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La Sirena Varada: Año II, Número 6

El sexto número de "La sirena varada: Revista literaria"

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· NOIR · CIENCIA FICCIÓN · TERROR ·<br />

<strong>La</strong> sirena varada<br />

R E V I S T A L I T E R A R I A<br />

es una publicación de<br />

EDITORIAL DREAMERS<br />

libros digitales, gratuitos y legales<br />

LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARIA BIMESTRAL<br />

<strong>Año</strong> 2, N°6, abril 2018 es una publicación mensual editada<br />

por Digital Robotic Entity Assembled for Masterful Editing<br />

and Rational Sabotage S.A.S. de C. V.:<br />

Tlalnepantla de Baz, C.P. 54170, Estado de México, México.<br />

www.editorialdreamers.com<br />

Director y editor responsable: José Luis Vázquez<br />

Ilustración de portada: Mariana Tapia<br />

Ilustraciones: The British Library’s collections<br />

<strong>La</strong>s opiniones expresadas por los autores no necesariamente<br />

reflejan la postura del editor, sin embargo, la<br />

editorial respalda todas las opiniones al aceptar su aparición<br />

en esta revista.<br />

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o<br />

parcial de los contenidos e imágenes de la publicación<br />

sin previa autorización de Digital Robotic Entity<br />

Assembled for Masterful Editing and Rational Sabotage<br />

S.A.S. de C. V. o los respectivos autores.<br />

© 2018<br />

DIGITAL ROBOTIC ENTITY ASSEMBLED<br />

FOR MASTERFUL EDITING AND<br />

RATIONAL SABOTAGE S.A.S. DE C.V.<br />

todos los derechos reservados<br />

SOBRE<br />

ESTE<br />

NÚMERO<br />

Otro mes significa otro número de<br />

esta revista, la cual poco a poco crece<br />

más conforme pasa el tiempo.<br />

Es muy agradable saber que estamos<br />

a tan solo dos números de llegar a nuestro<br />

primer año. Sí, debo admitir que ha<br />

sido complicado y que, a pesar de todo,<br />

este es el proyecto que me ha dejado<br />

muchas y muy grandes satisfacciones.<br />

Por supuesto, este proyecto no podría<br />

hacerse sin ustedes, tanto los lectores<br />

que disfrutan leyendo esta revista<br />

como aquellos autores que nos hacen<br />

el favor de participar en cada una de<br />

las convocatorias que lanzamos. Simplemente,<br />

para esta convocatoria hemos<br />

recibido casi ochocientos correos<br />

de autores que desean ver publicada su<br />

obra con nosotros.<br />

También tengo que agradecer a la<br />

pintora Mariana Tapia por ofrecer su<br />

obra para la portada de esta revista;<br />

es un honor poder atraer la atención<br />

de grandes artistas consumados a este<br />

proyecto, pero no solo eso, también<br />

tengo que agradecer a los estudiantes<br />

(y principalmente al profesor que les<br />

dejó esa tarea) de la preparatoria de la<br />

Universidad de la Salle Bajío, campus<br />

Américas, porque simplemente con su<br />

participación se juntaron un poco más<br />

de doscientos correos, y todos ellos ensayos.<br />

Vaya, escogieron uno de los géneros<br />

más difíciles a pesar de su corta<br />

edad, pero eso me genera entusiasmo.


También tengo que hacer un comentario<br />

al respecto porque, a pesar de<br />

que agradezco mucho su participación,<br />

quisiera hacer notar (como lo leeran en<br />

uno de los artículos más adelante) que<br />

tienen un largo camino por recorrer en<br />

el mundo de las letras, y tienen que tener<br />

muchísimo cuidado para no caer en<br />

el problema más grande de un escritor:<br />

el plagio. Así que, muchachos y profesor,<br />

si están leyendo esto, les pido que<br />

le dediquen al menos un par de clases<br />

a estudiar qué es y cómo se escribe un<br />

ensayo, pues realmente tuvieron problemas<br />

con ello.<br />

Y bien, para terminar, los invito a<br />

apoyar este proyecto en nuestra recién<br />

creada cuenta en Patreon; ustedes saben<br />

que todo lo que la editorial ofrece<br />

es gratuito, desde los libros hasta la<br />

revista, pasando por todas las tonterías<br />

que publicamos en nuestras redes<br />

sociales. Créanme, con su ayuda se<br />

podrá ofrecer una mayor calidad y cariño<br />

a todo lo que hacemos y podremos<br />

invertir en proyectos como nuestros<br />

videojuegos, los cuales tardarán muy<br />

poco en salir, así como en nuestra serie<br />

web que se estrena a finales de año. Lo<br />

agradeceremos de corazón.


