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Yo tenía un Jeep Suzuki rojo,<br />
al que le bautizamos como LA<br />
HORMIGA COLORADA, tenía<br />
la costumbre de invitar a subir<br />
al carro a quien sea que me<br />
encontraba en el camino. Así<br />
podía conversar de cosas que<br />
jamás habría conversado, así<br />
como también experiencias<br />
desagradables, como un señor<br />
que apestaba como el mismísimo<br />
infierno. En otra ocasión recogí<br />
a una viejita; vieja, vieja, vieja<br />
la señora. De repente veo que la<br />
viejita me miraba y me miraba,<br />
cuando finalmente le pregunté,<br />
qué tanto me veía, resultó que<br />
fue la cocinera de mi papá.<br />
Lindo era mi carrito, yo tenía<br />
mucha prolijidad en su cuidado.<br />
Tenía un amigo mecánico con<br />
quien llegamos a un convenio,<br />
en donde yo le pagaba una<br />
mensualidad para que me revise<br />
y mantenga el carro diariamente,<br />
para que estuviera en óptimas<br />
condiciones todo el tiempo.<br />
Efectivamente me lo cuidaba<br />
tanto que yo podía llegar a sitios<br />
donde otros carros no entraban.<br />
Alguna vez, recogí una señora<br />
que dio a luz en el carro. En<br />
otra ocasión, me vi en aprietos<br />
porque en la zona por la que<br />
estaba cruzando había habido<br />
varios robos de ganado y de<br />
repente llegó un momento que<br />
me rodeó mucha gente con<br />
machetes. Felizmente, yo solía<br />
llevar en mi carro montones<br />
de periódicos; al ver que me<br />
rodeaban, bajé del carro, abrí la<br />
puerta de atrás del Jeep, saqué<br />
los periódicos y se los regalé. Así<br />
me los gané y me contaron su<br />
problema.<br />
En esos tiempos, Manabí todavía<br />
era agreste, no civilizado. Una<br />
vez me toco hacer un reportaje<br />
en la montaña y me decían: “no<br />
vaya porque hay gente mala”.<br />
Sin embargo, así aprendí el<br />
secreto de la montaña. –Mire<br />
-me dijeron- vaya con un niño<br />
y donde sea que llegue, deje<br />
que el niño vaya primero.<br />
Efectivamente, los criminales<br />
respetan al niño, nunca tuve<br />
problemas.<br />
Yo escribía todos los días y<br />
producía muchos artículos en<br />
varios temas. Un día, el gerente<br />
se aproxima y me dice: Jorge,<br />
yo le ofrezco un puesto donde<br />
usted sea su propio jefe, hace lo<br />
que quiera, dice lo que quiera y<br />
no le voy a poner barreras salvo<br />
las evidentes. Así iniciamos una<br />
relación comercial donde hicimos<br />
cosas magníficas, incluidos<br />
programas de desarrollo social.<br />
Yo había conocido en el Japón<br />
a agricultores que n en parcelas<br />
pequeñas del mismo tamaño de<br />
las que habían en Portoviejo,<br />
pero mucho mejor cultivadas,<br />
porque tienen la tecnología<br />
apropiada para ello. Comencé<br />
así a formar cooperativas donde<br />
aplicar mis observaciones sobre<br />
agricultura y así hicimos cosas<br />
muy buenas para la provincia.<br />
Incluso creamos todo un pueblo,<br />
que ha tenido mucho éxito con la<br />
artesanía de Tagua, es el pueblo<br />
de Sosote.