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Revista Destiempos n50

Revista de divulgación académica y cultural Abril-Mayo 2016

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Abril-Mayo de 2016 I Publicación bimestral de la Editorial Grupo <strong>Destiempos</strong> I<br />

ISSN: 2007-7483 I Título de Registro de Marca: 1424503 I CDMX, México I<br />

50


<strong>Revista</strong> destiempos<br />

<strong>Revista</strong> de curiosidad Cultural<br />

destiempos.com Año 10 N°50 Abril-Mayo<br />

de 2016. Es una publicación bimestral<br />

editada por Grupo <strong>Destiempos</strong> S. R. L. de<br />

C.V.<br />

Av. Insurgentes 1863 301B - C.P. (01020)<br />

Col. Guadalupe Inn, CDMX, México<br />

www.editorialdestiempos.com<br />

Directora General y editora responsable:<br />

Mariel Reinoso Ingliso<br />

Reserva de derecho al Uso Exclusivo: N°<br />

04-2013-101814413100-102 otorgado por<br />

el Instituto Nacional del Derecho de Autor.<br />

Responsable de la última actualización de<br />

este número: Mariel Reinoso I.<br />

Av. Insurgentes 1863 301B C.P. (01020)<br />

Col. Guadalupe Inn, Del. Álvaro Obregón,<br />

Ciudad de México, México.<br />

Fecha de la última actualización: Abril de<br />

2016 -ISSN: 2007-7483<br />

Portada: Mariel Reinoso I.<br />

Las opiniones expresadas por los autores<br />

no necesariamente reflejan la postura de<br />

la editorial de la publicación.<br />

Queda estrictamente prohibida la<br />

reproducción total o parcial de los<br />

contenidos e imágenes de la publicación<br />

sin previa autorización de Grupo<br />

<strong>Destiempos</strong> S.R.L. de CV<br />

©Todos los derechos reservados.<br />

Título de Registro de Marca: 1424503<br />

www.revistadestiempos.com<br />

www.editorialdestiempos.com<br />

<strong>Revista</strong> destiempos N°50<br />

Consejo Editorial<br />

Directora General:<br />

Mariel Reinoso I.<br />

Comité Editorial:<br />

Axayácatl Campos García-Rojas<br />

(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />

Graciela Cándano Fierro<br />

(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />

Alicia de Colombí-Monguió<br />

(State University of New York, Albany)<br />

Aralia López González<br />

(Universidad Autónoma Metropolitana)<br />

Sandra Lorenzano<br />

(Universidad Claustro de Sor Juana)<br />

Mariana Masera<br />

(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />

Pilar Máynez<br />

(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />

Antonio Rubial<br />

(Universidad Nacional Autónoma de México)<br />

Lillian von der Walde M.<br />

(Universidad Autónoma Metropolitana)<br />

www.revistadestiempos.com


<strong>Revista</strong> destiempos N°50<br />

<strong>Revista</strong> indexada en:<br />

LATINOAMERICANA. Asociación de <strong>Revista</strong>s Literarias y Culturales<br />

Abril-Mayo 2016 ISSN: 2007-7483<br />

©2016 Derechos Reservados


<strong>Revista</strong> destiempos N°50<br />

ÍNDICE<br />

ARTÍCULOS Y RESEÑAS<br />

LA POESÍA SATÍRICA DE ANÉMONA EN LAS VIOLETAS DEL<br />

ANÁHUAC<br />

Víctor M. León Leitón<br />

ENTRE GÜIRALDES Y ARLT: LA STRUGGLE FOR LIFE<br />

Omar Alejandro Ángel Cortés<br />

JUAN O´GORMAN Y LA CASA-ESTUDIO RIVERA-KAHLO<br />

Annette B. Ramírez de Arellano – Servando Ortoll<br />

REMISCENCIAS DE LA PICARESCA EN LA FAMILIA DE<br />

PASCUAL DUARTE Y LAS NUEVAS ANDANZAS DEL<br />

LAZARILLO DE TORMES<br />

Hilda Santos<br />

APROXIMACIONES A EL LIBRO DE RUTH DE GILBERTO<br />

OWEN<br />

María del Carmen Martínez<br />

EL ABOLENGO ORIENTAL DE LA LITERATURA<br />

LATINOAMERICANA: ALMALAFA Y CALIGRAFÍA.<br />

LITERATURA DE ORIGEN ÁRABE EN AMÉRICA LATINA Y EL<br />

DELTA DE LAS ARENAS: CUENTOS ÁRABES, CUENTOS<br />

JUDÍOS.<br />

Benedetta Belloni<br />

LA AMBIGÜEDAD DIEGÉTICA Y LA MULTIPLICIDAD<br />

PERFORMÁTICA: EL CASO DE BÉISBOL DE DAVID GAITÁN<br />

Gunnary Prado Coronado<br />

7<br />

20<br />

29<br />

35<br />

47<br />

54<br />

59<br />

CREACIÓN LITERARIA<br />

Al ATARDECER<br />

Harvey Murcia<br />

SIN INVITACIÓN Y OTROS MICRORRELATOS<br />

Atilano Sevillano<br />

TRECE VARIACIONES SOBRE UN FRAGMENTO DE VIDA<br />

Daniel F. Vergara Dueñas<br />

EL ÚLTIMO ENTIERRO CRISTIANO<br />

Alexandru Iósif<br />

LA SIEMBRA<br />

Narcisa Enache<br />

65<br />

67<br />

69<br />

70<br />

73<br />

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Abril-Mayo 2016 ISSN: 2007-7483<br />

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<strong>Revista</strong> destiempos N°50<br />

ARTÍCULOS Y RESEÑAS<br />

Nueva época ISSN: 2007-7483<br />

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<strong>Revista</strong> destiempos N°50<br />

LA POESÍA SATÍRICA DE ANÉMONA EN VIOLETAS DEL ANÁHUAC<br />

Dedicado a Leticia Luna, cuya dedicación por la poesía femenina<br />

y generosidad, hicieron posible estos apuntes.<br />

Un Agradecimiento a la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada<br />

de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público,<br />

que preserva y brinda acceso a las maravillas<br />

del acervo reservado de su hemeroteca.<br />

Violetas del Anáhuac fue una publicación<br />

Víctor M. León Leitón<br />

decimonónica, paradigmática dentro del<br />

Universidad Fidélitas, Costa Rica<br />

periodismo femenino, siendo ya un tema<br />

Recepción: 24 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 29 de marzo de 2016<br />

ampliamente tratado por varios estudios<br />

abordados —mayormente— desde la comunicación<br />

o el feminismo, (Elvira Laura<br />

Hernández Carballido; La prensa femenina en México<br />

durante el siglo XIX y Dos violetas del Anáhuac, por<br />

ejemplo)manteniendo abierta aún la necesidad de<br />

visitar el tema desde el punto de vista literario, máxime<br />

si se piensa por un momento el subtítulo de la publicación:<br />

“Periódico Literario redactado por señoras”.<br />

Dicho periódico, fue dirigido y administrado por del Sr.<br />

Ignacio Pujol, mientras que la dirección literaria estuvo<br />

a cargo de la señora Laureana Wright de Kleinhans<br />

(quién ocuparía el cargo hasta el número 7, del Año II,<br />

Tomo II, del 17 de febrero de 1889, debido a una<br />

enfermedad, siendo relevada en el número siguiente<br />

por Mateana Murguía de Aveleyra), fue impreso en<br />

Imprenta Aguilar e Hijos, 1ª de Santo Domingo 5, Esquina<br />

de Santa Catalina y Encarnación, Distrito Federal,<br />

México. Apareció por primera vez el 4 de diciembre de<br />

1887 bajo el nombre de Las Hijas del Anáhuac, hasta<br />

que en el número 8, del 22 de enero de 1888 anunciaron<br />

el cambio de nombre a fin de no disputarlo con otra<br />

publicación que tenía por propósito ser la segunda<br />

época de una editada en 1863 por las alumnas de la<br />

Escuela de Artes por Concepción García de Mota<br />

Velasco. Cumpliendo con esto, el 29 de enero de 1888<br />

el número 9, saldría de la imprenta con su nombre<br />

definitivo, Violetas del Anáhuac, hasta su último ejemplar,<br />

el 71 de toda la serie y el número 16 del año II del<br />

Tomo II, fechado 28 abril 1889. Fue una publicación<br />

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dominical de 12 páginas de extensión, alcanzando una<br />

totalidad de 817 páginas.<br />

El objetivo del semanario era escudar la educación<br />

y participación de la mujer como un beneficio<br />

ante los aires de progreso nacional imperantes en el<br />

porfiriato, eso sí, con la precaución y concesiones estratégicas<br />

de apuntalar sus avances con una lastimera<br />

humildad y en apego a los roles femeninos de entonces:<br />

ser madres ilustradas y formar mejores mexicanos (Ramos<br />

Escandón, Presencia y transparencia; Tuñón,<br />

Enjaular los cuerpos o Mujeres en México; entre muchos<br />

otros, aclaran las condiciones de vida y roles de la mujer<br />

decimonónica). Tuvo las siguientes secciones: una enfocada<br />

a la instrucción femenina, con temas diversos;<br />

otra frecuente fue la “Crónica de la semana”, asuntos<br />

de sociedad; una permanente y de indispensable atención<br />

para este ensayo fue “Poesía” que siempre gozó<br />

de una buena extensión en cada ejemplar; y en las<br />

últimas páginas tuvo un espacio con anuncios de todo<br />

tipo, −para dar fe de los alcances de la revista− en los<br />

primeros números se muestran “Impresiones de la prensa”<br />

de todo el país; este apartado sería bautizado<br />

“Miscelánea” a partir del número 48 del 2 de noviembre<br />

de 1888.<br />

El apartado “Poesía” tuvo por colaboradoras en<br />

el primer ejemplar, a: María del Refugio Argumedo<br />

Viuda de Ortiz, Dolores Correa Zapata y Anémona. Ésta<br />

última corresponde al seudónimo de Francisca Carlota<br />

de Cuéllar, según sería revelado hasta el número 37, del<br />

18 de agosto de 1888, en la reseña principal −una<br />

semblanza hecha por Wright de Kleinhans a la que<br />

debemos los pocos datos biográficos de Francisca<br />

Carlota de Cuéllar−. Nació en la ciudad de México el<br />

29 de enero de 1836 y contrajo matrimonio con el Dr.<br />

Leonardo Cardona el 29 de enero de 1867 (día del<br />

cumpleaños 31 de la autora), aunque se menciona que<br />

ella se dedicó a la enseñanza de la música durante<br />

dieciocho años “por haber quedado sola al cuarto de<br />

su matrimonio” (Tomo I, 434), la autora en el momento<br />

de la publicación tenía cincuenta y dos años, por lo<br />

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tanto, puede calcularse su viudez a los treinta y cuatro<br />

años, a tan sólo tres de haberse casado. Aún hoy se<br />

desconoce la fecha de fallecimiento de la autora.<br />

Ilustración tomada del Número 37, Tomo I, Año 1, 18 de agosto de 1888, de Violetas del<br />

Anáhuac<br />

Volviendo al primer ejemplar, en el que aún no se<br />

conocía la identidad de Anémona, entonces “Hijas del<br />

Anáhuac” invitaban “á las poetisas del Parnaso Mexicano<br />

y á las que se dediquen al cultivo de la literatura”<br />

(todas las citas respetan la ortografía original) a enviar<br />

sus colaboraciones (Tomo I, 12). Para contextualizar lo<br />

azaroso de la invitación debe tenerse claro un aspecto,<br />

para la segunda mitad del siglo XIX apenas empezaban<br />

a aparecer con regularidad poemas de mujeres publicados<br />

en revistas literarias, casi siempre publicados<br />

protegiendo la identidad de la autora bajo seudónimo<br />

y en un tenor de permitirle lucir alguna otra virtud, al<br />

lado de sus tejidos, repertorio culinario, cultura musical,<br />

caridad cristiana, entre otras; más en apego a la<br />

coquetería social permitida a la mujer como exhibición<br />

de mercadería, bien para obtener marido o para hacer<br />

sentir a éste orgulloso. Por la reseña en portada del<br />

ejemplar número 15, se sabe que al menos en México,<br />

Esther Tapia de Castellanos es la única que ha pu-<br />

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blicado sus poemas en un libro, Flores silvestres de 1871,<br />

apadrinado por José María Vigil. Esta misma reseña<br />

escrita por Laureana Wright finaliza con un claro tono<br />

reivindicativo ante un señor que ha juzgado a un grupo<br />

de escritoras como “mujeres que no tienen nada que<br />

hacer” (Tomo I, 171), de lo que se deduce que Tapia de<br />

Castellanos ya ha sido ampliamente criticada por dicho<br />

atrevimiento: a la mujer decimonónica no le está<br />

permitido ser escritora. Bien lo indica Françoise Carner,<br />

en su ensayo Estereotipos femeninos en el siglo XIX<br />

(Ramos Escandón, 95): “En el siglo XIX, los que escriben<br />

son casi todos hombres”.<br />

La Siempreviva de Yucatán −recopilada por el Dr.<br />

Campos García− primer periódico editado por mujeres<br />

del que se tiene registro en la toda la República, y<br />

Violetas de Anáhuac, marcan un hito en el sentido de<br />

que se puede ubicar los nombres de la mayoría de las<br />

autoras, lo que demuestra un avance significativo. Sin<br />

embargo, de esta manera y bajo su nombre, Francisca<br />

Carlota de Cuéllar sólo publicó dos textos: “Separada<br />

de ti. A mi discípula y amiga, María de la Paz Roqueñó”<br />

y “Ausencia”, ambos figuraron en Tomo I, Año I, de<br />

Violetas del Anáhuac, específicamente en el número 2,<br />

11 de diciembre de 1887 (24) y número 7, 15 de enero<br />

de 1888 (84), respectivamente. El primer poema trata,<br />

como su mismo título lo insinúa, los temas de la añoranza<br />

de la alumna y amiga distante; el segundo refiere a un<br />

duelo amoroso, probablemente por su viudez, con intensos<br />

visos románticos al ver en la muerte la resolución<br />

al amor truncado y el dolor que ocasiona, temas que<br />

no desentonan con los poemas de las demás colaboradoras<br />

o las costumbres de la época. Tomando en<br />

cuenta lo anterior, tal nueva tendencia, el declararse<br />

abiertamente autoras en un medio escrito, como ya lo<br />

hizo sin reservas Francisca Carlota de Cuéllar en sendos<br />

poemas, obliga a pensar el motivo para que utilizara un<br />

seudónimo, más si se piensa que no usa su apellido de<br />

casada o viuda, como si lo hace la mayoría de las<br />

colaboradoras, incluso la directora literaria y reconocida<br />

feminista Wright de Kleinhans, lo que propondría<br />

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que Francisca era por encima de sus coetáneas una<br />

auténtica mujer liberada. Entonces, ¿por qué no mostrar<br />

su identidad? La única explicación para la secrecía<br />

es, ya no la condición de la autora, sino la del escrito:<br />

Anémona es la voz de lo que no puede decirse, tiene<br />

claros tintes subversivos.<br />

En Contra viento y marea: El movimiento feminista<br />

en México hasta 1940, Anna Macías (13), propone: “Se<br />

puede argumentar con facilidad que el feminismo se<br />

originó en México cuando Sor Juana Inés de la Cruz<br />

(1648-1695) escribió su famoso poema “Hombres necios”,<br />

ya que éste critica la doble moral masculina y<br />

exige una moral sexual única para ambos géneros.<br />

Curioso que esto suceda precisamente en un poema<br />

satírico. Anémona es descendiente directa de este<br />

mismo linaje literario e ideológico, así lo demuestran sus<br />

diecinueve poemas publicados en el semanario femenino<br />

Violetas del Anáhuac, como se verá a continuación.<br />

Mientras se publicó Violetas del Anáhuac, Anémona<br />

fue una colaboradora constante en la sección<br />

de poesía, de hecho, sólo superada por la prolija poeta<br />

tabasqueña Dolores Correa Zapata, mientras que ésta<br />

última alcanzó 35 colaboraciones, la primera tuvo 19.<br />

Invariablemente las composiciones de Anémona cuentan<br />

con un manejo desenfadado del humor y un<br />

lenguaje coloquial que en autores posteriores han sido<br />

considerados rasgos vanguardistas.<br />

Su primera colaboración fue “¡Cangrejos Frescos!<br />

¡Platillo Nacional! Música de los primeros “cangrejos”.<br />

Canción muy popular en la primera época de las<br />

reformas.” El poema se trata de una sátira al retroceso<br />

de la nación, principalmente basada en la inclinación<br />

popular por interesarse más en las corridas de toros que<br />

por la educación de la mujer (en adelante y hasta nuevo<br />

aviso los números de página entre paréntesis<br />

corresponden a Violetas del Anáhuac, Tomo I):<br />

[…]<br />

No á la mujer que estudia<br />

Y vence ardua tarea,<br />

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¡Quién piensa en la que<br />

estudia<br />

Y premia sus afanes,<br />

cuando hay toros, cancanes,<br />

Y albures, y embriaguez! ...<br />

¡Cuando es nuestra esperanza<br />

De gloria….el redondel!<br />

[…]<br />

O noble profesión;<br />

Pues nunca fué el talento<br />

Del retroceso hermano…<br />

Por hoy... sólo Ponciano<br />

A México da honor!<br />

[…]<br />

¡Con sangre, con martirios,<br />

Y gesto de la muerte!<br />

Sino á la que torea<br />

Debemos aplaudir.<br />

[…]<br />

¡Ay de la que se ilustre<br />

Y emanciparse quiera<br />

Por medio á una carrera<br />

El pueblo se divierte,<br />

Se embriaga de placer!...<br />

¡Y tanto censuramos<br />

Al indio Apache horrible,<br />

Y al tribunal terrible<br />

De Inquisición cruel!...<br />

[…]<br />

(11-12.)<br />

En Pasatiempo. Cuento “a las pollitas” (23-24), se<br />

hace hincapié en los imperativos sociales de la época<br />

como tour de force al desastre “Como Juana fue á las<br />

bodas,/ De sus amiguitas todas/ ¡Sólo en casarse<br />

pensó……!/ Y él juzgaba no ser hombre/ Si no<br />

alcanzaba el renombre/ De “Tenorio” ó “Trovador”…”,<br />

en un tono francamente didáctico advierte a las<br />

jóvenes, “las pollitas” que tienen por fin en la vida contraer<br />

matrimonio con intereses económicos de tan<br />

desesperada manera que están dispuestas a dejarse<br />

seducir por alguien que aparentemente tiene dinero y<br />

luego las deja plantadas.<br />

Bajo el título “A los jóvenes antiguos”, tan oximorónico<br />

como gracioso, está la sugerencia de la autora<br />

a los famosos “viejos rabo verde” a jubilar la libido, pues<br />

les recuerda con su característico tono cáustico:<br />

[…]<br />

¡Tristísimo es en verdad<br />

Darle nuestro adiós al mundo,<br />

Es el dolor más profundo<br />

Que trae consigo la edad;<br />

Pero, hermanos, meditad<br />

En los mil inconvenientes<br />

Que hay en la falta de<br />

dientes,<br />

Y entregad el alma á Dios,<br />

No penséis más en las<br />

gentes!...<br />

[…]<br />

¡Pues si tenéis aun conquistas,<br />

Son obra de vuestros pesos,<br />

Y en niñas sin juicio y sesos<br />

De corazón desprovistas…<br />

(60)<br />

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Los catarros, y la tos,…<br />

