730 JUNKAL GUEVARA LLAGUNO1,6-7; 1 Co 1,2; Flp 1,1); todos pertenecen a la «Iglesia de Dios» (1 Co1,2; 11,22; 2 Co 1,1; Ga 1,13). Se puede observar incluso en su praxisapostólica un interés personal en contribuir a la koinonía fortaleciendolos lazos entre los miembros de las comunidades (escribe, visita personalmente,envía colaboradores...).Además, la lectura de esta carta revela que el objetivo fundamentalde la misma fue salir al paso de los conflictos que agitaban a la comunidadcomo consecuencia, precisamente, de las divisiones surgidasen el seno de la misma 12 y que amenazaban el testimonio de fraternidadque era esencial para el apóstol (1 Co 1,10-11).Parece que se comparaba la predicación de Pablo con la de Apolo(1 Co 1,12); que se producían divisiones en la celebración de la eucaristía,por las diferencias entre pobres y ricos (1 Co 11,18-22); además,el que la glosolalia y la profecía, carismas espectaculares y extraordinarios,fueran considerados mejores, establecía rupturas y conflictosentre los miembros.Es en este marco en el que hemos de interpretar los textos.El primero lo encontramos en 1 Co 11,2-16, cuyo contexto pareceser la celebración litúrgica (vv. 4.10.13). Es posible que Pablo esté saliendoal paso de ciertos desórdenes (v. 16) que se producirían en lasreuniones litúrgicas como consecuencia de la confusión de roles y actitudesentre hombres y mujeres, que cuestionarían la decencia y el honorde los que celebraban (v. 13).El apóstol da por supuesto que hombre y mujer participan en piede igualdad en la celebración; ambos rezan y profetizan (vv. 4 y 5).Pero el texto apunta una dificultad que divide a la comunidad y que tieneque ver con cubrirse o descubrirse la cabeza en la asamblea litúrgi-12. «La iglesia apareció en Corinto a mediados del siglo I como una más entre unadiversidad de agrupaciones religiosas nuevas, pequeñas en tamaño y sin repercusiónen las estructuras de poder en la sociedad. La comunidad cristiana representabaun proyecto popular de igualdad y justicia mediado por Jesucristo,y se componía principalmente de personas de bajo estrato social y económico:esclavos, libertos y personas libres muy pobres (l Co 1,26). También se habíanunido a la iglesia unas cuantas personas que no eran de los grupos más marginados,y a menudo éstos estropeaban el proceso, dominando y explotando a losotros en un conflicto de clase al interior de esta comunidad»: I. FOULKES,«Conflictos en Corinto: las mujeres en una iglesia primitiva»: Ribla 15 (1993)107-122.sal terrae
«DILES QUE NO SE SIGAN POR SOLA UNA PARTE DE LA ESCRITURA...»731ca; particularmente, con el hecho de que las mujeres no se estuvierancubriendo.En 2 Co 3, Pablo, en un contexto en el que está contraponiendo loantiguo y lo nuevo, a Moisés y a Cristo, utiliza la imagen del rostro cubiertode Moisés en el Sinaí. Cubrirse es propio del régimen antiguo;descubrirse, del nuevo. Así, el capítulo termina con esta recomendación:«Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como enun espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloriaen la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (3,18).Con esta recomendación de fondo, la argumentación de 1 Co 11,7-9 intenta justificar por qué, a pesar de todo, la mujer debe cubrirse.Para ello recurre al tema de la imagen y la gloria de Dios, que, aunqueen Gn 1,26-27 se dice del varón y la mujer, en el judaísmo del tiempode Pablo se predicaba del varón únicamente 13 . La mujer, según categoríasde subordinación y dependencia vigentes, sería entonces la gloriadel hombre y participaría de la gloria de Dios a través del hombre.Pablo estaría aceptando esta mentalidad propia de la época 14 parasalvar el escándalo que podría estarse produciendo en Corinto comoconsecuencia de la liberación de ciertas convenciones sociales por partede algunas mujeres de la comunidad. Y establecería, además, unprincipio general: «[digo que] nosotros no tenemos tal costumbre, nilas Iglesias de Dios» (v. 16).En consecuencia, el texto no estaría mostrando una defensa absolutade la subordinación de la mujer al varón, que chocaría de frentecon el principio general establecido en Ga 3,28 15 : «Ya no hay judío ni13. «Cuando se ponía en pie [Adán], aparecía como semejante a Dios. Las criaturas,al verlo, quedaban atemorizadas, como imaginado que era su creador, y veníantodas a adorarlo. “¿Venís a adorarme a mí? Venid conmigo. Vayamos a investirlode majestad y poder y proclamar rey sobre nosotros a aquel que noscreó”» (Pirké Rabbí Eliézer 11,2).14. «En la cultura del tiempo, la autoridad era oficio exclusivamente masculino; elvarón era la cabeza. La función femenina no era la de ser cabeza; era diversa,lo que de por sí no significa inferioridad. En la teología paulina, la “cabeza” detodo es Cristo (1 Co 3,22-23; 15,28). Todo ejercicio de jerarquía se refería aCristo; por consiguiente, también la del hogar estaba subordinada al dominiode Cristo y debía ser, fundamentalmente, un servicio»: M. BERTETICH, «Lasmujeres en la vida y los escritos de San Pablo»: Revista Bíblica 38 (1976) 30.15. «Para Pablo, la igualdad radical de varones y mujeres se debe a que son igualesante Dios: son sus hijos en el Hijo. La ley judía que establecía diferenciassal terrae
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