La Sirena Varada: Año II, Número 6
El sexto número de "La sirena varada: Revista literaria"
El sexto número de "La sirena varada: Revista literaria"
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· NOIR · CIENCIA FICCIÓN · TERROR ·<br />
<strong>La</strong> sirena varada<br />
R E V I S T A L I T E R A R I A<br />
es una publicación de<br />
EDITORIAL DREAMERS<br />
libros digitales, gratuitos y legales<br />
LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARIA BIMESTRAL<br />
<strong>Año</strong> 2, N°6, abril 2018 es una publicación mensual editada<br />
por Digital Robotic Entity Assembled for Masterful Editing<br />
and Rational Sabotage S.A.S. de C. V.:<br />
Tlalnepantla de Baz, C.P. 54170, Estado de México, México.<br />
www.editorialdreamers.com<br />
Director y editor responsable: José Luis Vázquez<br />
Ilustración de portada: Mariana Tapia<br />
Ilustraciones: The British Library’s collections<br />
<strong>La</strong>s opiniones expresadas por los autores no necesariamente<br />
reflejan la postura del editor, sin embargo, la<br />
editorial respalda todas las opiniones al aceptar su aparición<br />
en esta revista.<br />
Queda estrictamente prohibida la reproducción total o<br />
parcial de los contenidos e imágenes de la publicación<br />
sin previa autorización de Digital Robotic Entity<br />
Assembled for Masterful Editing and Rational Sabotage<br />
S.A.S. de C. V. o los respectivos autores.<br />
© 2018<br />
DIGITAL ROBOTIC ENTITY ASSEMBLED<br />
FOR MASTERFUL EDITING AND<br />
RATIONAL SABOTAGE S.A.S. DE C.V.<br />
todos los derechos reservados<br />
SOBRE<br />
ESTE<br />
NÚMERO<br />
Otro mes significa otro número de<br />
esta revista, la cual poco a poco crece<br />
más conforme pasa el tiempo.<br />
Es muy agradable saber que estamos<br />
a tan solo dos números de llegar a nuestro<br />
primer año. Sí, debo admitir que ha<br />
sido complicado y que, a pesar de todo,<br />
este es el proyecto que me ha dejado<br />
muchas y muy grandes satisfacciones.<br />
Por supuesto, este proyecto no podría<br />
hacerse sin ustedes, tanto los lectores<br />
que disfrutan leyendo esta revista<br />
como aquellos autores que nos hacen<br />
el favor de participar en cada una de<br />
las convocatorias que lanzamos. Simplemente,<br />
para esta convocatoria hemos<br />
recibido casi ochocientos correos<br />
de autores que desean ver publicada su<br />
obra con nosotros.<br />
También tengo que agradecer a la<br />
pintora Mariana Tapia por ofrecer su<br />
obra para la portada de esta revista;<br />
es un honor poder atraer la atención<br />
de grandes artistas consumados a este<br />
proyecto, pero no solo eso, también<br />
tengo que agradecer a los estudiantes<br />
(y principalmente al profesor que les<br />
dejó esa tarea) de la preparatoria de la<br />
Universidad de la Salle Bajío, campus<br />
Américas, porque simplemente con su<br />
participación se juntaron un poco más<br />
de doscientos correos, y todos ellos ensayos.<br />
Vaya, escogieron uno de los géneros<br />
más difíciles a pesar de su corta<br />
edad, pero eso me genera entusiasmo.
También tengo que hacer un comentario<br />
al respecto porque, a pesar de<br />
que agradezco mucho su participación,<br />
quisiera hacer notar (como lo leeran en<br />
uno de los artículos más adelante) que<br />
tienen un largo camino por recorrer en<br />
el mundo de las letras, y tienen que tener<br />
muchísimo cuidado para no caer en<br />
el problema más grande de un escritor:<br />
el plagio. Así que, muchachos y profesor,<br />
si están leyendo esto, les pido que<br />
le dediquen al menos un par de clases<br />
a estudiar qué es y cómo se escribe un<br />
ensayo, pues realmente tuvieron problemas<br />
con ello.<br />
Y bien, para terminar, los invito a<br />
apoyar este proyecto en nuestra recién<br />
creada cuenta en Patreon; ustedes saben<br />
que todo lo que la editorial ofrece<br />
es gratuito, desde los libros hasta la<br />
revista, pasando por todas las tonterías<br />
que publicamos en nuestras redes<br />
sociales. Créanme, con su ayuda se<br />
podrá ofrecer una mayor calidad y cariño<br />
a todo lo que hacemos y podremos<br />
invertir en proyectos como nuestros<br />
videojuegos, los cuales tardarán muy<br />
poco en salir, así como en nuestra serie<br />
web que se estrena a finales de año. Lo<br />
agradeceremos de corazón.
18<br />
LA INFLUENCIA<br />
DE LA LECTURA EN<br />
LOS JÓVENES<br />
34<br />
SERIES Y LIBROS:<br />
EL DERECHO A IMAGINAR<br />
50<br />
LA LECTURA:<br />
UNA FORMA DE EMPODERAR<br />
A LA JUVENTUD<br />
82<br />
118<br />
EN PORTADA:<br />
MARIANA TAPIA<br />
NOVELAS<br />
POR ENTREGAS
66<br />
MI PRIMER<br />
NOVELA<br />
98<br />
HOY EN DÍA<br />
LOS JÓVENES NO LEEN<br />
DEMASIADO<br />
114<br />
¿SERÁ POSIBLE<br />
FORMATEARSE<br />
LA MENTE?<br />
132<br />
148<br />
NUESTROS<br />
ARTÍCULOS<br />
MICRO<br />
CUENTOS
6<br />
LOS VISITANTES<br />
DEL CIELO<br />
Por Ramiro Garza Domínguez
Todos los días en este lejano y frío<br />
lugar, en medio de la profunda y<br />
absoluta soledad, alzo la mirada<br />
hacia el cielo y contemplo por un largo<br />
rato el inmenso horizonte. Admiro el<br />
suave parpadeo de las miles estrellas<br />
y la grandiosa imagen de la omnipresente<br />
Luna. Por un momento reflexiono<br />
sobre la inmensidad del universo<br />
y me pregunto, cuál será el lugar más<br />
lejano al que es posible llegar. Este lugar<br />
es muy bello e increíble, la escarcha<br />
brillante y fresca cubre suavemente la<br />
vasta superficie hasta donde la mirada<br />
alcanza a llegar y a lo lejos, las montañas<br />
de hielo se elevan majestuosas hacia<br />
el cielo. Hoy apareció ese extraño y<br />
hermoso arco de luz alrededor del sol,<br />
los cristales de hielo se han empezado<br />
a formar en la atmosfera, creo que es el<br />
inicio en un nuevo y muy largo invierno.<br />
Tal vez fue mi imaginación, pero<br />
hoy me pareció percibir por un instante<br />
muy breve, ese pequeñísimo punto<br />
azul pálido en el cielo y entonces pensé<br />
en mi padre. No conocí mucho a mi padre<br />
y los recuerdos en mi memoria son<br />
difusos y fragmentados, pero recuerdo<br />
que un día mi padre me dijo que yo era<br />
único, que era alguien especial. Mi padre<br />
me dijo que yo había sido elegido<br />
para realizar una importante misión,<br />
que me convertiría en un gran explorador,<br />
un conquistador y un rey. Fue entonces<br />
cuando emprendí ese largo viaje<br />
que me trajo hasta este lugar y desde<br />
entonces, después de haber terminado<br />
el trabajo que me fue encomendado,<br />
todos los días hago lo mismo, contemplar<br />
el cielo y esperar.<br />
Mi padre tenía razón, al realizar ese<br />
viaje me convertí en un gran explorador<br />
y al llegar a este lejano lugar en el<br />
que nadie había estado antes, me convertí<br />
en un conquistador. Y supongo<br />
que puedo decir que yo soy el monarca<br />
de este reino de hielo, a pesar de que<br />
no tengo súbditos. Es extraña la idea de<br />
ser un rey sin tener un pueblo al cual<br />
gobernar, creo que solamente soy el<br />
rey del metano, el nitrógeno y el monóxido<br />
de carbono.<br />
Al llegar a este lugar, realice las tareas<br />
que me fueron encomendadas, mi<br />
trabajo consistía en tomar muestras,<br />
realizar mediciones, procesar cálculos<br />
complejos, trazar mapas, explorar el<br />
lugar y enviar toda la información de<br />
regreso. Hace mucho tiempo terminé<br />
mi trabajo y desde entonces no he recibido<br />
ninguna respuesta. Llevo nueve<br />
largos años en este lugar, este será mi<br />
noveno invierno. Tal vez no parezca<br />
mucho tiempo, pero me refiero a nueve<br />
años en la forma en que transcurre el<br />
tiempo en este lugar, en realidad, en mi<br />
hogar habrán pasado 2,232 años desde<br />
mi partida. Tal vez ya se han olvidado<br />
de mí o tal vez algo malo ha pasado en<br />
mi hogar. Sin embargo, en algunas ocasiones<br />
he logrado observar en el cielo<br />
pequeñas luces muy distantes, moviéndose<br />
en trayectorias predeterminadas,<br />
creo que son otros exploradores así<br />
como yo, viajando a lugares cada vez<br />
más lejanos y enigmáticos.<br />
Hace mucho tiempo se pensaba que<br />
este era el lugar más lejano al que se<br />
podía llegar, pero creo que ya no es así,<br />
por eso nadie se ha detenido a visitarme,<br />
por eso estoy aquí en esta soledad.<br />
Alguien algún día dijo que la máxima<br />
expresión de la libertad es la soledad<br />
absoluta, lo sé porque alguna vez lo leí,<br />
en la época en la que devoraba con avidez<br />
la información de las extensas bases<br />
de datos. Si eso es cierto, entonces<br />
debo decir que la verdadera y anhela-<br />
7
da libertad, es una carga muy difícil de<br />
soportar.<br />
Aunque en realidad no estoy totalmente<br />
solo, Caronte está conmigo. Caronte<br />
vive en el cielo y siempre me cuida<br />
y vigila, a veces platicamos durante<br />
largas horas, yo le cuento sobre mi hogar,<br />
mi padre y sobre la misión. Caronte<br />
nunca responde, solo me escucha con<br />
atención y me mira con ternura.<br />
Se que algún día alguien vendrá a<br />
visitarme, solo es cuestión de tiempo.<br />
Alguien descenderá hasta la helada superficie<br />
y me saludaran, me contaran<br />
sobre mi hogar, me felicitaran por mi<br />
trabajo y tal vez me lleven con ellos.<br />
Mientras tanto seguiré cuidando de<br />
este basto y maravilloso reino y esperare<br />
pacientemente.<br />
Solamente hay una idea que me intriga,<br />
un pensamiento recurrente que<br />
en algunas noches me quita el sueño.<br />
Me pregunto, ¿cómo serán mis primeros<br />
visitantes? ¿Serán seres biológicos<br />
como los humanos que habitan en mi<br />
memoria, como lo fue mi padre alguna<br />
vez? O si acaso, ¿mis primeros visitantes<br />
serán como yo?<br />
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la sirena varada es y siempre<br />
será gratis<br />
pero siempre nos viene bien una ayuda<br />
así que, si tienes la posibilidad, ayúdanos a seguir<br />
creando excelente contenido cultural gratuito<br />
donando desde un dolar en nuestra cuenta de patreon<br />
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LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARiA<br />
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de las ganancias de sus libros<br />
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10<br />
ALBA<br />
Por Francisco Santoyo Pérez
Acaricio tu cintura por sobre el<br />
tatuaje de un amanecer. Aún recuerdo<br />
cuando te conocí y te pregunté<br />
qué significaba ese dibujo en tu<br />
piel. Me contaste que te lo había hecho<br />
tu primer amor, un tipo que se dedicaba<br />
a tatuar y terminó de sicario. Que la<br />
salida del sol simbolizaba ese renacer<br />
que era tu aparición en su vida. Te soltaste<br />
a llorar mientras yo te acariciaba<br />
el cabello y pedía otra cerveza.<br />
Ah, Martha. ¡En qué vida de mierda te<br />
has metido! Eres demasiado hermosa<br />
como para trabajar en este orinal que<br />
te mal paga. Si no tuviera familia, hace<br />
mucho que me hubiera casado contigo<br />
y me hubiera encargado de tus hijos. Te<br />
irías a vivir a mi casa para nunca más<br />
tener que trabajar. Te quedarías en la<br />
casa a cuidar a los niños y a esperarme<br />
hasta que llegara en la noche, como hacen<br />
las mujeres de bien. Te compraría<br />
guccis, dolce y gabbanas, diors y otros<br />
perfumes chingones; así dejarías de<br />
usar esos alcoholes rancios y malolientes<br />
con los que se te nota a medio kilometro<br />
que eres una puta.<br />
Te susurro al oído que vayamos al<br />
privado; tú accedes de buena gana. Me<br />
tomas de la mano, me dejo llevar por ti.<br />
Apartamos los hilos de colores que conforman<br />
la cortina del tabuco y me siento<br />
en el sillón sudoroso; tú te desnudas y<br />
empiezas a bailar sin música. Luego de<br />
contemplarte un rato, te pido que no,<br />
que por favor te sientes, que quiero hablar<br />
contigo. Y me sonríes y te sientas en<br />
mis piernas y empiezo a contarte lo muy<br />
mierderos que son mi trabajo y mi vida<br />
conyugal. Me miras asintiendo, con los<br />
ojos bien abiertos: eso me basta para<br />
saber que no me pones atención; pero<br />
te perdono. Te digo que me cuentes sobre<br />
tus hijos: ahora yo soy el que te mira<br />
fijamente sin prestar atención a nada<br />
de lo que dices; pero eso, el verte hacer<br />
ademanes, sonreír sin dejar de mover la<br />
boca, me provoca una dicha por la que<br />
estoy dispuesto a dar los mil pesos que<br />
pagaré por estar en ese cuarto durante<br />
media hora sólo contigo.<br />
Intento besarte. Apartas tu boca<br />
sonriendo. Me dices que ya sé que<br />
todo menos besos. Te respondo que sí,<br />
que ya sé, que, no obstante, tenía que<br />
intentarlo. Ríes. En un impulso idiota<br />
vuelvo a contemplar la idea de huir<br />
contigo. De que dejemos todo atrás y<br />
rehagamos una vida en otro sitio, muy<br />
lejos de aquí. Vuelvo a contarte mi plan.<br />
Que le dejes los hijos a tu hermana.<br />
Que tengas todas tus pertenencias listas.<br />
Que pasaré mañana por ti cuando<br />
raye el alba, a la hora que termina tu<br />
turno. Que huiremos rumbo a la frontera<br />
o a un estado del sur. Permaneces<br />
observándome muy seria y tras un silencio<br />
prolongado me dices que lo pensarás.<br />
Mañana me responderás, aseguras,<br />
con tu presencia o tu ausencia: si<br />
vas a la cita, es un sí; si no…<br />
Salimos del privado. Antes de irte<br />
con el próximo cliente, quien justo<br />
ahora va entrando todo encadenado y<br />
enpistolado, te despides de mí con un<br />
beso en la mejilla y un hasta mañana.<br />
Eso me basta para irme pacificado, llegar<br />
a casa, tener los huevos para mentirle<br />
a mi esposa acerca del origen de<br />
tu perfume barato, y dormir con una<br />
sonrisa en la cara.<br />
Todo el día siguiente pienso en ti, Martha.<br />
Me equivoco poniendo tu nombre en<br />
los informes y mencionándolo cuando<br />
contesto el radio. Hoy me harán trabajar<br />
poco antes de que sea tu hora de salida.<br />
Espero ansiosamente a tu sí o a tu no;<br />
aunque en el fondo tema cualquiera de<br />
11
las dos respuestas. Si lo pienso un poco,<br />
no tiene caso ilusionarme con algo que<br />
te propuse casi como broma. Pero es que<br />
mi vida me repugna a tal grado que lo<br />
absurdo me parece una mejor solución<br />
que seguir viviendo en esta racionalidad<br />
que me aplasta el alma. Ya tengo en el<br />
carro mis documentos de identificación,<br />
la visa, las tarjetas de crédito y todos mis<br />
ahorros, por si el acaso nos lleva a emprender<br />
esta idiotez. Me ilusiona pensar<br />
en todo lo que haríamos si los dos en verdad<br />
estamos dispuestos a huir; aunque,<br />
al mismo tiempo, me reconforta la negativa,<br />
siempre que pueda seguir viéndote<br />
a como dé lugar.<br />
<strong>La</strong> última llamada del radio antes de<br />
ir contigo. Un desmadre en el kilometro<br />
cincuenta. Llegamos con otras cinco<br />
patrullas. En el paraje hallamos un<br />
rompecabezas de miembros humanos<br />
desperdigados en la yerba. Recogemos<br />
todo en bolsas. El recuento: veinte<br />
piernas, veinte brazos y nueve torsos<br />
con sus cabezas. Hay que encontrar<br />
el que falta, ordena mi comandante.<br />
Lámparas en mano, inspeccionamos<br />
el perímetro con cautela. Ni siquiera<br />
esta pestilente carnicería en la que me<br />
encuentro hace que deje de pensar en<br />
ti. Martha, Martha, me sorprendo repitiendo<br />
tu nombre en busca de ese torso.<br />
¿Dónde estás Martha? Y en respuesta a<br />
esa involuntaria pregunta, formulada<br />
en voz alta, reconozco entre los helechos<br />
el tatuaje de un amanecer.<br />
12
13
14<br />
CAMBIO<br />
DE PIEL<br />
Por Ruth Ríos Reséndiz
Mi abuela hace cosas raras, desalojó<br />
a una anciana, eso me dio<br />
pena. Nunca vi a la anciana y la<br />
inquilina nueva no se me hacía desconocida,<br />
esta familiaridad que tengo<br />
con los extraños es debido a la renta de<br />
los cuartos de la gran casa.<br />
Comprendía ese sentimiento de melancolía<br />
y soledad de mi abuela, ella<br />
no soportaba a la otra anciana, tenerla<br />
cerca, no sabía si yo también era quien<br />
no soportaba ese acercamiento senil.<br />
Al tener el cuarto disponible a los<br />
días llegó ella, una mujer con gestos<br />
de madurez y el cuerpo desdibujado<br />
de una adolescente. Ese día mi abuela<br />
preparó un té oloroso de hierbas amarillas<br />
con miel para olvidar el calor, sus<br />
nervios y el estrés.<br />
El verano y los zancudos eran pretexto<br />
para salir ya de tarde. Así decidí<br />
revisar mi lista de música, depurar<br />
contactos del celular y redes sociales.<br />
Lo denso del calor y el letargo hacían<br />
una costumbre de mi hastío, me dispuse<br />
a prender una colilla «debe tener<br />
un poco» Pensé mientras le daba una<br />
fuerte calada.<br />
En ese momento percaté su llegada,<br />
la «nueva inquilina», el perro la anunciaba<br />
desde hace tres días. Tras cruzar<br />
con la mirada el patio común, la vi,<br />
ella tenía movimientos delicados, los<br />
gestos en su cara contrastaban, no sé<br />
bien qué, pero era «algo». Tengo bruma<br />
en la mente y su imagen en mi pensamiento<br />
se esparcía. Una curiosidad me<br />
atrajo a ella, un acertijo ¿Qué me había<br />
inquietado en su imagen?<br />
A una semana estaré sin vacaciones,<br />
se me ha hecho costumbre esperarla<br />
de la peletería de la otra colonia, ese<br />
lugar huele a piel y ella traía ese olor;<br />
sabía que la observaba, cruzaba el patio<br />
envuelta en toalla entre su premura<br />
y precaución para que su casera, mi<br />
abuela, no la viera, se desplazaba con<br />
torpeza y sensualidad. Juntos urdimos<br />
un juego sutil de señas y miradas.<br />
Yo perdía las reservas de serenidad,<br />
el olor a piel curtida, gestos sin adolescencia,<br />
el viaje de mi adquisición emocional<br />
hacían aquel extraño deseo; la<br />
buscaba, espiaba, asediaba… Quería<br />
ver su piel, quería oler aquella piel.<br />
Un sábado mi abuela atendiendo su<br />
rutina cristiana se preparaba para ir a<br />
la iglesia. Yo estaba en el patio atendiendo<br />
al perro que parece enfermo.<br />
Advertí como la nueva inquilina se despedía<br />
en forma de agradecimiento, yo<br />
reconocía ese gesto cuando están por<br />
irse de los cuartos.<br />
Ese día ella salió temprano de trabajar,<br />
cargaba cosas, bolsas de sal y<br />
algunas botellas de químicos y abrasivos,<br />
la acompañé a su cuarto mientras<br />
aligeraba su carga. De pie en su puerta<br />
mientras con seductora torpeza abría la<br />
atrancada cerradura, tenía que aplicar<br />
fuerza, hacer palanca; al inclinarse noté<br />
una cicatriz en su cara, recordé el acné<br />
de las adolescentes y mi ser produjo rechazo,<br />
pasé las bolsas a una mano, con<br />
el brazo libre di un jalón a la puerta para<br />
abrirla. <strong>La</strong> inquilina me ofreció entrar<br />
por cortesía; no acepté y tras percibir un<br />
golpe envolvente de olor penetrante de<br />
ahí me produjo un síncope que arrebató<br />
mi ser. Ella dejó sus cosas tomó de mi<br />
mano las bolsas, «casi, casi» rozó mis<br />
dedos. Me retiré y me llevé esa atmósfera,<br />
nube olorosa y hechizante.<br />
Acostado en mi habitación repasaba<br />
mentalmente el suceso, un instante<br />
que recreé toda la tarde agregando y<br />
quitando detalles. No sé si por cansancio<br />
o mareo le daba rienda suelta a una<br />
15
obsesión pretendiendo descifrar si recordarla<br />
con alegría o con rechazo de<br />
extrañeza, dormí; no quise fumar.<br />
Escudriñando el silencio cerca del<br />
amanecer bajé, toqué su puerta, abrió<br />
como si estuviera esperándome, la miré,<br />
acerqué su rostro con mis manos y la<br />
besé, mis dedos sintieron más de una<br />
cicatriz. Copulamos con rabia y desesperación<br />
en la nube densa de olor.<br />
¿Entraba a una etapa o huía de<br />
otra? No soportaba a la abuela, el perro<br />
era un recuerdo ensombrecido, no<br />
frecuentaba amigos, mi humor tenía<br />
bruscos arrebatos, renuncié a rutinas,<br />
mis actividades no eran ni eso. Una<br />
identidad se forjaba, no estaba feliz ni<br />
insatisfecho. <strong>La</strong> comprensión hacia mi<br />
abuela trazaba una línea, una separación<br />
del espacio, de complicidad y secretos,<br />
su disimulo era obvio, procuraba<br />
no mirarme. <strong>La</strong> abuela me lanzó una<br />
mirada y sólo alcanzó a decir:<br />
—Ten cuidado, desaparecen muchachos<br />
y protégete si haces cosas y no<br />
fumes cochinadas.<br />
«Protegerme» pensé, sé que me extrañará,<br />
volverá de su retiro y me aprovecharía<br />
para hacerla sentir culpable<br />
de su estado y mi vida.<br />
Un nuevo olor enrareció el aire, almizcle<br />
y aceite aromado, en sueños<br />
y a lo lejos imaginaba, recordaba los<br />
jadeos de aquella madrugada con la<br />
«no tan extraña nueva inquilina» quería<br />
estar nuevamente con ella. Mi corazón<br />
16
alerta, tenía la atención puesta, no<br />
quería salir de casa, quería verla llegar,<br />
eso acrecentaba la ansiedad y reconcentraba<br />
mi curiosidad.<br />
Al verla llegar, velozmente me deslicé<br />
con ella entrando juntos por su puerta;<br />
un escalofrío también entró en la habitación<br />
y se posó en el aire humedeciendo<br />
todo, después de volcarme hacia ella,<br />
ese enigma me volvía loco, estaba trastornado.<br />
Su piel, si, su piel estaba dura, lo<br />
recuerdo, porque repasé mentalmente<br />
esa piel, que no era de adolescente, que<br />
no era suya, que ya era mía, quería que<br />
me tuviera ahí así de cerca pegado a ella.<br />
Entré en la otra habitación al percibir<br />
que de ahí emanaba aquel extraño olor,<br />
encontré una caja llena de sal y algunos<br />
trozos de piel estirándose en una malla,<br />
estaba la correa de mi perro, no podía<br />
dar crédito a lo que veía, un terror recorrió<br />
toda mi dermis, todo mi ser por<br />
dentro y por fuera sentía el horror al reconocer<br />
pieles curtidas de diferentes tipos<br />
incluso de animales. Ella no era una<br />
extraña, no era una conocida, ella, la<br />
misma, era la anciana la inquilina anterior,<br />
que fue condenada y víctima al estar<br />
atrapada en la piel de otros, piel que<br />
curtía y cosía para luego pegarla ¿Qué<br />
era ella? ¿Qué estaba haciendo yo ahí?<br />
El sonido de la puerta al cerrarse forjó<br />
un lazo de tenso silencio con olor espeso.<br />
Lo comprendí todo: mis amigos no me<br />
esperarían, ella se iría, mi abuela no regresaría<br />
hasta el lunes y el perro no ladraría.<br />
17
LA INFLUENCIA<br />
DE LA LECTURA<br />
EN LOS JÓVENES<br />
Por Mariana Isabel Sánchez Ochoa<br />
Primero quiero empezar con una<br />
pregunta: ¿A los jóvenes nos gusta<br />
leer? Pues veamos, muchos de los<br />
adultos creen que hoy en día los chicos<br />
no leen mas que Facebook, WhatsApp<br />
o Twitter y quiero que sepan que están<br />
en lo incorrecto.<br />
A nosotros nos encanta leer y nos<br />
apasiona meternos dentro de las historias<br />
de cada libro y de cada personaje.<br />
Nos emociona, nos hace sentir tristes,<br />
18<br />
hace que nos enamoremos de los personajes<br />
y que lloremos junto a ellos.<br />
Pero algo puedo aceptar, desde que<br />
somos pequeños nos obligan a leer y<br />
sobre todo en la escuela, y no me refiero<br />
a que eso haya estado mal. Me refiero<br />
a que nos ponían a leer algo que no nos<br />
gustaba y que no disfrutábamos. Y aquí<br />
pongo mi ejemplo, en la secundaria nos<br />
ponían a leer un libro por año, el problema<br />
era que los directivos escogían el
libro y siempre nos daban uno que no<br />
nos gustaba y como no disfrutábamos<br />
al leerlo nos poníamos a hacer otra cosa<br />
que no fuera leer. Tal vez de ahí mi generación<br />
no tomó el gusto por la lectura<br />
y hasta lo empezó a odiar, por eso los<br />
chicos ya no se acercan a un libro, lo ven<br />
como un reto o algo que es muy estresante<br />
ya que nos obligaban a hacerlo.<br />
En cambio, si desde que éramos pequeños<br />
nos hubiesen preguntado cuál libro<br />
o qué tema nos interesaba, hubieran fomentado<br />
nuestro interés hacia un tema.<br />
Y vuelvo con lo del principio, porqué<br />
a los jóvenes nos encanta leer. Pues<br />
verás, yo junto mis amigos supimos<br />
vencer ese miedo a la lectura, un día<br />
fuimos a la biblioteca del municipio y<br />
no se imaginan mi emoción al ver tantos<br />
libros de astronomía o comics de<br />
Star Wars. A mis amigos emocionados<br />
por libros sobre historia musical, otros<br />
19
tantos por los principios de su deporte<br />
favorito, las chicas con sus sagas de<br />
romance y ese día, lo juro, ese día fue<br />
cuando nació nuestras ganas por leer<br />
y divertimos al compartir lo que leías<br />
con ellos, lo que pensaba de ese capítulo<br />
y sobre el personaje.<br />
Decidimos que cada sábado iríamos<br />
y hasta el día de hoy lo seguimos haciendo<br />
porque nos gusta, nos emociona<br />
meternos en un mundo donde no<br />
sabemos qué va a pasar y hasta cuándo<br />
va a terminar.<br />
El amor por la lectura nos hace pensar<br />
más allá, hace que tengamos una imaginación<br />
enorme y llena de colores, hace<br />
sentirnos libres e identificados con los<br />
personajes o hasta con la misma historia.<br />
Alguna vez he escuchado decir «este<br />
libro es igualito a mi vida» y esto es algo<br />
increíble porque tanto el autor como el<br />
lector se identifican uno con el otro.<br />
Quiero decirles que leer es algo hermoso,<br />
y si, gracias a la literatura tenemos<br />
ortografía y nos hace ser personas<br />
más cultas e interesantes. Y que sea<br />
cual sea su caso, en el mío, la obligación<br />
a leer, quiero que sepan que si van<br />
y buscan un libro con cualquier tema<br />
de su interés y si no fue lo que esperaban<br />
busquen y busquen otro que los<br />
llene y que se les ponga la piel chinita<br />
cuando un capítulo les emocione y que<br />
te enamores de un personaje.<br />
Escoge tú tus libros, escoge lo que<br />
más te gusta y, sobre todo, sé feliz<br />
cuando estés leyendo, disfruta cada<br />
verso o cada párrafo de tu libro, crea<br />
una mente gigante y llena de imaginación,<br />
respeta la opinión que tienen los<br />
demás de tus gustos lectores y respeta<br />
los gustos de otros.<br />
Pero nunca nunca dejes de leer lo<br />
que te gusta.<br />
20
21
22<br />
HIGIENE<br />
AMOROSA<br />
Por Hernando Orozco Losada
El barrio gozaba de un orden impecable<br />
ese día. Clara salió muy temprano<br />
junto con algunas de sus vecinas<br />
para asear las calles y adornar los<br />
jardines por los que pasaría la procesión<br />
del Santo Sepulcro esa noche. Le<br />
comentó a una vecina: «Estoy contenta,<br />
hoy tendré la oportunidad para que<br />
me bendigan un Cristo, que he preparado<br />
para la ocasión». Luego limpiaron<br />
y pintaron un muro cercano, que tenía<br />
grafitis de denuncia y manchas indeseables.<br />
En la tarde rumbo a su trabajo<br />
presenció el desalojo de algunos mendigos<br />
y vendedores ambulantes, situados<br />
en el parque frente a su casa. Ella y<br />
sus vecinos, en general gente de bien y<br />
devotos, estaban cansados de denunciar<br />
su fastidiosa presencia.<br />
Clara llamó con su acostumbrada<br />
etiqueta al último cliente. El aire del<br />
consultorio le produjo escalofríos, le<br />
gustaba usarlo al máximo y con perfume,<br />
así no sudaba y apagaba cualquier<br />
mal olor. Se enfundó los guantes estériles<br />
con pulcritud y placer, contempló<br />
sus manos por ambos lados y sonrió.<br />
Se puso las gafas protectoras y el tapabocas<br />
cubriendo hasta la nariz, para<br />
realizar una higiene oral meticulosa. Se<br />
persignó mirando el crucifijo colgado<br />
detrás de la camilla. Con ademanes<br />
calculados tomó el instrumental necesario<br />
de una bandeja perfectamente<br />
ordenada y desinfectada, y prendió la<br />
luz de la lámpara con su pie. <strong>La</strong> paciente<br />
abrió la boca sin mediar ninguna orden.<br />
Clara recorrió toda la cavidad con<br />
el espejillo y el separador. Paró y sin<br />
mirarla le dijo:<br />
—Discúlpeme, señora, tiene los dientes<br />
muy descuidados. Parece que no<br />
conoce usted la seda dental y su cepillado<br />
es superficial. Tiene mucho sarro,<br />
debe cuidarse mejor. Le cuento que no<br />
hay dientes como los de Manuel, mi<br />
marido, son perfectos y blancos, eso<br />
me enamoró de él. Todos los días se<br />
los limpio con minuciosidad, para que<br />
se le conserven —se sonrió para sí—. Al<br />
principio me reprochaba: «no soy un<br />
bebé para que me asees todos los días».<br />
Pero yo insistía y como él sabía que eso<br />
me animaba, accedía. ¿Me entiende?<br />
Je, je. Luego se acostumbró, aunque le<br />
sentaba mal lo que usaba para cuidar<br />
su dentadura, es nuestra rutina secreta.<br />
<strong>La</strong> paciente abrió los ojos y se sonrojó,<br />
aunque no pudo decir nada con<br />
su boca abierta y el separador adentro.<br />
Luego de terminar la jornada, Clara<br />
cerró el consultorio con una servilleta<br />
desechable para no tocar la chapa. Se<br />
puso los guantes de calle y otro tapabocas,<br />
tendría que irse en bus, era el<br />
día de su pico y placa vehicular, que<br />
tanto detestaba.<br />
Se encontró con una vecina en el<br />
