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La Bocina Nº 333 - Mayo 2016

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Fotos: <strong>La</strong> <strong>Bocina</strong><br />

NO hay un error en el título. Si el<br />

autor del tango dice “Un pedazo de<br />

barrio allá, en Pompeya...”, la muestra<br />

del artista y vecino Beto Páez me<br />

sugirió reformular la letra. Porque es<br />

exactamente eso: un pedazo de barrio.<br />

O un universo más chico aún: la casa<br />

de su infancia y sus aledaños. Con parientes,<br />

vecinos, gente que pasa, vendedores<br />

ambulantes e incluso, el<br />

baldío de al lado.<br />

<strong>La</strong> referencia a la ubicación es explícita:<br />

Arregui 5028, pleno barrio de<br />

Monte Castro. Beto ilustra el cartelito<br />

con la dirección varias veces en sus<br />

hermosas obras, detallistas hasta en<br />

el juanete de su abuela.<br />

Por lo descripto, queda claro que la<br />

época es fines de los ‘40, principios<br />

de los ‘50.<br />

Y ahí están los personajes principales:<br />

Beto empezó por su mamá,<br />

América. En estas páginas puede vérsela<br />

a la derecha. <strong>La</strong> señora está calentándose<br />

las manos en un brasero.<br />

Claro, hace 60 años no había llegado<br />

el gas por estos barrios. Detalles que<br />

llevan a imaginarse el modo de vida<br />

de nuestros padres y abuelos, sin las<br />

comodidades de hoy.<br />

Bero le regaló este escrito, al pie de<br />

su obra:<br />

“América nunca conoció el mar<br />

y tampoco se lo imaginó.<br />

Su mundo era la cocina.<br />

<strong>La</strong>s ollas y sartenes hablaban por<br />

ella.<br />

Un dulce casero de naranja a punto,<br />

era como ir al cine.<br />

Una buena amasada de ñoquis<br />

tenía más encanto que ir de compras.<br />

América nunca conoció el mar,<br />

su playa era de estacionamiento.<br />

Los cabellos parecían olas pintadas<br />

en gris y plata,<br />

algunas se elevaban al cielo,<br />

sobre todo después de la siesta.<br />

América nunca conoció el mar<br />

pero recomendaba sus baños”.<br />

Emotivo, no? Pues bien, ahí está<br />

América, gorda como eran las señoras<br />

de antes, con su delantal y su<br />

silla de paja. Así era la vida entonces.<br />

Esa misma silla que se ubicaba bien<br />

cerquita del brasero, era la misma<br />

que se asomaba a la vereda en las

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