- Page 1 and 2: José Juan Picos El viento de mis v
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- Page 5 and 6: ÍNDICE 1. Opio negro 2. Palabrejas
- Page 7 and 8: 1 OPIO NEGRO ¡Ah! Café divino, Ni
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- Page 23 and 24: negocio, un taconeo brioso. Una cor
- Page 25 and 26: —¡Bueno, bueno está, cura! Ya i
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- Page 31 and 32: —Formamos, así lo veo yo —le o
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- Page 37 and 38: muy a la mano un periódico? A vece
- Page 39 and 40: salió de la taberna, venteó, buf
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- Page 45 and 46: aguanté el humo. Don Gaspar recobr
- Page 47 and 48: que Su señor les había impuesto.
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- Page 55 and 56: cartas del revés, las puso boca ar
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- Page 65 and 66: Verano de 1766 No pocas distraccion
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soldado entró, confiado en que yo
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a la buena gente betanceira, tan ca
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—Tendrá que explicarme su eminen
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siglo de Napoleón tirando los dien
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Mosén Verboso debió de tener en L
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Las damas y damitas a las que don R
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marcado, que es el fin de las indec
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con bombasí rayado de Holanda, res
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—Ni locoh a Seuta —argumentaban
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—Hermosa penitencia me fue impues
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Asentí y me pasó el tubillo. Me l
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Alta. La cofia, sujeta con un lacit
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mimbre que cargaba, acolchada con m
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pinta de extranjera, pero aire de m
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—De sebo, sí, pero de ballena. C
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mis fechorías de mocedad. Cuando l
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El flagelo paró, pero no los ayes.
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La casaca de terciopelo que vestía
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como si hubiéramos sido todos herm
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cojamos grasa y, como el oso, nos e
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que Armengol no había conseguido s
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Mi señora madre, de nombre Rosario
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No tengo claro si aquel encuentro f
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padre me llevó a un aparte. Nos se
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mucho rato tras sus huellas, hasta
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hecho ellos, asomé los labios a la
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que todos nos la regalen. ¡Ni por
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Cuentan que los indios antiguos fes
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de Popayán, llevaban tras de sí u
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porque un Papa falló que, siendo t
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axeitadas que esta que teño na má
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igotes y me repasaban entero, de la
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etirando con pasos quedos, sin apar
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candiles. —Si en el próximo conc
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con los mismos escrúpulos de Armen
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Hasta las gaviotas habrían sido un
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conozca. Mientras los actores se ap
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cabal consecuencia de que sus hombr
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Si alguno rechaza la gentileza, aqu
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—¿A cuánto la onza, don Yarosla
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desván de mi memoria, y tendrán l
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casa. En el tablero que formaban la
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de la histeria que porque la escena
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Nadie en sus cabales habría tenido
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de los romanos y del despilfarro de
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—¿Es mi primera lección? —Pue
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22 ESPÍA Y CAFETERO -Don Gaspar,
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—No sé cómo serán las cosas en
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idioma, los derechos que lo amparab
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los labios. Me la ofreció y yo, bo
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—¿Y eso qué tiene que ver, mi s
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confesores españoles? Mi maestro e
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Gaspar la miró malicioso—. Y añ
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su boca. Hasta el escribanillo de T
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aquí? —le preguntó mi padre—
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—¡Guay! Que Juana de Estopiñán
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Al Wert se le llenó la cara de un
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damajuana de vino blanco que traseg
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que bien podía hacérsela corta a
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cocinera y al punto magnífico de l
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Etna, una cafetera y un buen cigarr
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Cuando llegué, las cuadrillas horm
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mano, como si fuera un cardenal, y
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¡Con qué indecible gracia, Tan va
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—Pues que es verdad lo que dicen
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En casa del pobre, llaman banquete
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Magnífico instante aquel, compendi
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-¡Mon dieu! Es un tokaji regio. ¡
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Lejos de comerse él a los navegant
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acante antropófaga, la depravada e
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negarlo, le habría dado licencia p
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ey Carlos, ¡a huevo!», me dije yo
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la voluntad y de la suerte de cada
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tuviera bastante con lo mío. —Lo
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que el muerto siguiera en el fondo
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pozo. O que ya no era sino un espec
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—Y eso, ¿por qué? —Porque, si
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Soy yo, que nací pechero, pero me
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odres vacíos. Mis sienes eran dos
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Otro estertor se lo llevó antes de
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Acompañados por un cabo de varas l
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la víspera, nos cortaron el paso.
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—¿Estarás bien? —le pregunté
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Embuste grueso. Mi maestro fue la e
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muestra los dineros. Se arrancaron
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—Hoy no veo pastor ninguno —le
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—¡Vamos, cura! ¿De cuándo acá
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para tirar los libros por ella, el
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más inopinados. No se apuren sus m
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cerrada que recogía la mierda de l
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Aún así, el clérigo le tendió u
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—Por hoy, te acepto la brujería
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De contar con los medios de producc
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Cerraremos esta nota histórica exp