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JORGE_LOOR_V7

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LA GUERRA<br />

EN LAS CALLES : Septiembre, 1980.<br />

En las calles nuestras, el que<br />

menos está pendiente de lo que<br />

pasa entre Irak e Irán.<br />

No tanto por lo que interese, por<br />

lo espeluznante de la pelea y sus<br />

repercusiones sino que lo vemos<br />

a cada rato en los diarios y la<br />

televisión.<br />

Y claro está, callejero lector, que<br />

a cada uno de nosotros se le<br />

pone la piel de gallina al darse<br />

cuenta de la horripilante manera<br />

como esa gente se mata. De<br />

golpe y porrazo perforado por<br />

una bala o una esquirla de metal.<br />

Fulminado por concusión de una<br />

explosión o achicharronado por<br />

su calor. Simplemente por un<br />

aplastón bajo los escombros.<br />

Lentamente desangrándose o<br />

muerto por miedo o por susto. O<br />

por recoger un vistoso juguete,<br />

las últimas novelerías bíblicas.<br />

Bombas antipersonales muy<br />

pequeñas, con detonación<br />

retardada que disfrazadas como<br />

juguetes o cosas comunes son<br />

lanzadas en grandes cantidades<br />

sobre las ciudades, no estallan<br />

al impacto, sino después cuando<br />

alguien la recoge.<br />

Muerte de mil maneras, pero<br />

muertes que a todos nos<br />

horrorizan.<br />

El holocausto de la guerra que<br />

TODOS detestamos.<br />

Horripilante hecho que desdice<br />

de nuestra condición humana.<br />

Y ya que cogió viada, siga usted<br />

solito de largo, lagrimero lector,<br />

pues yo aquí me descuelgo<br />

ya que todo eso es mentira.<br />

Mentira grandota de siete letras<br />

mentirosas.<br />

Pues la guerra, la pelea o ese<br />

litigio por la vida o la muerte<br />

comienzan desde el primer<br />

momento en que nacemos,<br />

cuando dejamos la seguridad y<br />

comodidad del vientre maternal<br />

para, berreando, lanzarnos a la<br />

inclemencia del mundo nuestro.<br />

Sigue cuando de niños jugamos<br />

a la guerra y con un simple palo<br />

por metralleta lo apuntamos y<br />

TATATATA.<br />

¡Ya estás muerto!, gritamos.<br />

Se adora la cosa, cuando a<br />

mano tenemos mil y un juguetes<br />

de plástico que detalladamente<br />

reproducen las armas reales.<br />

Y de jóvenes, por ley, tenemos<br />

que aprender a guerrear.<br />

Por alguna razón, nunca<br />

suficientemente explicada,<br />

entramos a los cuarteles<br />

y raspándonos el coco,<br />

comenzamos a ser soldados.<br />

Ya de grandes la cosa es<br />

completada. Casi que no hay<br />

nada en nuestra actividad diaria<br />

que no haya sido perfeccionado<br />

o que tenga alguna relación con<br />

la guerra.<br />

La hoja de afeitar con ese<br />

filo que dura tanto, la olla de<br />

aluminio que no se quema, la<br />

tela del blue jeans que resiste<br />

tanto, los plásticos y casi, casi<br />

todo lo que tenemos como<br />

materiales de uso diario han sido<br />

perfeccionado en las guerras.

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