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Revista Destiempos 38

Revista de divulgación académica y cultural

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<strong>Revista</strong> destiempos N°<strong>38</strong><br />

Precisamente esa percepción de un Dios justiciero, muy presente en la<br />

literatura apocalíptica, era la que inspiraba la exclusión del otro, el no<br />

cristiano, y la justificación de la guerra contra él y de la intolerancia. Así, la<br />

conciencia de una cristiandad en lucha frente al Islam continuaría siendo<br />

el origen de la identidad de la Europa cristiana frente al mundo musulmán,<br />

en especial frente al Turco, hasta el siglo XVII. Esa misma falta de respeto<br />

a la otredad impondría la cristianización de los nativos americanos como<br />

consecuencia de la conquista de los territorios llevada a cabo por el imperio<br />

español, o las persecuciones y matanzas contra los judíos que siguieron<br />

dándose en el mundo católico hasta el siglo XVII y en la Alemania nazi<br />

hasta el XX.<br />

De hecho, la presencia de un Dios justiciero siguió siendo la base<br />

que justificaba que el gobernante civil legítimo tuviera entre sus atributos<br />

el poder de juzgar y castigar como una actividad delegada por la misma<br />

divinidad hasta el siglo XVIII. Se continuaba así utilizando el esquema<br />

familiar de obediencia medieval: el Papa y el rey eran los paterfamilias de<br />

unos fieles y súbditos considerados como niños necesitados de guía y<br />

castigo. Por ello toda desobediencia (incluidas la rebelión y la herejía)<br />

seguía siendo considerada un ataque directo a la autoridad de Dios. Se<br />

abría así la justificación para condenar a la pena de muerte o a castigos<br />

violentos (como las mutilaciones o los azotes) a todo aquel que el orden<br />

monárquico, divinamente inspirado, considerara “culpable”.<br />

El segundo rasgo que muestra esa pervivencia de los valores<br />

medievales en la “edad moderna” está relacionado con las tecnologías<br />

comunicativas. La imprenta fue sin lugar a dudas uno de los inventos más<br />

revolucionarios y transformadores de la comunicación al permitir la<br />

expansión de los conocimientos en amplios sectores de la sociedad, el<br />

cuestionamiento de las verdades absolutas y la aparición del pensamiento<br />

científico. Pero grandes masas de población continuaron teniendo a la<br />

oralidad y a las imágenes como sus principales fuentes de información,<br />

manteniéndose al margen de la alfabetización. Esto significaba que el<br />

paradigma retórico continuó marcando los mensajes comunicativos. La<br />

retórica se constituía en una manera totalizadora de percibir la realidad; no<br />

sólo modeló la forma del discurso, también condicionó sus contenidos pues<br />

todo lo conocido, la naturaleza y la historia, lo material y lo espiritual, fueron<br />

susceptibles de ser utilizados como instrumentos para dar una enseñanza<br />

moral. Como instrumento de la comunicación oral, la retórica era<br />

reiterativa, amplificadora (es decir decía lo mismo de muchas maneras) e<br />

iba dirigida a la emotividad, no a la racionalidad. En el conocimiento retórico<br />

estamos ante una lógica figurativa basada en imágenes y en analogías, en<br />

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Abril-Mayo 2014 ISSN: 2007-7483<br />

©2014 Derechos Reservados<br />

www.revistadestiempos.com

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