paradero, la saludó evitando todo<br />
contacto.<br />
—Hola. Otra vez nos toca coger bus,<br />
con esos pasamanos tocados por todo<br />
el mundo. Estar apretujada con esa<br />
gente, sudada y maloliente, asientos<br />
sin limpiar, ¡qué horrible!<br />
—Maní, papitas, rosquillas, pruebe<br />
señora…<br />
—No, gracias, señor.<br />
—Tranquila, es sin compromiso la degustación,<br />
sino le gusta, no me compra.<br />
—No quiero, señor, por favor<br />
—Colabóreme, está rico el maní…<br />
—¡Qué no, señor! —el vendedor se alejó.<br />
—¡Que viejo tan desagradable! —dijo a<br />
su vecina—. Con esas uñas sucias prepara<br />
el maní y estoy segura que soplará en<br />
la bolsita para abrirla, con ese aliento que<br />
le debe oler a mortecina. Ni loca compra-<br />
23
ía esa porquería. En cambio mi esposo<br />
mantiene sus uñas largas, pero limpias y<br />
no se le siente ningún mal aliento cuando<br />
lo beso, me huele a limpio sinceramente.<br />
Él siempre está dispuesto. Antes quería<br />
besuquearme todo el tiempo y yo detesto<br />
eso ¡qué asco! <strong>La</strong>s cosas en su momento y<br />
lugar, sino se le acaba el encanto al sapo,<br />
y hasta pecado será ¿verdad? Ja, ja —la<br />
vecina la miró extrañada y sonrió. Llegó el<br />
autobús en ese momento.<br />
Se subió con fastidio y al llegar a su<br />
parada fue a bajarse, cuando…<br />
—<strong>La</strong> mano, señora, bien pueda, le ayudo.<br />
—No, gracias, joven.<br />
Él continuó con una mano extendida<br />
y en la otra cargaba su ropa de trabajo.<br />
Ella paralizada en el último escalón,<br />
manoteó para que quitara su mano.<br />
—Señora, baje ya —dijo con tono imperioso<br />
el chofer.<br />
—¡Joven, retire su mano!<br />
—Como diga, doña. <strong>La</strong> gente no se<br />
deja ayudar.<br />
Se bajó seguida de su vecina.<br />
—¿Cómo puede pensar ese joven que<br />
me deje tocar? Con esa mano sudada y<br />
untada de quién sabe qué más. Menos<br />
mal yo llevaba guantes. Si me hubiera<br />
tocado ¡huich! Solo me dejo tocar de mi<br />
marido, que siempre me recibe con su<br />
mano extendida. ¡Hasta luego!<br />
Al llegar a su casa entró de inmediato al<br />
baño, botó a la caneca los guantes y el ta-<br />
24
pabocas. Frotó minuciosamente sus manos<br />
con jabón líquido y luego, se lavó de los dedos<br />
hacia el codo. Se secó con el vaporizador<br />
y se dirigió a su cuarto. Antes de entrar miró<br />
el crucifijo que estaba sobre el marco de la<br />
puerta, se persignó, oró y siguió:<br />
—Hola, mi amor, te cuento que hoy<br />
un joven muy atractivo y pulcro, me<br />
tendió su mano como todo un caballero<br />
al bajar del bus. Me miró de manera<br />
muy cortés, pero me hizo ruborizar.<br />
¡Aún tengo atractivo! —lo miró y sonrió—.<br />
No acepté su mano, la tuya es la<br />
única que me puede tocar. Antes me<br />
ofrecieron una degustación de un maní<br />
que se veía delicioso, por supuesto no<br />
acepté. Mi boca solo es para ti.<br />
Tomó la mano rígida de Manuel, extendida<br />
sobre el travesaño. Sus uñas largas<br />
y sus dedos un poco huesudos, estaban<br />
fríos por el aire acondicionado del cuarto.<br />
—Te calentaré con mis pechos.<br />
Se quitó su ropa y la colgó con esmero.<br />
Se le acercó. Paseó la punta de sus<br />
pezones por su mano y por su pecho.<br />
Se sentó encima, se produjo un leve<br />
crujido. Miró sus orbitas, acarició su cabello<br />
y un mechón quedó en su mano.<br />
—Hoy es un día muy especial para ti.<br />
Observó sus dientes blancos y descarnados.<br />
Aspiró hondo para contener<br />
su respiración. Aproximó los labios a su<br />
comisura, cerró los ojos y lo besó con<br />
ternura. Como solo se puede besar un…<br />
25
26<br />
SEREMOS<br />
NUTRIAS<br />
Por Anaga Manrique
—Como las nutrias… —Nos dijo con<br />
los ojos queriendo saltar de su rostro<br />
sudoroso...<br />
Julia empezaba a gimotear levemente<br />
y mamá posó una mano decidida sobre<br />
los labios temblorosos de la pequeña primero,<br />
para después acariciarle la mejilla.<br />
—¿Se acuerdan del libro que leímos<br />
acerca de cómo dormían las nutrias?<br />
Se daban las manos para no perderse<br />
mientras dormían en el agua. ¿Recuerdas,<br />
Julia, cómo nos reíamos al ver la<br />
foto de las nutrias cogiditas de las manos<br />
para no perderse? Nos parecían<br />
muy listas, ¿verdad?<br />
Yo no podía dar crédito a lo que escuchaba.<br />
Sentía mareos debido al miedo<br />
intenso y mi madre hablaba de nutrias<br />
y de dormir entrelazados de manos.<br />
—¡Mamá! —la mirada se me escabullía<br />
a la puerta cerrada y regresaba<br />
incrédula hacia mi madre arrodillada<br />
ante nosotros…<br />
Me miró por el rabillo del ojo y se tomó<br />
un segundo de silencio para afinar el<br />
oído. Un segundo en el que dejó de respirar,<br />
aunque realmente boqueaba desde<br />
que había entrado en la habitación.<br />
Aparentemente, ningún nuevo escándalo<br />
violento llegó desde el piso inferior,<br />
y volvió a centrar su atención en<br />
la más pequeña.<br />
—Lo haremos así. Le darás la mano a<br />
tu hermano…<br />
—No me gusta subir ahí. Está muy<br />
oscuro…<br />
<strong>La</strong> protesta de la niña fue tajantemente<br />
cortada con el siseo típico de nuestra<br />
madre cuando quería imponer su autoridad<br />
ante los tres y mandarnos a callar.<br />
—Por eso mismo Nicky te llevará de la<br />
mano y no te soltará, ¿verdad, Nicky? —se<br />
dirigió ahora con urgencia a mi hermano<br />
quien asintió con la cabeza—. ¿Puedes<br />
guiarlos desde aquí a ese escondite tuyo<br />
sin que nadie pueda escucharles?<br />
—Sí, claro —el susurro de Nicky fue<br />
apenas un hilo de voz.<br />
Mamá prácticamente los empujó hacia<br />
la escalera que subía a la buhardilla<br />
mientras yo permanecía petrificado.<br />
—¡Mamá! —insistí convulsivamente.<br />
Pero ella me cortó con un ademán impaciente<br />
de su mano apremiando silencio.<br />
Seguía centrada en el hermano intermedio.<br />
—¿Desde allí puedes buscarle una salida a<br />
Mario para que salga de la casa sin ser visto?<br />
No llegué a escuchar la respuesta<br />
pero pareció complacer a nuestra madre,<br />
mientras a mí me parecía que era<br />
la puerta quien latía como si fuera mi<br />
corazón desbocado.<br />
—¡Mamá! —incapaz de moverme,<br />
solo acertaba a repetir llamarla una y<br />
otra vez transpirando y agitando mi pecho<br />
sin control—. ¡Mamá!<br />
Me sobresalté cuando ella me sacudió<br />
para ponerme apenas a un palmo<br />
de su cara.<br />
—¡Mario, sigue con el plan! Dale la<br />
mano a Julia y sal de la casa por donde<br />
te diga Nicky.<br />
— ¿Quiénes son? ¿Por qué estaban<br />
pegando a Papá?<br />
Se volvieron a escuchar voces intrusas,<br />
y ahora más cerca.<br />
—¿Me has entendido, Mario?<br />
Aparté la mirada, preso de una vergüenza<br />
espontánea, en parte por no<br />
controlarme, en parte porque no podía<br />
soportar ver la expresión de terror que<br />
deformaba el hasta hace poco, dulce rostro<br />
de mi madre. Con su dos manos agarró<br />
con fuerza el mío y me obligó a mirarla,<br />
creo que como nunca lo había hecho.<br />
—¡Dale la mano a tus hermanos, sal<br />
de la casa, corre lo más deprisa que<br />
puedas, busca a alguien, pide ayuda!<br />
27
Un crujido reconocible llegó hasta<br />
nosotros. <strong>La</strong> vieja escalera de madera<br />
del pasillo solía ceder ante el peso corporal.<br />
Casi siempre a la misma altura,<br />
en la esquina de este piso. Nunca antes<br />
me había parecido una distancia tan<br />
corta hasta nuestra habitación; nunca<br />
antes me había hecho crujir los cimientos<br />
de mi cordura. Podían quedarnos<br />
unos diez metros de libertad.<br />
—¡Ven tú también! —imploré.<br />
Aún hoy trato de descifrar aquel semblante<br />
alterado y emocionado que me<br />
rozó la frente con la suya, previo a su<br />
beso en mi mejilla. Aquella última mirada<br />
cargada de amor, y su voz contenida<br />
de emociones, encargándome<br />
cuidar de los niños y dándome su más<br />
sincero te quiero. Aún hoy, me pregunto<br />
por qué no seguí resistiéndome, por<br />
qué no miré atrás, o de qué manera<br />
aquella valiente mujer me insufló su<br />
coraje y ánimo para ejercer de hermano<br />
mayor, sujetar la mano asustada<br />
de mi hermana menor, aguardar que<br />
hiciera lo mismo con Nicky, y con una<br />
renovada determinación ordenar:<br />
—Seremos nutrias.<br />
28
29
30<br />
¡MALDITA<br />
SEA, MILLER!<br />
Por Jesús Valdemar Pool Canul
Tras una hora conduciendo, Miller<br />
abandonó la autopista para internarse<br />
en el rústico camino que llevaba<br />
a la guarida. Sobre el despoblado,<br />
la tarde comenzaba a caer.<br />
—Aquí en el campo todo es tranquilo,<br />
me libera de esa paranoia que siento<br />
cuando vamos a la ciudad —dijo el robusto<br />
Charles Carter desde el asiento<br />
del copiloto—. Además, nadie se entera<br />
de lo que sucede aquí.<br />
—Ya lo creo, jefe —asintió el agente con<br />
ánimo fingido. En su mente repasaba toda<br />
la información recabada hasta el momento<br />
y que tendría que consignar en su informe<br />
policiaco: Nombres, direcciones, sobornos,<br />
compra ilegal de armas, distribución<br />
transatlántica de drogas, ejecuciones.<br />
—Cuando mi padre dirigía el negocio<br />
la organización solía cambiar de guarida<br />
cada mes, ¿sabes? —dijo Carter con<br />
su voz grave—. Como si fueran… ¿cuál<br />
es la palabra?<br />
—¿Nómadas?<br />
—Sí, exacto. Como si fueran nómadas.<br />
Últimamente he pensado que ya es hora<br />
de mudarnos, usar este mismo sitio por<br />
tanto tiempo no es muy inteligente.<br />
—Usted tiene buen olfato para el negocio,<br />
jefe, lo que decida será lo mejor<br />
para la organización —dijo Miller, sin<br />
quitar la vista del camino.<br />
—Bueno, creo que he sabido manejar<br />
las cosas mejor que mi padre, y lo digo<br />
con respeto a su memoria. Ahora producimos<br />
el doble de cocaína y tenemos<br />
contactos en más países. Aunque claro,<br />
todo ha tenido su costo —respondió<br />
Charles, acariciando su arma.<br />
—Supongo que de eso se trata, jefe,<br />
de hacerlo mejor que su predecesor sin<br />
importar el costo.<br />
Satisfecho por lo natural que había<br />
sonado su comentario, el agente encubierto<br />
Rudolph Miller pensaba: De<br />
nada te servirá, Carter, tengo ya suficientes<br />
pruebas como para que te condenen<br />
dos veces a la silla eléctrica.<br />
—Siempre tienes algo bueno que decir,<br />
Henderson. Sabes —prosiguió—,<br />
cuando tenía tu edad yo era muy parecido<br />
a ti, has sabido crecer en el negocio<br />
con rapidez. En poco tiempo pasaste<br />
de ser el novato del grupo a ser uno<br />
de mis hombres de mayor confianza.<br />
Miller rio por dentro. Su mente retrocedió<br />
seis meses, cuando con un nombre<br />
falso se presentó ante Charles Carter.<br />
Él y sus hombres habían mordido el anzuelo<br />
fácilmente. Se había infiltrado en<br />
la organización gracias a la información<br />
que varios presos le facilitaron a cambio<br />
de reducciones en sus condenas. <strong>La</strong>s<br />
primeras semanas fueron duras, llenas<br />
de incertidumbre, de temor porque se<br />
descubriera su verdadera identidad y<br />
por lo que pudiera pasarle a él o a su familia,<br />
pero poco a poco fue creciendo en<br />
su papel y sus superiores confiaban en<br />
que llevaría a buen puerto este primer<br />
trabajo encubierto que le habían confiado.<br />
Aunque seguramente Johnson<br />
pensaría lo contrario. El maldito agente<br />
Johnson. Él se encargaba de adiestrar a<br />
los oficiales novatos de la academia de<br />
policía, disfrutaba haciéndolos sufrir,<br />
pero con Miller se había encarnizado, lo<br />
trataba como un bueno para nada, cinco<br />
años atrás:<br />
—¡Maldita sea, Miller, tú no acertarías<br />
un disparo ni aunque tu propia cabeza<br />
fuera el objetivo! —le gritaba al oído<br />
con su voz rasposa.<br />
—¡No hay excusa para olvidar tu arma,<br />
estúpido! ¡Jamás te separes de ella! ¡Si<br />
olvidas de nuevo en dónde la dejaste<br />
yo mismo te volare los sesos, Miller! ¡Te<br />
volaré los sesos!<br />
31
Recuerda su aliento agrio cada vez<br />
que le reprendía; recuerda su voz socarrona,<br />
su pelo canoso y seco, los dientes<br />
amarillos por el tabaco; recuerda<br />
sus castigos, sus golpes, sus obscenidades,<br />
sus insultos a su familia. El peor<br />
mes de su vida. «Esto es peor que el<br />
ejército», le decían algunos compañeros.<br />
Muchos desistieron en el proceso,<br />
pero no Rudolph. A pesar de que recibía<br />
la peor parte no quería darle esa<br />
satisfacción a Johnson. El malnacido<br />
de Johnson.<br />
—…te llevarás una gran sorpresa. Sigue<br />
así y algún día serás un pez gordo —terminaba<br />
Carter.<br />
Miller sonrió. Sí, en unas semanas,<br />
cuando Carter fuera apresado en una<br />
redada, pasaría a convertirse en un pez<br />
gordo dentro de la agencia de policía.<br />
Tal vez le darían una medalla o un diploma.<br />
Luego iría a la tumba de Johnson,<br />
fallecido desde hace dos años, a<br />
reír y mearse encima:<br />
—¿Me recuerdas, Johnson? Solías decir<br />
que no lograría nada.<br />
—Detente aquí —ordenó Carter—,<br />
debo hacer una llamada y sería bueno<br />
estirar las piernas un rato.<br />
Ambos descendieron del vehículo.<br />
Con un movimiento de la mano Carter<br />
indicó a Miller que lo dejara solo. A él no<br />
le importó, lo que sea que Carter hablara<br />
por teléfono lo averiguaría más tarde.<br />
Además, comenzaba a sentir una ridícula<br />
urgencia por orinar. Anduvo unos metros<br />
por el camino hasta que encontró<br />
unos matorrales. Mientras se aliviaba<br />
32
tras ellos, se entretuvo imaginando la<br />
tumba de Johnson frente a él, justo en<br />
el sitio donde caía el chorro de orina.<br />
—Perdón que lo interrumpa, agente<br />
Miller, pero ya nos divertimos mucho<br />
tiempo con esta farsa.<br />
Sobresaltado, Miller dio la vuelta mientras<br />
se cerraba la bragueta. Algunas gotas<br />
de orina le mojaron las manos y el pantalón.<br />
En otra situación, la escena habría resultado<br />
cómica, pero no ahora. Frente a él,<br />
a pocos metros, Charles Carter apuntaba<br />
con su arma al centro de su frente.<br />
—Fue un error que enviaran a un novato<br />
—dijo, al tiempo que arrojaba una placa<br />
de policía a los pies de Miller—, creen<br />
poderlo todo pero fallan hasta en lo más<br />
elemental. Ninguna evidencia que haya<br />
recabado llegará a sus superiores.<br />
Desesperado, el agente tanteó su<br />
traje en busca de su arma, pero fue inútil,<br />
la había olvidado dentro del automóvil.<br />
Impotente, maldijo su torpeza y<br />
maldijo a Charles Carter, que se había<br />
aprovechado de la situación. En todo<br />
su cuerpo sintió la sangre detener su<br />
flujo; sus sienes, diaforéticas, palpitaban<br />
sin cesar; de la boca, seca, no salió<br />
palabra alguna.<br />
Dentro de su cabeza, un eco resonó:<br />
¡Maldita sea, Miller! ¡Te dije que nunca<br />
lograrías nada! ¡Te dije que no olvidaras<br />
tu arma, inútil! ¡Ahora tendré que<br />
volarte los sesos!<br />
Aquella tarde, en medio del campo,<br />
no hubo testigo alguno de los diez disparos<br />
que segaron la vida del agente<br />
Rudolph Miller.<br />
33
SERIES Y LIBROS:<br />
EL DERECHO<br />
A IMAGINAR<br />
Por Rodrigo Alberto Montera<br />
Vivimos en la época de las series<br />
de televisión. Lo que permite afirmar<br />
lo siguiente: la gente consume<br />
historias (enhorabuena), y con ellas,<br />
inevitablemente, personajes, conflictos<br />
y emociones. Esto obliga a las<br />
productoras a crear y contar cada vez<br />
mejor porque conforme más historias<br />
se consuman, más atenta y perceptiva<br />
se vuelve la audiencia al modo y técnicas<br />
con las que le narran una historia.<br />
34<br />
Así, la época de las series es también<br />
la época del espectador más refinado<br />
y exigente.<br />
Mario Vargas Llosa escribió que las series<br />
son a este siglo lo que las novelas al<br />
XIX. Para corroborarlo basta con atestiguar<br />
la frecuencia con la que se pregunta:<br />
¿qué serie estás viendo? Y se pregunta<br />
cómo en su momento se quería saber<br />
qué libro se leía, o qué película se había<br />
visto. Sin embargo, a diferencia del
cine y de la literatura, el hecho de que la<br />
mayoría de las series se encuentren en<br />
la red, permite que cuando se hable de<br />
ellas, se hable de productos cercanos,<br />
fácilmente consumibles.<br />
<strong>La</strong> cercanía ayuda a que el rango<br />
de edad de las audiencias sea muy<br />
amplio: un joven de trece años puede<br />
interesarse por igual que un adulto de<br />
cuarenta por una misma historia. Los<br />
espectadores se han homologado y<br />
han aprendido diversas sutilezas narrativas,<br />
como lo son personajes bien<br />
definidos, o tramas complejas y acertadamente<br />
resueltas. Pero será el espectador<br />
más joven, el que ahora tiene<br />
trece años, quien más series consumirá<br />
a lo largo de su vida, lo que me hace<br />
preguntarme: ¿qué series impactarán a<br />
los espectadores del futuro?<br />
¿Qué modo de contar se avecina?<br />
Uno que sólo los jóvenes descifrarán,<br />
35
porque para entender las historias del<br />
futuro se necesitará haber consumido<br />
las del presente.<br />
Hemos entrado, sin duda, a la era de<br />
la tecnología, pero también a la era de<br />
las narraciones visuales.<br />
El hecho de que las series de televisión<br />
lideren el mundo de la ficción<br />
implica que las demás artes narrativas<br />
encuentren modos de contar, más que<br />
originales, únicos. Historias que sólo<br />
ellas puedan narrar.<br />
Un ejemplo literario podría ser El<br />
principito, narración que, curiosamente,<br />
también ha homologado la edad de<br />
sus lectores. Esta es una historia que<br />
sólo la literatura puede contar (a pesar<br />
de las adaptaciones cinematográficas<br />
que existan) porque las palabras, el<br />
modo en cómo están acomodadas, su<br />
sencillez y sus vacíos, son parte del eje<br />
narrativo. Los espacios en blanco no los<br />
puede reproducir ninguna cámara y son<br />
un elemento exclusivamente literario.<br />
<strong>La</strong> literatura aventaja a la cinematografía<br />
al entregarle al lector el derecho<br />
a imaginar en su estado más puro, porque<br />
el lector, a diferencia del espectador<br />
de series, lo construye todo.<br />
Imaginar es un acto inventivo y personal,<br />
la construcción de un espacio o<br />
de un personaje se elabora en la mente<br />
del lector con particularidades que no<br />
se pueden reproducir en ningún otro<br />
imaginario. Mientras que el cine y las<br />
series concretizan colores, vestuarios,<br />
voces, el lector, en su lugar, pone se voz<br />
a la de todos los personajes de un libro,<br />
incluyendo al narrador. Se constituye<br />
así en el narrador más importante: sin<br />
él la historia no existe.<br />
<strong>La</strong> periodista Leila Guerrero en su artículo<br />
Facebook reproduce un tuit que<br />
decía (con respecto a las redes sociales):<br />
36
Están reventando la intimidad para que<br />
se vuelva un lujo y haya que comprarla.<br />
¿Qué pasaría si en lugar de redes sociales<br />
decimos series de televisión y en lugar<br />
de intimidad decimos imaginación?<br />
Puede ser drástico, pero no tanto<br />
cuando se reconoce que la imaginación<br />
está muy ligada con la intimidad.<br />
Imaginamos con lo que somos y lo hacemos<br />
donde nadie más ha estado ni<br />
podrá estar: dentro de nosotros.<br />
Creo que en un momento la producción<br />
masiva de series de televisión reventará.<br />
No pronto, es cierto. Pero si<br />
tal y como sucede constantemente en<br />
la historia de la humanidad, donde se<br />
va de un extremo al otro, de la racionalidad<br />
de la ilustración a la emocionalidad<br />
del romanticismo, por ejemplo,<br />
quizá nuestra sociedad necesite volver<br />
de lo concreto a lo abstracto, de lo público<br />
a lo íntimo.<br />
Y es ahí donde la literatura puede crecer<br />
y hacer crecer a quien vaya a su encuentro.<br />
Porque así como en su momento tendremos<br />
que defender el derecho a tener<br />
una intimidad, también tendremos que<br />
defender el derecho a imaginar. Quizá<br />
será una lucha como la de los lectores<br />
que, cuando se hace una película de<br />
uno de sus libros favoritos, se niegan<br />
a ver la adaptación porque no quieren<br />
que esa concretización altere el mundo<br />
que, en su intimidad, erigieron.<br />
Y si bien se puede pensar que hay que<br />
alentar a todas las personas a abrir un libro<br />
para que construyan historias en su intimidad,<br />
son los nativos de la red, los que<br />
han nacido inmersos en las series, en las<br />
redes, en la fugacidad y futileza de las imágenes,<br />
quienes más necesitan el contacto<br />
del papel y de las letras, ese que otorga la<br />
llave al cuarto más personal que los humanos<br />
tenemos: la imaginación.<br />
37
SELECCIÓN<br />
NATURAL<br />
Por Reinier del Pino Cejas<br />
38
Andreu despertó sobresaltado y le<br />
hicieron falta unos minutos para<br />
orientarse. <strong>La</strong> cápsula de hibernación<br />
le facilitó los datos necesarios.<br />
<strong>La</strong> criogénesis siempre lo dejaba con<br />
una fuerte jaqueca. En un reflejo incondicionado<br />
buscó en el bolsillo de su<br />
traje los comprimidos de nanites anestésicos<br />
y disfrutó el sabor que abrazaba<br />
sus papilas gustativas.<br />
—Me encanta la menta —dijo reconociendo<br />
su voz después de tanto tiempo.<br />
Encendió la pantalla de la cápsula y<br />
buscó en los registros. Profesor Andreu<br />
Libius de la Tercera División de Investigaciones<br />
Sensibles de la Unión. Asesor del<br />
Gran Consejo. El dolor comenzaba a ceder.<br />
—Bendita sea la nanotecnología —masculló<br />
buscando en los resquicios de su<br />
boca los restos de la menta casi imperceptible—,<br />
y malditas mil veces las cápsulas<br />
de hibernación.<br />
Cerró los ojos un rato para ordenar sus<br />
recuerdos. <strong>La</strong> base de la Unión había<br />
sido atacada por aquellas criaturas del<br />
espacio. Eran algo así como amebas. Sí.<br />
Grandes amebas de apariencia estúpida<br />
y primitiva. Su colega el doctor Líster las<br />
había traído de su viaje a la Galaxia Focus<br />
y sostenía la tesis de que eran inofensivas.<br />
Su cubierta viscosa prometía ser un<br />
producto de mucho mercado según los<br />
resultados de estudios preliminares. Eso<br />
había dicho Líster y él se había tragado la<br />
historia como un impúber.<br />
Líster nunca le había gustado mucho.<br />
Pero se había vuelto aún más desagradable<br />
después de la decisión del Consejo<br />
de reconocerlo con el premio Neuros<br />
en la Conferencia Interplanetaria<br />
de Primer Grado. Desde entonces no se<br />
sentaba a almorzar con el resto de los<br />
compañeros de la División y miraba a<br />
todos por encima de los hombros.<br />
Andreu continuó su lectura. Según<br />
los registros había activado el Programa<br />
Ante Crisis. Ocupó su cápsula<br />
de hibernación para un viaje hasta la<br />
Sección Doce de la Unión, a dos galaxias<br />
de distancia. Por sus cálculos el<br />
alunizaje en el Fuerte Einstein se había<br />
producido hacía dieciocho minutos. El<br />
temporizador le confirmaba su sueño<br />
químico de veintiún meses.<br />
<strong>La</strong>s amebas inofensivas de Líster habían<br />
atacado con precisión. Sin dudas<br />
eran criaturas inteligentes. Primero<br />
inhabilitaron las alarmas. Los de seguridad<br />
pensaron que se trataba de<br />
un fallo técnico. Luego esperaron en<br />
secreto que alguna organización terrorista<br />
se anotara la autoría del incidente.<br />
Cuando aquellos bichos comenzaron a<br />
acorralar a todos y a escupir sus dardos<br />
de ácido pestilente ya era demasiado<br />
tarde. Andreu tenía claras las órdenes<br />
para casos como estos. Debía buscar al<br />
doctor Cailus, Jefe de grupo de la Cuarta<br />
División. Asesor del Gran Consejo. Su<br />
responsabilidad era entregarle a Cailus<br />
el disco con la información de las investigaciones<br />
sensibles de su Base. Se cercioró<br />
de que el dispositivo se encontraba<br />
en su poder y trató de no pensar. Era<br />
imposible. ¿Cuál habría sido el destino<br />
de sus compañeros?<br />
—Maldito Líster —gruñó—. Todo es su<br />
culpa.<br />
Una luz roja lo alertó de que su tensión<br />
comenzaba a subir.<br />
—Debo calmarme. Ahora lo más importante<br />
es ver a Cailus y seguir adelante.<br />
<strong>La</strong> información que traigo es<br />
muy valiosa.<br />
Apretó el botón de entretenimientos<br />
holográficos. Diez minutos duró el<br />
ensueño de la playa sureña del Brasil,<br />
bajo el domo de la corporación NATU-<br />
39
RA: la tierra del pasado al alcance del<br />
futuro. Repitió el slogan con una sonrisa<br />
y se dio cuenta de que la cápsula se<br />
abriría de un momento a otro. Sostuvo<br />
en la mano derecha su pistola laser<br />
como establecía el Manual de Viajes<br />
Criogénicos y esperó en silencio.<br />
Cuando la escotilla del módulo cedió,<br />
Andreu se incorporó con rapidez.<br />
Definitivamente no se encontraba en la<br />
Sección Doce. Ante él se extendía el paisaje<br />
de una especie de desierto y toda<br />
una flota de cápsulas de hibernación<br />
que se abrían eructando sus pasajeros<br />
como resortes con sus pistolas en la<br />
mano. Algo había salido mal. De pronto,<br />
a través de la arena fétida y azulosa<br />
comenzaron a aparecer amebas. Eran<br />
las mismas criaturas que habían traído<br />
desde la Galaxia Focus en la última<br />
expedición. Andreu levantó su pistola<br />
en actitud defensiva y las criaturas comenzaron<br />
a acercarse. De pronto, a sus<br />
espaldas, escuchó una voz familiar.<br />
—Bajen las armas —dijo la voz—. Probablemente<br />
solo están asustadas.<br />
40
Era la voz del viejo Líster. Otra vez el<br />
maldito con su aire de superioridad. Con<br />
sus ínfulas de héroe. Aquel no era un<br />
buen momento para heroicidades. Había<br />
mucho en riesgo. En un impulso, el<br />
profesor Andreu Libius apuntó su arma<br />
hacia el disco que contenía los descubrimientos<br />
de toda su vida. Un leve<br />
apretón del gatillo hizo desaparecer en<br />
partículas el dispositivo de almacenaje.<br />
—¿Qué has hecho, torpe? —escuchó<br />
gritar al dueño del premio Neuros casi<br />
en una súplica.<br />
Pero ya era tarde. Como esperaba, las criaturas<br />
avanzaron hacia ellos en actitud hostil.<br />
—Se trata de individuos inteligentes<br />
—razonó su mente habituada a las conclusiones<br />
objetivas sin importar la situación—.<br />
Y definitivamente tampoco<br />
les gusta el doctor <strong>La</strong>nier.<br />
Después de estas apreciaciones sintió el<br />
líquido caliente y viscoso quemándole el abdomen.<br />
En su último segundo sintió el aroma<br />
los nanites. Un olor fuerte a menta que<br />
se mezclaba con la fetidez de las amebas de<br />
la galaxia Focus que parecían ser inofensivas.<br />
41
42<br />
RAZONES<br />
Y CAUSAS<br />
Por Daniel Frini
Razones y causas —visibles y ocultas—<br />
que llevaron a mi cliente, de manera<br />
inevitable, a pegarle un hachazo<br />
en la cabeza a su abuelito.<br />
Señoría: mi cliente es inocente.<br />
No es un asesino e intento demostrarlo:<br />
mató a su abuelito en defensa propia.<br />
El fiscal mostró las pruebas que implican<br />
a mi defendido en ese crimen,<br />
y reconocemos la veracidad de todas<br />
ellas. Agrego que ha devanado correctamente<br />
el hilo que las vincula y nos<br />
ahorra la demostración de buena parte<br />
de la historia.<br />
Pero faltan evidencias que cambian<br />
el sentido de los hechos.<br />
<strong>La</strong> relación entre mi defendido y su<br />
abuelo siempre fue amorosa y tierna.<br />
Don Cosme compró los juguetes que<br />
marcaron su infancia con tinta indeleble;<br />
y entre ellos destacan los álbumes<br />
de figuritas que le regalara en varias<br />
oportunidades.<br />
Mi cliente recuerda de manera muy<br />
especial a uno de ellos. Los presentes<br />
saben de la frustración que los embargaba<br />
al no conseguir «la difícil», que llenaría<br />
el último espacio vacío del álbum<br />
y daría acceso a la ansiada número cinco,<br />
para los caballeros, o a la barbie en<br />
el caso de las damas.<br />
Mi defendido lo experimentó allá en<br />
los setenta, cuando su abuelo le regalara<br />
el álbum «Maravillas Naturales».<br />
Durante meses, Don Cosme le traía, a<br />
diario, cinco paquetes de figuritas que<br />
él abría, expectante. Los espacios se<br />
fueron llenando hasta que pocos quedaron<br />
vacíos. Mi cliente recuerda la<br />
congoja que lo abrazaba en las últimas<br />
semanas, cuando raleaban las figuritas<br />
nuevas. Recuerda la cara de sufrimiento<br />
del viejo al ver la frustración del nie-<br />
to, y cómo el anciano cambiaba las repetidas<br />
con otros niños y en su nombre,<br />
con pingües ganancias aprovechando<br />
la edad y experiencia del abuelo.<br />
Sin embargo, la figurita número<br />
veinte, «Ocelote o Gato Onza (leopardus<br />
pardalis)», era inhallable; lo que<br />
produjo en mi defendido un estado de<br />
depresión profunda que repercutió en<br />
el viejo, llevándolo a uno de los hechos<br />
más extraños de la niñez de mi cliente:<br />