Una llamada de atención a los hombres maduros,<br />

hacia la lucidez y la resignación para reubicar las restantes<br />

muestras de virilidad a la memoria o al digno<br />

recato.<br />

Escrito con severidad e ironía inmisericorde, “Los<br />

payos” (131), es un inventario caricaturizado del comportamiento<br />

y peripecias de los campesinos ignorantes<br />

y rudos en la ciudad:<br />

¡Compran cuanto les<br />

ofrecen,…<br />

Por supuesto, caro y feo,<br />

Cumplen su menor deseo,<br />

Mas sus pesos desaparecen!....<br />

Mil chascos les acontecen<br />

Que su malestar aumentan;<br />

[…]<br />

¡Y para colmar sus cuitas,<br />

El nuevo y duro calzado<br />

Con el que tanto han andado,<br />

Les hace ver estrellitas!...<br />

[…]<br />

Por si fuera posible, para aumentar su cinismo con doble<br />

sentido recurre a un ingenioso uso del hipérbaton y el<br />

encabalgamiento: “¡Que se fastidien, es justo,” y a<br />

vuelta de verso: “Con tanta calamidad...”. Todo el<br />

poema pareciera ser un desmán políticamente incorrecto,<br />

xenofóbico si se quiere, al reclinar una broma tan<br />

pesada sobre estos pueblerinos, no obstante es el cierre<br />

del poema el que esclarece el ensañamiento de la<br />

poeta para con estos personajes, para cuando los<br />

payos por fin regresan a su tierra, ella escribe: “Y vuelven<br />

á ser señores,/ Y á pasarse en su jacal,/ Una vida<br />

patriarcal/ Sin duelos y sin dolores!” Es decir, Francisca<br />

Carlota Cuéllar, apunta su afilada diatriba contra el<br />

único hombre más conservador en materia de género<br />

que sus cohabitantes citadinos: el hombre provinciano.<br />

“Doña Faustina” (168) es una diatriba a las<br />

chismosas, como un fenómeno de gratuita perfidia<br />

femenina y una advertencia al lector de los daños que<br />

consiguen.<br />

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“Ayúdeme usté a sentir” refiere a un hombre que<br />

ya está harto de las frivolidades de la sociedad y no<br />

quiere ir a una fiesta más debido a por ejemplo:<br />

[…]<br />

Vió usted á varias “pollitas”<br />

De familias distinguidas,<br />

Tocando el piano, instrüidas,<br />

Elegantes y bonitas;<br />

Con toilettes tan exquisitas,<br />

Que no hubo más que pedir;<br />

Pero llegó á descubrir<br />

Que niñas tan hechiceras,<br />

¡Son Crüeles… altaneras…<br />

[…]<br />

Entonces la autora lo invita: “Ayúdeme usté á sentir!”<br />

(259-260). En éste mismo número, De Cuéllar asesta otro<br />

golpe a los estereotipos de masculinidad al burlarse de<br />

los hombres lampiños en la cómica composición “Los<br />

bigotes”: “No deis vuestro bigote á la tijera/ Y aquel que<br />

no lo tenga, que lo adquiera;/ Que llame á un diestro y<br />

hábil peluquero/ y con postizos “SE ARME CABA-<br />

LLERO...” (261). El ejemplar 22 termina con “Algarabía”<br />

que lleve la burla hasta sus últimas consecuencias, al no<br />

permitir siquiera que la misma poesía salga incólume, en<br />

un ejercicio metapoético, Anémona realiza una lista de<br />

cursilerías apenas concatenadas por rimas y las remata<br />

sorpresivamente así: “¡Si nada ha expresado aquí!.../–<br />

¡Pues muchas iguales ví,/ Y como estaban firmadas/ Por<br />

personas ilustradas,/ Yo imitarlas pretendí!...” (263), es sin<br />

duda una aproximación crítica novedosa para la<br />

época.<br />

“Cosas de vecindad” (369-370), es un retrato ácido<br />

de las peripecias que sucedían en este tipo de<br />

viviendas comunales, pese al buen ojo de la autora<br />

para despachar por medio de pintorescos detalles una<br />

verosimilitud folclórica con la excelente priorización de<br />

lo potencialmente gracioso que la caracteriza, no deja<br />

de tener un tufo clasista.<br />

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Otra prueba del compromiso que siente la autora<br />

con sus escritos queda patente en “Claridades” ya que<br />

pese a todos sus esfuerzos, llega siempre un cajista torpe<br />

que cambia las palabras: “Aunque el verso resulte malo<br />

y cojo,/ Y usté vaya á sufrir este sonrojo/ ante un público<br />

ilustre y respetable!...” (392). Es a este personaje al que<br />

ella reclama el derecho de decirle “claridades”.<br />

“Una pianista” es sin duda una catarsis a la<br />

frustración que impartir clases de música puede implicar,<br />

en este texto se burla sin piedad de alguna<br />

estudiante desposeída de todo talento, sirva de<br />

muestra: “¡Oh! ¡mísera Traviata!...aquí pagaste/ Las<br />

faltas de tu vida!...¡infortunada!/ Te han dado una<br />

tremenda vapuleada!.../ Hoy ha sido más trágico tu<br />

fin!!” (417). Siempre en el número 35, la autora,<br />

atendiendo al referente de Quevedo se burla de una<br />

mujer con una nariz que “¡Tiene usté esa nariz ya frente<br />

á frente,/ Y aun se encuentra la dueña muy distante!”<br />

(420).<br />

Con la siguiente composición Francisca Carlota<br />

de Cuéllar, corresponde la cortesía de la directora<br />

literaria al dedicarle la efusiva semblanza biográfica<br />

anteriormente citada en el número 37, de esta manera<br />

lo intitula: “A la apreciable Laureana Wright de<br />

Kleinhans”, en tono juguetón le reclama, no el haber<br />

ventilado su identidad sino su edad:<br />

[…]<br />

Usted al público ha dicho<br />

La fecha antidiluviana<br />

De la fe de mi bautismo!!...<br />

Cosa que no le perdono,<br />

Y que en el alma he sentido!!...<br />

Pues con mi “agua de Juvencio,”<br />

Mi “Velutina,” y mis rizos,<br />

Teníanme, si no por “polla”<br />

Por niña de treinta y cinco…<br />

[…]<br />

(468)<br />

15<br />

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Es sólo después de tanto halago, asegura<br />

Francisca, que perdona esa indiscreción.<br />

“Adelante” es una invitación paradójica, en medio<br />

de tanto caos, muertes, suicidios, expuestos en los<br />

medios −básicamente la nota roja de entonces−, la<br />

autora menosprecia la vida e invita con ironía:<br />

[…]<br />

¡Adelante!... hasta la tumba<br />

Los iracundos marchad;<br />

Aunque es bien corta la vida,<br />

Abreviadla mucho más,<br />

Para que todos se rían<br />

De vuestra barbaridad!!<br />

(492)<br />

“Antes y ahora” establece un balance irónico<br />

entre las jóvenes de antes, prácticamente analfabetas,<br />

pero saludables y bien criadas, contra las mujeres que<br />

estudian pero descuidan su salud y apariencia; para<br />

finalmente desearles que se ilustren pero sin perder la<br />

virtud y la urbanidad (549-551).<br />

Una despedida mordaz a un año infame es lo que<br />

la autora escribe en “Un adiós al año de 1888” (En<br />

adelante los números de página entre paréntesis corresponden<br />

al Tomo II, Violetas del Anáhuac), le pide al año<br />

que se lleve los suicidios de mujeres, albures, robos,<br />

embriaguez, los chubascos que cobraron vidas en los<br />

Lagos y Silao, y el pan adulterado (10). El que sería el<br />

penúltimo poema de Anémona en Violetas de<br />

Anáhuac, trata en el característico tono jocoso de don<br />

Gregorio, el vividor que “¡Come con el sudor……de los<br />

demás!” (56-57).<br />

“Apuros de redacción” (57-58) es un poema<br />

importante dentro de la producción de Anémona. No<br />

tanto por su contenido, en el que supuestamente la<br />

autora debido a una solicitud de último momento debe<br />

improvisar su composición y opta por dedicar la misma<br />

al mal estado de las banquetas y calles de la ciudad.<br />

Su importancia radica en la reacción que provoca. Éste<br />

poema es el único texto en toda la historia de Violetas<br />

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del Anáhuac que ocasiona una nota de disculpa, mucho<br />

decir si se toma en cuenta los temas tratados con<br />

antelación en otras secciones: como la educación, el<br />

trabajo y el sufragio de la mujer muy adelantados para<br />

la época. En el número 7 del año I, tomo II del 17 de<br />

febrero de 1889 aparecía en la sección miscelánea<br />

(84):<br />

La chispeante poesía que publicamos con este título<br />

[Apuros de redacción] en nuestro número anterior<br />

fué escrita años antes, y por consiguiente no hace<br />

alusión alguna al actual Ayuntamiento que tan bien<br />

ha llenado su cometido hermoseando la ciudad y<br />

arreglando las calles. Conste así por encargo de la<br />

autora de dicha poesía y para honra de la H.<br />

Corporación.<br />

Esta disculpa tremendamente forzada, responde<br />

a una ofensa implícita, que es a la vez prueba de los alcances<br />

prácticos de lo que Anémona escribía y la<br />

audiencia con que contaba. “Apuros de Redacción”,<br />

fue el último poema que Anémona publicó en Violetas<br />

del Anáhuac, luego de esta nota no volvería a publicar<br />

ningún poema en este medio impreso. Algunas suposiciones<br />

pueden hacerse al respecto: que el H.<br />

Ayuntamiento presionó al medio para que así fuera o<br />

que en última instancia la misma Anémona sintiese<br />

dañado su orgullo ante tal hecho. Todas como se ha<br />

dicho anteriormente, simples suposiciones, lo cierto es<br />

que a partir de ese número −la que fuera colaboradora<br />

desde el primer número y aportara ése sentido del<br />

humor agudo ya característico del suplemento− no<br />

publicaría más nada durante los últimos nueve números<br />

de Violetas del Anáhuac.<br />

Estaría mal inferir que este incidente acabara con<br />

el periódico, ciertamente el primer golpe que recibió el<br />

medio fue la enfermedad y mudanza de su directora<br />

fundadora Laureana Wright de Kleinhans y el hecho de<br />

que seguidamente la directora substituta, Mateana<br />

Murguía se enfrascó en una confrontación frontal con<br />

temas que hasta ese momento no se habían tratado de<br />

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manera directa, el primero fue un artículo sin firmar referente<br />

al sufragio universal (dos veces polémico por la<br />

situación legal de la mujer y por tocar el tema de las<br />

elecciones durante la dictadura del Porfiriato), seguido<br />

por dos cartas abiertas solicitando el mismo salario para<br />

la maestras que sus homólogos varones y finalmente,<br />

ella caería enferma también, como lo anunció en el<br />

penúltimo ejemplar publicado.<br />

Cuatro años después, José María Vigil incluiría a<br />

Francisca Carlota de Cuéllar en su célebre antología<br />

formada por encargo de la junta de señoras de la<br />

exposición de chicago de 1893 (consultado en su<br />

edición facsimilar de 1977), con “Ausencia”, poema<br />

publicado a nombre de Francisca Carlota Cuéllar en las<br />

Violetas del Anáhuac; y bajo la categoría de “composiciones<br />

festivas” publicaría, “Ayúdeme usté a sentir” y<br />

“Cosas de vecindad”, dos de tres poemas cuya autoría<br />

consignara otrora con su seudónimo Anémona. Esa<br />

proporción orienta los méritos por los cuales Francisca<br />

Carlota de Cuéllar debe ser recordada.<br />

Además de Francisca Carlota de Cuéllar muchas<br />

mujeres plasmaron su visión de mundo en los poemas<br />

de las diversas publicaciones del siglo XIX, estos no<br />

deben ser considerados divertimentos huecos, el presente<br />

ensayo demuestra que estos escritos albergan<br />

parte importante de la expresión de la mujer decimonónica,<br />

estas líneas no son más que una invitación a<br />

desenmarañar su lenguaje poético y valorar sus<br />

mensajes.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

CAMPOS GARCÍA, MELCHOR (COORD.), La Siempreviva, 1870-1872: El<br />

arte de combatir por la emancipación de las mujeres,<br />

Prólogo de Mtra. Georgina Rosado Rosado, Estudio<br />

preliminar de Dr. Melchor Campos García y Apéndices de<br />

Sarai Borges Sosa, Yucatán: Instituto para la equidad de<br />

género en Yucatán-Instituto de Cultura de Yucatán, 2010.<br />

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HERNÁNDEZ CARBALLIDO, ELVIRA, La prensa femenina en México<br />

durante el siglo XIX, México: Universidad Autónoma de<br />

México-FCPyS, 1986.<br />

HERNÁNDEZ CARBALLIDO, ELVIRA, Dos violetas del Anáhuac, México:<br />

DEMAC, 2010.<br />

MACÍAS, ANNA, Contra Viento y Marea. El movimiento feminista en<br />

México hasta 1940, México: Universidad Autónoma de<br />

México-PUEG, 2002.<br />

PUJOL, IGNACIO (DIR.), Violetas del Anáhuac. Primitivamente llamado<br />

Las hijas del Anáhuac. Periódico Literario redactado por<br />

señoras. Año 1, Tomo I, núm. 1-55, 1-626, México: Imprenta<br />

Aguilar e Hijos, 1887-88.<br />

PUJOL, IGNACIO (DIR.), Violetas del Anáhuac. Primitivamente llamado<br />

Las hijas del Anáhuac. Periódico Literario redactado por<br />

señoras. Año 2, Tomo II, núm. 1-15, 1-192. México: Imprenta<br />

Aguilar e Hijos, 1889.<br />

RAMOS ESCANDÓN, CARMEN (COORD.ª), Presencia y transparencia: la<br />

mujer en la historia de México, México: COLMEX, 1987.<br />

TUÑÓN, JULIA, Mujeres en México. Recordando una historia, México:<br />

CONACULTA, 1998.<br />

TUÑÓN, JULIA, Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y<br />

feminidad en México, México: COLMEX, 2008.<br />

VIGIL, JOSÉ MARÍA (COMP. Y PRÓLOGO), Poetisas mexicanas. Siglos XVI,<br />

XVII, XVIII y XIX, México, 1893 (vid. supra.), México: Universidad<br />

Autónoma de México-Instituto de Investigaciones<br />

Filológicas-Dirección General de Publicaciones, 1977.<br />

[Segunda edición con estudio preliminar de Ana Elena Díaz<br />

Alejo y Ernesto Prado Velázquez; Col. Nueva Biblioteca<br />

Mexicana, No 43]<br />

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Omar Alejandro Ángel Cortés<br />