18<br />

LA INFLUENCIA<br />

DE LA LECTURA EN<br />

LOS JÓVENES<br />

34<br />

SERIES Y LIBROS:<br />

EL DERECHO A IMAGINAR<br />

50<br />

LA LECTURA:<br />

UNA FORMA DE EMPODERAR<br />

A LA JUVENTUD<br />

82<br />

118<br />

EN PORTADA:<br />

MARIANA TAPIA<br />

NOVELAS<br />

POR ENTREGAS


66<br />

MI PRIMER<br />

NOVELA<br />

98<br />

HOY EN DÍA<br />

LOS JÓVENES NO LEEN<br />

DEMASIADO<br />

114<br />

¿SERÁ POSIBLE<br />

FORMATEARSE<br />

LA MENTE?<br />

132<br />

148<br />

NUESTROS<br />

ARTÍCULOS<br />

MICRO<br />

CUENTOS


6<br />

LOS VISITANTES<br />

DEL CIELO<br />

Por Ramiro Garza Domínguez


Todos los días en este lejano y frío<br />

lugar, en medio de la profunda y<br />

absoluta soledad, alzo la mirada<br />

hacia el cielo y contemplo por un largo<br />

rato el inmenso horizonte. Admiro el<br />

suave parpadeo de las miles estrellas<br />

y la grandiosa imagen de la omnipresente<br />

Luna. Por un momento reflexiono<br />

sobre la inmensidad del universo<br />

y me pregunto, cuál será el lugar más<br />

lejano al que es posible llegar. Este lugar<br />

es muy bello e increíble, la escarcha<br />

brillante y fresca cubre suavemente la<br />

vasta superficie hasta donde la mirada<br />

alcanza a llegar y a lo lejos, las montañas<br />

de hielo se elevan majestuosas hacia<br />

el cielo. Hoy apareció ese extraño y<br />

hermoso arco de luz alrededor del sol,<br />

los cristales de hielo se han empezado<br />

a formar en la atmosfera, creo que es el<br />

inicio en un nuevo y muy largo invierno.<br />

Tal vez fue mi imaginación, pero<br />

hoy me pareció percibir por un instante<br />

muy breve, ese pequeñísimo punto<br />

azul pálido en el cielo y entonces pensé<br />

en mi padre. No conocí mucho a mi padre<br />

y los recuerdos en mi memoria son<br />

difusos y fragmentados, pero recuerdo<br />

que un día mi padre me dijo que yo era<br />

único, que era alguien especial. Mi padre<br />

me dijo que yo había sido elegido<br />

para realizar una importante misión,<br />

que me convertiría en un gran explorador,<br />

un conquistador y un rey. Fue entonces<br />

cuando emprendí ese largo viaje<br />

que me trajo hasta este lugar y desde<br />

entonces, después de haber terminado<br />

el trabajo que me fue encomendado,<br />

todos los días hago lo mismo, contemplar<br />

el cielo y esperar.<br />

Mi padre tenía razón, al realizar ese<br />

viaje me convertí en un gran explorador<br />

y al llegar a este lejano lugar en el<br />

que nadie había estado antes, me convertí<br />

en un conquistador. Y supongo<br />

que puedo decir que yo soy el monarca<br />

de este reino de hielo, a pesar de que<br />

no tengo súbditos. Es extraña la idea de<br />

ser un rey sin tener un pueblo al cual<br />

gobernar, creo que solamente soy el<br />

rey del metano, el nitrógeno y el monóxido<br />

de carbono.<br />

Al llegar a este lugar, realice las tareas<br />

que me fueron encomendadas, mi<br />

trabajo consistía en tomar muestras,<br />

realizar mediciones, procesar cálculos<br />

complejos, trazar mapas, explorar el<br />

lugar y enviar toda la información de<br />

regreso. Hace mucho tiempo terminé<br />

mi trabajo y desde entonces no he recibido<br />

ninguna respuesta. Llevo nueve<br />

largos años en este lugar, este será mi<br />

noveno invierno. Tal vez no parezca<br />

mucho tiempo, pero me refiero a nueve<br />

años en la forma en que transcurre el<br />

tiempo en este lugar, en realidad, en mi<br />

hogar habrán pasado 2,232 años desde<br />

mi partida. Tal vez ya se han olvidado<br />

de mí o tal vez algo malo ha pasado en<br />

mi hogar. Sin embargo, en algunas ocasiones<br />

he logrado observar en el cielo<br />