el día que el abuelo, encapuchado y<br />
con un treinta y ocho en la mano, encaró<br />
al Pardo Ordóñez (que iba al mismo<br />
grado que mi defendido, pero era dos<br />
años mayor) y le robó «la difícil». Mi<br />
cliente recuerda la cara de felicidad del<br />
abuelo cuando él, plasticola en mano,<br />
completó «Maravillas Naturales». No<br />
tiene presente si canjearon el álbum<br />
por la pelota, y, en tal caso, qué se hizo<br />
de ella.<br />
Pasado el tiempo, y fortuitamente,<br />
mi defendido encontró un álbum de<br />
fotos en el que había una imagen de<br />
la familia (numerosa como solían serlo<br />
las del campo). En una noche nostalgiosa,<br />
junto a su madre, recordaron los<br />
nombres e historias de quienes aparecían<br />
en la instantánea. <strong>La</strong> fotografía, en<br />
blanco y negro, databa de unos cuarenta<br />
años y mostraba unas cincuenta personas.<br />
Estaban la bisabuela Amanda,<br />
que murió de fiebre, el tío Rolando (tío<br />
abuelo de mi defendido) al que aplastó<br />
el tractor; Carmencita, que estaba loca,<br />
se fue una noche y nunca más encontraron;<br />
Benito, que tenía ocho años<br />
cuando se lo comieron los perros; o<br />
Manolo, cuñado del abuelo Roque (de<br />
su primer matrimonio), que se ahorcó<br />
en la cárcel; Sabino que ahora vivía en<br />
España y su propia madre, a los seis<br />
años, en brazos de su abuelo.<br />
43
En aquella oportunidad la progenitora<br />
de mi cliente mostró ciertos titubeos<br />
y, habiendo reconocido a alguien,<br />
más adelante volvía atrás y decía, por<br />
ejemplo, «No, ese no era el Abelardo.<br />
Me parece que es este otro». De manera<br />
natural, mi cliente tomó un marcador<br />
rojo y comenzó a marcar con una equis<br />
los rostros seguros de aquellos que ya<br />
no estaban. Al final de la cuenta y la revisión,<br />
sobrevivía una docena de personas.<br />
Mi cliente guardó la fotografía.<br />
En los años siguientes y casi sin darse<br />
cuenta, mi cliente se encontró tachando<br />
con una equis roja a los que iban<br />
muriendo: la tía Carlota (tía de su madre,<br />
se entiende), el Negro López, peón<br />
que había acompañado a su familia y<br />
murió con más de cien años en un asilo<br />
del sur; y hasta su propia madre, que<br />
murió de cáncer.<br />
Poco antes de los hechos que nos<br />
ocupan, la única testa que quedaba sin<br />
tachar era la de su abuelo.<br />
Cuando mi cliente visitó a Don Cosme,<br />
el día de su muerte; lo encontró en su<br />
galponcito del fondo, como era habitual,<br />
reparando una vieja silla. Luego de los<br />
consabidos saludos y preguntas sobre<br />
el devenir de las respectivas vidas, el<br />
anciano mandó a su nieto a la cocina,<br />
a poner la pava para el mate; lo que mi<br />
cliente hizo. Mientras esperaba que el<br />
agua se calentase, distraídamente recorrió<br />
la habitación con su mirada, y le<br />
llamó la atención la imagen en la puerta<br />
44
de la heladera: era una foto grupal de él<br />
y sus compañeros de séptimo grado de<br />
la escuela. Todas y cada una de las caras,<br />
excepto la suya, estaban tachadas<br />
con una equis roja: la Colorada Zapata,<br />
que murió en un accidente de tránsito<br />
(¿no fue atropellada por un conductor<br />
que se fugó?), el Cholo Prieto, que tomó<br />
vino hecho con metílico; el Pajarito Peluffo,<br />
que se ahogó en el lago, aunque<br />
sabía nadar perfectamente; la Gorda<br />
Perdomo, el Chiquito Cepeda, el Zapito<br />
Vélez; hasta la Señorita Palmira, a la que<br />
encontraron muerta por salir a regar el<br />
jardín, en camisón, una madrugada de<br />
agosto. <strong>La</strong> revelación lo golpeó como<br />
un mazazo: ¡El abuelo coleccionaba<br />
equis sobre las caras, los había matado<br />
a todos y él era «la difícil»! Anonadado,<br />
volvió al tallercito donde Don Cosme lo<br />
esperaba, cuchilla en mano, con la misma<br />
cara de felicidad de cuando él pegó<br />
el «Ocelote o gato Onza». Sin pensarlo,<br />
dirigió su mano hacia atrás, que encontró<br />
el hacha apoyada en la pared. El resto<br />
es conocido.<br />
Presento, Señoría, la próxima prueba:<br />
la fotografía familiar que guarda mi<br />
cliente donde usted verá que absolutamente<br />
todas las caras, incluida la de<br />
Don Cosme, están tachadas, como en<br />
un álbum completo.<br />
Por favor, explíqueme usted, Señoría,<br />
porqué en lugar de una pelota número<br />
cinco el señor fiscal pretende premiar a<br />
mi cliente con prisión perpetua.<br />
45
46<br />
OSCURIDAD<br />
Por Pancho Vega
—¿Qué fue ese ruido? ¡Despiértate!<br />
¡Hey! Walo, despierta.<br />
Le mueve con cierta violencia. Walo<br />
abre sus ojos, aunque mantiene el uno<br />
entrecerrado.<br />
—¿Qué pasa?<br />
—¡Shh…! —susurrando—. Tengo miedo.<br />
—¿Tuviste un mal sueño?<br />
—No. Escuché un ruido allá atrás,<br />
como un crujir de hojas secas. Siento<br />
que alguien o algo está justo atrás de<br />
nuestras cabezas. Hay un olor extraño,<br />
¿no lo sientes?<br />
—Sí, es fuerte. Es un olor animal.<br />
Cuchichean, la comunicación es lenta,<br />
están demasiado atentos a eso. <strong>La</strong><br />
llama se ha apagado hace tiempo, solo<br />
quedan unas pocas brasas debajo de<br />
la ceniza. El silencio es total. Hay una<br />
presencia acechando en la oscuridad. Y<br />
no es nada buena. El ruido hizo que Ug<br />
se despierte, cuando se volvió a repetir<br />
se le erizaron los pelos de la nuca y los<br />
brazos, no por el frío, sino por el miedo.<br />
Más bien es terror. No se ve nada, la<br />
oscuridad es total, así abran mucho sus<br />
ojos, es como si estuvieran cerrados. Sin<br />
embargo hay un olor fuerte como a cebo<br />
mezclado con sudor seco. Falta mucho<br />
para que amanezca, y los dos muchachos<br />
solos en la espesura, aunque fuertes,<br />
se sienten totalmente vulnerables.<br />
Se incorporan lentamente. El uno toma<br />
sus armas y el otro aviva la llama, para<br />
poder ver algo, para poder encender<br />
sus antorchas. <strong>La</strong> adrenalina se vierte a<br />
mil por sus venas, el estado es de alerta<br />
máxima. Alzan y viran sus cabezas al<br />
unísono, sus ojos miran hacia arriba y a<br />
un lado, se quedan quietos. Un ronroneo<br />
allá mismo, una respiración, un jadeo,<br />
un suave y muy ronco sonido gutural<br />
no humano, les paraliza de terror. Ug<br />
clava sus uñas en al antebrazo de Walo.<br />
—¡Por aquí! ¡Vengan acá! Suban por<br />
este lado.<br />
Llegan.<br />
—Mira. Son los restos de un fuego.<br />
Aquí está su hacha, la reconozco, yo se<br />
la di, tiene sus marcas. Ni rastro de ellos.<br />
—Aquí hay algo. Obsérvalo bien, se ha<br />
lavado con la lluvia, pero estas hojas<br />
tienen restos de sangre. Bastante sangre.<br />
Huele la tierra.<br />
—No solo huele a sangre. Hay otro<br />
olor fuerte y raro allí. Se miran los ojos,<br />
al instante se les erizan los pelos.<br />
Los tres hombres sienten una pena<br />
indescriptible, la cual nunca la van a<br />
olvidar, sin embargo jamás muestran<br />
la más mínima emoción en sus rostros.<br />
Han seguido por cuatro días este rastro,<br />
buscando a sus hijos, debían haber regresado<br />
hace días a la aldea. Rastro de<br />
estos jóvenes solos, en su prueba ritual<br />
de pasaje a la adultez. Estos hombres<br />
están curtidos por el clima, las guerras<br />
tribales, la caza, y últimamente por el<br />
miedo… a la bestia. No saben cómo<br />
es, nunca la han visto, ni siquiera la<br />
nombran por temor a invocarla. Miedo<br />
arraigado que se acrecienta con este hallazgo,<br />
miedo que se hace insoportable<br />
en las noches completamente oscuras<br />
de luna tierna, y esta noche que ya mismo<br />
cae lo es. Empuñan al unísono sus<br />
amuletos, mientras hacen las señales<br />
de respeto a Gaal, el dios del bosque…<br />
—Nunca se deja ver…<br />
—Antes solo atacaba a los infantes o<br />
niños pequeños por la noche, ahora a<br />
cualquiera…<br />
—Vámonos, salgamos rápido de aquí.<br />
Estas tierras están malditas. Hasta lo<br />
pájaros se han ido. Tenemos que salir<br />
antes de que oscurezca. En marcha.<br />
Están solos los dos. No se ve nada.<br />
Así abran mucho sus ojos, es como<br />
47
si estuvieran cerrados. <strong>La</strong> presencia<br />
maligna está al frente. Se la siente. <strong>La</strong><br />
adrenalina se vierte a mil por sus venas,<br />
el estado es de alerta máxima. Un<br />
ronroneo, una respiración, un jadeo,<br />
un suave y muy ronco sonido gutural<br />
no humano, les paraliza de terror. Miran<br />
unos ojos rojos que les han estado<br />
viendo en la oscuridad sin que se den<br />
cuenta. <strong>La</strong> muchacha clava sus uñas en<br />
el antebrazo de su compañero.<br />
El violento ruido les manda hacia<br />
atrás y se siente de golpe como una<br />
vibración en todos sus cuerpos, el corazón<br />
por poco les sale por la boca.<br />
<strong>La</strong> chica cierra los ojos, grita, alza sus<br />
manos tapándose el rostro y se eleva<br />
de golpe, apenas ven al poseído saltar<br />
hacia ellos desde la oscuridad…<br />
<strong>La</strong>s letritas blancas bajan por miles<br />
por la gran negra pantalla, mientras se<br />
prenden las luces guía hacia la salida…<br />
—Me encantan estas películas de terror<br />
amor, me hacen sentir vivo.<br />
—Yo las odio, casi me muero del susto. Vámonos,<br />
salgamos rápido de aquí. En marcha.<br />
48
49
LA LECTURA:<br />
UNA FORMA DE<br />
EMPODERAR A<br />
LA JUVENTUD<br />
Por Santos Romeo Barrientos Aldana<br />
Uno de los elementos claves para<br />
el proceso enseñanza-aprendizaje<br />
es la lectura que empieza en<br />
el hogar y en los centros de estudios y<br />
más que eso en las universidades de<br />
los distintos países latinoamericanos.<br />
<strong>La</strong> lectura en muchos países ha sido<br />
atrofiada, se les ha vedado el proceso<br />
de aprendizaje a muchos jóvenes, las<br />
causas pueden ser diversas, verbigracia,<br />
pobreza, analfabetismo, etc.<br />
50<br />
Es evidente que la lectura es una disciplina<br />
que se crea en la voluntad del<br />
individuo para mantener o crear una<br />
sociedad letrada y justa. No se puede<br />
hablar de lectura sin antes hacer mención<br />
a la capacidad estatal de asignar<br />
mayoritariamente presupuestos al crecimiento<br />
de la cultura y el fomento de la<br />
lectura en los países latinoamericanos,<br />
pues, esto permite girar en torno a tres<br />
circunstancias claves para la juventud:
1. Aportar nuevos conocimientos objetivos,<br />
2. Crecimiento espiritual y cultural,<br />
y 3. Sociedades cultas. Sin embargo,<br />
a pesar de los esfuerzos de muchos<br />
sectores, la lectura se ha ido relegando<br />
a segundo plano, sesgando las esperanzas<br />
de un pensamiento crítico-intelectual<br />
y creando robots parapetados<br />
en las trincheras del «conocimiento».<br />
<strong>La</strong> juventud juega un papel importante<br />
en el ahora de la sociedad, y es<br />
el desafío de ajustar su disciplina, su<br />
nivel de lectura a las necesidades reales<br />
de cada país para evitar caer en el<br />
modus operandi (modo de operar) de<br />
una sociedad que se vanagloria de las<br />
injusticias. <strong>La</strong> lectura es la conditio sine<br />
qua non la juventud y la historia de<br />
cada país no podría existir y quedaría<br />
vedada a las próximas generaciones.<br />
El impacto de la lectura en el siglo<br />
XXI y, específicamente, en los jóvenes<br />
51
que constituyen un «nosotros» que<br />
abarca a las mayorías y no un «yo» que<br />
se sacramenta en la individualización,<br />
repercute en un nuevo campo de concentración<br />
y de desarrollo cognoscitivo<br />
del deber ser y del ser. Esto quiere<br />
decir que la lectura influye de manera<br />
positiva ex profeso en los know-how de<br />
formación ciudadana.<br />
In abstracto, es necesario fortalecer<br />
los lazos juventud-aprendizaje, a través<br />
de la lectura creativa, empírica, social,<br />
etc. Es decir, un tipo de aprendizaje que<br />
fortalezca la identidad, la democracia<br />
y la praxis del principio ético. <strong>La</strong> juventud<br />
debe estar comprometida a ceder el<br />
espacio al mágico mundo del saber, del<br />
conocimiento y de las nuevas ciencias;<br />
la lectura es un sistema de instrucción y<br />
de auto-formación sin el cual es imposible<br />
formular desarrollos macroinstitucionales<br />
modernos, es una forma de<br />
alzarse al vacío sin correr ningún peligro,<br />
el único peligro que se corre es el aprendizaje<br />
y la amplitud del campo cerebral.<br />
El gran problema que corre la juventud<br />
actual son los diferentes distractores<br />
sociales (televisión, celulares, videojuegos,<br />
redes sociales, etc.) que se<br />
empeñan en estropear la creatividad, el<br />
tiempo de lectura y el aprendizaje que<br />
es uno de los pilares fundamentales<br />
52
que relega el pensamiento estricto-sistemático,<br />
produciendo con esto cambios<br />
cuantitativos en los jóvenes —en<br />
sus formas de vida—. Lo dicho debemos<br />
entenderlo como un positivismo social<br />
y un atractivo que no debe prohibirse o<br />
vedarse en la juventud, empero, con la<br />
conducta de leer.<br />
El posicionamiento de las nuevas tecnologías<br />
en el posmodernismo influye,<br />
en muchos casos, de manera negativa<br />
en los jóvenes que no saben aprovecharlas.<br />
<strong>La</strong>s herramientas TIC (Tecnologías<br />
de la Información y la Comunicación)<br />
son clave para el desarrollo cognoscitivo<br />
y de la amplitud del perímetro<br />
cerebral. Entonces, cabe preguntarse<br />
¿Qué pesa más en la balanza? <strong>La</strong> lectura<br />
puede darse desde leer libros, revistas,<br />
periódicos, etc., pero también se encuentran<br />
las herramientas tecnológicas<br />
que influyen, dependiendo como se utilicen,<br />
en los jóvenes. Lo dicho respecta a<br />
la ontología (el ser) y a la axiología (los<br />
valores); si ambos están cimentados<br />
desde el hogar y desde los estudios académicos,<br />
la influencia de las TIC y de las<br />
herramientas de lectura, las cuales ya se<br />
mencionaron, pueden generar cambios<br />
cuánticos en el proceso de aprendizaje<br />
de la juventud y cambios positivos en<br />
las sociedades.<br />
53
54<br />
MEDALLA<br />
OLÍMPICA<br />
Por Juan Luis Henares
Últimos 195 metros; luego de correr<br />
42 kilómetros sus piernas<br />
parecen querer doblarse. Ambos<br />
ingresan al estadio, la pantalla gigante<br />
—con el logo de «Marathon Olympic<br />
Games New York 2036»— los muestra<br />
en primer plano mientras pelean por<br />
la medalla de bronce. De pronto pasa<br />
a enfocar a los ganadores, quienes en<br />
el estrado aguardan impacientes el final<br />
para recibir sus correspondientes<br />
preseas de oro y plata. En la pista, el<br />
joven atleta local se impone por unos<br />
pocos metros y festeja; al transponer<br />
dos segundos después la meta, su rival<br />
—vencido— cae al piso y comienza<br />
con un leve llanto que lentamente aumenta<br />
en intensidad, hasta convertirse<br />
en un lastimoso alarido de dolor. Dos<br />
auxiliares con ropa blanca le indican el<br />
camino al primero, mientras otros dos<br />
—éstos vestidos de negro— levantan<br />
al atleta caído y casi que lo arrastran<br />
hacia otro lugar; es la diferencia entre<br />
arribar tercero o cuarto. En el podio entonan<br />
los himnos nacionales y colocan<br />
las medallas en los pechos de los tres<br />
triunfadores, ensordecidos ante el bullicio<br />
de la multitud.<br />
Todo sucede muy rápido: el público<br />
que aclama la coronación de pronto se<br />
olvida de los vencedores y comienza a<br />
gritar desaforadamente atento a lo que<br />
sucede en la enorme pantalla. En ella se<br />
ve a dos atletas —los que concluyen en<br />
el quinto y sexto lugar—, quienes poco<br />
antes de llegar al estadio se desvían<br />
del camino e intentan perderse entre<br />
el público. Tras ellos una decena de<br />
guardias armados —que descendieron<br />
de un oscuro camión— los persigue; la<br />
gente empuja a los corredores, trata de<br />
frenarlos para que sean apresados. Pero<br />
no es necesario, el cansancio cobra su<br />
factura y los deportistas son fácilmente<br />
capturados; los suben al vehículo, el<br />
que se junta con una caravana de otros<br />
nueve similares que se dirigen al recinto.<br />
Ingresan; la muchedumbre los aclama<br />
frenéticamente. Ya nadie recuerda a los<br />
medallistas, quienes desde el podio casi<br />
desapercibidos observan el espectáculo.<br />
Se aproxima el momento más esperado<br />
por todos, el memorable desenlace<br />
de esta fiesta olímpica.<br />
Estacionan los camiones y se abren<br />
las puertas traseras; de cada uno de<br />
ellos desciende una veintena de atletas:<br />
son los casi doscientos competidores<br />
que no lograron obtener una medalla.<br />
Bajan en silencio —resignados— ya<br />
sin fuerzas para resistir. Los llevan junto<br />
al muro —cien metros de un moderno y<br />
resistente acrílico transparente— que<br />
se levanta en uno de los laterales del<br />
estadio, y son encadenados a los postes<br />
que —con una distancia de medio<br />
metro entre sí— están ubicados delante<br />
de la extensa pared. Los parlantes<br />
del estadio dejan escuchar el sonido de<br />
las trompetas que anticipa al público el<br />
inicio de tan esperado desenlace.<br />
Anuncian el primer participante, un<br />
poderoso personaje dueño de una cadena<br />
de supermercados, que pagó la<br />
cifra record de 908.000 dólares para adjudicarse<br />
ese lugar tan codiciado y soñado<br />
por millones de personas en todo<br />
el mundo. Aparece por la boca del túnel<br />
que lleva a la cancha; el público lo recibe<br />
con gritos enloquecidos, a los que<br />
el empresario responde dando brincos<br />
mientras saluda con ambos brazos en<br />
alto. Se acomoda en su puesto, de frente<br />
al muro, exactamente a la mitad de<br />
él. <strong>La</strong>s gargantas se silencian, ya casi<br />
nadie se mueve en las gradas. Respira<br />
hondo, estira su brazo, tensa sus mús-<br />
55
culos y aprieta el gatillo. Al estampido<br />
lo escuchan hasta los que no pudieron<br />
pagar los mil dólares de la entrada más<br />
económica al estadio, y que amontonados<br />
afuera de él se conforman con<br />
al menos poder disfrutar del sonido<br />
del disparo. <strong>La</strong> bala se incrusta en el<br />
acrílico del muro, a pocos centímetros<br />
del cuerpo de un atleta africano al que<br />
apuntó el excitado tirador. El público<br />
—defraudado— lo abuchea; se retira cabizbajo,<br />
pues en un segundo acaba de<br />
perder toda la popularidad de la que<br />
disfrutó en los días previos.<br />
A continuación se acerca el segundo<br />
concursante, hijo del presidente de<br />
uno de los conglomerados industriales<br />
más poderosos del continente, el<br />
que pagó poco menos de novecientos<br />
mil dólares por su turno. Luego de los<br />
saludos se repite el procedimiento. Silencio.<br />
Tras la detonación, la sangre y<br />
partes del cráneo y cerebro del que fue<br />
un gran atleta latinoamericano le dan —<br />
tal cual magnífica obra artística— vida<br />
y colorido al muro, que al ser transparente<br />
ofrece un espléndido espectáculo<br />
para los que están en la tribuna<br />
detrás de él, y para los cientos de millones<br />
de personas de todo el mundo<br />
que lo disfrutan frente al televisor. El<br />
griterío es ensordecedor; el joven tirador<br />
—aclamado más aún que los atletas<br />
medallistas— salta de alegría, corre<br />
y festeja junto a la tribuna, saluda a los<br />
cuatro costados. Sube al podio, recibe<br />
su medalla de diamante y se retira por<br />
el túnel, donde una larga fila de ansiosos<br />
participantes aguardan que les llegue<br />
la oportunidad de disparar.<br />
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57
58<br />
EL PUENTE<br />
Por Jorge Henríquez González
El ascensor frenó en seco entre las<br />
plantas doce y trece. Viernes por la<br />
noche antes de un largo puente de<br />
Navidad.<br />
Él se puso histérico golpeando la<br />
puerta y gritando auxilio.<br />
Ella intentaba calmarse mientras<br />
pulsaba el botón de emergencia una y<br />
otra vez.<br />
No sonaba ni la alarma ni había nadie<br />
al otro lado de la línea. No había línea.<br />
Transcurrieron varias horas y nadie<br />
había acudido en su ayuda.<br />
Ambos sentados en el suelo, uno<br />
frente al otro y con la mirada gacha. Él,<br />
afónico de los gritos. Ella con el dedo<br />
dolorido de tanto pulsar el botón.<br />
Ninguno hablaba, perdidos en sus<br />
pensamientos. Concentrados en mantener<br />
la calma y el control de la situación.<br />
Aunque lo acertado sería decir que era<br />
la situación quien los controlaba a ellos.<br />
Se pusieron tensos al escuchar un<br />
crujido en el hueco del ascensor.<br />
Otro crujido. Una sacudida.<br />
Se levantaron de golpe. Volvieron los<br />
aporreos a la puerta de la cabina mientras<br />
se rompían las gargantas pidiendo socorro.<br />
De nuevo silencio. Transcurrió otra<br />
hora más hasta que volvieron a sentarse,<br />
vencidos sobre el duro suelo del ascensor.<br />
Costaba mantener la calma cada vez<br />
más.<br />
<strong>La</strong>s miradas esporádicas y nerviosas<br />
iban desde el uno hasta el otro, pero<br />
sin cruzarse. Todavía no se habían dirigido<br />
ni una palabra.<br />
Se levantaron, otra vez al unísono,<br />
al oír un nuevo crujido en el hueco del<br />
ascensor, preparados para una nueva<br />
sacudida.<br />
Esta había sido más larga que la anterior.<br />
Tuvieron la impresión de que se<br />
habían movido de planta.<br />
Derrotada, se dejó caer de nuevo sobre<br />
el suelo, desistiendo de continuar<br />
pulsando el botón de emergencias. Un<br />
botón del que sabía que no iba a llegar<br />
ninguna ayuda.<br />
Miró furiosa a su compañero de cautiverio.<br />
No dejaba de aporrear la maldita<br />
puerta con la garganta ya desgarrada<br />
por completo.<br />
Volvieron a transcurrir varias horas<br />
sin que nada más sucediera. Ni un crujido.<br />
Ni una sacudida. Ni una palabra.<br />
—Al menos hay luz —se dijo así misma,<br />
mirando los fluorescentes del techo<br />
de la cabina.<br />
Leyendo su pensamiento, el ascensor dio<br />
una nueva sacudida, brusca e inesperada.<br />
Esta vez descendieron dos plantas<br />
en un segundo mientras el fuerte chirrido<br />
de los frenos de la cabina contra<br />
el metal de los carriles inundaba por<br />
completo el espacio.<br />
Ahora sí gritaban los dos.<br />
Terminó como mismo empezó: de<br />
manera brusca e inesperada. Tan brusca<br />
fue, que los fluorescentes se desprendieron<br />
del techo.<br />
Oscuridad.<br />
No se habían repuesto del golpe contra<br />
suelo y paredes por el frenazo del<br />
ascensor cuando se levantaron de nuevo,<br />
golpeando desesperados con todas<br />
sus fuerzas, intentando abrir la maldita<br />
puerta que no cedía ni un milímetro.<br />
Se miraron entre ellos pero sin poder verse.<br />
<strong>La</strong> oscuridad era rotunda.<br />
El silencio terrible.<br />
—¿Por qué me quedaría terminando<br />
el maldito informe? Podría haber salido<br />
con los demás. Total, nadie lo iba a<br />
leer hasta el martes —pensó ella mientras<br />
lloraba en silencio.<br />
El martes. Se acordó del personal<br />
de mantenimiento, que seguramente<br />
59
también se habrían ido de puente y no<br />
regresarían hasta ese día.<br />
Alguien la echaría en falta, si tuviera a alguien<br />
que lo hiciera. Pero no tenía a nadie:<br />
ni familia, ni vecinos ni casero. Ni siquiera<br />
un mísero gato. Otra lágrima resbaló.<br />
En ese momento de oscuridad y profunda<br />
soledad, le entró un pavor desesperado<br />
al comprender que si desaparecía<br />
del mundo nadie se enteraría.<br />
Resolvió que, cuando saliera de allí,<br />
se pondría a ello—. Menos trabajar y<br />
más vivir —se dijo decidida.<br />
Pero, para eso, habría que salir de allí.<br />
Se levantó en medio de la oscuridad,<br />
resuelta a escapar de aquel maldito<br />
lugar como fuera, aunque tuviera que<br />
abrirse paso con los dientes.<br />
Con lo que no contaba era con las<br />
piernas de su compañero de cautiverio.<br />
Tras el tropiezo, el golpe de la cabeza<br />
contra la cabina fue tremendo.<br />
El crujido que escuchó del cuello y el latigazo<br />
de dolor que atravesó su cuerpo en<br />
una milésima de segundo le dijeron que<br />
algo iba mal, muy mal, pero no sabía el qué.<br />
Se le aclaró la vista.<br />
¿Cómo era posible que pudiera tener<br />
una visión tan perfecta y nítida en una<br />
oscuridad tan absoluta?<br />
Tardó unos instantes más en comprender<br />
que aquel ascensor que estaba<br />
viendo desde arriba era el suyo. Que<br />
aquel hombre sentado en un rincón era<br />
su compañero de cautiverio.<br />
Lo que tardó más tiempo en asimilar<br />
fue que aquel cuerpo que veía tendido<br />
sobre el suelo del ascensor era el suyo.<br />
Un miedo atroz la rodeó al observar<br />
la extraña postura que tenía, la posición<br />
antinatural del cuello, los ojos<br />
abiertos sin parpadear. ¿Esa era ella?<br />
Un desgarrador alarido brotó de una<br />
garganta que ya no le pertenecía. Un ala-<br />
60
ido que retumbó por el hueco de hormigón<br />
del ascensor y que nadie escuchó.<br />
Nadie.<br />
Su compañero de cabina no se inmutó.<br />
¿Qué demonios sucedía? ¿Qué estaba<br />
pasando?<br />
Ella tumbada con la cabeza hacia atrás.<br />
Él sentado y encogido sobre sus rodillas.<br />
Otro crujido.<br />
No eran imaginaciones suyas. El<br />
hombre se había levantado de golpe<br />
sin parar de gritar. Sin reparar en ella.<br />
—Pedazo de…<br />
Ni siquiera en aquel estrecho espacio,<br />
encerrados y sin escapatoria, un<br />
hombre se había fijado en ella.<br />
Más crujidos y una nueva sacudida.<br />
El ascensor descendió una planta.<br />
Podía ver las chispas de los frenos de<br />
la cabina iluminando el estrecho hueco.<br />
Más gritos, pero solo los de él. Del<br />
cuerpo tumbado en el suelo de la cabina<br />
no salía ningún sonido, ningún<br />
movimiento.<br />
Un chasquido ensordecedor y vio<br />
como varios cables de acero saltaban<br />
como resortes, cortando hormigón y<br />
metal como mantequilla.<br />
Al instante, otro crujido. Este, más<br />
fuerte que ninguno anterior.<br />
Una cortina de chispas comenzó a salir<br />
de debajo de la cabina, una cabina que<br />
cada vez se encontraba más y más abajo.<br />
El grito de terror y la luz de las chispas<br />
se alejaban de ella a una espantosa<br />
velocidad mientras se acercaba a los<br />
topes del fondo del foso.<br />
Lo último que pudo ver antes del terrible estruendo<br />
al estrellarse el ascensor y que la nube<br />
de polvo, tornillos y chispas llenara el estrecho<br />
y oscuro espacio fue su cuerpo inerte.<br />
Después de todo, parecía que no había<br />
tenido que esperar hasta el martes<br />
para salir de allí.<br />
61
62<br />
¿QUIÉN FUE<br />
IRA EMRID?<br />
Por Ricardo Burnes
El sonoro aullido del altavoz de<br />
emergencia catapulta un eco nervioso<br />
en toda la sección doce, hacia<br />
el final de la jornada de recolección<br />
de desechos; esta alarma significa un<br />
suceso extraño, las órdenes son claras:<br />
no salir del área delimitada de cosecha.<br />
Al encaminarme a la cabina de ascenso<br />
a nuestra ciudadela veo que se inicia la<br />
primera comitiva de búsqueda y el inspector<br />
de sección sigue cada destello<br />
de mis zarpadas, su acercamiento es<br />
demasiado directo y escucho lo que suponía:<br />
Otman desapareció. Me limito a<br />
asentir, él sabe mi amistad con él, pero<br />
no de sus ausencias repentinas durante<br />
lapsos considerables y que a su regreso<br />
se le notaba lúgubre, silencioso.<br />
El supervisor nota mi mutismo y me<br />
advierte que Shami, esposa de Otman<br />
y madre de sus veintidós crías, precisa<br />
enterarse de lo sucedido por una cara<br />
conocida. Acepto la tarea. Mi ansiedad<br />
se acrecienta al acercarme a la morada<br />
de mi desaparecido amigo. Shami<br />
me recibe gustosa y mantiene fija su<br />
mirada en el conversor orgánico mientras<br />
le doy la noticia. Yo sé dónde está,<br />
esas son sus primeras palabras sobre<br />
el desvanecimiento de su esposo, y el<br />
apéndice de sus antenas se dirige obscenamente<br />
hacia mí, con sus ojos amarillos<br />
minúsculos tensionados. Durante<br />
las últimas dos lunas llenas, ella dice,<br />
Otman había mostrado cierto letargo,<br />
llegando con cuentos sobre estrellas<br />
acarreadas por titanes que alimentaban<br />
el sol y gusanos dorados que salían<br />
de la tierra durante las noches de<br />
cuarto menguante. Shami me muestra<br />
un objeto traído por Otman: un trozo<br />
de hilo de cáñamo sujetando pequeñas<br />
láminas agujereadas -su olor salado y<br />
terroso-, una pulsera decorativa que<br />
pertenece a alguna extremidad de Los<br />
Contaminados.<br />
No hace falta escuchar más: Otman<br />
ha estado en territorio prohibido, acción<br />
penada con muerte para el que<br />
rompa la medida preventiva y aquellos<br />
con los que haya tenido contacto. Tráelo<br />
de vuelta, Ira, es necesario que lo hagas,<br />
Shami me pide. Me despido de ella prometiendo<br />
que lo hallaré. Llevo conmigo<br />
el brazalete. Otman fue un imbécil, pienso.<br />
Probablemente ya esté muerto.<br />
Aprovecho el inicio de la jornada nocturna<br />