University of Houston<br />

Recepción: 23 de febrero de 2016<br />

Aprobación: 14 de marzo de 2016<br />

ENTRE GÜIRALDES Y ARLT: LA STRUGGLE FOR LIFE<br />

—La struggle for life, che, unos se regeneran y<br />

otros caen; así es la vida […]<br />

—La struggle for life, che… unos se regeneran,<br />

otros caen… ¡así es la vida!<br />

Lucio, en El juguete rabioso<br />

Publicadas en 1926, las novelas de Roberto Arlt y<br />

Ricardo Güiraldes sujetas a análisis en este trabajo: El<br />

juguete rabioso y Don Segundo Sombra,<br />

manifiestan un parteaguas dentro de la literatura<br />

narrativa argentina. Como señala<br />

Gerardo Goloboff,<br />

Las novelas y relatos que preceden a El juguete<br />

rabioso son, salvo pocas excepciones, de<br />

ambiente rural y, también salvo poquísimas<br />

excepciones, idealizantes del entorno o neutrales<br />

frente a sus conflictos. Justamente por ello se ha<br />

señalado a 1926 como un año de ruptura […]<br />

especialmente por la publicación de la novela que<br />

analizamos […] así como por la clausura que, en otro<br />

sentido, representa la edición de Don Segundo<br />

Sombra, de Ricardo Güiraldes (37).<br />

Empero, a pesar de tratar temáticas polares (rural,<br />

en Güiraldes y urbana, en Arlt), existe una amplia gama<br />

de elementos comunes entre estas obras; uno de los<br />

cuales −elemento central de este comentario− encuentra<br />

su manifestación bajo la clasificación genérica<br />

novela de educación, también llamada de aprendizaje.<br />

A este respecto, Mihail Bahtin propone el<br />

entendimiento de la subcategoría novelística antes<br />

referida como el tipo de narración en la que el hombre<br />

(léase héroe o protagonista) experimenta un proceso<br />

de desarrollo. Ahondo en las características de este<br />

subgénero a través de lo siguiente:<br />

Existe una subespecie del género novelístico que se<br />

llama “novela de educación” (Erziehungsroman o<br />

Bildungsroman). […] Algunas de estas novelas tienen<br />

un carácter esencialmente biográfico o autio-<br />

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biógrafico […] en unas, el principio organizador es la<br />

idea puramente pedagógica acerca de la formación<br />

de un hombre […] unas se estructuran por el<br />

orden cronológico del desarrollo y educación del<br />

protagonista y carecen casi de argumento y otras,<br />

por el contrario, poseen un complicado argumento<br />

lleno de aventuras (Bahtin 207-208).<br />

Hasta aquí resulta claro que dichas características<br />

son inherentes a las novelas en cuestión debido<br />

a que ambas manifiestan las “memorias” de los protagonistas,<br />

quienes han experimentado un proceso de<br />

formación, a través de variados argumentos. Aunando<br />

a esto, Bahtin destaca que “el héroe es una constante<br />

en la fórmula de la novela [como macrogénero]; todas<br />

las demás magnitudes —la ambientación, la posición<br />

social, la fortuna, en fin, todos los momentos de la vida<br />

y del destino del héroe— pueden ser variables” (208). Sin<br />

embargo y para ser más precisos, en la categoría del<br />

Bildungsroman, “se propone una unidad dinámica de la<br />

imagen del protagonista. El héroe mismo y su carácter<br />

llegan a ser una variable dentro de la fórmula de la<br />

novela. La transformación del propio héroe adquiere<br />

una importancia para el argumento, y en esta relación<br />

se reevalúa y se reconstruye todo el argumento de la<br />

novela” (Bahtin 209). Ante esta aclaración sobre la<br />

novela de aprendizaje y el desenvolvimiento del protagonista<br />

dentro de ella, además de la importancia de<br />

dicha acción evolutiva para la constitución del texto<br />

novelístico, Don Segundo Sombra y El juguete rabioso<br />

encuentran cabida dentro del subgénero.<br />

Finalmente, el crítico ruso propone una decantación<br />

más dentro del campo del Erziehungsroman a<br />

través de cinco tipos de novela de educación. Para el<br />

presente caso, el quinto tipo resulta el más apropiado<br />

debido a que “en él, el desarrollo humano se concibe<br />

en una relación indisoluble con el devenir histórico. La<br />

transformación del hombre se realiza dentro del tiempo<br />

histórico real, con su carácter de necesidad, completo,<br />

con su futuro y también con su aspecto cronotípico”<br />

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(Bahtin 210); aunado a la característica esencial de este<br />

tipo de novela que es “la representación de la vida y<br />

del mundo como experiencia y escuela que debe<br />

pasar todo hombre sacando de ella una misma lección<br />

de sensatez y resignación” (Bahtin 210).<br />

Luego de este marco teórico, sin más preámbulo,<br />

me permito dar paso al análisis concreto de los textos<br />

novelísticos. Por la complejidad −la riqueza argumentativa−<br />

de las obras, iniciaré con Don Segundo Sombra,<br />

que plantea un enriquecimiento horizontal (ahondaré<br />

en esto más adelante) debido a la poca variedad de<br />

personajes que puedan fungir como arquetipos para el<br />

protagonista.<br />

DON SEGUNDO SOMBRA<br />

Si bien Don Segundo Sombra puede ser analizada<br />

desde lecturas que van desde lo psicoanalítico (pérdida<br />

de identidad del protagonista), recuperación de los<br />

valores nacionales, despedida al arquetípico gaucho<br />

argentino, etc., para el presente trabajo se propone<br />

“interpretar la vida del joven Cáceres como una serie<br />

de ritos de iniciación o una búsqueda de su colocación<br />

en el mundo” (Spice 361) que, con base en el apartado<br />

teórico previo, responde claramente a la manifestación<br />

de una Bildungsroman argentina; entendiendo esta<br />

como aquella novela “in which the centre of interest is<br />

to be found not so much in the adventures of the hero,<br />

himself a passive character, as in the effects which his<br />

experiences are seen to have in his growth to maturity<br />

and clarity of purpose, after perhaps fumbling<br />

beginnings” (Herd y Obermayer 31). Para ejemplificar<br />

esto, me permito los siguientes fragmentos de la novela<br />

en cuestión, junto a sus respectivas glosas.<br />

La fábula de la novela puede resumirse de la<br />

siguiente manera: el “guachito” (que, en el inicio y gran<br />

parte de la obra aparece sin nombre) se presenta al<br />

lector a través de su retrospección respecto a “catorce<br />

años de chico abandonado, de «guacho», como seguramente<br />

dirán por ahí” (Güiraldes 9). Mediante estas<br />

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“memorias” se conoce la evolución (léase educación)<br />

del joven Cáceres, misma que encuentra inicio en el<br />

cruce de las vidas del protagonista y Don Segundo:<br />

Al cruzar una calle espanté desprevenidamente un<br />

caballo, cuyo tranco me había parecido más lejano,<br />

y como el miedo es contagioso, aun de bestia a<br />

hombre, quedéme clavado en el barrial sin animarme<br />

a seguir. […]<br />

—Quién sabe si no es Don Segundo Sombra.<br />

—Él es —dije sin saber por qué, sintiendo la misma<br />

emoción que al anochecer me había mantenido<br />

inmóvil ante la estampa significativa de aquel<br />

gaucho, perfilado en negro sobre el horizonte.<br />

(Güiraldes 16-17).<br />

El subrayado anterior se debe a que, debido a la admiración<br />

que el gaucho provoca en el protagonista, éste<br />

desea seguirle y aprenderle; es decir, lo concibe como<br />

arquetipo de vida. Ya en el desarrollo de la vida gauchesca,<br />

el guachito −a través de distintas vivencias y<br />

situaciones− manifiesta el pleno aprendizaje, la característica<br />

esencial de la novela de educación. De esto,<br />

cabe destacar el episodio donde el joven Cáceres<br />

toma conciencia de aquello aprendido gracias a Don<br />

Segundo, al grado tal de llamarle padrino: “...un<br />

hombre como el que yo llamaba mi padrino. Él fue<br />

quien me guió pacientemente hacia todos los conocimientos<br />

de hombre de pampa. Él me enseñó los<br />

saberes del resero, las artimañas del domador, el<br />

manejo del lazo y las boleadoras, la difícil ciencia de<br />

formar un buen caballo para el aparte y las pechadas,<br />

el entablar una tropilla y hacerla parar a mano en el<br />

campo” (Güiraldes 63). Además, resulta destacable<br />

que el aprendizaje no se limite únicamente a la vida<br />

gauchesca, sino al mundo en general y el manejo<br />

dentro de éste: “También por él supe de la vida, la<br />

resistencia y la entereza en la lucha, el fatalismo en<br />

aceptar sin rezongos lo sucedido, la fuerza moral ante<br />

las aventuras sentimentales, la desconfianza para con<br />

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las mujeres y la bebida, la prudencia entre los forasteros,<br />

la fe en los amigos” (Güiraldes 63).<br />

Para no caer en las glosas excesivas, limitaré el<br />

comentario a aquellos pasajes más representativos respecto<br />

a la temática en cuestión; por tanto, dentro de<br />

dicho marco, el uso de la literatura como medio para el<br />

aprendizaje toma total relevancia pues, tanto la obra<br />

de Güiraldes como la de Arlt, utilizan tal recurso (en este<br />

aspecto del segundo autor ahondaré más adelante).<br />

En cuanto a Don Segundo Sombra, el adoctrinamiento<br />

literario radica en lo siguiente: “Una virtud de mi<br />

protector me fue revelada en las tranquilas pláticas del<br />

fogón. Don Segundo era un admirable contador de<br />

cuentos, y su fama de narrador daba nuevos prestigios<br />

a su ya admirada figura” (Güiraldes 64); junto a esto,<br />

destaco que las narraciones del gaucho poseían<br />

finalidad didáctica, como el caso de la narración del<br />

capítulo XXI, respecto a Miseria, Jesucristo y el Diablo. 1<br />

Como me referí líneas arriba, la ausencia de identidad<br />

del protagonista al inicio de la narración y en casi<br />

todo el desarrollo de la misma (a excepción del desenlace)<br />

no es gratuita: gracias a esto se posibilita el<br />

aprendizaje, conocimiento y evolución del personaje,<br />

es decir, el Bildungsroman por ontonomasia. Fabio llega<br />

a concebirse como gaucho, cuestión que, para el<br />

desenlace de la obra, plantea una situación caótica;<br />

esto por lo siguiente: si bien para el momento del final<br />

de la obra, existía ya un aprendizaje completo y<br />

concreto del protagonista para sí mismo, como<br />

gaucho, la aparición de su fortuna heredada replantea<br />

el problema existencial: “Me llamó «Señor» y «Don»,<br />

hasta cansarse, y ni se acordó de mi pasada indigencia,<br />

ni de mi actual ropa, ni de las propinitas con que supo<br />

pagarme algún servicio menudo” (Güiraldes 183). Empero,<br />

las enseñanzas y vivencias al lado de Don<br />

Segundo permiten al protagonista, enriquecido por la<br />

serie de aprendizajes, concebir la esencia de la<br />

1<br />

A manera de comentario, resulta pertinente señalar el eco del exemplum medieval,<br />

literatura de fin didáctico moralizante y transmisión oral.<br />

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identidad (en este caso gauchesca) como un principio<br />

inmutable e inherente a su ser.<br />

Las disquisiciones anteriores han servido para<br />

evidenciar, como sostiene Juan Pablo Spicer, a manera<br />

de conclusión en lo concerniente a esta novela, que “la<br />

búsqueda de Fabio se torna un común denominador en<br />

la experiencia de no sólo un gaucho/estanciero<br />

argentino, sino de todos los seres humanos, e inclusive<br />

del propio autor Güiraldes” (370). Ahora, toca lugar al<br />

análisis del modelo novelístico de aprendizaje dentro<br />

del contexto de la gran urbe: El juguete rabioso.<br />

EL JUGUETE RABIOSO<br />

Como he manifestado en el apartado previo, en la<br />

novela de Güiraldes el aprendizaje se manifiesta a través<br />

de la evolución del protagonista dentro de un<br />

contexto rural; es decir, el crecimiento se establece con<br />

base en la figura del gaucho, como ideal. En el caso de<br />

la novela de Arlt, la situación es un tanto distinta: se<br />

educa para la vida en sociedad, como sostiene Diana<br />

Guerrero en su obra Roberto Arlt, el habitante solitario y,<br />

de manera específica, para la vida dentro de una urbe<br />

cosmopolita, para la “vida puerca”, como le llamaría el<br />

propio Arlt. Con base en esto, puedo sintetizar la fábula<br />

de la obra en cuestión a través de lo siguiente:<br />

Capítulo I<br />

*Planteamiento del argumento.<br />

*Manifestación de la cualidad inventiva del<br />

protagonista.<br />

*Fundación del “Club de los Caballeros de la Media<br />

Noche”.<br />

*Actividades delictivas.<br />

Capítulo II<br />

*Labor por parte del protagonista, debido a la<br />

pobreza.<br />

*Literatura como medio para el aprendizaje.<br />

*Conciencia de sufrimento, implicación de madurez.<br />

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*Filosofía de vida en Silvio: adorar la vida misma.<br />

Capítulo III<br />

*Silvio inventor.<br />

*Aprendizaje: el dinero mueve a la sociedad.<br />

*Expulsión de Silvio por parte del ejército.<br />

*Aprendizaje: el conocimiento va más allá de lo<br />

científico, vivir implica una sabiduría.<br />

*Intento de suicidio de Silvio.<br />

Capítulo IV<br />

*Silvio comerciante.<br />

*Reencuentro con Lucio.<br />

*La struggle for life<br />

*“El Rengo”. Invitación a la delincuencia.<br />

*Recapacitación de Silvio sobre el acto delictivo:<br />

trainción a “Rengo”.<br />

*Replanteamiento de la filosofía de vida en Astier: “ir<br />

por la vida como si fuera un muerto”.<br />

A pesar de su obviedad, los señalamientos anteriores<br />

resultan necesarios para evidenciar, de manera<br />

sintética, la evolución de Silvio Astier a través de la<br />

educación que la vida misma le proporciona. El<br />

protagonista es, en un inicio, delincuente, posteriormente<br />

librero; luego, inventor enlistado en el ejército y,<br />

finalmente, comerciante y delator de Rengo. A pesar<br />

de la amplia gama laboral, existe una constante en la<br />

personalidad de este personaje: la lucha por la vida.<br />

Como es bien sabido, la obra de Arlt resulta<br />

adelantada para su época y, por tanto, rechazada. En<br />

este sentido, la manifestación de la “novela de aprendizaje”,<br />

bajo la inventiva de Roberto Arlt, posee dos<br />

vertientes: a)la educación dentro de la novela, a través<br />

de las vivencias de Silvio Astier, y b)la educación fuera<br />

de la novela, mediante la propuesta temática y estilo<br />

narrativo; en palabras de Nancy Fernández, “la escritura<br />

arltiana marca la tensión entre interior y exterior y<br />

es ahí donde el cuerpo de los personajes es doble<br />

clivaje que funciona como síntoma de la conciencia y<br />

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espacio social” (26). Otro rasgo destacable radica en el<br />

adoctrinamiento del protagonista por parte de la<br />

relación con la literatura. En El juguete rabioso, esto se<br />

presenta mediante la labor de Silvio en la librería, el<br />

asalto a la biblioteca y la valoración del protagonista al<br />

arte meramente literario, como el pasaje en referencia<br />

a Baudelaire y la comparación de Silvio con Rocambole,<br />

principalmente.<br />

Resulta evidente la riqueza narrativa, temática y<br />

filosófica que Arlt proporciona al lector a través de su<br />

juguete. Bajo la óptica de este análisis se rescata la<br />

evolución en aparente decadencia experimentada<br />

por Silvio Astier y el adoctrimiento que la vida, la sociedad<br />

misma le provee. La novela de educación, como<br />

la concibe Bahtin, encuentra en Arlt una manifestación<br />

más atrevida, sobrepasadora de cualquier lineamiento<br />

teórico. Permítase, para finalizar estos señalamientos, la<br />

voz a “Judas”:<br />

—Lo que hay, es que esas cosas uno no se las puede<br />

decir a la gente. Lo tomarían por loco. Y yo me digo:<br />

¿qué hago de esta vida que hay en mí? Y me gustaría<br />

darla… regalarla… acercarme a las personas y<br />

decirles: ¡Ustedes tienen que ser alegres! ¿Saben?,<br />

tienen que jugar a los piratas… hacer ciudades de<br />

mármol… reírse… tirar fuegos artificiales (Arlt 148).<br />

Como señala Bahtin:<br />

El desarrollo no viene a ser un asunto particular. El<br />

hombre se transforma junto con el mundo, refleja en<br />

sí el desarrollo histórico del mundo. El hombre no se<br />

ubica dentro de una época, sino sobre el límite entre<br />

dos épocas, en el punto de transición entre ambas.<br />

(211)<br />

Situación que, en el caso de Arlt y Güiraldes resulta, sin<br />

lugar a dudas, una plena lección de vida.<br />

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BIBLIOGRAFÍA<br />

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BAHTIN, MIHAIL, “El planteamiento del problema; la novela de<br />

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Siglo Veinituno Editores, 2011. pp. 207-212.<br />

FERNÁNDEZ, NANCY. “Sobre Roberto Arlt”. Hispamérica. Año 30, No. 90<br />

(Diciembre, 2001), pp. 23-36.<br />

GOLOBOFF, GERARDO MARIO, “La primera novela de Roberto Arlt: El<br />

asalto a la literatura”. <strong>Revista</strong> de Crítica Literaria Latinoamericana.<br />

Año 1, No. 2 (1975), pp. 35-49.<br />

GÜIRALDES, RICARDO, Don Segundo Sombra. Buenos Aires: Terramar,<br />

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SPICE, JUAN PABLO, “Don Segundo Sombra: En busca del Otro”.<br />

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(1993), pp. 361-373.<br />

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JUAN O’GORMAN Y LA CASA-ESTUDIO RIVERA-KAHLO<br />

Annette B. Ramírez de Arellano<br />

Universidad de Puerto Rico<br />

Servando Ortoll<br />

Universidad Autónoma de Baja<br />

California<br />

Recepción: 07 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 23 de marzo de 2016<br />

