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Lancet - International Confederation of Midwives

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Serie<br />

(Viene de la página anterior)<br />

• Las llamativas diferencias entre la actividad sexual de hombres y mujeres se pueden<br />

explicar, en parte, por la tendencia de los hombres a declarar de más y de las mujeres a<br />

declarar de menos, pero los patrones de formación de parejas entre personas de<br />

edades distintas y la estructura etaria de las poblaciones también contribuyen a<br />

explicar la diferencia, especialmente en los países africanos.<br />

• El matrimonio no es garantía de protección del estado de la salud sexual. A las<br />

mujeres casadas les resulta más difícil que a las solteras negociar las relaciones<br />

sexuales seguras y el uso de condón para la planificación familiar. La experiencia<br />

sexual muy temprana dentro del matrimonio puede ser coercitiva y traumática.<br />

• El uso de condón está aumentando, en algunos casos, como en Uganda, de manera<br />

sorprendente. Pero en muchos países en desarrollo su utilización sigue siendo escasa.<br />

• Los factores que determinan las variaciones y las tendencias de la conducta sexual son<br />

ambientales e incluyen cambios en relación con la pobreza, la educación y el empleo;<br />

las tendencias demográficas, como el cambio en la estructura etaria de las<br />

poblaciones y la tendencia hacia el matrimonio tardío; un aumento de la migración<br />

entre y dentro de los países; la globalización de los medios de comunicación masiva;<br />

los avances de la anticoncepción; el acceso a los servicios de planificación familiar;<br />

y las estrategias de salud pública para la prevención de VIH y enfermedades de<br />

transmisión sexual.<br />

• Además de los cambios en la conducta individual, las intervenciones de salud pública<br />

deben abordar los determinantes más amplios de la conducta sexual, como el género,<br />

la pobreza y la movilidad.<br />

• Los mensajes que apuntan a la reducción de riesgos deben respetar la diversidad y<br />

preservar el derecho de elección. El énfasis selectivo en determinados aspectos de las<br />

estrategias ABC (abstinencia, fidelidad y uso de condón) debe adaptarse a los<br />

diferentes individuos y situaciones. La gente joven necesita apoyo para definir el<br />

mejor momento para tener sexo por primera vez, pero las primeras experiencias<br />

sexuales a menudo son forzadas o incluso a cambio de dinero.<br />

• La educación sexual en las escuelas mejora la toma de conciencia sobre los riesgos y<br />

el conocimiento sobre las estrategias de reducción de riesgos, al tiempo que aumenta<br />

los niveles de eficacia y de voluntad para practicar relaciones sexuales seguras, y<br />

retrasa más que adelanta el inicio de la actividad sexual.<br />

• El enfoque general de la promoción de la salud sexual no es efectivo en todas partes y<br />

las intervenciones de componente único no funcionan en ninguna parte. No sólo<br />

necesitamos saber si las intervenciones funcionan, sino también por qué y cómo lo<br />

hacen en contextos sociales específicos. Se requieren intervenciones sobre la<br />

conducta integrales que tomen en cuenta el contexto social, que intenten modificar<br />

normas sociales para que apoyen la adopción y la perseverancia de los cambios de<br />

conducta y que aborden los factores estructurales que contribuyen a la conducta<br />

sexual de riesgo.<br />

Durante las últimas dos décadas, la necesidad de<br />

predecir y prevenir la transmisión de VIH ha dado un<br />

ímpetu valioso a los estudios sobre intervenciones y<br />

conductas sexuales. 6,7 Los datos son más escasos en<br />

algunas regiones que en otras, en particular en aquéllas<br />

con baja prevalencia de VIH o con prohibiciones severas<br />

en torno al sexo, o ambas. Los países africanos, por<br />

ejemplo, han recibido una atención enorme por parte de<br />

los investigadores en comparación con los asiáticos y, por<br />

tanto, la base de evidencia tiene sesgos. Aun así, es<br />

posible adquirir una impresión global razonable a partir<br />

de la gran cantidad de países en desarrollo que cuentan<br />

con datos comparables—aquéllos donde se ha llevado a<br />

cabo una Encuesta de Demografía y Salud (ENDESA) 8 —,<br />

y de otras naciones con encuestas nacionales comparables.<br />

Se van acumulando también datos provenientes de las<br />

evaluaciones sobre el efecto de las intervenciones para<br />

mejorar la salud sexual.<br />

La evidencia resultante brinda una oportunidad sin<br />

precedentes para examinar la conducta sexual y los<br />

esfuerzos para proteger la salud sexual a principios del<br />

siglo XXI. La conducta sexual cambia en respuesta a<br />

fuerzas sociales seculares y no seculares. En las décadas<br />

recientes se han dado grandes cambios socioeconómicos<br />

en cuanto a pobreza, educación y empleo. Han ocurrido<br />

cambios demográficos, en la estructura etaria de las<br />

poblaciones, la edad de matrimonio y la escala de<br />

movilidad y migración entre y dentro de los países,<br />

incluyendo el trabajo zafral, el desplazamiento hacia los<br />

centros urbanos, además de conflictos sociales debido a<br />

guerras e inestabilidad política. Las actitudes frente a la<br />

conducta sexual han cambiado en muchos países. 9,10 Las<br />

comunicaciones mundiales, incluida Internet, 11 han<br />

influido en las normas sociales al llevar imágenes sexuales<br />

desde las sociedades más liberales a las más conservadoras,<br />

sobre todo a aquéllas en las que los avances de las<br />

tecnologías de información han sido rápidos. 12<br />

Los avances en la anticoncepción han liberado cada vez<br />

más la expresión sexual de sus consecuencias<br />

reproductivas. También se han producido cambios en las<br />

políticas y la legislación que gobiernan los sistemas de<br />

atención en salud y las estrategias de salud pública; 13 ha<br />

aumentado el acceso a los servicios de planificación<br />

familiar, y los esfuerzos para prevenir la transmisión de<br />

VIH han llegado a prácticamente todas las áreas.<br />

Describimos las tendencias y los patrones actuales de las<br />

variables más importantes de la conducta sexual, y sus<br />

implicancias para el estado de la salud sexual y el diseño<br />

de intervenciones de salud sexual. Presentamos nuestros<br />

mensajes clave en el panel 1.<br />

Comparaciones entre países<br />

Comparamos datos para países enteros (panel 2 y tabla 1)<br />

y, al hacerlo, prestamos menos atención a la variabilidad<br />

sustancial dentro de los países. Nuestra elección de<br />

indicadores muestra una preocupación por la salud<br />

sexual y los derechos humanos, pero también está<br />

determinada por la disponibilidad de datos comparables.<br />

La edad de la iniciación sexual es de interés para la salud<br />

pública, ya que la iniciación temprana tiene más<br />

probabilidades de ser forzada y ser lamentada<br />

posteriormente, 31–33 tiene menos probabilidades de estar<br />

protegida contra un embarazo no planificado y contra<br />

infecciones, y está asociada con mayor cantidad de<br />

parejas sexuales a lo largo de toda la vida. 34–36 Se incluyen<br />

las conductas de riesgo en cuanto a las infecciones de<br />

transmisión sexual, tales como tener parejas múltiples y<br />

las relaciones sexuales entre hombres, y también las<br />

estimaciones de prevalencia de sexo comercial, ya que los<br />

clientes de las y los trabajadores sexuales son grupos<br />

“puente” importantes para la propagación de infecciones<br />

46 <strong>Lancet</strong> 2006; 368: 1706–28

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