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Su dinero suele depositarse en bancos comerciales que lo utilizan para ampliar sus<br />
préstamos a empresas (legales e ilegales), y también se canaliza hacia inversiones<br />
de consumo primario, insumos, bienes de capital, acciones y bonos<br />
gubernamentales. Por lo tanto, en lugar de solo proteger su campo tradicional, las<br />
organizaciones criminales en diferentes partes del mundo poseen fuerzas<br />
combinadas dirigidas hacia la ‘apertura de nuevos mercados’, tanto en la economía<br />
legal (inmuebles de lujo, espectáculos, editoriales, medios de prensa, y servicios<br />
financieros, entre otros) como en la ilegal (cooperando a su vez con grupos<br />
criminales de otros países).<br />
Finalmente, para prosperar, al igual que las empresas legales, el crimen organizado<br />
requiere socios entre las elites políticas. Toda<br />
organización criminal busca neutralizar la represión<br />
estatal (policía y justicia) y captar los recursos<br />
económicos, tanto civiles como de los poderes públicos.<br />
Esto se traduce en que la relación entre mafia y Estado<br />
suele oscilar desde la cohabitación a la simbiosis: en muy<br />
raras ocasiones la relación entre el crimen organizado y la<br />
política se plantea en forma de confrontación. Para citar<br />
un ejemplo, las leyes que promueven la huida de<br />
capitales a paraísos fiscales offshore ayudan no sólo a<br />
personas y corporaciones a sacar recursos bien habidos,<br />
sino también permiten las mafias a movilizar más<br />
fácilmente sus activos líquidos. La privacidad, tecnología y<br />
falta de regulación que atraen a los criminales son las<br />
mismas que facilitan el flujo de dinero legal entre una<br />
empresa matriz y una subsidiaria que actúa como<br />
fachada.<br />
Para concluir, para combatir el crimen organizado es necesario incrementar la<br />
cooperación entre los países en materia de transferencia de procedimientos e<br />
investigaciones, con leyes y políticas económicas y tributarias firmes. Este escenario<br />
obliga indefectiblemente a las naciones a mejorar sus capacidades técnicas y<br />
estructurales para enfrentar esta difícil y compleja lucha, donde los daños<br />
económicos causan tanto perjuicio como los políticos, físicos y sociales.<br />
Pablo Kornblum<br />
Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires). Magíster<br />
en Estudios Internacionales (Universidad de Sydney). Doctor<br />
en Relaciones Internacionales( Universidad del Salvador).