Resulta curioso ver el proceso creativo en una obra<br />

arquitectónica. Generalmente vemos el resultado final,<br />

sin conocer las opciones descartadas ni los<br />

criterios que imperaron en las decisiones<br />

tomadas. En el caso de la casa/estudio<br />

Rivera-Kahlo en la colonia San Ángel, de la<br />

Ciudad de México, diseñada por el artista y<br />

arquitecto Juan O’Gorman, hay documentación<br />

que arroja alguna luz sobre la selección<br />

de colores, elemento significativo en<br />

la vivienda, e indica cómo la casa fue recibida<br />

una vez construida.<br />

No es sorprendente que Diego Rivera<br />

haya seleccionado a O’Gorman para que diseñara la<br />

casa que el muralista compartiría con su esposa Frida<br />

Kahlo. Rivera y O’Gorman eran amigos y colegas; el arquitecto<br />

se había destacado como artista y muralista<br />

antes de emprender una nueva carrera. Y O’Gorman y<br />

Kahlo habían nacido en Coyoacán, a la vez que compartían<br />

la misma fecha de cumpleaños. Pero mientras<br />

Rivera, quien le llevaba unos 19 años, estaba en el<br />

apogeo de su carrera, O’Gorman se había iniciado<br />

como arquitecto sólo dos años antes con la casa que<br />

había diseñado para su padre. No obstante, ya se consideraba<br />

uno de los funcionalistas más radicales de<br />

México, reputación que seguramente le agradaría a<br />

Rivera.<br />

O’Gorman, graduado de la Universidad Nacional Autónoma<br />

de México, estaba inmerso en el zeitgeist de su<br />

tiempo. Tenía particular empeño en crear un diseño que<br />

reflejara el uso, los materiales y la estructura de la casa,<br />

la cual sería no sólo residencia sino también lugar de<br />

trabajo. Y sabía que esta comisión sería significativa por<br />

la fama del cliente y por la ubicación de la casa: San<br />

Ángel era un vecindario céntrico, y la casa que-daba<br />

frente al muy frecuentado restorán y albergue San<br />

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Ángel Inn. La residencia sería por lo tanto vista y<br />

comentada por muchos.<br />

Estando su trayectoria como arquitecto aún en<br />

desarrollo, O’Gorman se dejó llevar por los principios y<br />

la visión estética del arquitecto suizo Charles-Édouard<br />

Jeanneret, mejor conocido por su seudónimo Le<br />

Corbusier. “Corbu”, como se le conocía familiarmente,<br />

había esbozado unos cinco principios básicos sobre los<br />

cuales descansaba su obra. 1 Estos habían sido publicados<br />

a manera de manifiesto en una obra que<br />

O’Gorman decía haber leído repetidas veces. 2 Los principios<br />

eran los siguientes: usar apoyos o columnas para<br />

levantar la estructura del terreno; incluir jardines en las<br />

azoteas o techos; crear flexibilidad en el diseño del piso<br />

principal minimizando las paredes de carga; incorporar<br />

ventanales horizontales; y diseñar la fachada libremente.<br />

Pero además de estos principios, O’Gorman contaba<br />

con un modelo específico sobre el cual basar su<br />

diseño: la casa-estudio que Le Corbusier había diseñado<br />

en 1923 para su amigo el pintor Amédée Ozenfant in<br />

París. No sólo se trataba de una casa que servía de<br />

residencia y de estudio, sino que ya incorporaba los<br />

principios que O’Gorman había hecho suyos.<br />

O’Gorman no titubeó en adoptar el plan de la<br />

Maison-Atelier Ozenfant, y su diseño incluye las mismas<br />

líneas rectas, la escalera, la fenestración, los volúmenes,<br />

y hasta el techo distintivo en forma de dientes de sierra.<br />

Como la casa tenía que acomodar a dos artistas,<br />

O’Gorman diseñó dos casas, una más grande que la<br />

otra, unidas visiblemente por un pasadizo que hacía las<br />

veces de un balcón. La casa más grande −basada<br />

claramente en la de Ozenfant− sería la de Diego; la<br />

pequeña, con las mismas líneas rectas y fenestración<br />

similar, era la de Frida. Y para enfatizar la dualidad de<br />

1<br />

Vers une architecture. Almanach de L’Architecture moderne, Paris, 1926.<br />

http://caad.arch.ethz.ch/teaching/nds/ws98/script/text/corbu.html<br />

2<br />

Keith Eggener, Juan O’Gorman versus the International Style: An unpublished<br />

submission to the JSAH: Vol. 68 (3): 301, 2009.<br />

http://www.jstor.org/stable/10.1525/jsah.2009.68.8.301<br />

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sus dueños, las casas estarían pintadas de diferentes<br />

colores. Así, cada uno de sus habitantes tendría su<br />

propio espacio y privacidad a la vez que compartía<br />

ciertas áreas en común.<br />

O’Gorman consulta la pintura de las casas 3 a Diego<br />

Rivera, quien se encontraba junto a Kahlo en los<br />

Estados Unidos. Debido a que ambos eran pintores y conocían<br />

la importancia de los colores y sus tonalidades,<br />

O’Gorman propone y sugiere a la vez que solicita la<br />

opinión de su cliente. Como la estructura era complicada<br />

y uno de los propósitos de la aplicación de<br />

colores era destacar esa complejidad, el arquitecto<br />

indica sus preferencias y dibuja la casa para recalcar<br />

cómo los colores separarán las dos casas, así como los<br />

diferentes planos componiendo las fachadas. La carta<br />

adjunta muestra los detalles de lo que O’Gorman sugería,<br />

a la vez que indaga sobre las preferencias de Rivera.<br />

3<br />

Carta de Juan O’Gorman a Diego Rivera, 3 de marzo de 1932, Archivos Frida Kahlo,<br />

Colección Nelleke Nix y Marianna Huber, National Museum for Women in the Arts,<br />

Washington, DC.<br />

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Varias de las obras maestras de Le Corbusier están<br />

pintadas de blanco, con sólo algunos toques de colores,<br />

por lo cual se ha sugerido que O’Gorman ‘mexicanizó’<br />

la obra del arquitecto suizo con su selección de<br />

colores y la inclusión de una comentada verja de<br />

cactus marcando el predio donde habitarían Rivera y<br />

Kahlo. 4 Pero la gama de colores que utilizó O’Gorman<br />

no difería de la que favorecía Le Corbusier en su propia<br />

obra: el rojo-canela y el azul eran parte de su carta de<br />

colores, y estos eran utilizados para sugerir los distintos<br />

componentes de sus diseños. 5<br />

Estando Rivera y Kahlo fuera de México durante<br />

la construcción de la casa, dependían de los informes<br />

que les rendía O’Gorman. Una vez completada la obra,<br />

el arquitecto le escribió a Frida lo siguiente:<br />

Las casas de San Ángel han causado sensación.<br />

Cuéntale a Diego que Ricardo Cebada fue a comer<br />

a San Ángel Inn con dos señorones de esos momias<br />

sin sepultura, abogados de Corte de Justicia y miembros<br />

de la Real… Academia y al pasar frente a las<br />

casas exclamaron: “Pero qué es esto tan espantoso.”<br />

Ricardo le explicó lo qué era y cuando salieron de<br />

San Ángel Inn se taparon la cara para no ver las<br />

casas. 6<br />

Otra anécdota se refiere a los pilotes sobre los<br />

cuales descansaba la casa. Para algunos, éstos parecían<br />

ser demasiado frágiles para sostener la estructura<br />

en caso de un movimiento sísmico:<br />

Carlos Obregón Santacilia 7 fue con unos amigos a<br />

ver “los horrores de San Ángel Inn” −así le llaman a<br />

tus mansiones− y doctoralmente frente a los postes<br />

4<br />

Eggener, op. cit.<br />

5<br />

Mark Chamberlain, ColorTherapy: Le Corbusier, Kt. Color and the Villa Savoye.<br />

http://www.apartmenttherapy.com.ny/colortherapy-le-co...<br />

6<br />

Carta de Juan O’Gorman a Frida Kahlo, 11 de julio de 1932, Archivos Frida Kahlo,<br />

Colección Nelleke Nix y Marianna Huber, Museum for Women in the Arts,<br />

Washington, DC.<br />

7<br />

Obregón Santacilia era un arquitecto cuya obra era principalmente neoclásica y<br />

Art Déco. O’Gorman trabajó como delineante en el estudio de Obregón.<br />

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largosde concreto dijo: “Con el primer temblor se<br />

caen, esto es seguro, y se mata Diego.” En esos<br />

momentos empezó a temblar, primero oscilatorio y<br />

luego trepidatorio como a propósito. Parece tan rara<br />

la casualidad pero así pasó y de a dos clases de<br />

temblor como de muestra. Salieron corriendo las personas<br />

espantadas y los postes intactos. Sólo se abrió<br />

una pequeña cuarteadura en el block hueco de un<br />

muro, cosa sin importancia; no te preocupes. 8<br />

O’Gorman continúa diciendo que “ha sido una<br />

temporadita de sacudidas un poco desagradables: dos<br />

temblores muy macizos en que la gente salía despavorida<br />

a la calle en camisón.” 9<br />

Si bien O’Gorman disfrutaba de que su diseño<br />

causara estas reacciones entre el público burgués, con<br />

el tiempo O’Gorman renegó sus vínculos estilísticos con<br />

Le Corbusier. Abandonando las líneas rectas del funcionalismo,<br />

el arquitecto mexicano reemplazó el estilo<br />

arquitectónico del suizo con las ideas decorativas de<br />

Frank Lloyd Wright y las curvas sinuosas del catalán<br />

Antonio Gaudí. 10 Como este último, O’Gorman acogió<br />

la idea de que “originalidad es volver al origen”. 11 Así,<br />

O’Gorman utilizó la iconografía indígena mexicana<br />

para adornar sus obras. Su propia residencia, construida<br />

a principios de los años 50, era una estructura en forma<br />

de caracol en la cual gran parte de las superficies −paredes,<br />

plafones, terrazas y fachada− estaban cubiertas<br />

por mosaicos de colores con imágenes alegóricas a la<br />

historia de México. O’Gorman declaró que ésta era la<br />

única obra “verdaderamente creativa” que había<br />

diseñado. 12<br />

Es irónico recalcar, sin embargo, que esa casa fue<br />

destruida en 1970, mientras que la casa-estudio para<br />

Rivera y Kahlo permanece bien conservada, transfor-<br />

8<br />

Carta de O'Gorman a Kahlo, 11 de julio de 1932.<br />

9<br />

Ibid.<br />

10<br />

Paper Trail: The Esther McCoy Papers, Archives of American Art Journal, Vol. 45 (3/4)<br />

(2005): 56.<br />

11<br />

Antonio Gaudí, La originalidad es volver al origen.<br />

http://www.eljardindelibro.com/libros/_la_originalidad_es_volver_...<br />

12<br />

Paper Trail, op. cit.: 56.<br />

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mándose así en una de las obras más conocidas de<br />

O’Gorman. Y la fama póstuma de Frida Kahlo le ha<br />

dado mayor realce a la vivienda-estudio, convirtiéndose<br />

en monumento histórico, destino turístico y lugar<br />

de peregrinación. Para colmo de la ironía, la casaestudio<br />

de Ozenfant ha perdido su renombre con los<br />

efectos del tiempo y las renovaciones de nuevos dueños:<br />

la estructura ha sufrido no sólo cambios en su<br />

repartición interior sino también en su techo distintivo de<br />

dientes de sierra. 13 Así, las ideas de Le Corbusier se<br />

manifiestan hoy día mejor en su interpretación por<br />

O’Gorman en la Ciudad de México que en su versión<br />

original en París. 14<br />

13<br />

Ozenfant House and Studio –Le Corbusier- Great Buildings Online.<br />

http://www.greatbuildings.com/buildings/Ozenfant_Studio.html<br />

14<br />

De hecho, de acuerdo al arquitecto Yoyo Ito, ganador del Premio Pritzker en 2013,<br />

“No sería una exageración decir que la casa sobrepasa la obra de Le Corbusier”<br />

(citado en Fernanda Canales, “Juan O’Gorman (1905-1982),” Letras Libres (mayo<br />

2005): 91.<br />

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REMINISCENCIAS DE LA PICARESCA EN LA FAMILIA DE PASCUAL<br />

DUARTE Y NUEVAS ANDANZAS DEL LAZARILLO DE TORMES.<br />

Hilda Santos<br />

Universidad Autónoma Metropolitana-I<br />

Recepción: 28 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 5 de abril de 2016<br />

Cuando se conocen las características generales del<br />

género picaresco podemos indagar en los tópicos más<br />

representativos del mismo que, según mi tesis, están<br />

inteligentemente explícitos e implícitos en dos novelas<br />

de Camilo José Cela. Tenemos que saber primero la<br />

forma en que el escrito llega al lector. Para<br />

empezar a demostrar la influencia del género<br />

picaresco en la primera y tercera novela<br />

del escritor español, fijemos la mirada en dos<br />

modalidades narrativas muy en boga durante<br />

los siglos XV y XVI, me refiero al tópico<br />

del manuscrito encontrado y el modelo<br />

epistolar. Para la crítica, el manuscrito hallado forma<br />

parte esencial de los libros de caballerías más que de<br />

las novelas picarescas. Camilo José Cela, en las dos novelas<br />

que ahora nos ocupan, revive este tópico y esto<br />

prueba la influencia de los clásicos renacentistas en el<br />

escritor gallego. Posterior a la época de los libros de<br />

caballerías, los autores recurrían a esta técnica para<br />

novelar; de hecho, Cervantes en su obra maestra Don<br />

Quijote, usa este recurso tan prolijo durante el Medievo<br />

y el Renacimiento.<br />

El género picaresco y el caballeresco convivieron<br />

a pesar de su total antagonismo, y se trata de dos<br />

géneros literarios que el escritor español mencionado<br />

desempolvó para entregárnoslos en dos de sus primeras<br />

novelas: La familia de Pascual Duarte y Nuevas<br />

andanzas del Lazarillo de Tormes. Los críticos interesados<br />

en trabajar textos sobre el tópico del manuscrito encontrado<br />

han hecho aportaciones importantes. Por su<br />

parte, Mari Carmen Marín Pina, investigadora dedicada<br />

al análisis de libros de caballerías, asegura que en el<br />

caso del tópico del manuscrito encontrado “el verdadero<br />

autor de la obra se presenta entonces como<br />

simple traductor de un libro ajeno lo que le permite un<br />

juego de distanciamientos y perspectivas en relación<br />

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con la narración y salvaguardarse de las críticas y<br />

censuras que pudiera recibir” (Motivos y tópicos 859).<br />

Este punto de vista se encuentra muy generalizado<br />

en la crítica, Asimismo, existe la versión de que el<br />

recurso es un convencionalismo propio de aquellos<br />

autores que desean darle veracidad y autenticidad a<br />

un relato, pues, como bien lo comenta Carlos García<br />

Gual: “No hay mejor recomendación que la afirmación<br />

de veracidad de quien ha vivido como actor principal<br />

o como testigo inmediato los sucesos narrados” (García<br />

47)<br />

Podríamos escribir muchas páginas analizando<br />

qué ha dicho y qué dice aún la crítica sobre este tópico<br />

tan recurrente, sin embargo, no es la finalidad de este<br />

trabajo. No obstante, observemos que las dos novelas<br />

del escritor coruñés se apegan en alguna forma a esta<br />

técnica. A Cela el recurso le era del todo favorable,<br />

pues recordemos que se trataba de un escritor joven<br />

cuando escribió estas dos obras, las únicas que tienen<br />

una fuerte vinculación con el género picaresco. Pero<br />

revisemos los modelos y veamos de qué forma llegan las<br />

historias de Lázaro López y Pascual Duarte hasta nosotros.<br />

Pascual Duarte en la prisión, donde espera la<br />

muerte, ha dedicado gran parte de su tiempo a escribir<br />

sus memorias. El lector las recibe a través de un transcriptor<br />

que, cabe destacar, no es ni protagonista ni<br />

testigo de los hechos que cuenta; su labor es, por así<br />

decirlo, dar a conocer las memorias de un condenado<br />

a muerte. Este transcriptor hace una importante labor<br />

con el manuscrito original, tal como hacían los antiguos<br />

traductores de los libros de caballerías, los cuales<br />

“fingen ser traducciones de antiguos libros escritos en<br />

lengua extranjera […] por algún sabio cronista y hallados<br />

en circunstancias excepcionales” (Motivos y tópicos<br />

859). El escrito de Pascual Duarte, si bien no se dice que<br />

es traducido de otra lengua al castellano y no fue<br />

encontrado en ninguna ermita alejada y misteriosa sino<br />

en una farmacia de Almendralejo, “donde Dios sabe<br />

qué ignoradas manos las depositaron” (La familia 99), sí<br />

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debe ser revisado y corregido por ese supuesto transcriptor,<br />

pues él mismo nos asegura que el manuscrito<br />

original, “—en parte debido a la mala letra y en parte<br />

también a que las cuartillas me las encontré sin número<br />

y no muy ordenadas—, era punto menos que ilegible”<br />

(La familia 99).<br />

El tópico del manuscrito encontrado está perfectamente<br />

delineado en las primeras páginas de la<br />

novela. En este caso el transcriptor, que de alguna<br />

manera representa otra voz narrativa, justifica el hecho<br />

de modificar o deformar el original como en su momento<br />

lo hicieron los autores de libros de caballerías; por<br />

ejemplo, Rodríguez de Montalvo en el caso específico<br />

del Amadís de Gaula aclara haber enmendado el texto<br />

“corregióle de los antiguos originales, que estaban<br />

corruptos e compuestos en antiguo estilo, por falta de<br />

los diferentes escriptores; quitando muchas palabras<br />

supérfluas, e poniendo otras de más polido y elegante<br />

estilo” (Rodríguez, 225) Marín Pina afirma que Rodríguez<br />

de Montalvo “asume tareas editoriales y otras supuestamente<br />

traductoras” (Páginas 71). En el caso de las<br />

memorias del preso extremeño, el transcriptor lleva a<br />

cabo estas mismas tareas; en cierto modo se desempeña<br />

como editor, pues corrige la ortografía, ordena el<br />

manuscrito, numera las páginas, se encarga de dar a la<br />

imprenta las memorias y, más importante aún, se toma<br />

libertades exageradas sobre el escrito original: “He<br />

preferido, en algunos pasajes demasiado crudos de la<br />

obra, usar de la tijera y cortar por lo sano” (Cela, La<br />

familia 99), con el fin de privar al lector de conocer<br />

“pequeños detalles que nada pierde con ignorar” (99).<br />

La única diferencia con los libros de caballerías consiste<br />

en que los escritores de éstos “prefirieron presentarse<br />

como padrastros antes que padres, como traductores<br />

antes que autores, de sus propias creaciones” (Páginas<br />

71). Pero en la novela de la posguerra ni Pascual Duarte<br />

ni Cela niegan la autoría de sus respectivas creaciones,<br />

sin embargo, en el escrito del campesino extremeño<br />

bien podemos constatar que no dejó ningún intermediario<br />

para que se hicieran públicas sus memorias, pero<br />

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sí encargó al guardia civil de la cárcel de Badajoz que<br />

