente Ga 3,28, corrige el texto eliminando en él, precisamente, la referenciaa la distinción hombre/mujer.18. A. VANHOYE, «Los carismas en la comunidad de Corinto», en Foro de exégesisy teología bíblica del Instituto del Verbo Encarnado:http://www.foroexegesis.com.ar/Articulos_Varios/Carismas_Corinto.htm(consulta: 10 de julio de 2008).sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»733ración extraordinaria. Los dos carismas que los impresionaban en mayorgrado eran la glosolalia y la profecía» 19 . En ese marco de tensión ycompetitividad, Pablo escribiría este texto para corregir sólo los excesoscometidos por parte de las mujeres.Aunque la mayoría de los especialistas tienden a reconocer en estetexto una interpolación posterior 20 , propia de la sensibilidad de la escuelapaulina de la segunda generación, E. Tamez 21 valora la posibilidadde que éste fuera un texto auténticamente paulino. El apóstol estaríahaciendo frente a ciertas prácticas de las mujeres de Corinto, semejantesa las de algunas religiones mistéricas; o bien podría intentar corregirel modo de participar las mujeres (preguntando e interrumpiendo),que alteraría el orden en la asamblea; o quizá sólo se refiriera a lasesposas cuyos maridos estuviesen presentes, y muy especialmente a lasmujeres de los profetas de 14,20-33, que podían recibir instrucción enla casa. En todo caso, serían muestras de un trato limitador para lasmujeres:«Las mujeres estaban obligadas por esta norma social –que definíacomo “indecorosa” su participación en el diálogo abierto dentrode la asamblea– a desistir de este ejercicio de su libertad enCristo. Un golpe más duro recibieron de parte de Pablo cuandovieron que él apeló a la ley judía para apoyar esta instrucción (v.34). En otros momentos, las mujeres habían oído un mensaje distintoen cuanto a la esclavitud de la ley y la liberación de sus limitacionesmediante la fe en Cristo (cf. Ga 3,28; 5,1). En su argumentaciónen favor de que las mujeres se callaran, Pablo no encontróotro fundamento más adecuado que su propia opinión acercade lo que contribuía o no al buen orden en el culto (vv. 33a, 40),y por eso se apoyaba en la costumbre de las otras iglesias (vv. 33b,36) y en su propia cuota de autoridad (v. 37)» 22 .19. A. VANHOYE, op. cit.20. J. MURPHY-O´CONNOR – C. MILITELLO – M.L. RIGATO, Paolo e le donne,Citadella Editrice, Assisi 2006, 8; D. FERNÁNDEZ, «Ministerios de la mujer enel Nuevo Testamento»: Proyección 42 (1995) 293; C. BERNABÉ, «Pablo y lasmujeres»: <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong> 85/5 (1997); A.M. DUBARLE, «Paul et l’antiféminisme»:Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques 60 (1976) 261-279.21. E. TAMEZ, «Pautas hermenéuticas para comprender Ga 3,28 y 1 Co 14,34»:Ribla 15 (1993) 9-18.22. I. FOULKES, «Conflictos en Corinto: las mujeres en una iglesia primitiva»: Ribla15 (1993) 107-122.sal terrae


734 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOEn definitiva, estos textos nos colocan en una posición de desconcierto.Parece que Pablo asume sin dificultad el protagonismo de lamujer en la comunidad, y concretamente en la asamblea litúrgica, encondiciones de paridad con el varón. Ahora bien, cuando las mujeresde Corinto asumen nuevas responsabilidades, surgen tensiones, y elApóstol, preocupado por el testimonio de fraternidad que distingue alas comunidades cristianas y por el modo, quizá poco acertado, de presentarselas mujeres ante la comunidad, recurre a las argumentacionesvigentes en su cultura para pedirles otro comportamiento.4. ConclusionesEl acercamiento al mundo de las relaciones de Pablo con las mujeres intentadoen este trabajo nos ha mostrado –me parece– cuánta razón teníala santa de Ávila cuando recomendaba «no seguirse por una sola partede la Escritura». Porque, como hemos notado, el asunto de las relacionesde Pablo con el género femenino resulta un tanto desconcertante.Los viajes, la fundación de comunidades, el tejido de colaboradores...ponen delante de nosotros a un apóstol “«gigante de la evangelización»,que contó con las mujeres para sus proyectos, concediéndoleslas mismas responsabilidades apostólicas que a los hombres.Aunque Pablo no fundó el movimiento misionero cristiano, pareceque su modo de hacer propició una participación de la mujer en la extensióny consolidación de las iglesias nacientes, que tuvo que producirun impacto en su época, que hizo el cristianismo atractivo y que sólose explica si supuso una potenciación de miradas positivas hacia lamujer existentes en el judaísmo. Estas miradas positivas las encontramosno sólo en el talante que había distinguido al movimiento de Jesúsde Nazaret como movimiento de renovación en el interior del judaísmo,sino también en la tradición bíblica (recordemos las tradiciones femeninasde la historia deuteronomista, los libros de Rut o Judit e inclusoel Cantar de los Cantares).Ese impacto tuvo que ser notable, por cuanto que experimentó unamarcha atrás en la segunda generación cristiana, como se observa en laliteratura deuteropaulina (Col 3,18; Ef 5,21) e incluso en las cartas pastorales(1 Tm 2,11-12).sal terrae


«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»735El breve análisis que hemos hecho de los temas femeninos en la literaturapaulina nos ha revelado que Pablo, sin embargo, tenía una imagende la mujer bastante tradicional: la veía como madre y esposa/novia;y aunque, en esto último, intentaba un discurso en el que hombrey mujer fueran tratados paritariamente, al menos en el plano de los derechosy obligaciones, a la hora del conflicto, se decantaba por un discursomenos favorable a las mujeres.En este sentido, no deja de ser sorprendente que, a pesar de esaatribución de responsabilidades a las mujeres, a la hora de releer, porejemplo, las tradiciones de las apariciones del Resucitado, omita totalmenteel testimonio femenino (1 Co 15,3-8), que es absolutamente privilegiadoen los evangelios.Y así, no resulta tan extraño encontrar en 1 Co 11,2-16 y 1 Co14,34-35 textos en los que, en una situación en que las mujeres, conuna conducta que, apoyada en el mensaje y la praxis de Jesús –y tambiénde Pablo–, intentaban romper con ciertas convenciones, el Apóstollas reducía a un «discreto segundo plano».Pero la tensión en la que Pablo se mueve y que hemos podido advertiren estos textos puede, con todo, rentabilizarse en positivo.De entrada, es una llamada contra posturas entusiastas que considerana Pablo un paladín del feminismo pero también contra quieneslo demonizan en cuanto legitimador del «sexus obstat» en la Iglesia.Como muy bien recuerda E. Schüssler Fiorenza, «si se pasa por alto estatensión en los escritos de Pablo, puede ser alternativamente tachadode “chauvisnista” o saludado como “liberacionista”» 23 .Así, como mostraba Santa Teresa, Pablo urge a una lectura más integralde los textos bíblicos que supere tanto el literalismo como elanálisis aislado de los textos y el olvido del conjunto de la revelaciónbíblica.Además, nos sitúa en una actitud prudente en la consideración dela teología bíblica, que es una sinfonía que armoniza con maestría lasvoces y timbres de los distintos libros bíblicos.23. E. SCHÜSSLER FIORENZA, En memoria de ella. Una reconstrucción teológicofeministade los orígenes del cristianismo, Desclée de Brouwer, Bilbao 1999,292 (n. 99).sal terrae


736 JUNKAL GUEVARA LLAGUNOPor último, en el discernimiento del papel que en la comunidadeclesial han de desempeñar no sólo las mujeres, sino también cualquiergrupo silenciado, la praxis de Pablo confiriendo responsabilidadesapostólicas a mujeres, a pesar de su visión tradicional del mundo femenino,es una llamada a dejarse cuestionar y a arriesgar y apostar poruna comunidad más universal e integradora.sal terrae


ST 96 (2008) 737-750Conversión de San Pablo.«Caída del caballo» para empezar;«apearse de la burra» para culminarJosé María FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ*I. Proceso de Conversión 2 :Caerse del caballo y apearse de la burra«Es muy difícilvencer a los espectros,convertir en más lucestantos instintos ciegos»(JORGE GUILLÉN) 1Tras la súbita «caída del caballo» que cambia la vida, viene otra conversión,hija de la paciencia y el esmero, que la decora, avanzando lentamente(prokoptein = estirar a martillazos: 1 Tm 6,11 ss). Tras el grancambio, viene el seguir «corriendo a ver si lo obtengo» y olvidar lo quequeda atrás y lanzarse a lo que está delante (Flp 3,12-14). Los dos pasosse plasman en «caerse del caballo» y «apearse de la burra». Pocoscaemos del caballo; todos, mil veces, de la burra.«Caerse del caballo» es aparatoso y escultural. «Apearse de la burra»,humilde y ridículo; letra pequeña de contratos con cortapisas. La* Director del Colegio Mayor «Comillas». Universidad Pontificia Comillas.Madrid. .1. J. GUILLÉN, «Homo», en Aire Nuestro; cit. en Cántico, ed. José Manuel Blecua,Biblioteca Nueva, Madrid 2000, p. 28.2. Atendemos a dos sentidos: revitalización decisiva de la propia fe o afiliación auna nueva comunidad de fe. Otros sentidos son: Apostasía o repudio de la anteriortradición religiosa; cambio de una tradición religiosa a otra.sal terrae


738 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJcaída del caballo es definitiva y puntual. El «apearse de la burra» se diluyeen lo cotidiano, puliendo, purificando, adensando al hombre deDios. «Se cae del caballo» entre voces del cielo y ángeles voladores;«se apea de la burra» a empujones de vulgaridades y pobrezas humanas.«Apearse», dice el diccionario, es «comprender o aceptar algo a loque antes uno se oponía tercamente», «reconocer errores y retractarse»,«claudicar de una actitud u opinión que se tenía por firme». SanPablo lo expresaría así: «El que se las da de listo entre vosotros al modode este mundo, vuélvase necio para ser listo de veras» (1 Co 3,18).El que se convierte de veras recibe la gracia de ir comprendiendo, conregocijo y paz, lo que es oportuno cambiar en el pensar, en el hablar,en el actuar, «cayendo de la burra» día a día. Las burras pueden apodarse:terquedad, prisa, dureza de juicio, egoísmo, protagonismo, pesimismo,ir a lo suyo, trampear, etc. Cualquier conversión pide desmontarprejuicios sobre mí o sobre los otros: «cristianos, todos unos borregos»;«Iglesia católica igual a dogmática»; «creen los simples»; «sólovale lo que se ve»... No todos estamos igualmente dispuestos para elcambio 3 . Los humanos sacralizamos nuestras más banales creencias,que nos llevan a «no ceder un ápice», a «no dar el brazo a torcer», a«mantenernos en los trece»... Crecemos cambiando. Dejar de creer enlos Reyes Magos, aunque duela, prepara para desmontar otros belloscuentos y creencias.Consuela pensar que Pedro y Pablo –columnas de nuestra fe, recordadasen fiesta común– pasaron por la equivocación y el pecadohasta ir «convirtiéndose», poco a poco, en la gente buena que llegarona ser y que llamamos santos.II. Seis claves esenciales del proceso de conversión de San PabloLucas presenta en Hechos tres narraciones de la conversión: 9,1-19;22,6-21 y 26,12-23. No son reproducción exacta de lo que ocurrió 4 . En3. Los «sin opinión» cambian con gran facilidad. En cambio, los «fanáticos»cambian con dificultad, porque todo es central en sus creencias, sin matizacionesni correcciones. En medio, los «convencidos», con un núcleo de creenciasmuy personalizado, logrado a través de descartes, correcciones, cuestionamientosy dolores.sal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR...739las tres, Dios toma la iniciativa y Jesús inunda e «ilumina» el corazónde Pablo (cf. Ef 1,17 – 19). Pablo mismo la cuenta en sus cartas: 1 Co9,1; 15,8-10; Ga 1,13-17; Flp 3,4-11; Rm 10,2-4; 2 Co 3 – 5. Y a diferenciade las anteriores, interpreta la revelación como fuente de salvacióna través de la muerte de Cristo (Rm 6; 7,9; 8,14; 2 Co 4,11-12) yasemejado a Él.• Convertirse no es cambiar, de creer o practicar algo,a creer o practicar otra cosa,sino volverse hacia Alguien Vivo, Nuevo, DecisivoPablo pasó de perseguidor a seguidor. «Para mí la vida es Cristo» (Flp1,21). Tan es así que «no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga2,20). La cósmica y avasalladora vitalidad de Pablo viene toda deCristo. El Evangelio no es una filosofía ni una ideología; es la personamisma de Jesucristo. El cristianismo no es religión del Libro, sino dela «Presencia». Pablo marca el contraste entre su vida anterior y la actual(Ga 1,23-24), pero el contraste supremo es el descubrimiento y revelaciónde la persona de Jesucristo (Ga 1,11-24). Ése es el núcleo desu conversión (cf. Flp 3,4-11). Al descubrirla –perla preciosa degrandísimo valor–, vende todos sus bienes para comprarla: «perdí todoaquello y lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo e incorporarmea Él» (Flp 3,9) 5 . Pablo subraya que esta revelación no es de origenhumano: «apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación dehombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre» (Ga 1,1). La conversiónde Pablo es obra de Dios y tiene un origen místico: «sé de uncristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo; conel cuerpo o sin el cuerpo, ¿qué sé yo?... Este hombre oyó palabras arcanas,que un hombre no es capaz de repetir» (2 Co 12,2-4) 6 . Algunos4. En 9,1-19 (los acompañantes oyen voz, pero no ven nada); en 22,1-21 (ven luz,pero no oyen); en éstas, Pablo cae, y los acompañantes no, y Jesús le dice quevaya a Damasco; 26,12-23: todos caen, y Pablo recibe la misión de ir a los gentiles;en los dos primeros relatos se le dice por Ananías (9,15-16 y 22,14-16).5. Cf. Josep Oriol TUÑÍ, Jesús en Comunidad. El Nuevo Testamento, medio de accesoa Jesús, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 1988 (sobre todo, cap. 2): «Pablo y Jesús:una vida compartida» (pp. 27-48).6. Alan F. SEGAL, Paul the convert, Yale University Press, New Haven 1990; cf.cap. 2: «Paul’s ecstasy», pp. 34ss.sal terrae


740 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJcomparan los éxtasis de Pablo con los de Ezequiel: «se abrieron loscielos y contemplé una visión divina» (Ez 1,1-2)• Pablo se dejó ayudar por otros hombres para avanzarEn los primeros relatos se le pide que vea a Ananías: «Hermano Saulo,el Señor me ha enviado, Jesús, el que se te apareció cuando venías porel camino, para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo»(Hch 9,17). ¡Curioso y original! Dios, potente para descabalgarnos desuficiencias, completa su labor con ayuda de ancianos: «se le cayeronde los ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y lobautizaron» (Hch 9,18).Menos conocido es el papel de Bernabé, gigante de la primeraIglesia que no conoció al Señor con los ojos de la carne, pero requetebiéncon los del espíritu. De él se fiaban Pedro, Andrés, Santiago yJuan. Lo apodan «hijo de la exhortación», porque es el primero que ponetodo a «disposición de los apóstoles» (Hch 4,36). Bernabé, de encargosdifíciles, era optimista, sabio e irradiaba confianza: «hombrebueno y lleno de Espíritu Santo y de fe» (Hch 11,24). Bernabé acogea Pablo: «lo tomó consigo» (Hch 9,27). El verbo griego es epilabómenos,que es el que usa Jesús para sacar a Pedro que se hunde en lasaguas (Mt 14,31). Vagaba Pablo por Jerusalén sin tener donde dormir,perdido entre dos comunidades hostiles que le cierran las puertas.Bernabé, con su crédito y simpatía, lo toma cariñosamente: «Ven conmigo,yo te presento... y verás»; y ya entra y sale cuando quiere (Hch9,28). Es el hombre al que Pablo más debe y con el que más convive(Hch 11,25-26; 14,12; cap. 15; etc.) y es escogido al mismo tiempo porel Espíritu para la Misión (Hch 13,2). Sin embargo –¡oh, dolor!– se enfrentanreciamente en torno a si llevar o no a Juan Marcos, «que los habíaabandonado en Panfilia» (Hch 15,38). Probablemente discuten variosdías, pero inútilmente. «El conflicto se agudizó tanto que se separaron»(Hch 15,39). El texto habla de paraxusmós (paroxismo), y nosotrosde «caída de la burra» 7 . Para más inri, Juan Marcos era primo deBernabé... Martini se pregunta: «¿No habría detrás algo más? (...) ¿nopodría tratarse de ese creciente embarazo sobre quién debía ser el jefe7. El mismo verbo se usa en Hch 17,16 para referirse al estremecimiento de Pabloal ver la ciudad llena de ídolos.sal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR...741de la misión: si Pablo o Bernabé? Bernabé gozaba de gran autoridad y,desde los tiempos de Jerusalén, era conocido en toda la Iglesia. ¿Cómoceder el puesto a un hombre nuevo a quien muchos no conocían, queen Jerusalén era mal visto y, por eso, hasta podría desacreditar la figurade la misión?» 8 . Por otra parte, Pablo quería romper con los cristianosjudaizantes, y Bernabé tenía grandes amistades en la Iglesia judeocristiana(cf. Ga 2,11-14). La gran conversión no barre las pejigueras.«Apearse de la burra», para Pedro y Pablo, fue la dura disputa deAntioquia...• La conversión no ata a Pablo,sino que le libera para cosas mejores: la MisiónUna conversión a Dios siempre trae consigo alegría, experiencia de liberación.Para Pablo no es una decisión traumática que descompongasu vida, sino una forma nueva de ver la realidad, donde todo sereconsidera. La nueva convicción y fuerza interior transformará en fácileslas cosas aparentemente más difíciles. Pero al corazón liberado dePablo se le «encarga» una Misión: «que lo anuncie a los paganos» (Ga1,16). Ananías se lo comunica con propina: «¡cuánto tiene que sufrirpor mí...!» (Hch 9,15-16). Da igual que Lucas, en Hechos, ponga lamisión más cercana a la conversión, mientras que Pablo no la pone taninmediata (2 Co 11,24-26) y hasta la retrotrae al vientre materno (Ga1,15). Lo medular es que convertirse al Dios vivo no es asunto meramentepersonal, sino con efectos cósmicos. Por eso, para Pablo es centralla transformación de los creyentes en Apocalipsis, en revelación:«cuando se manifieste el Mesías, que es vuestra vida, con él os manifestaréistambién vosotros gloriosos» (Col 3,4); o, más claro todavía:«sois carta abierta y leída por todo el mundo. Se os nota que sois cartade Cristo... escrita con Espíritu de Dios vivo» (2 Co 3,2-3). A todocristiano –convertido o de cuna– Dios le da misiones y encargos. AMoisés le dice: «Coge en brazos a este pueblo» (Nm 11,12). Dios sepregunta siempre: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá en mi lugar?» (Is6,8). Por eso, Lucas asemeja la conversión de Pablo a la de los profetasIsaías, Jeremías o Ezequiel (Jr 1,5-11; Is 6,1-9; Ez 1,28 y 2,1-3).8. Carlo M. MARTINI, Las confesiones de San Pablo. Meditaciones, Ed. SanPablo, Santa Fe (Colombia) 1994, p. 88.sal terrae


