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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />
PCV: el surgimiento de una capa de dirigentes, –Petkoff entre<br />
ellos– que se convirtieron en “disidentes”, o dicho de otra manera,<br />
que progresivamente se fueron alejando de la línea ortodoxa y<br />
pro-soviética del PCV hasta que todo reventó en la separación<br />
definitiva y la fundación de un nuevo partido; esos dirigentes<br />
lograron arrastrar con ellos a la mayor parte de la base del PCV,<br />
lo cual se comprobó en las elecciones, que aunque se consideren<br />
como una derrota de la izquierda, puso en claro que el MAS era la<br />
tercera fuerza política del país, con bastante distancia, por cierto,<br />
de las otras dos fuerzas, o sea, el celebérrimo “bipartidismo” que<br />
hasta el sol de hoy no ha podido ser quebrantado por la izquierda,<br />
palabra que debería ser escrita entre comillas hoy en día, pues<br />
de la generalidad de los grupos o partidos de izquierda puede<br />
decirse aquello de que “no están todos los que son, ni son todos<br />
los que están”. Teodoro Petkoff, con un conocimiento sólido<br />
sobre el caso checo, se planteó “el socialismo como problema”,<br />
y su libro fue algo así como la tapa del frasco en lo que respecta<br />
a la ya mencionada disidencia; a partir de ese libro, quedó clara<br />
la existencia, para ese momento, de un nuevo partido marxista<br />
cuya característica era la no ortodoxia, o para decirlo en positivo,<br />
la heterodoxia. Puesto a elegir entre ortodoxia y heterodoxia,<br />
Petkoff, en tanto marxista, hizo a mi juicio lo correcto: elegir la<br />
heterodoxia, no solo porque, como lo ha escrito y declarado él<br />
mil veces, el soi-disant o sedicente “socialismo real” es algo así<br />
como una petrificación del marxismo, una “conversión de la<br />
ciencia en ideología” (Marcuse lo dijo) o su erección como Iglesia;<br />
una Iglesia, por cierto, que tuvo su primer hereje antes que ella<br />
misma naciera: un hereje llamado Karl Marx, quien no en vano<br />
dijo hacia 1870, ante el surgimiento en Francia de una “escuela<br />
marxista”, sus tan conocidas palabras: “Lo único que yo sé es que<br />
no soy marxista”. (Él lo dijo en francés: Je ne suis pas marxiste),<br />
Petkoff insiste en atacar, con una vehemencia o violencia que<br />
llegó a enfurecer nada menos que a Leoniz Breznev, las “falsificaciones”<br />
o “deformaciones” de que ha sido objeto el proyecto<br />
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