Entrelíneas 01

Público en puesto de pescados y mariscos.
Fotografía: Pablo Martínez
Exvendedores ambulantes
La nueva etapa en la vida laboral de comerciantes
penquistas en Feria Caupolicán
Tras meses de protestas y diálogo con el municipio de Concepción, los feriantes trabajan en sus
puestos de pescados, mariscos, frutas y verduras. La cantidad de público que visita el local no es
la esperada, pero hay un ambiente tranquilo y mejores condiciones laborales.
Es la una de la tarde en avenida
Caupolicán, entre Maipú y
Los Carrera. Dos carabineros
vigilan la zona, mientras la
gente camina por la vereda sin
ningún obstáculo. Ya no hay
vendedores ambulantes con
sus puestos de trabajo en la
calle, como antes. Sin embargo,
se escucha una canción de
cumbia con volumen alto desde
un lugar recién construido. Se
trata de la nueva Feria Caupolicán,
inaugurada hace dos
semanas.
“Es una canción de Los Vásquez.
Recuerdo que el alcalde
Ortiz nos dio entradas para ir
a verlos”, señala Cindy Rocha,
vendedora de pescados y mariscos,
quien es una de las 30
personas que trabaja en este
nuevo local comercial, construido
a partir del plan de erradicación
de ventas callejeras en
Concepción.
Fueron meses de malos momentos
para los exvendedores
ambulantes, quienes por el
miedo de quedar sin empleo,
protestaron hasta llegar un
acuerdo con el municipio. Cada
locatario debe cancelar 280 mil
pesos mensuales para arrendar
su espacio. “Igual hay que
pagar un mes de garantía, que
son 140 mil pesos más durante
estos dos primeros meses. Yo
tuve que sacar de mis ahorros
para conseguir el dinero. Otros
compañeros no pudieron y por
eso hoy no están aquí”, indica
Rocha, al recordar que 11 vendedores
no aceptaron la oferta
de las autoridades penquistas.
BAJAS VENTAS
Mientras atiende a una cliente,
Fernanda González, comerciante
de pescados y mariscos
durante 30 años y madre de
dos hijas, tiene un pensamiento
optimista de cara al futuro, a
pesar de la baja cantidad de
ventas. “El primer mes siempre
es el más complicado. Como
partimos hace dos semanas,
aún hay poca publicidad y tampoco
hay letreros. Tengo fe en
que nuestra clientela responderá
tarde o temprano”.
Cindy Rocha no tiene el mismo
pensamiento que su colega,
pues afirma que “la gente
prefiere comprar en las calles,
porque no les gusta perder
tiempo en cotizar y buscan el
lugar inmediato, como pasa en
Las Heras o en Aníbal Pinto.
Hoy vendo sólo una caja de
pescado por día, pero antes
vendía cuatro cajas”.
Además de productos del mar,
también hay puestos de frutas
y verduras. Uno de ellos es dirigido
por Priscilla Pereira, quien
a sus 25 años es una de las
vendedoras más jóvenes de la
feria. Comenzó a trabajar a los
17 tras dar a luz a su hija y, al
igual que sus compañeros, vive
las dificultades de esta nueva
etapa. “A diferencia de la venta
de pescados, las frutas y verduras
se consumen más seguido
y hay mayor cantidad de oferta.
Por eso, nuestra situación es
un poco más precaria, pero
creo que es porque estamos
recién empezando.” afirmó.
De todas maneras, la comerciante
agradeció las gestiones
de las autoridades, mientras
vendía morrones a un cliente.
“Aunque el costo del arriendo
es muy alto, pudimos conseguir
que nos rebajaran el precio,
pues en principio teníamos que
pagar 350 mil pesos”.
CONVIVENCIA Y CONDICIO-
NES LABORALES
A pesar de las complicaciones
respecto a las pocas ganancias
hasta el día de hoy, los exvendedores
ambulantes destacan
que tanto la convivencia entre
ellos como sus condiciones
laborales son más adecuadas
gracias a la inauguración de la
feria.
“Ahora estamos bajo techo, con
locales limpios, tenemos agua
potable y nuestros productos
cumplen con las condiciones
sanitarias. Podremos vender
tranquilamente en invierno y
durante todo el año”, señala
Fernanda González, quien
Por Pablo Martínez
además fue la vocera de los
comerciantes durante las negociaciones
con el alcalde Álvaro
Ortiz.
Respecto a esa experiencia, la
vendedora sostiene que “fue
estresante pero no fue mala,
porque estoy conforme y orgullosa
por lo logrado. Los 30 que
trabajamos aquí nos conocemos
muy bien y siempre habrá
diferencias entre nosotros.
Algunos son más optimistas y
otros más pesimistas respecto
a lo que se consiguió o se pudo
conseguir, pero eso es algo que
va a pasar siempre en estas
situaciones”.
“La tranquilidad es lo que más
rescato de esta feria, el ya no
tener que pelear con Carabineros
y poder trabajar sin
otras preocupaciones. Ahora
la relación con ellos es mejor”,
afirma Priscilla Pereira, quien
ayudó a González en labores
de vocería.
En definitiva, la calma se siente
no sólo en la poca cantidad de
clientes, sino también en el cálido
recibimiento a las personas
que ingresan a este lugar. No
obstante, aún hay 11 vendedores
ambulantes que intentarán
lograr por la fuerza alguna
solución para ellos y que podría
complicar este grato ambiente
actual.
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