742 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ• Convertirse introduce en una nueva comunidad, abandonando otras¿Qué le ocurrió a Pablo en los diez años –oscuros y difíciles– que medianentre su encuentro en Damasco (años 34-35, probablemente) y elcomienzo de la primera misión en Chipre y Asia Menor? ¡Aquí sí quefue «apearse de la burra»! Pablo apenas habla de ellos, quizá por no decircosas desagradables de la comunidad que debería haberlo acogido 9 .Es lógico, pero entristecedor, que se le recibiese con recelo en su nuevacomunidad: «¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén contra losque invocan ese nombre?», y «¿no había venido aquí precisamente parallevárselos detenidos a los sumos sacerdotes?... Llegado a Jerusalén,trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porqueno se fiaban de que fuera realmente discípulo» (Hch 9,21.26). Losque lo acogían, lo hacían como a un «desconocido personalmente porlas Iglesias de Judea... Tan sólo oían decir que el que más perseguíaen otro tiempo...» (Ga, 1,22-24). Pablo es cauto en describir estosaños, pero ocasionalmente estalla: «¡Ojo con esos perros, ojo con losmalos obreros, ojo con la mutilación!» (Flp 3,2). Resume Martini:«fueron años de dificultad, de choques, de molestias causadas por sumodo de predicar demasiado fogoso, por exponerse excesivamente.También fueron años de soledad, silencio, desconsuelo» 10 . El efectodel cambio de comunidad era impredecible, y le llevó mucho tiempocomprender lo que se pedía de él y de sus convertidos. Se advierte esatensión cuando escribe a los Corintios: «No me estoy recomendandootra vez ante vosotros; estoy dándoos argumentos para que presumáisde mí» (2 Co 5,12).Pero no sólo fue arrancado de su comunidad, sino enfrentado yperseguido por ella. Israel nació de una ruptura. La Iglesia –nuevoIsrael– nace verdaderamente cuando se vuelve a producir una nuevaruptura. Pablo la padeció y provocó como nadie. «Siento una gran penay un dolor íntimo e incesante; por el bien de mis hermanos, los demi raza y sangre, quisiera yo ser un proscrito lejos del Mesías... y deellos en lo humano nació el Mesías, suyo es el Dios Soberano» (Rm9. Tengamos en cuenta que Pablo empieza escribir después de 13 ó 14 años de laexperiencia de Damasco, cuando ya ha alcanzado la madurez humana y espiritualen Cristo, de la que habla en Ef 4,11-16.10. Carlo M. MARTINI, op. cit., p. 58sal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR...7439,2-3.5). De esta ruptura y soledad de Pablo surgió una nueva alianzabasada en el bautismo como acto de Dios, más que de los hombres.Pablo describe las diferencias entre su vida anterior y la presente enCristo en los términos más fuertes posibles: «antes» y «ahora» (Flp3,6; 1 Co 15,9; Ga 1,23). Algo es claro: ya no es un fariseo. El que presumíade ser de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa e intachableante la Ley, se ve fuera de todo eso y rechazado por familiares y amigos.Pablo se defiende apoyado en la Escritura: «los que se atienen a laobservancia de la Ley llevan encima una maldición» (Ga 3,6-14). Paralos judíos ese argumento no valía; manaba de su nueva comunidadcristiana 11 . Pablo ha pasado del fariseísmo a una comunidad gentil detemerosos de Dios que vivían sin la Ley. Su «caída del caballo» y suexperiencia mística iniciaron su conversión; ahora toca pagar los durospeajes de la transición, nada pacífica, de una pertenencia judía a unapertenencia judeo-cristiana.• No hay conversión sin morir a lo anterior.La transfiguración trae éxodo y muerte«Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro, y sus vestidos setornaron de una blancura resplandeciente» (Lc 9,29). El verbo usadoaquí es el mismo que empleará Lucas para describir la luz en la que entraPablo en el camino de Damasco. Marcos en 9,2 habla de cómo «setransformó, se transfiguró», que es el mismo verbo –metamorfthé– queemplea Pablo para describir el proceso de transformación para llegar areflejar la gloria de Cristo: «nos vamos transformando en su mismaimagen con resplandor creciente; tal es el influjo del Espíritu delSeñor» (2 Co 3,18). El verbo está en presente para indicar una acciónde continua transformación en la que el «apearse de la burra» es pande cada día. En su catequesis del bautismo del capítulo 6 de Romanosse expresa esta necesidad de morir para vivir: «por haber muerto conCristo, creemos que también viviremos con él... teneos por muertos alpecado y vivos para Dios (vv. 8-9) (cf. Ga 2,19-21). Ir conformándosecon Cristo pide participar de su misma muerte (cf. 1 Co 15,37-42). No11. Alan F. SEGAL, op. cit., cf. pp. 118ss: la conclusión que saca Pablo viene de suconversión, no de la Escritura. La Torah la convierte en maldición con la habilidadde un prestidigitador: «El que es justo por la fe, vivirá» (Heb 2,4).sal terrae


744 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJnos convertimos del todo sin pasar por una muerte semejante a la suya(cf. Flp 3,10; Rm 7,24; 8,10.13; Col 3,10).• «Nadie puede acercarse a mí si el Padre no se lo concede»(Jn 6,65)Pablo, en sus relatos de conversión, es alguien llamado desde fuera deél mismo. La «gloria del Señor» citada en su propia conversión (2 Co3,16 – 4,6) es la que le llama. Pablo encabeza su epístola a los Gálatassubrayando el origen divino de su apostolado, que no le fue comunicado«por nombramiento ni intervención humana, sino por intervenciónde Jesús el Mesías y de Dios Padre» (Ga 1,1). El Evangelio queél predica es de exclusiva revelación e iniciativa de Dios (v. 11); y conmás emoción y fuerza: «¡qué agradecido estoy al que me dio fuerzas,al Mesías Jesús, Señor nuestro, por la confianza que tuvo en mí al designarmepara su servicio...!; ¡en mí, antes un blasfemo, perseguidor einsolente...!» (1 Tm 1,12-13). Pablo lo tiene claro: su conversión fuepura iniciativa de Dios para revelarle a su Hijo a fin de que lo predicasea los gentiles.III. Preguntas, desde estas claves,para las conversiones de la conciencia actualHoy no hay fe fatídica y conductas predeterminadas. Hay que elegirse,eligiendo continuamente. Sin pautas establecidas de conducta y depensamiento, lo queramos o no, debemos optar continuamente. La vidase transforma en una interminable serie de cambios y ¿proyectos?sobre uno mismo. Convertirse no es fácil, pero cambiar es obligado. Elindividuo no puede dar nunca por concluida y cerrada su conversión,que abarca varias capas de su ser:1. INTELECTUAL: manera de pensar cómo la vida se relaciona conDios. Elaborar una filosofía de la vida.2. MORAL: cómo se comporta uno. Descubrir la responsabilidad yla dedicación.3. AFECTIVA: sentirse movido a amar a Dios, a los otros y a símismo.sal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR... 7454. RELIGIOSA: relacionarse con Él y, por Él, respetarse a sí mismo,a los demás y al mundo 12 .• Cambiar, de creer o practicar algo,a volverse hacia un Alguien Vivo y Decisivo– ¿No será caballo nuestro el afán de la pronta ganancia y lo material?¿Qué más puede dar un Ser más allá, si «con pasta» se consiguenmúltiples paraísos?– ¿La espectacularidad y luminotecnia no atraerá más que lo trascendentey lo inasible?– Si no hay relación humana sagrada y fiable, ¿sobre qué base humanase puede apoyar la llamada de un Ser –más allá de todo–realmente interesado en mí? ¿Me ha creado Alguien?• Apoyarse en otros para avanzar– ¿Veo personas atractivas y fiables –sólidas pero flexibles– a las quese pueda acudir?– ¿Se encuentran creyentes coherentes para los que la fe no es puroarrastre de un pasado?– La gran urbe y la cultura de masas ¿no produce una gran soledadpara lo realmente mío?• Conversión como liberación para la Misión– Asustados ante la soledad, ¿cómo hacerse con un espacio interiorpara salir de los reclamos predominantes y banales? 1312. No se dan sincronizadamente. Personas buenas y maduras tardan en asimilar«intelectualmente» la conversión intelectual del Vaticano II. Hay fe religiosasincera y honda, pero con maduración moral pobre o culpabilizadora. Hayquien tiene fe, pero sin repercusión afectiva personalizada, aunque vaya a Misa.Le falta capacidad de experimentar la devoción. Hay quien lleva una «buena vida»intelectual, moral y afectiva, pero no lleva una vida religiosa verdaderamentepersonal y activa. Por eso la conversión no es un hecho puntual y cerrado.Dios sigue llamando, a través de las circunstancias, a alcanzar niveles másprofundos, elevados y ricos de conversión.13. Escribe Peter L. Berger: «La libertad presupone la soledad. Por lo tanto, únicamenteel individuo solitario podrá salirse de una sociedad pluralista paraconvertirse».sal terrae


746 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJ– La conversión pide primero una claridad personal sobre qué soy yqué busco. ¿Puede escogerse desde una identidad debilitada que aduras penas sabe lo que quiere?– ¿Hay una confianza mínima en algunas utopías válidas? ¿A quévincularme?• Dejar atrás una comunidad para entrar en otra– ¿A qué comunidad pertenece el «urbanita» desarraigado de su comunidadoriginal y de cualquier conjunto de creencias recibido ydado por sentado de una vez por todas?– La conversión no es sólo personal, sino también social. «Haciaatrás», relacionándome con las raíces de mi tradición; «hacia delante»,reaplicando los valores propios a situaciones nuevas.«Hacia dentro», visitándome a mí mismo y abriéndome al cambiodeseable; «hacia fuera», renovando actitudes y conductas. ¿Seremosdemasiado subjetivos y emocionales para entrar en una fe comunitariay contextualizada?– En el pluralismo ninguna comunidad es abarcadora de todos lossentires y pensares de sus miembros. ¿Adónde acudir para hallaruna comunidad creyente actualizada?• Conversión como éxodo y muerte– La cultura actual idoliza el cambio, dejando credos y conviccionesde siglos sin el menor esfuerzo (progresismo) ¿Cómo convertirmea una fe estable y con raíces de siglos?– Morir asusta. Perder algo estremece. Pero convertirse es, según eldiccionario, dejar de ser una cosa para ser otra, mudarse, hacerse,transformarse, corregirse, enmendarse, regenerarse, retractarse...¿No son palabras cargadas de negatividad para los oídos actuales?– ¿No es dura muerte entrar en ámbitos de desprestigiados como obsoletosy sin la más mínima plausibilidad social?sal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR...747• «Nadie puede acercarse a mí si el Padre no se lo concede»(Jn 6, 65)– El hombre actual está seducido por sentirse, más que nunca artíficede su destino. ¿Cómo cambiar a concebir lo más grande mío –lafe– como don gratuito de Otro?– «Extrañados de que mencionase sólo palabras de gracia» (Lc 4,22)¿Sentimos gusto por lo gratuito, por lo no conquistado, por la gracia?¿Contestar al Amor del que nos ama?– ¿Se nos ocurre pedir a un Otro, a Dios, que nos salve, que nos concedael don de la fe?¿Interrogantes pesimistas? No, porque todos nacemos envueltosen el amor de Dios y llamados a corresponderle. Nuestra tarea es contestaral Amor de Aquel que tanto nos ama. Sin embargo, somos artíficesde nuestro destino al responder más o menos, mucho, poco o nada...a la invitación de Dios. Pongamos ahora un ejemplo del Dios queirrumpe.IV. Conversión de otro Pablo(Takashi Nagai) de nuestro tiempo (1908-1951)Lo traigo como ejemplo de las dos conversiones. Su ateísmo y materialismono va a ser impedimento para que Dios se abra paso en estePablo japonés, más próximo a nuestra sensibilidad. Podemos desear ypedir tener, como él, una experiencia rompedora de nuestros pobresesquemas.De padres samurais y sintoístas. La madre, de gran temple, eramuy cariñosa y entregada. Nagai, seducido por el pensamiento científicooccidental, se hizo ateo convencido. Estudió Medicina en Nagasaki,que le ahonda la negación de lo espiritual. Un profesor muestra uncadáver: «Señores, esto es un hombre, el objeto de nuestros estudios:un cuerpo con propiedades físicas, cosas que se pueden ver, pesar ymedir. Esto es todo lo que es el hombre». De repente, su padre le pideque vuelva enseguida. Su madre ha sufrido un ataque de apoplejía.Está consciente, pero muy débil y sin poder hablar. Sólo le mira de unmodo especial. Nagai cree que ha resistido la hemorragia cerebral pa-sal terrae


748 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJra no morir sin verle y se echa junto a ella, sobre la almohada: «Todavíarespiraba. Me miró fijamente a mí, y así es como llegó el fin. Consu última y penetrante mirada, mi madre derrumbó el marco ideológicoque yo había construido. Aquella mujer, que me había dado la viday que me había educado, que no había tenido ni un momento de respiroen su amor por mí, me habló con toda claridad en los últimos instantesde su vida. Su mirada me decía que el espíritu del hombre sigueviviendo después de la muerte. Todo me llegaba como una intuiciónque contenía el sabor de la verdad».La muerte desata una lucha interior: ¿cómo compatibilizar el últimoadiós de los ojos de su madre con su firmeza científica, que niegael espíritu? Halla en Pascal sugerencias que ahondan sus dudas: «Elcorazón tiene razones que la razón no entiende»; «la razón humana, sinayuda, no puede penetrar en los misterios de la vida ni en los de Dios.Dios revela las verdades esenciales al creyente sincero que reza». YNagai: «Pero ¿cómo puedo rezar con sinceridad si no estoy seguro deque exista Dios?». Desconfía de que la ciencia sea la única vía para elprogreso y la verdad, o que la religión sea el opio del pueblo. Más tarde,recuerda este período: «Durante cinco años –ya durmiera o estuvieradespierto–, una voz interior me decía: “¿Cuál es el sentido denuestras vidas?”. Leí las biografías de todo tipo de gentes para encontrarsentido a mi vida; pero, por más que leía, esa pregunta se hacíamás compleja. Y con razón, pues estaba estudiando la vida de otros enlugar de la mía propia. La vida de cada uno de nosotros es diferente ytiene un sentido único».Sigue inquieto. De nuevo, Pascal: «Incluso aunque no puedas creer,no descuides la oración o la Misa». Ante el bello campo japonés,Nagai concluye: «Esta armonía, no puede existir por casualidad. ¿Acasoserá cierta la idea del Dios creador? ¿Por qué no comprobar lo quedice Pascal sobre la oración? ¿Cómo es una oración cristiana?». Noquiere ir a un sacerdote. Busca hospedaje en una familia católica paraconocerlos de cerca. Vive en el hogar de Moriyama, descendiente degentes que conservaron la fe durante 250 años de persecución. Toda lafamilia reza por su conversión: si Dios le ha traído hasta nosotros, poralgo será. Moriyama invita a Nagai a asistir a la Misa del gallo: «¡Perosi no soy cristiano...!». Moriyama: «No importa, tampoco lo eran lospastores y los Reyes Magos que acudieron al establo. [...] Si no vienea rezar a la iglesia, nunca llegará a creer». Le recuerda a Pascal. Acudesal terrae


CONVERSIÓN DE SAN PABLO. «CAÍDA DEL CABALLO» PARA EMPEZAR...749a la Misa y vuelve fuertemente impresionado, pero sin decidirse por lafe católica.Midori –hija de Moriyama– sufre una apendicitis grave, y Nagai,bajo la nieve, la lleva en brazos al hospital. Le practican una apendicectomíaurgente. Midori, que ve a Nagai como su salvador, se decidea hacer todo por su salvación. Meses después, Nagai es movilizado aManchuria para la guerra chino-japonesa. Midori le envía un paquete alfrente con un pequeño catecismo que Nagai lee con atención. Tras unaño de guerra, vuelve a casa, roto por sus dudas y por lo que ha visto enla guerra. Necesita orden, luz, paz. Entra en la catedral de Nagasaki yencuentra un alma amiga en un sacerdote descendiente de los mártiresjaponeses. Estudia la Biblia, el modo de orar de los católicos... Pero¿cómo renegar del sintoísmo de su familia? Un día, le golpea esta frasede los Pensamientos de Pascal: «Hay suficiente luz para quienes sólodesean ver, y bastante oscuridad para quienes mantienen una disposicióncontraria». Nagai siente un vuelco en su interior: todo está claro.Pide el bautismo, con el nombre de Pablo, en recuerdo de Pablo Miki,mártir japonés crucificado en Nagasaki (1597). Se casa con Midori, advirtiéndolede los peligros de su profesión de radiólogo todavía sin mediospara protegerse. Ella acepta. Nagai es movilizado de nuevo comomédico de guerra. Ha cambiado: ya no hay chinos ni japoneses, soldadoso civiles, niños o ancianos... Tan sólo hay seres humanos sufrientes.A todos se dedica, con riesgo de su propia vida. Vuelve a Japón cargadode medallas y con mucho padecimiento, pero con una fe que le vertebra.Comienza a sentir una sospechosa sintomatología: hipertrofia delbazo, leucemia. Cuando se lo comunica a Midori, su esposa, ambos searrodillan en oración para aceptarlo. Nagai retorna a su trabajo.El 9 de agosto de 1945 cae la bomba atómica sobre Nagasaki.Nagai está en la Universidad. Observa la luz cegadora, el hongo elevándosesobre la ciudad, el fuego apoderándose de cada rincón. Aunque,volteado por la explosión y con serias hemorragias, pasa dos díasatendiendo a numerosos heridos que acuden a la Universidad. Vuelvea su casa devastada. Entre las cenizas, el cuerpo calcinado de Midori;en su mano, un rosario. Nagai da gracias a Dios porque le ha concedidomorir rezando. Sus vecinos huyen. Nagai habilita un rincón cercade lo que fue su hogar. Cuando la enfermedad va acabando sus fuerzas,se dedica a escribir en su lecho textos de fe y confianza en Dios. Muereel 1 de mayo de 1951.sal terrae


750 JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-MARTOS, SJCerrandoEn toda conversión honda se da una percepción clara de Dios comoAbsoluto con el que hay que contar y relacionarse de una manera nueva.«Desde el momento en que entendí quién era Dios para mí, supeque ya sólo podía existir para Él», escribió Charles de Foucauld hablandode su conversión. Esto supone girar, de vivir centrado en sí mismo,a vivir centrado en Dios. De llevar las riendas de la propia vida, adejarse moldear por el Maestro. En lo cristiano, se pasa de «tener fe»a «ser tenido y llevado por ella».Para Pablo, convertirse es transformarse «reproduciendo los rasgosdel Hijo» (Rm 8,29; cf. 2 Co 3,18; Flp 3,21; 1 Co 15,49). El cristianodebe brillar en el mundo, porque «donde hay un cristiano hay humanidadnueva» (2 Co 5,17). La conversión de Pablo es paradigmática detodas las conversiones de los cristianos.Pidamos con otro gran converso, el Cardenal Newman, en su bellísimaoración «Guíame Hermosa luz»: «No te pido que me ilumines todala senda, pero ilumíname paso a paso». El «paso a paso» es la serieinacabable de conversiones menudas que nos hacen apearnos de la burra.Conocemos grandes caídas del caballo, junto a patéticas resistenciasa apearse de burras muy ridículas.Hay suficiente luz para quienes sólo desean ver.sal terrae


ST 96 (2008) 751-761Palabra que transformay Palabra transformada.Pablo en diálogo con la EscrituraFrancisco RAMÍREZ FUEYO, SJ*IntroducciónUn día cualquiera del mes de agosto en Nueva York, el ferry, escoltadopor lanchas de la policía portuaria, pasa junto a la Isla de Ellis –lugar dellegada de los emigrantes en el pasado, hoy convertido en museo– y seacerca a la Isla de la Libertad. La nave transporta a turistas atraídos porla estatua llamada «La libertad iluminando el mundo», conocida habitualmentecomo «Estatua de la Libertad». Vienen de muchos pueblos ypaíses; contemplan los monumentos y confían sus recuerdos a los megapíxelesde sus cámaras digitales. Un escultor francés, Frédéric-AugusteBartholdi, concibió la estatua como homenaje a la nueva naciónamericana y como canto a la libertad que echaba de menos en la Europade finales del siglo XIX. A ella dedicó los últimos años de su vida, muriendoantes de su conclusión. Probablemente, muchos de los turistashan leído en sus guías la historia de estos lugares; pero ¿cuántos de ellosla mirarán con los ojos de aquellos que, huyendo del hambre o de laopresión en Europa o en Asia, la veían por primera vez? ¿Cuántos compartiránla mirada de Bartholdi, quien quiso expresar la aspiración a lalibertad, a todo tipo de libertad, que arde en cada ser humano, y de lacual el mismo san Pablo fue mensajero? ¿Percibirán muchos, en esteicono repetido en millones de imágenes y estatuillas, el homenaje querepresenta a todos los que han dado su vida luchando por la libertad?¿Dejará esta visita alguna huella en el alma?* Profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia Comillas. Directorde «Estudios Eclesiásticos». Madrid. .sal terrae


