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Ludovico Silva<br />
ficar y degradar nuestra conciencia nacional, ya sea como un<br />
colonialismo impuesto desde fuera o como de un colonialismo<br />
autoimpuesto desde dentro. Uslar insiste: “Este clamor que todos<br />
sentimos (por la difícil situación que atravesamos, nota nuestra)<br />
no puede resonar vanamente en esta casa que es y no debe ser<br />
otra cosa que la más alta instancia del saber y de la inteligencia de<br />
Venezuela”. Pero más adelante dice:<br />
Lo que individualmente fue Vargas, lo que en heroica falange fueron<br />
los discípulos de Ernst y de Villavicencio, corresponde hoy a las<br />
universidades venezolanas, a los calificados cuerpos de investigación y<br />
enseñanza, a la inteligencia creadora y a esta congregación de<br />
talentos y saberes, a la que no deberían faltar títulos para representar y<br />
expresar con autenticidad la conciencia nacional.<br />
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Esto parecería contradecir un tanto las anteriores afirmaciones,<br />
ya que no solo se admite la posibilidad de que fuera de las Academias<br />
existan hombres y mujeres capaces de representar la conciencia<br />
nacional, sino que además se dice que a las Academias “no le deberían<br />
faltar títulos” para asumir ese alto papel. Esto podría interpretarse<br />
como la afirmación de que más allá de las Academias existe todo<br />
un mundo de inteligencia creadora, y que las mismas Academias<br />
resultan insuficientes porque, a la hora de la verdad, no tienen todos los<br />
títulos necesarios para representar ellas solas ese magno rol. No sé si<br />
Uslar aceptaría esta interpretación, pero me veo inclinado a pensar<br />
que sí la aceptaría, dada su gran capacidad comprensiva y su<br />
conocimiento de lo que existe realmente dentro y fuera de las<br />
Academias. Lo que ocurre es tal vez que el espíritu de Uslar Pietri<br />
por su sobriedad, su clasicismo, su mesura y su rigidez moral<br />
que lo han llevado siempre a detestar sinceramente todo lo que<br />
huela a bohemia y a existencia peligrosa, parece inclinarse más al<br />
mundo de la Academia que al mundo azaroso de los creadores<br />
solitarios, desgarrados, menospreciados, alcohólicos y bohemios.<br />
Nadie puede reprocharle a este hombre semejante actitud, que