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Humberto E. Robles. Fotografía: Mercedes Robles ©<br />
Jorge Loor Giler. Irreverente &<br />
provocador es el nombre del<br />
libro que el lector tiene en sus<br />
manos. El subtítulo propone que<br />
se trata de “Textos, testimonio e<br />
imágenes”. Difícil es clasificar un<br />
libro sin género. Tampoco es esa<br />
la intención aquí. Se trata de un<br />
respetuoso homenaje de su hija<br />
mayor a la presencia personal y<br />
profesional de su padre. Inevitable<br />
que corra por el libro una cariñosa<br />
nota de nostalgia y de melancolía,<br />
particular que sale a flote en<br />
los textos y en las imágenes<br />
reproducidas.<br />
Así, en primer término,<br />
tenemos aquí una suerte de<br />
biografía que arma la silueta<br />
familiar y profesional de la<br />
trayectoria de Jorge Loor, desde<br />
sus años mozos hasta este 2016.<br />
El perfil que surge de las imágenes<br />
y comentarios del agasajado<br />
remiten a una persona fuera de<br />
lugar en su medio, constantemente<br />
cuestionando los valores que van<br />
desde la presunta belleza de su<br />
ciudad, Portoviejo, hasta la ética<br />
social y política establecida por<br />
una rancia tradición que la esfera<br />
pública se encarga de certificar.<br />
Frente a cotidianos empotrados en<br />
usos y costumbres, las aspiraciones<br />
del individuo acaban en<br />
ineludibles desencuentros.<br />
El lector puede seguir<br />
las páginas de “Irreverente &<br />
provocador” por medio de las<br />
declaraciones que el sujeto hace<br />
acerca de su derrotero a lo largo<br />
de los años.<br />
Habla allí de su intereses:<br />
el periodismo, la cámara, el<br />
verbo. Esos comentarios no son<br />
baladíes. El buen lector podrá<br />
recuperar de esos diálogos con un<br />
interlocutor anónimo la intrahistoria<br />
de un individuo, sí, pero también<br />
del medio en que a éste le tocó<br />
nacer y vivir. Información hay allí<br />
sobre revistas, diarios, el inglés, la<br />
modernidad, y sobre la manera en<br />
que las crónicas que constituyen<br />
“En las calles” adquirieron forma<br />
y responsabilidad. Publicadas día<br />
a día en Diario Manabita a lo<br />
largo de unos 20 años, hoy uno<br />
lee esos artículos pensando en<br />
que la suerte del ser humano, en<br />
cualquier ámbito, es un constante<br />
recomenzar. En el fondo sentimos<br />
el desacuerdo del autor con el<br />
sentido de valores económicos,<br />
sociales y políticos que causaban<br />
en él un sentido de asfixia y<br />
desacuerdo frente a un mundo<br />
provinciano, anclado en intereses<br />
y reglas, incapaz de sortear<br />
barreras que lo colocaran en un<br />
verdadero camino al progreso.<br />
Rezuma de esos escritos la lucha<br />
a favor de la modernidad. Las<br />
experiencias de Jorge Loor por<br />
latitudes otras –-Corea, Japón,<br />
Estados Unidos-– lo ubican en<br />
ese umbral que invita a dar el<br />
paso más allá de proverbiales<br />
maneras de ser y pensar. Que<br />
unos lectores se identifiquen con<br />
esa perspectiva y otros no tanto,<br />
no debería de sorprender. Mucho<br />
se ha hecho, para bien o para<br />
mal, por defender eso que se<br />
lla ma progreso. En el Ecuador<br />
y en Manabí se viene librando esa<br />
lucha desde al menos la época de<br />
Eloy Alfaro. Unos la ven como un<br />
simple cotejo entre el cultivo y lo<br />
yermo; otros se oponen, pensando<br />
que para que haya verdadero<br />
cambio es necesario revolucionar<br />
la manera de ser y comportarse de<br />
un pueblo.<br />
En algún momento, Jorge<br />
Loor se refiere a su provincia<br />
natal como “no civilizada”. Esos<br />
juicios, seguro, han de causar<br />
reacciones muy duras de partes<br />
de los defensores de patriotismos<br />
provincianos. Pocos le han de<br />
perdonar que califique a Portoviejo<br />
como una ciudad “fea”. Desde<br />
ya me pregunto la reacción de los<br />
que piensan en esa urbe como un<br />
“París chiquito”, conforme años<br />
ha algunos solían denominarla<br />
entre veras y burlas. Los textos<br />
provocarán al lector. Quizás<br />
acusen al autor de “perverso”,<br />
cual su pareja, madre de sus hijos,<br />
lo prorrumpe en algún momento.<br />
La mayoría de las imágenes, sin<br />
embargo, le darán al lector otro<br />
punto de mira, constituyen un<br />
testimonio que coincide con la