Revista Destiempos 38
Revista de divulgación académica y cultural
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<strong>Revista</strong> destiempos N°<strong>38</strong><br />
conversaciones cómicas con las personas equivocadas lo que da lugar a<br />
la confusión. El resultado es el siguiente:<br />
Carlos<br />
Son tantas las confusiones<br />
que mi pecho batalla,<br />
que en su varia confusión<br />
el discurso se embaraza,<br />
y por discurrirlo todo<br />
acierto a discurrir nada.<br />
(1.907-912)<br />
La escena citada ilustra la dicotomía ficción–realidad, ya que don<br />
Carlos se haya en un mundo de ilusiones, pero él conscientemente cree<br />
que está viviendo una realidad. Por lo tanto, tenemos como la ficción ha<br />
transgredido en cierto modo la realidad. Aun así, la confusión impregna el<br />
discurso de don Carlos, lo que pone de manifiesto no únicamente la<br />
característica teatral de este tipo de comedias, sino como el lenguaje por<br />
si mismo es un juego ilusorio que desengaña. La confusión de le época<br />
puede manifestarse con las palabras de don Carlos, que Sor Juana ha<br />
insertado en su teatro mediante un arte cómico con sutil ironía.<br />
El segundo ejemplo que desencadena en dos enredos de ilusiones<br />
“reales” lo vemos en la tercera jornada en los versos 2710 a 2750. El<br />
primero está en Carlos que lleva a Leonor pensando que es Ana a Rodrigo<br />
para proteger su honor; y el segundo, Ana esconde a Juan creyendo que<br />
es Carlos para protegerlo de su hermano Pedro. De nuevo se ha hecho<br />
una transgresión de la realidad, y Sor Juana vuelve a confundirnos<br />
mediante una ilusión. Los celos apasionados y las ansias de defender la<br />
honra sobrepasan los límites de lo racional para ser criticados por la Musa.<br />
Una vez más, la técnica del claroscuro de las pinturas barrocas es utilizada<br />
por la dramaturga novohispana para crear un ambiente de desorientación<br />
y caos (Chang, 411). Y finalmente, el tercer ejemplo lo relaciono con el<br />
tema del amor. También existe una visión desengañada e ilusoria del amor<br />
manifestado primero por Celia y después por Ana. Véanse las siguientes<br />
líneas de Celia: Señora nada me admira/ que en amor no es novedad/que<br />
se vista la verdad/ del color de la mentira (…) (1. 117-120). Es patente aquí<br />
un sentimiento de desilusión y creencia en la falsedad de la realidad. El<br />
pesimismo de la época se transmite al manifestar claramente que el amor<br />
es una mentira, y se va a personificar una vez Ana urde un plan para<br />
enamorar a Carlos: (…) del deseo se me viene/ de obligar con bizarrías/su<br />
amor (…)/ cubriré lo enamorada/con visos de compasiva (…) (1.595-602).<br />
Señalo la palabra “cubriré”, que connota “tapar” con una tela un sentimiento<br />
no tangible. La imagen revela una intención ornamental, recargada que va<br />
dar lugar a un amor deshonesto. Es más, también “visos” como sinónimo<br />
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Abril-Mayo 2014 ISSN: 2007-7483<br />
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