La Bocina Nº 355 - Marzo 2018

CANSADO DE ESCUCHAR SIEMPRE LO MISMO...?
embargo, no fue homogéneo.
La crisis de la convertibilidad había
generado estragos en la economía:
entre 1998 y 2002 el PBI había caído
18 % y el PBI industrial 27 %, desaparecieron
10 mil empresas industriales
y se destruyeron 300.000
empleos industriales.
Cinco años después del estallido de
la crisis, en 2007, todas las variables
mencionadas habían superado los
valores de 1998 (el mejor momento
de la convertibilidad): los asalariados
industriales superaron en 250.000 la
cantidad máxima de los '90; el salario
real industrial formal aumentó 15
%; se crearon 7.500 empresas netas.
Ésto fue resultado de políticas de
Estado aplicadas en un contexto
internacional favorable, de alta
demanda externa y buenos términos
de intercambio, que dieron una relativa
estabilidad a la economía e
impulsaron la demanda interna.
De 2007 a 2011 se aceleraron la
inflación y la salida de divisas. A la
vez, se potenciaron las pujas distributivas
impulsadas por el sector
agropecuario. En 2008 la crisis internacional
hizo que se redujeran las
exportaciones y bajaran los precios
internacionales.
A pesar de los vaivenes, en el período
2007-2011 la industria creció a
una tasa del 3,5 % anual, el empleo
asalariado industrial aumentó el 1,2
% anual (sumando 84.000 puestos de
trabajo) y el empleo asalariado
industrial formal lo hizo al 2,4 %,
mientras que el salario real industrial
formal se incrementó 4 % anual.
Desde 2011, se combinaron salida de
divisas, inflación, déficit energético y
control de cambios. Entre 2011 y
2015 prácticamente no creció el PBI.
En el presente gobierno se tomaron
medidas recesivas, como: las eleva-
das tasas de interés que impactan en
los costos de financiamiento e inducen
a la actividad especulativa -más
que a la industrial-, el aumento en
los costos energéticos, la apertura
comercial y el achique del mercado
interno.
¿QUÉ MODELO DE DESARROLLO?
¿El australiano? (crecer sólo potenciando
los recursos naturales -
agroindustria, minería y energía- y a
partir de allí generar empleo en los
servicios. Lo mismo para Nueva
Zelanda y Noruega).
¿El de SurCorea o Taiwán? (industrializar
el país sustituyendo importaciones
e intentando exportar con
mayor valor agregado).
¿Ambos combinados?
Argentina es, en este siglo, un país
"demasiado poblado" comparado
con Australia (dada la agricultura en
gran escala como motor del desarrollo),
y no cuenta con los recursos
naturales suficientes (minerales)
No sólo importa
crecer, sino
crecer de manera tal
que el proceso
sea perdurable
en el sistema
socio-económico,
generando
inclusión social.
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para hacer descansar en ellos su
modelo de desarrollo. Pero sí podemos
(y debemos) aprovecharlos,
adoptando algunas de las estrategias
de los países que han logrado generar
capacidades tecnológicas a partir
de ramas intensivas en productos
primarios (Australia en software
para minería, Noruega en innovación
en extracción off-shore de
petróleo, por ejemplo).
Pero Corea y los demás "dragones"
asiáticos basaron su industria en la
exportación (precios bajos debido a
los salarios bajos), protegidos militarmente
por USA en el contexto de
Guerra Fría, etc. Pero ésto no sirve
para todos los países: algunos "crecieron"
industrialmente en base al
ensamblaje de manufactura para
exportar, sin articulación tecnológica
interna ("maquilas": Filipinas,
México, Tailandia, etc. "anche"
Tierra del Fuego).
Porque no sólo importa crecer, sino
crecer de manera tal que el proceso
sea perdurable en el sistema socioeconómico,
y generando inclusión
social. La industria es clave por su
efecto multiplicador y la calidad del
empleo que genera, por la tecnología,
el desarrollo regional y la posibilidad
de generar (o ahorrar) divisas.
La industrialización no es el capricho
de un gobierno ni fruto del azar. El
debate pasa por cómo acelerar los
tiempos de la industrialización en
sentido amplio (campo + energía +
industria + servicios).
Desindustrializarnos, por el contrario,
es atentar contra nuestro futuro,
algo que ya quedó demostrado a lo
largo de nuestra historia. Y que no
deberíamos repetir n
Sergio Javier Agunin