752 FRANCISCO RAMÍREZ FUEYO, SJLas cosas nunca están ante el ser humano de modo imparcial u objetivo.El ser humano no sólo ve, al mismo tiempo «mira»; es decir, tienela capacidad de posar la mirada sobre la realidad y darle, o devolverle,el sentido que las cosas tienen. La maldición profética consisteen una mirada superficial que nos aliena de las cosas, haciendo de ellasmeras imágenes, sin rescatar su valor simbólico; viendo sin «ver» yoyendo sin «oír» (Is 6,8; Jr 5,21; Ez 12,2; Mc 4,12; 8,18; Mt 13,13-14;Lc 8,10). La bendición divina será obtener fruto de la mirada, transformarla mirada en «ver» más profundo, alcanzar un nivel mayor derealidad.Esta bendición profética será llevada por los primeros cristianos,y Pablo es el primer testigo de ello, a la cuestión de la recepción e interpretaciónde la Palabra de Dios. Pablo explicará el rechazo de losjudíos al Evangelio hablando del «endurecimiento» del corazón: porun tiempo, Dios ha privado a buena parte de Israel de esta «mirada»,de esta bendición, de descubrir a Cristo como Aquel de quien hablabanlas Escrituras. Los judíos no han sabido, o no han podido, «mirar»adecuadamente la Escritura: «Israel no consiguió lo que buscaba,mientras sí lo consiguieron los elegidos Los demás se endurecieron,como dice la Escritura: Dioles Dios un espíritu de embotamiento: ojospara no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy» (Rm 11,8; compáresecon Hch 28,26). Este endurecimiento será temporal, acabaráalgún día, y así formará parte del plan de Dios para salvar a todos(véase Rm 11,25-36).Pablo fue uno de esos pocos de Israel a los que Dios eligió y concedióentender las Escrituras. La bendición de una mirada «inteligente»,en el sentido que le daba Juan Ramón Jiménez («Intelijencia, dameel nombre exacto de las cosas»), la recibió Pablo cerca de Damasco,cuando Dios le reveló a Jesucristo como el Hijo encarnado y la gloriade su resurrección (Ga 1,15-16 Rm 1,4; Flp 3,10). La revelación deCristo significaba también la revelación de las Escrituras, una nuevacomprensión de ellas. La transformación de la persona fue acompañadade una transformación en la lectura del Primer Testamento. ElApóstol no fue sólo un gran misionero; fue también un gran teólogo ymaestro en la interpretación y enseñanza de la Escritura. Cervantes,gran admirador de san Pablo, expresó, por boca de don Quijote, cómoen él se dieron a la vez el «oficio de las letras» y los pesares de la vidamilitar o «caballería andante»:sal terrae


PALABRA QUE TRANSFORMA Y PALABRA TRANSFORMADA753«Éste –dijo don Quijote– fue el mayor enemigo que tuvo la Iglesiade Dios nuestro Señor en su tiempo y el mayor defensor suyo quetendrá jamás: caballero andante por la vida y santo a pie quedo porla muerte, trabajador incansable en la viña del Señor, doctor de lasgentes, a quien sirvieron de escuelas los cielos y de catedrático ymaestro que le enseñase el mismo Jesucristo»(Segunda Parte, c. LVIII) 1 .El amor a la Palabra de Pablo, el fariseoPablo, en Flp 3,5-6, recuerda a la comunidad de Filipos su formaciónfarisea y su pertenencia a dicha secta 2 . Se identifica a sí mismo como«fariseo en cuanto al modo de entender la Ley». Aunque el fariseísmoes más que un modo de relación con la Escritura, vamos a fijarnos aquíespecialmente en este aspecto. El recuerdo de que fue «perseguidor dela Iglesia» tiene en Filpenses la función de hacer ver hasta qué puntoera «celoso» de la Ley (Ga 2,13-14), y hasta qué punto compartía y radicalizabalas posturas de sus compañeros fariseos. No es el odio, sinoel celo o amor por la Ley y la interpretación farisea de la Ley, lo quele lleva a perseguir a la Iglesia.Los fariseos, nos recuerda Flavio Josefo (Guerra II, 162-163),eran, dentro del judaísmo, los que interpretaban las leyes con más rigor(véase Hch 26,5: «conforme a la escuela más rigurosa de nuestrareligión»). Se entendían como un pueblo sacerdotal que intentaba aplicara la vida diaria las prescripciones de pureza del Templo. Su espiritualidad,como han descrito algunos autores 3 , estaba basada en laTorah, entendida ahora no sólo como código legal o recopilación de lafe y las tradiciones del pueblo, sino también como presencia misteriosade Dios y de su voluntad: en ella se oculta la profundidad del1. Edición del Instituto Cervantes, dirigida por Francisco Rico, Madrid 2005,p. 1.198.2. Algunos autores ponen en duda este dato, así como postulan que el texto de Flp3,5-6 es una interpolación posterior. La opinión mayoritaria, sin embargo, sigueconsiderando este texto como auténticamente paulino.3. Sigo aquí a R. ALBERTZ, «Espiritualidad basada en la Torah», en el volumen segundode su Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento,Trotta, Madrid 1999.sal terrae


754 FRANCISCO RAMÍREZ FUEYO, SJmisterio divino, que se revela a los elegidos que la buscan. De ser la«Ley de Moisés» (la que Moisés dejó escrita) pasó a ser para los fariseosla «Ley de Dios». En esta época comienza a emplearse el verbo«darash» en el sentido de «investigar» la Ley (Es 7,10; 1 Cro 28,8; <strong>Sal</strong>119,45.94.155).Ejemplo de ello es el Libro del Deuteronomio, cuya redacción finales postexílica, que insiste en el contacto personal, vivo, diario, conla Escritura. La Escritura incluso se memoriza, se guarda «en el corazón»,sede de la inteligencia 4 .«Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. Amarása Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todatu fuerza. Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casacomo si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás atu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos;las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas» (Dt 6,4-7).En ese mismo sentido se interpretaban las palabras proféticas sobrela «ley escrita en el corazón», de Jr 31,31-34:«Ésta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, despuésde aquellos días –oráculo de Yahveh–: pondré mi Ley en su interiory sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellosserán mi pueblo. Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimoy el otro a su hermano, diciendo: “Conoced a Yahveh”, puestodos ellos me conocerán, del más chico al más grande».Pablo, como devoto fariseo, seguramente «devoraba» las palabrasde la Escritura: «Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tupalabra para mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamabapor tu Nombre, Yahveh, Dios Sebaot» (Jr 15,16). Pablo lleva la Escritura«en su corazón»: la ha estudiado y la ha memorizado. No es casualque el texto de Dt 30,11-14 («...Sino que la palabra está bien cercade ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica»)sea citado por Pablo en Rm 10,8. Sus cartas atestiguan que cono-4. Es curioso que, en inglés, «to know by heart» (literalmente, «conocer por el corazón»)significa «saber de memoria».sal terrae


PALABRA QUE TRANSFORMA Y PALABRA TRANSFORMADA755cía bien la escritura: Pablo cita el AT (especialmente al profeta Isaías,los salmos y el Libro del Génesis) mediante citas literales, probablementede memoria, en algo más de cien ocasiones.Como buen fariseo, Pablo transfería a la Escritura expresiones queantes se dirigían a Dios. El salmo 119 expresa cómo el fariseo confíaen la Escritura (v. 42); cree en ella (v. 66); en ella espera (vv. 43.74.81.114.147); alza las manos hacia ella (v. 48). La Torah tiene inclusofuerza para ayudar y dar vida (<strong>Sal</strong> 119,8; 119,50.144.175). Pablo, el fariseo,vivió una relación con la Escritura que se expresa afectivamentecomo amor, alegría, añoranza, deseo. La Ley ya no es sólo una fuentede inspiración para preguntarse cómo actuar, sino un conjunto de prescripcionesque deben ser cumplidas en su literalidad.El Pablo que va camino de Damasco en el año 33-35 es un Pabloque lleva en su corazón el amor fariseo a la Ley. Es el «celoso», es decir,amante y guardián de las tradiciones de sus padres en la fe farisea.Considera la Ley como el gran tesoro del pueblo judío: significa la presenciaespecial de Dios en medio de su pueblo del mismo modo en queestaba en el Templo; la Ley, que es «la muralla» que protege a Israelde mezclarse, diluirse y contaminarse con la idolatría de otros pueblos;la Ley, que mantiene viva la esperanza del Mesías. Por todo ello Pablopersigue a la Iglesia.Pablo persigue a una secta judía que pone en cuestión la Ley judía;que admite como miembros del grupo a gentiles sin la circuncisión prescritapor la Ley; que critica también al Templo (como Esteban y, antes,el mismo Jesús); y que, aún peor, llama Mesías a un judío que fue condenadocomo blasfemo por un tribunal judío (por su proclamación mesiánicao por su oposición al Templo) y que murió como un maldito,«colgado de un madero» (Dt 21,23; Ga 3,13). Sobre Jesús, aquel a quienlos cristianos confiesan ya no sólo como «Mesías» sino como «Hijo deDios», pesa una doble maldición: la del tribunal judío que lo maldijo yla de su muerte concreta en cruz, que es en sí misma una maldición.Pablo, profeta de la Palabra que es CristoLa constitución Dei Verbum comienza afirmando algo muy importante:que Cristo es la Palabra hecha carne, a través del cual, con la ayudadel Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre (DV,sal terrae


756 FRANCISCO RAMÍREZ FUEYO, SJcapítulos 1 y 4). La Escritura, la(s) Sagrada(s) Escritura(s), no son parala Iglesia la palabra de Dios, sino Palabra de Dios (locutio Dei, diceDV 9) que nos transmite la palabra de Dios (verbum Dei) que esJesucristo. Este Jesús, Palabra de Dios, nos llega a través de la Escrituray a través de la Iglesia (Tradición) (DV 10). Esto lo descubrióPablo de camino a Damasco.Pablo cabalga hacia Damasco como perseguidor de la Iglesia, creyendoque así hace la voluntad de Dios.«Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y mellamó por pura benevolencia, tuvo a bien revelarme a su Hijo y hacermesu mensajero entre los paganos, inmediatamente, sin consultara hombre alguno y sin subir a Jerusalén para ver a quieneseran apóstoles antes que yo, me dirigí a Arabia y después otra veza Damasco» (Ga 1,15-17).En el modo en que Pablo narra su vocación se nos descubre conqué categorías entendió su encuentro con el Resucitado: como una vocaciónprofética. El motivo de la vocación desde antes del nacimientolo hallamos en Jr 1,4-5 y en Is 49,1-6 (véase Jc 16,17; 1 Sm 1,20-22).Lo que Dios revela a Pablo no es una doctrina. Dios Padre revela aCristo mismo «a Pablo» o «en Pablo». Más concretamente, se revela al«Hijo» o «Hijo de Dios» («su hijo»).La revelación del camino de Damasco no es sólo del Cristo resucitado:el Hijo de Dios es el Cristo crucificado (Ga 2,20). En el «apocalipsis»de Damasco se le reveló a Pablo que aquel crucificado a quienél perseguía era el «Hijo de Dios», el que es reflejo perfecto de la voluntadde Dios, el que por obediencia se sometió a la encarnación (Ga4,4), a la Ley (Ga 4,4) y a la muerte (Ga 2,20). Pablo, el «celoso» dela Ley, ferviente cumplidor de la voluntad de Dios, descubre en el crucificadolo que es cumplir la voluntad de Dios.En este evento apocalíptico (revelación), que marcará para siemprela vida de Pablo, se inicia un nuevo modo de conocer, una nueva formade ver y juzgar el mundo y una nueva forma de ver y entender laspalabras de la Escritura. A partir de ahora, aun empleando métodos oprocedimientos fariseos, Pablo hará una interpretación profética de laEscritura.sal terrae


PALABRA QUE TRANSFORMA Y PALABRA TRANSFORMADA757La Escritura, transformada por Pablo«La palabra de Dios no está encadenada», recuerda el autor de 2 Tm2,9. Los primeros cristianos, entre los que Pablo destaca, hicieron suyaesta afirmación. A partir del conocimiento de Cristo supieron releerlas Escrituras, descubriendo en ellas la voz del Padre de Jesús.Desde la revelación de Cristo, Pablo hará una relectura, que podemosllamar «profética», de las Escrituras judías. Contará también consu formación farisea, hecha de lectura, estudio, memorización y prácticade interpretación de los pasajes bíblicos. Con estos supuestos, laEscritura, las Escrituras de Israel, cobran para Pablo un nuevo sentidoo, mejor dicho, encuentran su verdadero sentido. En Cristo «se quita elvelo» que ocultaba la interpretación de la Escritura (2 Co 3,12-16). Alos gálatas, deseosos de cumplir con el rito de la circuncisión que prescribela Ley, Pablo les dirá: «Decidme vosotros, los que queréis estarsometidos a la Ley: ¿No oís la Ley?» (Ga 4,21). Para entender laEscritura hay que escucharla desde Cristo.De este modo, Pablo descubrirá cosas nuevas o pondrá de relieveelementos que, en una interpretación no cristiana, pasarían desapercibidos.Pablo hará ver, por ejemplo, que Abrahán fue un hombre justoantes de que llegaran Moisés y la Ley, antes incluso de la circuncisión.La fe de Abrahán, como dirá Pablo, la fe en el Dios de la vida, que ponevida allí donde hay muerte (Rm 4,17), es la fe más verdadera, porquecree en el Dios verdadero. Todo lo demás son mediaciones quepueden ser mejores o peores, según se correspondan con este Dios.Desde Cristo, Pablo reinterpretará la historia de Sara y de Agar quenarra el Génesis en claves nuevas y liberadoras (Ga 4,21-31): Sara serárepresentante de las mujeres y los hombres liberados por Cristo paravivir desde el Espíritu, mientras que Agar será la representante delos que siguen confiando en la engañosa promesa de la Ley para dar vidaa la humanidad.Desde Cristo los acontecimientos del Éxodo cobrarán un sentidonuevo. El paso del mar, de Ex 14, lo verá Pablo, con razón, como unacto de fe de los israelitas en Dios y especialmente en Moisés (1 Co10,1-5). De este modo se convierte este episodio en anuncio del bautismocristiano, en el que nos ponemos en manos de Cristo, nos sumergimosen Él mediante el Espíritu, y así entramos en una tierra nuevade libertad y de abundancia.sal terrae


758 FRANCISCO RAMÍREZ FUEYO, SJDesde Cristo, Pablo descubrirá que la mujer ya no puede seguirsiendo la propiedad del varón de la que hablaba, por ejemplo, el Decálogo.Ésta cobrará relieve y participación activa en las comunidades.Cuando, por ejemplo, cite el famoso texto de 2 Sm 7,14 («Yo seré paraél padre, y él será para mí hijo»), lo reescribirá incluyendo a las mujeresen él: «Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijose hijas, dice el Señor todopoderoso» (2 Co 6,18).Desde Cristo, la Elección de Israel cobrará nuevos y misteriosossignificados. Pablo se preguntará qué pasa con esa elección, dado quela mayor parte de Israel no ha creído en Cristo. ¿Habrán sido rechazados?De ningún modo, responderá; y dedicará a este asunto tres densoscapítulos de Romanos (9-11) en los que desarrollará abundantementetanto sus capacidades retóricas como bíblicas, haciendo unasombroso despliegue de citas del Antiguo Testamento reinterpretadasen clave cristiana. La combinación de los textos bíblicos que resaltanla elección de Israel con lo revelado en Cristo dará lugar a una nuevalectura de la historia, una historia de salvación en la que Israel y laIglesia están misteriosamente vinculados y llamados a una salvaciónúltima y conjunta.En muchas ocasiones, al lector moderno le sorprenden las interpretacionesdel AT que encontramos en el NT, especialmente en Pablo.Ocurre algo semejante al desconcierto que la pintura impresionistacausaba en el público de finales del siglo XIX, que buscaba representacionesexactas de la realidad. Claude Monet respondía diciendo quesus cuadros no debían ser entendidos, sino amados, y para ello era necesariodejarse seducir por el color: «el color es el teclado, los ojos sonlos martillos que pulsan las cuerdas del alma...».En ciertos momentos, Pablo, siguiendo tradiciones judías, parecehacer lecturas «impresionistas» de la Escritura. Partiendo de la convicciónde que es el mismo Señor quien habla en unos y otros libros,Pablo puede unir textos en ocasiones dispares para producir un textonuevo. Puede tratarse de alusiones o de citas más o menos literales, comola de 1 Co 3,19-20 (Job 4,13 y <strong>Sal</strong> 94,11), o 2 Co 6,16-18. El capítulotercero de la Carta a los Gálatas está compuesto a partir de unaserie de textos diversos (Gn 12,3.7; 18,18; Lv 18,5; Dt 27,26; Dt21,23), interpretados a veces de modo sorprendente, para demostrarque en Cristo hemos sido liberados de la Ley. Lo sorprendente es quealgunos de estos textos, especialmente Dt 27 o Lv 18, pretendían mással terrae


PALABRA QUE TRANSFORMA Y PALABRA TRANSFORMADA759bien asentar la bendición de Dios para los observantes de la Ley. Pablo,en realidad, emplea métodos de comparación similares a los usadospor otros autores judíos y paganos. La verdad de su interpretación debehallarse no en criterios históricos o filológicos, sino en la afirmaciónprevia de que en Cristo se ilumina toda la Escritura.Pablo, transformado por la revelación de Cristo-Palabra de DiosDonald Miller, en su libro Blue Like Jazz, compara el descubrimientode la fe con el modo en que empezó a gustarle a él la música de jazz:«Nunca me había gustado el jazz, porque es un tipo de música que no“concluye”. Pero una noche, estando a la entrada del Bagdad Theatreen Portland, vi a un hombre tocando el saxofón. Me quedé parado allíquince minutos, y en todo ese tiempo aquel hombre no abrió los ojos.A partir de entonces me gustó el jazz. Algunas veces tienes que ver aalguien que ama una cosa, antes de empezar a amarla también tú. Escomo si te estuviera mostrando el camino...».Algo así sucede con san Pablo. Las palabras proféticas que hemoscitado sobre conservar la Palabra de Dios en el corazón cobrarán a partirde Damasco un significado nuevo: ya no se trata de memorizar y deestudiar o investigar las Escrituras; se trata de «memorizar» y de llevaren el corazón a Cristo. Lo que hay que llevar cerca del corazón y en lafrente es a Cristo.Pero ¿cómo se hace esto? ¿Cómo se memoriza, no un texto, sino auna persona, una vida? La respuesta de Pablo será: se logra en el seguimientode Cristo, al ir conformando la propia vida con la vida deJesús. No sólo la cabeza, también la vida y hasta el cuerpo de Pablovan a reproducir, a memorizar, la figura de Cristo. De los muchosejemplos que podríamos poner, citaré sólo algunos.Empezando por lo más visible, el cuerpo de Pablo va a reproducirlas «marcas» de Jesús. A ellas alude al final de la Carta a los Gálatas(6,17) «En adelante, nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo lasseñales de Jesús».Como Jesús en su vida y en su pasión, Pablo vivirá perseguido,azotado, maltratado, sin dónde «reposar la cabeza»:«¿[Son ellos] ministros de Cristo? (¡Digo una locura!) ¡Yo másque ellos! Más en trabajos; más en cárceles; muchísimo más enazotes; en peligros de muerte, muchas veces...» (2 Co 11,23-27).sal terrae


