05.02.2017 Views

1 Cincuenta de Grey

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que nunca ha existido… mis esperanzas frustradas, mis sueños frustrados y mis<br />

expectativas <strong>de</strong>strozadas.<br />

Nunca me habían rechazado. Bueno, siempre era una <strong>de</strong> las últimas a las que<br />

elegían para jugar al baloncesto o al voleibol, pero eso lo entendía. Correr y hacer<br />

algo más a la vez, como botar o lanzar una pelota, no es lo mío. Soy una auténtica<br />

negada para cualquier <strong>de</strong>porte.<br />

Pero en el plano sentimental, nunca me he expuesto. Toda mi vida he sido muy<br />

insegura. Soy <strong>de</strong>masiado pálida, <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>lgada, <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>saliñada, torpe<br />

y tantos otros <strong>de</strong>fectos más, así que siempre he sido yo la que ha rechazado a<br />

cualquier posible admirador. En mi clase <strong>de</strong> química hubo un tipo al que le<br />

gustaba, pero nadie había <strong>de</strong>spertado mi interés… Nadie excepto el maldito<br />

Christian <strong>Grey</strong>. Quizá <strong>de</strong>bería ser más agradable con gente como Paul Clayton y<br />

José Rodríguez, aunque estoy segura <strong>de</strong> que ninguno <strong>de</strong> ellos ha acabado llorando<br />

solo en la oscuridad. Quizá solo necesite pegarme una buena llantera.<br />

¡Basta! ¡Basta ya!, me grita metafóricamente mi subconsciente con los brazos<br />

cruzados, apoyada en una pierna y dando golpecitos en el suelo con la otra. Métete<br />

en el coche, vete a casa y ponte a estudiar. Olvídalo… ¡Ahora mismo! Y <strong>de</strong>ja ya <strong>de</strong><br />

autocompa<strong>de</strong>certe, <strong>de</strong> castigarte y toda esta mierda.<br />

Respiro hondo varias veces y me levanto. Ánimo, Steele. Me dirijo al coche <strong>de</strong><br />

Kate secándome las lágrimas. No volveré a pensar en él. Anotaré este inci<strong>de</strong>nte en<br />

la lista <strong>de</strong> las experiencias <strong>de</strong> la vida y me centraré en los exámenes.<br />

Cuando llego, Kate está sentada a la mesa <strong>de</strong>l comedor con el portátil. La sonrisa<br />

con la que me recibe se <strong>de</strong>svanece en cuanto me ve.<br />

—Ana, ¿qué pasa?<br />

Oh, no… La santa inquisidora Katherine Kavanagh. Muevo la cabeza como hace<br />

ella cuando quiere dar a enten<strong>de</strong>r que no está para historias, pero no sirve <strong>de</strong> nada.<br />

—Has llorado.<br />

A veces tiene un don especial para <strong>de</strong>cir lo que es obvio.<br />

—¿Qué te ha hecho ese hijo <strong>de</strong> puta? —gruñe con una cara que da miedo.<br />

—Nada, Kate.<br />

En realidad, ese es el problema. Al pensarlo, sonrío con ironía.<br />

—¿Y por qué has llorado? Tú nunca lloras —me dice en tono más suave.<br />

Se levanta. Sus ojos ver<strong>de</strong>s me miran preocupados. Me abraza. Tengo que <strong>de</strong>cir

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!