pequeñas luces muy distantes, moviéndose<br />

en trayectorias predeterminadas,<br />

creo que son otros exploradores así<br />

como yo, viajando a lugares cada vez<br />

más lejanos y enigmáticos.<br />

Hace mucho tiempo se pensaba que<br />

este era el lugar más lejano al que se<br />

podía llegar, pero creo que ya no es así,<br />

por eso nadie se ha detenido a visitarme,<br />

por eso estoy aquí en esta soledad.<br />

Alguien algún día dijo que la máxima<br />

expresión de la libertad es la soledad<br />

absoluta, lo sé porque alguna vez lo leí,<br />

en la época en la que devoraba con avidez<br />

la información de las extensas bases<br />

de datos. Si eso es cierto, entonces<br />

debo decir que la verdadera y anhela-<br />

7


da libertad, es una carga muy difícil de<br />

soportar.<br />

Aunque en realidad no estoy totalmente<br />

solo, Caronte está conmigo. Caronte<br />

vive en el cielo y siempre me cuida<br />

y vigila, a veces platicamos durante<br />

largas horas, yo le cuento sobre mi hogar,<br />

mi padre y sobre la misión. Caronte<br />

nunca responde, solo me escucha con<br />

atención y me mira con ternura.<br />

Se que algún día alguien vendrá a<br />

visitarme, solo es cuestión de tiempo.<br />

Alguien descenderá hasta la helada superficie<br />

y me saludaran, me contaran<br />

sobre mi hogar, me felicitaran por mi<br />

trabajo y tal vez me lleven con ellos.<br />

Mientras tanto seguiré cuidando de<br />

este basto y maravilloso reino y esperare<br />

pacientemente.<br />

Solamente hay una idea que me intriga,<br />

un pensamiento recurrente que<br />

en algunas noches me quita el sueño.<br />

Me pregunto, ¿cómo serán mis primeros<br />

visitantes? ¿Serán seres biológicos<br />

como los humanos que habitan en mi<br />

memoria, como lo fue mi padre alguna<br />

vez? O si acaso, ¿mis primeros visitantes<br />

serán como yo?<br />

8


la sirena varada es y siempre<br />

será gratis<br />

pero siempre nos viene bien una ayuda<br />

así que, si tienes la posibilidad, ayúdanos a seguir<br />

creando excelente contenido cultural gratuito<br />

donando desde un dolar en nuestra cuenta de patreon<br />

buscanos como:<br />

LA SIRENA VARADA: REVISTA LITERARiA<br />

patreon.com/lasirenavarada<br />

con tu apoyo, podremos brindar a los autores el 100%<br />

de las ganancias de sus libros<br />

9


10<br />

ALBA<br />

Por Francisco Santoyo Pérez


Acaricio tu cintura por sobre el<br />

tatuaje de un amanecer. Aún recuerdo<br />

cuando te conocí y te pregunté<br />

qué significaba ese dibujo en tu<br />

piel. Me contaste que te lo había hecho<br />

tu primer amor, un tipo que se dedicaba<br />

a tatuar y terminó de sicario. Que la<br />

salida del sol simbolizaba ese renacer<br />

que era tu aparición en su vida. Te soltaste<br />

a llorar mientras yo te acariciaba<br />

el cabello y pedía otra cerveza.<br />

Ah, Martha. ¡En qué vida de mierda te<br />

has metido! Eres demasiado hermosa<br />

como para trabajar en este orinal que<br />

te mal paga. Si no tuviera familia, hace<br />

mucho que me hubiera casado contigo<br />

y me hubiera encargado de tus hijos. Te<br />

irías a vivir a mi casa para nunca más<br />

tener que trabajar. Te quedarías en la<br />

casa a cuidar a los niños y a esperarme<br />

hasta que llegara en la noche, como hacen<br />

las mujeres de bien. Te compraría<br />

guccis, dolce y gabbanas, diors y otros<br />

perfumes chingones; así dejarías de<br />

usar esos alcoholes rancios y malolientes<br />

con los que se te nota a medio kilometro<br />

que eres una puta.<br />

Te susurro al oído que vayamos al<br />

privado; tú accedes de buena gana. Me<br />

tomas de la mano, me dejo llevar por ti.<br />

Apartamos los hilos de colores que conforman<br />