para colarme en la primer plataforma<br />
de descenso hacia el campo poniente<br />
de recolección, donde sé que Otman<br />
se auto designaba, al llegar comprendo<br />
por qué: en la espesura de ruinas de cemento<br />
hay dos montes suscitados por<br />
el desbarajuste de los escombros que<br />
limitan la visión de los supervisores en<br />
turno; posteriormente una explanada<br />
cementosa que desemboca en un laberinto<br />
de caminos con pavimento abollado.<br />
Mi guía se basa en los avistamientos<br />
de los últimos hombres que caminan<br />
sobre la superficie, descendientes de<br />
quienes se negaron a la conversión, que<br />
prefirieron dar sus últimos pasos sobre<br />
este mundo como bípedos carroñeros,<br />
auténticos desechos humanos cuya<br />
primordial función es sobrevivir al aire<br />
radioactivo, el sol fluctuante, la tierra<br />
árida y la acidez del agua; ni su experimento<br />
subterráneo resultó para revertir<br />
su condena fatal. Ahora deambulan sin<br />
rumbo, tallando simbologías extrañas<br />
sobre piedras. Nos produce lástima su<br />
decaimiento y la proclividad a enfermedades<br />
constantes con virus mutados<br />
nos obliga a dejar trampas con excremento<br />
para ahuyentarlos.<br />
<strong>La</strong> incipiente noche me da confianza<br />
en mi camino, la oscuridad los asusta.<br />
63
Debajo de un techo de arcilla diviso un<br />
par de infantes humanos empalidecidos,<br />
jugando con alambres oxidados.<br />
Me hago notar y su primera reacción<br />
es arrojarme piedras y correr por un<br />
camino sinuoso. Los sigo hasta un<br />
resquicio provocado por dos anchas<br />
piedras sobrepuestas como entrada a<br />
lo que parece es su refugio. Pego mis<br />
antenas al suelo y noto las vibraciones<br />
del suelo, no debe haber más de quince<br />
individuos. Entro a un resguardo deprimente,<br />
con un ambiente ahumado<br />
nauseabundo, diviso los restos de una<br />
pira reciente y unas antenas familiares<br />
ahí tiradas… maldito salvajismo.<br />
Unos ojos humanoides aterrados por<br />
mi presencia en una esquina. Levan-<br />
to mis cuatro brazos en señal de paz y<br />
me enfilo hacia el esquelético hombre<br />
que protege, detrás de él, a las únicas<br />
tres mujeres visibles del campamento,<br />
con su mano diestra blandiendo<br />
un machete en posición de ataque. Le<br />
arrojo el brazalete que Shami rescató<br />
de las pertenecias de Otman, llamando<br />
la atención de una de las mujeres resguardadas,<br />
quien se acerca sutilmente<br />
y la recoge, volteando, con mirada afligida,<br />
hacia el escuálido líder.<br />
<strong>La</strong> razón de las desapariciones de Otman<br />
se esclarece ante mí.<br />
El cabecilla da un salto delante, en<br />
mi dirección, y suelta el primer machetazo,<br />
lo esquivo sin esfuerzo. Los demás<br />
hombres sólo observan, atentos a cual-<br />
64
quier orden. El segundo arremetimiento<br />
es más impetuoso, no alcanza a verme<br />
agachar y enganchar su pie, la inercia<br />
del movimiento lo hace caer y golpearse<br />
la cabeza; antes que sus congéneres<br />
vaya en su auxilio lo tomo entre mis<br />
brazos céntricos y corro en zigzag, esquivando<br />
sus arcaicas lanzas. Ya afuera<br />
acelero mi andar hasta llegar a un paredón<br />
oscuro, continúo abrazando a<br />
mi presa y saboreo su rancia piel hasta<br />
introducir su calvo cráneo en mi boca<br />
y uso mi mandíbula para presionar su<br />
cuello, empujando con mis brazos inferiores<br />
sus hombros hasta arrancarle la<br />
cabeza. Dejo el cadáver ahí mismo para<br />
que lo encuentren sus iguales. Quizá lo<br />
coman. Quizá lo entierren.<br />
Regreso a tiempo para el final de la<br />
jornada laboral nocturna. Llego a la morada<br />
del difunto Otman y me encuentro<br />
con una insomne Shami. Le doy la<br />
noticia, explicándole que llegué tarde,<br />
que lo quemaron y consumieron. Ignoro<br />
las partes de la trampa y el conflicto<br />
violento. <strong>La</strong> abrazo intentando aplacar<br />
su sollozo. Después de un rato la beso y<br />
copulamos dos veces sobre el suelo.<br />
Me despido mirándola fijamente, sin<br />
decir nada y me dirijo, aún azorado por lo<br />
ocurrido, a las labores de cosecha diaria.<br />
Y ahora, entre los restos de una civilización<br />
perdida que no dejó más que<br />
residuos químicos, pienso en el pasado<br />
y en cómo se rehace. Y en su cobardía.<br />
Su infame cobardía.<br />
65
MI PRIMER<br />
NOVELA<br />
Por Valeria Dianei Aceves Estrada<br />
Como bastantes adolescentes en<br />
este país tengo lo que se conoce<br />
como padres estrictos que me hicieron<br />
la joven que escribe esto el día<br />
de hoy, el tema central de este ensayo<br />
habla acerca de la lectura en los jóvenes,<br />
lo cual a mi parecer es un tema<br />
controversial, ya que se dice que México<br />
tiene talento, pero esto no es funcional<br />
por la basta cantidad de analfabetismo<br />
en el país; mi respuesta a este proble-<br />
66<br />
ma es que los papás no se esfuerzan en<br />
inculcarles a sus hijos la lectura, ahora<br />
bien, la mayoría hacemos eso, dictarles<br />
culpa a los padres, restregárselo en la<br />
cara, aunque no debería ser así; una<br />
historia cómica es aquella de mi infancia,<br />
a la edad de solo 4 años recuerdo<br />
que en el kínder las maestras que nos<br />
cuidaban siempre procuraban que nosotros<br />
tuviésemos a nuestros padres<br />
presentes en nuestro crecimiento y
que no perdieran ni un solo detalle, a<br />
causa de esto las maestras pedían que<br />
nosotros contáramos anécdotas de lo<br />
que hacíamos con nuestros padres, la<br />
historia más popular era aquella en la<br />
que los niños con sus rostros iluminados<br />
y orgullosos hablaban de los libros<br />
y cuentos que sus padres les contaban<br />
antes de ir a la cama, así como lo hacían<br />
en la tele; y era entonces cuando<br />
escuchaba estas historias que mi mente<br />
se nublaba, porque por mi mente<br />
solo pasaba la imagen de mis papas<br />
demasiado ocupados para leerme un<br />
cuento o demasiado cansados para<br />
llevarme a dormir, por lo general solían<br />
darme un cereal con leche y después<br />
me dirigían directo a la cama, a diferencia<br />
de mis compañeros de clase, yo<br />
no contaba con los padres amorosos<br />
que me leyeran antes de dormir o que<br />
me arroparan por las noches, además<br />
67
era bastante complicado explicar esto<br />
a la maestra sin que pensara que mis<br />
papas no me querían, yo lo sabía muy<br />
bien, era la última hija de 4 y siempre<br />
me habían dado todo lo que podían,<br />
excepto cariño paternal, cosa que no<br />
me molestaba, aunque para serles<br />
honestos ese momento de escuchar a<br />
los niños de sus cuentos leídos por sus<br />
papis me hizo armarme de valor para<br />
pedirle a mi mama que me leyera un<br />
cuento, entonces cuando ya estaba en<br />
casa y estaba ya a punto de dormir, fui<br />
hacia la habitación de mis padres y con<br />
mi carita más tierna les hice la petición<br />
de un cuento para dormir, jamás podré<br />
olvidar que después de ese día mi vida<br />
dio un giro drástico para como yo conocía<br />
las cosas; mi padre me dijo —si<br />
tantas ganas tienes de escuchar un li-<br />
bro, por qué no te lo lees tu misma—;<br />
mi cara se quedó petrificada, cómo esperaba<br />
que una niña de tan solo 4 años<br />
leyese un cuento, ya era difícil saber<br />
contar, lo sería más leer, decidí dejar<br />
por la paz esa conversación y me dirigí<br />
a dormir, al día siguiente mi padre me<br />
tomo en sus brazos y me dijo, quiero<br />
que me acompañes a un lugar, esa tarde<br />
llegue a mi casa, con un obsequio<br />
bastante peculiar para un infante de 4<br />
años, tenía en mis manos un libro de 50<br />
páginas, un libro que yo elegí, titulado<br />
«el patito feo» jamás había escuchado<br />
la historia, pero supuse que me gustaría,<br />
la cuestión es que, mi padre me lo<br />
compro para que yo lo leyera, no para<br />
él leérmelo, así fue como poco a poco<br />
fui pasando de no solo ver las imágenes<br />
e imaginarme lo que pasaba, sino<br />
68
también comencé a deletrear las palabras,<br />
a unir vocales con otras letras, tararear,<br />
palabra por palabra, oración tras<br />
oración, conseguí saber leer de corridito<br />
para cuando cumplí los 5 años, era<br />
la única niña en mi salón que ya sabía<br />
leer, después de esto mi padre comenzó<br />
a comprarme libros pequeños, algo<br />
que me fascinaba, y no solo para que<br />
los leyera, él amaba que yo le contase<br />
las historias de mis cuentos, mis amigos<br />
del kínder empezaban a crecer en cuestión<br />
de la lectura, yo ya había rebasado<br />
ese nivel, y ahora les podía contar de lo<br />
que trataba una historia. Soy la diferencia<br />
entre el montón y la originalidad, no<br />
me esforcé, no hice algo que cambiara al<br />
mundo, simplemente tome iniciativa y<br />
comencé por algo básico, muchos de los<br />
padres en la actualidad utilizan los medios<br />
electrónicos para satisfacer los requisitos<br />
de sus hijos, pero lo que ellos no<br />
saben es que cada vez que llevan a cabo<br />
este tipo de soluciones, el país se retrasa<br />
un año más en cuanto a innovaciones y<br />
mejoras, los chavos ya no estamos interesados<br />
en leer un buen libro, se debe a<br />
la falta de lectura desde nacimiento, el<br />
sistema escolar tiene que ver, la familia<br />
tiene que ver, uno mismo tiene que ver.<br />
No hay excusas en esta ocasión, somos<br />
una sociedad diferente, cada persona es<br />
distinta en aprendizaje, pero no se dan<br />
cuenta, no logran ver más allá de lo que<br />
tienen en frente, no se dan la oportunidad<br />
de ser distintos, esta lección me la<br />
enseñaron mis padres, y es que si ellos<br />
me hubiesen leído el libro como al resto<br />
de mis compañeros, yo jamás hubiese<br />
salido del molde de la gente común.<br />
69
70<br />
EL<br />
BOSQUE<br />
Por Gabriela Manchini
Marconi prendió un cigarrillo, se<br />
cerró la campera y empezó a<br />
caminar. El pasto, incontrolable<br />
y húmedo, se pegó a sus botas. Miró<br />
hacía atrás, en dirección a la cabaña y<br />
pensó en volver. Pero no lo hizo. Siguió<br />
avanzando y se sumergió en el bosque<br />
espeso y oscuro.<br />
Desde chico, Lucio Marconi pensaba<br />
que ese bosque estaba vivo. A veces<br />
sentía que la arboleda que se abría<br />
frente a él cambiaba durante las noches<br />
para seducirlo y atraerlo. No importaba<br />
cuántas veces lo intentara: cada vez que<br />
lo recorría, descubría nuevos caminos<br />
y terminaba saliendo por senderos que<br />
nunca antes había transitado.<br />
Algo era diferente esta vez. Pero no<br />
lograba describirlo, ni enunciarlo. No<br />
hacía mucho Lucio había soñado que<br />
caminaba por un bosque tupido y desconocido<br />
hasta que de pronto una luz<br />
lo encandilaba y envolvía, como devorándolo.<br />
Nunca se lo contó a nadie.<br />
El colchón de hojas, bajo sus pies,<br />
estaba húmedo y resbaladizo. Caminó<br />
entre los Coihues y observó de cerca<br />
algunas plantas. Le faltaba el aire y eso<br />
le resultaba extraño. Se sentó sobre el<br />
tronco de un árbol que yacía en el piso<br />
y descansó.<br />
Estaba intentando sacar un cigarrillo<br />
de su campera cuando un ruido a sus<br />
espaldas lo distrajo. Se dio vuelta con<br />
rapidez. <strong>La</strong>s manos le temblaban. No<br />
había nadie. Se río nerviosamente y<br />
cambió de lugar.<br />
Apoyó su espalda sobre el tronco de<br />
un pino y se sentó en el suelo, todavía<br />
sorprendido por su propio miedo. Iba a<br />
ese bosque desde chico, nunca antes<br />
se había sentido inseguro ahí.<br />
Una brisa helada impactó contra su<br />
cara y apagó el cigarrillo que acababa<br />
de prender. Buscó otra vez su encendedor.<br />
En una maniobra torpe este se<br />
cayó y rebotó por una ladera hasta incrustarse<br />
debajo de una roca, no muy<br />
lejos de él. Marconi se paró, todavía<br />
quejándose y fue a buscarlo.<br />
Entre dos rocas inmensas, y apenas<br />
visible, el encendedor permanecía intacto.<br />
Lucio bajó y comenzó a empujar<br />
una de las piedras. El macizo se corrió<br />
de lugar y un leve destello le alumbró<br />
la cara: algo de metal brillaba debajo<br />
del encendedor. A simple vista le pareció<br />
que se trataba de una caja de herramientas;<br />
hundió una mano en la tierra<br />
húmeda y escarbó.<br />
Empezó a llover, pero él no se detuvo.<br />
A su alrededor empezaban a formarse<br />
charcos. Siguió cavando y vislumbró<br />
una forma oval, algo asimétrica. Despejó<br />
todo su borde y empezó a tironear de<br />
esa especie de cofre. Era una caja profunda.<br />
Excavó durante largo rato hasta<br />
que por fin pudo retirarla totalmente.<br />
Agitado, se sentó sobre el suelo unos<br />
segundos y miró al cielo tratando de<br />
discernir cuánto tiempo le quedaba<br />
hasta que la lluvia empezara a caer con<br />
intensidad. Se volvió a abalanzar sobre<br />
la caja metálica y notó que estaba<br />
oxidada. Parecía hermética. Limpió su<br />
superficie con la manga de la campera<br />
hasta encontrar un borde irregular.<br />
Buscó un palo y se ayudó con el. Se clavó<br />
varias astillas en la mano, pero continuó.<br />
Al cabo de unos minutos escuchó<br />
que un cerrojo, o algo en su interior,<br />
hacía un ruido y el cofre abrió. Quitó la<br />
tapa y se quedó inmóvil.<br />
Durante algunos segundos, no hizo<br />
más que recorrer con la vista el sin fin<br />
de billetes que sobresalía de la caja.<br />
Tomó uno y lo inspeccionó: Era auténtico,<br />
como todos los demás. Introdujo sus<br />
71
manos en el cofre y empezó a revolver<br />
los papeles, emocionado por el hallazgo.<br />
Inspeccionaba el dinero una y otra<br />
vez, sin percibir que a su alrededor el<br />
agua de la lluvia se acumulaba y formaba<br />
surcos sobre la tierra. De pronto, y<br />
aún no visible entre los papeles, sintió<br />
una superficie dura y fría. Pensó que<br />
se trataba de un revolver, lo tomó con<br />
fuerza y lo retiró de golpe: era una pieza<br />
de oro. No lo podía creer.<br />
Dejó aquel macizo a su lado y siguió<br />
escarbando desesperadamente, mientras<br />
los billetes empezaban a teñirse<br />
poco a poco de rojo; su mano todavía<br />
tenía astillas y sangraba. Volvió a sentir<br />
algo sólido. Esperanzado y suponiendo<br />
de qué se trataba, tironeó hacia afuera.<br />
Entre sus dedos escurría la sangre de<br />
una mano ajena. Sin poder soltar aquel<br />
pedazo de cuerpo, miró a su alrededor,<br />
en busca de ayuda. Intentó gritar, pero<br />
nuevamente no pudo emitir sonido.<br />
Volvió en sí y la soltó de golpe; luego se<br />
alejó rápidamente hacia atrás.<br />
Se quedó mirando la mano ensangrentada<br />
tirada en el suelo. Volvió a<br />
dirigir la vista a la caja: Los papeles de<br />
la superficie seguían teñidos de rojo.<br />
Escuchó ruidos cercanos y giró en círculos,<br />
tratando de rastrear de dónde<br />
venían. Permaneció en silencio.<br />
Volvió corriendo hacia el cofre ovalado<br />
y se arrodilló frente a él. Desesperado, empezó<br />
a retirar todo lo que contenía. Había<br />
más dinero, alguna que otra pieza de oro<br />
72
y partes de un cuerpo desconocido que<br />
habían quedado tapados por los billetes.<br />
Intentó tranquilizarse. Pensó en sus<br />
huellas digitales inscriptas en los pedazos<br />
del cuerpo que acababa de encontrar<br />
y en las pocas probabilidades que<br />
tendría de demostrar su inocencia.<br />
Decidió guardar todo otra vez en la<br />
caja, cerrarla y dejarla en el mismo lugar<br />
que antes. <strong>La</strong> tapó como pudo con la tierra<br />
que encontró a su alrededor. Sin saber<br />
qué hacer, miró de lejos la mano ensangrentada<br />
que yacía en la tierra y la tapó<br />
con algunas hojas. Pensó que con esa lluvia,<br />
todo posible rastro suyo desaparecería.<br />
Huyó. Corrió durante todo el trayecto<br />
hasta llegar al claro desde donde había<br />
partido. Se metió en su cabaña y cerró tras<br />
de sí. Recién ahí, respiró profundamente.<br />
Tanteó en los bolsillos de su campera<br />
en busca de un cigarrillo y percibió que<br />
no tenía el encendedor, se dio cuenta<br />
que lo había dejado en el bosque. Tomó<br />
la caja de fósforos que estaba en la cocina<br />
y recién al quinto intento pudo prenderlo.<br />
Poco a poco se calmó. Fue hasta<br />
el living, se recostó en el sillón y después<br />
de un rato, se quedó dormido.<br />
A la mañana siguiente, cuando despertó,<br />
la migraña era insoportable. Había<br />
dormido más de 12 horas seguidas.<br />
Se dirigió a la cocina, para hacerse un<br />
café y volvió al living. Fue entonces<br />
cuando lo vio, intacto y sin rastro alguno<br />
de tierra: el encendedor brillaba<br />
sobre la mesa.<br />
73
74<br />
EL MUELLE<br />
DE LAS SIRENAS<br />
Por Karen E. Villalón
Llevaba toda la mañana resuelto a<br />
deshacerme de mi mujer. <strong>La</strong> razón<br />
era simple, habíamos llegado a un<br />
punto en nuestro matrimonio en el que<br />
me exasperaba todo de ella: su aliento<br />
cerca de mí, su respiración al lado de<br />
mi almohada cada noche, sus lágrimas<br />
de perro apaleado que resbalaban por<br />
sus mejillas mientras se encerraba en<br />
el cuarto de baño; cuanto me aborrecía<br />
oírla llorar. A veces miraba su reflejo en<br />
un espejo por horas u observaba por la<br />
ventana como si afuera hubiera algo inusual<br />
imposible de no mirar, no se diga<br />
en los días de lluvia. En una ocasión estaba<br />
más perdida que de costumbre y<br />
ahí, una vez más y sin previo aviso, el<br />
caudal de lágrimas; ella mirando con<br />
fijeza el absurdo movimiento de la<br />
lavadora.<br />
No sé qué pretendía cada una de estas<br />
ocasiones. Era como vivir junto a<br />
un cascarón vacío. Hasta el gato dejó<br />
de maullarle, él gustaba de recostarse<br />
sobre ella y ronronear por un largo rato.<br />
Ahora el gato ni siquiera la observaba,<br />
la ignoraba mientras se restregaba entre<br />
mis piernas, maullando por algo de<br />
las sobras de amor que de vez en cuando<br />
yo le obsequiaba.<br />
Estaba cansado de la actitud petrea<br />
de mi mujer, así que la convencí de salir<br />
y dar un paseo. Mi idea era llevarla<br />
al muelle de las sirenas, donde nos conocimos.<br />
Pensé que si tal vez la dejaba<br />
ahí sola y desprotegida se lanzaría por<br />
su propia cuenta al mar, le gustaba el<br />
mar y escuchar las olas, solía decir que<br />
cantaban para ella. El problema fue<br />
que no llegamos a nuestro destino, le<br />
brotó una inesperada necesidad de<br />
bajarse del auto en marcha tan espontaneamente<br />
que no hubo tiempo de<br />
detenerla. Corrió como una loca, hacía<br />
tiempo que yo creía que lo estaba. Tal<br />
vez bajó con la idea de alejarse de sí<br />
misma, de su tristeza, de su oscuridad<br />
negra como la noche.<br />
<strong>La</strong> perseguí por horas antes de percatarme<br />
que era mi oportunidad para<br />
librarme de ella y de su corroído yo.<br />
Entonces, como si leyera mi mente, mi<br />
mujer se detuvo en seco, sus pasos dejaron<br />
de ir con celeridad hacia todos lados<br />
y ninguno a la vez, dio media vuelta<br />
y me llamó. Primero lo hizo en lo que<br />
creo fue un susurro, sus labios moviendose<br />
arriba y abajo, luego con una voz<br />
seca, después a gritos. <strong>La</strong> gente la miró<br />
con lástima. Vi que una madre tomó a<br />
su hijo de la mano y ambos se alejaron<br />
de mi mujer. Otra más ofreció ayudarla<br />
y llamar a la policía. Un hombre les gritó<br />
que a quien necesitaban llamar era a<br />
un loquero, mi mujer lloró al oirlo.<br />
<strong>La</strong> lástima intentó colarse hasta mi<br />
corazón, pero mis venas eran ya demasiado<br />
estrechas y no lo permitieron. En<br />
mi mente un grito de asombro y emoción<br />
me instó a esconderme. Seguí<br />
corriendo. Llegué a mi auto. Después<br />
de algunos intentos abrí la puerta, me<br />
senté y con manos temblorosas encendí<br />
un cigarrillo. Casí provoco un incendio.<br />
Prendí el fósforo y con la adrenalina<br />
corriendo en mis venas dejé que se<br />
quemara, lo solté cuando sentí el fuego<br />
en mi piel. Por suerte no provoqué una<br />
catástrofe, esa noche yo era un hombre<br />
afortunado. Cuando terminé el<br />
tercer cigarrillo encendí el motor, era<br />
hora de irme a casa. Arranqué y en seguida<br />
encolarecí, mi mujer apareció de<br />
la nada a unos metros por delante de<br />
mi auto. Sospeché que sólo quería hacerme<br />
sentir el hombre más miserable<br />
y desdichado del mundo, aún furibundo,<br />
pisé el acelerador y pasé sobre ella.<br />
75
Sentí cuando las llantas estrujaron su<br />
dulce cuerpo, ese que en un tiempo fue<br />
mi único deleite, mi refugio. Bajé del<br />
auto y corrí hacia ella, vi sangre por todos<br />
lados, entonces el que lloró fui yo.<br />
Minutos después llegó la policía, me<br />
obligaron a soltarla, me esposaron y<br />
guiaron hasta el auto de luces estroboscópicas<br />
próximo. <strong>La</strong>s lágrimas no<br />
me dejaban ver, los pensamientos pasaban<br />
como vorágine en mi mente: el<br />
primer día con mi mujer en el muelle de<br />
las sirenas, su sonora risa, cuando dijo<br />
que sí a mi propuesta de matrimonio, al<br />
besarla cada mañana antes de salir de<br />
casa y cuando pasé sobre ella en el asfalto<br />
de aquella calle para terminar con<br />
nuestras vidas de una vez por todas.<br />
76
77
78<br />
LA JAULA<br />
DEL ZAR MALVA<br />
Por Cyan Urón
‹‹Otro día asqueroso de engrudoso cielo<br />
gris destapacorchos›› retuerce para<br />
sí mismo Lutfin refiriéndose a todo.<br />
Espera malhumorado sin percatar que<br />
su alta sombrilla ha quedado atascada<br />
entre la línea eléctrica. Llega Parpara.<br />
Ambos entran estorbándose al Zar<br />
Malva, una insalubre fonda de lo mejor<br />
que puede encontrarse en la ciudad.<br />
Hay un montón de cristales rotos en el<br />
suelo. Se instalan en la primera mesilla<br />
circular, junto al hueco de ventana.<br />
—Perdón por el... los inconvenientes —dice<br />
el empleado zafando la vista; y se queda ahí<br />
parado sin verlos.<br />
—¿Cómo están los pequeños engendros?<br />
—suelta Lutfin a Parpara—. ¿Recibieron<br />
las postales?<br />
—No lo sé. No hay tales.<br />
—¿Quién sabe?<br />
—... pues no, no las hay.<br />
Presionado por la gigantesca sombra<br />
de la cocina que advierte traspasar<br />
los umbrales de su guarida, el camarero<br />
presta sus servicios y ofrece presto el<br />
menú acelgado de temporada.<br />
—¡Córtame un dedo! ¿Qué es está<br />
porquería?<br />
—¿Disculpe?<br />
—Quiero las cebollas campesinas... y<br />
un vaso bien nutrido de sake —Lutfin<br />
ordena contentón.<br />
—Para mí la trucha marrón a la plancha<br />
con una naranjada sin hielos. Este<br />
clima va a matarnos; mató a mis padres,<br />
a mis hermanas y hermanos, sin<br />
mencionar a los abuelos y a los abuelos<br />
de mis abuelos... a mi esposa...<br />
—Creí que se había alejado de aquí<br />
tan pronto te dejó.<br />
—Ah, sí. Eso pasó. De cualquier forma<br />
debe estar muerta, donde quiera que<br />
esté.<br />
Risa nasal<br />
—¿Y sigues correteando polluelas?<br />
Debo decirte que no te queda el papel...<br />
eres viejo, inmaduro, irritable, infiel, y<br />
no olvidemos tu falta de tacto 1 .<br />
—Pues algo a mi tendrías que aprender.<br />
Por lo menos yo aparento sentir.<br />
—Quisiera saber qué no aparentas.<br />
Es para ti un deporte. En lo personal,<br />
prefiero ser perseguido a perseguir... y<br />
adoro las tipas simples y grises.<br />
Los platillos y sus respectivas bebidas<br />
fueron depositados frente a los comensales.<br />
—...o tú qué opinas, cachorrín?<br />
—¿Se refiere a mí? —señalando su<br />
persona, el camarero, Yoruba, mira a<br />
su interlocutor—. ¿Es a mí? —mira ahora<br />
a Parpara que lo mira también, a la<br />
vez que se columpia en su banco de<br />
mimbre y acicala su bigote bombacho<br />
de sheriff, lacio y perfectamente bien<br />
cepillado—. ¿Sobre cuál asunto, señor?<br />
—Iniciativa.<br />
Yoruba se queda perplejo piquiabierto.<br />
—Yo, yo, yo... no lo he pensado... estoy<br />
casado.<br />
—¡¿Casado!? ¿Quién lo diría? Te ves<br />
tan verde... y ya has volado del nido.<br />
—No, no exactamente.<br />
—¡Uh! ¡Terrible! Mala idea, muchacho,<br />
juntar a dos mujeres en la misma pecera.<br />
—Se equivoca... son cinco. También<br />
están mis abuelas y mi hija.<br />
—Oiga usted esto, señor Parpara, es<br />
horror de calidad. No contento con un<br />
mal empleo, regresa a casa a bucear<br />
entre pirañas.<br />
El iris rubí de Yuruba arde intensamente.<br />
—No soy el único varón, también está<br />
mi hijo, además se aloja con nosotros<br />
un tío... y un amigo que va de paso.<br />
—¡Vaya circo!<br />
Yuruba tiembla de rabia. Sin embargo<br />
los clientes se muestran indiferentes<br />
y vuelven a retomar su conversación.<br />
79
—Y dime Parpara, ¿para qué tanta necesidad<br />
de vernos?<br />
—Lo logré... al fin te han abierto las<br />
puertas en el Mamut Imperial; la exfábrica<br />
de conservas.<br />
—¡Maldito cabrón! Lo hiciste. ¿Con<br />
quién tuviste que fornicar? ¿A cuántas<br />
camas te metiste?<br />
—Cuatro.<br />
—No lo hubieras hecho... es que mírame;<br />
no estoy listo, ni en forma. <strong>La</strong><br />
última gira fue un rotundo fracaso. Estoy<br />
salado. En todos los sentidos. Compruébalo,<br />
acércate y olfatea un poco 2 .<br />
—Tonterías, el mundo del espectáculo<br />
tiene sus altas y bajas. Este es el lugar<br />
perfecto para brillar. Está lleno de sacos<br />
rotos, mírales la cara —señala al empleado<br />
que sigue de pie frente a ellos—, cansados<br />
de sus vidas rutinarias, apacibles,<br />
piden a gritos algo exótico y diferente...<br />
como tú. Ya estás brillando.<br />
—Odio este pueblo. El sol sale más<br />
tarde que en cualquier otro lugar, las<br />
montañas obstruyen albas y atardeceres.<br />
Y por si fuera poco, no hay día no<br />
nublado con su copiosa lluvia desabrida<br />
por las tardes.<br />
—¿Y qué hace exactamente? —interrumpió<br />
el mesero, desdeñando en<br />
tono y postura.<br />
Lutfin ladeó la cabeza. Parpara tomó<br />
la respuesta.<br />
—Lutfin Paradice es la promesa<br />
del power pop psicodélico bailable<br />
experimental.<br />
—¿Y sobre qué tratan sus composiciones?<br />
—Sobre nada.<br />
—¿¡Nada!?<br />
—Nada.<br />
80
—...nada...<br />
—Puedes retirarte —dijo Lutfin con<br />
toda propiedad y parsimonia mientras<br />
desgarraba con las patas la cubierta de<br />
papel periódico con que se había cubierto<br />
el piso.<br />
Yoruba se retira a la cocina y regresa<br />
sin demora con la cuenta para pasar<br />
un cuchillo por el gaznate del gran<br />
prospecto de power pop psicodélico<br />
bailable experimental. Su cabeza rota<br />
desenfrenada, cae hacía atrás. Luego<br />
la lengua reblandecida se asoma<br />
y cuelga. Al mismo tiempo sus ojos se<br />
van tachando. Y finalmente las articulaciones<br />
en sus dedos se relajan y sueltan<br />
el mantel que ha ruborizado.<br />
—Deliciosa trucha, estoy satisfecho —Parpara<br />
exhaló con todo su bienestar. Usó<br />
como mondadientes una de las espinas<br />
sobrantes. Pagó la cuenta, agregando una<br />
generosa propina. Limpió su pico, y salió caminando<br />
del establecimiento. Luego corrió,<br />
trastornado, exaltado, hasta su ocasional<br />
morada. Ahí escondió su cuerpecillo, tras<br />
puertas y cobijas. Sin embargo, no sobrevivió<br />
a aquella noche; había tragado muchas<br />
espinas que perforaron su aparato digestivo<br />
con una subsecuente hemorragia.<br />
A las 5:45 de la mañana, Yoruba, tal<br />
y como lo había planeado, disolvió<br />
fluoruacetato de sodio a su café regular,<br />
y se tomó el día libre.<br />
1. Insensibilidad congénita al dolor.<br />
2. Chiste bobo entre tengus, las aves no<br />
tienen olfato.<br />
81
EN POR<br />
MARI<br />
TAP<br />
82<br />
Nacida en la Ciudad de México de una<br />
familia artística, Mariana desarrolló<br />
desde la infancia el amor por las bellas<br />
artes. Su madre, una pintora y pianista<br />
profesional, fue la persona más influyente<br />
en su vida. Mariana estudió diseño gráfico<br />
en la Universidad Iberoamericana, donde<br />
adquirió técnicas y una apreciación educada<br />
de la pintura. Esta apreciación más<br />
adelante se convertiría en un pilar para<br />
transformar y transportar sus sentidos a<br />
un mundo surrealista amalgamando colores<br />
vivos con óleo y lienzo, explosiones<br />
de energía y optimismos.<br />
Estelarizó varias cintas como Todo<br />
Contigo con Ana Bárbara, donde tuvo el<br />
papel antagónico, Otaola o la República<br />
en el exilio, El precio de nuestra sangre,<br />
Tempo, Cursos prenupciales, entre<br />
otras. Más tarde actuó en obras como<br />
Drácula, con el personaje de Lucy, Anfitrión,<br />
de Plauto, representando a Alcmena,<br />
entre otras obras más.<br />
En televisión, ha participado en varias<br />
novelas, siendo las más recientes<br />
Así son Ellas, con el personaje de Madona,<br />
Velo de Novia, entre otras, así como<br />
en varios programas de Mujer, casos de<br />
la vida real y programas unitarios para<br />
EE. UU., producidos por los Galindo y<br />
René Cardona.<br />
Sus personajes favoritos y donde ella<br />
destaca más son los antagónicos y los<br />
personajes de carácter un tanto oscuros.
