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A los 17 años, cuando estaba en el colegio, ya trabajaba. Mi papá era legislador y creo, que por deferencia a él,<br />
me contrataron como director técnico de las festividades en Portoviejo. De esa manera, me comisionaron diseñar los<br />
escenarios, los carros, los carros alegóricos y la planificación del espectáculo en sí mismo. Tenía asignado un buen<br />
equipo de trabajo.<br />
Sucedió una vez que tuve que diseñar la presentación de las candidatas a Reina. Ellas entraban y hacían su recorrido y<br />
se sentaban. Yo quería que la presentación sea más interesante y se me ocurrió tener unas cien bombas de varios colores<br />
para que, de repente, salgan al mismo tiempo y llenen el espacio de una forma controlada. Intentamos de todo, pero<br />
la tarea resultaba casi imposible. Hasta llegué a consultar con un profesor de física de la universidad, con el afán de<br />
calcular la salida de las bombas. Sin embargo, nunca pudimos lograrlo. Un día, uno de los empleados pudo solucionar<br />
la compleja tarea, con algo tan sencillo como una caja con una salida al frente donde se colocaban todas las bombas<br />
y con el uso de una plancha de playwood soltada desde atrás, lograba generar una corriente de viento constante. ¡Las<br />
bombas salían preciosas!<br />
En otra ocasión, diseñé una rampa de madera de donde salían las reinas como si se elevaran del piso. La gente no<br />
sabía cómo hacía eso, era mágico. Un señor rico de la zona, me contrató para que decore un hotel en Manta, luego de<br />
decirme: ¿Si sabe para que lo contraté? No, le dije, así me reveló que era para que le cuente como hacía “aparecer” a<br />
las reinas en el teatro.