760 FRANCISCO RAMÍREZ FUEYO, SJIncluso imitará a Jesús en algo que era poco corriente en su mundo:el celibato. Pablo, para anunciar más libremente el evangelio, renuncióa la compañía de una mujer (1 Co 7,7; 9,5s).Al igual que Jesús, que derramó lágrimas por su ciudad y que sepreocupaba por los que andaban «como ovejas sin pastor» (Mc 6,3par.), Pablo pondrá la vida al servicio de sus discípulos: «Y aparte deotras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas lasIglesias. ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalosin que yo me abrase?» (2 Co 11,28-30).Al igual que Jesús, que hizo de las comidas con los recaudadoresy otros pecadores un signo de la llegada del Reino de Dios, de la misericordiadivina, de la reconciliación de su pueblo, Pablo comerá tambiéncon unos y con otros. Cuando coma con judíos se someterá a losritos judíos; cuando lo haga con paganos, comerá de lo que le pongan,sin crearse problemas de conciencia:«Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todospara ganar a los más que pueda. Con los judíos me he hechojudío para ganar a los judíos [...] Con los que están sin Ley, comoquien está sin Ley para ganar a los que están sin Ley [...] Me hehecho todo a todos...» (1 Co 8,19-23).Jesús, en el evangelio, había dicho que los apóstoles vivieran de lascomunidades a las que visitaban. Curiosamente, Pablo no quiso haceruso de este derecho en varias de sus comunidades. Prefirió trabajar paraganarse el pan y el techo (1 Co 7). Se trataba, para él, de una búsquedade mayor libertad e independencia del evangelio, pero tambiénaquí seguía, no tanto la letra, cuando el fondo del mensaje del Sermóndel Monte, en el que Jesús invita a renunciar a los propios derechos, air más allá de lo considerado «justo». Precisamente a los corintios, querecurrían a tribunales paganos por litigios entre ellos, Pablo les recordaráimplícitamente el Sermón del Monte: «¿por qué no preferís dejarosdespojar?...» (1 Co 6,7).Pablo, en resumen, quiso anunciar el Reino de Dios haciendo de suvida una actualización, no una imitación externa, de la vida de Jesús yde su mensaje, tal como lo había recibido en las tradiciones sobreJesús, en su mayoría aún no escritas. Lo que él proclama, el evangelio,no es simplemente un texto escrito que es leído, sino la Palabra de Diosviva que es Cristo, reflejado en el rostro de los creyentes. Así, Pablo se-sal terrae


PALABRA QUE TRANSFORMA Y PALABRA TRANSFORMADA761rá el rostro vivo de Jesús, su palabra. Y los corintios, a su vez, serán elrostro vivo de Pablo y su mensaje. Los corintios, en una bellísima imagenpaulina, serán la «carta» de Pablo:«Vosotros [corintios] sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones,conocida y leída por todos los hombres [...] Todos nosotros,que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejola gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen,cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que esEspíritu» (2 Co 3,1-18).Ése es el único objetivo de la vida y la misión de Pablo: transformarsu vida y la de sus comunidades en reflejo de Cristo, la Palabra vivade Dios. Pablo recorrerá el Mediterráneo a la escucha del Espíritu,para descubrir qué quiere el Señor de él y de sus comunidades en cadacircunstancia, ante cada situación nueva que se presenta a aquelloscristianos de primera generación. Ésa es la Palabra de Dios que Pabloquiere conocer.Pablo fue un maestro en la interpretación de la Escritura y en el testimoniode la Palabra viva que es Cristo. Sus cartas nos invitan a participaren ese diálogo entre Palabra escrita y Espíritu que hace nuevastodas las cosas (Ap 21,5). Si este diálogo se da, surge una fuerza especial:la Escritura se entiende de modos nuevos; desde la libertad delEspíritu, en el seno de la Iglesia, se hallan relaciones, dimensiones, queantes nos eran desconocidas; la Escritura cobra vida. Y al mismo tiempo,esta Escritura nos transforma; apoya la vida cristiana; colabora ennuestro conocimiento de Cristo; orienta e ilumina las decisiones concretas;se convierte en luz en tiempos de oscuridad, en consuelo entiempos difíciles. La Escritura crece con nosotros, y nosotros crecemoscon ella.sal terrae


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDADJOSÉ Mª R. OLAIZOLALa alegría,también de noche112 págs.P.V.P. (IVA incl.): 8,00 €Todos aspiramos a la felicidad. ¿Es este deseo una quimera insensata oun anhelo legítimo? Es posible una alegría profunda, hecha de risas ylágrimas, capaz de vivirse en los momentos de euforia y fiesta, perotambién en las horas más oscuras. Es posible un gozo con raíces hondas,que se disfruta en los días radiantes, pero que no se apaga sin másante la dificultad o la zozobra. Es posible, en fin, una felicidad liberadade la tiranía de sentirse bien a toda costa, una alegría tejida entre lo cotidianoy lo novedoso, llena de nombres, de esperanzas, de historias yde rostros.


ST 96 (2008) 763-768RINCÓN DE LA SOLIDARIDADLa radical com-pasión de DiosDelegación de Acción Social.Provincia de Castilla, SJ1. BENEDICTO XVI, Discurso a la Congregación General 35ª de la Compañía deJesús (21 de febrero de 2008), n. 8.Hace unos meses, el papa Benedicto XVI recordaba a los jesuitas que«la opción por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquelDios que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza(2 Co 8,9)» 1 . Inspirados por estas y otras palabras, la CongregaciónGeneral de la Compañía de Jesús invita a los jesuitas a «estar ycaminar con Él, mirando el mundo con sus ojos, amándolo con su corazóny penetrando en sus profundidades con su compasión ilimitada»(CG 35, decreto 2, n. 15), sabiendo que, al proclamar «la compasión,Jesús supera las barreras físicas y socio-religiosas» (CG 35, decreto 3,n. 14).Por ello, ofrecemos a continuación unas consideraciones acerca dela experiencia contemplativa de la pasión del Señor Jesús, como fundamentoapasionado y com-pasivo de nuestro compromiso social.Seguimos así el plan trazado para nuestra colaboración en el «Rincónde la solidaridad» durante este año 2008, que busca profundizar en laespiritualidad de la acción pública junto a las personas y grupos empobrecidos.Lo haremos siguiendo algunas intuiciones encerradas en las contemplacionesque Ignacio de Loyola propone en el libro de los Ejercisalterrae


764 DELEGACIÓN DE ACCIÓN SOCIAL. PROVINCIA DE CASTILLA, SJcios Espirituales, concretamente en la tercera semana, dedicada a lapasión de Nuestro Señor. Lo haremos, primero, mirando a las sugerenciaspara cada rato de contemplación y, a continuación, considerandolas indicaciones para el ritmo de la semana de pasión en su conjunto.Finalmente, ofreceremos algunas consideraciones conclusivas.Entrar en comunión con el Cristo crucificadoDiversos especialistas han mostrado que, con la tercera semana, el procesode Ejercicios abandona lo que clásicamente se llama la «vía iluminativa»,para introducir al ejercitante en la «vía unitiva». Es decir,con la pasión de Cristo nos adentramos en el misterio de la comuniónradical con Él. La pasión se entiende como verdadera com-pasión. Estoaparece claro en la petición dominante en esta semana: «Dolor conCristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena internade tanta pena que Cristo pasó por mí» (EE, 203). No se trata dedolorismo ni de pasión «en abstracto», sino de íntima y profunda comunióncon Jesús de Nazaret.Por otro lado, san Ignacio invita a «considerar lo que Cristo nuestroSeñor padece en la humanidad» (EE, 195). Curiosamente, el autógrafodel texto de los Ejercicios incluye una corrección del santo en estepunto, que antes leía «lo que la humanidad de Cristo nuestro Señorpadece». Aunque es cierto que el texto se refiere a la humanidad deCristo por contraposición a su divinidad, este detalle textual permiteampliar legítimamente la pasión de Cristo hasta abarcar a toda la humanidad.La sensibilidad com-pasiva de la persona que quiere seguir aJesús hasta el final, capta que la pasión del Crucificado es com-pasióncon todos los crucificados de la historia.Detengámonos por unos momentos en un detalle curioso, porquepuede resultar de ayuda para nuestra contemplación y nuestro compromiso.La expresión ya citada anteriormente, «quebranto con Cristoquebrantado», presenta matices que no resultan fáciles de traducir aotras lenguas. Dando un gran salto, puede resultar interesante saberque la palabra dalit (el grupo social o casta que en la India alude a los«intocables» o «parias») significa «destrozado» o «abatido». El términodalit proviene de la raíz sánscrita dal, que literalmente significa«resquebrajar» o «abrirse» 2 . En hebreo, la raíz dal quiere decir «bajo»,sal terrae


LA RADICAL COM-PASIÓN DE DIOS765«débil», «pobre» o «desamparado». Encontramos la expresión, porejemplo, referida a una persona concreta en Ex 23,6 («no violarás elderecho del pobre en su causa») y en Jr 52,15-16 aludiendo a un gruposocial (la «clase baja»). Con todos ellos se identifica Cristo, que siguesufriendo en la humanidad; y a todos ellos es remitido el cristianoque contempla hoy la pasión y pide «dolor con Cristo doloroso, quebrantocon Cristo quebrantado».En el mismo sentido, encontramos otro detalle significativo en elcoloquio que indica Ignacio (EE, 198). Lo llamativo está en que, en losanteriores coloquios dirigidos a Cristo, éstos terminan con la oracióndel Anima Christi, mientras que los dirigidos al Padre acaban con unPater noster. Sin embargo, cuando entramos en las contemplaciones dela pasión, aparece de nuevo el coloquio dirigido a Cristo..., pero terminacon la oración del Padrenuestro. Es decir, no estamos ya orandoa Cristo, sino con Cristo al Padre. Por tanto, parece que se trata de repetirsu grito anhelante, ¡Abba-Padre!, unidos a todos los hijos e hijasdel Padre universal, especialmente a quienes se sienten más doloridosy quebrantados: víctimas de la violencia, de la exclusión, de la injusticia,de la opresión.Contemplar al Cristo crucificado en la historia cotidianaPasamos ahora a la segunda parte de nuestro análisis, que se centra enel modo en que san Ignacio organiza los diversos ejercicios a lo largode la tercera semana, como posible signo indicador de un nuevo estilocontemplativo.Llama la atención que Ignacio sugiera que «según la edad, disposicióny temperatura [temperamento, fervor] ayuda a la persona que seejercita, hará cada día los cinco ejercicios o menos» (EE, 205). ¿Debemosentender que Ignacio piensa que el ejercitante puede estar tibio ocansado y, por tanto, debe suprimir la oración nocturna y limitarse a2. Annette MEUTRATH, «Teología y liberación: el ejemplo de la teología dalit enla India», en (J.J. Tamayo – R. Fornet-Betancourt [eds.]) Interculturalidad, diálogointerreligioso y liberación. I Simposio Internacional de TeologíaIntercultural e Interreligiosa de la Liberación, <strong>Editorial</strong> Verbo Divino, Estella2005, pp. 175-191; concretamente, p. 182.sal terrae


766 DELEGACIÓN DE ACCIÓN SOCIAL. PROVINCIA DE CASTILLA, SJcuatro ejercicios diarios (cf. EE, 129, 133)? ¿O más bien debe leerseesta indicación a la luz de su invitación a considerar el misterio de lapasión «cuanto más frecuentemente podrá» (EE, 208)?Dicho de manera más directa, ¿se trata de orar menos cuando entramosen tercera semana, en la contemplación de la pasión, en la víaunitiva? Bien mirado, esto no tendría sentido. Más bien, nos parece quelo que Ignacio ha intuido y quiere transmitir es que se trata de un orardistinto. No se trata de orar menos tiempo, sino de introducirse en laexperiencia de ser contemplativos en la acción. ¡Y ese talante surgeprecisamente del acercamiento unitivo a la pasión del Señor Crucificado!Unidos vitalmente a Cristo, se puede reducir el número de horasde oración, porque ya se le encuentra en medio de la vida cotidiana.Esta experiencia se trasluce en lo que nos decía en cierta ocasiónMirta, una migrante guatemalteca: «Desde que salí de mi país hasta eldía de hoy, no he dejado de sentir la presencia de Dios junto a mí encada instante del camino». Y eran muchos los sufrimientos vividos porMirta en dicho trayecto, desde el estricto duelo migratorio (salir delpropio país y cultura, dejar a sus tres hijos, abandonar su trabajo comoadministrativa...) hasta las incertidumbres ante el futuro, pasando porlas arbitrariedades y durezas de los controles fronterizos, y llegando adiversas situaciones de explotación laboral, abusos de poder, discriminaciónétnica, violencia de género y exclusión social.La misma vida de san Ignacio (que, como siempre, es fuente paraentender el proceso de los Ejercicios) muestra una serie de episodiosque confirman y encarnan esta contemplación cotidiana al hilo de lapasión del Señor en momentos de especial cercanía a los crucificados.Por ejemplo:• Padua, 1523: Ignacio duerme en las calles o por los pórticos, rodeadode vagabundos afectados por la peste. Una noche queda solo yabandonado en medio de un campo «en el cual estando, le aparecióCristo» (Autobiografía, n. 41).• Jerusalén, 1523: Ignacio es detenido, y en esos momentos «tuvo denuestro Señor grande consolación, que le parecía que veía a Cristosobre él siempre» (Autobiografía, n. 48) 3 .3. Véase otro ejemplo en este texto de Francisco Javier, escrito en noviembre de1552: «Corremos grandísimo riesgo de ser cautivos; pero nos consolamos consal terrae


LA RADICAL COM-PASIÓN DE DIOS767• Ferrara, 1524: de nuevo apresado e interrogado, quizá sujeto a torturas,le vino «como una representación de cuando llevaban a Cristo»detenido, lo cual llena a Ignacio de «alegría y contentamiento»(Autobiografía, n. 52).Este proceso, aún incipiente en la vida de Ignacio, alcanzará unpunto culminante en la visión de la capilla de La Storta (1537). Allí,mientras camina hacia Roma, se le aparece Cristo cargando con laCruz y le acepta como seguidor-servidor suyo. Después de muchos caminosexteriores e interiores, después de todo un camino de descensoy comunión pascual con el Crucificado, Ignacio podrá decir hacia el finalde su vida que andaba «siempre creciendo en devoción, esto es, enfacilidad de encontrar a Dios»; y llega a afirmar que «siempre y a cualquierhora que quería encontrar a Dios, lo encontraba» (Autobiografía,n. 99). Se trata de algo parecido a la experiencia que refería Mirta ytantas otras personas anónimas que sufren su pasión por los caminosde la vida, en silencio y junto al Señor.ConclusiónIgnacio, despojado de sí mismo en la identificación radical con elCrucificado en los caminos de la historia, pudo hacer propias estas palabrasde san Agustín: «Colgó de la cruz Cristo deforme, pero su deformidades nuestra mayor belleza. La fe en Cristo crucificado es nuestrocamino. No nos avergonzamos de esa deformidad de Cristo»(Sermo 27,6: PL 38,181). Podemos incluso decir que la deformidad delCrucificado es la revelación definitiva de Dios y, por tanto, una invitacióna la deiformación, a que vayamos adquiriendo la forma Christi.La deiformación a imagen del «deformado» supone, pues, nuestra propia«deformación», que implica desclasamiento, despojo, movilidaddescendente 4 ..., para vivir más cerca de los crucificados y quebranta-pensar que mucho mejor es ser cautivo por solo amor de Dios que libres porhuir de los trabajos de la cruz»: San FRANCISCO JAVIER, Cartas y escritos (Ediciónde Félix Zubillaga, SJ), BAC, Madrid 1979 3 , Carta 135,9, p. 520.4. Henri J.M. NOUWEN, El estilo desinteresado de Cristo. Movilidad descendentey vida espiritual, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 2007.sal terrae


768 DELEGACIÓN DE ACCIÓN SOCIAL. PROVINCIA DE CASTILLA, SJdos. Como indica el propio Agustín, se trata de un proceso abierto, deun camino a recorrer cada día. En palabras de la ya citada CongregaciónGeneral 35 de la Compañía de Jesús:«Seguir a Cristo cargado con su Cruz significa anunciar su Evangeliode esperanza a los innumerables pobres que habitan hoynuestro mundo. Las muchas “pobrezas” del mundo representanlos tipos de sed que, en último término, sólo puede aliviar quienes agua viva. Trabajar por el reino significará frecuentemente saliral paso de necesidades materiales, pero siempre significarámucho más, porque la sed de los seres humanos tiene muchas dimensiones;y es a seres humanos a quienes se dirige la misión deCristo. Fe y justicia; nunca una sin la otra. Los seres humanosnecesitan alimento, cobijo, amor, relaciones, verdad, sentido,promesa, esperanza» (CG 35, decreto 2, n. 13).Avda Moncloa, 6 / 28003 MADRIDTlf. 915 344 810 / Fax. 915 358 243E-mail: socialcas@jesuitas.essal terrae


ST 96 (2008) 769-780COLABORACIÓNCarta a Gustavo GutiérrezJosé Ignacio GONZÁLEZ FAUS, SJ*«Tomasito de América Latina(con el perdón de la cansada Europa,con la segura complacencia humanade Tomás, el de Aquino)».(PEDRO CASALDÁLIGA)Querido Gustavo 1 :Voy a hacer esta colaboración a tu homenaje en forma de carta. Pordos razones: en primer lugar, porque un estudio académico no permitiríaexpresar lo que más deseo que conste aquí: mi gran alegría por tuochenta cumpleaños, por tu vida y por tu significado en el cristianismo,en la iglesia católica y en América Latina. En segundo lugar, porque eltiempo no me da para más: mis fuerzas, ya en ralentí, y aquella solicitudpor todas las iglesias que Pablo tenía y en la que me gustaría imitarleun poco, hacen difícil que pueda contribuir con un trabajo de esosque llamamos «académicos». Ya otra vez, por la premura de tiempo, mequedé fuera de un homenaje a ti, y no quiero que esto se repita.* Responsable del área teológica en Cristianisme i Justícia. Sant Cugat del Vallés(Barcelona). .1. Este artículo reproduce la contribución del autor (escrita en marzo de 2007) al librode homenaje a Gustavo Gutiérrez con motivo de sus 80 años (Libertad y esperanza),que acaba de aparecer en Lima. Al reproducirlo aquí, nuestra revista sesuma al merecido homenaje a Gustavo.sal terrae


770 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJHablaré, pues, intuitivamente, vitalmente y sin demasiadas preocupacionespor la seriedad bibliográfica o por el empaque científico. Enfin de cuentas, te gustaba a ti decir antaño que la teología es «un actosegundo». Y nosotros quizá no estamos ya más que para «actos primos».Otros más jóvenes, espero, te pondrán armatoste conceptual, ysabidurías bibliográficas, y notas al pie... y cosas de esas.1. Juan y Bartolomé: dos apóstolesEn plan, pues, de confesión epistolar, desde la abundancia del corazónmás que desde las notas y ficheros, lo que quisiera decir aquí se visibilizaen el hecho de que en uno de tus libros, si no recuerdo mal, recogesun capítulo sobre san Juan de la Cruz y, a continuación, otro sobreBartolomé de Las Casas. Veo en estos dos nombres los dos polosde tu elipse creyente y teológica.De san Juan de la Cruz hablaste con temor a contemplativos y preguntándotequién eras tú, teólogo de la liberación par excellence, parapontificar sobre un santo que parecía tan ajeno a los intereses y a lospaisajes de quienes intentabais teologizar desde El Agostino, o desdeGuachupita, o desde cualquiera de los calvarios del mundo moderno.Sin embargo, recuerdo que ya la primera vez que te oí hablar (en elEscorial, en 1972) sugerías intentar «una lectura política de san Juande la Cruz». Guardé la propuesta, la he recordado a veces y, sin haberledado cumplimiento, verás que, en una o dos ocasiones, he reescritoestrofas del santo en plural: no refiriéndolas a esa intimidad de «Diosy el alma sola», típica de la mística española, sino al género humano oa esos cristos hodiernos que son los pobres de la tierra, como enseñóla Asamblea episcopal de Puebla; y que bien podrían cantar, con tuamigo Guamán Poma: «¿Adónde te escondiste, Amado, y nos dejastecon gemido?»...Creo que tú intuyes de manera muy simple el empalme entre Juande la Cruz y Bartolomé de Las Casas. Del de Fontiveros te quedas consu obsesión por el «sólo Dios» y por todo el despojo y purificación deidolatrías que ese afán supone. La riqueza de Dios no puede alcanzarsesino desde el empobrecimiento propio. Y aquí vienen todas las nadasdel santo, como camino para llegar a tenerlo todo.sal terrae


CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ771Y, precisamente, de Bartolomé de las Casas destacas esa lucha contralas mil idolatrías y falsos dioses de los conquistadores españoles, detodos esos que volvían a crucificar a Cristo e impidieron –y siguen impidiendo–ser hombres a los pobres de Dios, para ofrecer sacrificios a«su diosa muy amada de ellos: la codicia».¿Cómo hablar de ese Dios de Juan de la Cruz a los que están ya tandespojados y empobrecidos que ni siquiera son reconocidos como humanos?¿Cómo hablar de Dios, no después de Auschwitz, sino en mediode tantos holocaustos actuales como el de Ayacucho, que tú vivistegeográficamente más cercano? Cada vez va siendo más claro que sóloencontraremos ese lenguaje si la «nada» sanjuanista, por la que hay queir para llegar al Todo que es Dios, es para nosotros la que nos lleva hacialos que, para el mundo, no son nada. El no querer ser nadie, para encontraral que es nuestro Yo más hondo y verdadero, pasa por la identificacióncon todos los ninguneados de la tierra. El título de tu libro sobreJob (Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente) lleva conuna lógica interna al título del libro siguiente sobre Bartolomé de lasCasas: En busca de los pobres de Jesucristo. «<strong>Sal</strong>ir tras» esos pobrespara poder encontrar a Dios, y hablar de Dios en este mundo concreto,y no desde la luna o desde falsos oasis excepcionales. Desde este mundonuestro en el que, como diría W. Benjamin, «el que nosotros llamamos“estado de excepción” resulta ser la regla para la mayoría».Seguramente no hay otro camino para llegar al Señor Jesús queaquel que, de una u otra forma, pasa a través de sus pobres. Cuando E.Schillebeeckx eligió como lema para su discurso en tu doctorado honoriscausa el que «tu método teológico es tu espiritualidad», estabadiciendo esto mismo: es una profunda experiencia espiritual, muy cristológicay muy cristiana, la que otorga a los pobres ese «privilegio hermenéutico»,a la hora de la reflexión teológica. Privilegio hermenéuticoque no podrá activarse sino desde la experiencia de la inmersión«anonadante» en ellos.La Cruz y las Casas, pues. Ambos con la obsesión del Dios solo.Uno luchando, para ello, contra todos los ídolos personales; y el otrocontra todos los ídolos no sólo personales, sino sociales y culturales.Es importante recordar que precisamente el santo de las «nadas» dejóuna fama espléndida por la ternura y la delicadeza con que trataba a losenfermos. Y desde aquí puedo decir que tú no has hecho más que «politizar»aquella ternura.sal terrae


772 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJAsí es como yo te resumiría, o trazaría una caricatura tuya en elbuen sentido de la palabra: que no reproduce todo, pero ofrece esos trazosque permiten reconocer al personaje. Me dicen los amigos y amigasque te tratan ahora más de cerca que el libro tuyo que más suelesrecomendar es Beber en su propio pozo. Déjame decir que yo recomendaría,a la vez, ése y En busca de los pobres de Jesucristo.Y esta síntesis es tan importante que me parece que aún puedo sugerirotro ejemplo de ella, no dentro de la teología cristiana, sino en eltema hoy tan actual del encuentro de las religiones y en el continentedel futuro que es Asia, aunque los teólogos romanos aún no se nos hayanenterado de eso. Déjame, pues, añadir otro apunte rápido a estaprimera reflexión.Tu tesis de la «única historia» (que tantas sospechas despertó en losinevitables inquisidores de siempre) no sólo ha influido sobre esa mentalidadcreyente escapista, la cual concebía dos historias paralelas: unaprofana y otra «sagrada». También resuena esa tesis en la forma en queun teólogo japonés (Kosuke Koyama) recoge tres palabras fundamentalesdel budismo y, sin quitarles nada, las relee desde la fe en un Diosde la alianza, preocupado por la historia humana. Entonces la «insatisfacción»(dukkha), nuestra ligereza o falta de entidad (anicca o maya)y la necesidad consecuente –para el budismo– de la destrucción denuestro ego mediante el «desapego» de lo real (anatta) se convierten,para el Dios que mira esta historia desde la alianza, no sólo en la insatisfaccióny dolor del hombre, sino también en que los hombres le resultamosinsatisfactorios a Dios. Ni sólo en la falta de entidad de nuestrarealidad, sino en nuestra falta de entidad ante el Dios de la Alianza.De donde se sigue que los hombres nos estamos destruyendo a nosotrosmismos sin querer. Y, desde ahí, la supresión del deseo se conviertepara ese teólogo japonés en una conversión de nuestro deseo. Y el desapegoes más bien el paso necesario para un profundo apego a los sufrientesde esta historia y a esta historia de dolor (algo de lo que JonSobrino calificaría como «lo Divino de luchar por los derechos humanos»).Desde aquí escribe Koyama que «las tres características fundamentalesde la humanidad observadas por el Iluminado [Buda] adquierenun nuevo sentido al situarlas en el contexto de la vida del “más pequeñode todos los pueblos”, elegido por Dios». Y elegido precisamentepor ser pequeño. Y comenta con razón nuestro autor que «estasituación no provoca sincretismo. Ha de ser entendida como una parti-sal terrae


CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ773cipación de las intuiciones de Buda en la comprensión cristiana de lahistoria, es decir, que “la historia se experimenta y está dirigida por elDios de la alianza”» 2 .Esta alusión al Oriente lleva a otra consideración, muy importantepara mí.2. «Vendrán muchos de Oriente y Occidente»Ahora voy a salir de ti un momento para hacerte una confesión que noslleve a pensar no sólo cuál ha sido el influjo y hasta dónde ha llegadola teología de la liberación, sino también cuánta verdad es que, si logramosbajar, de veras y no superficialmente, a lo más hondo de nuestroyo y nuestra circunstancia, nos encontramos con lo universalmentehumano y cristiano. Te confieso que me llama la atención, y me encanta,constatar la inmensa cercanía entre esas intuiciones tuyas y lasque resumirían la teología de un hermano mío, también muy distantede ti en la geografía, pero muy similar en la teología: me refiero aAloys Pieris, el teólogo de Sri Lanka que ya te dedicó una vez un escritosobre los derechos humanos y la teología de la liberación.De mil maneras, Pieris repite constantemente un par de cosas: a)que eso que llamamos el hecho religioso, o la experiencia espiritual omística, es en todas las religiones una experiencia de pobreza: de propioempobrecimiento como vía de purificación de nuestro yo, para buscary acceder a Dios si Él quiere darse. Y b) que el hecho cristiano, ola experiencia espiritual cristiana, añade a ese dato la figura de Jesúscomo aquel que encarna el compromiso de Dios con los pobres de latierra. La pobreza y los pobres son los dos polos de la elipse cristiana:el camino hacia la primera y la opción radical por los segundos. Así loexpresan la primera bienaventuranza de Lucas y la primera bienaven-2. Teología del búfalo de agua, Estella 2004, 177-179. Koyama aún pudo habermarcado más este encuentro si hubiese echado mano de la posterior categoríade la compasión (karuna), por la que se cuenta que Buda renunció a quedarseél solo en el nirvana, para volver a ayudar a los hombres infelices. Pero no séyo si la compasión estará tan presente en el budismo de Tailandia, que es el queél más considera. No conozco bien las «geografías» del budismo.sal terrae


774 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJturanza de Mateo: en muchas trayectorias cristianas que conozco, lospobres de Lucas han sido el mejor camino para suscitar la pobreza mateana«de espíritu» (o por el Espíritu).Aunque sea con brocha gorda, déjame evocar algunas semejanzasimportantes entre vosotros dos. Desde tu primer escrito hablaste tú, nosólo de los pobres, sino de la «pobreza espiritual»; más tarde ha idoapareciendo en tus páginas, cada vez con más frecuencia, la idea de«gratuidad»: «la relación entre justicia y gratuidad», o que «el amor deDios no se mueve en un universo de causas y efectos, sino en el de lalibertad y la gratuidad», como dices en tu libro sobre Job. ¿Y no evocaalgo de esa gratuidad la insistencia de Pieris en que nuestra actitudante la creación y ante el mundo puede ser «instrumental» o «sacramental»?Pecado del Occidente «cristiano» es haber reducido a lo instrumentalnuestra actitud frente a la realidad. De ahí brota eso quePieris llama «un saber que asegura poder, en lugar del amor que aseguraconocimiento». Ese saber que asegura poder me parece el mismoque tú asignas a «los amigos de Job» y a su teología, «que no tiene encuenta las situaciones concretas, el sufrimiento y las esperanzas de losseres humanos», como tú dices, porque, consciente o inconscientemente,sólo piensa en defensa de sí misma o de sus propios intereses.¡Luego en Europa nos extrañamos cuando Jon Sobrino quiere definirla teología como intellectus amoris...!También, ya en tu primer escrito sobre Teología de la liberaciónplanteabas y estudiabas tú las relaciones entre liberación y redención.Pieris ha aludido a ese mismo asunto más radicalmente, preguntándonos:«¿Cómo puede haber algo redentor si no es al mismo tiempo liberador,y viceversa?». Tú nos lanzaste el programa de «hablar de Diosdesde el sufrimiento del inocente» (o incluso «en Ayacucho»). Pierisevoca la proclamación de Cristo de «haber elegido a los pobres comovicarios suyos», hablando de un Dios que comparte el fracaso de losoprimidos ante el poder de los opresores (es él quien subraya) y que«se hace perdedor con los perdedores, con el fin de conquistar conellos su liberación y la de sus verdugos». Y esto es precisamente lo quebrota de la Palabra reveladora que es Jesús, «Dios de los esclavos y esclavode Dios», según la estremecedora definición de nuestro amigo,tan cercana a lo que a ti tanto te gusta de Las Casas y del indio peruanoF. Guamar Poma, que rezaba precisamente (y preciosamente):«Dios mío, ¿dónde estás? ¿No me oyes para remedio de tus pobres?».sal terrae


CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ775Ambos creéis que el lugar y modo en que se evangeliza no es enabsoluto indiferente y puede poner en juego el anuncio de la fe: él lodice desde Asia, y tú citas a este respecto aquella frase de Las Casas enla que afirma que el mayor milagro de Dios en aquellas Indias es quesus gentes crean las cosas de la fe, viendo la conducta de los que tienenel nombre de cristianos... En definitiva, a la hora de hacer teología,esto lleva o a ponerse en la perspectiva del poder (lo cual llevará a unateología «de los amigos de Job») o en la perspectiva del pobre. Y a lahora de evangelizar lleva a anunciar al Dios del oro o al Dios del otro.No vale la pena seguir esta aproximación entre vosotros dos. Pero,como dicen que el placer de los viejos es recordar, déjame evocar cuántasveces te tacharon de marxista y qué fácil les habría sido a tus acusadoresentenderte si Pieris (que no ha sufrido este tipo de acusaciones)les hubiese dado otra de sus citas, donde dice con su lucidez característicaque «los regímenes comunistas asiáticos han purificado lareligión y fortalecido sus raíces mediante la persecución. Pero el capitalismola ha agotado ante nuestros ojos con su tecnocracia, al fomentaruna versión fundamentalista y derechista de la religión en detrimentode su capacidad liberadora».En fin: todo eso te debemos, entre otras mil cosas más. Todo esohan producido tus primeras intuiciones allá hacia finales de los añossesenta. Y ahí, Asia y América Latina aventajan hoy a Europa en susposibilidades cristianas, y pese a que grandes jerarcas siguen empeñadosen que no hay más cristianismo con futuro que el europeo, y que aél han de venir todos los demás, aunque sea imponiéndoles ese caminoautoritativamente: porque el cristianismo europeo –nos dicen– es elque gira «en torno a la cuestión de la verdad». Pero olvidando la críticaque Pieris nos hace: que para nuestro cristianismo europeo «la autoridades resultado de poseer la verdad, más que de ser poseídos porla Verdad». Lo cual será muy griego, pero es muy poco bíblico.Luego se reirán de vosotros cuando decís aquello de que «los pobresnos evangelizan», porque saben que los pobres no tienen ningunode esos doctorados, que en Europa usamos mucho más para presumirde maestría que para servir a los que carecen de todo. Pero creo quecuanto acabo de evocar a toda velocidad confirma esa experiencia tantípica de la teología de la liberación en Asia y en América Latina.No tendría sentido entrar aquí en la discusión posterior entre Pierisy Amaladoss sobre si la opción por los pobres, en el sentido antessal terrae


776 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJdicho, está o no en las demás religiones al mismo nivel estructuraly epistemológico que en el cristianismo, o sólo está presente a nivelesasistenciales (muy necesarios, por supuesto, pero insuficientes).Y que a veces son también los únicos presentes en buena partedel cristianismo, porque lo meramente asistencial podemoscompatibilizarlo mejor con nuestra lógica resistencia al total despojo,que pedía Juan de la Cruz. No tiene ningún sentido esa discusión,que lleva a estúpidas competitividades. Lo importante sonlos pobres de Jesucristo, más que nosotros, los que intentamos seguirlea Él optando por ellos. Por eso ampliaré esta parte de mi cartacontándote una anécdota reciente. Hace pocos meses, en el castillode Javier, me contaba Denisse Ackermann, teóloga anglicanade Sudáfrica, cómo, allí adonde ella va (USA o el Reino Unido),su discurso es siempre liberation theology. Y cuando le dicen queeso está ya démodé, se sonríe y se pregunta si es que ya no quedaránpobres en el mundo. Pero ahí siguen estando, como profetizóJesús aludiendo, no a su voluntad, sino a nuestro cinismo: «a lospobres siempre los tendréis entre vosotros», y por eso siempre habráteología de la liberación entre nosotros 3 .Podría contarte otras experiencias de influjo de la teología de la liberaciónprecisamente en los países más descristianizados de Europa:Suecia, Noruega, etc. En aquella Europa nórdica que parecía haber salidodefinitivamente del cristianismo y ha encontrado, por ejemplo enEl <strong>Sal</strong>vador, un pozo propio en el que beber, como me escribía haceaños, desde Nicaragua, Tapio Saraneva, pastor finlandés.Ni tú ni yo sabemos cuál será el futuro de la teología de la liberación,dado que, como profetizó el anciano Simeón, parece haber aparecidopara discernir los corazones de muchos en el nuevo Israel. Peroeso se debe, en mi opinión, a que, con todos sus defectos y oscuridadesiniciales, ha intentado ser una teología de la obediencia a Dios,frente a otra más oficial de la posesión de Dios, dicho sea esto con todoel respeto con que debe ser dicho. Y ha tratado de ser (como recomendabaUrs von Balthasar hace ya muchos años) una teología «arro-3. Las frases citadas de A. PIERIS se encuentran todas en El Reino de Dios paralos pobres de Dios (pp. 35, 106...) y en Liberación, inculturación y diálogo religioso(pp. 90, 104, 152, 236 y otras).sal terrae


CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ777dillada»: pero arrodillada no ante imágenes de oro o piedra, sino antelas verdaderas imágenes de Dios que son las víctimas de esta historia.Eso que hace ya más de quince siglos reprochaba san Juan Crisóstomoen una famosa homilía: vestís de oro y seda las imágenes y las paredesdel templo, y luego dejáis desnudo al verdadero rostro de Dios que tenéisfuera de ella...¿Por qué seremos así? En buena parte, por creernos que Europa esla síntesis prefecta de razón y fe y por pretender imponer eso comoúnico camino para el cristianismo, sin percibir la falta de entrañas deesa razón griega.3. «Creemos haber Iglesia» (B. de Las Casas)Además de estas dos cosas, que son para mí lo central de esta carta, noquisiera dejar de evocar, a modo de apéndice, otro punto que se ha destacadopoco al hablar de ti y que, para mí, es enormemente significativoy meritorio: me refiero a tu fidelidad eclesial en medio de los infiernos(o de los purgatorios) por los que todo un sector de la Iglesia te hallevado. A eso alude la frase de Fray Bartolomé que intitula este apartado,que expresa la eclesialidad irrenunciable de la fe y que podría haberido acompañada de la que pronunció Teresa de Jesús en su lecho demuerte, diciendo que al fin moría «hija de la Iglesia». Tú también llegasal final de tu carrera como fiel hijo de la Iglesia. Y éste es un ejemploimprescindible en nuestra actual situación de desesperanza eclesial.Quiero evocarte en esta carta dos anécdotas que conservo en el recuerdodesde las primeras veces que entramos en contacto, allá por losaños setenta del pasado siglo. En un congreso de teología en Madrid,te anduvieron asaeteando a preguntas sobre lo que harías en la hipótesis(nada irracional, por desgracia) de que la curia romana condenasela opción por los pobres. Recuerdo que te negaste rotundamente aaceptar el dilema: me quedaré crucificado y desgarrado entre los dos,antes que asumir la confrontación entre ellos. Para quien conoce lo queha sido tu amor a los pobres hay pocas señales más claras que esta respuestapara comprender lo que es tu amor a la Iglesia. Tú mismo dijisteotra vez, en Madrid, y con una frase muy de la España de entonces,que amabas a la Iglesia con un amor «de antes de la guerra». Y, efectivamente,recuerdo cómo, en mi infancia durante la posguerra españo-sal terrae


778 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJla, la expresión «ser de antes de la guerra» evocaba una calidad muysuperior a la que era habitual experimentar entre nosotros por aquellosdías.Esa calidad querías tú que fuese la de tu amor a la Iglesia. No eseamor interesado, que hemos conocido demasiado en nuestra vidas, dequienes hicieron carrera y se vistieron de púrpura blasonando de amora la Iglesia, a costa de los pobres o de la amistad con los dictadores yhaciendo el papel de los amigos de Job. Sino un amor gratuito, desinteresado,que miraba más a la pureza y la calidad evangélica de laIglesia que al propio brillo y posición en ella.Gratuito y desinteresado, sí. No vale ya ni la pena evocar que la curiaromana no se portó demasiado bien contigo (aunque todo haya terminadomejor de lo que muchos temimos, gracias al cielo). No vale lapena evocarlo, porque parece que ese modo de proceder forma parte dela liturgia romana (tan sobria y atractiva antaño) y porque sé que ahí laculpa no fue sólo de los monseñores vaticanos, sino de todo ese pecadomortal de la denuncia y la acusación anónima y desfigurada, tanpresente en la Iglesia de la contrarreforma como contrario el Evangelio.Pecaminosas denuncias que encuentran mucha más acogida de laque sería lógica, simplemente porque la Curia es un sistema totalitario,y es sabido que la angustia por la información es típica de todos los estadostotalitarios: por ello, la inmensa mayoría de las denuncias quellegan a Roma encuentran una acogida incomprensible. Ya en 1559, elcardenal Caraffa escribía al embajador francés contra esos denunciantes,quejándose de «la malicia de esos beatos, la mayoría de los cualesson ellos mismos herejes, y que llenan de calumnias las orejas y el cerebrode Su Santidad» 4 . En esto no ha progresado demasiado el pueblode Dios. Pero tú supiste seguir el sabio consejo de Fray Hernando deTalavera en el siglo XVI: «que, aunque digan que hemos perdido la fe,que no hemos de perder la paciencia». Gracias.En fin, todo esto importa muy poco ahora, aunque daría para unalarga y despreocupada charla de sobremesa. En ella te contaría la anécdotaque viví hacia el año 1967 en Tübingen, cuando asistí al curso decristología de J. Ratzinger. Recuerdo cómo, un día, explicando las dos4. L. PASTOR, Historia de los papas, IV, 14, p. 247 de la edición española.sal terrae


CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ779corrientes cristológicas de la primera Iglesia, nos contaba eso tan sabidode que en Alejandría florece una cristología más «desde arriba»,más atenta a la divinidad de Jesús, con peligros para la verdadera afirmaciónde su humanidad; mientras en Antioquía se cultiva una cristologíamás «desde abajo», más atenta a la humanidad de Jesús, con peligrode olvidar su divinidad. Bueno: son éstas cosas muy conocidas.Si las comento ahora, es porque, al llegar aquí, Ratzinger se detenía ypreguntaba mirando a los alumnos: «¿Y en Roma?». Y el mismo respondía,con una gota de malicia inocente: «En Roma, ya lo saben ustedes,no se hace buena teología». Con la consiguiente ovación de todael aula...He recordado muchas veces esa anécdota cuando luego fui testigode tus calvarios y los de otros muchos. Y conociendo hoy mucho mejorque entonces la historia de la teología, he llegado a la conclusión deque lo malo no es hacer una teología deficiente, porque cualquier teologíasiempre tendrá, amén de sus límites, sus aspectos positivos, quepueden ser útiles en según qué momento. Lo malo, y lo que sigue caracterizandoa buena parte de la Roma actual, es creer que aquella teologíaes la única posible. Y que, por tanto, todas las demás merecen sercondenadas en nombre de la fe, cuando en realidad son condenadas ennombre de la pereza teológica. Ya Pascal vería aquí la raíz de todas lasherejías: no en que no digan algo de verdad, sino en la falsa dosis y lapretensión de exclusividad con que la afirman.No sé si debo contar esto que sigue, pero considero que seguimosen nuestra sobremesa reservada y tranquila. Un teólogo latinoamericanoque ha tenido también problemas con Roma me contó que, enuna visita que hizo allí para otras cosas de su orden, su P. General lepidió que tuviera (y le facilitó) una entrevista con un monseñor de lacitada congregación, el cual fue muy amable de trato con él, pero lepreguntó varias veces: «Pero, Padre, ¿por qué se meten ustedes a hacercristología? ¡Si en la cristología ya está todo dicho! Basta repetiry explicar los dogmas conciliares, y no hay nada más que decir. Ustedesquieren ir por otros caminos inexistentes, y por eso tienen problemas».Nunca sabremos ni tú ni yo en qué mundo vivía ese buen señory a qué gentes predicaba la fe (si es que la predicaba, que es lo que cabedudar). Pero, en mi opinión, es uno de los mejores ejemplos queconozco de esa nefasta confusión entre la pereza teológica y la fidelidada la fe.sal terrae


780 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, SJPuedo equivocarme; pero creo que te digo todo esto absolutamentesin ningún resentimiento ni hostilidad. Los años dan unos plieguesal corazón donde pueden caber muchas cosas inesperadas. Por eso creoque debemos terminar esta carta sin dar más importancia a todo eso.Vamos a tratar, simplemente, de rezar para que la curia romana (y nosotroscon ella) hagamos la experiencia de Juan de la Cruz: sólo Dios,no Dios «y nosotros» o Dios y sus ventajas. O la experiencia ignacianade «amarle a Él en todas las cosas y a todas en Él». Y que se empobrezcay nos empobrezcamos. Entonces no será difícil comprenderla riqueza teológica de la opción por los pobres.Y a lo mejor surgen de ahí, gracias a tu doble fidelidad, unos tiemposalgo mejores para nuestra pobre y querida Iglesia. Un gran abrazo.sal terrae


ST 96 (2008) 781-792«PALABRAS INCOMPRENDIDAS»«Los Mandamientos»Marc VILARASSAU ALSINA, SJ*AperturaSe me pide una reflexión sobre los mandamientos que sea «digerible»para los jóvenes. Me gustaría proponer un menú de degustación diferenteal de un cierto «cristianismo de pop corn» con el que pudieranestar más familiarizados. Quizá porque me aburren ya las palomitas yel fast-food, me apetece tanto cocinar este plato difícil y atrevido. Hemosvaciado el mandamiento de su sentido religioso para convertirloen un producto exclusivamente ético, con la idea de que sea así más fácilmentedigerible por la gente de nuestro tiempo.Para mí, el reto es mostrar que el sentido ético del mandamiento vaestrechamente unido a su sentido religioso, y que es este último el quele confiere su más genuino valor. Para profundizar en la dimensión éticadel mandamiento disponemos de material abundante y valioso.Autores como Adela Cortina han tratado con gran acierto este tema ysus implicaciones en la actualidad. Se me va a permitir que me concentre,pues, en la dimensión religiosa del mandamiento.Yendo al grano, con este artículo pretendo básicamente dos cosas.La primera es reivindicar el sentido genuinamente religioso del mandamiento,hijo –como me siento– de una cultura que le tiene alergia.* Trabaja en pastoral juvenil y en educación. Lleida..sal terrae


782 MARC VILARASSAU ALSINA, SJLa segunda es que con esta reivindicación me gustaría mostrar que elmandamiento no sólo no constriñe, sino que puede liberar al individuode las cadenas sutiles de una cultura que, bajo capa de autonomía, nosimpone a todos una misma norma, un mismo y ciego cumplimiento deuna letra sin espíritu y de una ley sin alma.Pasen entonces al comedor. La mesa está servida.La matriz judía del mandamientoNo se puede entender el sentido religioso del mandamiento sin conocerel hogar en que éste nació y se crió. El judaísmo es la cuna del mandamiento,y de ahí lo heredó el cristianismo. El tema del mandamiento tieneen el judaísmo una riqueza que frecuentemente nos ha pasado inadvertida.Voy a intentar mostrarlo con la máxima modestia y respeto.Los preceptos y la leyEn el judaísmo existe la Ley, en singular y en mayúsculas (Torah enhebreo; Nomos en griego); y existen los preceptos de la Ley, en pluraly en minúsculas (mitzsvot en hebreo; entolai en griego). La Ley, en singulary en mayúsculas, comprende la ley del Antiguo Testamento, condensadaen el Decálogo; o también el conjunto del Antiguo Testamento,visto todo él como Ley. Mientras que los preceptos, en plural y enminúsculas, son todo el conjunto de prescripciones que aparecen a lolargo y ancho de la Torah y que, de alguna manera, le dan cuerpo yconcreción en la vida del creyente: concretamente, 613, ni uno más niuno menos.Aunque distinguibles, el singular y el plural no son separables.Para un buen judío no hay respeto de la Torah sin un respeto escrupulosode los mitzsvot. A la Torah le faltaría todo si le faltara uno sólo delos 613 mitzsvot que la componen. A la Torah no le sobra ni una coma:sólo es perfecta si está completa, porque la Torah refleja no sólo la leyque rige al pueblo judío, sino la ley que rige el universo entero. Porello, aunque el contenido legal o moral de los mandamientos es diferente,y los hay más «importantes» que otros, el sentido religioso delcumplimiento es el mismo. Dicho de otro modo, aunque puedan distinguirsepor el contenido, todos los mandamientos se igualan en elsal terrae


«LOS MANDAMIENTOS»783cumplimiento. Todos vienen de Dios, y por esa razón son todos igualmentevaliosos y vinculantes para el creyente.El mandamiento más importanteEn la tradición rabínica existe, de todas maneras, una cierta «gradación»de los mandamientos según su importancia, un intento de reducirlosy de condensarlos. Un conocido pasaje del Talmud de Babilonia(Makkot 24,A) da prueba muy elocuente de ello:«Rabbi Simelai dijo: “Seiscientos trece son los mandamientos quefueron impartidos a Moisés. 365 preceptos negativos, que correspondenal número de días del año solar, y 248 preceptos positivos,que corresponden a las partes del cuerpo humano” (...) David losredujo a once: “Señor, ¿quién puede residir en tu santuario?¿Quién puede habitar en tu santo monte? Solo el que vive sin tacha(1) y hace lo bueno (2); el que dice la verdad de todo corazón(3); el que no habla mal de nadie (4); el que no hace daño a suamigo (5) ni ofende a su vecino (6); el que mira con desprecio aquien desprecio merece (7), pero honra a quien honra al Señor (8);el que cumple sus promesas aunque le vaya mal (9); el que prestasu dinero sin exigir intereses (10); el que no acepta sobornos encontra del inocente (11). El que así vive, jamás caerá” (Sl 15,1-5).Isaías los redujo a seis, porque está escrito: “El que procederectamente (1) y dice la verdad (2), el que no se enriquece abusandode la fuerza (3) ni se deja comprar con regalos (4), el queno hace caso a sugerencias criminales (5) y cierra los ojos para nofijarse en el mal (6)” (Is 33,15).Miqueas los redujo a tres, porque está escrito: “El Señor ya teha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que élespera de ti: que hagas justicia (1), que seas fiel y leal (2) y quecamines humildemente con tu Dios (3)” (Mi 6,8).Isaías vino otra vez y los redujo a dos, porque está escrito:“El Señor dice: Practicad la justicia (1), haced lo que es recto (2)”(Is 56,1).Vino Amós y los redujo a uno, porque está escrito: “Así diceel Señor a los israelitas: Acudid a mí, y viviréis” (Am 5,4)».El rabino Jesús participa también de esta discusión sobre la importanciagradual de los mitzsvot tal como queda plasmada en la preguntaque le dirige otro rabino en la sinagoga: «Rabino, ¿cuál es el mandamientomás importante de la ley?» (Mt 22,36). Y la posición de Jesússal terrae


784 MARC VILARASSAU ALSINA, SJno es unívoca. Por un lado, defiende el cumplimiento de la Ley hastala última coma (Mt 5,19); por otro, establece diferencias no sólo en elcontenido, sino también en el cumplimiento. Así, pagar el diezmo delas hierbas aromáticas es secundario con respecto a otros aspectos centralesde la Ley, como son la justicia y la misericordia (Mt 23,23). Esterabino free-lance parece poner en cuestión la identidad religiosa de losmitzsvot en el seno de la Torah. Pero ¿qué es lo que Jesús pretende enrealidad?Sentido religioso del mandamientoA Jesús no le interesa tanto cuál es el mandamiento más importante,sino qué es lo más importante del mandamiento. Dicho de otro modo,¿qué es lo sustancial, lo esencial del mandamiento?; ¿qué es lo que haceque el mandamiento sea algo profundamente espiritual y, por lomismo, algo profundamente humanizador? Dicho de otro modo, ¿quéDios se nos revela en los mandamientos?El mandamiento es vozSi hay una premisa bíblica básica, es que Dios habla un lenguaje audiblee inteligible para el hombre. Dios no se relaciona con el hombre através de la vista, sino a través del oído. El hombre no ve a Dios másque indirectamente, a través de sus obras. Pero sí puede oír la voz deDios, que le habla en la intimidad, si se dan las condiciones para la escucha.La teofanía –visión de Dios– es propiamente, en la Biblia, unateofonía –audición de Dios–. El hombre no se sitúa frente a Dios comoun vidente, sino como un oyente.Dios habla, por tanto, en los mandamientos, que son las palabrasque llevan su voz. La voz de Dios se hace audible en la palabra de losmandamientos. Por eso quien guarda los mandamientos es como si hicieravibrar las cuerdas vocales de Dios, siendo la voz el soporte físicode la palabra, que es espiritual. Es por ello por lo que la palabra deDios no se lee, sino que se proclama en medio de la asamblea: es lavoz de Dios la que resuena en la voz del lector para que pueda ser denuevo acogida por los oyentes como lo que es: palabra de Dios.sal terrae


«LOS MANDAMIENTOS»785El mandamiento recibido como voz nos muestra cuál ha de ser laactitud del hombre ante la Palabra: una actitud de atención y de disponibilidad.El hombre ha de esperar a que Dios hable y ha de esperar ensilencio, en forma de receptáculo. Si se impacienta y se llena con otrasvoces, no oirá la voz de Dios cuando se produzca, o confundirá éstacon otras voces. ¡Cuánto miedo le tenemos a la Palabra de Dios...!;¡cuánta pereza mental y religiosa para captar su sentido...!; ¡cuántaprecipitación para hacerle decir sólo aquello que estamos dispuestos aescuchar...! No debe extrañarnos que Dios calle y nos deje a merced denuestros monólogos vociferantes.El mandamiento es anilloLas normas están para ser cumplidas, pero el mandamiento está paraser guardado. El mandamiento se repite como un mantra, se saborea(«Tu promesa es más dulce a mi paladar que la miel a mi boca»: Sl119,103); se canta («Tus leyes han sido mis canciones en esta tierra,donde soy un extranjero»: Sl 119,54). El mandamiento se guarda comoel anillo que recuerda una Alianza y la renueva. El amante se deleitaen el anillo cuando la amada está ausente, lo acaricia, le da vueltas,lo besa, como los futbolistas cuando marcan un gol. Guardar elmandamiento es guardar la alianza, darle vueltas, acariciarla, besarla.El mandamiento, como expresión de la alianza, es estable y permanente.Resiste el paso del tiempo y los embates del desánimo, lasfluctuaciones del alma e incluso la mirada oblicua del absurdo. No porqueesté fuera del tiempo, sino porque lo consagra, porque dice deltiempo lo que es eterno. Hay algo en nuestra vida que permanece fiel,aunque nosotros vayamos y vengamos; algo sólido, que nos da equilibrioy nos devuelve las coordenadas cuando las hemos perdido; algono negociable, un punto de no retorno que marca los límites de nuestrahumanidad y su proyecto: los límites que la disgregan si se sobrepasan,pero también aquellos hacia los que conviene no dejar nunca detender si no se quiere dejar el proyecto a medias. No robarás, no matarás,no codiciarás el bien ajeno... marcan los límites negativos de la humanidad.Honrar al padre y a la madre, amar al prójimo como a unomismo... marcan los innegociables límites positivos de nuestra humanización.En los mandamientos Dios nos devuelve, dignificado, lo quees nuestro, para que no lo olvidemos. Los mandamientos son una consagraciónde la memoria de la humanidad y su proyecto.sal terrae


786 MARC VILARASSAU ALSINA, SJEl mandamiento es promesaEl mandamiento no es una «premisa», sino una «promesa». Lo explico.Pongamos, por ejemplo, esta premisa: «si no coméis, no viviréis».En este caso, el comer no es un mandamiento, sino una necesidad, porqueel comer es una premisa del vivir. El mandamiento, en cambio,propone una condición extrínseca al objetivo que se persigue: «Paraque no mueran, deberán lavarse las manos y los pies. Ésta será unaley permanente a lo largo de los siglos para Aarón y sus descendientes»(Ex 30,21). De hecho, «no pasaría nada» si uno no se lavase lasmanos; pero entre el lavarse las manos y el vivir, el mandamiento creaun vínculo nuevo que se justifica por sí mismo, que se entiende, ya nosimplemente como premisa, sino como promesa: lavarse las manos esun gesto gratuito que remite al Señor de la vida. Así, un gesto rutinario,saludable, conveniente... se convierte en una acción de gracias «innecesariapero indispensable». Es precisamente esta condición de exigencia«innecesaria pero indispensable» la que distingue el mandamientoy le confiere su sentido religioso.Jesús denuncia la dureza de corazón que se encuentra en la base denuestra relación con la ley como premisa (Mt 19,8). Nosotros solemosrebajar la ley al mínimo para poder cumplirla como si fuera el máximo.Para Jesús, el mandamiento es siempre un máximo, porque no sebasa en nuestra fidelidad, sino en la fidelidad de Dios. Nosotros siempreestamos «lejos» del mandamiento, y no es el esfuerzo –las obras–lo que nos acerca, sino la gracia. Jesús le devuelve al mandamiento sucondición de máximo: no máximo cumplimiento por parte del hombre,sino máxima fidelidad por parte de Dios. No es el hombre quien seacerca a Dios por el cumplimiento, sino Dios quien se acerca al hombreen el mandamiento.De ahí que el mandamiento, propiamente, no se «cumple», sinoque se «guarda». O, dicho de otro modo, no nos sitúa fuera de la ley elhecho de no cumplirla escrupulosamente –porque eso es imposible parael hombre–, sino el hecho de no guardarla, de no encaminarnos haciaella, de no seguir su estela en humildad (Mi 6,8). Jesús, pues, sealeja por igual del rigorismo como de la laxitud y nos sitúa en unasnuevas coordenadas, no basadas ya en la norma, sino en el amor.sal terrae


«LOS MANDAMIENTOS»787¿Un cristianismo sin mandamiento?No sé si por conveniencia o por desgana, la verdad es que solemos viviruna simplificación ideológica de nuestra fe, una reducción empobrecedorade sus credenciales más genuinas: las que Jesús presentó ensu tiempo y tuvo que defender frente a los zelotas, por la izquierda, yfrente a los fariseos, por la derecha. Unos lo festejaban por su rigorismoético y por las posibilidades que ofrecía su carisma natural a la causade la liberación del pueblo judío. A los otros, por un lado, les sorprendíala autoridad que emanaba de su conocimiento de la Torah y,por otro, les incomodaba la libertad que mostraba frente a las sagradastradiciones heredadas de los antepasados. Tanto los unos como losotros acabaron desengañados.Hoy también basculamos entre el «zelotismo» y el «fariseísmo».Unos reducen el cristianismo a cuatro valores éticos barnizados deevangelio. Otros lo reducen a la defensa a ultranza de sus tradiciones ysus instituciones frente a los embates del enemigo. Los primeros conviertenel cristianismo en una ética más; los segundos, en una identidady una casta. En ambos casos, tenemos un cristianismo sin vinculaciónreligiosa a Dios, un cristianismo sin verdadero culto en espíritu yen verdad, un cristianismo, en definitiva, sin mandamiento.Pero no son éstas las dos únicas vías de simplificación y empobrecimientode la fe cristiana; hay formas nuevas y más sutiles de llegar aun punto parecido. Son los intentos de reducir el cristianismo a un mínimocomún múltiplo que lo haga compatible, por un lado, con la secularizaciónde la sociedad y, por otro, con la pluralidad religiosa. Porun lado, tendríamos el intento de identificar el cristianismo a una éticade mínimos, liberada de los máximos del mandamiento. Por otro, trataríamosde conseguir una espiritualidad químicamente pura, resultadode una destilación perfecta de las mejores esencias espirituales de lasdiferentes tradiciones religiosas, liberadas, eso sí, de los particularismosculturales que las lastran. Los dos intentos, me atrevo a juzgar,empiezan bien, pero acaban mal.¿Una ética sin mandamiento?Hemos visto antes que la tendencia a separar el sentido religioso delmandamiento de su sentido ético es de factura antigua. Se ha dado desal terrae


788 MARC VILARASSAU ALSINA, SJdiversas formas a lo largo de toda la historia. En la actualidad, ¿cuántoscristianos se definen hoy en día como creyentes no practicantes?Manera de decir que suscriben la dimensión ética del mandamiento,pero prescindiendo de su dimensión religiosa. Signo de una sociedadprogresivamente secularizada, como la nuestra.En nuestra sociedad se da un fenómeno aún más interesante: a medidaque aumenta la secularización, aumenta también la diversidadcultural y religiosa de la sociedad. ¿Cómo lograr, entonces, que convivanpacíficamente estos dos datos que parecen ser los rasgos característicosde la sociedad moderna? ¿Cómo ir integrando pacíficamenteen una misma sociedad, con unas mismas normas de convivenciaigualmente vinculantes para todos, las diversas identidades y prácticasreligiosas que la integran? ¿Cómo conseguir unos mínimos éticos y civilesque faciliten la convivencia, sin que por ello sofoquen los máximosreligiosos y espirituales de los individuos y las comunidades?En cualquier caso, una ética civil que responda positivamente a tamañodesafío no puede ser una ética basada en promesas, sino en premisas.Ha de ser necesariamente una ética de mínimos basada en principiosunívocos y vinculantes para todos. Y es bueno que así sea. Talcomo la define Adela Cortina, «una ética civil consiste en un conjuntomínimo de valores tal que, si no es compartido por los ciudadanos deuna sociedad pluralista, la convivencia entre ellos se hace imposible»(Ética civil y religión, PPC, p. 14). Como queda de manifiesto en estadefinición, se trata de una ética definida en negativo, más que en positivo,obligada a dibujar el límite –el mínimo–, más que el horizonte –elmáximo–. Ésta es su virtud, pero también su desdicha. Una ética civilbasada en mínimos éticos es tan necesaria para la convivencia como insuficientepara la felicidad. La felicidad pertenece, a nuestro modo dever, al ámbito del sentido, del exceso, del máximo... de lo religioso. Yeso sólo se puede dar si se invita al individuo, no sólo a cumplir a mínimosla norma, sino a guardar a máximos el Mandamiento.¿Una espiritualidad sin mandamiento?Actualmente se habla mucho de la diferencia entre espiritualidad y religión.Hay un cierto consenso en que lo importante es la espiritualidad–la experiencia personal y subjetiva de Dios–, mientras que la religión–la dimensión colectiva y objetiva de esa experiencia– no es más quesal terrae


