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SUMARIO - Editorial Sal Terrae

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CARTA A GUSTAVO GUTIÉRREZ779corrientes cristológicas de la primera Iglesia, nos contaba eso tan sabidode que en Alejandría florece una cristología más «desde arriba»,más atenta a la divinidad de Jesús, con peligros para la verdadera afirmaciónde su humanidad; mientras en Antioquía se cultiva una cristologíamás «desde abajo», más atenta a la humanidad de Jesús, con peligrode olvidar su divinidad. Bueno: son éstas cosas muy conocidas.Si las comento ahora, es porque, al llegar aquí, Ratzinger se detenía ypreguntaba mirando a los alumnos: «¿Y en Roma?». Y el mismo respondía,con una gota de malicia inocente: «En Roma, ya lo saben ustedes,no se hace buena teología». Con la consiguiente ovación de todael aula...He recordado muchas veces esa anécdota cuando luego fui testigode tus calvarios y los de otros muchos. Y conociendo hoy mucho mejorque entonces la historia de la teología, he llegado a la conclusión deque lo malo no es hacer una teología deficiente, porque cualquier teologíasiempre tendrá, amén de sus límites, sus aspectos positivos, quepueden ser útiles en según qué momento. Lo malo, y lo que sigue caracterizandoa buena parte de la Roma actual, es creer que aquella teologíaes la única posible. Y que, por tanto, todas las demás merecen sercondenadas en nombre de la fe, cuando en realidad son condenadas ennombre de la pereza teológica. Ya Pascal vería aquí la raíz de todas lasherejías: no en que no digan algo de verdad, sino en la falsa dosis y lapretensión de exclusividad con que la afirman.No sé si debo contar esto que sigue, pero considero que seguimosen nuestra sobremesa reservada y tranquila. Un teólogo latinoamericanoque ha tenido también problemas con Roma me contó que, enuna visita que hizo allí para otras cosas de su orden, su P. General lepidió que tuviera (y le facilitó) una entrevista con un monseñor de lacitada congregación, el cual fue muy amable de trato con él, pero lepreguntó varias veces: «Pero, Padre, ¿por qué se meten ustedes a hacercristología? ¡Si en la cristología ya está todo dicho! Basta repetiry explicar los dogmas conciliares, y no hay nada más que decir. Ustedesquieren ir por otros caminos inexistentes, y por eso tienen problemas».Nunca sabremos ni tú ni yo en qué mundo vivía ese buen señory a qué gentes predicaba la fe (si es que la predicaba, que es lo que cabedudar). Pero, en mi opinión, es uno de los mejores ejemplos queconozco de esa nefasta confusión entre la pereza teológica y la fidelidada la fe.sal terrae

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