“cuando me lleven, coge usted esta carta, arregla un<br />

poco este montón de papeles y se lo da todo a este<br />

señor” (La familia 226), a lo que el guardia asegura: “yo<br />

lo obedecí porque no vi mal en ello, y porque he sido<br />

siempre respetuoso con las voluntades de los muertos”<br />

(226).<br />

La ecuación bien puede entenderse así: el manuscrito<br />

original va dirigido a don Joaquín Barrera, llega<br />

a él a través del guardia, como ya constatamos líneas<br />

atrás; don Joaquín, en su cláusula testamentaria, ordena<br />

que el manuscrito “sea dado a las llamas sin leerlo<br />

y sin demora alguna” (La familia 105), pero por azarosas<br />

razones no se cumple su voluntad y el manuscrito va a<br />

aparecer en la botica ya mencionada. El transcriptor<br />

que se nos presenta en el texto es completamente<br />

anónimo, no conocemos su nombre ni por qué se tomó<br />

la libertad de dar a la imprenta un escrito que era<br />

totalmente confidencial. Cierto es que Pascual Duarte,<br />

en su carta dirigida a don Joaquín Barrera López, hace<br />

referencia a una “pública confesión” (La familia 101) de<br />

sus memorias, sin que esto quiera decir que deban darse<br />

a la imprenta y hacerse un libro con ellas. Públicas<br />

son porque decide darlas a conocer a un representante<br />

de la clase social que él agredió al darle muerte a don<br />

Jesús.<br />

Cela usa la figura del transcriptor para dar a<br />

conocer su obra, aquí cobra relevancia el argumento<br />

de Marín Pina respecto a valerse de un supuesto traductor;<br />

el escritor español se desliga así de la<br />

responsabilidad de los errores en la obra y, sobre todo,<br />

de las múltiples contradicciones que la historia conlleva,<br />

pues una lectura más exhaustiva nos deja ver los desórdenes<br />

que la novela tiene en fechas, eventos y tiempo<br />

cronológico. Al profundizar, bien puede uno concluir<br />

que el autor cayó en varias equivocaciones de carácter<br />

narrativo. Sin embargo, la presencia del transcriptor<br />

salva al autor de esos pequeños desaciertos, pues el<br />

lector bien puede asumir que son errores del transcriptor<br />

anónimo más que del autor. Sobre todo hay que recor-<br />

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dar que, de acuerdo con García Gual, como ya<br />

mencionamos líneas atrás, el autor de este tipo de obras<br />

debe apostar a la fidelidad de un relato en que “el<br />

narrador se presente como el protagonista o bien como<br />

espectador puntual de los hechos memorables que<br />

refiere” (García 47).<br />

En el caso de La familia de Pascual Duarte debemos<br />

sospechar que este transcriptor, al no ser ni testigo<br />

presencial ni espectador de los hechos, nos entrega el<br />

texto un tanto distorsionado y nos da, aparte de su<br />

versión, la del presbítero y la del guardia civil; además,<br />

él mismo aseguró que se entretuvo en irlo “traduciendo<br />

y ordenando ya que el manuscrito […] era punto menos<br />

que ilegible” (La familia 99). Así pues, Cela queda<br />

eximido de las posibles contradicciones de la narración<br />

que pasan directamente a ser responsabilidad del<br />

transcriptor.<br />

Efectivamente, entonces se cumple lo dicho por<br />

gran parte de la crítica: la finalidad del tópico era darle<br />

veracidad a la narración y, al mismo tiempo, permitirle<br />

al autor alejarse del texto para justificar sus fallas. El<br />

misterio del manuscrito encontrado da también a la<br />

novela una singular riqueza narrativa, pues nos envuelve<br />

en un halo de suspenso en el que, al igual que pasa<br />

en la realidad, quedan algunos dilemas y muchas preguntas<br />

sin contestar. Por ejemplo, ¿por qué razón<br />

Pascual Duarte nos deja a medias con la información?<br />

¿Qué hizo después de que dio muerte a su madre?<br />

¿Cuándo se convirtió en asesino de Don Jesús González<br />

de la Riva y por qué? ¿O acaso debemos suponer que<br />

también en estos hechos al transcriptor, por su absoluta<br />

voluntad, le “pareció más conveniente la poda que el<br />

pulido” (La familia 100) y determinó no entregarnos todo<br />

lo que Pascual Duarte verdaderamente escribió por<br />

considerarlo demasiado escabroso?<br />

El suspenso del que hacemos mención tiene que<br />

ver con el acierto del autor para dejar al lector en<br />

expectación justo en el momento de mayor clímax en<br />

la historia narrada, de tal forma que en ese mismo instante<br />

aparezca el transcriptor para desbaratar esa<br />

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incertidumbre provocada por un evento asombroso o<br />

perturbador dentro de la historia.<br />

El recurso lo encontramos en la obra cumbre de<br />

Cervantes, Don Quijote de la Mancha. En el capítulo<br />

ocho de la primera parte se nos refiere la batalla en que<br />

se enfrentan el caballero andante y el vizcaíno: “Venía,<br />

pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto<br />

vizcaíno con la espada en alto, con determinación de<br />

abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba asimismo<br />

levantada la espada y aforrado con su almohada, y<br />

todos los circunstantes estaban temerosos y colgados<br />

de lo que había de suceder de aquellos tamaños<br />

golpes con que se amenazaban” (Cervantes 69), en ese<br />

preciso momento en que se lanzan uno sobre otro se<br />

corta la narración para decirle al lector que “está el<br />

daño de todo esto que en este punto y término deja<br />

pendiente el autor de esta historia esta batalla, disculpándose<br />

que no halló más escrito de estas hazañas de<br />

don Quijote de las que deja referidas” (70). Por su parte,<br />

Pascual Duarte refiere así el asesinato de su madre: “La<br />

sangre corría como desbocada y me golpeó la cara<br />

[…], la solté y salí huyendo. […] corrí, corrí sin descanso,<br />

durante horas enteras. El campo estaba fresco y una<br />

sensación como de alivio me corrió las venas. Podía<br />

respirar…” (La familia 220). Igual que el manuscrito de<br />

Cide Hamete Benengeli, la novela de Cela, mediante<br />

la “otra nota del transcriptor”, pone punto final a las<br />

memorias y sólo nos dice: “Hasta aquí las cuartillas de<br />

Pascual Duarte. Si lo agarrotaron a renglón seguido, o si<br />

todavía tuvo tiempo de escribir más hazañas, y éstas se<br />

perdieron, es una cosa que por más que hice no he<br />

podido esclarecer” (La familia 221).<br />

Desde luego que mi trabajo no va encaminado a<br />

resaltar las analogías de estas obras, la mención de ellas<br />

es para destacar que el tópico del manuscrito encontrado<br />

también cumplió la función de crear un ambiente<br />

cautivador y desconcertante que involucrara a los<br />

lectores y les permitiera imaginar otros posibles sucesos<br />

que pudieron haber transcurrido y que el narrador, el<br />

autor, el transcriptor, o quien quiera que sea se negó a<br />

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darnos. Cabe aclarar, que en el caso de Don Quijote,<br />

como bien sabemos, se continuó con la narración de la<br />

aventura entre el vizcaíno y el manchego en el capítulo<br />

siguiente. El transcriptor de las memorias del preso no<br />

pudo terminar de decirnos toda la historia. Sabemos lo<br />

de la ejecución del campesino por dos vertientes: el<br />

paratexto referente a “Pascual Duarte, de limpio” y las<br />

cartas de Santiago Lurueña y Cesáreo Martín.<br />

Toda esta digresión hasta aquí expuesta muestra<br />

la gran riqueza contenida en el tópico del manuscrito<br />

encontrado, pues el recurso cumple funciones semejantes<br />

al tópico del exordio, en el cual se introduce al<br />

lector en los acontecimientos que va a presenciar. Cela<br />

usa de él de un modo magistral. La técnica sustraída de<br />

los siglos XV y XVI le dio a su primera novela todas las<br />

posibilidades de considerarla la narrativa más representativa<br />

de la posguerra.<br />

Camilo José Cela no se conformó con esta regresión<br />

al pasado en esta novela, lo volvió a hacer en 1944<br />

en su obra Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo<br />

de Tormes. En ella aborda también el tópico del manuscrito<br />

encontrado, pero de una manera menos original;<br />

en realidad, el manuscrito hallado en la botica del amo<br />

judío, a quién Lázaro López sirvió, no es otro que el viejo<br />

libro anónimo renacentista: El Lazarillo de Tormes.<br />

En el nuevo Lazarillo, si bien no existe un traductor<br />

o transcriptor que haga la recomposición de la obra, sí<br />

se nos da al final de la misma una “Nota del editor” por<br />

la cual nos enteramos que antes de iniciar la guerra,<br />

Lázaro se encontraba en el hospital de San Juan de<br />

Dios, en Madrid, no sabemos si en calidad de enfermo<br />

o en alguna labor social dada su condición de recluta.<br />

La función de este editor consiste en informarle al lector<br />

“seguimos sin noticia, tanto de nuestro hombre como<br />

de sus ingenuos y atormentados cuadernos de bitácora:<br />

o de macuto, morral o fardelejo” (Cela, Nuevas<br />

139), asimismo, nuestro editor también lamenta “no<br />

poder —por hoy— dar completa la historia de este<br />

hombre ejemplar que combatió contra todas las adversidades”<br />

(139).<br />

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Así pues, en el nuevo Lazarillo, una vez más Cela<br />

se vale de un editor para dar verosimilitud y realismo a<br />

su obra, pero principalmente, a mi juicio, para impregnar<br />

sus novelas de la esencia de los clásicos españoles<br />

de los que era tan fiel admirador y seguidor. El nuevo<br />

lazarillo no se esconde tras la sombra de un transcriptor<br />

que corrige el manuscrito original, más bien justifica él<br />

mismo por qué va a escribir sus memorias; al encontrar<br />

el libro anónimo renacentista, la emoción del protagonista<br />

se desborda de tal manera que no duda en “que<br />

aquel Lázaro fuera abuelo mío —y de ello ya lo trataré<br />

en adelante—” (Nuevas 21). Con esta última frase<br />

apunta que va a imitar lo hecho por su supuesto abuelo:<br />

redactar su vida y darla a conocer, pues, por llamarse<br />

Lázaro y ser de la tierra de Tormes, se obliga a darle<br />

seguimiento a la tradición de contar sus adversidades.<br />

A diferencia de Pascual Duarte, Lázaro López se<br />

excusa de los posibles errores que su escrito pueda contener<br />

y asegura: “prometo arreglar algunos puntillos<br />

desenderezados que seguramente se me habrán ido,<br />

tan pronto como los conozca y haya aprendido la<br />

gramática, que ahora —a la vejez viruelas— me he<br />

puesto a estudiar” (Nuevas 19). Además, el nuevo<br />

Lazarillo sí desea que lo escrito por él “salga a la pública<br />

luz, porque pienso que los avatares que hube de pasar<br />

a más de uno servirá de provecho el conocerlos si los<br />

entiende con calma y tal como me sucedieron” (19).<br />

Esta declaración, por parte del nuevo pícaro, resalta el<br />

interés, nulo en el texto de Pascual Duarte, de que<br />

alguien se beneficie de sus experiencias, tal y como<br />

también fue el deseo del Guzmán de Alfarache a finales<br />

del siglo XVI.<br />

Otro tópico de la literatura muy en boga en los<br />

Siglos de Oro de España fue el modelo epistolar. La<br />

carta fue una técnica novelística muy usada durante los<br />

siglos XV y XVI. Los tratados y manuales epistolares<br />

representaron una gran tradición en la forma de comunicación<br />

de aquel entonces. Fernando Bouza considera<br />

que “la presencia de las cartas […] alcanzó tales<br />

dimensiones sociales, políticas y económicas que sería<br />

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posible considerar a la alta Edad Moderna como una<br />

cultura epistolar” (Bouza 11).<br />

No nos debe de extrañar entonces que la carta<br />

sea una modalidad muy recurrente entre los humanistas,<br />

muchos de ellos seguidores de Erasmo de<br />

Rotterdam quien, dicho sea de paso, escribió “el que<br />

probablemente sea el tratado epistolar latino más<br />

exitoso y representativo de todo el Renacimiento, el<br />

Opus de conscribendis epistolis” (Baños 16). Si el Lazarillo<br />

de Tormes es, como mucha crítica lo afirma, una obra<br />

erasmista, no podía sino escribirse como una carta y<br />

hacer de esta manera un encomio completo a dicho<br />

pensador. Pero eso es tema de otra investigación.<br />

Camilo José Cela retoma el tópico en su primera<br />

novela y una vez más muestra su inclinación hacia los<br />

clásicos renacentistas. La emulación proviene sin duda<br />

del gran anónimo de 1554. Lázaro de Tormes y Pascual<br />

Duarte utilizan la carta para dirigirse a un destinatario, a<br />

quien explicarán “su caso”. El pícaro renacentista<br />

escribe para un Vuestra Merced; alguien interesado en<br />

saber por qué el pregonero de Toledo ha aceptado una<br />

condición tan deshonrosa como la de vivir con la<br />

concubina del arcipreste; dicho evento o caso es lo que<br />

va a explicar Lázaro de Tormes en su texto. Por otro lado,<br />

Pascual Duarte escribe una carta y un relato a otra<br />

autoridad: Señor don Joaquín Barrera López, obviamente<br />

los motivos del preso para exponer “su caso” son<br />

diferentes; Pascual Duarte se va a justificar por su<br />

conducta, argumentará a lo largo del texto por qué<br />

hizo lo que hizo y bajo qué circunstancias, para descargar<br />

así un poco su conciencia. El extremeño pide<br />

perdón y asegura estar “pesaroso […] de haber<br />

equivocado mi camino” (La familia 102). Las cartas,<br />

tanto de Lazarillo como de Pascual, tienen intenciones<br />

diferentes; la del primero no desea convencer a nadie<br />

de su inocencia, más bien, con un estilo irónico, pretende<br />

mostrar que “arrimarse a los buenos”, como se lo<br />

sugería su madre, resulta más provechoso que vivir bajo<br />

lineamientos y normas morales establecidas, es decir,<br />

tener principios no sirve de nada en una sociedad<br />

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corrompida. La del segundo lleva implícita la manipulación<br />

al lector y al destinatario para mover a lástima<br />

y simpatía, pues, según sus argumentos, el culpable no<br />

es él, son los otros, la madre, el ambiente, el destino,<br />

Dios. Pero de estos detalles ya nos ocuparemos en páginas<br />

posteriores cuando profundicemos en las analogías<br />

de los pícaros renacentistas y Pascual Duarte.<br />

En Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo<br />

de Tormes no existe una carta, el texto no va dirigido a<br />

nadie en especial; como ya constatamos páginas atrás,<br />

el autor desea que todo aquel que tenga intención de<br />

aprender de él lo haga, en “unas palabras”, que bien<br />

pueden entenderse como una analogía del prólogo del<br />

Lazarillo renacentista, el personaje advierte: “quiero que<br />

una vez compuesto este librillo salga a la pública luz<br />

porque pienso que los avatares que hube de pasar a<br />

más de uno servirá de provecho el conocerlos si los<br />

entiende con calma y tal como me sucedieron”<br />

(Nuevas 19); intención muy parecida a la del Guzmán<br />

de Alfarache: “Mucho te digo que deseo decirte, y<br />

mucho dejé de escribir, que te escribo. Haz como leas<br />

lo que leyeres y no te rías de la conseja y se te pase el<br />

consejo” (Alemán 68). El autor de las nuevas memorias<br />

pretende también no extenderse en su relato: “el libro<br />

es breve como el de mi abuelo pero pienso que más<br />

vale así, porque pecado imperdonable hubiera sido<br />

inflarlo con humo de pajas que no dejara ver el grano,<br />

y porque si es bueno queda mejor escaso” (Nuevas 19).<br />

En resumen, los relatos de Pascual Duarte y Lázaro<br />

López están salpicados de aquellos elementos picarescos<br />

de los que la crítica hace mención: son autobiográficos<br />

y escritos en primera persona, se valen de<br />

una carta dirigida casi siempre a un representante de la<br />

clase social más privilegiada, su intención es explicarse<br />

y justificar su conducta deshonrosa. En el caso de la<br />

autobiografía se cumple lo dicho por Meyer-<br />

Minnemann: el pícaro deja su historia inconclusa, pues<br />

por ser autobiográfica no es verosímil que terminen de<br />

contar su vida hasta el día de su muerte. Pascual<br />

Duarte, Lázaro López, Guzmán y Lazarillo dejan su relato<br />

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abierto y con ello dan pauta a posibles continuaciones.<br />

En el caso del extremeño y del nuevo Lazarillo, el autor<br />

se vale del tópico del manuscrito encontrado para<br />

lograr el efecto de misterio y verosimilitud que contenían<br />

los antiguos relatos hallados en circunstancias excepcionales<br />

por alguien interesado en darlo a conocer<br />

públicamente para provecho de cuantos quisieran<br />

aprender de su contenido. Lo anterior demuestra que<br />

para Cela los ejemplos literarios más relevantes fueron<br />

el género picaresco y los libros de caballerías, dos modelos<br />

muy representativos en los Siglos de Oro de<br />

España.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

ALEMAN, MATEO, Guzmán de Alfarache, Madrid, Debolsillo, 2003.<br />

BAÑOS PEDRO, MARTÍN, “Familiar, retórica, cortesana: disfraces de la<br />

carta en los tratados epistolares renacentistas”, en Cultura<br />

epistolar en la alta Edad Moderna: Usos de la carta y de la<br />

correspondencia entre el manuscrito y el impreso, Universidad<br />

Complutense de Madrid, Cuadernos de Historia<br />

Moderna, Anejos IV, 2005, pp.15-30.<br />

BOUZA, FERNANDO, “Escritura en Cartas”, en Cultura epistolar en la<br />

alta Edad Moderna: Usos de la carta y de la correspondencia<br />

entre el manuscrito y el impreso, Universidad<br />

Complutense de Madrid, Cuadernos de Historia Moderna,<br />

Anejos IV, 2005, pp.9-14.<br />

CELA, CAMILO JOSÉ, La familia de Pascual Duarte, Madrid, Destino,<br />

2006.<br />

_________________, Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo de<br />

Tormes, Buenos Aires, Colihue, 2002.<br />

CERVANTES, MIGUEL DE, Don Quijote de la Mancha, Madrid, Edelvives,<br />

2005.<br />

GARCIA GUAL, CARLOS, “Un truco de la ficción histórica: El manuscrito<br />

reencontrado”, Anuario de la sociedad española de<br />

literatura general y comparada, X, (1996), pp. 47-60.<br />

MARIN PINA, MARI CARMEN, “Motivos y tópicos caballerescos”, en Don<br />

Quijote de La Mancha, volumen complementario, Barcelona,<br />

Instituto Cervantes-Crítica, 1998, pp.857-860.<br />

______________________, Páginas de sueños Estudios sobre los libros<br />

de caballerías castellanos, Madrid, Institución Fernando El<br />

Católico, 2011.<br />

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MEYER-MINNEMANN, KLAUS, “El género de la novela picaresca”, en La<br />

novela picaresca. Concepto genérico y evolución del<br />

género (siglos XVI y XVII), Madrid, Iberoamericana,<br />

2008, pp. 13-37.<br />

RODRÍGUEZ DE MONTALVO, GARCI, Amadís de Gaula, Madrid, Cátedra,<br />

1987.<br />

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APROXIMACIONES A EL LIBRO DE RUTH DE GILBERTO OWEN<br />

