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72<br />

La guerra contra las mujeres<br />

Cuando hablo de una clave oculta y de un pacto o acuerdo estratégico entre<br />

las facciones que compiten por poder, indico que todas ellas reconocen<br />

una reconfiguración del campo político en territorios marcados por la presencia<br />

de redes que se distribuyen entre sí recursos humanos, materiales<br />

y simbólicos específicos. Estos territorios tienen la característica de no ser<br />

democráticos ni socialmente homogéneos internamente, sino fuertemente<br />

estratificados, donde una cúpula o nomenklatura político-gerencial, doctrinario-religiosa<br />

o empresarial encuentra la forma de atesorar grandes recursos<br />

financieros que le permiten el monopolio del poder decisorio y un<br />

cerrado control, vigilancia y capacidad de expurgo sobre la totalidad de<br />

sus miembros. Esto es así porque solamente se puede acceder a esta lengua<br />

franca de la gestión política si se genera internamente una estratificación tal<br />

que la disputa entre redes es una disputa entre sus nomenklaturas y la red<br />

es la masa de maniobra de esa cúpula para su proyecto de expansión del<br />

dominio territorial. No estoy afirmando que este tipo de estrategia no haya<br />

existido anteriormente. Lo que afirmo es que este paradigma de bajo perfil<br />

doctrinario y preponderancia del «proyecto de poder» sobre el «proyecto<br />

político-ideológico» se ha transformado en la gramática general que compatibiliza<br />

las acciones de las facciones políticas. Por razones que examinaré<br />

enseguida, las nuevas formas de la guerra responden también a esta misma<br />

lengua franca faccional, y se articulan perfectamente con este nuevo paradigma<br />

de la política.<br />

Mafialización de la política y captura del campo criminal por el Estado<br />

Nótese que no hablo aquí de la mafialización del Estado, como sería esperable,<br />

sino, a la inversa, de la captura del campo criminal por el Estado, la<br />

institucionalización de la criminalidad. Esa es mi lectura actual del fenómeno<br />

de las adherencias y vasos comunicantes entre Estado y submundo<br />

criminal. Mi apuesta: estamos en la fase final de los robinhoods como Escobar<br />

o Escadinha, no quedan ya resquicios románticos en el campo criminal; el<br />

crimen institucional hoy es al crimen de ayer como la soja y las plantaciones<br />

de eucaliptos y pinos son al antiguo espíritu del monocultivo clásico del<br />

tabaco, trigo o lino.<br />

Me he referido hasta aquí a los cambios contextuales que configuran una<br />

esfera político-bélica en el mundo, con sus juegos de alianzas, antagonismos,<br />

facciones, sobre un cada vez más homogéneo telón de fondo resultante de la<br />

©<br />

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