la cortina del tabuco y me siento<br />

en el sillón sudoroso; tú te desnudas y<br />

empiezas a bailar sin música. Luego de<br />

contemplarte un rato, te pido que no,<br />

que por favor te sientes, que quiero hablar<br />

contigo. Y me sonríes y te sientas en<br />

mis piernas y empiezo a contarte lo muy<br />

mierderos que son mi trabajo y mi vida<br />

conyugal. Me miras asintiendo, con los<br />

ojos bien abiertos: eso me basta para<br />

saber que no me pones atención; pero<br />

te perdono. Te digo que me cuentes sobre<br />

tus hijos: ahora yo soy el que te mira<br />

fijamente sin prestar atención a nada<br />

de lo que dices; pero eso, el verte hacer<br />

ademanes, sonreír sin dejar de mover la<br />

boca, me provoca una dicha por la que<br />

estoy dispuesto a dar los mil pesos que<br />

pagaré por estar en ese cuarto durante<br />

media hora sólo contigo.<br />

Intento besarte. Apartas tu boca<br />

sonriendo. Me dices que ya sé que<br />

todo menos besos. Te respondo que sí,<br />

que ya sé, que, no obstante, tenía que<br />

intentarlo. Ríes. En un impulso idiota<br />

vuelvo a contemplar la idea de huir<br />

contigo. De que dejemos todo atrás y<br />

rehagamos una vida en otro sitio, muy<br />

lejos de aquí. Vuelvo a contarte mi plan.<br />

Que le dejes los hijos a tu hermana.<br />

Que tengas todas tus pertenencias listas.<br />

Que pasaré mañana por ti cuando<br />

raye el alba, a la hora que termina tu<br />

turno. Que huiremos rumbo a la frontera<br />

o a un estado del sur. Permaneces<br />

observándome muy seria y tras un silencio<br />

prolongado me dices que lo pensarás.<br />

Mañana me responderás, aseguras,<br />

con tu presencia o tu ausencia: si<br />

vas a la cita, es un sí; si no…<br />

Salimos del privado. Antes de irte<br />

con el próximo cliente, quien justo<br />

ahora va entrando todo encadenado y<br />

enpistolado, te despides de mí con un<br />

beso en la mejilla y un hasta mañana.<br />

Eso me basta para irme pacificado, llegar<br />

a casa, tener los huevos para mentirle<br />

a mi esposa acerca del origen de<br />

tu perfume barato, y dormir con una<br />

sonrisa en la cara.<br />

Todo el día siguiente pienso en ti, Martha.<br />

Me equivoco poniendo tu nombre en<br />

los informes y mencionándolo cuando<br />

contesto el radio. Hoy me harán trabajar<br />

poco antes de que sea tu hora de salida.<br />

Espero ansiosamente a tu sí o a tu no;<br />

aunque en el fondo tema cualquiera de<br />

11


las dos respuestas. Si lo pienso un poco,<br />

no tiene caso ilusionarme con algo que<br />

te propuse casi como broma. Pero es que<br />

mi vida me repugna a tal grado que lo<br />

absurdo me parece una mejor solución<br />

que seguir viviendo en esta racionalidad<br />

que me aplasta el alma. Ya tengo en el<br />

carro mis documentos de identificación,<br />

la visa, las tarjetas de crédito y todos mis<br />

ahorros, por si el acaso nos lleva a emprender<br />

esta idiotez. Me ilusiona pensar<br />

en todo lo que haríamos si los dos en verdad<br />

estamos dispuestos a huir; aunque,<br />

al mismo tiempo, me reconforta la negativa,<br />

siempre que pueda seguir viéndote<br />

a como dé lugar.<br />

<strong>La</strong> última llamada del radio antes de<br />

ir contigo. Un desmadre en el kilometro<br />

cincuenta. Llegamos con otras cinco<br />

patrullas. En el paraje hallamos un<br />

rompecabezas de miembros humanos<br />

desperdigados en la yerba. Recogemos<br />

todo en bolsas. El recuento: veinte<br />

piernas, veinte brazos y nueve torsos<br />

con sus cabezas. Hay que encontrar<br />

el que falta, ordena mi comandante.<br />

Lámparas en mano, inspeccionamos<br />