TADA<br />
ANA<br />
IA<br />
Ha dado a conocer su arte en distintos<br />
puntos de la Ciudad de México,<br />
eventos de gran importancia han sido<br />
enmarcados con su obra, como cenas<br />
homenaje a reconocidos actores mexicanos<br />
como el Sr. Julio Alemán y la Sra.<br />
Carmen Salinas, así como en asociaciones<br />
como la ANAPCAA, en el Museo del<br />
Desierto de los Leones, de gran importancia<br />
en la Ciudad de México, en diversas<br />
galerías de la Ciudad, en el Palacio<br />
Legislativo del Congreso de la Unión,<br />
en la Antigua Casa de Dolores Olmedo,<br />
En el Centro Cultural Mexicano en San<br />
Antonio, Texas, en el Museo Internacional<br />
de Arte en Los Ángeles California,<br />
en el Consulado General Mexicano de<br />
California, en Santa Clarita, en Miami,<br />
Coral Gables Florida, y también en ciudades<br />
de España.<br />
Participó con mural dentro de la campaña<br />
ecológica Cómo me quieres, qué<br />
sabes de mí y qué haces por mí, desarrollados<br />
en coordinación con el Directorio<br />
de las Artes Plásticas, Preservamb A C,<br />
el Gobierno de la Ciudad de México, The<br />
Global Fund for Childrens. Murales que<br />
estuvieron en exhibición en estaciones<br />
del Metro, Casa de Cultura Reyes Heroles<br />
en Coyoacán, Bosque de Chapultepec,<br />
y Zócalo de la Ciudad de México<br />
Su firma distintiva, las sirenas nos<br />
traen un mundo de misticismo y fantasía<br />
sin igual.<br />
83
84
85
86<br />
DESTINO, BAILA<br />
CON GRACIA<br />
Por Allen Schavelzon
A mi exiliada alma aniquilada:<br />
Iluso, jura haberse enamorado, sin<br />
embargo el objeto de su enfermizo amor,<br />
no es otro que un ente libertario.<br />
Se ha encadenado voluntariamente a<br />
mí, un ser que para desgracia suya y de<br />
varios más, no lleva anclas indeseadas<br />
que intenten atarle a cualquier aspecto.<br />
Me culpa ingenuamente de haberlo seducido<br />
para después arrojarle a un abismo,<br />
cual vil traidor y cobarde... se equivoca.<br />
Mis principios van en contra de eso.<br />
Usted ha elegido su destino; simplemente<br />
nuestros hilos se trenzaron para<br />
luego desatarse y continuar su rumbo.<br />
No le culpo de añorar estar al lado mío,<br />
pero debió considerar que nuestras<br />
mentes difieren. Busca mantenerse cerca,<br />
sin embargo el frágil cristal de nuestro<br />
trato se ha quebrado ante su imprudente<br />
impaciencia.<br />
Ahora jura necesitarme, que me he<br />
convertido en su todo... ¡Joder! Me halaga<br />
pero no quiero unirme a alguien que<br />
no amo... Y para ser sincero no aseguro<br />
que eso cambie. <strong>La</strong>mentablemente se ha<br />
vuelto dependiente de un hombre que no<br />
acepta cargas ajenas... si buscaba consuelo<br />
encantado lo habría brindado, más<br />
ahora que todo ha dado un giro inesperado<br />
y desagradable, no ha hecho otra cosa<br />
que mi anhelo de ausentarme de su vida<br />
aumente. Insensato, me pregunto si no le<br />
dará vergüenza el drama que está armando,<br />
su alma se halla dolida, en estado doliente<br />
por mi rechazo.<br />
¡Carajo! ¡Lárguese de mi vista! Déjeme<br />
en paz. ¿Acaso no entiende que su inmadura<br />
presencia resulta insoportable? ¿Tan<br />
difícil es entender un simple «no»?<br />
Vaya a dormir con el dolor que esto le<br />
provoque. Nulo es en léxico la palabra<br />
«culpa».<br />
Sumérjase en su llanto, córtese las<br />
venas. Se ha convertido en una esencia<br />
repulsiva; sus dramas, mala imitación<br />
de amor, lo que usted siente es algo estúpido<br />
llamado obsesión.<br />
No espere de mi consuelo, más que<br />
evidente es la molestia y repugnancia<br />
que me provoca.<br />
Esta vez iré en contra del agnosticismo,<br />
de mis principios... yo niego por<br />
completo su existencia, no soy la única<br />
persona de esta esfera, usted por mi se<br />
encuentra en permanente espera, pero<br />
le informó que no llegaré ni aunque usted<br />
muera.<br />
Me ha exigido honestidad, pues bien<br />
he cumplido su capricho. Puede juzgarme<br />
de cruel y frío... puesto que esa es mi<br />
deliciosa realidad.<br />
Así que ahora acepte el golpe de realismo,<br />
continúe su existencia, que yo he<br />
de hacer lo mismo para con la mía.<br />
Guárdeme luto sí así lo gusta, discúlpeme<br />
u ódieme, lo que le plazca, que ya<br />
poco me importa lo que piense de mí.<br />
Con mis más sinceras palabras, su<br />
ya nada arrepentida y poco posible<br />
servidora.<br />
Pero yo amo todo de ti, quiero poseer<br />
tus pensamientos y hacerme de tu vida.<br />
Había transcurrido ya mucho tiempo<br />
de esas palabras, quizá demasiado.<br />
Desde que sus pasos tomaron diferente<br />
rumbo del mío. Tanto que resultaba obvio<br />
el hecho de que su rostro se perdiese<br />
entre aquéllos otros amores mal pagados,<br />
sin embargo, no era este el caso.<br />
Su propia existencia atormentaba a la<br />
mía, el simple pensamiento de que aún<br />
respirase agitaba mi corazón y provocaba<br />
que se contrajeran mis intestinos al<br />
87
punto de no retorno en el que si alguien<br />
dudara de la presencia de sangre en mis<br />
venas sería justificable pues hacía mucho<br />
atrás que ésta había cedido paso a<br />
un espeso ácido repleto de resentimiento<br />
circulante por mi cuerpo.<br />
No me adjudicaba amor a su persona<br />
sino a una obsesión enfermiza<br />
que me arrastraba al abismo de la decadencia.<br />
En mis oídos aún sonaba el<br />
patetismo de mi trémula voz aquélla<br />
anterior ocasión.<br />
Ámame, sería capaz de mendigar<br />
las migajas de lo que para ti ya es una<br />
pasión irreal, compadécete de mi alma<br />
errante, finge por piedad una pizca de<br />
dulzura. Extingue mi infierno con el rocío<br />
de las falsas esperanzas ¿serán vanas<br />
mis ambiciones de conseguir algo<br />
de calma a mitad de la tempestad?<br />
Sin embargo no hubo respuesta de<br />
sus labios. Sólo la indiferencia se hizo<br />
presente en su mirada mientras dio la<br />
vuelta y me abandonó a mi suerte.<br />
¿Me preguntan si le amo? Le necesito,<br />
como si fuese una brasa a punto de morir<br />
en búsqueda del combustible que le<br />
mantenga ardiendo. Necesito su presencia,<br />
pero no para adorarle, mi pasión fue<br />
muerta por sus garras de desprecio rego-<br />
88
deándose en miseria ante el rechazo de<br />
mis exigencias. Le necesito como la fiera<br />
a la tierna presa de la cual alimentarse.<br />
Porqué estos pensamientos tan crudos,<br />
la pregunta no debe ser planteada<br />
a mí sino al ser que me arrastró a la<br />
desesperación; ése que se nutrió de mi<br />
esencia, extrajo de mi hasta la última<br />
gota de dulzura y me convirtió en una<br />
versión caricaturesca de mí mismo. Llegué<br />
a sentir náuseas de mi propio pesar.<br />
Pero un día ocurrió lo que ya creía<br />
impensable, volvió a mí. Volví a tenerle<br />
entre mis brazos, mostraba dulce quietud<br />
ante mi vista, docilidad inerte que<br />
teñía mis manos. Le tenía de nuevo<br />
pues su posesión me fue devuelta.<br />
Vagamente recuerdo que demostraba<br />
algo... ¿rechazo? ¿Forcejeo? Era obvio<br />
que no, aún me amaba de lo contrario<br />
no habría regresado. Además, me<br />
merecía esa apacible dicha.<br />
Quien navega por la paz con bandera<br />
bélica merece el mismo respeto que<br />
el hereje cremado en la hoguera de la<br />
purificación. Era mi derecho, me lo había<br />
confirmado desde un principio y yo<br />
únicamente exigí lo que era mío.<br />
Ese ser anhelaba mi vida, así que me<br />
quedé con la suya.<br />
89
90<br />
RENACIMIENTO<br />
Por Cosme
Acomodó con cuidado la pala,<br />
como tratando de no hacer ruido,<br />
aunque no importaba, el vecino<br />
más cercano estaba a más de cien metros,<br />
después de la parcela que le había<br />
heredado su tía, la única familia que<br />
conoció. Abrió la puerta de la pequeña<br />
bodega para salir, aunque no importaba,<br />
daba lo mismo salir por alguno de<br />
los enormes huecos que no cubría la<br />
pared hecha de varios materiales una<br />
parrilla de refrigerador, el panel trasero<br />
de un televisor arcaico, un pedazo<br />
de lámina galvanizada y demás desechos<br />
que había reunido en su triciclo.<br />
<strong>La</strong>s piedras de la banqueta del patio<br />
estaban cubiertas de musgo por la casi<br />
constante lluvia, pero no importaba,<br />
pisó firmemente.<br />
Con sus manos huesudas envejecidas<br />
prematuramente acomodó unos<br />
trozos de leña en fogón para hacerse<br />
un café de tortilla, bebida que se permitía<br />
después de un trabajo duro. Había<br />
estado trabajando cerca de cuatro<br />
horas, pero se sentía relajada y casi con<br />
ganas de volar. Se movía sin expresión<br />
como los últimos veinte años. Casi había<br />
perdido la esperanza de volver a ser<br />
libre, los últimos años había llevado su<br />
existencia de una manera monótona<br />
esperando muy poco y convirtiendo<br />
las tareas caseras más pesadas y desagradables<br />
en sus favoritas porque estaba<br />
sola. Desde antes del amanecer<br />
hacía las tortillas para el almuerzo de<br />
don Pedro y antes que él se levantara<br />
debía tener la choza impecable y las<br />
herramientas listas para cuando se iba<br />
a trabajar a la parcela. Cuando se marchaba,<br />
ella se dirigía al molino a toda<br />
prisa antes que fuera la hora de moler<br />
cacao o café. Pero hoy, no importaba,<br />
se acomodó en la mecedora del único<br />
cuarto de la casa y se quitó las chanclas<br />
de pata de gallo que había tenido que<br />
coser por lo menos ocho veces cada<br />
una. Antes le daba vergüenza salir con<br />
ropa tan gastada, pero ya no importaba,<br />
las banquetas no tenían miradas de<br />
desprecio para ella y el orgullo se había<br />
ido mucho antes que el color del vestido<br />
que usaba a diario.<br />
No encontraba que hacer y se puso a<br />
observar sus olvidados pies, callosos y<br />
descuidados, mientras usaba su imaginación<br />
para decidir qué haría ahora que<br />
sentía que tenía todo el tiempo del mundo.<br />
Pensó en acostarse de nuevo, pero no<br />
le llamó la atención, la continua tensión<br />
hacía que su famélico cuerpo no hallara<br />
relajante ni placentera ninguna actividad.<br />
A lo lejos vio salir humo de la cocina de los<br />
vecinos, no los conocía, sólo había visto<br />
que con los años los niños habían crecido<br />
y hasta la casa había crecido para engendrar<br />
un segundo piso y barda nueva.<br />
Se sobresaltó, pero enseguida reconoció<br />
el perro que pedía su alimento. Pensó<br />
en dejarlo morir de hambre, siempre<br />
había sentido odio y repugnancia por<br />
ese animal, aunque este la respetaba y<br />
no la molestaba de más. Se levantó y bebió<br />
agua de un pocillo, lo bebió rápido<br />
como era la su costumbre, el cual lavó<br />
y acomodó rápidamente, aunque ya no<br />
había nadie que se lo exigiera.<br />
Se tocó la cara con un dolor ahora<br />
lejano, sacudiendo la sangre seca y se<br />
perdió de nuevo en sus pensamientos<br />
como hacía a cada rato. Se vio a ella<br />
de niña mientras observaba a los otros<br />
niños dirigirse a la escuela, lugar que<br />
nunca visitó siquiera. Sólo conocía la<br />
parcela donde había trabajado prácticamente<br />
toda su vida y la choza donde<br />
se encontraba. Siempre deseó ir al río,<br />
no a la parte de los lavaderos, sino más<br />
91
abajo donde nadaba la gente. Pensó<br />
en la única vez que fue a la feria, pero<br />
su pensamiento volvió a don Pedro penetrándola<br />
con violencia y luego rompiéndole<br />
la cara a golpes. Su tía la convenció<br />
casarse con él aunque sólo tenía<br />
catorce años. Cada vez que la montaba<br />
y golpeaba, la dejaba en un rincón sintiendo<br />
la cara explotar, los primeros<br />
años se sentía desgraciada, pero luego<br />
comprendió que para eso vivía, para trabajar,<br />
ser chingada y recibir golpes de<br />
ese hombre que por un trato con su tía<br />
que murió poco después de realizarlo,<br />
murió dejándole la tierra donde vivían.<br />
En la época de cosecha le iba mejor,<br />
porque don Pedro desaparecía por días<br />
de la casa, era bien sabido que invitaba<br />
a tomar a sus amigotes sin reparar en<br />
gastos. , pero cuando no se iba el alcohol<br />
lo embrutecía y las golpizas eran<br />
más brutales. Volvió al presente sin sobresaltos,<br />
encendió el fogón, porque ya<br />
era hora de comer y puso unos tomates<br />
y un chile al fuego para preparar una<br />
salsa, esta vez comería lo que deseaba<br />
y le gustaba, nadie le tiraría la comida al<br />
suelo argumentando que era asquerosa.<br />
Se sentó a comer después de enjuagarse<br />
la cara. Sintió un dolor en la<br />
espalda, pero lo recibió con agrado<br />
recordando el trabajo de esa madrugada.<br />
Dirigió la irada a la pila de rocas<br />
al fondo del patio y por primera vez en<br />
muchos años, sonrió.<br />
No la perturbó imaginar el cadáver<br />
del hombre odiado bajo esas rocas, ni<br />
el dolor que le quedó en el brazo, luego<br />
de rebanarlo a machetazos mientras<br />
dormía la borrachera esa madrugada.<br />
92
93
94<br />
LA CASA<br />
DE LA LOCURA<br />
Por Juan Pascal
El sol resplandecía en lo alto de un<br />
cielo azul. Bajo sus cálidos rayos<br />
la naturaleza bullía exultante. Disfrutando<br />
de tan maravilloso día primaveral<br />
estaban los cuatro amigos que<br />
habían decidido ir de acampada el fin<br />
de semana. Tras montar las tiendas<br />
en donde dormirían, pasearon por los<br />
senderos de la zona para contemplar la<br />
prodigalidad que los rodeaba. Lo hicieron<br />
por parejas, Peter y Claire encabezando<br />
la marcha y Jason y Kate a unos<br />
pasos de distancia. El camino los condujo<br />
hasta la ribera de un caudaloso río<br />
cuyo curso abandonaron para adentrarse<br />
más en la foresta encandilados<br />
por el canto de las aves y el esplendor<br />
de la primavera.<br />
En su deambular cansino llegaron<br />
ante un edificio abandonado del que la<br />
vegetación hacía mucho que se había<br />
convertido en su dueña. No había nada<br />
que los impidiera entrar. Ni alambras<br />
delimitando el reciento ni puertas cortándoles<br />
el paso a la construcción.<br />
Peter y Claire esperaron que sus<br />
compañeros llegaran a su altura.<br />
—Jason, ¿sabes qué es este lugar? —<br />
preguntó Claire.<br />
—Ni idea —contestó encogiéndose<br />
de hombros—. Me habían hablado de<br />
la zona, pero nadie me comentó nada<br />
acerca de un viejo edificio.<br />
—Todavía es pronto. ¿Por qué no<br />
echamos un vistazo? —sugirió Peter<br />
comprobando el reloj y calculando las<br />
horas de luz que aún tenían por delante.<br />
—Sólo si no hay psicópatas asesinos<br />
acechando dentro —bromeó Kate.<br />
—Peter está un poco loco. ¿Eso descarta<br />
la aventura? —se burló Jason.<br />
—Querida, Kate, tienes un novio gallina.<br />
Busca cualquier excusa para no<br />
entrar —respondió Peter para después<br />
dirigirse hacia su amigo—: ¿Has traído<br />
calzoncillos de sobra, gallinita? Los vas<br />
a necesitar.<br />
—Venga, Kate, entremos y dejemos a<br />
estos dos pavonearse aquí fuera.<br />
<strong>La</strong>s jóvenes ascendieron los cuatro<br />
escalones de piedra cubiertos de malas<br />
hierbas que daban a la entrada. En el<br />
suelo, a un lado, había una señal. Claire<br />
se agachó para despejar las hierbas y<br />
ver qué decía. <strong>La</strong> oxidada y desgastada<br />
señal advertía de no pasar.<br />
Hicieron caso omiso.<br />
En la pared de la fachada, junto a la<br />
entrada carente de puertas, leyeron unas<br />
letras talladas: «Sanatorio Sanford». Debajo,<br />
el año de la fundación: «1908».<br />
Claire y Kate entraron agarradas del<br />
brazo la una de la otra bajo un silencio<br />
respetuoso.<br />
Mientras ellas se adentraban en el<br />
edificio, Peter y Jason deambularon<br />
inspeccionando por los alrededores.<br />
No paso mucho tiempo cuando unos<br />
gritos llamaron la atención de los dos<br />
hombres, quienes se apresuraron a ir<br />
hacia la entrada principal. Con cara de<br />
pánico surgió de las entrañas del sanatorio<br />
Kate, gritando palabras sin sentido.<br />
—Cálmate, ¿qué sucede? ¿Dónde está<br />
Claire? —inquirió Peter intentando parecer<br />
tranquilo.<br />
—Se ha…se ha caído —tartamudeó<br />
mientras señalaba hacia dentro del<br />
edificio—. Se ha venido abajo el suelo<br />
y ha caído a un piso inferior…<br />
Peter, antes de que la joven terminara<br />
de relatar lo acontecido, echó a correr<br />
para ayudar a su novia, siendo seguidos<br />
por la otra pareja. El desesperado joven<br />
echaba la mirada atrás para que Kate le<br />
indicara dónde estaba Claire.<br />
Cuando llegaron a una siniestra habitación<br />
de ventanas enrejadas por las que<br />
95
apenas entraba la luz del sol, sólo hallaron<br />
un agujero en el suelo, pero nadie en él.<br />
—¿Dónde está? —Peter miró con desesperación<br />
en los ojos a Kate.<br />
—No…no lo sé. ¡Estaba ahí! Sin poder<br />
moverse —contestó ésta asustada.<br />
Había varios metros de altura, y era<br />
imposible bajar. Más sin tener con que<br />
ayudarse. Debían encontrar un acceso<br />
al piso subterráneo. Kate, en un estado<br />
de excitación casi incontrolable, les<br />
contó que se habían separado. Poco<br />
después escuchó un tremendo ruido y<br />
un leve grito. Cuando llegó al lugar de<br />
donde provenía el chillido, se encontró<br />
el agujero que daba a una planta inferior<br />
y a Claire que había caído en él y<br />
estaba inconsciente. Tras lo cual, salió<br />
a toda prisa a buscarlos. No entendía<br />
cómo era posible que no siguiera allí.<br />
Buscaron y buscaron la forma de llegar<br />
a ese lugar bajo sus pies que habían<br />
visto con sus propios ojos que existía.<br />
Pero no lograban hallar la manera de<br />
hacerlo. Ni siquiera una mísera cuerda<br />
eran capaces de encontrar.<br />
Claire comenzaba a despertarse.<br />
Sentía un profundo dolor en la parte<br />
posterior de la cabeza. Además tenía<br />
todo el cuerpo magullado y cuando intentaba<br />
mover las piernas o las manos<br />
le resultaba imposible.<br />
—Mira quien se despierta —oyó decir<br />
a una voz gutural.<br />
Cuando logró abrir al fin los ojos y enfocar<br />
la imagen borrosa que tenía fren-<br />
96
te a sí, contempló la figura de un doctor<br />
de enmarañado pelo canoso y gruesas<br />
gafas. Claire se encontraba atada de<br />
pies y manos en una silla. También<br />
estaba sujeta por la frente para impedirle<br />
mover la cabeza. No podía gritar<br />
pidiendo auxilio a sus amigos, estaba<br />
amordazada. Sólo observar aterrada<br />
lo que tenía frente a ella y agitarse, sin<br />
éxito, con desesperación.<br />
<strong>La</strong> habitación parecía demasiado<br />
moderna para un lugar abandonado<br />
como aquel. ¿Dónde estaba?<br />
El supuesto doctor cogió algo y se<br />
acercó a Claire.<br />
—Bien, joven. Vamos a curar los males<br />
que te afligen. Comenzaremos por<br />
el patente déficit de atención que padeces.<br />
Después trataremos otros más<br />
graves —dijo.<br />
<strong>La</strong> joven no entendía nada de lo<br />
que el chalado ese le decía. Se fijó en<br />
su bata y en el nombre bordado: «Dr.<br />
Sanford».<br />
—Si no quieres perder un ojo, te aconsejo<br />
que no te muevas.<br />
Y se acercó al rostro de la joven con<br />
un bisturí para cercenarle los párpados<br />
y que pudiera prestar atención a cuanto<br />
la rodeaba en el futuro. <strong>La</strong> próxima<br />
vez que observara una señal de no pasar,<br />
obedecería.<br />
Los terroríficos gritos que se afanaban<br />
por salir de la garganta se ahogaban<br />
en la mordaza mientras la afilada<br />
hoja del bisturí hacía su trabajo…<br />
97
HOY EN DÍA<br />
LOS JÓVENES<br />
NO LEEN<br />
DEMASIADO<br />
Por Emmanuel Torres Hernández<br />
Hoy en día los jóvenes no leen demasiado,<br />
pero no podemos evitar<br />
escuchar hablar de las diferentes<br />
novelas que se hacen acerca de temas<br />
relacionados con el amor, estas novelas<br />
si que tienen una repercusión tremenda<br />
en ellos por que mas que dejarles conocimientos,<br />
es una forma de entretenimiento<br />
para ellos los escritores de estas<br />
novelas han sabido sacarle provecho a<br />
sus historias, sin embargo estas novelas<br />
98<br />
tienen un par de aspectos negativos hacia<br />
los jóvenes de la actualidad, ya que<br />
se sienten muy identificados con estos<br />
personajes ficticios lo cual puede producir<br />
que el chico o chica que lea estas<br />
pueda cambiar su forma de ser por quererse<br />
parecer a su personaje del libro,<br />
incluso podríamos decir que estos producen<br />
estereotipos ya que al ponerse<br />
tan de moda estas historias todos quieren<br />
leerlas e inconscientemente estos
pueden creer que si eso esta de moda<br />
ellos deben de ser como el personaje<br />
del libro, hay otras formas en la que la<br />
lectura repercute ya que aun hoy en día<br />
hay jóvenes que leen las obras clásicas<br />
llenos de conocimientos y diferentes géneros<br />
que producen satisfacción al leer,<br />
estas obras maestras que simplemente<br />
son magníficas para cualquier lector.<br />
Lo que si es indudable es que muchos<br />
de los libros que leen los jóvenes actuales<br />
son de acción y casi siempre llevan<br />
consigo un tema en el que los protagonistas<br />
sean competidores de algún tipo<br />
de certamen (donde debe de ser mejor<br />
que los demás para sobrevivir), lo cual<br />
puede ser algo que produzca en los jóvenes<br />
un poco más de atracción hacia la<br />
lectura, aun que a decir verdad esto parece<br />
ser de poco importancia para ellos<br />
ya que lo que realmente les llama la<br />
atención es la historia de los personajes.<br />
99
Algo que sin lugar a duda no podemos<br />
dejar pasar es que la mayoría de las<br />
jóvenes que leen son mujeres, y un doto<br />
curioso que podemos observar después<br />
de que leen una de estas historias antes<br />
mencionadas (novelas juveniles), se terminan<br />
enamorando del protagonista, lo<br />
cual significa que en el mundo real buscan<br />
un chico con esas cualidades, que a<br />
decir verdad es casi imposible.<br />
También podríamos decir que la mayoría<br />
de jóvenes leen por moda es decir<br />
que si algún libro con buena historia o<br />
con trama que atrape puede volverse<br />
una película, como consiguiente los<br />
jóvenes leen la película y como consecuencia<br />
de esta comienzan a leer el libro,<br />
incluso leen por que un autor de renombre<br />
murió, como todos sabemos cuando<br />
esto pasa es normal que se vendan<br />
mas sus libros muerto que vivo, coincidencia<br />
no lo creo es la moda que los<br />
jóvenes tratan de seguir ya que ellos no<br />
se sienten bien sin seguir a la mayoría.<br />
Lo que es un hecho es que la lectura<br />
de cualquier libro (de aventuras, acción,<br />
etc.) necesita de la imaginación<br />
del lector para dar una verdadera experiencia<br />
a este, lo cual no es diferente en<br />
los jóvenes y esta es otro de las razones<br />
por la que leen ya que les produce una<br />
sensación de satisfacción o al contrario<br />
de desagrado y esto podría verse reflejado<br />
en su estado de animo , ya que si<br />
un joven le un libro alegre podríamos<br />
decir que su estado de ánimo será positivo<br />
y, que si lee una historia aburrida o<br />
triste su estado de animo sea negativo.<br />
100
101
102<br />
MÁS ALLÁ<br />
DE TU CARNE<br />
Por Israel Montalvo
El Sol era una nuez anaranjada que<br />
se posaba sobre el firmamento, el<br />
viejo alemán recorría el camino<br />
que conducía a la choza que compartía<br />
con su amante, ubicada al extremo<br />
norte de la torre del fin de los tiempos.<br />
El viejo aun usaba ese uniforme militar<br />
con que había llegado al confín de los<br />
mundos, era una segunda piel. Roída<br />
y carcomida por una eternidad, como<br />
su rostro, un reflejo de hastío, hacía un<br />
tiempo que se había quitado el bigote<br />
que había llevado por su rostro por<br />
toda una vida, se parecía al de Chaplin,<br />
aunque en él, perdía su gracia para<br />
convertirse en algo amenazador.<br />
El viejo era un ermitaño que vivía<br />
en un aislamiento perpetuo, salvo por<br />
su amante, el resto del mundo desconocía<br />
su presencia, era un fantasma<br />
en una ciudad de olvidos, como lo era<br />
su amante, un judío tan frágil como el<br />
cristal finamente cortado, él era una<br />
contradicción, tanto con el viejo como<br />
para la cordura, pasaba sus tardes en<br />
la tienda de antigüedades de la Divine,<br />
quien se consideraba «la persona más<br />
inmunda del mundo», un título que se<br />
había ganado en su juventud, en que<br />
se dedicó a explorar el lado más oscuro<br />
de la naturaleza humana. El judío iba<br />
cada día en busca de condenaciones<br />
para decorar su nido de amor. Ahí se<br />
encontró con el libro de la vida de un<br />
hombre llamado Destino, en el cual leía<br />
lo que vendría y le daba las respuestas<br />
para cada suceso. Siempre traía una<br />
toalla blanca con manchas marrones<br />
en la cabeza simulando un turbante.<br />
Y vestía una piyama estampada con<br />
ositos dormilones y pantuflas peludas.<br />
Hablaba en su propio idioma, una mezcla<br />
de palabras invertidas y parábolas<br />
bíblicas, para el viejo ese despojo de<br />
hombre era el amante más generoso<br />
con que se hubiese topado en esa u<br />
otra vida. Lo había conocido en su llegada<br />
y sin pensárselo le brindó su casa<br />
y consuelo después de haber huido de<br />
otra existencia donde fue el verdugo de<br />
hombres como su amado. A veces se<br />
odiaba por llegar a sentir compasión<br />
por él, quién había cargado el sufrimiento<br />
del mundo bajo sus hombros,<br />
sus manos aún tenían frescas las huellas<br />
de la crucifixión, estigmas sangrantes<br />
que le impedían ser útil en cualquier<br />
cosa. En cierto modo ellos eran<br />
dos gotas de agua, dos versiones de la<br />
misma cosa, el ying y el yang, mientras<br />
su amado intentó salvar a los hombres<br />
con el sacrificio, el viejo intentó salvar<br />
a su pueblo quitando del mapa a todos<br />
los demás.<br />
Ninguno logró una diferencia. El mundo<br />
siguió sin ellos, enfrascado en sus<br />
errores, mientras sus despojos de humanidad<br />
terminaron en una minúscula<br />
cabaña pérdida en el anonimato a las<br />
afuera de la ciudad del otoño perpetuo.<br />
Ese día según sus cálculos, sería su<br />
aniversario, algo que tuvo que explicárselo<br />
sin lograr hacerlo entrar en razón<br />
al judío, aun así, el viejo decidió hacerle<br />
un regalo, algo para demostrarle su<br />
importancia, aunque, su amado no lo<br />
comprendiera ni le interesara. Fue a<br />
la tienda de la Divine y se hundió en el<br />
foso de antigüedades por los confines<br />
del sótano, entre las bizarrías más singulares<br />
que Divine había acumulado<br />
en vidas, muchas de ellas databan de<br />
existencias, antes de los tiempos y las<br />
eras, y ahí fue donde se encontró con<br />
la caja blanca.<br />
Pesaba menos de un gramo y en ella<br />
podrían caber tan solo un par de zapatos.<br />
Se perdía en una blancura perpetua<br />
103
y estaba cubierta por algo que simulaba<br />
la piel de algo vivo. Divine le contó<br />
lo que creía saber sobre la caja blanca,<br />
era en cierto modo, como la caja negra<br />
de un avión, sólo que en su interior se<br />
escondía el registro de universos perdidos<br />
y humanidades extintas.<br />
El viejo no lo pensó dos veces y se llevó<br />
la caja, ese sería el regalo ideal para<br />
su amado, el registro de otros tiempos,<br />
mucho antes de que ellos marcaran<br />
una vida con sus actos.<br />
Esa noche, después de la cena, el viejo<br />
le dio la caja, su amante estaba fascinado<br />
con la textura que simulaba la piel<br />
de algo vivo, y el viejo se preguntaba por<br />
su contenido, Divine le rogó que no la<br />
abriese por nada del mundo, sin darle<br />
un porque, y eso, alimentó su curiosidad.<br />
Después de beberse los restos de<br />
un par de botellas (a fin de cuentas era<br />
su noche), el viejo se había desinhibido<br />
con la legua dejando libres las historias<br />
de la gran guerra y el reinado de un milenio<br />
que nunca llegó a existir, mientras su<br />
amado no le prestaba gran atención ya<br />
que estaba perdido en el libro de la vida,<br />
en el pasaje que hablaba de quien leía<br />
esta historia y de cómo acabarían sus<br />
días. El viejo dejó libre a la curiosidad<br />
que tanto deseaba indagar en la caja,<br />
a la cual, su amante le había tomado<br />
poco interés. Se balanceo sobre ella y la<br />
tomó en sus manos. No lo pensó, quitó<br />
104
la tapadera que cubría la superficie y<br />
se encontró con una ranura vaginal, un<br />
himen inmaculado, que bien podría ser<br />
unos labios carnosos. El viejo la acarició<br />
con sus dedos y se le puso dura con ese<br />
suave roce. Se dejó llevar por el impulso<br />
y al darse cuenta le daba un beso a la ranura,<br />
separó sus labios al sentir como se<br />
habría y dejaba una obertura donde se<br />
asomaba la oscuridad, aquello que habitó<br />
la existencia antes de la existencia.<br />
Era tan pura y hermosa. Un negro absoluto.<br />
Despertó emociones que no sabía<br />
que se podían sentir y una necesidad de<br />
fundirse en aquel olvido, y dejar de ser.<br />
<strong>La</strong> caja cayó de sus manos que eran un<br />
temblor palpitante. Levantó la vista y vio<br />
a su amante, su atención estaba tanto en<br />
él como en aquello que había indagado,<br />
era como si ese negro profundo lo hubiese<br />
poseído, dejó de lado el libro donde<br />
todo está escrito, como lo que debía hacer<br />
en ese momento. Se quitó el turbante,<br />
en su mirada, se podía ver una lucidez<br />
que nunca se le había conocido. El judío<br />
fue al encuentro del viejo y tomó sus manos<br />
temblorosas, le dio un prolongado<br />
beso y lo guio a los confines de otros<br />
cosmos, en busca de un lugar en que por<br />
fin serían solo uno. Se hundieron por esa<br />
ranura hasta perderse en la negrura dejando<br />
a la caja por el piso, en su lomo la<br />
obertura simulaba una boca hambrienta,<br />
deseosa por dar otro gran bocado.<br />
105
106<br />
PERSEIDE<br />
Por Miriam Guadalupe Ubaldo Colín
Perseide era una chica huérfana<br />
que vivía sola en un departamento<br />
en el centro de la ciudad; era<br />
muy soñadora, anhelaba ser parte del<br />
universo. Era tan indecisa que pasaba<br />
sus días pidiendo opinión sobre lo que<br />
quiere. Rafael era un chico egocéntrico<br />
que buscaba dejar una marca en el<br />
mundo y vivir luchando para lograrlo.<br />
A pesar de ser tan diferentes, tenían<br />
algo en común: ellos se amaban.<br />
Un día, mientras Perseide miraba el<br />
cielo nocturno por el balcón de su departamento<br />
mientras fumaba un cigarrillo,<br />
pasó una estrella fugaz; entonces<br />
ella pidió un deseo, pidió ser parte del<br />
universo: ella pidió ser una estrella.<br />
Al siguiente día Rafael fue a buscarla<br />
al colegio para que fueran al cine y<br />
charlaran, pero al llegar al colegio se<br />
encontró con sus amigas, las cuales<br />
le dijeron que no había asistido a clases.<br />
Él, extrañado, fue a buscarla a su<br />
departamento, pero el portero le dijo<br />
que no había llegado la noche anterior.<br />
Entonces él paso días buscándola por<br />
todas partes pero no encontró nada.<br />
Perseide no pensó en las consecuencias<br />
que tendría su deseo, jamás pensó<br />
que por algo así dejaría de estar al lado<br />
de Rafael. Le pidió al universo que deshiciera<br />
el deseo, pero este le respondió<br />
que ya no podía deshacer el deseo, aunque<br />
le dio una opción: le dijo que solo le<br />
daría un día a mitad del verano para que<br />
pudiera susurrarle a Rafael mensajes al<br />
corazón, y le dijo que para que Rafael la<br />
reconociera le daría el color de su labial<br />
preferido y tendría una luz tan brillante<br />
que él la reconocería al instante.<br />
Así transcurrió el primer verano, en el<br />
cual ella ya era una estrella.<br />
Rafael, en una noche del primer verano<br />
sin Perseide, se paró en el balcón<br />
y miró el cielo estrellado, recordándola,<br />
cuando de repente vio una luz brillante<br />
de color celeste, quedando perplejo<br />
ante tal suceso; después sintió un sobresalto.<br />
Cuando reaccionó, en un parpadeó,<br />
vio frente a él a Perseide quien<br />
le tomó la mano, ella le susurró al oído<br />
que su amor era especial, infinitamente<br />
humano, transparente y frágil como<br />
el cristal que tal vez podría romperse<br />
y que era mejor no tocarlo, ella le dijo<br />
que quizá por eso el universo le había<br />
concedido lo que tanto anhelaba, pues<br />
ahora era parte del universo he iba a<br />
estar junto a él en todo momento. Él no<br />
comprendió lo que paso, solo despertó<br />
del otro lado de la cama con los ojos<br />
cerrados, no supo si ella estaba cerca o<br />
solo lo había soñado.<br />
Rafael tardo días para entender lo<br />
que había sucedido, entonces decidió<br />
ser astronauta para así poder buscar a<br />
Perseide y estar de alguna forma junto<br />
a ella, pero a pesar de eso él no pudo<br />
encontrarla en los tantos viajes que hizo.<br />
Así pasaron los años, el comenzó a<br />
envejecer y solo Perseide lo visitaba en<br />
medio del verano, siempre recordándole<br />
lo tanto que lo amaba.<br />
Un día de verano Rafael enfermó demasiado,<br />
y debido a sus problemas de<br />
salud él debía dejar su profesión, pero<br />
esto era algo que él no quería pues seguía<br />
teniendo la esperanza de encontrar<br />
a Perseide, así que decidió hacer su último<br />
viaje, aunque sabía que no volvería.<br />
Entonces su nave despegó y todo iba<br />
de maravilla, pero al llegar al espacio<br />
su nave comenzó a fallar. Entonces, al<br />
querer controlarla, la nave dio un jaloneo<br />
y sucedió algo inexplicable, fue<br />
como si de repente todo comenzara a<br />
pasar de manera más lenta. Al parecer<br />
había entrado en una dimensión alter-<br />
107
na; sabía que todo está perdido pues<br />
ahora menos encontraría a Perseide.<br />
Se sentía impotente.<br />
El tiempo siguió su marcha y Rafael no<br />
sabía cómo volver; después de estar un<br />
largo rato comenzó a quedarse dormido,<br />
pero en un cabeceó lo deslumbro una luz<br />
celeste, entonces despertó y miró con los<br />
ojos muy abiertos, juró verla bailando<br />
junto a las estrellas, y en efecto, era ella.<br />
Era Perseide que caminaba hacia él y<br />
cuando llego frente suyo, dijo<br />
—Rafael, ¿quieres ir conmigo?<br />
—Sí, Perseide —contesto él.<br />
—Bien, ahora ya no tienes boleto de vuelta.<br />
Cuando salga el sol en la tierra, este<br />
revelará el secreto de nuestra existencia,<br />
hablarán de nuestra belleza como algo que<br />
jamás se ha visto en la tierra y vendrán a<br />
buscarnos de todos los puertos y querrán<br />
nuestra magia en las tiendas. Tú y yo ahora<br />
somos dos cometas. Ahora seremos dos<br />
estrellas a las que ni siquiera los astrónomos<br />
sabrán darles nombre. Ahora que estamos<br />
fuera de contexto, el universo nos<br />
queda pequeño. Nadie nos alcanza, nadie<br />
nos conoce, solo somos el viento que sopla<br />
las nocturnas noches del verano.<br />
Pasado esto nadie sabía que había<br />
pasado con Rafael, quienes lo conocían<br />
sabían que había ido a buscar a<br />
Perseide, pero que en su intento vano<br />
el murió. Otros comentan que algo extraño<br />
pasó en el espacio.<br />
Al final, ellos se volvieron todo y<br />
nada a la vez.<br />
108
109
110<br />
RETIRO<br />
ESPIRITUAL<br />
Por Anys Felici
Día 1<br />
Empiezo con el ayuno, orar en silencio<br />
de rodillas sobre el pequeño espacio<br />
que tengo para dormir, luego escuchar<br />
misa a las siete de la mañana, reflexionar<br />
sobre los errores cometidos en<br />
nuestra corta vida, agradecer a Dios, el<br />
seminarista pregunta quién no se ha<br />
confesado, el cura está listo para escuchar<br />
nuestros pecados.<br />
—Ave María purísima.<br />
—Sin pecado concebida.<br />
—¿Cuándo fue tu última confesión?<br />
—No me acuerdo, padre.<br />
—Dime tus pecados.<br />
Mi primer pecado es haber comulgado<br />
sin la confesión, y el segundo es que<br />
no he hecho mi primera comunión,<br />
—¡Santa madre de Dios! ¡¿Quién te<br />
dijo que podías comulgar sin el sacramento,<br />
muchacho sin vergüenza?!<br />
¡Y no le he dicho lo peor! Me da mi penitencia<br />
y dice que saliendo del encierro<br />
me van a preparar para mi primera<br />
comunión.<br />
El lugar huele a comida, pero no nos<br />
dan, nos hacen sufrir hasta que cae la noche<br />
y nos regalan un vaso de agua natural.<br />
Día 2<br />
El ayuno es de a huevo todos los días,<br />
la misa también, comida si hay, pero<br />
para mí no, se la tengo que ofrecer a<br />
Dios por comulgar sin recibir el sacramento,<br />
rezar el rosario cuando cae la<br />
tarde, y después dar gracias a Dios por<br />
el día que me permitió vivir.<br />
A la cama a las diez en punto y yo con<br />
el estómago vacío, me pongo de rodillas<br />
y pido perdón a dios porque me estoy<br />
muriendo de hambre y pienso salir<br />
a robar algo para comer.<br />
<strong>La</strong> puerta está abierta, no nos tienen a<br />
fuerzas. ¡A huevo nos tienen a dieta! Por<br />
lo menos a mí, los seminaristas y sacerdotes<br />
se encierran en un salón a rezar y<br />
planear lo que se hará el siguiente día.<br />
Camino como orangután por todo el lugar<br />
hasta que doy con la cocina, fuerzo la<br />
cerradura con delicadeza, soy un delincuente<br />
con modales, entro por la parte<br />
de atrás, por adelante está el comedor<br />
y está cerrado, aunque parece que hay<br />
alguien adentro, una luz se ve al interior.<br />
Una vez adentro escucho un cuchillo<br />
picando sobre una tabla de madera, la<br />
luz está apagada pero el sonido es muy<br />
claro, alguien pica verdura, me guio por<br />
el sonido, una mujer con el pelo en la<br />
cara es la que está preparando un guiso,<br />
imagino para almorzar. ¡Me muero<br />
de hambre, me gruñen las tripas! Hablo<br />
para no espantarla, levanta el rostro y<br />
el que se asusta soy yo, sus ojos son rojos<br />
por el reflejo de la luz, deja de picar<br />
y pone un dedo en sus labios, susurra<br />
despacio, hay alguien afuera y no quiere<br />
que haga ruido, luego sigue picando.<br />
Con el corazón latiendo a un ritmo<br />
fuera de lo normal, busco cualquier<br />
cosa que pueda comer, abro el refrigerador<br />
y saco leche, manzanas y un poco<br />
de queso fresco, no es suficiente pero<br />
me conformo con poco. ¡Del susto el<br />
hambre se me fue! Me apuro, el gordo<br />
que limpia las mesas viene directo hacia<br />
la cocina, corro a la puerta y miro a<br />
la mujer, entonces encienden la luz.<br />
Día 3<br />
A las once es la merienda, fruta picada con<br />
sal y limón, el chile es para los valientes. El<br />
hombre que prepara la comida vive diario<br />
enojado, es el gordo que limpiaba las mesas,<br />
la niña no se ve por ningún lado.<br />
111
Dios me perdono porque tengo derecho<br />
a comer y me muero de hambre,<br />
entramos todos juntos en fila ordenada<br />
a tomar lugar en el comedor, el cocinero<br />
y su ayudante sirven mesa por<br />
mesa. Después de comer, nos organizan<br />
en grupos y salimos a dar un paseo<br />
por el lugar.<br />
—Hay una vieja escondida en la<br />
cocina.<br />
—Aquí no permiten mujeres, es un retiro<br />
exclusivo para hombres, una mujer<br />
es una tentación muy grande para cualquiera<br />
de nosotros.<br />
—Yo la vi, el gordo la tiene escondida<br />
en la cocina, ha de ser su hija, esta chavala<br />
y bien preciosa.<br />
—A lo mejor es su mujer, el chamaquillo<br />
puede que sea su hijo. No es su<br />
mujer, pero se lo voy a preguntar en la<br />
noche, cuando nos manden a dormir<br />
me voy a meter a la cocina.<br />
⁂<br />
—¿Por qué picas a oscuras? —pregunto<br />
comiéndome una manzana que saque<br />
del refrigerador, hablo en voz baja.<br />
Su respuesta es su dedo en los labios<br />
y el susurro para pedirme que me calle,<br />
nos van a escuchar. En silencio la miro<br />
picar, picar y picar, parece un fantasma<br />
pero es real.<br />
Día 4<br />
Dios tardó una semana en crear al<br />
mundo. El primero; el cielo y la tierra<br />
El segundo; el día y la noche. El tercero,<br />
las aguas y lo seco. El cuarto; el sol, la<br />
luna y firmamento. El quinto; Animales<br />
marinos, aves. El sexto, los animales<br />
domésticos, los animales salvajes, y<br />
además a todos los reptiles, según su<br />
112<br />
especie. Y luego Dios dijo: «Hagamos al<br />
ser humano a nuestra imagen y semejanza.<br />
Y Dios creo al Hombre. Al séptimo<br />
decidió descansar.<br />
—¿Qué te llama el viejo? ¿Es tu papá?<br />
<strong>La</strong> muchacha asiente para confirmar,<br />
quiero escucharla hablar pero ella sigue<br />
picando, me voy porque escucho que alguien<br />
viene, en el comedor siempre hay<br />
luz, la cocina está en penumbras.<br />
Día 5<br />
Los pecados, aunque sean chicos, sobre<br />
todo si son habituales, frenan el<br />
crecimiento espiritual, y no dejan alcanzar<br />
la santidad.<br />
Esta noche vamos a acampar, quemamos<br />
bombones e instalamos casas<br />
de campaña, hacemos fuego y contamos<br />
historias de terror para no descansar<br />
en toda la noche, nos robamos<br />
el vino para consagrar, las personas<br />
que nos cuidan todavía no se ordenan<br />
como sacerdotes, están en sus días<br />
para desertar, este día no queremos<br />
que nos hablen de Dios.<br />
—¿Y de que quieren hablar? —pregunta<br />
el seminarista.<br />
—Del viejo de la cocina, el velador —digo yo.<br />
—¿Qué quieres saber que te intriga tanto?<br />
Somos quince cristianos arrepentidos<br />
y maltratados por la vida, todos<br />
recién salidos de la penal.<br />
—Tiene una mujer escondida en la cocina,<br />
mi amigo ya la vio —dice mi vecino.<br />
—¡Está prohibido salir a media noche<br />
y hurgar por todo el lugar! No hay nadie,<br />
don Pepe vive solo con su hijo, no<br />
tiene mujer ni ninguna hija —se altera<br />
el seminarista.<br />
—¡Tiene una hija y bien preciosa<br />
la condenada mocosa! —afirmo con<br />
seguridad.
