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Lancet - International Confederation of Midwives

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estar basadas en una comprensión sólida del proceso. 155<br />

El énfasis debe estar no sólo en qué métodos funcionan<br />

mejor, sino también en por qué y cómo lo hacen en<br />

contextos sociales particulares.<br />

Tercero, es posible que las autoridades y los diseñadores<br />

de programas tengan que abandonar su preocupación<br />

por ver el progreso hacia resultados biomédicos finales<br />

como una medida de éxito. 156 De todos modos, no siempre<br />

es fácil de definir el vínculo entre la conducta sexual y las<br />

tasas de VIH, otras enfermedades de transmisión sexual<br />

y embarazos no planificados. Los estudios comparativos<br />

no han logrado explicar la heterogeneidad de la<br />

transmisión de VIH en África 157 y los países<br />

desarrollados 54,158 en función de las diferencias en la<br />

conducta sexual, y los estudios de evaluación no siempre<br />

muestran un vínculo entre el cambio de conducta y los<br />

resultados de salud. 159 Donde los objetivos de las<br />

intervenciones son principalmente sociales, es esencial<br />

una nueva estimación de la elección de objetivos finales.<br />

En los casos en que existen evidencias sólidas de un<br />

vínculo entre los cambios en el contexto social y una<br />

mejora en el estado de la salud sexual, los progresos<br />

vinculados a la violencia doméstica, 118 el empoderamiento<br />

de género 160 y los cambios de las normas sociales 121 pueden<br />

ser vistos como resultados intermedios válidos. No<br />

reconocerlos como tales podría impedir el desarrollo de<br />

intervenciones potencialmente útiles, 161 lo que, a su vez,<br />

tendría implicancias para el plazo de las evaluaciones,<br />

cuya duración debe tener en cuenta el proceso más lento<br />

del cambio social.<br />

Conclusiones<br />

Ésta es la primera vez que se ha hecho un intento de<br />

recopilar datos completos de encuestas sobre conductas<br />

sexuales a nivel mundial. Los datos muestran quizás<br />

menos cambios en el tiempo de lo que podría esperarse.<br />

Las personas que temen una oleada de promiscuidad<br />

juvenil podrían sentirse reconfortadas por el hecho de<br />

que las tendencias hacia el sexo temprano y prematrimonial<br />

no son ni tan pronunciadas ni tan frecuentes como a<br />

veces se supone. Del mismo modo, la ausencia aparente<br />

de una asociación entre las variaciones regionales de la<br />

conducta sexual y el estado de la salud sexual también<br />

podría ir en contra de la intuición. En particular, la<br />

prevalencia comparativamente alta de parejas múltiples<br />

en los países desarrollados –comparada con la de otras<br />

partes del mundo, que tienen tasas mucho más altas de<br />

infecciones de transmisión sexual y VIH, como los países<br />

africanos—podría deparar algunas sorpresas. Sólo las<br />

tasas de uso de condón son, como era de esperar,<br />

inferiores en países con un estado de salud sexual más<br />

deteriorado, y esto probablemente sea atribuible a factores<br />

vinculados con el acceso y la provisión de servicios. Los<br />

datos dan argumentos poderosos para enfocar las<br />

intervenciones en los determinantes más amplios de la<br />

salud sexual, como la pobreza y la movilidad, pero, sobre<br />

todo, en la desigualdad de género.<br />

Panel 4: VIH en Uganda<br />

Los datos comparativos son importantes para<br />

contrarrestar la desinformación y aplacar los temores<br />

relativos a la conducta sexual. La selección de los<br />

mensajes de salud pública debe estar guiada por pruebas<br />

epidemiológicas más que por mitos y posturas moralistas.<br />

El mayor desafío a la promoción de la salud sexual en<br />

casi todos los países proviene de la oposición a las<br />

estrategias de reducción de daños por parte de las fuerzas<br />

conservadoras. Los gobiernos tienden a ser cautelosos<br />

Serie<br />

El éxito de Uganda en la reducción de la prevalencia de VIH115,128 y la mejora del estado de la<br />

salud reproductiva, 129 comparado con los países vecinos, ha sido atribuido al énfasis<br />

selectivo en los temas de abstinencia y fidelidad de la estrategia ABC dentro de los<br />

programas nacionales sobre VIH. 34 Se ha sugerido que el inicio tardío de la actividad sexual<br />

y una disminución de las parejas sexuales no regulares (una reducción de 65% de 1991 a<br />

