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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />

y hostil” como una potencia alienante, pues esa y no otra es la<br />

definición que dio Marx de la alienación (El Capital, I, 1). Hoy,<br />

si leemos bien a Bolívar, tenemos que comprender que él ya sabía<br />

muy bien que algún día llegaríamos a estar formal y materialmente<br />

alienados o enajenados con respecto a la economía, la<br />

política y la cultura de los Estados Unidos. En otras ocasiones, su<br />

estilo, que era tan superior a aquellas frases románticas, alargadas y<br />

pomposas de la época, alcanza un claro nivel poético de proclama<br />

iluminada: “¡Hijas del sol! ¡Ya sois tan libres como hermosas! Tenéis<br />

una patria iluminada por las armas del Ejército Libertador: libres<br />

son vuestros padres y vuestros hermanos; libres serán vuestros<br />

esposos, y libres daréis al mundo los frutos de vuestro amor” 48 .<br />

Era esta una oratoria casi ciceroniana, tan solo distinta de la<br />

oratoria del latino de Arpino en la elevación poética y visionaria, que<br />

en Cicerón se convertía más bien en lúgubres advertencias sobre el<br />

presente de la República y el porvenir del Imperio. Bolívar era<br />

cándido, como un niño; poético, como un adolescente; y carecía<br />

de esa malicia decadente y refinada que poseía en alto grado el<br />

autor de las Tusculanas. Tanto mayor es su gloria y el esplendor<br />

de su oratoria, que si no es superior a la de Cicerón, al menos<br />

la iguala en calidad y profundidad. Pero Bolívar también supo<br />

expresar la más grande tristeza y el más lastimero dolor del<br />

hombre decepcionado o desengañado, como en aquella carta<br />

elegíaca que le escribió desde el Cuzco a su tío Esteban Palacios:<br />

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¿Dónde está Caracas?, se preguntará usted. Caracas no existe; pero<br />

sus cenizas, sus monumentos, la tierra que la tuvo, han quedado resplandecientes<br />

de libertad y están cubiertos de la gloria del martirio...<br />

Yo he recogido el fruto de todos los servicios de mis compatriotas, parientes<br />

y amigos. Yo los he representado a presencia de los hombres: y<br />

yo los representaré a presencia de la posteridad. 49<br />

48 Simón Bolívar, Obras completas, Editorial Lex, La Habana: 1947.<br />

49 Ibid.

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