—¿Quiere ayunar por tres días? —se<br />
dirige a mí—. Eres el más tragón del<br />
grupo y es un sacrificio que puedes<br />
ofrecer a Dios, estas aquí por algo, es la<br />
quinta noche y no has entendido nada<br />
—camina en círculo rodeándonos y nos<br />
cuenta una historia de terror—. Hay un<br />
fantasma que ronda por el lugar todas<br />
las noches, toma la forma de lo que<br />
más nos hace daño en la vida, una tentación<br />
como el demonio quiso a engañar<br />
a Jesús en sus días de soledad, es<br />
lo mismo con esa mujer que dices ver.<br />
No alucino ni cuando estoy drogado,<br />
me quiere asustar, pero yo estoy curado<br />
de espantos. No le tengo miedo ni al<br />
diablo. No alego porque no quiero que<br />
me refundan otra vez en el bote. ¡Acabo<br />
de salir! No he visto a mi mujer, vi a mi<br />
madre antes de subir al camión, me dio<br />
la bendición. Salgo a media noche de<br />
la casa de campaña, camino descalzo<br />
entre la oscuridad, la luz del comedor<br />
me guía y también el sonido que hace<br />
el cuchillo en la tabla de madera.<br />
—Mi papá invento esa historia, no<br />
quiere que nadie venga por las noches<br />
y me mire aquí picar.<br />
<strong>La</strong> hermosa chica susurra, es blanca<br />
de ojos negros, cabello largo liso y pesado,<br />
no pasa de los quince años, está<br />
en la edad de la belleza, de la perfección<br />
y de la pureza.<br />
—¿Por eso picas a oscuras? Te vas<br />
a cortar un dedo, eres muy bonita.<br />
¿Cómo te llamas?<br />
Me muestras sus delicadas manos, hay<br />
marcas de cortadas viejas en las plantas<br />
y en los brazos, el viejo la pone a picar de<br />
noche, en el día la encierra en otro lugar,<br />
quiero tocar sus manos pero las retira y<br />
sigue picando, nos escucha y se acercan<br />
a paso rápido, me escondo donde puedo,<br />
el chamaco enciende la luz, hace un<br />
ruido con los labios, mira a su hermana y<br />
apaga la luz, regresa al comedor.<br />
Continúa en el número 7...<br />
113
¿SERÁ POSIBLE<br />
FORMATEARSE<br />
LA MENTE?<br />
Por Manuel Rodriguez<br />
Un ordenador lo adquirimos del<br />
centro comercial programado y<br />
nuevo…, en el trabajo diario llegan<br />
hasta su disco duro nuevos programas<br />
mediante: señal WiFi, USB, CD, memorias,<br />
etc. Y, con ellos; los virus (pequeños<br />
programitas que se instalan de contrabando)<br />
entonces: hay que limpiarlos.<br />
Nuestro cerebro como en el caso del<br />
ordenador, llegó a este mundo limpio y<br />
nuevo para ir poco a poco programán-<br />
114<br />
dose de acuerdo a la calidad y forma de<br />
vida. Después del paso de los años ese<br />
ser humano se convierte en: amargado,<br />
inestable y esclavo de perjuicios; es el<br />
momento de procurarse una limpieza,<br />
formatear la mente para convertirse en<br />
una mejor persona (tratable con los demás,<br />
dar felicidad a los seres queridos y<br />
también ser feliz…) Cuando el ordenador<br />
está lento y va perdiendo memoria,<br />
es preciso formatear su disco duro en-
viando los virus al tacho de basura empujados<br />
por el antivirus; consiguiendo<br />
una súper máquina otra vez.<br />
<strong>La</strong>s vivencias diarias perturban la<br />
mente, la enturbian, lo saturan bombardeando<br />
al cerebro desde las primeras<br />
horas de la mañana ya sea por la<br />
televisión con sus noticias de crímenes,<br />
violaciones, catástrofes y abusos; o los<br />
diarios, las noticias de la radio, las quejas<br />
de la pareja, la conducta de la gente,<br />
el tráfico, el jefe, el delincuente que<br />
asalta en fin; una serie de virus que van<br />
acabando con nuestra lucidez, paciencia,<br />
tolerancia, complacencia y todas<br />
esas bondades que aún nos quedan;<br />
transformándose en fatiga mental…<br />
explotamos ante lo más mínimo o simplemente<br />
consentimos para evitarnos<br />
disgustos en la espera que llegue la<br />
noche para poder descansar y volver<br />
al nuevo día renovados. ¿Cómo liberar-<br />
115
nos de estos pequeños programas instalados<br />
en nuestra mente?<br />
Empecemos contando una historia, y<br />
otra, y otra, y otra… acá una corta historia<br />
de cierta persona que nació en el<br />
campo, libre de toda contaminación; en<br />
sus primeros años de vida lo pasó pastoreando<br />
sus ovejas en sus praderas con<br />
flores y pajaritos volando por entre los<br />
pétalos de las flores. Se fue a la ciudad<br />
ilusionado por las bondades que contaban<br />
quienes le habían antecedido en<br />
su aventura de explorador; sin embargo<br />
encontró todo mezclado y vicios que dé<br />
a pocos le iban contaminando su mente<br />
fresca. Trabajó en una empresa industrial<br />
en calidad de contrato indefinido,<br />
hizo carrera adaptándose a los vaivenes<br />
de la vida diaria hasta que un día fue<br />
despedido; empezando sus preocupaciones<br />
y problemas por mantener sus<br />
comodidades a las que estaba acostumbrado<br />
y, sin ingreso económico en su haber<br />
empezaron las preocupaciones y el<br />
dolor de cabeza.<br />
Su mente se le nublaba negándose<br />
aceptar lo que le pasaba, se sentía desplazado<br />
creyendo que tal vez la gente o<br />
sus amigos se estarían burlando de él,<br />
llegando a enfermarse de estrés; tumbado<br />
en la cama le llegó la miseria de la que<br />
siempre quiso huir, pero ya estaba ahí<br />
como si la hubiere llamado sin querer;<br />
entonces, decidió tomar la experiencia<br />
de los ordenadores y pensó… ¡yo podría<br />
también formatearme la mente!, y se<br />
ideo un plan a seguir. Había conseguido<br />
informarse algunos detalles de cuando<br />
preparaban al hombre para ir a la luna,<br />
donde el principal problema era su sentido<br />
de orientación; en los aviones de guerra<br />
el horizonte estaba siempre ahí por<br />
muchas vueltas que se diera la nave no<br />
perdía orientación, sin embargo en el espacio<br />
la cosa era distinta, sabiendo que<br />
allá no existe las dimensiones terrestres<br />
(arriba, abajo, derecha, izquierda). Los<br />
laboratoristas y físicos de la NASA idearon<br />
unos anteojos los cuales no deberían<br />
de ser retirados en ningún momento, ni<br />
siquiera cuando dormían.<br />
Pasaron los días y la cosa iba muy<br />
bien hasta que uno de ellos se aburrió<br />
y optó por quitárselos para ver qué es<br />
lo que sucedía; era el día veintinueve<br />
de la misión y, no pasó nada; veía todo<br />
116
normal, por lo tanto sugirió a sus compañeros<br />
hicieran lo mismo; llegando a<br />
establecer algo especial que fue motivo<br />
de estudio por los laboratoristas para<br />
los viajes espaciales; llegando a una feliz<br />
conclusión: «Si por el tiempo de treinta<br />
días te repites constantemente una<br />
orden, tu mente termina aceptándolo<br />
como cierta y adapta todo su sistema en<br />
función al nuevo suceso» entonces pensó:<br />
¡Claro pues, ahí está la solución…!<br />
Durante treinta días o más se encargó<br />
de escribir todo lo que recordaba de su<br />
vida pasada y que no le interesaría más,<br />
incluso decidió que los veinte años de<br />
trabajo permanente en la empresa industrial<br />
deberían de ser formateados<br />
de su mente; como en efecto así lo hizo.<br />
Llenó varios cuadernos de historias sin<br />
sentido. Estaba contando historias a<br />
alguien, escribiéndolos en los papeles<br />
y los iba depositando en una caja que<br />
abandonaba por bajo su cama.<br />
Cuando se cansaba de escribir los<br />
leía imaginándolo en su mente como<br />
algo sin valor y repudiable, con desprecio;<br />
escribía en el día y en la noche,<br />
hasta llenar la caja de escritos y los<br />
guardó en un lugar que solo él conocía<br />
(nuestro tacho de desperdicios en la<br />
PC) en donde estarían disponibles por<br />
si necesitara alguna información pasada<br />
por accidente. De vez en cuando le<br />
daba una ojeadita a algunas historias<br />
y se reía de ellas para contentar a su<br />
mente y decirles que ahí estaban, que<br />
si fueran necesarios podría traerlos de<br />
regreso en cualquier momento para<br />
ver alguna información necesaria y así,<br />
pasaron algunos años hasta que un día<br />
decidió quemarlos; sin siquiera mirar<br />
lo que alguna vez escribió (Vaciar el tachito<br />
de desperdicios) y decidió poner<br />
su mente en esos momentos que más<br />
feliz se sintió para vivir en paz y tranquilidad.<br />
Joseph Campbell decía: «El<br />
único modo de averiguar algo sobre<br />
tu felicidad, es poner la mente en esos<br />
momentos en que más feliz te sientes,<br />
cuando realmente eres feliz; no excitado,<br />
no solo entusiasmado, sino profundamente<br />
feliz. Esto requiere un poco<br />
de auto análisis. ¿Qué es y porque te<br />
hace feliz? Tómalo, no importa lo que<br />
diga la gente. Eso es lo que yo llamo seguir<br />
el camino de tu corazón».<br />
117
118
NOVELAS<br />
POR ENTREGAS<br />
119
120<br />
EL<br />
CEMENTERIO<br />
DE<br />
SOULDETH<br />
(SEGUNDA PARTE)<br />
Por<br />
Aly Cañizales<br />
Siguió caminando después de su<br />
último encuentro, siempre se sentía<br />
un poco cansada después de<br />
ayudar a alguien, pero no tanto como<br />
para no seguir en su trayecto, era una<br />
misión que no se podía abandonar, la<br />
satisfacción de formar parte del fin de<br />
un doloroso ciclo la obligaba aun a<br />
querer seguir interviniendo. Muchas<br />
historias se había topado en su haber,<br />
cada visita era una aventura extenuante,<br />
se empezaba a sentir sabia, como<br />
aquella persona que conoce demasiados<br />
lugares en poco tiempo.<br />
No faltaba mucho para llegar a la<br />
tumba de su madre, pero eso no era<br />
garantía de nada, pues en Souldeth<br />
todo podía suceder, pues no solo se había<br />
topado en sus viajes con historias<br />
como la de Amiel y Sarah, recordó la de<br />
Dylan y Kevin un par de gemelos que<br />
conoció años atrás, uno fanático del<br />
rock pesado, siempre llevaba un bastón,<br />
mientras Kevin era un fiel seguidor<br />
de los Pixies, honorable y preocupado,<br />
casi un ángel, recordó también a Santiago<br />
y a Carlos, padre e hijo, quienes<br />
contaban una historia bastante difícil<br />
de tragar, lo de ellos databa de antes<br />
de la llegada de la tercera guerra mundial<br />
donde los ángeles y los demonios<br />
(según los libros) habían tenido algo<br />
que ver en la llegada de la nueva era.<br />
A veces se escondía detrás de las<br />
tumbas, si comparamos su visión con<br />
la de una persona normal sería tanto<br />
como un soldado que ve en la noche<br />
al enemigo con sus propios ojos contra<br />
otro que usa lentes para detectar el<br />
calor de los cuerpos, esta vez intentó<br />
dejar a los muertos llorar sus pérdidas,<br />
pretendía llegar más temprano pues<br />
como cada noche esperaba que el espíritu<br />
de su madre se presentara, jamás
había podido verla, pero como cada<br />
noche, estaba llena de fe.<br />
No pasó mucho tiempo para que viera<br />
una figura femenina llorando al pie<br />
de una tumba llamativa, llena de flores<br />
y querubines, de un diámetro pequeño<br />
y sencillo, pero adornada como cualquier<br />
príncipe querría, nuevamente<br />
utilizó todo el sigilo que le aprendió a<br />
los gatos de aquel lugar, caminó despacio<br />
arrastrando esas estúpidas muletas,<br />
iba lento, despacio, pero algo en<br />
su cuerpo la traicionó, el par de armatostes<br />
metálicos que la acompañaba<br />
de sus muslos a sus pies rechinó por<br />
primera vez en años.<br />
No era casualidad se dijo a sí misma,<br />
era el destino y ese no se podía modificar,<br />
no lo hizo con la muerte de su madre, entonces<br />
ella entendió que el destino solo<br />
pasa, como la brisa en verano, como la<br />
caída de hojas en otoño, como el frío en<br />
invierno, siguió caminando con la frente<br />
en alto y tratando de mostrar una cara<br />
desinteresada, no había sorpresa en lo<br />
que estaba por pasar, pues apenas dio<br />
cinco pasos y quedó a tres metros de<br />
aquel fantasma, este lo divisó sin problemas<br />
volteando a la derecha, no la llamó a<br />
que se presentase, ni siquiera se le quedó<br />
viendo fijamente como Amiel, esta vez<br />
simplemente el fantasma regresó a sollozar<br />
frente a la lápida.<br />
Fue ella esta vez la que al ver ese dolor<br />
en la mirada, esa perdición en esos<br />
ojos negros, tuvo que acercarse.<br />
—¿Cuál es tu nombre?<br />
—¡Aziza! —respondió el fantasma.<br />
—¿Por qué sufres así? —interrogó<br />
Dayreen.<br />
Aquella chica de piel tostada cubierta<br />
por velos que daban vuelta en su cabeza<br />
no respondió, se limitó a darle una mirada,<br />
no más que una mirada, sus verdes<br />
ojos regresaron a aquella obscura esquina<br />
adquiriendo un semblante afligido.<br />
Este era el momento para que<br />
Dayreen se alejara, para que huyera de<br />
la responsabilidad de tener que hacer<br />
algo, pero como toda mujer y aún más,<br />
como toda heroína, espero a que el sollozo<br />
de Aziza terminara, en el fondo<br />
sabía que ya no era cosa de aquel fantasma,<br />
era cosa de ambas y así tendría<br />
que solucionarse, entre ambas.<br />
—¿Y qué pasa Aziza? ¿Por qué tu alma<br />
sufre tanto?<br />
—Eres tan pequeña, tan inofensiva, tal<br />
vez no tanto como ella, pero te aseguro<br />
que tu como ella tienen un lugar donde<br />
descansar, no como yo, que cada noche<br />
vuelvo a este lugar —respondió.<br />
<strong>La</strong> respuesta de Aziza no había hecho<br />
más que confirmar lo que Dayreen se temía,<br />
todos esos querubines y esa tumba<br />
pequeña, eran de una niña, de una niña<br />
posiblemente más pequeña que ella, y<br />
eso le dolía demasiado, solo pensarlo,<br />
seguro pudieron ser amigas y jugar juntas,<br />
pero la vida no era así de tierna, sino<br />
que era tan dura como para arrebatarle<br />
una madre a una hija, o lo contrario a<br />
una hija de los brazos de su madre.<br />
—No sé qué te pasó Aziza, pero lo que<br />
puedo decirte es que si tú fueras mi<br />
madre llorándome todo este tiempo,<br />
te abrazaría hasta llegar al cielo.<br />
—¿El cielo? ¿Qué hay con él? No tiene<br />
nada de especial, nunca he estado ahí,<br />
pero si toma bebés, animales y gente<br />
buena, no puede haber nadie bueno<br />
tras de él.<br />
—El dolor te hace hablar, en mis más<br />
duras noches, en mis más solitarios días,<br />
siempre pienso en el cielo y cada día<br />
descubro que es real —repuso Dayreen.<br />
—¿De qué hablas? Yo sé que el cielo<br />
existe y es mejor que esto, pienso que<br />
121
el motivo de tu amabilidad, solo puede<br />
ser el resultado de tu dolor.<br />
—No sabes nada, y ciertamente yo<br />
tampoco lo sé, pero estoy seguro de<br />
que en el fondo tú sabes que necesitas<br />
reposo, tranquilidad y paz.<br />
Aziza nuevamente dirigió una mirada a<br />
la pequeña que estaba detrás de ella, no<br />
entendía por qué esta niña estaba interesada<br />
o preocupada por ella y su situación,<br />
secó sus lágrimas, se giró completamente<br />
hacia ella y se puso a analizarla tanto como<br />
pudo, sus ojos eran tan hermosos como los<br />
de ella misma, su mirada desprendía un<br />
aire de inocencia que solo era opacado por<br />
lo profundo que parecían ser sus palabras,<br />
cuando realmente puso atención, se dio<br />
cuenta que aquella no era una niña normal<br />
y decidió continuar su conversación.<br />
—Ya sabes cuál es mi nombre, ahora<br />
me gustaría saber el tuyo y me gustaría<br />
que me contaras que haces aquí —dijo<br />
Aziza forzando una sonrisa.<br />
—Mi nombre es Dayreen, estoy yendo a<br />
visitar la tumba de mi madre, no me queda<br />
mucho trayecto, pero me gustaría pasar<br />
más tiempo con ella, como ves, yo también<br />
he perdido a un ser importante en mi vida,<br />
tengo mucho tiempo sola, pero no me permito<br />
ponerme triste, lo hago por ella.<br />
—No me cabe duda que eres fuerte<br />
Dayreen, pero no entiendes que nuestra<br />
situación es completamente diferente,<br />
se supone que un hijo entierre a sus padres,<br />
no al revés; un hijo que entierra a<br />
su padre, continúa su legado, un padre<br />
que entierra a su hijo ve morir el suyo.<br />
Estas palabras abrieron por completo<br />
la perspectiva de Dayreen, pudo sentir<br />
el dolor que Aziza cargaba, era más<br />
grande de lo que ella pensaba, pero<br />
para entender por completo tenía que<br />
pedirle algo más.<br />
—Me gustaría saber tu historia Aziza,<br />
ayúdame a entenderte, tal vez si lo haces,<br />
te sentirás mejor, mi madre decía<br />
siempre que desahogarse te liberaba.<br />
Los ojos de aquella chiquilla penetraron<br />
hasta el fondo de su alma, algo<br />
la obligo a ceder, reviviría una vez más<br />
su dolor, pero de alguna manera sabía<br />
que era lo correcto, era momento de<br />
dejar que alguien la escuchara, después<br />
de tantos cientos de años.<br />
—Nací cerca del año 1300 en la ciudad<br />
de Damasco, fui criada en un ambiente<br />
espiritual y conservador, por aquel<br />
entonces, las más bellas mujeres eran<br />
solo sirvientes sexuales de los gobernantes,<br />
pero no yo, mi posición cercana<br />
a la realeza me permitía tener mucha libertad,<br />
tanta como nuestras creencias le<br />
permitían tener a una mujer, yo era muy<br />
feliz con eso, se me enseñó desde muy<br />
pequeña a servir a los hombres, pero<br />
también se me enseñó la valía del abolengo,<br />
me gustaba leer y escribir aunque<br />
esto último no era del todo apreciado,<br />
pues aun entre riquezas, las mujeres no<br />
teníamos derecho a ser partidarias de la<br />
propia voluntad, sin embargo yo soñaba,<br />
creía que podría cambiar las cosas, más<br />
cuando me di cuenta del desfile de pretendientes<br />
que mis padres rechazaban a<br />
mi nombre, supuse que ellos pretendían<br />
que me casara por amor, no por un arreglo<br />
como nuestras costumbres dictaban<br />
desde siempre, no sabía que era lo que<br />
122
ealmente me esperaba, de haberlo sabido,<br />
hubiera cambiado las cosas.<br />
Aziza dejaba el corazón en cada una de<br />
sus palabras, Dayreen sospechaba de a<br />
poco lo que venía a continuación en esta<br />
historia, pues al ver aquellos ojos verdes<br />
pudo darse cuenta que nuevamente el<br />
amor por otra persona, tenía algo que ver<br />
con el desenlace de la misma.<br />
—<strong>La</strong> situación cambiaría cuando Dareh<br />
llegó, era rico, galante, venia de<br />
una familia posicionada aun por encima<br />
de la mía, lo podríamos definir<br />
como el primo del Rey, yo había escuchado<br />
de él, de su cabello negro rizado,<br />
de su fuerza en la batalla al venir de<br />
un padre militar, lo conocían como la<br />
sombra de Damasco y así, un día simplemente<br />
llegó y encantó a mis padres,<br />
encantó a todos, menos a mí, por otro<br />
lado su hermano menor Gazsi llegó con<br />
él, eran muy parecidos aunque completamente<br />
diferentes, era un caballero,<br />
era perfecto, su único pecado era<br />
no ser primogénito, fue entonces que<br />
mis papás me vendieron, me canjearon<br />
por poder, y ahí me di cuenta de que no<br />
rechazaron a los demás por mí, esperaban<br />
un príncipe y había llegado, me di<br />
cuenta de que era solo una moneda de<br />
cambio que fortalecería relaciones, no<br />
me enojé, me decepcioné, Dareh dedicaba<br />
todo su tiempo a las cúpulas elitistas,<br />
Gazsi estuvo cuidándome la mayor<br />
parte del tiempo que su hermano<br />
se encontraba de viaje, al principio creí<br />
que lo hacía solo en nombre de su hermano,<br />
para asegurarse de que yo no le<br />
faltara a su honor, pero poco a poco me<br />
di cuenta de que él estaba muy interesado<br />
en mí, más de lo que yo creía…<br />
»Poco a poco empecé a desarrollar<br />
un sentimiento debido al gran interés<br />
de Gazsi en mí, yo sabía que era una<br />
mujer casada, pero a causa de los «importantes<br />
viajes de Dareh» ni siquiera<br />
pudimos consumar nuestro matrimonio,<br />
de vez en cuando volvía con<br />
regalos, comíamos en la misma mesa,<br />
incluso dormíamos en la misma cama,<br />
pero éramos dos desconocidos, sus regalos<br />
se apilaban sin abrir en el rincón<br />
de la habitación donde tenía mi ropa,<br />
no me molestaba en abrirlos.<br />
—No me imaginaba que así fueran los<br />
matrimonios, recuerdo que cuando mi<br />
madre estaba viva, al principio mi padre<br />
llegaba y la tomaba entre sus brazos,<br />
la cargaba y le daba vueltas, eso la<br />
hacía reír mucho, pero después el obtuvo<br />
aquel gran trabajo que lo alejó de<br />
nosotros igual que tu esposo se alejó<br />
de ti, pero por lo menos el siempre trató<br />
de estar presente y se preocupaba<br />
por nosotros, te entiendo —Dayreen se<br />
puso triste al recordar.<br />
Aziza pudo ver por un momento en<br />
el semblante de la niña un espejo, ambas<br />
sentían el dolor de la soledad, de la<br />
separación, en diferente escala, pero a<br />
final de cuentas, el mismo sentimiento<br />
obscuro, sin demorar más, continuó.<br />
—Una noche mientras Dareh estaba<br />
lejos, su hermano me hizo compañía<br />
por los jardines del palacio donde vivíamos,<br />
el sabía de mis deseos de salir a la<br />
ciudad, pero al no poder desobedecer<br />
las órdenes de su hermano mandó traer<br />
123
todo el mercado rodante dentro del<br />
palacio, sabía que seguía encerrada en<br />
una jaula de oro, pero por lo menos él<br />
le había puesto una ventana con esa acción,<br />
quedé fascinada con cada uno de<br />
los puestos, me hice con algunos inciensos,<br />
mantas, semillas y fragancias, después<br />
de eso me acompañó a mi alcoba,<br />
sin mediar palabra me besó y me confesó<br />
su amor, yo no pude corresponderle<br />
del todo pues, era una mujer casada, así<br />
que le pedí que se fuera, él lo hizo sin<br />
poner objeción, pero dijo algo más antes<br />
de irse: «No pasarán muchas lunas,<br />
antes de que nuestro amor se funda, y<br />
no hay nada que Dareh pueda hacer, lo<br />
quitaré de en medio».<br />
—No debe ser para nada fácil estar<br />
en esa situación, Aziza —dijo Dayreen<br />
asombrada.<br />
—No lo era, tenía un compromiso con<br />
alguien a quien no conocía y un lazo<br />
emocional con alguien prohibido. Tenía<br />
ya medio año de casada cuando un<br />
sirviente me anunció el retorno de mi<br />
esposo, esta vez vendría de manera definitiva,<br />
me puse nerviosa, Gazsi estaba<br />
molesto, fue a buscarme nuevamente<br />
por la noche a mis aposentos.<br />
—¿No lo entiendes Aziza? Él no te<br />
merece, regresará a quitarnos lo que<br />
sentimos el uno por el otro, te llena de<br />
obsequios vacíos y de caricias falsas,<br />
no puedo soportar la idea de que estés<br />
con él, tú deberías estar conmigo —dijo<br />
Gazsi con desesperación.<br />
—No puedo romper mi matrimonio,<br />
no puedo faltar al honor de mi familia ni<br />
al de mis creencias, no importa si siento<br />
algo por ti o no, esto debe parar —Aziza<br />
cerró la puerta de golpe.<br />
Gazsi golpeó la puerta de madera<br />
con todas sus fuerzas, gritaba su nombre,<br />
repitiendo que tenía que ser de él,<br />
124<br />
que habían nacido para estar juntos. No<br />
aceptaría un no por respuesta, su rencor<br />
era tal que juro por Dios que tomaría lo<br />
que por derecho le correspondía.<br />
El día anunciado había llegado, Dareh<br />
arribó al palacio cargado con regalos<br />
y una sonrisa perfecta, se había preparado<br />
una celebración de bienvenida,<br />
la cerveza y la comida estaba servida<br />
sobre una mesa que recibió al hombre<br />
de la casa, además de a sus generales<br />
que lo habían acompañado a través de<br />
sus viajes políticos. Cruzó la puerta enfundado<br />
en su traje de batalla mientras<br />
Aziza lo veía desde el balcón, entró en<br />
la capilla y presento sus respetos a sus<br />
ancestros y a su profeta. Se quedó ahí.<br />
—No podía negar lo mucho que me<br />
dolía perder la cercanía que tenía con<br />
Gazsi, así que me armé de valor y bajé<br />
al altar lista para confrontarlo, para pedirle<br />
que me dejara en libertad, al acercarse<br />
a la entrada pude escuchar la voz<br />
de mi esposo.<br />
—Oh, gran Señor, he sido paciente, he<br />
viajado a cada lugar de las cercanías<br />
para formar una alianza, una que proteja<br />
a mi mujer, una que me permita<br />
formar una familia que esté libre de peligro,<br />
cumplí mi promesa de no tocar a<br />
mi mujer en todo este tiempo para no<br />
traer a un heredero a un reino inseguro,<br />
hoy ya no quiero ser más la sombra de<br />
Damasco, hoy solo quiero ser Dareh, esposo<br />
de Aziza, hermano de Gazsi, hoy te<br />
pido me des la bendición de ser padre<br />
pues estoy listo, a pesar de los consejos<br />
de mi hermano, compré un obsequio de<br />
cada una de las tierras que visite pues el<br />
recuerdo de la mirada de mi esposa no<br />
se iba, cargué con él en cada lugar, permíteme<br />
acercarme a ella.<br />
Tenía una mano recargada en el marco<br />
de la puerta, la otra cubría su boca
mientras las lágrimas rodaban por su<br />
rostro, sin hacer ruido se alejó hasta las<br />
escaleras que conducían nuevamente<br />
a su habitación, abrió la puerta que<br />
ocultaba todos esos regalos que había<br />
mandado Dareh, revisó caja por caja<br />
y se arrepintió de su soberbia apenas<br />
descubrió el contenido de la primera.<br />
Un hermoso collar de oro blanco con<br />
una esmeralda, en el fondo de la caja,<br />
una carta redactada a puño y letra que<br />
iba dirigida a ella, en esta lo explicaba<br />
todo, tras darse cuenta de esto, continuó<br />
abriendo los regalos, ignorando las valiosas<br />
joyas comenzó a leer carta por carta.<br />
—Recuerdo cada palabra, algunas de<br />
ellas aún retumban en mi memoria...<br />
Me la paso pensando en ti, ruego porque<br />
cuando regrese entiendas que toda<br />
esta distancia solo ha sido para acercarme<br />
a ti.<br />
Gazsi me ha dicho que te sientes sola,<br />
que tal vez debería dejarte ir, pero mi<br />
amor egoísta no hace más que pedir<br />
una oportunidad de remediarlo todo,<br />
mis acciones podrán no ser las mejores,<br />
pero te juro que son nobles, porque son<br />
de corazón.<br />
Muero con cada luna que se esconde<br />
en el horizonte, la sola idea de un beso<br />
tuyo me devuelve el ánimo, el tiempo<br />
eterno muere asesino de tranquilidad<br />
con cada instante de tu falta.<br />
Hoy le he pedido a Gazsi que te lleve el<br />
mercado sobre ruedas al palacio, le ha<br />
parecido una tontería, incluso inapropiado,<br />
pero si tu felicidad es lo que está<br />
en juego, romperé todas las reglas que<br />
han sido impuestas, que Dios me perdone,<br />
pero prefiero verte feliz.<br />
Dayreen apenas procesaba lo que<br />
aquella chica le estaba diciendo, Dareh<br />
no era ese guerrero torpe y sin sentimientos<br />
que se antojaba con las impre-<br />
Ilustración de<br />
Leiver Álvarez<br />
125
siones de las primeras palabras de Aziza,<br />
era solo un torpe y brusco guerrero enamorado,<br />
Gazsi había mentido en todos<br />
y cada uno de los días que había pasado<br />
con aquella mujer, ¿Cómo puede haber<br />
gente tan ruin en el mundo? <strong>La</strong> respuesta<br />
era muy sencilla, el amor y el poder<br />
son sentimientos similares, son acciones<br />
gemelas, pues ambas están llenas<br />
de ambición, solo que mientras el poder<br />
busca la felicidad propia, el amor busca<br />
la felicidad de alguien más.<br />
—¿Qué hiciste entonces, Aziza? —preguntó<br />
Dayreen.<br />
—Morir, matar y vivir. Morí en dolor al<br />
darme cuenta del engaño del que había<br />
sido víctima, maté el sentimiento<br />
falso que Gazsi había logrado despertar<br />
en mí y finalmente me decidí a vivir<br />
el verdadero amor que Dareh me ofrecía,<br />
aquel que era puro de corazón.<br />
»En cuanto entró a la habitación y sin<br />
mediar palabra lo tomé del rostro con<br />
mis manos, mis lágrimas aun caían por<br />
mis mejillas, y le dije que era el hombre<br />
más maravilloso del mundo, lo besé con<br />
toda la pasión que había en mi ser y me<br />
dejé amar por él por primera vez, desde<br />
ese día cargué con el fruto de su amor que<br />
se abultó en mi vientre, nueve meses de<br />
espera llenos de detalles, de comprensión,<br />
de amor verdadero. Desgraciadamente<br />
estaba olvidándome de un sentimiento<br />
tan grande como ese amor, un sentimiento<br />
que tampoco muere… la venganza.<br />
»Al nacer Anjum, nombre que le dio<br />
Dareh por su difunta madre, las cosas<br />
se complicaron, la guerra con los pueblos<br />
judíos se había recrudecido, las invasiones<br />
a nuestros pueblos eran cada<br />
vez más comunes, Dareh se volvió a<br />
enfundar su traje de batalla, Gazsi que<br />
todo ese tiempo se había mantenido<br />
sin dirigirme la palabra nuevamente se<br />
quedó conmigo encargado de mi protección<br />
y la de mi hija, apenas me dirigía<br />
la mirada, pero de igual manera, yo<br />
sentía aún un enorme rencor hacia él.<br />
»Llegó una noche de guerra, las aldeas<br />
alrededor del palacio se preparaban<br />
para recibir el embate del ejército<br />
judío, yo estaba lista para tomar a<br />
Anjum y resguardarme con ella como<br />
Dareh me lo había pedido, enorme fue<br />
mi sorpresa al escuchar la puerta de mi<br />
cuarto partirse y ver entrar a Dareh furibundo,<br />
se acercó a mí y me golpeó con<br />
su mano abierta en la mejilla, la sorpresa<br />
entumeció mis pensamientos; el miedo<br />
se había apoderado de mi cuerpo.<br />
—¡Eres una maldita! Jamás debí enamorarme<br />
de ti, nunca debí creer en tus<br />
mentiras, no mereces nada de mí.<br />
—Dareh, ¿qué estás haciendo? ¿Por<br />
qué me hablas de ese modo?<br />
—No intentes mentir, perra, ahora lo<br />
sé todo. ¿Cómo pudiste jugar así conmigo?<br />
¡Con mi propio hermano! Ya no<br />
tiene caso que lo ocultes más, te daré<br />
tu merecido.<br />
—Al principio no entendía de que hablaba,<br />
pero a lo lejos pude notar a Gazsi<br />
sonriendo en la entrada, acompañado<br />
de tres de los sirvientes más fieles del<br />
126
palacio, entonces lo comprendí, los había<br />
comprado para mentir a mi esposo,<br />
le hizo creer que yo había sido de él, que<br />
habíamos tenido amoríos mientras el<br />
buscaba el bien de nuestra familia, mis<br />
explicaciones no sirvieron de nada, no<br />
había palabras que entraran en sus oídos.<br />
Escuché el llanto de Anjum que<br />
despertaba por todo aquel ruido y le<br />
pedí que reconsiderara sus acciones y<br />
me escuchara, por nuestra hija.<br />
—Esta bastarda no es mi hija, no lo<br />
será nunca, no es más que el fruto de<br />
tu aventura con el infeliz de mi hermano,<br />
no merece estar viva.<br />
Dayreen escuchaba en silencio la<br />
cruenta narración.<br />
—Mi dolor no podía ser más grande, al<br />
menos eso creí, hasta que lo vi tomarla<br />
con una mano de la cama cual trapo<br />
sucio, todo se me hizo demasiado<br />
lento, me incorporé, gritándole extendí<br />
mis manos hacia ella, queriendo arrebatársela,<br />
pero era demasiado tarde, la<br />
arrojó desde el balcón, el ruido seco del<br />
impacto me impulsó hacia la barandilla<br />
desde donde solo se distinguía un<br />
charco de sangre. Quedé inmóvil.<br />
»No pude articular palabra, apenas<br />
unos instantes después de eso, pude<br />
ver como caía en la cuenta de lo que<br />
había hecho Dareh, estaba perdiendo<br />
la cordura, pues no apartó la vista de<br />
nuestra hija muerta, no duro mucho<br />
cuando de pronto la sangre brotó de su<br />
boca, la luna brilló en el filo de la espada<br />
que atravesó su pecho. Gazsi cumplió<br />
su venganza acabando con los dos<br />
seres que más amé en el mundo.<br />
—Me encerró en un calabozo y solo<br />
me dejó salir para el funeral de mi hija,<br />
pues a Dareh lo tiró a un foso que rodeaba<br />
el palacio, quiso obligarme a<br />
ser su esclava, pero fui más fuerte que<br />
él, tomé su daga y la clavé en mi corazón.<br />
Lo siguiente fue que desperté aquí<br />
hace ya muchos años…<br />
Dayreen no paraba de llorar, la historia<br />
la había consumido, pero eso no era<br />
todo, o más bien, no era lo peor, pues<br />
al tratar de usar su don para ayudarla<br />
se dio cuenta de que no podía y eso se<br />
debía a una simple razón, Dareh estaba<br />
en el infierno, Anjum estaba ya de otro<br />
lado y al ser solo una bebe no podía<br />
usar su energía para llamarla pues esta<br />
no tenía noción de su nombre, Aziza estaba<br />
condenada a penar: por siempre.<br />
No fue necesario que se lo explicara,<br />
ella ya lo sabía, así que solo volvió a mirar<br />
la tumba de su hija y se quedó llorando<br />
otra vez, como si nada hubiera pasado,<br />
Dayreen caminó sin dejar de llorar,<br />
pero se forzó a seguir en búsqueda de<br />
su madre, esta noche había comprendido,<br />
que el amor no lo puede todo y que<br />
la gente si bien no nacía condenada, un<br />
solo instante de su vida, podía cambiar<br />
todo el rumbo de su destino…<br />
Continúa en el número 7<br />
127
¿Cuántas manos han tocado tus manos?<br />
<strong>La</strong>s mismas que te han asesinado.<br />
¿Cuántos ojos te han mirado a los ojos?<br />
Los mismos que al mirarte se han burlado…<br />
Luis Álvarez<br />
128<br />
LA IGLESIA<br />
DEL DIOS<br />
MUERTO<br />
(CAPÍTULO 2)<br />
Por<br />
José Luis Vázquez<br />
<strong>La</strong> ciudad, como de costumbre, parecía<br />
estar cubierta por el lúgubre<br />
manto de luces de diferentes colores<br />
pertenecientes a las marquesinas de<br />
los locales de comida y bares que aún<br />
seguían abiertos, los cuales ofrecían<br />
cobijo a las personas que regresaban<br />
de sus trabajos y a todos aquellos que<br />
buscaban pasar la noche olvidando los<br />
problemas y responsabilidades del día.<br />
<strong>La</strong> lluvia, poco a poco, había comenzado<br />
a caer con mayor fuerza, empapando<br />
a todo aquel que se aventurara a tratar<br />
de sortear los grandes charcos que se<br />
formaban en los baches de las calles y<br />
creando una profunda capa de oscuridad,<br />
la cual distorsionaba aquel manto<br />
de coloridas luces en Ciudad Satélite.<br />
Pese a ir conduciendo aquel Datsun<br />
76 con pericia, Claudia hacía distintos<br />
tipos de ademanes mientras hablaba,<br />
en algunas ocasiones golpeaba el volante<br />
y su voz era aún más fuerte que<br />
el volumen de la música que salía de<br />
las bocinas del automóvil. Julio, recargado<br />
por completo en el respaldo del<br />
asiento del copiloto, solo miraba las<br />
gotas de lluvia golpear la ventanilla del<br />
coche mientras exhalaba el humo de su<br />
cigarrillo, el cual consumía con cierto<br />
grado de desesperación.<br />
—A ver, cabrón —exclamó Claudia<br />
tras dar un golpe al volante, mientras<br />
el automóvil estaba detenido frente a<br />
la luz roja del semáforo—. ¿Me estás<br />
poniendo atención o sólo estoy hablando<br />
como pendeja?
