Revista Sala de Espera RD Nro 47

A la hora de enviar a los hijos a pasar
estadías vacacionales resultará favorable
tener en cuenta aspectos tales como la edad
y características personales. Es primordial
evaluar quiénes estarán a cargo del niño.
Lo ideal es que sean personas que ya tengan
establecido un vínculo significativo
con el mismo, que sea alguien en quién
tanto el niño como sus padres confíen y
que podamos establecer en conjunto algunos
protocolos básicos de funcionamiento
y cuidado. Será importante, también, pactar
con los adultos a cargo y con el pequeño
cómo se procederá en caso de que sienta
que está extrañando o no lo está pasando
tan bien, en qué casos van a llamar a mamá
y papá, si existe la posibilidad de que se lo
vaya a buscar, o qué alternativas se manejarán.
Resultará así mismo importante que
el niño tenga pleno acceso a la comunicación
con sus padres, que si siente la necesidad
de hablar, ya sea para contar algo o simplemente
para saludar, le sean facilitados los
medios necesarios. A menudo se cree que si
el niño habla con sus padres, puede extrañar
más y manifestar angustia, que mejor
será entretenerlo para que no se acuerde
y así lo pase mejor, pero si somos sinceros,
los adultos cuando echamos de menos a
alguien, nos es agradable oír su voz, saber
que está ahí para nosotros. Cuando estamos
lejos de casa, nos es grato saber que
también nos piensan y esperan. A los niños
les pasa lo mismo, necesitan ese abrazo de
despedida, saber que los extrañaremos a
pesar de estar felices por sus días de playa,
sol, juegos y aventuras.
Lo que no se nombra no deja de existir,
pero al ser nombrado se espantan los
fantasmas y emerge la realidad tan maravillosa
y rica con todo lo que traiga para
vivir, crecer y disfrutar. Es así que al
momento de preparar una estadía lejos de
los padres, o de uno de ellos, es importante
narrar al niño todo lo que va a
ocurrir, desde aspectos cotidianos como
quién lo va a cuidar, cómo será el lugar
donde se hospeden, cómo y con quién
va a dormir, qué habrá de comer, a qué
cosas pueden jugar, pero también aspectos
más sutiles pero no por ello menos
reales y condicionantes. Resulta importante
que el niño sepa cómo puede sentirse,
y que todo tipo de sentir será igualmente
válido. Las vivencias puestas en
palabras resultan liberadoras. La vida no
es blanco y negro, y un sentir no invalida
al otro, es por esto que podemos
estar alegres y disfrutando de la aventura,
a la vez que sentir cierta nostalgia
por algunos seres queridos y sentir la
falta de nuestros objetos más cotidianos.
Irse de vacaciones puede implicar una
gran emoción por las nuevas andanzas
y a la vez provocar temor por alejarnos
de casa, y todo esto puede convivir dentro
de nosotros sin que un sentir invalide
al otro.
Estos aspectos y consideraciones valen
tanto para colonias de verano, como también
para casos de niños que tienen estadías
prolongadas con uno de sus padres, en
casos de padres separados. Es fundamental
hacer foco en el bienestar del niño, y sus
necesidades. Tanto para familiares, animadores
y educadores, recordar que el objetivo
será lograr que las actividades transcurran
en un clima de camaradería, regocijo
y alborozo pero que a la vez se vean
contempladas todas las necesidades de los
pequeños.
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