«LOS MANDAMIENTOS»789una rémora del pasado. Se propone una espiritualidad sin mandamientopara un mundo sin religión. Pero así no se responde a la cuestión querecorre este artículo de principio a fin: ¿cómo puede pervivir y sercompartida una experiencia espiritual si no es objetivada de alguna manera?¿Cómo evitar que esa experiencia se diluya sin una instancia objetivaque le sirva de estímulo y de contraste? ¿No necesitamos reivindicarde forma creíble el sentido positivo y hasta cierto punto necesariodel mandamiento?¿Quién, sino el mandamiento, le dice al espíritu cuáles son sus límitesy cuál su horizonte? ¿Quién, sino el mandamiento, es la instanciacrítica capaz de desenmascarar un espiritualismo que, so pretextode buscar a Dios, acaba buscándose a sí mismo? ¿Quién, sino el mandamiento,le puede dar a la espiritualidad esa dimensión comunitaria ycelebrativa que la aleje por igual del solipsismo y del elitismo? ¿Quién,sino el mandamiento, le enseña a la espiritualidad que, por mucho quedeseemos ver a Dios, lo primero y principal es aprender a escucharlo?¿Quién, sino el mandamiento, le recuerda a la espiritualidad que esetrayecto que nos acerca a Dios lo inició él mucho antes de que nosotrosnos pusiéramos tímidamente en camino?En esta línea, os propongo esta reflexión de un célebre sabio judíode nuestro tiempo:«No existe el misticismo en abstracto, es decir, un fenómeno o experienciaindependiente de otros fenómenos religiosos. No existeun misticismo químicamente puro, sino el misticismo de un sistemareligioso en particular: misticismo cristiano, musulmán, judío...y así sucesivamente. La muy difundida idea del místico comoun anarquista religioso que no siente ninguna lealtad ni compromisohacia su religión no está confirmada por la historia. Éstademuestra, en realidad, que los grandes místicos fueron fieles discípulosde las grandes religiones» (Gershom Scholem).Por «fieles discípulos» no debemos entender aquí «seguidores ciegosy aborregados», sino todo lo contrario: personas a quienes la religiónha dado alas y personas para las que el mandamiento ha producidosu más preciado fruto, a saber, la auténtica libertad. Porque eso eslo que hace el mandamiento: libera a quien lo guarda; lo libera de losotros ídolos que exigen sumisión; lo libera para el bien, para la justiciay para el amor, las únicas prescripciones que, en lugar de someterte, tehacen más libre.sal terrae


790 MARC VILARASSAU ALSINA, SJSentido cristiano del mandamientoSea como sea y venga de donde venga la inercia que pretende separarla dimensión religiosa del mandamiento de su dimensión ética y espiritual,¿cómo intenta el cristianismo evitar esa separación empobrecedora?;¿cómo guardar el mandamiento sin perder su fundamento?;¿cuál es la propuesta unificadora que Jesús nos propone en el Evangelio?;¿cuál sería, si es que la hay, la perspectiva específicamente cristianadel mandamiento?San Pablo supo explicar mejor que nadie lo peculiar de esa nuevaperspectiva que Jesucristo había abierto sobre el mandamiento. Es ciertoque el aspecto religioso de la Ley es insuficiente, pero también loson el aspecto moral y espiritual por sí solos. La moral y el culto, laética y la espiritualidad, sin la gracia, son letra muerta y pura hybris decara a la salvación. No son las obras ni los sacrificios los que nos abrena la salvación, sino la fe. No es la profesión de lo políticamente correctoni el dominio de los efectos iniciáticos del incienso aromático loque salva, sino el saberse amado incondicionalmente por Dios.San Pablo está reivindicando, a su manera y delante de sus interlocutores,el sentido religioso del mandamiento, tal como lo venimos explicando.Para Pablo está más claro que para ningún otro que esto dela salvación no puede ser de ninguna manera una «premisa», sino estrictamenteuna «promesa». Sólo así se puede percibir, sin reducirlo,todo el alcance del mandamiento nuevo que Jesús nos da: el mandamientodel amor. Sólo el amor une lo que los hombres tienden a separar;sólo el amor condensa y resume lo que el mandamiento amplía; sóloel amor guarda a la perfección lo que Dios propone a través del mandamiento.Pero entonces surge la siguiente pregunta.¿Puede el amor ser objeto de un mandamiento?Si somos coherentes con todo lo escrito hasta el momento, deberemosconcluir que sí, y más que cualquier otra cosa. «Mandamiento» quieredecir aprendizaje y proyecto: aprendo a hacer aquello a lo que estoyobligado, lo intento una y otra vez, me veo muy lejos y, a pesar de todo,cada vez más atraído, más decidido, más animado. Dios nos mandael amor, no puede ser de otra manera; nos lo propone como deber,como proyecto y como sentido de nuestra vida.sal terrae


«LOS MANDAMIENTOS»791Por lo tanto, el amor puede ser objeto de un mandamiento, porqueel amor auténtico es exigente. Porque, más que un sentimiento, el amores un convencimiento. Nos produce un saludable hormigueo interior,pero también abre heridas y nos hace sufrir. ¿Estaríais de acuerdo si dijéramosque el sentido de nuestra vida es amar cada vez más y cada vezmejor? Pues si estamos de acuerdo con este proyecto de vida, ahora tenemosque ver cómo lo ponemos en práctica. Hace falta que el amorpase, de ser un principio general, a ser una realidad concreta. El mandamientoes la dimensión realista del amor, su dimensión «pedagógica»,porque a amar se aprende amando. San Pablo dice que la Ley esel pedagogo cuya función y sentido es conducirnos al amor. El amor esel cumplimiento perfecto de la Ley. Por eso, cuando hay amor, y sóloentonces, toda ley está de más.Un mandamiento suavísimoEl amor es un munus suavissimus, un mandamiento suavísimo, unadulce exigencia. El mandamiento nos recuerda que el amor lo tenemosque poner más en las obras que en las palabras, y que ponerlo en lasobras no es fácil: pide mucha abnegación y mucha determinación. Peroes suavísimo, porque la fuerza necesaria para llevarlo a la práctica vienede Dios, de la fuerza y la determinación con que Él nos ama. Algunosdicen que lo primero es amar a los demás; después vendrá el amora Dios. Como si el amor a Dios fuera secundario y prescindible. Amara Dios significa amar su amor, la manera y la radicalidad con que Diosama, porque «el amor consiste en esto: no en que nosotros hayamosamado a Dios, sino en que él nos amó primero» (1 Jn 4,10). En estesentido, el amor a Dios es el alma del amor humano. Sin el amor aDios, nuestros amores flaquean y pierden el alma, acaban fácilmenteconvertidos en puro voluntarismo y en ideología.El amor a Dios hace mucho más exigente y radical el amor humano:lo hace posible a partir del reconocimiento justo y lúcido de quepara nosotros ese tipo de amor es imposible. Ésta es la razón de que elamor pueda y tenga que ser objeto de un mandamiento. Sólo si Dios«lo manda», el amor verdadero es posible en nuestro mundo, porqueDios nos da previamente lo que después nos manda. Como dice uno delos versículos del himno judío «El Día del Perdón», de la Liturgia deAño Nuevo, «el precepto y la práctica son de Dios, que vive eterna-sal terrae


792 MARC VILARASSAU ALSINA, SJmente». Dicho de otro modo, Dios nos promete aquello que ya nos hadado; y sólo porque él ha cumplido ya su parte de la promesa, podemosintentar cumplir nosotros la nuestra.Despedida y cierreNos quedará siempre está pregunta: ¿es acaso posible vivir sin mandamiento?Vivir sin reglas quizá sea posible, aunque no sé si demasiadoconveniente para uno mismo y para los que le rodean; pero, en todo caso,no me parece posible vivir sin mandamiento, sin una orientaciónpositiva que tire de nosotros cuando estamos eufóricos y cuando estamoscansados, cuando lo vemos y cuando no lo vemos; en definitiva,algo sólido donde apoyar nuestras opciones y donde anclar nuestra ansiade sentido y de felicidad.El amor es el sentido y la felicidad que Dios nos propone con elmandamiento, y por eso, porque de veras lo quiere, nos lo manda. Haymuchas maneras, muchos caminos, muchos gestos, muchas traduccionesconcretas, muchas prácticas posibles que nos ayudan a obedecerle;y, en este sentido, hay muchos mandamientos. Aunque eso no nos haceolvidar –al contrario: nos lo hace más evidente– que en realidad elMandamiento es uno y único: la voz de Dios, el anillo que nos la recuerday la promesa de su cumplimiento definitivo.Empezaba el artículo con la promesa de un plato difícil y atractivo.No sé si lo habré conseguido, pero me sentiría satisfecho si, después deleerlo, nos quedara al menos este regusto en el paladar: el mandamientono es algo que Dios nos da; es Dios mismo quien se nos da enel Mandamiento. Y si Dios mismo es el Mandamiento, ¿cómo no íbamosa tratar de guardarlo nosotros?sal terrae


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDAD(JOSEPH RATZINGER)BENEDICTO XVISobre todo, el amor.Confiarse a Dios,confiar en la vida168 págs.P.V.P. (IVA incl.): 10,00 €«Nosotros hemos creído en el amor» (1 Juan 4,16). Esto es lo que definea los cristianos, lo que constituye el núcleo más íntimo de la experienciacristiana. Y merece la pena ponerlo de relieve precisamente hoy,en un momento en que el cristianismo aparece a los ojos de muchos comouna pura doctrina moral o una mera visión del mundo entre otrasmuchas opciones. Dios no es un principio abstracto ni un producto denuestro pensamiento o de nuestra orientación política. La llamada queDios nos hace es, sobre todo, una llamada al amor, y ser cristiano es respondera Su amor.


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDADANSELM GRÜN50 ritos para la vida152 págs.P.V.P. (IVA incl.): 10,50 €La innegable necesidad que el ser humano tiene de los ritos no se refiereexclusivamente a los ritos religiosos que se celebran de manera comunitariaen el culto. Los ritos que se realizan también en actos multitudinariosdel mundo musical, del deporte, de la cultura pop y del ámbitodel espectáculo expresan la necesidad de los seres humanos de superareste mundo y abrirse a una trascendencia a menudo barruntada ycreída de manera indefinida. Son formas de una religiosidad modernaencubierta. Presenciar un espectáculo de ese tipo es mucho más que unamera asistencia pasiva.


ST 96 (2008) 795-806LOS LIBROSRecensionesGONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, L., Los cristianos en un Estadolaico, PPC, Madrid 2008, 160 pp.Sabemos que no es necesario, perorecordamos que Luis González-Carvajal nació en Madrid, donde,acabada la carrera de Ingeniero Superiorde Minas, ingresó en el Seminariode la diócesis, ordenándosesacerdote en 1974. Es Doctor enTeología por la Universidad Pontificiade <strong>Sal</strong>amanca. Fue coadjutor primero,y párroco después, de sendasparroquias de Madrid. También hasido Secretario General de CáritasEspañola. Desde 1982, aunque trabajapastoralmente en una parroquia,se dedica de forma prioritaria a lateología; concretamente a los temasde «Iglesia y sociedad». Es Profesorpropio de la Facultad de Teología dela Universidad Pontificia Comillas yDirector del Departamento de TeologíaMoral. Sus publicaciones sonnumerosas, así como su cualificadapresencia en jornadas, congresos ycursos diversos sobre los temas enlos que es una auténtica autoridad.Destacamos el eco alcanzado porobras como Ésta es nuestra Fe. Teologíapara Universitarios (20ª edición),convertido ya en un clásico;Entre la utopía y la realidad. Cursode moral social (1998); ¡Noticias deDios! (1999); Los cristianos del sigloXXI. Interrogantes y retos pastoralesante el tercer milenio (2001);Cristianismo y secularización. Cómovivir la fe en una sociedad secularizada(2003); Ideas y creenciasdel hombre actual (2005); En defensade los humillados y ofendidos.Los derechos humanos ante la fecristiana (2005); etc.Dos afirmaciones, complementariasentre sí, creemos que preparan ysitúan, a la vez, la reflexión con queahora nos obsequia el autor. La primerade ellas, de otra de sus publicaciones,señala que «salta a la vistaque la circunstancia en la que debemosvivir hoy la fe es una situaciónde increencia» (AA.VV., La fe, PPC,sal terrae


796 LOS LIBROSMadrid 2005); la segunda, verdaderalínea de fondo del volumen que presentamos,nos invita a «situarnos comocristianos en un Estado que irremediable–y tal vez afortunadamente–es y será laico».A la luz de lo indicado más arriba,comprendemos mejor cuáles sonlas preocupaciones y el tenor delanálisis de González-Carvajal. Elcontenido de la obra se desarrolla encinco capítulos, que veremos a continuación.El primer capítulo, ElEstado entre el laicismo y la laicidad,clarifica la situación actual realizando,por una parte, una apretadasíntesis de la evolución de las relacionesIglesia-Estado desde una situaciónde clericalismo hasta la actual,en la que distingue situacionesdiversas que se describen con términoscomo laicismo y laicidad.A continuación, el autor abordael tema de La legislación en un Estadolaico, tema complejo, por cuantoafecta a la fundamentación de las leyesen un Estado que, como se havisto, no pretende estar regulado porla moral católica. El análisis realizadoconsidera tres posibles respuestas:el positivismo jurídico (el casoen que se afirma que «es la autoridad,no la verdad, quien hace la ley»:p. 38), la ley natural («el gran peligrodel derecho natural ha sido confundirlas manifestaciones culturalescon las exigencias de la naturalezahumana»: p. 42) y la ética civil, oética de mínimos. Mientras las dosprimeras resultan hoy poco convincentes,el autor defiende que sólo lasal terraehumilde propuesta de una ética civilcompartida por todos ofrece una salidaadecuada (p. 44).El capítulo tercero, Presenciapública de los cristianos, se hace ecoy ofrece propuestas ante un debateaún vivo entre un «cristianismo demediación» como «levadura en lamasa» y un «cristianismo de presencia»,que opta por las plataformaspúblicas y las obras propias, según laformulación que, ya en 1985, hicieraB. Forte. Tras un análisis minuciosode cada opción, el estilo de la mediaciónse perfila como el más adecuadoen una sociedad como lanuestra, invitándose a los cristianos(«La cofradía de los ausentes»: p.63) a abrirse a un nuevo tipo de presencia–desde el espíritu de laicidaddefinido al comienzo y sin pretensionesrestauracionistas– en camposcomo el voluntariado, la cultura, lacomunicación social, el sindicalismoy la política.Los anteriores planteamientos seconcretan en el apartado que sigue,Plataformas para la presencia pública,donde el autor, tras realizar uninteresante planteamiento del tema(p. 100), describe cómo entender lainvitación a ser «fermento», así comolos pros y contras de disponer deespacios propios «eclesiales». Ventajasserían la posibilidad de ofrecerun testimonio colectivo, disponer demayor libertad de acción y protegerla identidad cristiana en un ambientehostil. Los peligros a tener encuenta serían el fomentar el aislacionismocultural y el convertir


RECENSIONES797los conflictos civiles en conflictosreligiosos.Estado laico y financiación de laIglesia es el desarrollo final –y quizánecesario– a una obra de estas características.Dos preguntas articulan sucontenido: ¿Para qué necesita dinerola Iglesia? y ¿De dónde procedeel dinero de la Iglesia? La conclusiónexplicita que, «suprimido elcomplemento estatal a partir delejercicio de 2008 –tema de rabiosaactualidad, por tanto–, el mantenimientode la Iglesia española dependeexclusivamente de los católicos yde quienes valoran la labor de laIglesia (...). Hemos mejorado mucho,sin duda, pero las cosas iríanmejor todavía si algún día la Iglesiapudiera mantenerse únicamente delas donaciones espontáneas».En síntesis, nos encontramos anteuna obra no sólo valiosa, sino inclusonecesaria. González-Carvajalreflexiona con su estilo tan característico(ameno, riguroso, argumentado,conciso...) sobre uno de los grandesdesafíos que tiene planteados elcristianismo de nuestro tiempo.Lúcido en sus análisis y valiente ensus conclusiones –tanto en las explícitascomo más, si cabe, en las implícitas–,llega a confesar que «metemo que no gustará [este libro] ni apropios ni a extraños, aunque pormotivos diferentes» (p. 11). Agradecemosencarecidamente esta aportación,que dice una palabra autorizadaen un momento en que la crispaciónen la vida sociopolítica nosobliga a todos a una reflexión serenasobre cómo contribuir a consolidarlos principios de una adecuada convivenciaen una sociedad que es, indefectiblemente,laica y plural.Mª Ángeles Gómez-LimónCEREZO, J.J. – GÓMEZ SERRANO, P.J., Jóvenes e Iglesia. Caminospara el reencuentro, PPC, Madrid 2006, 192 pp.Este libro es fruto de un seminarioen el que participaron jóvenes, agentesde pastoral y expertos de distintasdisciplinas a la luz del Informe«Jóvenes 2000 y Religión», patrocinadopor la Fundación Santa María yen colaboración con la Delegaciónde Pastoral de la FERE y la editorialPPC.La síntesis de este seminario permiteconocer a fondo el contexto socio-culturalen que viven los jóvenesy les configura, el momento presentede la Iglesia española, las vivenciasreligiosas de los jóvenes y de lasociedad, las necesarias reformasque han de darse en la Iglesia paraser significativa en el mundo de losjóvenes y algunos cambios muyacertados que hemos de llevar a caboen la pastoral con jóvenes hoy.Los jóvenes viven en una sociedadeconómicamente más rica, conmás posibilidades y medios que nunca,con más avances y adelantos técnico-científicos,con mayor capaci-sal terrae


798 LOS LIBROSsal terraedad y mejores medios de comunicación.Al mismo tiempo, están insertosen una sociedad desconfiada,acrítica, descreída, lejanamente solidaria,individualista y proxémica,global y globalizada, libre pero atadade pies y manos por las superestructuraseconómicas, sociales y mediáticas.Una sociedad que tiene unacapacidad extraordinaria para neutralizarlo religioso.En esta sociedad viven y se desarrollanlos jóvenes, que contemplana la Iglesia encerrada en sí misma,incapaz de acoger una nueva religiosidadmás «sentida» que «creída»;una sociedad en la que el propio sujetore-construye y gestiona la religión«a la carta». La Iglesia es necesariapara vivir la fe, y por eso ha deesforzarse más por acoger algunasbúsquedas humanas actuales y ofreceraquello que es más originario deella misma: la experiencia de Dios,un horizonte de sentido, el compromisocon «lo humano», una espiritualidadcrítica y profética, el diálogo,etc. Vamos hacia un cristianismominoritario, contracultural, diferenciador,en una sociedad religiosa yculturalmente plural, que camina haciala indiferencia ante lo religioso ydonde la Iglesia es una instancia dadorade sentido, pero no la única.Los autores parten de una constatacióna la luz del Informe: el mensajede la Iglesia, o no llega, o llegadistorsionado a los jóvenes. Socialmente,se ignora la religión. Con unasocialización religiosa débil, de bajaintensidad y poco ilustrada, la identidadreligiosa se forja en muchos jóvenesal margen de las instituciones,practicando la «creencia sin pertenencia».Más de la mitad de los jóvenesdicen creer en Dios, pero noen un Dios cristiano, sino en un Diosa su medida, ligero, moldeable, queno hace sufrir ni comprometerse. Parala mayoría de los jóvenes, laIglesia no es necesaria para vivir lafe; es más bien un obstáculo para suautoafirmación. No se percibe a laIglesia como mediación para el encuentrocon Dios; incluso muchosjóvenes echan de menos espaciossignificativa y religiosamente fuertesdonde poder tener una experienciamás profunda de Dios; donde conocer,celebrar y practicar la fe; dondelo expresivo, lo simbólico y lo vivencialtenga cabida. Y echan tambiénen falta espacios de compromisoen favor de los pobres con un sentidocristiano explícito.A pesar de que muchos jóvenes,ante un desajuste cultural del mensajecristiano, están instalados en la intrascendencia,con un buen nivel devida como horizonte vital, viviendoun imaginario eclesial muy negativoy soportando el desaliento de tantosanimadores de jóvenes, existe unaminoría juvenil católica seria y comprometida,consciente de su identidad,feliz y que ha de ser el fermentode cualquier posible acción pastoralfutura. Estos jóvenes han de promoveruna evangelización más explícitadel Evangelio –en vez de presentarel evangelio como un programaético, un estilo de vida o un mo-