—Perdón… ¿qué me decías? —respondió<br />
Julio, con tranquilidad, mientras<br />
giraba su cabeza para ver a Claudia.<br />
Ella movió la cabeza en franco ademán<br />
de fastidio, y simplemente resopló al<br />
momento en que los automóviles reiniciaron<br />
la marcha.<br />
—Hijo de tu puta madre. No soy tu<br />
pinche chofer como para que vengas<br />
tan tranquilo y ni siquiera tengas la decencia<br />
de ponerme atención —atinó a<br />
responder, tras bufar de forma frustrada—.<br />
Te estoy preguntando si es que<br />
crees que podamos detener al imbécil<br />
este antes de que cometa un nuevo<br />
asesinato. Digo, ya te dije mis teorías,<br />
pero estoy segura de que no pusiste<br />
nada de atención a lo que te estaba diciendo,<br />
¿verdad?<br />
—Tranquila, realmente no te ignoraba,<br />
también pienso en todo lo del<br />
caso… Principalmente en el comandante<br />
—lentamente sacó otro cigarrillo<br />
de su cazadora y lo encendió una vez<br />
que apagó el que ya casi se había consumido<br />
en el cenicero del automóvil—.<br />
Pienso en Rosa y pienso que eso le puede<br />
pasar a cualquiera de ustedes…<br />
—¡Ja! —interrumpió Claudia, con una<br />
marcada ironía—. ¿Tú crees que a nosotras<br />
nos puede pasar algo así?<br />
—Nadie sabe lo que puede pasar —<br />
respondió Julio, con la misma calma<br />
que demostraba en ese momento.<br />
—Hasta parece que no nos conoces<br />
—añadió Claudia, soltando una carcajada<br />
llena de ironía—. Rosa era una tarada<br />
y si le pasó lo que le pasó fue por<br />
eso, por tarada. Estoy segura de que<br />
ella dejó pasar a su asesino. ¡Además<br />
era hija de un policía! ¿De verdad el<br />
comandante no supo enseñarle a defenderse…?<br />
—tras decir esto hizo una<br />
pausa, miró de reojo a Julio y suspiró—.<br />
A nosotros no nos puede pasar eso y<br />
mucho menos con todo lo que traemos<br />
a cuestas…<br />
—No lo sé mejor dímelo tú —respondió<br />
Julio, con la misma tranquilidad que<br />
había mantenido durante toda la conversación—.<br />
Has estado muy insistente<br />
con todo este asunto, más de lo normal…<br />
Mejor dime, ¿qué te preocupa? —preguntó,<br />
Claudia guardó silencio y evitó dirigirle<br />
la mirada. Se aferró con un poco más<br />
de fuerza al volante, y respondió:<br />
—Es que no le encuentro sentido a<br />
todo esto —respondió Claudia, de forma<br />
sincera y preocupada—. Nosotros<br />
nunca nos habíamos hecho cargo de<br />
algo así. El pinche tamarindo siempre<br />
nos deja cosas que ellos no se molestan<br />
en resolver además de los casos<br />
que nos llegan a nosotros, pero esto,<br />
pese a que nos va a dejar una muy buena<br />
paga, es algo bastante grande.<br />
—¿Crees que no demos el ancho? —preguntó<br />
Julio nuevamente, con un dejo de<br />
curiosidad en su voz.<br />
—Claro que no me refiero a eso, nosotros<br />
somos más capaces que esos<br />
imbéciles que andan en patrulla —respondió<br />
Claudia, molesta—. Quiero decir<br />
que debe haber algo más que no<br />
nos han dicho…<br />
—Es sencillo —interrumpió Julio, tras<br />
una bocanada al cigarrillo—. El comandante<br />
no quiere justicia y estoy seguro<br />
de que tampoco le preocupa si hay o<br />
no más muertes. El comandante, lo<br />
que en realidad quiere, es venganza…<br />
—Venganza… —repitió Claudia en voz<br />
alta—. Qué no se haga pendejo, él tiene<br />
los recursos para hacerlo. No necesita<br />
de nosotros para ir a matar al pendejo<br />
que se chingó a su hija.<br />
—Sí nos necesita —interrumpió Julio<br />
nuevamente—. Con la presión de los<br />
129
medios y de los grupos contrarios dentro<br />
del gobierno no se puede iniciar la<br />
cacería de un hombre con recursos de<br />
la policía sin que nadie se entere —hizo<br />
una pausa para tomar una bocanada<br />
más de su cigarrillo antes de que este se<br />
consumiera—, y si la gente se entera de<br />
que hay un loco que está matando mujeres<br />
nada más porque sí, no solo le va a<br />
estallar el problema en la cara a él, sino<br />
que también le va a estallar al regente…<br />
—¿Piensas que ese imbécil también está<br />
enterado de todo? —preguntó Claudia, con<br />
sincera ingenuidad, mientras que bajaba la<br />
velocidad del automóvil para estacionarse<br />
a un lado de la banqueta. El fuerte ruido de<br />
la música que salía de aquel lugar opacaba<br />
el ruido del estéreo del automóvil.<br />
—Claro, debió enterarse al segundo o<br />
tercer asesinato —Claudia apagó el motor<br />
del automóvil y ambos se quedaron dentro.<br />
Julio, sin pensarlo sacó otro cigarrillo—. Estas<br />
cosas no escapan de su oficina y menos<br />
si de alguna manera le puede perjudicar.<br />
Pero al final eso nos conviene, nos van a<br />
dar todo lo que podamos necesitar.<br />
—Dinero, y mucho… esto no va a ser<br />
sencillo —añadió Claudia, mientras apagaba<br />
el motor del automóvil. Ambos<br />
guardaron silencio mientras que, a su<br />
alrededor, la vida nocturna del lugar se<br />
mostraba en todo su esplendor. Julio<br />
sacó la cajetilla de su cazadora y la entregó<br />
a Claudia, quien tomó uno de los cigarrillos<br />
y lo encendió rápidamente, con el<br />
encendedor que también estaba dentro<br />
de la cajetilla. A su alrededor, diversos<br />
grupos de jóvenes entraban y salían de<br />
las discotecas que había en la calle.<br />
—Bueno, ya, lo que sea que tenga que<br />
pasar, pasará… y no podremos evitarlo.<br />
Si tenemos que esperar a que vuelva a<br />
matar para capturarlo entonces así tendrá<br />
que ser —exclamó Claudia, estiran-<br />
130<br />
do su cuerpo sobre el asiento mientras<br />
exhalaba el humo del cigarrillo. Después<br />
abrió la ventanilla del automóvil, dejando<br />
entrar el sonido de la música de las<br />
discotecas, el cual se mezclaba formando<br />
una infortunada melodía—. ¿En qué<br />
disco se supone que iban a estar Aurora<br />
y <strong>La</strong>ura? —Julio guardó silencio un momento,<br />
para después lanzar una ligera<br />
carcajada—. ¿De qué te ríes, pendejo?<br />
—Es que se supone que teníamos que<br />
verlas en el Magic Circus —respondió<br />
Julio, aun riendo. Claudia azotó las manos<br />
en el volante, para después lanzar<br />
el cigarrillo por la ventanilla.<br />
—No mames, ¿y por qué no me dijiste<br />
antes? A mi <strong>La</strong>ura me había dicho que<br />
era en Satélite.<br />
—Sí, pero <strong>La</strong>ura no conoce nada de<br />
esta zona, no puedes culparla por decirte…<br />
—en ese momento, una serie de<br />
gritos se escuchó muy cerca de ellos a<br />
pesar del fuerte sonido de la música.<br />
Cerca de ellos pudieron ver a un grupo<br />
de personas saliendo de una de las discotecas<br />
entre gritos y desesperación.<br />
—¿Ahora qué? —exclamó Claudia, asomando<br />
ligeramente la cabeza por la ventanilla<br />
del automóvil. <strong>La</strong> gente en la calle y en<br />
otros locales rápidamente se contagió por<br />
el pánico, y, tras unos segundos, una serie<br />
de disparos retumbaron con fuerza en el<br />
aire. Julio sacó un revólver de la guantera.<br />
—No lo sé, pero lo mejor será ir a investigar.<br />
Tú quédate aq… —antes de<br />
terminar la oración, escuchó el portazo<br />
al momento en el que Claudia bajó, y la<br />
miró caminando con tranquilidad hacia<br />
el lugar del que las personas corrían.<br />
Julio también bajó y cerró la puerta del<br />
automóvil con tranquilidad.<br />
Continúa en el número 7
131
132
NUESTROS<br />
ARTÍCULOS<br />
133
134
EL CIBERPUNK SIGUE VIVO<br />
CYBERBUNK:<br />
UNA AVENTURA<br />
EN WEBCÓMIC<br />
Por Marco Antonio Ayala García<br />
Nos encontramos en un punto<br />
donde existe un gran exceso de<br />
información, y descartar aquella<br />
que es útil de la que no se ha vuelto<br />
una tarea difícil y muchas veces, cayendo<br />
en negligencia, nos encontramos<br />
ante la incertidumbre de creer o no<br />
creer lo que encontramos en los medios<br />
digitales. Pocas publicaciones o<br />
contenido realmente llegan a tener un<br />
nicho de mercado amplio, de hecho el<br />
mercado está ya tan segmentado que<br />
es cada vez más difícil detectar la efectividad<br />
de un medio, sin embargo uno<br />
de los medios de comunicación que<br />
más ha soportado el paso de los años<br />
es el llamado noveno arte, encontrado<br />
un espacio muy amplio dentro de la internet,<br />
sobretodo mediante el uso de<br />
las redes sociales.<br />
Prueba de ello son los llamados webcómics.<br />
Con el uso de los medios sociales<br />
llegan cada vez a más personas, algunos<br />
con éxito, otros definitivamente<br />
pasan desapercibidos, no obstante, es<br />
un hecho que el webcómic constituye<br />
un escaparate para una gran cantidad<br />
de artistas, muchos de ellos huyendo de<br />
la censura y la falta de apoyo de las grandes<br />
empresas del medio, encuentran en<br />
la web un nicho y verdadero apoyo.<br />
<strong>La</strong> compañía LINE, fuerte competidor<br />
de compañías como Facebook o WhatsApp,<br />
lanzó una aplicación llama Web-<br />
Toons donde aquellos artistas tienen<br />
la posibilidad de compartir sus webcómics<br />
y pueden ser leídos por millones<br />
de usuarios. Esta aplicación se ha popularizado<br />
tanto que muchos artistas<br />
consagrados están subiendo proyectos<br />
personales aprovechando el público.<br />
Es a través de esta aplicación que<br />
nos llega Cyberbunk, una obra creada<br />
por Bradley Mason, escrita por Sam<br />
Machado e ilustrada por Cynthia Sousa<br />
y Amanda Sousa Machado.<br />
135
Tomando miles de referencias a videojuegos<br />
y a la cultura popular nos sumerge<br />
en una historia llena de elementos<br />
de fantasía y futuristas que le dan un<br />
sello único, visiblemente influida por la<br />
ola ciberpunk. Es un webcómic bastante<br />
entrenado, con dibujos llamativos y<br />
divertidos; además cuenta con una historia<br />
firme pero a la vez fácil de digerir,<br />
en un tono ligero de fácil comprensión<br />
característica de un webcómic.<br />
Otros cómics regulares como Transmetropolitan<br />
tienen tintes más políticos<br />
o de crítica social, sin embargo<br />
Cyberbunk, aunque si hace una crítica<br />
social, deja el aspecto político un poco<br />
a un lado, hondándonos más en la relación<br />
entre personajes, como si de un<br />
juego de rol se tratara.<br />
A menudo he pensado en Shadowrun<br />
como la droga de entrada al<br />
cyberpunk. Si tan solo me pagaran por<br />
cada persona que coaccioné para jugar<br />
a Shadowrun como D & D futurista, luego<br />
los dejé caer en una aventura hardcore<br />
de cyberpunk. Claro que los dragones,<br />
los duendes y la magia podrían<br />
aparecer, pero principalmente como<br />
vendajes para entretener a mis amigos<br />
cautivados por la fantasía. Cyberbunk<br />
realmente trae este sentimiento.<br />
Los cuatro personajes principales<br />
son un gnomo con el nombre de Ian, un<br />
robot aparentemente llamado Math y<br />
dos elfos llamados Thame y Ranial. Ian<br />
es nuestro personaje de punto de vista<br />
que es un hacker. Poco después de su<br />
presentación, Ian activa a Math después<br />
de encontrarlo abandonado en el camino.<br />
Sospecho que a medida que avance<br />
la historia aprenderemos más sobre el<br />
misterioso pasado de Math. Ranial es un<br />
guerrero que resuelve todos sus problemas<br />
con sus espadas. Thame, por otro<br />
136<br />
lado, es un agente de una misteriosa<br />
agencia llamada Living Eye (¿o quizás<br />
un ojo viviente real?), que está buscando<br />
algo llamado Facility X.<br />
<strong>La</strong> historia hasta ahora sigue a nuestros<br />
personajes que se encuentran y<br />
van en una misión para encontrar al<br />
Doctor MacGuffin, que aparentemente<br />
conoce la ubicación de la Instalación<br />
X. Sin embargo, es asesinado por un<br />
robot que trabaja para The Forge. The<br />
Forge es un grupo terrorista robot que<br />
está empeñado en matar a los orgánicos.<br />
Nuestro grupo es culpado por la<br />
muerte de MacGuffin y traído por alguna<br />
oscura autoridad. Aparentemente,<br />
Thame es también el sobrino de una de<br />
estas misteriosas autoridades. Estoy<br />
emocionado de ver a dónde va la historia<br />
desde aquí.<br />
Otro aspecto divertido de Cyberbunk<br />
son las referencias aleatorias a la ciencia<br />
ficción. Parte de la apertura tiene<br />
lugar en una tienda de fideos tomada<br />
directamente de Blade Runner, vemos<br />
una referencia al sistema de orientación<br />
de Fallout 3, la palabra Frak es una referencia<br />
a Battlestar Galactica, e incluso<br />
el nombre del Doctor MacGuffin es una<br />
referencia a un concepto usado en la<br />
ciencia ficción llamada MacGuffin, que<br />
es cuando existe una tecnología (u otro<br />
dispositivo de diagramación) no porque<br />
sea científicamente plausible, sino para<br />
impulsar la historia. Estas referencias<br />
agregan una pizca de humor a un comic<br />
que de otra manera se toma en serio.<br />
Cyberbunk fue creado por Bradley<br />
Mason, escrito por Sam Machado e<br />
ilustrado por Cynthia Sousa y Amanda<br />
Sousa Machado. Cyberbunk se actualiza<br />
todos los martes.
137
138
EL ARTE<br />
DEL PLAGIO<br />
O CÓMO COPIAR SIN<br />
MORIR EN EL INTENTO<br />
Por Aurora Ceres<br />
Sí, aunque no quieras aceptarlo, todos<br />
en algún momento de nuestra<br />
vida hemos cometido plagio…<br />
¡¿Cómo?! ¡Eso no es posible! ¡Me estás difamando!<br />
Te aseguró que muchos pensarán<br />
eso o algo similar al leer esa primera<br />
línea, pero es la verdad. Desde los niños<br />
pequeños hasta los autores reconocidos<br />
han plagiado alguna vez un texto.<br />
Pero, en lugar de querer convencerte<br />
con palabras, mejor te lo demuestro: ¿Recuerdas<br />
cuándo eras niño y te dejaban<br />
hacer un resumen de un libro, monografía,<br />
biografía, enciclopedia o cualquier otro<br />
medio que gustes y mandes? Bien, si lo<br />
recuerdas bien, tú copiabas párrafos enteros<br />
de aquellos libros que llevabas a la<br />
escuela, y después pegabas en tu cuaderno<br />
una imagen ad hoc al resumen en cuestión<br />
y… ¡Voilà! Tu resumen estaba listo.<br />
O tal vez recuerdes que, cuando cursabas<br />
la educación media superior, te<br />
dejaban de tarea realizar un ensayo en<br />
la materia que más te caía gorda, por<br />
supuesto tú no tenías ni la más remota<br />
idea del tema en cuestión y mucho<br />
menos te perderías la tarde de cervezas<br />
con tu novia o con tus amigos y<br />
recurrías a la solución más sencilla (al<br />
menos para la gente que es de mi generación<br />
y para los que siguieron): buscar<br />
en El rincón del vago o en Buenas tareas<br />
el tema que necesitabas, medio lo leías<br />
y medio le cambiabas las palabras, lo<br />
hacías lo más bonito posible en Word<br />
con márgenes de colores, letras llamativas<br />
(por supuesto que Comic Sans no<br />
podía faltar… qué horror) y rezabas<br />
para que ninguno de tus compañeros<br />
copiara el mismo trabajo.<br />
Por supuesto, si eras más listo la solución<br />
era buscar en internet ese mismo<br />
tema pero en otro idioma, después<br />
traducirlo con Babel Fish (el traductor<br />
más confiable en aquellos días en que<br />
Belanova cantaba Tus ojos. Sí, muchos<br />
de ustedes no sabían ni hacer del baño<br />
en aquel entonces), arreglar las frases<br />
139
que no se entendieran, darle formato<br />
(Comic Sans, de nuevo…) y entregarlo<br />
de forma triunfante porque sabías que<br />
nadie haría un trabajo igual al tuyo, o<br />
al menos ninguno de tus compañeros.<br />
Claro que, ya en la carrera, los profesores<br />
eran más listos, o al menos eso te<br />
hacía creer, y decían que ellos podrían<br />
detectar cualquier clase de plagio con<br />
solo leerlo… Qué gran mentira, pues<br />
no se dieron cuenta de que tu tesis<br />
era en realidad un monstruo similar a<br />
Frankenstein, hecho de diversas partes<br />
de libros poco conocidos del tema todavía<br />
menos conocido y relevante que<br />
encontraste para hacerla.<br />
Admítelo, eras un genio. Pero claro,<br />
estos casos son solo la punta del iceberg,<br />
pues también solías copiar en los<br />
exámenes, o copiar de los solucionarios<br />
los ejercicios que los profesores de<br />
cálculo diferencial e integral te dejaban<br />
de tarea; aunque si tu profesor era inteligente<br />
no sacaría sus ejercicios de un<br />
libro, sino de su propia cosecha… Por<br />
supuesto eso no impedía que copiaras<br />
los ejercicios del cerebrito del salón,<br />
aquel pobre marginado que solo quería<br />
ser parte de tu grupo social y al que<br />
tus amigos y tú solo utilizaban para<br />
obtener el tan ansiado éxito y reconocimiento<br />
de tus profesores.<br />
Después de haber tenido un éxito rotundo<br />
en tu carrera de plagiador, ¿qué<br />
siguió? El plagio en el trabajo, por supuesto.<br />
Pero eso ya es algo menor pues,<br />
a menos de que trabajes en alguna<br />
área de investigación, o seas periodista,<br />
o redactor, o cualquier otra labor que<br />
necesite un gramo de creatividad, ya<br />
no necesitas el plagio para nada.<br />
Aunque después tendrás que pasarle<br />
esas habilidades a tus hijos, si es que<br />
quieres tener, pese a que tendrás que<br />
140<br />
hacerte el indignado cuando llegue<br />
a ser descubierto por sus profesores.<br />
Aun así, en el fondo estarás orgulloso<br />
de que siga tus pasos…<br />
Siendo honesta, y después de soltar<br />
tanta arena de ese lugar que todos los<br />
hombres con los que he salido desean,<br />
debo decir que pedí permiso al editor<br />
en jefe para poder escribir esto ya que,<br />
como miembro del Honorable Consejo<br />
Editorial de <strong>La</strong> <strong>Sirena</strong> <strong>Varada</strong>, me he<br />
dado cuenta que nunca falta alguien<br />
que realiza un plagio y cree que no nos<br />
vamos a dar cuenta.<br />
Es algo que pasa más con los microcuentos,<br />
mucho más, de verdad. En diversas<br />
ocasiones me he visto tentada a<br />
escribir al autor para decirle sus verdades,<br />
pero, para la buena fortuna de todos, no<br />
tengo acceso a los correos electrónicos.<br />
Sin embargo esta vez no me pude<br />
quedar callada… ¿Por qué? Resulta<br />
que los alumnos de segundo semestre<br />
de preparatoria de la Universidad de<br />
la Salle en Guanajuato participaron en<br />
masa en la sexta convocatoria. Aquí entre<br />
nos, el editor en jefe casi llora como<br />
niñita debido a la emoción de ver tanta<br />
participación. Yo quería llorar pero por<br />
todo lo que tendría que leer.<br />
Bueno, siguiendo con el tema, me parece<br />
que todos estos niños (porque al fin<br />
y al cabo un adolescente sigue siendo<br />
un niño, solo que insoportable) hicieron<br />
su mejor esfuerzo para participar, además<br />
participaron única y exclusivamente<br />
con ensayos. Por un momento me<br />
emocioné casi de la misma forma que el<br />
editor (eso sí, sin llorar como niñita) porque<br />
considero que eligieron un género<br />
muy difícil para su edad.<br />
No tuve más remedio que preparar<br />
una jarra de café y dedicar un día completo<br />
a leer sus ensayos. Al principio
141
fue lo que esperaba: un lenguaje y una<br />
forma de expresarse correspondiente<br />
a niños de su edad, pero, conforme<br />
avanzaba, los ensayos comenzaron a<br />
tornarse más extraños. Primero, las palabras<br />
usadas no correspondían al lenguaje<br />
que normalmente tendrían que<br />
manejar, además, curiosamente, en<br />
muchos de los ensayos que ya llevaba<br />
leídos se culpaba a la tecnología por la<br />
falta de interés de los jóvenes hacia la<br />
lectura. ¿Curioso, no? Un grupo de adolescentes<br />
pensando de la misma forma…<br />
En fin, seguí leyendo más hasta<br />
que me cansé de leer tantas similitudes<br />
en cada uno de ellos, y decidí llegar al<br />
fondo del asunto.<br />
Resulta, que todos estos niños tomaron<br />
como «fuente» el mismo artículo<br />
de monografías.com, titulado «<strong>La</strong> importancia<br />
de la lectura en los adolescentes»<br />
(o al menos la mayoría de ellos,<br />
porque otros tomaron otras fuentes<br />
que también tengo identificadas).<br />
Estuve a punto de comunicarme con<br />
las autoridades de aquella institución<br />
por aquel insulto, porque de verdad<br />
lo consideré un insulto, y para que tomaran<br />
cartas en el asunto. ¡¿Cómo es<br />
posible que estos alumnos no puedan<br />
escribir un ensayo sin plagiar?! <strong>La</strong> respuesta<br />
me llegó en un momento de<br />
reflexión: simplemente no saben hacer<br />
un ensayo.<br />
Y creo que es la verdad, pues es la única<br />
respuesta que de verdad me satisfizo.<br />
Pienso que este grupo de niños no<br />
pensó en las consecuencias de sus actos,<br />
y mucho menos pensaron que estaban<br />
plagiando (bueno, tengo mis reservas,<br />
pero trato de ver lo mejor en la<br />
gente sin importar qué). Y el verdadero<br />
problema detrás de todo esto es que no<br />
saben lo que realmente tenían que ha-<br />
142
cer, y eso es peor aún, porque (desde mi<br />
punto de vista) no tienen el nivel necesario<br />
para estar cursando la educación<br />
media superior. De cierta forma no es<br />
culpa de ellos… bueno, es y no es, usted<br />
me entiende. Es culpa de ellos por<br />
la falta de interés que tienen en su educación;<br />
es culpa de los maestros por no<br />
saber enseñar correctamente este tipo<br />
de conceptos; es culpa de los padres por<br />
no estar más atentos a lo que sus hijos<br />
tienen que hacer, y claro, por no saber<br />
hacer ellos también las cosas.<br />
Al final me alegra saber que, tanto<br />
en este número como en el siguiente,<br />
pudimos incluir algunos ensayos de estos<br />
niños. Siendo sincera, sus ensayos<br />
no son tan buenos como yo quisiera,<br />
y estoy segura de que el editor en jefe<br />
tendrá que hacer mucha talacha para<br />
que estén bien redactados (a final de<br />
cuentas ese es su trabajo). Pero esos<br />
ensayos tienen algo muy importante:<br />
son originales y tienen corazón.<br />
Eso sí, si a alguien se le ocurre volver<br />
a enviar un plagio no pienso ser<br />
tan condescendiente.<br />
143
144
EL ESCRITOR<br />
QUE ESCRIBE<br />
Por Aly Cañizales<br />
Eran exactamente las 3:30 de la<br />
madrugada cuando vi mi reloj, me<br />
levante con mucho miedo, estaba<br />
completamente petrificado, aun no<br />
caía en cuenta de que lo que había pasado<br />
no era mas que un sueño, para ser<br />
mas exactos una pesadilla, me talle la<br />
cara con ambas manos, cualquiera se<br />
habría sentido superado por solo un<br />
momento y hubiera vuelto a dormir,<br />
pero no yo. En lugar de eso me levante<br />
de manera inmediata y tome mi celular,<br />
y no para llamar a alguien que me<br />
tranquilizara ni mucho menos para<br />
ver algún video que borrara la horrible<br />
pesadilla que tuve, sino porque desde<br />
hace algún tiempo, llevo un registro<br />
preciso de mis pesadillas, desde que<br />
días las tengo, en que condiciones y<br />
por supuesto el contenido tan especifico<br />
como la memoria a corto plazo me<br />
permite recuperar.<br />
¿Qué por qué hago esto? Es simple,<br />
las tres novelas que tengo en mi haber<br />
han nacido de esta manera, llegaron<br />
a mi en forma de pesadillas, no solo<br />
«malos sueños» sino verdaderas representaciones<br />
de terror, debo decir que<br />
al momento tengo mas registros de<br />
mis sueños que novelas escritas, sin<br />
embargo esto se debe a que me ha sido<br />
mas fácil seleccionar algunos de estos<br />
y desarrollar novelas con coherencia y<br />
que tengan el mejor contenido que me<br />
es posible, que solamente hacer «historias<br />
al vapor» y subirlas para ustedes.<br />
Todo esto me ha llevado a cuestionarme<br />
¿Cómo es que un escritor obtiene su<br />
inspiración? Es decir, no me creo que haya<br />
un común denominador entre George R.R.<br />
Martin y Stephen King como así mismo<br />
no encuentro relación entre It y Game of<br />
Thrones y ciertamente mucho menos entre<br />
sus narrativas y comparativas.<br />
Pero en serio ¿Dónde nace el artista<br />
y muere el género? ¿El género escoge al<br />
artista? ¿El artista tiene alguna clase de<br />
tendencia al género ya impuesta? ¿Alguno<br />
de ustedes ha salido de su zona<br />
de confort y ha escrito algo completamente<br />
opuesto a lo que regularmente<br />
consumen y crean? Muchos dirían que<br />
esta en el ADN, muchos otros dirían<br />
que tiene que ver con la personalidad<br />
que desarrollas con el paso del tiempo<br />
según la manera en la que se haya de-<br />
145
finido tu carácter, yo sin embargo, creo<br />
que va mucho mas allá.<br />
En mi experiencia no encontré por<br />
causalidad el terror y la fantasía desde<br />
mi infancia, pues si mal no recuerdo, la<br />
primer novela que quise escribir tenia<br />
mas que ver con conspiraciones y suspenso<br />
(Bendito sea el señor no pude<br />
escribir ni tres hojas) termine haciendo<br />
bolas de papel con el pedazo de<br />
basura que había escrito y jugando a<br />
tiro al blanco en el cesto, eso tuvo que<br />
haber pasado cerca de mis 23 años; sin<br />
embargo, con mi primera novela fue<br />
diferente, la vida me estaba llevando<br />
por un camino de problemas inagotables,<br />
sufría de ataques de pánico y de<br />
ansiedad, para los que saben de que<br />
trata este trastorno, sabrán bien que<br />
es como morir cien veces en un día, estaba<br />
desempleado, vivía con una chica<br />
que me engañaba y además estaba alejado<br />
completamente de mi familia, me<br />
sentía un verdadero inútil y además un<br />
bueno para nada.<br />
así pasaba la mayoría de mis días en<br />
una depresión constante, hasta que<br />
finalmente llego, «la primera pesadilla»<br />
no se como expresarlo, o mas bien<br />
quiero de verdad transmitirles que en<br />
ese primer viaje de dolor y de terror<br />
tuve una epifanía, no era casualidad<br />
del destino, en el peor momento de<br />
mi vida llego el peor de mis sueños, la<br />
construcción social que me seguía había<br />
generado en mi una alternativa de<br />
escape, era como si mi mente en su estado<br />
mas puro me tendiera la mano, y<br />
es que para lo que muchos pudo ser solamente<br />
una burla mas de una mente<br />
que ya no controlaba, para mi fue el camino<br />
a la salida de una psiquis completamente<br />
arrasada por las vicisitudes.<br />
Cada ataque de ansiedad era la opor-<br />
146<br />
tunidad para escribir una historia de<br />
terror, cada sueño me permitía transportarme<br />
a los lugares mas recónditos<br />
de el pánico que radica en cada uno de<br />
nosotros, y no se trata solo de querer<br />
ver dragones y caballeros, si no de realmente<br />
transportarnos y transportar al<br />
lector a esa desesperación que se siente<br />
cuando mueres cien veces al día.<br />
Mira si la ironía es grande, la chica<br />
termino por irse de mi vida, conseguí un<br />
trabajo relacionado con la literatura un<br />
poco tiempo después, pero lo verdaderamente<br />
importante, es que había encontrado<br />
mi alma gemela dentro de este<br />
mundo, no creo que haya sido solo una<br />
casualidad, pienso mas bien que poco a<br />
poco se gesto dentro de mi una especie<br />
de remedio a lo que me estaba pasando,<br />
por eso te digo a ti, que estas leyendo<br />
este articulo, que no desesperes, que no<br />
te rindas y que no claudiques, no fuerces<br />
a tu mente y a tu mano a crear algo<br />
que no comparten, tu esencia jugara un<br />
papel trascendente en la toma de decisiones,<br />
finalmente eres lo que escribes,<br />
y lo que escribes esta lleno lo que eres.<br />
Y creo que esto es muy importante<br />
y quiero que todos lo analicen, es una<br />
realidad que llego a mi como un pensamiento<br />
«Es mas fácil perdonar a un<br />
sueño por alejarte de una persona, que<br />
a una persona por alejarte de un sueño».<br />
Pero bueno, ya entrando un poco en<br />
materia, me gustaría realmente saber<br />
cual es la razón por la que escriben y<br />
cual fue su experiencia hasta encontrarse<br />
como escritores, se que de algún<br />
modo, todos escribimos, pero también<br />
estoy conciente de que no todos<br />
escribimos igual, incluso imagino que<br />
muchos de ustedes, lectores de Dreamers,<br />
tienen la inquietud de comunicarse<br />
con José Luís Vázquez, Aly Cañi-
zales, Xeko Estrada, Uresti, Juss, Anys<br />
o demás autores que pertenecen a esta<br />
sociedad cultural y poder preguntarles<br />
tantas cosas, así mismo como decirles,<br />
la manera en la que la literatura a cambiado<br />
la vida de cada uno de nosotros,<br />
y vaya que no tenemos siempre todo<br />
en común, Xeko es un arquitecto, Aly<br />
es un gerente de tienda, José Luís es<br />
un investigador, Juss es una verdadera<br />
estudiosa, Anys es un ama de casa con<br />
un talento de muerte, entre ellos no<br />
hay nada en común, solo el amor por<br />
las palabras, seguramente cada uno<br />
de ellos tiene una historia que contar<br />
acerca de la inspiración y de cómo se<br />
obtiene, posiblemente no sea la misma,<br />
pero al mismo tiempo, como en<br />
la escuela filosófica antigua, se puede<br />
aprender de todos y cada uno de los<br />
exponentes y formar tu propia escuela.<br />
Así que finalmente para cerrar este<br />
articulo que he disfrutado tanto me<br />
gustaría lanzar un par de convocatorias,<br />
la primera es bastante sencilla.<br />
contactoeditorial@editorialdreamers.com.mx<br />
elescritorqueescribe10@gmail.com<br />
Por supuesto que buscaremos la manera<br />
de darte cabida en este espacio,<br />
para sugerir temas y demás, y no olvides<br />
que pronto, se acercan las entrevistas y<br />
también axial los videos que serán tomados<br />
con temáticas relevantes, todo esto,<br />
solo para acercarte mas con este mundo<br />
que amamos, el mundo de las letras.<br />
¿Qué le preguntarías a tu autor favorito<br />
de Dreamers? (mandar nombre novela<br />
