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Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres 61<br />

©<br />

se permite la copia<br />

son de tipo criminal o se encuentran en el liminar de la criminalidad, y son<br />

«corporativas», pues la responsabilidad sobre las mismas es de los miembros<br />

armados de una corporación de tipo paraestatal y de sus «cabezas» o dirigentes,<br />

de los que emana el mandato de la misma a sus perpetradores.<br />

Dario Azzellini, en su libro El negocio de la guerra (2005) y en una exhaustiva<br />

entrevista en la que sintetiza sus hallazgos (2007) enfatiza la diferencia o<br />

«discontinuidad» de la historia bélica, como la he llamado más arriba, al notar<br />

que antes los mercenarios eran individuos o pequeños grupos de personas,<br />

marginales en relación a la conducción de la guerra, mientras que hoy constituyen<br />

un cuantioso capital humano bélico administrado dentro del rubro<br />

«recursos humanos» por empresas de la guerra de gran porte, y su accionar<br />

se ve libre de los códigos que constriñen el comportamiento de las fuerzas<br />

propiamente estatales. Esta violencia corporativa y anómica se expresa de<br />

forma privilegiada en el cuerpo de las mujeres, y esta expresividad denota<br />

precisamente el esprit-de-corps de quienes la perpetran, se «escribe» en el cuerpo<br />

de las mujeres victimizadas por la conflictividad informal al hacer de sus<br />

cuerpos el bastidor en el que la estructura de la guerra se manifiesta (Segato,<br />

2003, 2006, 2011a, 2012 y 2013). En otras palabras, en estas guerras de bajos<br />

niveles de formalización, parece estar difundiéndose una convención o código:<br />

la afirmación de la capacidad letal de las facciones antagónicas en lo que<br />

llamé «la escritura en el cuerpo de las mujeres» (Segato, 2006 y 2013), de forma<br />

genérica y por su asociación con la jurisdicción enemiga, como documento eficiente<br />

de la efímera victoria sobre la moral del antagonista. Y ¿por qué en las<br />

mujeres y por qué por medio de formas sexualizadas de agresión? Porque es<br />

en la violencia ejecutada por medios sexuales donde se afirma la destrucción<br />

moral del enemigo, cuando no puede ser escenificada mediante la firma pública<br />

de un documento formal de rendición. En este contexto, el cuerpo de la<br />

mujer es el bastidor o soporte en que se escribe la derrota moral del enemigo.<br />

Es muy importante también hacer notar que no es esta una agresión al<br />

cuerpo antagonista, al cuerpo del sicario de la facción enemiga, sino otra cosa.<br />

Los agredidos son cuerpos frágiles, no son cuerpos guerreros. Por eso manifiestan<br />

tan bien, con su sufrimiento, la expresividad misma de la amenaza<br />

truculenta lanzada a toda la colectividad. Un mensaje de ilimitada capacidad<br />

violenta y de bajos umbrales de sensibilidad humana. En la acción paraestatal<br />

de estos grupos es todavía más crucial la necesidad de demostrar esa ausencia<br />

de límites en la ejecución de acciones crueles, ya que no se dispone de otros<br />

documentos o insignias que designen quién detenta la autoridad jurisdiccional.<br />

Por un lado, la truculencia es la única garantía del control sobre territorios<br />

y cuerpos, y de los cuerpos como territorios, y, por otro, la pedagogía

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