RECENSIONES799delo moral–, a la par que un compromisopor hacer un mundo másjusto y humano, volviendo a Jesúscomo centro del anuncio de Dios,creando microclimas eclesiales cercanos,cálidos, acogedores, participativosy abiertos al entorno, que mantenganuna identidad evangélicafuerte, que inviten al silencio y aldiálogo, a las celebraciones festivas yal compromiso solidario. Estos jóvenesnecesitan fraternidades capacesde fortalecer su fe para anunciar aJesucristo con valentía y audacia ensus ambientes, que sugieran un estilode vida original y diferente, con unafe ilustrada capaz de desarrollar unapedagogía pastoral actualizada. Antela fragmentación pastoral que se vive,donde cada uno va a lo suyo, hemosde trabajar más en red, fortaleciendola comunión eclesial como laentraña y el soporte de la misiónevangelizadora con los jóvenes.Nos encontramos, pues, ante unlibro que ofrece un certero análisisde los jóvenes, la Iglesia y la pastoralcon jóvenes y que parte de unpresupuesto: en este cambio de época,una nueva y actualizada pastoralcon jóvenes conlleva ciertas reformasen la Iglesia, si ésta quiere hacersesignificativa para los jóvenesde hoy. Si no, es pan para hoy yhambre para mañana.Se trata de un manual básico paracualquier agente de pastoral de jóvenesque quiera estar con éstos yescucharlos, porque ayuda a comprenderlo que está sucediendo yapunta propuestas muy sugerentes yaplicables para los jóvenes en unaIglesia que quiere ofrecerles –en palabrasde Dom Hélder Câmara–«una causa a la que entregar la vida»:Jesús y su proyecto.Finalmente, estas páginas ofrecencaminos para el reencuentro delos jóvenes con la Iglesia en un tonoesperanzador y clarividente, proféticoy comprometido, en un lenguajeaccesible y concreto, y siempre desdedentro de la Iglesia, con granamor y pasión por invitar a los jóvenesa encontrarse con Dios y vivir sufe en Iglesia.Álvaro Chordi MirandaRENN, Klaus, Tu cuerpo te dice quién puedes ser. «Focusing»: elcamino de la atención interior, <strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 2008, 176 pp.¿Quién soy? ¿De qué estoy hecho?¿Dónde encuentro apoyo? Éstas sonpreguntas para las que no hay respuestasfijas, por la diversidad deproyectos vitales. Es precisa unabuena relación con uno mismo yuna intuición desarrollada sobre lomás conveniente para el desarrollopersonal.El focusing es filosofía y praxis,un método psicoterapéutico y unaforma de autoayuda que ofrece laposibilidad de emprender un viaje deexploración interior. Los ejerciciossal terrae


800 LOS LIBROSde este libro animan a pasar tiempocon uno mismo y afinar el olfato paradescubrir lo que es coherente en lapropia vida. Desarrollar la atencióninterior es el mejor camino para unarelación afectuosa con uno mismo yexplorar dimensiones espirituales.En la relación corporalmente sentidacon nosotros mismos está la clave deun diálogo interior capaz de hacernosavanzar: el mayor experto en lapropia vida es uno mismo.Klaus Renn –psicoterapeuta titulado,director de seminarios, supervisor–posee gran experiencia en eltrabajo de atención personal. Dirige,junto al doctor Johannes Wiltschko,el Instituto Alemán de Formación deFocusing y es coordinador del Institutode Focusing en Nueva York.El focusing fue desarrollado en laUniversidad de Chicago por el profesorEugene Gendlin, filósofo, psicólogoy psicoterapeuta nacido en Vienaen 1926. Hoy el focusing es un vehículode pensamiento y de actividadfilosófica, una posibilidad de autoayuda,un método de psicoterapia, uninstrumento de creatividad, un procesode toma de decisiones y un caminopara explorar dimensiones espirituales.El focusing clarifica cómo nospercibimos; abre el espacio interior,donde hay zonas sin explorar; es uncamino de acceso a uno mismo y deaceptación incondicional; hace posibleuna vida con profundidad existencial.Se trata de una experienciade estar con uno mismo, de vivir conla propia vivencia y convertirse en elmejor terapeuta. El libro está escritosal terraede forma experimental: cada lectorencontrará unas pautas distintas deaplicación, según su personalidad yel momento que esté viviendo. Poreso tiene una aplicación muy subjetiva.El propósito del autor es ayudar aque los lectores se encuentren consigomismos y crezcan desde su propiarealidad, no desde otra.En la primera parte, el autor proponeun recorrido por el cuerpo comolugar de vida y experiencia queél denomina «casa»; la «bajada» alinterior proporciona información eintuiciones, clarifica las metas personalesy proporciona orientacionesen la toma de decisiones. La primeraentrada en uno mismo puede resultardifícil, pero hay que ser tenaces paraver el paisaje interior en su totalidady contemplarlo sin discutirlo, sin valorarloni describirlo con palabras.Estar atentos significa percibir ydar «la bienvenida» a todo lo quesurge, dispensar acogida a todo loque habita dentro, dándole la posibilidadde que viva. Se trata de percibirsin evaluar, sin analizar, sin interpretar,sin formular. Estar atentos requiereestar sin propósito ni metas niobjetivos; es decir, «estar con lo quese percibe». Percibir significa hacerlodesde algún lugar; y sólo cuandoestamos silenciosos y atentos podemosdescubrir cómo ha surgido lavivencia. Es importante el ejerciciode la atención, que funciona comoun músculo que hay que ejercitar; delo contrario, se inutiliza.La genialidad de Gendlin, el iniciadordel focusing, radica en haber


RECENSIONES801encontrado una teoría y una prácticaque permite expresarse verbalmentey hacer accesible el saber corporal.El focusing es una manera de estarcon uno mismo y con el cuerpo.Somos más que nuestro problema,y a este más hay que hacerlehueco; si estamos atentos a ese más,podremos buscar soluciones. Hayque saber tomar en los brazos loseventos dolorosos, protegiéndolos,dándoles calor y cercanía. Para ocuparnosde los problemas es indispensabledisponer de espacio libre, saberdistanciarnos («una buena valla hacebuenos vecinos»). Es aconsejable expresarlos problemas, ponerlos fuera:ni tan cerca que nos agobie, ni tan lejosque nos desentendamos de ellos.El espacio libre protege del «síndromedel agotamiento», que surgecuando se dedica mucho tiempo e intensidada tareas sin sentido que noproporcionan gratificación. Vivirdesde el espacio libre amplía y profundizalas experiencias vitales: cadauno tiene su experiencia personal, nohay otra. El libro ofrece abundantesejemplos prácticos para trabajar problemascon el focusing y da algunasindicaciones, lo que otorga a la obrauna aplicación práctica indudable.En la segunda parte, el autor haceuna llamada a dar profundidad ala vida contra el sentido posmodernode ésta, que es el de una vida sin hogar,sin centro, sin profundidad nisolidaridad. Hace falta un apoyo,una conexión profunda vivida desdecada uno, con un anclaje que permitasobrevivir. La cuestión es cómoencontrar el camino interior en estaépoca posmoderna. Para abordar estaposmodernidad tan compleja elautor propone, entre otras cosas, entraren el propio «cuerpo-hogar» ydesde ahí organizar la vida de manerasegura, conectar los distintos impulsosinternos, establecer contactocon grupos de referencia y entablarconexión con el universo como llegadaa lo Inefable.El focusing ayuda en esa búsquedaprofunda y ayuda a conseguir armoníapersonal, a encontrar «nuestrohogar», un hogar más profundoque nosotros mismos, a entrar enprofundidad en la sabiduría interior(en el interior reside lo Grande, loTotal), y desde ahí entender el mundointerpretativo, simbólico, el mundosilencioso de la experiencia. Elcuerpo, según Gendlin, abarca el espacioy el tiempo de cada uno, deotras personas; en suma, abarca eluniverso entero. El cuerpo pertenecea la totalidad (p. 158).La obra contiene muchos ejemplosprácticos, lo que le otorga aplicabilidada cada caso concreto.Facilita un amplio repertorio de direccionesde centros en los que sepractica focusing. Un libro interesantey útil para el conocimiento y lapráctica del focusing, que el autorpone con lenguaje asequible en manosde lectores motivados por un temaque está suscitando un interéscreciente en la actualidad.Rosario Paniagua Fernándezsal terrae


802 LOS LIBROSBOFF, Leonardo, San José. Padre de Jesús en una sociedad sin padre,<strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 2007, 198 pp.Durante más de quince siglos, la figurade san José permaneció en laoscuridad, relegada al ostracismopor parte de los teólogos. Hasta hacemuy poco, como recuerda Boff,«nunca se le consideró digno de ocuparun lugar importante en la reflexión,ni siquiera de los papas deRoma» (p. 106). El personaje silencioso,justo y trabajador que ejercecomo padre de Jesús en la tierra y alque los Evangelios no dedican enningún momento un discurso exclusivomerece en este libro la atencióndel prolífico Leonardo Boff para rescatarlodel olvido y colocarlo en unestatus singular.En una obra tan completa comosencilla, el teólogo brasileño ha sabidodestilar con acierto casi todo loque se sabe del patrono de la Iglesiauniversal, fruto de una tarea de investigaciónclaramente de muchosaños. Dan fe de ello las diez páginasfinales de apretada bibliografía. Conun carácter de «libro definitivo», y aveces con cierto tono de tratado académico,el autor ofrece en primer lugarun recorrido exhaustivo de la figurade san José desde todas las visionesposibles, empezando poraclarar estereotipos sobre el esposode María, tales como su supuesta ancianidado el carácter de su matrimonio.El trayecto se detiene en elsanto histórico, el san José de la fe(el narrado en los Evangelios), el dela tradición (de los apócrifos), y elsal terraede la razón (desde la reflexión teológica).Este bloque, el primero de lostres en que se divide el libro, es elmás extenso y ocupa más de la mitaddel mismo.La segunda parte, más breve (pp.119-159) es una escalada hacia elque él mismo define como objetivodel libro: «responder a la preguntade si tiene san José una relación únicay singular con el Padre celestial,de manera que pueda afirmarse querepresenta la personificación delPadre» (p. 24). Dando un paso máscon respecto a quienes afirman queJosé pertenece al orden de la uniónhipostática o defienden la relaciónsingular de José con el Padre celestial,el autor plantea aquí de formaentusiasta que, al igual que Jesús esla personificación del Hijo y Maríalo sería del Espíritu Santo, José losería del Padre. Esta tesis, que sitúaaparentemente a José en un planoequiparable a Jesús, puede, cuandomenos, confundir al lector.Llama un poco la atención quesea éste el objetivo que se marca conesta obra, en vez de, como cabría esperardel subtítulo, vindicar la figuradel José padre de Jesús como modeloy referencia para esta sociedad sinpadre. Es en las treinta últimas páginas,que constituyen la tercera parte,donde ya sí responde a la promesade portada. En el marco de lo que laTrinidad y la Sagrada Familia puedeniluminar a la familia moderna,


RECENSIONESse detiene en las implicaciones queel modelo de san José como padre,esposo y educador puede tener ennuestra sociedad, en la que el padreha dejado de estar presente y atraviesauna situación «más dramática quela de la familia» (p. 171).Quizá en una de las piezas clavedel libro, resume en unos pocos puntoslo que José nos revela, «no conpalabras, pues nada nos dijo, sinocon sus ejemplos, que hablan más altoy más claro que cualquier palabra»(p. 178): irradia el principio antropológicodel padre, tomando decisionesante problemas complejos(el misterioso embarazo de María);manifestando un sentido fuerte deldeber (viaja para censarse, atiende alparto en Belén, presenta al Niño,cumple las peregrinaciones anuales...);mostrando valor ante los peligros(en la huida a Egipto); ejerciendoautoridad e imponiendo límites(Jesús «les obedecía»). Desempeñala función del padre de ser puenteentre la familia y la sociedad con laimposición del nombre a Jesús y suaceptación pública del hijo que él noha engendrado, así como transmitiéndolesu rectitud en el obrar (eraun varón justo) y su experiencia profesional.Finalmente, y puede que lomás importante por sus consecuencias,ejerce una paternidad «sana y803vigorosa», base para la experienciaespiritual de Jesús, que vivió una extremaintimidad con Dios, llamándoloinfantilmente «Abba», gracias a laextrema intimidad que tuvo antescon su padre José.Leonardo Boff aúna, pues, en estaobra una meritoria recopilación ysíntesis de información y reflexiónsobre san José desde las perspectivasmás relevantes; un ejercicio de fundamentaciónteológica encaminadoa dar soporte a la tesis de que el padreterreno de Jesús personifica a suPadre celestial; y, finalmente, unatraslación de los aspectos clave de sufigura como modelo para el hombrede hoy. Una valiosísima aportación,sin duda necesaria, aunque quepacuestionarse la oportunidad de introducirlos cuatro capítulos de disquisicionesteológicas para demostrarese cierto toque divino del obrero deNazaret. Por bienintencionada quesea esta tarea, lo cierto es que no hacerealmente ninguna falta, comoacabamos de ver, para «presentar asan José como una figura ejemplarde la que podemos aprender y sacarsabias lecciones también para los padresdel siglo XXI, que viven en unmodelo de civilización muy diferentey buscan una identidad adecuadapara este tiempo» (p. 180).José Manuel Burgueñosal terrae


804 LOS LIBROSIGNACIO DE LOYOLA, Escritos Esenciales. Dios en todas las cosas,<strong>Sal</strong> <strong>Terrae</strong>, Santander 2007, 126 pp.Miguel de Unamuno afirmaba que«la mística busca el fondo donde laspotencias se hunden y se asientan,en que se conoce, quiere y siente contoda el alma, no ya ver las cosas enDios, sino sentir que todas las cosasson en Él». Justamente el mensaje deeste escritor español puede contribuira definir la aportación fundamentalde este libro, porque los escritosde San Ignacio han sido siemprefuente de inspiración para ir a labúsqueda de Dios y, a través de él, almisterio de uno mismo y del mundo.Una de las marcas principales dela espiritualidad ignaciana es la fraseen la que se sintetiza todo su pensamiento:«Buscar y hallar a Dios entodas las cosas», lema que uno delos discípulos de Ignacio concretó enla tan divulgada expresión de «contemplativosen la acción». Esta propuestade vida es la que se pone demanifiesto en los Escritos recogidosen la presente obra: Dios se hacepresente en todo cuanto existe. Poreso, quien lea estas páginas sentirásatisfecha una de las necesidadesmás actuales en la espiritualidad: integrary articular con acierto el amora Dios y el amor al prójimo y a la vida.Los Escritos de Ignacio hacenque nos adentremos en la naturalezamisma de Dios, sabiendo que tal inmersiónen el Misterio es lo queconstituye la más plena humanizacióny hermanación de los hombres.Nos encontramos ante pasajesque invitan a pensar e interpelannuestra vida, impulsándonos a orarla.En este sentido, las palabras deeste pequeño libro facilitan el accesoa Dios desde el núcleo de la propiaexistencia. De ahí, también, que ladistribución temática del mismo nopretenda sistematizar el pensamientode Ignacio, sino proporcionar accesosa distintos ámbitos de la vida(Amar, Comunicación, Orar, Trabajarjuntos y unos por otros, <strong>Sal</strong>ud yenfermedad...).Así, los lectores de esta obra podránconocer con cierta profundidadla espiritualidad ignaciana encontrandomotivaciones para vivirla. Elnúcleo de la misma es claro: Dios esel centro absoluto y el sentido plenode la existencia de cada ser humano.Podemos encontrar a Dios en mediode nuestras vidas y no al margen deellas. No es necesario crear un espaciopropio para Dios. Él nos sale alencuentro, y nosotros podemos experimentarleen medio de nuestra viday en las circunstancias más diversas.Dios-en-medio-de-la-vida esuna buena noticia para quienes estamosinmersos en la espesa red de lasociedad actual, urbana e industrial.Un bonito mensaje de esperanza:Dios no está lejos de nosotros, se encuentraen medio de nuestra vida.Laura Steegmannsal terrae


RECENSIONES805SANNA, Ignacio, Karl Rahner, San Pablo, Madrid 2006, 176 pp.Karl Rahner fue un teólogo jesuitacuya aportación sigue siendo vigente.Es difícil entender los parámetrosde la reflexión cristiana sin haceralusión a sus planteamientos y a laspropuestas que él ha llevado a cabo.Sus escritos, centrados fundamentalmenteen la Teología Dogmática, seesparcen en numerosas obras, escritosy colaboraciones en revistas odiccionarios, lo cual hace difícil unacomprensión global del mismo. Entresu Oyente de la Palabra (1941),de corte filosófico y precedida por sutesis doctoral sobre el Espíritu en elmundo, y el Curso fundamental de lafe (1976), en el que pretende una exposiciónde los contenidos esencialesdel cristianismo, el pensamientorahneriano va madurando en sus clasescomo profesor de Teología enInnsbruck, Munich y Münster. Deuno de sus grandes proyectos (Escritosde Teología) sólo están traducidosal español siete de los dieciséisvolúmenes.El libro de Sanna que comentamosacerca de este gran maestro esel primero de una serie que comienzaa estudiar a los teólogos del sigloXX, haciendo una breve reseña ycontextualización histórica con unaestructura asequible y con un lenguajeciertamente ágil. Así, en el casode Rahner, la obra se elabora entres partes: una primera dedicada asu vida y a un repaso somero de suspublicaciones; una segunda en laque resaltan las dimensiones fundamentalesde su teología (mística ignaciana,filosófica, mistagógica,orante); y una tercera en la que seenfrenta al lector, después de las clavesrecibidas, con un ensayo en trescapítulos que pertenecen a la plumade Rahner sobre el método teológico,la teología trascendental y la reductioin mysterium. Esto último esimportante, puesto que revela que laintención de esta colección no esmeramente didáctica o de recensión,sino que pretende ser también unainvitación a la lectura de los grandesteólogos.Es fundamental para la teología,según Rahner, la inquietud desde laque se escribe. En su caso resaltancuatro dimensiones: su ser jesuita ysu misión mistagógica como servicioa la comunidad eclesial y diálogocon el mundo; su experiencia mística,abrazando la inmensidad del misteriode Dios y su incomprensibilidadabsoluta; la experiencia de gracia,que es experiencia trascendentalen la que la persona se encuentraconstitutivamente abierta y en diálogocon Dios como persona y en laque recibe la autocomunicación yautodonación de Éste; y, por último,su quehacer teológico y filosófico(unidos el uno al otro), que no esmenos importante a la hora de acercarsea sus escritos, puesto que podríadarse a entender falsamente queuna lectura rápida de cualquiera desus artículos puede prescindir deotras herramientas teológicas (comosal terrae


806 LOS LIBROSpueda ser un conocimiento de ladogmática o de las cuestiones principalesde la teología actual).Importante es, en cualquier caso,que esta obra incite a los cristianosde hoy a prescindir de la ignoranciade su propia fe e introduzca la teologíacomo un servicio a la comunidad;es decir, que no sea sólo unaobra para quienes ya conocen aRahner, sino para quienes puedanaventurarse en la inteligibilidad de lafe también como camino espiritual ypastoral.José Fernando Juan Santossal terrae


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDADKEITH WARDCristianismo.Guía para perplejos240 págs.P.V.P. (IVA incl.): 15,00 €En esta estimulante guía a la fe cristiana, Keith Ward hace un ampliorecorrido desde la gran explosión («big bang») hasta la historia de la fe,el pensamiento teológico moderno y el destino de la humanidad, pasandopor el Antiguo y el Nuevo Testamento. El profesor Ward no eludelas difíciles preguntas que surgen de la historia de la Iglesia ni rehuyelos desafíos que plantean la Ilustración y la ciencia moderna.Cristianismo: una guía para perplejos es un libro riguroso, abierto e inteligenteque muchos cristianos reflexivos, así como quienes sopesan elcristianismo, encontrarán inestimable.


STEDITORIALApartado 77 39080 Santander ESPAÑANOVEDADSENÉN VIDALIniciación a Pablo184 págs.P.V.P. (IVA incl.): 8,50 €En el año dedicado a conmemorar el bimilenario del nacimiento dePablo, esta obra está inspirada en la fascinación de su autor por las cartasdel apóstol. Primeramente reseña el contexto histórico, en sus dimensionespolítica, social, económica, cultural y religiosa. A continuaciónhace un recorrido por las sucesivas etapas de la vida de Pablo.Luego introduce directamente las cartas paulinas, en cuanto a su carácterliterario, origen y recopilación posterior. Por último, presenta latrama del Evangelio de Pablo como eje vertebrador de su reflexión teológicay de su actividad misional.

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