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32 en la diferencia sexual. Con la palabra, las <strong>mujeres</strong> nos<br />

hemos hecho presentes en lo político y en la política<br />

para constituirnos como sujeto de derechos.<br />

trar una herramienta para enfrentar la “crisis de sentido”<br />

de la política tradicional que nada dice a la sociedad.<br />

Ahí hay una ventana de oportunidad si decidimos hacer<br />

e incursionar en el mundo de la política.<br />

¿Qué hace la diferencia entre los discursos de los<br />

políticos de siempre y nuestra palabra como feministas?<br />

La diferencia es que mientras ellos hablan de los<br />

“grandes problemas nacionales” nosotras hablamos a<br />

la sociedad y a las <strong>mujeres</strong> desde y de la vida cotidiana.<br />

Para el feminismo no hay otro referente temporal más<br />

valioso que no sea la vida cotidiana, porque en ésta<br />

se expresa lo privado y lo personal, que es político. El<br />

“mundo de la vida cotidiana” es el mundo que se rige<br />

por lo personal, por el aquí y el ahora, donde se despliega<br />

la singularidad de cada persona y donde toma sentido<br />

el derecho a la intimidad, nos recuerda Hannah Arendt<br />

en La Condición Humana 1 . Así como lo más íntimo de<br />

la persona es el cuerpo, lo más público es la palabra.<br />

No obstante el valor de la palabra, ésta no nos será<br />

suficiente. Hay barreras, de corte estructural y cultural,<br />

que impiden la participación plena e igualitaria de las<br />

<strong>mujeres</strong> en los procesos de toma de decisión, como son<br />

los estereotipos de género y las actitudes discriminatorias.<br />

Pero también es cierto que existen otra clase<br />

de impedimentos, trabas de carácter más bien subjetivo<br />

y sobre las cuales es necesario que las <strong>mujeres</strong><br />

tomemos conciencia para poder enfrentarlas. Me refiero<br />

a la rivalidad política y a la envidia entre <strong>mujeres</strong>: éste<br />

es uno de los obstáculos más importantes que tenemos<br />

que superar si queremos hacer y permanecer en la<br />

política.<br />

De esta manera, cuando se habla del “derecho a decidir<br />

sobre nuestro cuerpo”, del “derecho a una vida libre<br />

de violencia”, del “derecho a optar por una preferencia<br />

sexual distinta a la heterosexual”, el feminismo le<br />

habla a las personas de “lo privado” como un ámbito de<br />

derechos que toma sentido en lo público. En el discurso<br />

sobre la vida cotidiana las feministas podemos encontrar<br />

En un mundo que se rige bajo las reglas y los códigos<br />

de los hombres, las <strong>mujeres</strong> necesitamos de la alianza<br />

con otras <strong>mujeres</strong>. El reconocimiento entre <strong>mujeres</strong><br />

no es cosa fácil, pues los sentimientos que culturalmente<br />

nos han cultivado alientan en cambio la rivalidad<br />

y la envidia. Estos sentimientos suponen códigos<br />

distintos a los de la competencia política que transita<br />

1<br />

Arendt H. (1993). La condición humana, Barcelona: Paidós.

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