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1 Cincuenta de Grey

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—¿Te gusta?<br />

Casi puedo oír su sonrisa.<br />

—Mmm.<br />

Descien<strong>de</strong> hasta mis brazos, luego por <strong>de</strong>bajo hasta las axilas, frotándome<br />

suavemente. Me alegro mucho <strong>de</strong> que Kate insistiera en que me <strong>de</strong>pilara. Desliza<br />

las manos por mis pechos, y respiro hondo cuando sus <strong>de</strong>dos los ro<strong>de</strong>an y<br />

empiezan a masajearlos suavemente, sin agarrarlos. Arqueo el cuerpo<br />

instintivamente y aprieto los pechos contra sus manos. Tengo los pezones<br />

sensibles, muy sensibles, sin duda por el poco <strong>de</strong>licado trato que recibieron<br />

anoche. No se entretiene <strong>de</strong>masiado en ellos. Desliza las manos hasta mi vientre. Se<br />

me acelera la respiración y el corazón me late a toda prisa. Siento su erección<br />

contra mi trasero. Me excita que lo que le haga sentirse así sea mi cuerpo. Claro…<br />

no tu cabeza, se burla mi subconsciente. Aparto el inoportuno pensamiento.<br />

Se <strong>de</strong>tiene y coge una toallita mientras yo ja<strong>de</strong>o pegada a él, muerta <strong>de</strong> <strong>de</strong>seo.<br />

Apoyo las manos en sus muslos, firmes y musculosos. Echa más gel en la toallita,<br />

se inclina y me frota entre las piernas. Contengo la respiración. Sus <strong>de</strong>dos me<br />

estimulan hábilmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tela, una maravilla, y mis ca<strong>de</strong>ras<br />

empiezan a moverse a su ritmo, presionando contra su mano. A medida que las<br />

sensaciones se apo<strong>de</strong>ran <strong>de</strong> mí, inclino la cabeza hacia atrás con los ojos casi en<br />

blanco y la boca entreabierta. Gimo. Dentro <strong>de</strong> mí aumenta la presión, lenta e<br />

inexorablemente… Madre mía.<br />

—Siéntelo, nena —me susurra Christian al oído, y me roza suavemente el lóbulo<br />

con los dientes—. Siéntelo para mí.<br />

Sus piernas inmovilizan las mías contra las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la bañera, las aprisionan,<br />

lo que le da libre acceso a la parte más íntima <strong>de</strong> mí.<br />

—Oh… por favor —susurro.<br />

El cuerpo se me queda rígido e intento estirar las piernas. Soy una esclava<br />

sexual <strong>de</strong> este hombre, que no me <strong>de</strong>ja mover.<br />

—Creo que ya estás lo suficientemente limpia —murmura.<br />

Y se <strong>de</strong>tiene.<br />

¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No! Mi respiración es irregular.<br />

—¿Por qué te paras? —le pregunto ja<strong>de</strong>ando.<br />

—Porque tengo otros planes para ti, Anastasia.<br />

¿Qué…? Vaya… pero… estaba… No es justo.

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