María del Carmen Martínez G.<br />

Universidad Autónoma Metropolitana<br />

Iztapalapa<br />

Recepción: 26 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 01 de abril de 2016<br />

Los estudios críticos acerca de la obra de Gilberto<br />

Owen son relativamente recientes. De ellos, resulta fácil<br />

distinguir que, en su mayoría, los estudiosos atienden<br />

con frecuencia Sindbad el varado al momento<br />

de señalar su poesía y Novela como<br />

nube cuando se trata de su narrativa. No<br />

existe nada malo en ello. Juan Coronado<br />

(Coronado, “Presentación”, 13) apunta que<br />

Owen “no fue un autor prolífico. Publicó<br />

unos cuantos libros. Su escasa difusión se<br />

efectuó principalmente en revistas, de donde<br />

fueron a rescatarlo Josefina Procopio, Miguel<br />

Capistrán, Luis Mario Schneider e Inés Arredondo”, con<br />

lo cual, se justifica y celebra la inclinación de los estudios<br />

hacia ciertos temas y obras. Por otro lado, algunos<br />

críticos apuntan la calidad y belleza que predominan<br />

en poemas como El libro de Ruth. Por ejemplo, en el<br />

video que Canal Once, del Instituto Politécnico Nacional,<br />

le dedica al poeta, Evodio Escalante menciona que<br />

“es uno de los más extraordinarios poemas de tipo<br />

amoroso que se han escrito entre nosotros”.<br />

Quizá frente a los ojos de los críticos, el hecho de<br />

que El libro de Ruth tenga como tema central el amor<br />

que un hombre mayor le tiene a una adolescente, lo<br />

deje en desventaja frente al viaje inmóvil, interno y crítico<br />

de Sindbad. Pero, incluso en esa declaración de<br />

amor que está examinada desde distintos ángulos hay<br />

un largo ejercicio de conciencia. Al respecto, Vicente<br />

Quirarte (Quirarte, “Perderse”, 169) menciona:<br />

Cuando descubrí ese libro de Owen [Perseo vencido],<br />

en él leí la crónica de un desamor, el testimonio<br />

de un hombre que no buscaba ocultarse sino, por el<br />

contrario, se transparentaba en sus versos, aunque<br />

utilizara las máscaras de Perseo, Sindbad o Booz para<br />

disfrazarse.<br />

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De alguna forma, como en Sindbad el varado, en el<br />

Libro de Ruth el poeta intenta escudriñar sus sentímientos<br />

para poder comprenderlos y manifestarlos.<br />

Aquí, en el poemario que nos ocupa, también es un solo<br />

individuo (Booz), el que observa cuidadosamente y<br />

expone lo que provoca Ruth en él. Así puede comprenderse<br />

por qué la voz lírica habla en primera<br />

persona, ya que solo de esa manera es posible acceder<br />

sin intermediarios a lo que el poeta expresa.<br />

En el primer poema de El libro de Ruth (Owen,<br />

2006, 172), el tiempo es el rasgo que destaca el pensamiento<br />

consciente del poeta y a su vez, funciona<br />

como eje temático. Ahí, la media noche toma distintos<br />

significados de acuerdo con la presencia o ausencia de<br />

Ruth. Cada vez que se menciona “las doce de la<br />

noche”, se anuncia algo nuevo de ese momento, según<br />

la perspectiva del poeta: primero lo que sucede fuera<br />

de él, luego lo que pasa dentro de sí mismo mientras<br />

espera y finalmente lo que es Ruth y cómo se transforma<br />

al entrar en contacto con Booz. Lo que sucede en<br />

primer lugar durante la espera parece envuelto en un<br />

ambiente desierto: no hay nadie, está oscuro pues “las<br />

mujeres apagan las lámparas” y “el cielo sus estrellas” y<br />

no hay ruido. Sin embargo, se aclara después que en<br />

ese momento todavía no llega la noche y entonces el<br />

propio poeta es descrito mientras espera. Sus pupilas<br />

buscan a Ruth, su boca la adivina, sus manos intentan<br />

recrearla en medio de la angustia y la impaciencia. Por<br />

eso, hacia el final del primer poema, ese anhelo de<br />

verla, se vuelve petición. Los enunciados imperativos<br />

remarcan ese deseo y al mismo tiempo dan ritmo al<br />

poema. A Ruth, Booz le pide dejar y salir de aquello que<br />

la mantiene aislada y, aunque ella se identifica con<br />

“ángel”, “sirena” o “corza”, lo es “mientras” él no intervenga.<br />

La relación entre Booz y Ruth es una que tiene la<br />

capacidad de transformarlos a ambos. La presencia de<br />

uno frente al otro los cambia; ella cambia automáticamente<br />

al tener contacto con él y él parece<br />

necesitar que eso suceda.<br />

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Todos los instantes que rodean “las doce de la noche”<br />

están descritos con detenimiento, y en ellos puede observarse<br />

la impaciencia de Booz, pues todo lo percibe,<br />

todo lo imagina y supone como lo hace cualquiera que<br />

desee que el tiempo se acelere. Paradójicamente,<br />

desde este momento comienza a vislumbrarse el lado<br />

negativo de la relación, ya que, aunque el poeta anhela<br />

fervientemente que llegue la media noche, sabe<br />

que “Más allá de las doce no se puede ver nada” y<br />

“Más allá de las doce no se puede ser nada”.<br />

En “Booz encuentra a Ruth”, también se contrapone<br />

lo que lo propio de ella puede provocar (el<br />

viento) frente a lo que es propio de él (la muerte). La<br />

distribución de los largos versos también ayuda a<br />

identificar lo contrapuesto y sus consecuencias. En primer<br />

lugar, se habla del viento, luego de la muerte,<br />

después se emiten advertencias y finalmente en el<br />

último verso, mediante una oración imperativa, parece<br />

haber una orden. El viento de Ruth está definido por<br />

más rasgos positivos que negativos: es poderoso porque<br />

mueve rascacielos; tiene capacidad de crear porque<br />

puede mostrar a Booz la cabeza de la Victoria de<br />

Samotracia; la maneja para poder recoger espigas;<br />

puede hacer maravillas para alisar los cabellos de ella y<br />

sobre todo, promover el amor de maneras insólitas;<br />

además de que sus conocimientos son elevados, pues<br />

entiende las cien lenguas de Babel. Finalmente, el<br />

viento que ella posee puede dar vida a Booz. Sin<br />

embargo, en seguida se apunta que ese nacimiento<br />

está envuelto en muerte y a partir de ahí, al “yo” lírico<br />

se le identifica con una muerte que acecha y persigue,<br />

que le presagia lo peor a la joven. En seguida, esos<br />

presagios se complementan con advertencias: le<br />

previene que saldrá “exangüe”, “seca y estéril” (Owen,<br />

2006, 174). El último verso del poema no vacila en<br />

pedirle que huya. Como en el poema anterior, aquí<br />

también existe una amplia reflexión con un tono pesimista<br />

sobre lo que supone la elección de Ruth de estar<br />

con Booz. Él la examina y se examina a sí mismo para<br />

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después comenzar a concluir que quien saldrá más<br />

afectada será ella, por lo que la ahuyenta.<br />

Así, el último verso de este poema se conecta con<br />

el primero del siguiente, pues declara: “Me he querido<br />

mentir que no te amo” (Owen, 2006, 175). Mientras<br />

antes le pedía que se marchara, aquí su discurso es más<br />

sincero y, como señala el nombre del poema, Booz<br />

canta su amor a la joven. De todo El libro de Ruth, este<br />

poema es el único donde los versos son regulares (todos<br />

tienen once sílabas) y tienen una rima asonante. Aunque<br />

se trata de un canto que elogia las cualidades de<br />

Ruth que han enamorado a Booz, aún existe una<br />

confrontación entre la naturaleza de ambos. Dos<br />

isotopías permiten el contraste y reiteran la idea de que<br />

el contacto entre ellos los afecta. Una isotopía la<br />

involucra a ella y se trata del calor y la luz. Ella, según el<br />

poeta, se asemeja a “sol sin freno”, “tarde”, “luz”,<br />

“brasa” y “alba”. Frente a esto, él está identificado con<br />

lo sombrío y frío: “deshielo”, “duelo” y, al final del canto,<br />

“muerto” (Owen, 2006, 175-176).<br />

Lo anterior podría pasar desapercibido debido a<br />

que la mayor parte del poema está enfocado en<br />

describir cómo se transforma Booz gracias a Ruth y<br />

también porque el poeta la invita a estar con él<br />

mediante el uso de algunos verbos, algunos repetidos<br />

en varias ocasiones. Los verbos “quédate”, “óyela”,<br />

“vámonos” y “tiéndete” exponen el deseo del poeta de<br />

aproximar la presencia de Ruth a la suya, al mismo<br />

tiempo que señala los cambios en él tras la aparición de<br />

ella. Resulta importante en este poema, que es la parte<br />

central del Libro de Ruth, el poeta decida exponer sus<br />

sentimientos de amor con sinceridad, como si detrás de<br />

toda la inseguridad y amargura que describe en otros<br />

momentos estuviera realmente y de forma especial, el<br />

cariño honesto que le tiene a la joven.<br />

En “Booz ve dormir a Ruth”, hay una descripción<br />

minuciosa del cuerpo femenino amado, rodeada de<br />

una comparación de la piel con el mar y un lamento<br />

por no conocer el origen y pensamientos de ella. La piel,<br />

que es mar y espuma, aquí está definida por rasgos que<br />

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sugieren pureza (lo blanco, la espuma, el halo de<br />

tehuanas y santos, el trance de la primera comunión y,<br />

al final, los sudarios de inocencia). Lo central está en<br />

nombrar las partes del cuerpo y al mismo tiempo cuestionarlas<br />

una a una. Si se observa el orden en que se<br />

mencionan las partes del cuerpo, pueden notarse dos<br />

cuestiones. La lista de lo mencionado por el poeta, en<br />

orden de aparición, es: piel, ojos, frente, cabellos, oreja,<br />

nariz, labios, pecho, cuello, senos, vientre, centro, pies,<br />

tobillos, piernas, caderas, manos, centro. La primera<br />

cuestión tiene que ver con el movimiento que realiza la<br />

mirada de quien habla: va de la parte superior del<br />

cuerpo hasta la mitad y luego de la parte inferior sube,<br />

y se detiene a la mitad. La mirada de Booz no es<br />

aleatoria, sino que examina con detenimiento y orden.<br />

La segunda cuestión tiene que ver con la insistencia que<br />

le pone al “centro” femenino, pues es el lugar en donde<br />

la mirada se queda dos veces. Quizá aluda al aspecto<br />

sexual (único aspecto apenas mencionado en algún<br />

otro poema), que es fundamental en el interés que Ruth<br />

despierta en Booz. Al respecto de estos versos, Eugene<br />

L. Moretta (Moretta, “Bajo”, 113) menciona que:<br />

En la mística fusión de hombre y naturaleza, realizada<br />

aquí a través del cuerpo de la amada, se sobrentiende<br />

incluso una crítica de esa noción de una<br />

identidad fundada en la diferencia, en el conflicto<br />

entre sujeto y objeto. El encuentro momentáneo de<br />

Booz y Ruth sugiere, de hecho, la casi desaparición<br />

de tal dualidad, ya que los ámbitos del yo y del tú,<br />

en vez de excluirse mutuamente, llegan a constituir<br />

un solo cuerpo.<br />

Podría agregarse, también, que a través de las<br />

comparaciones entre el cuerpo femenino y la naturaleza,<br />

pueden comprenderse y exaltar sus maravillas.<br />

En “Celos y muerte de Booz”, el tono pesimista<br />

vuelve a predominar en el discurso del poeta. Él no solo<br />

tiene conciencia de su situación, sino que al conocerla<br />

pretende poder cambiarla al imaginar que toma el<br />

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lugar de Ruth y evita que se vaya. Con tono amenazante,<br />

el poeta menciona que quisiera despojarla de<br />

aquello que, si le falta, la dejará incompleta e infeliz. El<br />

adverbio “ya”, repetido tres veces, señala el momento<br />

exacto en que Booz muere, tras notar lo absurdo que es<br />

querer estar con ella.<br />

Todos los poemas, a excepción del último, llevan<br />

en sus nombres un verbo que alude a las acciones que<br />

Booz realiza en el presente: “impacienta”, “encuentra”,<br />

“canta”, “ve”. Realmente lo descrito en cada poema<br />

tiene que ver con cierta situación, pero vista a través de<br />

distintas perspectivas para poder entenderla completamente.<br />

La impaciencia, el amor, la belleza, la muerte,<br />

todo está analizado profundamente. En el discurso, el<br />

amor de Booz por Ruth va más allá del elogio, pues<br />

dadas las circunstancias, también deben cuestionarse<br />

y señalarse las desventajas donde las hay. Por eso, en<br />

todo el Libro de Ruth la voz poética va constantemente<br />

de las afirmaciones positivas a las negativas, justo<br />

porque lo más sensato es observar esa relación con<br />

todo lo bueno y malo que hay en ella, desde todos los<br />

ángulos.<br />

Solo falta mencionar cómo de una historia bíblica<br />

puede desprenderse un poema como el de Owen.<br />

Debe notarse que de la Biblia a penas se recuperan<br />

algunos datos: los nombres de los personajes principales<br />

(Booz y Ruth), los nombres homónimos de ambos textos<br />

(Libro de Ruth), el epígrafe, la mención de Moab, de la<br />

recolección de las espigas y de la noche en que ella<br />

duerme a los pies de él. Son solo algunos sucesos clave<br />

los que se seleccionan y que indican que el poema de<br />

Owen construye la historia sentimental que no está<br />

contada en la Biblia. Tomás Segovia llama a esos rasgos<br />

“alusiones librescas” y cree que ellas crean cierto ambiente.<br />

Dice al respecto (Segovia, “Nuestro”, 22):<br />

No sólo porque esas alusiones contrabalancean la<br />

confesión directa y personal (lo cual después de<br />

todo podría ser superficial) sino precisamente, me<br />

parece, por la razón mucho más profunda y comple-<br />

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ja de que nos sitúan de entrada en el mundo donde<br />

esa poesía quiere hacernos vivir: un mundo donde<br />

los libros y los acontecimientos no pueden separarse,<br />

porque el sentido de estos libros o, dicho de otra<br />

manera, el sentido de la poesía es justamente el<br />

mismo que el poeta trata de instaurar en el momento<br />

preciso en que lo leemos, la consagración de los<br />

lugares y de los acontecimientos.<br />

Las palabras de Segovia aluden a la creación<br />

poética a través del uso de la “máscara”, con la que<br />

Owen puede incorporar la vida real a los libros. Lo señalado<br />

hasta aquí muestra cómo en los poemas de El libro<br />

de Ruth también hay de manera especial un interés en<br />

comprender una cuestión de manera total, pero<br />

empeñado en hacerlo despacio, a partir de cada uno<br />

de sus elementos para poder asegurarse de que lo<br />

conoce y entiende todo.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

L. MORETTA, EUGENE, “Bajo el signo del naufragio. Owen frente a<br />

Villaurrutia y Cuesta”, Gilberto Owen en la poesía mexicana.<br />

Dos ensayos, México: FCE, 1985.<br />

OWEN, GILBERTO, De la poesía a la prosa en el mismo viaje, selección<br />

de Juan Coronado, México: CONACULTA, 1990.<br />

_________________, Perseo vencido y otros poemas, Tomás Segovia<br />

(ed.), Madrid: Huerga y Fierro Editores, 2006.<br />

QUIRARTE, VICENTE, “Perderse para reencontrarse: itinerario de<br />

Gilberto Owen”, Sergio Fernández (ed.), Multiplicación de<br />

los Contemporáneos, ensayos sobre la generación, México:<br />

UNAM, 1988, 167-184.<br />

SEGOVIA, TOMÁS, “Nuestro Contemporáneo Gilberto Owen”, Cuatro<br />

ensayos sobre Gilberto Owen, México: FCE, 2001.<br />

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EL ABOLENGO ORIENTAL DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA:<br />

ALMALAFA Y CALIGRAFÍA. LITERATURA DE ORIGEN ÁRABE EN<br />

AMÉRICA LATINA Y EL DELTA DE LAS ARENAS: CUENTOS ÁRABES,<br />

CUENTOS JUDÍOS 1<br />

Benedetta Belloni<br />

Universidad católica de Milán<br />

Recepción: 23 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 4 de abril de 2016<br />

En el medio de la abundancia literaria, vertiginosa y<br />

fascinante, que América Latina proporciona al lector<br />

contemporáneo, se hace posible individuar una valiosa<br />

tradición que dispersa una intensa fragancia<br />

de Oriente. Es especial-mente gracias a la<br />

excelente labor editorial realizada por la<br />

escritora y editora mexicana Rose Mary<br />

Salum que el aroma evocativo de las lejanas<br />

tierras orientales ha podido emerger del panorama<br />

literario latinoamericano de nuestro<br />

siglo para que no quedara fuera del alcance del público<br />

más interesado. Las dos antologías publicadas a<br />

cargo de la directora de la revista bilingüe Literal forman<br />

parte de un único proyecto que Salum emprendió hace<br />

unos años y que pretende promover una visión que<br />

abarque unas cuantas voces escriturales latinas enfocadas<br />

hacia el mismo objetivo: la recuperación de sus<br />

raíces identitarias orientales a través de la escritura. La<br />

editora declara, en efecto, que el engendramiento de<br />

la primera colección precisamente se origina del<br />

“deseo de indagar en el ser mismo, desvelar su naturaleza<br />

y encontrar las circunstancias que han conformado<br />

a esta cultura, qué orígenes la han impactado y cuál ha<br />

sido el resultado de este collage que tiene su punto de<br />

encuentro en gente latina con descendencia árabe”<br />

(“Almalafa y Caligrafía”, XIII).<br />

“Almalafa y Caligrafía. Literatura de origen árabe en<br />

América Latina”, número 7 de Hostos Review-<strong>Revista</strong><br />

Hostosiana publicado en 2010 por el Instituto de Es-<br />

1<br />

Hostos Review/<strong>Revista</strong> Hostosiana, “Almalafa y Caligrafía. Literatura de origen<br />

árabe en América Latina” (ed. Rose Mary Salum), n. 7, 2010, pp. 216.<br />

Delta de las arenas. Cuentos árabes y cuentos judíos (ed. Rose Mary Salum), México<br />