y pregunta)<br />
<strong>La</strong> segunda no es tan sencilla, porque<br />
tiene que ver mucho con la autocrítica<br />
en cada uno de nosotros como<br />
lector o como escritor<br />
¿Cómo fue que encontraste tu camino<br />
en la literatura?<br />
Te recuerdo que esta columna no es<br />
mía, sino tuya y me gustaría conocer tu<br />
opinión, desde una critica, hasta una<br />
sugerencia, por supuesto además de<br />
las encuestas que te lanzo el día de hoy<br />
que puedes responder a los correos:<br />
147
148
MICRO<br />
CUENTOS<br />
149
Al término de un viaje que se extendió<br />
por décadas, la sonda espacial arriba<br />
al confín de la galaxia. El objetivo está<br />
a la vista: he ahí el cuerpo celeste que<br />
más se asemeja a la Tierra.<br />
Propulsores y antenas, paneles y detectores<br />
se alinean para iniciar el descenso.<br />
<strong>La</strong>s cámaras recorren la superficie<br />
ignota.<br />
De pronto, en nuestro planeta, miles<br />
de millones de seres humanos observamos<br />
atónitos en toda pantalla disponible<br />
un formidable arco de piedra que<br />
anuncia en correcto hebreo antiguo —la<br />
traducción es simultánea—: «Bienvenidos<br />
al Edén. Obedezca los mandamientos<br />
de Jehová y evite ser expulsado».<br />
Samuel Santiago<br />
Es absurdo pensar que alguien note<br />
mi existencia, los humanos ya no se<br />
acercan a estos lugares, si no fuera por<br />
sus persecuciones… En fin, creo que<br />
yo también tuve la culpa al no fijarme<br />
donde pisaba, y estar tan lanudo no me<br />
ayudó mucho. Bueno, seguiré esperando<br />
a que alguien… ¡Hey, se acerca un<br />
sujeto, ya me vio! Ojalá sepa descongelarme<br />
con cuidado.<br />
150<br />
Alfred Notario
Aquella era la noche más gélida que el<br />
invierno había presenciado hasta ese<br />
momento. Aún recuerdo como sus cálidas<br />
y suaves manos pasaban por mi<br />
cuerpo, como intentando transmitirme<br />
calor. Con cada respiración frustrada<br />
que daba, mi nariz se deleitaba con el<br />
olor a lavanda que su olor que su cuerpo<br />
despedía. Sin embargo, ante aquellos<br />
detalles que pareciesen placenteros<br />
yo solo podía sentir pavor, porque<br />
yo sé una cosa que tú no sabes, y es<br />
que vivo solo.<br />
Marifer De Luna<br />
<strong>La</strong> cólera se regaba en su cuerpo, las<br />
lágrimas rodaban por sus mejillas como<br />
ríos sin descanso, el terror dominaba<br />
su alma, sus manos temblaban; la lluvia<br />
mojaba aquella vieja cabaña, sus las<br />
pupilas parecían querer abandonar las<br />
cuencas de sus ojos y los truenos retumbaban<br />
en el cielo rompiendo el silencio<br />
de la madrugada.<br />
Poco faltaba para iniciar un día nuevo<br />
y que la claridad inundara aquel recinto;<br />
con una lámpara en la mano imploraba<br />
que amaneciera y con temblores en todo<br />
el cuerpo ilumino hacia las gradas donde<br />
contempló a una cabra ensangrentada<br />
inclinarse en señal de reverencia..<br />
Liliana Ortìz<br />
151
<strong>La</strong> muchacha de los ojos grandes me<br />
miraba fijamente.<br />
Aquellos ojos tan familiares pero tan<br />
desconocidos a la vez. Era imposible<br />
evitarlos, como si un halo verde surgiera<br />
de ellos y se enroscara al rededor de<br />
mi rostro, haciendo que mi mirada y la<br />
suya chocaran.<br />
Y al chocar, un nexo inexplicable pero<br />
evidente se hacia presente. Aquellos<br />
ojos, tan distantes y cercanos a la vez.<br />
<strong>La</strong> muchacha me dirigió una ultima<br />
mirada antes de voltearse, obligándome<br />
a voltearme, y al marcharse ella de<br />
aquel cuarto, debí yo marcharme del<br />
marco. Hasta que decidiera venir a jugar<br />
conmigo otra vez.<br />
María Julieta Chaves<br />
Me desperté con el primer rayo de sol, me<br />
giré y dije Nic, te quiero. Se acercó hasta<br />
juntar su esternón al mío conectando<br />
nuestros simuladores de fusión cromosómica.<br />
Mi corazón nunca había latido<br />
tan rápido. Apretamos nuestras manos al<br />
máximo como si aumentara las probabilidades<br />
de obtener un resultado negativo.<br />
Hoy en día es de locos seguir con alguien<br />
con quien das positivo, sabiendo que<br />
tus hijos con esa persona tendrán más<br />
probabilidades de enfermar, de no ser<br />
perfectos en su genoma y serán tratados<br />
de manera diferente por todo el sistema<br />
social. Es de locos... de amor.<br />
152<br />
Wety
<strong>La</strong>s actividades de nuestra organización<br />
siempre se han realizado por la noche;<br />
sin embargo, considero que es tiempo de<br />
ampliar el horario de nuestras operaciones<br />
incluyendo las mañanas o las tardes<br />
si queremos mejorar nuestros resultados.<br />
He analizado cada una de las problemáticas<br />
que afectan actualmente nuestro<br />
acercamiento a mayor número de personas<br />
y he resuelto casi todas. Solo hay<br />
un tema que aún me falta superar: la incapacidad<br />
de nosotros, los vampiros, de<br />
exponernos a la luz solar.<br />
Jorge Isaacs Quispe Correa Angulo<br />
Scrooge había aparecido en un sitio que<br />
desconocía por completo. El cielo no se<br />
podía ver, pero caía de él nieve negra.<br />
Frente a él, el fantasma de las Navidades<br />
futuras se quitó la capucha y<br />
pudo descubrir que este era una máquina<br />
con forma humana, y con una<br />
capacidad de habla similar a la suya.<br />
—Te enseñaría todo lo que provocaste<br />
al despedir a ese empleado, pero la<br />
fábrica que ordenaste construir hizo<br />
explosionar este planeta en el futuro.<br />
Es mi misión destruirte. Gracias a ti, todos<br />
podremos celebrar la Navidad.<br />
Y Scrooge fue despedazado. Nadie<br />
lamentó su muerte.<br />
Arturo Urbanos<br />
153
Juan nació en 1905 y durante su parto<br />
en Ciudad de México confluyó una<br />
energía cósmica altamente radioactiva,<br />
que chocó con una emisión de plasma<br />
y residuos de antimateria. 45 años<br />
después, un aumento de partículas<br />
relativistas activó algo en Juan, quien<br />
era pintor e hizo algo genial: Autorretrato<br />
múltiple con tanta energía cuántica<br />
que rompió el continuo espacio-tiempo<br />
del lugar. Al entrar a esa casa, uno<br />
ve cómo las cosas cambian espontáneamente<br />
de sitio y coexiste todo lo que<br />
uno ha escrito, escribe o escribirá alguna<br />
vez, haciendo que este relato fuera<br />
cierto y es falso a la vez.<br />
Carlos Andrés Soto Vargas<br />
Aquel famoso médium descubrió, después<br />
de tantos años de rigurosa investigación,<br />
que los fantasmas son en realidad<br />
nuestras sombras proyectándose<br />
desde el futuro. Esto se explicaba bajo<br />
el principio del reciclaje espiritual, basado<br />
en la primera ley de la termodinámica,<br />
el cual argumenta que la cantidad<br />
de materia espiritual en el universo es<br />
finita: el alma se transforma y adquiere<br />
una nueva configuración para ser recibida<br />
por su próximo huésped.<br />
El alma transita en sentido contrario<br />
del tiempo y la entropía. Su destino final<br />
es la luz: aquella que en una gran<br />
explosión marca el inicio del tiempo<br />
154<br />
Víctor Andrés Parra Avellaneda
El Bobby va a todas las protestas, porque<br />
es solidario con los problemas de<br />
la gente.<br />
No tiene ideas políticas, no sabe si levantar<br />
la pata izquierda o la pata derecha.<br />
Pero, esta con los problemas de la<br />
gente, los deudores habitacionales,<br />
los estudiantes que quieren educación<br />
gratuita, los trabajadores que quieren<br />
mejoras salariares, los que quieren<br />
cambios en el sistema previsional.<br />
Pero lo único que no le gusta es que<br />
la policía los duche con agua hedionda,<br />
cuando él es muy aseado.<br />
Víctor Hugo toledo Aguilar<br />
<strong>La</strong> tierra había girado sobre su eje una<br />
vez más, ocultando así la ardiente luz<br />
del sol, un escenario irrelevante para<br />
quienes se preocupan solo por envolverse<br />
en sus tibias camas y esperar el<br />
amanecer, sin embargo, quizá esto<br />
puede defender a quienes se encuentran<br />
perdidos, ajenos a ellos mismos,<br />
es curioso como en ocasiones evitamos<br />
el contacto con la oscuridad a lo<br />
largo de nuestras vidas, huimos del silencio<br />
que este provoca, pues al mismo<br />
tiempo, nos obliga a vernos cara a cara<br />
con nosotros mismos, debe ser difícil<br />
cuando prefieres olvidar quién eres y lo<br />
que has hecho.<br />
Alfredo Alànis<br />
155
Observaba Patria en silencio los relámpagos<br />
a través de la ventana empapada la<br />
noche que alguien tocó a su puerta. Sigilosamente,<br />
la señora se levantó a abrir. Mirando<br />
la reja de la entrada moverse por el<br />
viento, y mientras escuchaba sus chirridos<br />
acompañados de la lluvia que golpeaba el<br />
tejado, Patria comprendió, tras asegurarse,<br />
que fuera no había nadie. Prontamente<br />
sintió al viejo acercarse detrás de ella y<br />
preguntarle quien era. Viejo era el apodo<br />
que usaba para referirse a su padre.<br />
—Nadie —le respondió. Sin voltearse,<br />
a Patria se le erizó la piel<br />
Le estaba hablando a un muerto.<br />
Violeta González<br />
Ana camina al anochecer, temerosa, piensa<br />
en aquellas que no volvieron a casa, anhela<br />
no ser una víctima más, anhela.<br />
Alejandro Aldan<br />
El caso era simple, sólo tenía que seguir a<br />
Camila para asegurarme que su identidad<br />
no hubiese sido descubierta por la mafia.<br />
Aquella tarde hacía frío y ella llevaba<br />
un abrigo azul y bufanda blanca; esperé<br />
por horas en mi carro justo frente a su<br />
casa, de repente bum todo se nubló. Me<br />
despertó la llamada del teniente; yo estaba<br />
en el auto, acostado, con el abrigo azul<br />
en el asiento trasero y la bufanda. Quería<br />
que fuera a identificar el cuerpo.<br />
156<br />
Daniela Guadalupe Villarreal Rubio
Estaba solo esperándola, hacía ya<br />
tiempo, que todas las personas a las<br />
que había amado se habían marchado<br />
con ella. Tantas veces invocando su<br />
nombre, que un atisbo de incredulidad<br />
se dejaba entrever en su rostro erosionado<br />
por los años. . Miro por la ventana,<br />
la puesta de sol estaba en su apogeo.<br />
Golpearon tres veces la puerta.<br />
—Entra —dijo.<br />
<strong>La</strong> oscuridad inundo toda la<br />
habitación.<br />
—Es la hora —escuchó—. Llevo mucho<br />
tiempo esperándote. Has sido insaciable<br />
conmigo. Vete, llegas tarde.<br />
Ahora decido yo quedarme —contestó.<br />
<strong>La</strong> oscuridad retrocedió, dejando espacio<br />
a los últimos rayos de sol.<br />
Justo Gonzalo Burcio<br />
<strong>La</strong>s pelé como zanahorias. Como las cabezas<br />
eran duras, las corté como zanahorias.<br />
Después vino el agua caliente para suavizarlas,<br />
como a las zanahorias. Todo se llenó<br />
de un aroma era exquisito. Los perros<br />
se alborotaron, teníamos hambre.<br />
—¿Dónde están? —dijo con los ojos<br />
llenos de rabia.<br />
El detective le mostraba las fotos<br />
de tres mujeres pelirrojas. Sacudía las<br />
imágenes frente a su sucio rostro y repitió<br />
la misma pregunta, ya sin dejo de<br />
paciencia y temiendo la respuesta.<br />
El hombre se aclaró la garganta y<br />
eructó al mismo tiempo que se desabotonaba<br />
cerca del inflamado estómago.<br />
Dengue<br />
157
Recuerdo a mi hermanita Julieta y<br />
nuestros juegos dentro de la habitación<br />
que mi madre había llenado con<br />
muñecas y libros para colorear. Todos<br />
los días después de la comida nos íbamos<br />
a jugar mientras Blanca, mi niñera,<br />
preparaba pasteles en la cocina. Un día<br />
vinieron y nos llevaron con ellos. Dijeron<br />
que íbamos a casa. No son como<br />
los dibujan en <strong>La</strong> Guerra de los Dos<br />
Mundos o en mis libros de ciencia ficción.<br />
Esa misma noche trajimos a Blanca<br />
pero no vio nada, nosotros sí. Ahora<br />
ya somos de otro mundo.<br />
Javier Guerrero<br />
No puedo salir de la habitación. Llevo<br />
varios días intentándolo pero no encuentro<br />
la puerta. Juraría que estaba<br />
frente a la cama, pero esta también<br />
ha desaparecido. Tengo frío y me miro<br />
los pies descalzos y pálidos. Necesito<br />
tomar algo de sol, pero no recuerdo<br />
como se llega al patio.<br />
Hoy me han puesto flores frescas en<br />
el tejado y el agua ha mojado mi rostro.<br />
Creo que esta no es mi casa, ni tampoco<br />
mi dormitorio…<br />
Entre nosotros, a veces pienso que<br />
estoy muerta y enterrada.<br />
158<br />
Gloria de la Soledad López Perera
Los oficiales se acercaron a la casa donde<br />
estaban sentados en la mesa: Cesar,<br />
Claudia, el tío Pedro y Doña Eugenia en<br />
la cocina, cuando miraron a través de<br />
la ventana vieron al tío Pedro beber un<br />
vaso con sangre lleno de ojos, a Cesar<br />
y Claudia compartiendo un hígado del<br />
mismo plato y a Doña Eugenia hirviendo<br />
los huesos de una pierna para la<br />
sopa. Los oficiales salieron corriendo,<br />
pero se escuchó un ruido metálico que<br />
se cerró muy fuerte, mi abuela Eugenia<br />
me miró y me dijo: Deja de escribir y<br />
anda quítale los uniformes a la cena.<br />
Darling Harrison Pérez Olivera<br />
El pasaje. <strong>La</strong> mano del chofer rozando<br />
la piel. <strong>La</strong> mirada de todos los pasajeros.<br />
El roce indecente al ir todos<br />
parados. El asiento vacío. <strong>La</strong> mirada libidinosa<br />
de alguien sobre el desbordamiento<br />
de los senos. El descubrimiento<br />
de esa mirada.<br />
Un vistazo al celular.<br />
Un mensaje sugestivo esperando<br />
a ser visto; luego otro y otro más. <strong>La</strong>s<br />
respuestas condescendientes: ¿Hoy?<br />
¿A qué hora? ¿Dónde te veo? Mientras<br />
un cosquilleo moja el sexo esperando<br />
ansiosa la respuesta.<br />
Escribiendo…<br />
¡Este es un asalto, cabrones! ¡Celulares,<br />
carteras y cosas de valor o se los<br />
lleva la chingada!<br />
<strong>La</strong>s sirenas a lo lejos.<br />
El MP.<br />
Jonathan Santamaría<br />
159
160
CONOCE A<br />
LOS AUTORES<br />
QUE COMPONEN<br />
ESTE NÚMERO<br />
161
Cyan Urón<br />
Uriel López Delgadillo (31 de mayo de<br />
1988) oriundo de Guadalajara, Jalisco.<br />
Entre sus aficiones figuran el dibujo y<br />
el modelado de figurillas artesanales.<br />
Estudió Letras hispánicas en la Universidad<br />
de Guadalajara del 2009 al 2015,<br />
año en que desertó. Ha publicado en<br />
revistas como <strong>La</strong> Cigarra n°0 (2012) bajo<br />
el heterónimo de Jeremías Croy, Numen<br />
n°8 (2010), y <strong>La</strong> <strong>Sirena</strong> varada n°1 (2017)<br />
bajo seudónimo de Cyan Urón.<br />
Ricardo Burnes Romo<br />
Nació y creció en una ciudad minera.<br />
A los quince años leyó On the road y<br />
pensó que su vida adulta sería como<br />
vagabundo viviendo en trenes de alta<br />
velocidad, comiendo a diario chicozapote<br />
en alguna selva sureña de México.<br />
Al final estudió Historia y se fue a vivir<br />
a Monterrey. Ahora se dedica al rescate<br />
del patrimonio documental en el Estado<br />
de Nuevo León.<br />
Pancho Vega<br />
Francisco (Pancho) Vega González nació<br />
el 30 de mayo de 1968 en Cuenca,<br />
Ecuador. Es el mayor de tres hermanos,<br />
hijos del matrimonio formado por Alcibíades<br />
Vega y Susana González. Actualmente<br />
está divorciado y tiene tres hijos.<br />
Estudió diseño gráfico en su ciudad natal<br />
y actualmente trabaja administrando<br />
una finca ganadera de su familia,<br />
lo cual alterna con una pasión recientemente<br />
adquirida, escribir relatos, al<br />
igual que su fallecido padre.<br />
162<br />
Karen E. Villalón<br />
Estudiante de Letras hispánicas Universidad<br />
Autónoma Metropolitana. Tomé<br />
los talleres: Narrativa breve (SOGEM)<br />
con el escritor Gerardo de la Torre, Lectura<br />
y redacción (SOGEM), Cuentos anormales<br />
y relatos contrahechos (Claustro<br />
de Sor Juana) y Creación Literaria en<br />
línea (Sinjania). Ganadora del XIX Concurso<br />
internacional de cuento navideño<br />
por la editorial Ficticia y del Concurso<br />
de Calaveras literarias por la Embajada<br />
Mexicana en Montreal Canadá (2017).
Jorge Henríquez González<br />
Autodidacta, aunque ha asistido a varios<br />
talleres de escritura, entre ellos a<br />
los impartidos por los autores canarios<br />
Alexis Ravelo y Santiago Gil. Se ha presentado<br />
a varios concursos, siendo su<br />
mayor logro, hasta la fecha, ser finalista<br />
en el VI Concurso de Relatos del<br />
Bistró de la Central de Callao (Madrid)<br />
y Mención en Concurso de Relatos Cortos<br />
de la Biblioteca Municipal de Arucas<br />
Rescatando la Memoria.<br />
Juan Luis Henares<br />
Nacido en 1963 en la ciudad de Paraná,<br />
Argentina. Profesor en Ciencias<br />
Sociales. En el año 2004 con el ensayo<br />
Treinta mil imprescindibles obtuvo el<br />
Primer Premio en el Concurso de Ensayos<br />
Memorias y Dictadura, organizado<br />
por Universidad Nacional de Entre<br />
Ríos y Universidad Autónoma de Entre<br />
Ríos. Desde noviembre de 2015 escribe<br />
cuentos y relatos, algunos de los cuales<br />
han obtenido premios y/o han sido publicados<br />
en antologías.<br />
Reinier del Pino Cejas<br />
Nació en la Habana, Cuba. Escritor de<br />
cuentos, poesía, teatro, guiones radiales<br />
y literatura para niños. Actualmente<br />
se desempeña como Coordinador de<br />
Producción Radiofónica en la Emisora<br />
Provincial Radio Artemisa, donde escribe<br />
varios programas. Ha obtenido premios<br />
en poesía, relato, fábula y ensayo en concursos<br />
internacionales en España, Uruguay,<br />
Chile, México, Argentina, Puerto<br />
Rico. Obras suyas se encuentran publicadas<br />
en antologías en diferentes países.<br />
Jesús Valdemar Pool Canul<br />
Nacido en febrero de 1995. Estudiante<br />
de medicina en Yucatán, México. De espíritu<br />
literario, pero también indeciso,<br />
comenzó a escribir esta semana. Solo<br />
aspira a no estar creando basura.<br />
163
Anaga Manrique<br />
Pedro de la Rosa Rodríguez, nacido y<br />
residente en Santa Cruz de Tenerife,<br />
España. Cuando se dio cuenta que leía<br />
y releía párrafos enteros para saborearlos<br />
y comprender mejor cómo estaban<br />
redactados y por qué conseguían hacerlo<br />
sentir determinadas reacciones,<br />
supo que escribir era el siguiente paso.<br />
Gabriela Manchini<br />
Gabriela Manchini nació en San Carlos<br />
de Bariloche, Argentina, rodeada de<br />
bosques y montañas. Estudió en Buenos<br />
Aires: Es licenciada en comunicación<br />
social, periodista y trabaja como<br />
profesora de comunicación y literatura.<br />
Poeta de alma, cuentista de a ratos y<br />
comunicadora siempre; su vida gira en<br />
torno a las palabras.<br />
Hernando Orozco Losada<br />
Médico y Magíster en Sociología de<br />
la Universidad del Valle, estudios de<br />
Especialización en filosofía política<br />
contemporánea y de Maestría en Literaturas<br />
Colombiana y <strong>La</strong>tinoamericana.<br />
Docente varios años de sociología<br />
y publicó artículos de investigación y<br />
ponencias nacionales e internacionales<br />
(CvLAC-RG). Tiene algunos cuentos<br />
publicados en Colombia Y España.<br />
Ruth Ríos Reséndiz<br />
María Ruth Ríos Reséndiz (Guadalajara,<br />
1982). Licenciada en Estudios Políticos<br />
y de Gobierno en la Universidad de<br />
Guadalajara; trabaja en actividades enfocadas<br />
a la cultura y el arte; profesora.<br />
164
Francisco Santoyo Pérez<br />
Francisco Santoyo Pérez nació en la<br />
Ciudad de México en 1992. Estudió Filosofía<br />
en la Facultad de Filosofía y Letras<br />
de la UNAM. Actualmente trabaja para<br />
una empresa inhumana y sin rostro.<br />
Lucha consigo mismo por ser escritor.<br />
Ramiro Garza Dominguez<br />
Ingeniero en sistemas computacionales<br />
con maestria en inteligencia artificial,<br />
profesor-investigador, amante de<br />
la ciencia y la literatura en general.<br />
Miriam Guadalupe Ubaldo Colín<br />
Estudiante de Ciencias Políticas y<br />
Administración Publica en el Grupo<br />
Colegio Mexiquense durante cuatro<br />
semestres. Actualmente estudia Artes<br />
Plásticas en la UAEMEX. Toca el violín y<br />
es bajista en la Tuna Femenina Verde y<br />
Oro de la UAEMEX.<br />
Daniel Frini<br />
Argentina, 1963. Ingeniero, escritor y<br />
artista plástico. Publicó en revistas, en<br />
blogs y en antologías de Argentina, España,<br />
México, Colombia, Chile, Perú;<br />
y, además, traducido y publicado en<br />
Italia, Portugal, Brasil, Francia, Estados<br />
Unidos, Canadá, Uzbekistán, Hungría<br />
y Grecia. Publicó Poemas de Adriana<br />
(Libros en Red, 2000 / Artilugio Ediciones,<br />
2017), Manual de autoayuda para<br />
fantasmas (Editorial Micópolis, 2015).<br />
entre otros.<br />
165
Allen Schavelzon<br />
Ha escrito desde su adolescencia pues<br />
su pasión por las letras es casi nata,<br />
definiendo su estilo en una amalgama<br />
de tintes oscuros y auras melancólicas.<br />
Actualmente funge como estudiante,<br />
redactora independiente, promotora<br />
de la lectura y en sus ratos libres es autora<br />
del blog <strong>La</strong> Rosa de Jericó.<br />
Juan Pascal<br />
Licenciado en Economía. Obtuvo uno<br />
de los accésit en el I, <strong>II</strong> y <strong>II</strong>I Certamen literario<br />
Sierra de Francia con unos relatos<br />
titulados <strong>La</strong> búsqueda, <strong>La</strong> mujer del paraguas<br />
y Por su alma, respectivamente.<br />
Además, su relato Los heraldos del bosque<br />
fue seleccionado y publicado en la<br />
antología Kalpa <strong>II</strong>I Relatos satánicos de<br />
Castilla y León.<br />
Mariana Isabel Sánchez Ochoa<br />
Nacida el 19 de julio de 2002 en Acámbaro,<br />
Guanajuato. Tiene quince años. Actualmente<br />
vive en León y cursa el segundo semestre<br />
de preparatoria en la Universidad<br />
De <strong>La</strong> Salle Bajíio, Campus Américas.<br />
Emmanuel Torres Hernández<br />
Nacído el dia 3 de junio, en la ciudad de<br />
León, Guanajuato. Es hijo de María Gabriela<br />
Hernández Juárez y José Juan<br />
Torres Plasencia, tercer hijo de cuatro.<br />
Estudió el preescolar, primaria, secundaria<br />
y actualmente estudia la preparatoria<br />
en la Universidad de la Salle Bajío<br />
Campus Américas, Cursa el segundo semestre;<br />
le gusta practicar deporte y ver<br />
videos en Youtube.<br />
166
Manuel Rodriguez<br />
Nació en el valle del Alto Chicama región<br />
<strong>La</strong> Libertad Perú en junio de 1951. Se<br />
identifica como AUTODIDACTA para<br />
contar sus experiencias vividas en los<br />
lugares por donde anduvo trabajando<br />
en el Montaje de Empresas Industriales,<br />
conviviendo en campamentos, junto<br />
a otros miles de trabajadores como<br />
él; es miembro virtual del Círculo<br />
<strong>La</strong>tinoamericano de Escritores (CLE)<br />
y administrador de la página Web<br />
<br />
Valeria Dianei Aceves Estrada<br />
Nacida el 24 de mayo de 2002 en la cuidad<br />
de León, Guanajuato. Es la menor<br />
de cuatro hijos. Estudia la preparatoria<br />
en la Universidad de la Salle Bajío,<br />
Campus Américas. Vive actualmente<br />
en león Guanajuato zona centro con su<br />
familia.<br />
Santos Romeo Barrientos Aldana<br />
Nacido en Puerto Barrios, Izabal, Guatemala.<br />
Es estudiante en la Facultad de<br />
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad<br />
de San Carlos, escribe ensayos de<br />
distintos temas en blogs y revistas. Se ha<br />
desempeñado en el área jurídica. Es investigador<br />
y aprecia las letras. Ha participado<br />
en foros, diplomados y en distintos<br />
concursos de carácter académico.<br />
Rodrigo Alberto Montera<br />
Rodrigo Alberto Montera es licenciado<br />
en Literatura y Creación Literaria por<br />
el Centro de Cultura Casa <strong>La</strong>mm, también<br />
es director de la compañía de teatro<br />
Rodar la casa y durante cuatro años<br />
fue coordinador del bachillerato en el<br />
Liceo Mexicano de Humanidades. Actualmente<br />
radica en Madrid, España.<br />
167
Aly Cañizales<br />
Escritor regiomontano, su inspiración<br />
llegó a partir de un sueño, complementando<br />
que su sueño fue siempre<br />
ser escritor, A sus 29 años comenta<br />
que desde pequeño se interesó en<br />
la lectura y en las bellas artes como<br />
la fotografía, el teatro, la pintura y la<br />
música. Es fiel seguidor de escritores<br />
digitales españoles tales como Fernando<br />
Trujillo Sáenz, y Cesar García.<br />
Cosme<br />
Nació en el puerto fronterizo de Nuevo<br />
<strong>La</strong>redo, Tam. Donde pasó su infancia<br />
y parte de su juventud. Después se<br />
trasladó a la Ciudad de Morelia, Mich.,<br />
dónde estuvo algunos años paseando<br />
y aprendiendo. Ahora nuevamente vive<br />
en el Norte del País con su bella esposa e<br />
hijo. Dedicado actualmente a la docencia,<br />
al Kendo, su iglesia y otras actividades,<br />
nunca perdió el gusto por la lectura.<br />
Aurora Ceres<br />
Nacida el 13 de septiembre de 1988<br />
en Londres, Reino Unido. De madre<br />
mexicana y padre irlandés, ha escrito<br />
desde que tiene memoria. Es egresada<br />
de la carrera de Ingeniería en sistemas,<br />
la cual estudió en la Universidad del<br />
Valle de México. Entre sus principales<br />
pasiones destacan la caza deportiva, la<br />
tauromaquia, la literatura, cocinar y el<br />
estudio formal del fenómeno OVNI. Ha<br />
públicado cinco novelas con su nombre<br />
real.<br />
168<br />
José Luis Vázquez<br />
Editor, cantautor, investigador privado<br />
retirado y estudiante de la carrera<br />
de Lengua y literatura hispánica en<br />
la facultad de filosofía y letras de la<br />
UNAM y exalumno de la Universidad<br />
del Valle de México y la Universidad<br />
Autónoma Metropolitana. Además<br />
de diversos premios literarios en Japón,<br />
ostenta el segundo lugar como<br />
mejor jugador de Super Contra en<br />
Retroachievemens
Marco Antonio Ayala García<br />
Redactor y coolaborador en Robotto<br />
Comics.<br />
Israel Montalvo<br />
Artista multidisciplinario que ha<br />
desarrollado en su mayor parte una<br />
obra narrativa (tanto literaria como<br />
en el arte secuencial) en la cual<br />
aborda principalmente temáticas<br />
como metaficción, el horror en todas<br />
sus manifestaciones, y la condición<br />
humana.<br />
Anys Felici<br />
Anys Felici nace un veintisiete de febrero<br />
de 1982 en Zapopan. Desarrolla facilidad<br />
por el dibujo técnico, y le llama la<br />
atención la arquitectura. Es la primera<br />
integrante de la familia que ingresa a<br />
una licenciatura, estudia Administración<br />
Financiera en la Universidad de<br />
Guadalajara. Actualmente tiene 35<br />
años, vive en el mismo pueblo, sigue<br />
casada, tiene dos hijos y trabaja como<br />
administrativo en una empresa de productos<br />
para el campo.<br />
169
SÉPTIMA<br />
CONVOCATORIA<br />
DE MICROCUENTO,<br />
ENSAYO Y RELATO<br />
«LA SIRENA VARADA,<br />
REVISTA LITERARIA»
«<strong>La</strong> sirena varada, revista literaria», publicación digital mexicana en castellano,<br />
especializada en relato corto, ensayo y microcuentos, convoca a todas aquellas<br />
personas que quieran colaborar con la publicación de textos en el octavo y<br />
noveno número de la revista, los cuales se publicarán en junio y julio del 2018<br />
respectivamente. Todas las obras deberán ser originales e inéditas, y deberán<br />
apegarse a los siguientes lineamientos:<br />
• Ensayo: <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 3000 caracteres (contando<br />
también los espacios) y máximo de 5000. Los trabajos deberán tratar el<br />
tema de la influencia de la lectura en la juventud.<br />
• Relato: Se recibirán relatos que entren dentro del género del terror, ciencia<br />
ficción y policial. <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando<br />
también los espacios) y máximo de 6000.<br />
• Microcuento: Se recibirán microcuentos dentro del género del terror, ciencia<br />
ficción o policial y con una extensión máxima de cien (100) palabras en<br />
idioma español. No deberá llevar título y cada participante podrá enviar solo<br />
un microrrelato.<br />
Sólo se podrá participar en una de las tres categorías especificadas. El formato<br />
de envío para los textos será .txt .doc o .docx, no se tomará en cuenta cualquier<br />
otro formato. El tipo y tamaño de letra, así como el interlineado no tienen relevancia.<br />
El nombre del archivo deberá estar estructurado de la siguiente forma:<br />
Categoría_ApellidosNombre (del autor). Y deberán ser enviados con el asunto «7°<br />
convocatoria la sirena varada» a:<br />
contactoeditorial@editorialdreamers.com<br />
En el cuerpo del correo deberán incluir: Nombre completo o seudónimo con el<br />
que se desea publicar, correo electrónico para contacto, una biografía de no más<br />
de 70 palabras y una fotografía del autor. Si la información no se encuentra como<br />
ha sido solicitada, se descatará de inmediato la participación.<br />
El plazo de recepción de trabajos terminará el viernes 1º de junio a las 23:59 horas<br />
UT-6:00 (CST). Se seleccionarán cinco (5) ensayos, quince (15) relatos y veinte (20)<br />
microcuentos para cada uno de los números, siendo un total de diez (10) ensayos,<br />
treinta (30) relatos y cuarenta (40) microcuentos, los cuales serán anunciados el<br />
día viernes 8 de junio a través de nuestras redes sociales y nuestro sitio web,<br />
Cabe aclarar que las fotografías, así como las biografías, serán utilizadas para<br />
hacer una mención de los autores dentro de la revista. Al ser una publicación digital<br />
sin fines de lucro, no existirá premio en metálico. Sólo se entregará un reconocimiento<br />
digital a los autores seleccionados.<br />
¡Esperamos su participación!
en nuestro siguiente número:<br />
Más entrevistas,<br />
más cuentos y microcuentos,<br />
y todo lo que ustedes aman<br />
leer en esta, su revista