1998) han sido más importantes que el uso de condones para frenar la epidemia de VIH. 130<br />

Estas conclusiones se interpretaron como la prueba del mérito de los enfoques centrados<br />

en la abstinencia para la prevención de VIH a nivel general. 130,131<br />

Varias características de la situación epidemiológica y del contexto social sugieren que el<br />

éxito de Uganda no debería atribuirse sólo a algunas intervenciones específicas. La<br />

primera característica tiene que ver con la cronología de los eventos. El descenso de la<br />

prevalencia de VIH se corresponde con una caída en la incidencia desde comienzos de<br />

1985, cuando en Uganda aún no estaban funcionando los programas públicos de<br />

prevención de VIH a nivel nacional. Además, según muestran nuestros datos, la tendencia<br />

a tener las primeras relaciones sexuales a una edad más tardía para las mujeres ocurrió en<br />

forma gradual desde los años setenta hasta el presente, es decir, antes del comienzo de los<br />

programas de prevención de VIH. Para los hombres, en las décadas recientes se han dado<br />

muy pocos cambios en la edad de la primera relación. Sin embargo, las pruebas muestran<br />

que han ocurrido otros cambios de conducta. Los condones se introdujeron con prudencia<br />

y gradualmente132 en Uganda, y en su mayoría no estaban disponibles para la población en<br />

general durante los años ochenta, pero las tasas de uso eran considerables en los grupos<br />

de alto riesgo, tales como las trabajadoras sexuales. 115<br />

Estos cambios de conducta han sido atribuidos a las exitosas campañas de educación<br />

pública en Uganda. Los organismos de salud pública se ganaron la confianza de las<br />

comunidades al lograr el apoyo de los líderes locales y la Iglesia para los mensajes Ama con<br />

cuidado y Cero sexo casual, 133 y luego introducir en los programas los mensajes que<br />

promovían el uso de condón. Sin embargo, también influyó133 la toma de conciencia sobre<br />

la severidad del SIDA, su efecto en la familia y los amigos, 134 y la voluntad de los afectados<br />

de adherirse al cambio de conducta públicamente. Además, algunos han señalado<br />

factores más amplios que han contribuido a la reducción de la prevalencia de VIH en<br />

Uganda, muchos de los cuales precedieron a los programas actuales de prevención. 128<br />

Éstos incluyen la asimilación exitosa del conocimiento científico sobre las formas de<br />

transmisión, 135 el restablecimiento de la vida comunitaria con la estabilidad civil<br />

recuperada al final de la guerra civil en 1986—lo que redujo sustancialmente la<br />

prevalencia de las infecciones de transmisión sexual129,136 —y dos décadas de fuerte apoyo a<br />

las políticas. 128<br />

Uganda fue el primer país africano en establecer un programa nacional del SIDA137 y la<br />

respuesta a la epidemia trascendió los factores de nivel individual. Éstos incluyeron<br />

esfuerzos coordinados e integrales a nivel comunitario, como la movilización de grupos<br />

locales, amplia participación de varias ONG en la prevención de VIH, alianzas de<br />

colaboración entre grupos religiosos y activistas comunitarios, amplia financiación, y<br />

apertura en cuanto a la magnitud del problema y el compromiso de abordarlo al nivel<br />

político más alto. Las lecciones extraídas de este método conjunto son las más valiosas<br />

para transferir a otros escenarios. 137<br />

<strong>Lancet</strong> 2006; 368: 1706–28 63

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