D.F., Literal Publishing, 2013, pp. 385.<br />

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critores Latinoamericanos (Hostos Community College/<br />

CUNY) en Nueva York, se configura entonces como el<br />

fragmento inicial del apreciable programa concebido<br />

por la editora mexicana. En 2008 Isaac Goldemberg,<br />

director de LAWI (Latin American Writers Institute) y de<br />

Hostos Review, invitó a Rose Mary Salum, en<br />

consideración de su exitosa actividad de escritora y<br />

también de su ascendencia libanesa, a colaborar para<br />

la realización del trabajo editorial del volumen otoñal<br />

de la revista. “Todo el proyecto tenía una atracción<br />

especial”, cuenta Salum en la introducción del volumen,<br />

“era la oportunidad para conciliar una parte de<br />

mi historia con una de las pasiones de mi vida que es la<br />

literatura y aceptar, de una vez por todas, que una<br />

buena parte de mis expresiones escritas estaban salpicadas<br />

de un ambiente y una tradición oriental”<br />

(“Almalafa y Caligrafía”, XI). La recopilación se divide<br />

en cuatro apartados bien distintos: narrativa, ensayo,<br />

poesía y memorias. En cada uno de ellos, Salum hace<br />

confluir plumas de abolengo oriental de diversas generaciones<br />

y países, de experiencias desemejantes y<br />

también de estilos literarios diferentes.<br />

En la primera sección dedicada a la narrativa, los<br />

autores ofrecen, cada uno con su contribución,<br />

modelos de evidente sincretismo cultural. La editora<br />

brindó a Ikram Antaki, Carlos Azar Manzur, Carlos<br />

Martínez Assad, León Rodríguez Azar, Naief Yehya, Luis<br />

Fayad, Walter Garib, Eduardo Halfon, Rodrigo Hasbún,<br />

Jorge Kattán Zablah y al brasileño Alberto Mussa un<br />

excelente espacio donde poder proporcionar con sus<br />

cuentos o, también con fragmentos de novelas, la<br />

recreación de una sugerente dimensión literaria en la<br />

que se observa converger una mirada latina que no<br />

puede evitar de representar las huellas profundas que<br />

el mundo de sus antepasados ha dejado en su atlas<br />

personal.<br />

Las páginas destinadas al género del ensayo<br />

configuran el ambiente más adecuado para ofrecer,<br />

gracias a la perspectiva de reconocidos estudiosos, una<br />

reflexión más teórica sobre temas como identidad,<br />

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alteridad y mestizaje. También hay espacio para la observación<br />

del fenómeno de la transculturación y para<br />

razonar del recelo de Occidente hacia el “Otro” árabe<br />

y ajeno. Gabriel Zaid, Ozam Yehya Cassem, María Olga<br />

Samamé, Lourdes Maclouf, Milton Hatoum, Patricia<br />

Jacobs Barquet y Ester Abuter Ananías intervienen en el<br />

volumen editado por Salum con el objetivo de debatir<br />

principalmente sobre la noción de pluralismo cultural<br />

que tanto caracteriza al continente americano y que<br />

mucho les define por representar la generación de los<br />

hijos de la inmigración oriental a América que empezó<br />

a finales del siglo XIX y que siguió hasta la mitad del siglo<br />

XX.<br />

En la sección dedicada a la creación poética, la<br />

editora mexicana reúne a diecisiete voces: Jorge<br />

Enrique Adoum, Ulises Cassab Rueda, Gary Daher<br />

Canedo, Jeannette L. Clariond, Teodoro El-Saca, Rose<br />

Mary Espinosa Elías, Jorge García Usta, Jaime Hales,<br />

Farid Hidd, Rolando Kattán, Mahfud Massis, Farid<br />

Metauze, Eduardo Mitre, Naín Nómez, Alonso-María<br />

Rabí-do-Carmo, Matías Rafide y Jaime Sabines. Cada<br />

uno de los autores citados entretela intensas sensaciones<br />

que exhiben su peculiar mundo emocional en el<br />

que se recrean unas sonoridades inspiradas claramente<br />

en sus tierras de origen.<br />

En la última sección de la compilación, intitulada<br />

“Memorias”, es posible hallar seis diversos testimonios.<br />

Héctor Abad Faciolince, Esther Andradi, Bárbara<br />

Jacobs, Anuar Jalife Jacobo, Martha Díaz de Kuri, junto<br />

a Olga Frangie de Harfuch, y Diego Rojas Ajmad<br />

facilitan con su escritura fragmentos de diarios íntimos<br />

donde se guardan recuerdos individuales y familiares<br />

que van construyendo, citando el título de Jacobs, unas<br />

“pequeñas historias personales” (“Almalafa y Caligrafía”,<br />

186).<br />

En fin, en el volumen presentado la heterogeneidad<br />

de las miradas de los escritores resulta palpable<br />

tanto por el estilo como por la variedad de lo narrado.<br />

Por garantizar una lectura amena y exclusiva, de la que<br />

el lector se beneficia hasta la última página, la anto-<br />

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logía se presenta sin duda como un ensamblaje de<br />

voces muy afortunado que descubre horizontes desconocidos,<br />

muestra contemplaciones fascinadas y cuenta<br />

experiencias extraordinarias.<br />

Delta de las arenas. Cuentos árabes y cuentos<br />

judíos, publicado en 2013 por la Editorial Literal<br />

Publishing y reeditado por Ediciones Vigía en 2014,<br />

constituye la segunda fase del proyecto de Rose Mary<br />

Salum: un trabajo editorial que pretende, con respecto<br />

a “Almalafa y Caligrafía”, hacer un paso más y proponer<br />

la reconstrucción de un universo literario donde<br />

la perspectiva latino-árabe se complemente con la<br />

visión latino-judía. Afirma la editora mexicana que la<br />

idea de elaborar una compilación que englobara no<br />

sólo la reciente producción intelectual de origen árabe<br />

sino también algunas de las plumas judío-latinoamericanas<br />

más valientes le surgió al trabajar en 2008 para<br />

la primera colección. “Mientras leía el material para<br />

aquel encargo”, cuenta la editora en la introducción<br />

de Delta de las arenas, “me preguntaba si el imaginario<br />

de los escritores judíos no estaría igualmente impregnado<br />

de historias de migraciones y desencuentros así<br />

como de un legado de tradiciones cuidadosamente<br />

perpetuadas a pesar de una contundente realidad<br />

latinoamericana” (“Delta de las arenas”, 16-17).<br />

La antología no presenta particiones en su interior.<br />

La elección de la editora de no mostrar divisiones se<br />

debe a la firme intención de presentar una obra que<br />

tenga un profundo significado de cohesión. En Delta de<br />

las arenas, se ha querido entremezclar las expresiones<br />

de dos perspectivas distintas, consideradas a menudo<br />

antagónicas, para superar íntegramente la fragmentación<br />

y favorecer una visión literaria de fusión. Se trata,<br />

como bien sugiere la escritora mexicana, de “abrir<br />

espacios para la interacción pacífica”, puesto que “las<br />

manifestaciones artísticas en general son el territorio<br />

propicio para matizar y saldar esas diferencias” (“Delta<br />

de las arenas”, 21). El único criterio escogido para<br />

estructurar la disposición de los cuentos es el método<br />

cronológico: “El orden de los autores incluidos”, explica<br />

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Salum, “obedece de forma descendente al año que<br />

nacieron”. (“Delta de las arenas”, 21). A partir de la<br />

selección de esta precisa variable, Salum fue construyendo<br />

un0 corpus formado por relatos de 34 autores (17<br />

árabes y 17 judíos). Entre ellos, citamos a algunos<br />

novelistas reconocidos internacionalmente como Bárbara<br />

Jacobs, Luis Fayad, Eduardo Halfon, Angelina<br />

Muñiz-Huberman, Alicia Borinsky, Myriam Moscona y<br />

Ariel Dorfman. En cuanto a los temas, la editora no<br />

pensó en el tratamiento de un asunto particular para la<br />

compilación, dejando de esta forma a cada uno de los<br />

autores invitados la libertad de expresar su propio punto<br />

de vista sobre la experiencia de la búsqueda identitaria:<br />

del conjunto creativo emerge entonces un caleidoscopio<br />

de emociones que brotan directamente de la<br />

memoria individual o de la memoria colectiva de las<br />

comunidades de pertenencia.<br />

En conclusión, el balance de los volúmenes que<br />

nos antojan es sin duda positivo puesto que representan<br />

una excelente oportunidad para acercarse a una<br />

realidad literaria que hasta el momento en que se<br />

originó el proyecto, como declara la misma editora,<br />

quedaba todavía bastante a oscuras. Las dos ediciones,<br />

entonces, se interpretan como unos formidables<br />

instrumentos que promueven la observación del peso<br />

que la herencia oriental posee en el proceso de<br />

configuración de la literatura contemporánea latinoamericana.<br />

Los autores participantes en las dos<br />

antologías han mostrado, cada uno con su aportación<br />

creativa, que la intersección de culturas es desde luego<br />

un valor agregado para la construcción de especiales<br />

itinerarios biográficos y literarios, una riqueza que hay<br />

que seguir protegiendo para evitar la amenaza de la<br />

pérdida de las raíces y de las tradiciones. Solo queda,<br />

en fin, congratularse por la aparición de este valioso<br />

proyecto y esperar que haya pronto otra oca-sión para<br />

poder disfrutar de los hermosos frutos del trabajo<br />

antológico de la escritora mexicana de origen libanés<br />

Rose Mary Salum.<br />

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Gunnary Prado Coronado<br />

Universidad Autónoma Metropolitana-I<br />

Recepción: 1 de marzo de 2016<br />

Aprobación: 28 de marzo de 2016<br />

LA AMBIGÜEDAD DIEGÉTICA Y LA MULTIPLICIDAD<br />

PERFORMÁTICA: EL CASO DE BÉISBOL DE DAVID GAITÁN<br />

¿Estamos frente a un aparente final de la función diegética o fabular<br />

en la dramaturgia contemporánea? —“estamos frente un aparente<br />

final de la función narrativa en los géneros literarios<br />

contemporáneos”, de alguna manera afirmaba Paul<br />

Ricoeur en su célebre Tiempo y Narración 1 —<br />

Pongamos el ejemplo del texto dramático Béisbol de<br />

David Gaitán, (México, 2013) 2 . En el que observamos<br />

una clara pretensión en ese sentido. Es decir,<br />

partir de la ambigüedad diegética oponiendo a una<br />

forma lineal en la fábula las operaciones artísticas de<br />

la trama. Pero, aún ahí, en el texto donde el autor claramente a<br />

intentado no enfrentar linealmente ninguna anécdota o fábula,<br />

observamos que este componente es insalvable. Por lo que, retomando<br />

las ideas de Ricoeur, es urgente establecer que frente a la<br />

idea ordinaria de narración, es decir de la fábula clásica aristotélica,<br />

un “redondeo de la trama”, ya que existe un abierto desafío<br />

en los estilos contemporáneos, para el caso, Béisbol. Aunque<br />

claramente no es un caso aislado 3 .<br />

Si tomamos como punto de partida el enfoque hermenéutico-fenomenológico<br />

del teórico citado, partiendo del principio<br />

rector de su exposición que dice que la crítica literaria deberá<br />

1<br />

Ricoeur, Paul; Tiempo y Narración I, II, Siglo XXI Editores, México, 2004.<br />

2<br />

David Gaitán, México, 1984. Dramaturgo y director de teatro. Es egresado de la Escuela Nacional<br />

de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. En el año 2006 fundó la compañía de Teatro<br />

LEGESTE con la que ha presentado las obras ReMar, La pura idea excita, Filial en 4, Escurrimiento<br />

y anticoagulantes (versión libre de Crimen y Castigo de F. Dostoievski) y Rastro. En el año 2010 cofundó<br />

la compañía “Ocho Metros Cúbicos” con la que ha montado Pato Schnauzer, El camino del<br />

insecto y Disertaciones sobre un charco. Ha escrito Historias debajo de la mesa (Dirigida por Mauricio<br />

Jiménez, 2008), La pura idea excita, Uno dos tres Violencia (presentada en el Dramafest 2010), Filial<br />

en 4 (publicada por ediciones Paso de Gato, 2010), Romeos (publicada en la <strong>Revista</strong> Mexicana de<br />

Teatro, Paso de Gato, 2012), Versos para convocar homicidas (Dirigida por Matías Gorlero, 2012),<br />

Escurrimiento y anticoagulantes (publicada por la colección los Textos de la Capilla, 2010), El camino<br />

del insecto (Dirigida por David Jiménez, 2012), Rastro, Simulacro de idilio y Los equilibristas. En el<br />

año 2010 fue seleccionado como parte del grupo internacional de dramaturgos de la Royal Court<br />

Theatre de Londres. En el año 2012 participó en la residencia artística del Lark Play Development<br />

Center, de Nueva York. Béisbol es una obra dramática publicada bajo el sello de editorial de El<br />

Milagro en el año 2013. Un texto escrito para la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana.<br />

La obra se estrenó en la ciudad de Xalapa, Veracruz en el sesenta aniversario de la Compañía<br />

y desarrollo tres temporadas. Participó exitosamente en la Muestra Nacional de Teatro en Durango<br />

durante el año 2013.<br />

3<br />

Podrían considerarse como casos emblemáticos de esta “ambigüedad diegética en el teatro<br />

contemporáneo”, como un sistema estético-poético, dramaturgos mexicanos como Luis Enrique<br />

González Ortiz Monasterio (LEGOM), Alberto Villarreal, Fernanda del Monte, entre otros. Existe una<br />

antología de dramaturgos nacidos en los años ochenta: Villarreal, Alberto (coord.), Grafias contra el<br />

planisferio paginado, Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección de Difusión Cultural/Dirección<br />

de Literatura, México, 2012, pp. 218; donde existen varios ejemplos muy claros de esta<br />

tendencia estético-literaria del teatro mexicano contemporáneo.<br />

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“superponer a la racionalidad de tipo lógico la comprensión empleada<br />

en la propia producción de las narraciones”, 4 es posible<br />

afirmar que a pesar de todos los cambios contundentes que observamos<br />

en esta dramaturgia contemporánea, no hemos dejado de ver<br />

que estas obras pretenden “narrarnos algo”. Por lo que, lejos de dar<br />

muerte a la “función narrativa”, estas nuevas expresiones dramáticas<br />

lo que hacen es poner a prueba sus límites constitutivos de la construcción<br />

de la trama, tal y como, el filósofo francés intuía.<br />

Igualmente, Paul Ricoeur nos invita a pensar en una posible<br />

taxonomía, una crítica y un análisis del mundo interior de la literatura<br />

a través del elemento de la ficción. ¿Qué sucede con el sistema<br />

de ficción en Béisbol? La obra está cimentada sobre la condición<br />

“real” de los interpretes —actores de edad avanzada, marginados<br />

por la misma circunstancia, que forman parte de una compañía de<br />

teatro en decadencia, enfrentados ante la inminente desaparición de<br />

su existencia y el olvido de su “trayectoria artística”—, ¿en qué<br />

momento esta “condición personal real” se resignifica como el componente<br />

principal de la ficción?, o ¿a través de qué mecanismos “la<br />

realidad” de las personas-actores se re-funcionaliza en un marco de<br />

ficción?<br />

La trama y la fábula comparten el mismo contenido diegético,<br />

no obstante, la trama es una operación que sintetiza la<br />

variabilidad de experiencias temporales y espaciales de la vida. Para<br />

entender la dramaturgia contemporánea hay que observar las transformaciones<br />

del mundo donde surge. Decimos entonces, que este<br />

“redondeo de la trama” también es el andamiaje del sistema de<br />

ficción. Porque la trama es la operación de la mimesis, en otras<br />

palabras, la trama son las acciones dispuestas en unidad mediante la<br />

acción mimética. Dice: “la acción es lo de la construcción<br />

en qué consiste la actividad mimética.”<br />

En el caso de Beisbol, la “acción mimética” aunque no incorpora<br />

nada nuevo en relación con quienes representan la obra, “lo<br />

construido” de la mímesis sí es artificial, por eso existe un texto<br />

literario y un texto espectacular, la cual permite entre otras cosas,<br />

poder observar el mundo de la mimesis I, y dotarlo de sentido, esta<br />

última operación, compromete enteramente al lector/espectador, lo<br />

que Ricoeur llamaría mimesis III. 5 Sirvámonos ahora del modelo<br />

4<br />

Ricoeur, Ibid, p. 420.<br />

5<br />

En este punto me parece importante introducir esta nota para aclarar ciertas posiciones<br />

epistemológicas respecto a Paul Ricoeur y su investigación. De lo contrario, pareciera una<br />

excentricidad intentar aplicar un campo conceptual aristotélico a estas nuevas dramaturgias que tanto<br />

se han esforzado por alejarse del canon derivado de él. Ciertamente, la lectura que hace Ricoeur de la<br />

Poética es poco convencional, sin contar que todo su esfuerzo está orientado a la comprobar que es<br />

posible plantear el paradigma aristotélico (el modelo de la concordancia) para todo el campo narrativo<br />

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teórico del dramatólogo H.T. Lehmann que ha denominado teatro<br />

posdramático, y observemos la asociación que existe entre esta pieza<br />

dramática y los “signos teatrales posdramáticos”. Dentro de estos,<br />

la categoría de performance text, que resulta sumamente pertinente<br />

para describir lo que parece ser la característica fundamental del<br />

texto de Gaitán: un texto que nunca podrá ser representado en su<br />

totalidad como parte constitutiva de su estructura literaria y espectacular.<br />

