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UN MAL AGÜERO<br />
EN LAS CALLES : Julio, 1978.<br />
En las calles nuestras,<br />
apretujadas de gente que al<br />
remecer su árbol genealógico,<br />
tarde o temprano le cae un<br />
fruto con semilla auténticamente<br />
montubia, todos sabemos<br />
reconocer lo que llamamos un<br />
MAL AGÜERO.<br />
De una o mil maneras, que por<br />
corazonada, nos hacen presentir<br />
que algo malo nos espera.<br />
El cantar de las Valdivias, la<br />
súbita aparición de un gato<br />
negro, el pasar debajo de una<br />
escalera, un martes trece o una<br />
cucaracha blanca-albina son<br />
signos de mal agüero, que por<br />
el peso de nuestras costumbres,<br />
nos asustan porque anuncian que<br />
estamos sentenciados a recibir un<br />
mal y sus consecuencias.<br />
Cotejando nuestro ancestro de<br />
gente de hacha y machete con<br />
las cosas que están ocurriendo<br />
en todo el resto del mundo,<br />
el estallido de una bomba<br />
en el domicilio de uno de los<br />
candidatos a la Alcaldía de<br />
Portoviejo, es un claro signo del<br />
mal agüero que tenemos puesto<br />
encima la gente de esta ciudad.<br />
La manera chabacana,<br />
aguardientosa y grosera como<br />
los seguidores de un candidato<br />
están empañando su elección,<br />
hasta la inevitable consecuencia<br />
de este procedimiento que<br />
produjo la pérdida de una<br />
inocente vida, son lamentables,<br />
pero no nos llaman mucho la<br />
atención, porque son cosas<br />
de esperarse cuándo, en<br />
circunstancias similares, ya las<br />
hemos sufrido aquí.<br />
Pero el hecho de que se ponga<br />
una bomba de alto poder<br />
explosivo en la casa de uno de<br />
los candidatos a la Alcaldía, por<br />
sus propios seguidores o por los<br />
contrarios, es una señal de mal<br />
agüero que aterra, avergüenza y<br />
por qué no decirlo da miedo.<br />
Una bomba de este tipo no se<br />
la compra en Vifesa, La Norma<br />
o en la Mueblería de Jorge<br />
Loor y tampoco las venden en<br />
Guayaquil o Quito. Hay que<br />
armarlas con conocimiento,<br />
paciencia, destreza y sigilos<br />
tan especiales que en nuestro<br />
medio no son comunes, porque<br />
no las necesitamos y si de querer<br />
quitarle la vida a una persona,<br />
mucho mas fácil y seguro es<br />
utilizar el instrumento que, bien<br />
manejado, permite sacarnos una<br />
nigua o derribar un árbol.<br />
De un certero machetazo y una<br />
corta carrera se consumaba el<br />
hecho.