el perímetro con cautela. Ni siquiera<br />

esta pestilente carnicería en la que me<br />

encuentro hace que deje de pensar en<br />

ti. Martha, Martha, me sorprendo repitiendo<br />

tu nombre en busca de ese torso.<br />

¿Dónde estás Martha? Y en respuesta a<br />

esa involuntaria pregunta, formulada<br />

en voz alta, reconozco entre los helechos<br />

el tatuaje de un amanecer.<br />

12


13


14<br />

CAMBIO<br />

DE PIEL<br />

Por Ruth Ríos Reséndiz


Mi abuela hace cosas raras, desalojó<br />

a una anciana, eso me dio<br />

pena. Nunca vi a la anciana y la<br />

inquilina nueva no se me hacía desconocida,<br />

esta familiaridad que tengo<br />

con los extraños es debido a la renta de<br />

los cuartos de la gran casa.<br />

Comprendía ese sentimiento de melancolía<br />

y soledad de mi abuela, ella<br />

no soportaba a la otra anciana, tenerla<br />

cerca, no sabía si yo también era quien<br />

no soportaba ese acercamiento senil.<br />

Al tener el cuarto disponible a los<br />

días llegó ella, una mujer con gestos<br />

de madurez y el cuerpo desdibujado<br />

de una adolescente. Ese día mi abuela<br />

preparó un té oloroso de hierbas amarillas<br />

con miel para olvidar el calor, sus<br />

nervios y el estrés.<br />

El verano y los zancudos eran pretexto<br />

para salir ya de tarde. Así decidí<br />

revisar mi lista de música, depurar<br />

contactos del celular y redes sociales.<br />

Lo denso del calor y el letargo hacían<br />

una costumbre de mi hastío, me dispuse<br />

a prender una colilla «debe tener<br />

un poco» Pensé mientras le daba una<br />

fuerte calada.<br />

En ese momento percaté su llegada,<br />

la «nueva inquilina», el perro la anunciaba<br />

desde hace tres días. Tras cruzar<br />

con la mirada el patio común, la vi,<br />

ella tenía movimientos delicados, los<br />

gestos en su cara contrastaban, no sé<br />

bien qué, pero era «algo». Tengo bruma<br />

en la mente y su imagen en mi pensamiento<br />

se esparcía. Una curiosidad me<br />

atrajo a ella, un acertijo ¿Qué me había<br />

inquietado en su imagen?<br />

A una semana estaré sin vacaciones,<br />

se me ha hecho costumbre esperarla<br />

de la peletería de la otra colonia, ese<br />

lugar huele a piel y ella traía ese olor;<br />

sabía que la observaba, cruzaba el patio<br />

envuelta en toalla entre su premura<br />

y precaución para que su casera, mi<br />

abuela, no la viera, se desplazaba con<br />

torpeza y sensualidad. Juntos urdimos<br />

un juego sutil de señas y miradas.<br />

Yo perdía las reservas de serenidad,<br />

el olor a piel curtida, gestos sin adolescencia,<br />

el viaje de mi adquisición emocional<br />

hacían aquel extraño deseo; la<br />

buscaba, espiaba, asediaba… Quería<br />

ver su piel, quería oler aquella piel.<br />

Un sábado mi abuela atendiendo su<br />

rutina cristiana se preparaba para ir a<br />

la iglesia. Yo estaba en el patio atendiendo<br />

al perro que parece enfermo.<br />

Advertí como la nueva inquilina se despedía<br />

en forma de agradecimiento, yo<br />

reconocía ese gesto cuando están por<br />

irse de los cuartos.<br />

Ese día ella salió temprano de trabajar,<br />

cargaba cosas, bolsas de sal y<br />

algunas botellas de químicos y abrasivos,<br />

la acompañé a su cuarto mientras<br />

aligeraba su carga. De pie en su puerta<br />

mientras con seductora torpeza abría la<br />

atrancada cerradura, tenía que aplicar<br />

fuerza, hacer palanca; al inclinarse noté<br />

una cicatriz en su cara, recordé el acné<br />

de las adolescentes y mi ser produjo rechazo,<br />

pasé las bolsas a una mano, con<br />

el brazo libre di un jalón a la puerta para<br />

abrirla. <strong>La</strong> inquilina me ofreció entrar<br />