Lehmann insiste a lo largo de su exposición en el “abandono<br />

de la significación” como una estrategia en varios niveles: “En el<br />

teatro posdramático subyace claramente la demanda de que una percepción<br />

unificadora y cerrada sea reemplazada por una abierta y<br />

fragmentaria.” 6 En este caso el abandono produce una tendencia al<br />

solipsismo: mientras que en el teatro dramático se buscaba articular<br />

una experiencia colectiva en el teatro posdramático se observa como<br />

el sentido de colectividad pierde vigencia y es remplazado por una<br />

suerte de contacto de supraindividuales. En este sentido la dramaturgia<br />

de Béisbol es también una estructura parcial, precisamente<br />

ambigua, que permite al lector la misma variabilidad de opciones de<br />

lectura que el espectador podría observar función tras función en la<br />

puesta en escena. Este modelo renuncia a la coherencia dramática y<br />

a la síntesis.<br />

Esta idea de la dramaturgia como estructura ambigua, podría<br />

insinuar que estaríamos frente a un texto “incompleto” en algún<br />

sentido, o frente un conjunto de indicaciones para el espectáculo en<br />

lugar de un texto literario. Contrariamente, la puesta en papel de<br />

Béisbol está mucho más lejos de la “idea de manual”, que lo que un<br />

lector escéptico podría pensar, como afirmaba el propio dramaturgo:<br />

“En un texto dramático es mucho más difícil separarse de la puesta<br />

en escena para quien la lee. Eso es tiene mucho más manual. Una<br />

obra que no juega con la idea de personajes, parlamentos o una ficción<br />

lineal, es una experiencia mucho más estimulante para la leccontemporáneo,<br />

-incluyendo la Historia- sobre todo, ahí donde ya no existen géneros puros, sino,<br />

vecindades, yuxtaposiciones, excentricidad estilística, pastiche, collage, etc. Nos dice Ricoeur que<br />

Aristóteles no intenta ajustar la disposición de los hechos de acuerdo a una configuración temporal, lo<br />

que Aristóteles expone es exclusivamente una ordenación de los hechos de acuerdo a un carácter<br />

lógico. Está lógica de la composición narrativa no es cronológica, si no es una lógica interna, derivada<br />

de las relaciones de la parte con el todo. Dice: “sólo es posible deducir qué tiene el valor de comienzo,<br />

medio o fin «[…] en virtud de la composición poética: lo que define el comienzo no es la ausencia de<br />

antecedente, sino la ausencia de necesidad en la sucesión. Respecto del fin, éste es, sin duda, lo que se<br />

sigue a otra cosa, pero virtud, sea de la necesidad, sea de la probabilidad, sólo el medio parece definido<br />

por la simple sucesión»”. (Ibid., p. 92). El propio Ricoeur, nos señala que sería adecuado utilizar, más<br />

que el término de lógica, el de phronesis, ya que ésta refiere al campo de la práctica, a una inteligencia<br />

derivada de la acción misma.<br />

6<br />

Lehmann, Hans-Thies, Teatro posdramático, Editorial Paso de Gato, México, 2013, p. 144.<br />

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tura, similar a la poesía, a la novela, el cuento, etc., es un género en<br />

sí mismo legible. Donde la tercera dimensión juega también. Entre<br />

menos acotaciones haya el mundo imaginario es más amplio.” 7<br />

Como sucede en muchas otras obras de esta dramaturgia mexicana<br />

de nuevo siglo: no invocan un solo acontecimiento performático,<br />

sino múltiples posibilidades escénicas. El material lingüístico y la<br />

textura de la escenificación interactúan con la situación teatral que<br />

queda comprendida en el concepto de performance text. Este modo<br />

de realización escénica está directamente relacionado con el<br />

acontecer: los espectadores, el espacio-tiempo, la función y su desarrollo,<br />

etc. Además, dice Lehmann, que de la manera en como este<br />

se suscite dependerá la determinación de los otros dos, es decir, del<br />

texto dramático y el texto espectacular (este último sería un<br />

performance text en el sentido ideal). Evidentemente, el caso de<br />

Béisbol es paradigmático para describir estos tres niveles de<br />

determinación, ya que existe una clara diferenciación entre ellos. El<br />

acontecer de la realización escénica es siempre distinto, —más allá<br />

de la obviedad de ser un acontecimiento vivo—, es siempre distinto<br />

a sí mismo, por la propia constitución del texto dramático y el texto<br />

espectacular, como ya se había dicho antes. A su vez, son replanteados<br />

por lo que sucede en su realización, tal y como Lehmann<br />

describe.<br />

Se deduce de lo anterior que lo propiamente posdramático,<br />

radica en este performance text que es un nivel distinto de<br />

comprensión del texto. Dice el pensador alemán, “a través de él el<br />

teatro deviene presencia más que representación, experiencia<br />

compartida más que comunicada, proceso más que resultado,<br />

manifestación más que significación, energía más que información”.<br />

8 En términos espacio-temporales, se puede observar que el<br />

azar es la dimensión temporal de la escenificación.<br />

CONCLUSIÓN<br />

Cuando se hacen este tipo de análisis, ineludiblemente aparece el<br />

cuestionamiento: “¿para qué?” En este caso, ¿para qué re-componer<br />

lo que está intencionalmente descompuesto? Para reanimar la comprensión<br />

fronética latente en las operaciones artísticas. Como ya se<br />

ha dicho antes, estás operaciones son “lo construido” de la construcción;<br />

y la construcción es la trama. Pero, esta necesita un<br />

fundamento, es aquí donde aparece el contenido diegético, infinitamente<br />

quebrado, desgarrado, interrumpido, por la trama con-<br />

7<br />

Gunnary Prado (entrevistadora) et. David Gaitán (entrevistado), “Archivo de audio de la entrevista”,<br />

México, 2015.<br />

8<br />

Lehmann, Ibid., p. 149.<br />

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temporánea, pero subsistiendo e insistiendo. La fábula ha sido<br />

desplazada fuera del texto para ser encontrada en las relaciones de<br />

sentido que el lector conecta. Pero, obviamente, no ha desaparecido.<br />

Aún contra el parecer de escritores y directores de escena. Podemos<br />

revisar ejemplo con ejemplo, texto por texto y cada vez es más<br />

evidente este procedimiento: las relaciones de identidad y diferencia<br />

entre fábula y trama, a través de los juegos con la unidad de tiempo<br />

y espacio. En ninguno de los dos existe contigüidad, sino extravío,<br />

ambigüedad, tal y como sucede en nuestra realidad, ni más ni menos.<br />

Afortunadamente está la literatura dramática –como otras formas<br />

literarias- para re-instalar todo.<br />

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CREACIÓN LITERARIA<br />

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AL ATARDECER<br />

Harvey Murcia<br />

Bogotá, Colombia<br />

El silencio fue silenciado. Quieto, muy quietito para que<br />

ni el alma parpadee ¿Dónde estarán los demás? Ruidos<br />

de fantasmas mascullan voces que nunca escuché,<br />

¿de dónde provienen? ¿Qué los alienta a ser tan<br />

brutales? Mi mamá me advirtió, con los fantasmas no se<br />

juega.<br />

A mi mente llegan a manera de flashes inconexos<br />

momentos de un día soleado, bañado por sonrisas de<br />

niños que jugaban a la pelota. Camiones de un lado<br />

para el otro transportaban el mercado. Todo era color.<br />

Las campanas invitaban al encuentro de miradas furtivas,<br />

de amores de momento en medio del olor a<br />

incienso. La música rondaba el parque principal; algún<br />

desprevenido bailaba con su amiga imaginaria. Risas.<br />

Otra cerveza, vecino, la cosecha dio su fruto.<br />

Se necesitó un estallido, una ráfaga misteriosa y<br />

todo fue confusión. Gritos, gimoteos. Caras azoradas<br />

por la muerte cruzaron el parque, las esquinas, la tienda,<br />

la parroquia. Se fueron abollonando las miradas ante los<br />

altares improvisados en los que fueron sacrificados de a<br />

uno. Gritos. Sollozos.<br />

Corríamos de un lado a otro. Algunos nos metieron<br />

a la iglesia. Allí, frente a la mirada de Dios fueron<br />

fusilándonos. De a uno. Sin preguntar. Sin decir nada. Al<br />

párroco lo golpearon, a patadas le sacaron la fe, las entrañas,<br />

el pecado original. Al Alcalde le preguntaron por<br />

sus nexos con gente que yo nunca había escuchado:<br />

unos bandidos hipueputas que secuestran y matan.<br />

Iluminados por el cirio de la motosierra le explicaron en<br />

qué consiste la paz, cómo se construye el futuro del país.<br />

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En mi frente descansa un tuvo color gris, redondito,<br />

oliendo a olvido, a desolación; cálido. De rodillas<br />

mis suplicas no logran decirse. De rodillas, espero el final.<br />

De rodillas, sin esperanza y sin saber el porqué, espero<br />

mi turno.<br />

más.<br />

La pelota no giró más. La música no se escuchó<br />

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SIN INVITACIÓN Y OTROS MICRORRELATOS<br />

Atilano Sevillano<br />

Valladolid, España<br />

SIN INVITACIÓN<br />

Solía presentarse sin avisar, sigilosamente y casi siempre<br />

bien avanzada la noche en casa de algún lugareño<br />

con el que, en ocasiones, podía entablar larga conversación.<br />

Parecía tener predilección por la gente<br />

mayor, algunos de ellos lograron intuir, no sin demasiada<br />

convicción, el motivo de dicha predilección. Rara vez<br />

visitaba a algún joven, acontecimiento reseñable para<br />

sorpresa de todos.<br />

Nadie en varios kilómetros a la redonda sabría<br />

decir su nombre y nadie le ponía rostro. Según unos<br />

rozaba la invisibilidad, según otros la imaginaban<br />

esbozando una mueca triunfal. Ambas son interpretaciones<br />

plausibles. En los últimos años su visita se reitera<br />

con más frecuencia según confirman, con cierta<br />

ansiedad, los más viejos del lugar.<br />

TESTAMENTO<br />

A mi querida, maniacodepresiva y caprichosa compañera<br />

le dejo este cofre. En cuyo interior, y en supuesto<br />

perfecto estado de conservación, encontrará: la media<br />

costilla, la fruta mordisqueada y la improbable<br />

éternidad que le arrebaté.<br />

GÉNESIS<br />

Dios creó el mundo en un pis pas (era pan comido) y,<br />

como le sobraba nada menos que siete días, se lo<br />

replanteó imaginamos que por matar el rato y también<br />

por no estar muy convencido de que lo que había<br />

creado fuera bueno o porque sospechaba que había<br />

dejado algún cabo suelto. El resultado como se puede<br />

constatar resultó algo triste sobre todo para los lastimeros,<br />

los aburridos y los relativistas.<br />

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VÉRTIGO<br />

Un día cualquiera, uno de esos días en el que las horas<br />

se hacen invisibles, el novelista metió en la máquina de<br />

escribir una hoja de papel la numeró y se puso a pensar<br />

en agujeros, no se sabe muy bien si por conseguir la<br />

negrura o la inexistencia a la que aspiraba. Cuando<br />

salió de la confusión de esos momentos sintió vértigo,<br />

pues, la hoja ya no estaba allí.<br />

PESADILLA<br />

Alguien aulló tu nombre y al instante te giraste.<br />

Obviamente contra lo que esperabas no hallaste a<br />

nadie. Poco después te volvió a ocurrir lo mismo. Oíste<br />

voces y más voces que gritaban tu nombre insistentemente.<br />

Después, ya no pudiste respirar tranquilo y<br />

empezaste a asustarte. Temblando volviste sobe tus<br />

pasos. Se extrañó tu mujer de verte llegar a tales horas<br />

un día como hoy de luna llena.<br />

(SIN TÍTULO)<br />

Se puso las gafas para dormir. La diversión comenzaba<br />

y había que estar alerta.<br />

EMPECINADO<br />

Aquella mañana, tan pronto como despertó, el joven se<br />

armó de coraje y se lanzó a perseguir centauros. Vivió,<br />

envejeció y en cierta ocasión estuvo a punto de alcanzar<br />

la meta. Murió sin lograr trofeo alguno, pero siempre<br />

supo que iba por el camino correcto. Atribuyó su fracaso<br />

a que ya nadie cree en esos seres fabulosos.<br />

FINAL DEL RELATO<br />

Un día un escritor buscaba ansiosamente un argumento<br />

para trenzar un relato de varias páginas. Sin pretenderlo<br />

se convirtió en protagonista de una rocambolesca<br />

historia. Al declinar la tarde fue detenido y conducido<br />

al cuartelillo de la guardia civil. Allí fue investigado e<br />

interrogado por carecer de ordenador y teléfono móvil.<br />

Y a la postre tuvo que acudir a juicio.<br />

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TRECE VARIACIONES SOBRE UN FRAGMANTO DE VIDA<br />

Daniel F. Vergara Dueñas<br />

Guadalajara, México<br />

IV<br />

Peces dorados,<br />

Tráguense todos los planes del mundo<br />

Con sus guerras y sus congresos,<br />

Que por sus branquias no salga<br />

Ningún misil Scud,<br />

Ni alabanzas a Jehová ni al Santísimo,<br />

Tráguense el hambre y pestes,<br />

Que no quede nada de aquellas lenguas.<br />

Peces dorados,<br />

Bébanse todos los males del mundo<br />

Con sus idas y sus regresos,<br />

Que por sus ansias no caiga<br />

Ningún ataúd,<br />

Ni las lanzas de lo que está prohibidísimo,<br />

Tráguense al hombre y después,<br />

Que no flote nada de aquellas barcas.<br />

Peces dorados,<br />

Llórense todos los mares del mundo<br />

Con sus glorias y sus excesos,<br />

Que por la boca no salga<br />

Ninguna quietud,<br />

Ni conformismo, ni dolor, ni altruismo,<br />

Tráguense el fiambre<br />

Y si después no queda nada,<br />

Traguen mis ganas.<br />

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EL ÚLTIMO ENTIERRO CRISTIANO<br />

Alexandru Iósif<br />

Ploieşti, Rumania<br />

I<br />

Llovía en la capilla, el muerto parecía llorar.<br />

‒ ¿Llevaba tres días llorando?<br />

Llevaba tres días muerto -estaba muerto en el ataúd-.<br />

Si llueve es que se va al otro mundo llorando<br />

Si hace sol dicen que se va bien contento.<br />

‒¿Lloraba el muerto?<br />

El muerto lloraba en el ataúd. Lloraba bajo las flores<br />

muertas.<br />

Su hermano ni siquiera vino a verle.<br />

¡Qué vergüenza!<br />

Lloraban los muertos por él. El frío soplo de viento me<br />

acompañaba a las once de la noche. El muerto y yo.<br />

Los cristales rotos, las puertas hacían un movimiento<br />

extraño.<br />

‒¿Viste a tu abuela?<br />

Vi su espíritu. Era como un gas, no me dejaba respirar.<br />

‒¿Y qué te dijo?<br />

Que esperaba reunirse con su difunto marido. Eso es<br />

todo lo que dijo. Luego se fue.<br />

‒¿Así, sin más?<br />

II<br />

El muerto había dejado de llorar. Los otros muertos se<br />

habían ido ya. Tan sólo el viento seguía. El viento y yo.<br />

Hace dos años desenterraron a la tía abuela. Yo no<br />

estaba. Dicen que los huesos estaban descolocados.<br />

Dicen que fue obra del diablo.<br />

‒O de Dios.<br />

¿Cuál Dios? ¿No es más correcto decir dios?<br />

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III<br />

El muerto sujetaba la vela de la muerte y un clavel rojo.<br />

Los profanos de su infancia no lloraban ya. Tampoco<br />

lloraba yo. A los profanos habría de ver por última vez<br />

en esta vida.<br />

‒¿Y en la otra?<br />

¿Es que hay otra?<br />

IV<br />

Pedía el cementerio limosna. Uno de sus habitantes<br />

intentaba venderme una flor:<br />

‒Para que el muerto se vaya en paz al otro mundo.<br />

¿Más paz que la muerte?<br />

V<br />

Estaba a solas con el muerto y apareció la Muerte. Llevaba<br />

la manta y la guadaña, como de costumbre. Sus<br />

dientes no estaban tan afilados como la última vez<br />

−envejecía−. Pasó por delante de mí y se puso a la cabeza<br />

del muerto. Y no dijo nada más.<br />

‒¿Es que había dicho algo?<br />

Estaba más callada que la muerte. Luego se llevó su<br />

alma y pasó otra vez por delante de mí. Salió por donde<br />

había entrado.<br />

‒¿Entonces es verdad que la Muerte existe?<br />

No. No lo creo.<br />

VI<br />

Su último deseo fue ver a su hija antes de morir. Luego,<br />

después de haber hablado con ella durante tres días y<br />

tres noches, murió.<br />

¡Pecadores!<br />

Les alcanzó la muerte sin haberse casado como<br />

buenos cristianos.<br />

No eran buenos cristianos. Eran ateos. Los ateos no van<br />

al Paraíso.<br />

‒¿Van al Infierno?<br />

Los ateos dejan de existir.<br />

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VII<br />

Caminaban los curas delante del muerto y los niños<br />

echaban monedas al suelo. Caminaban los curas delante<br />

del muerto leyendo un Libro. Caminaban los curas<br />

delante del muerto y los profanos empezaron súbitamente<br />

a llorar. Pasaban a un ritmo lento, casi molesto<br />

para los oídos.<br />

¡Haz que se callen!<br />

Gritaban casi los profanos detrás del pálido muerto.<br />

‒¿Gritaba él?<br />

No. Hacían tres días que no decía nada.<br />

Pasaba la Muerte con la guadaña delante del muerto.<br />

‒¿Vivían los sacerdotes?<br />

Eran ellos los que llevaban la guadaña.<br />

VIII<br />

Llegamos a la tumba. Cerraron el ataúd. Bajaron el<br />

ataúd en la tumba. Fui yo el que tiró el primer puñado<br />

de tierra. Luego me lavé las manos tres veces.<br />

‒¿Por la tierra?<br />

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LA SIEMBRA<br />

Narcisa Enache<br />

Văleni, Rumania<br />

Un cuarto de hora ha pasado.<br />

Por jardines andan volando<br />

las ganas de florecer.<br />

Ya apagaron las luces.<br />

Encendidas las tuvieron<br />

horas atrás,<br />

para vigilar su semen colgado.<br />

Ellos vinieron a hablar,<br />

y se fueron sin dar la respuesta final<br />

a todas aquellas cenizas pasadas.<br />

¡Sigan buscando las flores!<br />

Ahora es tiempo de verlas.<br />

La luz se apagó<br />

y camino pueden hacerse<br />

en sus vientres que están por florecer.<br />

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Terminaste de leer el número 50<br />

de la REVISTA DESTIEMPOS.<br />

Correspondiente a:<br />

Abril-Mayo de 2016.<br />

Editada en CDMX, México<br />

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