por cortesía; no acepté y tras percibir un<br />

golpe envolvente de olor penetrante de<br />

ahí me produjo un síncope que arrebató<br />

mi ser. Ella dejó sus cosas tomó de mi<br />

mano las bolsas, «casi, casi» rozó mis<br />

dedos. Me retiré y me llevé esa atmósfera,<br />

nube olorosa y hechizante.<br />

Acostado en mi habitación repasaba<br />

mentalmente el suceso, un instante<br />

que recreé toda la tarde agregando y<br />

quitando detalles. No sé si por cansancio<br />

o mareo le daba rienda suelta a una<br />

15


obsesión pretendiendo descifrar si recordarla<br />

con alegría o con rechazo de<br />

extrañeza, dormí; no quise fumar.<br />

Escudriñando el silencio cerca del<br />

amanecer bajé, toqué su puerta, abrió<br />

como si estuviera esperándome, la miré,<br />

acerqué su rostro con mis manos y la<br />

besé, mis dedos sintieron más de una<br />

cicatriz. Copulamos con rabia y desesperación<br />

en la nube densa de olor.<br />

¿Entraba a una etapa o huía de<br />

otra? No soportaba a la abuela, el perro<br />

era un recuerdo ensombrecido, no<br />

frecuentaba amigos, mi humor tenía<br />

bruscos arrebatos, renuncié a rutinas,<br />

mis actividades no eran ni eso. Una<br />

identidad se forjaba, no estaba feliz ni<br />

insatisfecho. <strong>La</strong> comprensión hacia mi<br />

abuela trazaba una línea, una separación<br />

del espacio, de complicidad y secretos,<br />

su disimulo era obvio, procuraba<br />

no mirarme. <strong>La</strong> abuela me lanzó una<br />

mirada y sólo alcanzó a decir:<br />

—Ten cuidado, desaparecen muchachos<br />

y protégete si haces cosas y no<br />

fumes cochinadas.<br />

«Protegerme» pensé, sé que me extrañará,<br />

volverá de su retiro y me aprovecharía<br />

para hacerla sentir culpable<br />

de su estado y mi vida.<br />

Un nuevo olor enrareció el aire, almizcle<br />

y aceite aromado, en sueños<br />

y a lo lejos imaginaba, recordaba los<br />

jadeos de aquella madrugada con la<br />

«no tan extraña nueva inquilina» quería<br />

estar nuevamente con ella. Mi corazón<br />

16


alerta, tenía la atención puesta, no<br />

quería salir de casa, quería verla llegar,<br />

eso acrecentaba la ansiedad y reconcentraba<br />

mi curiosidad.<br />

Al verla llegar, velozmente me deslicé<br />

con ella entrando juntos por su puerta;<br />

un escalofrío también entró en la habitación<br />

y se posó en el aire humedeciendo<br />

todo, después de volcarme hacia ella,<br />

ese enigma me volvía loco, estaba trastornado.<br />

Su piel, si, su piel estaba dura, lo<br />

recuerdo, porque repasé mentalmente<br />

esa piel, que no era de adolescente, que<br />

no era suya, que ya era mía, quería que<br />

me tuviera ahí así de cerca pegado a ella.<br />

Entré en la otra habitación al percibir<br />

que de ahí emanaba aquel extraño olor,<br />

encontré una caja llena de sal y algunos<br />

trozos de piel estirándose en una malla,<br />

estaba la correa de mi perro, no podía<br />

dar crédito a lo que veía, un terror recorrió<br />

toda mi dermis, todo mi ser por<br />

dentro y por fuera sentía el horror al reconocer<br />

pieles curtidas de diferentes tipos<br />

incluso de animales. Ella no era una<br />

extraña, no era una conocida, ella, la<br />

misma, era la anciana la inquilina anterior,<br />

que fue condenada y víctima al estar<br />

atrapada en la piel de otros, piel que<br />

curtía y cosía para luego pegarla ¿Qué<br />

era ella? ¿Qué estaba haciendo yo ahí?<br />

El sonido de la puerta al cerrarse forjó<br />

un lazo de tenso silencio con olor espeso.<br />

Lo comprendí todo: mis amigos no me<br />

esperarían, ella se iría, mi abuela no regresaría<br />

hasta el lunes y el perro no ladraría.<br />

17


LA INFLUENCIA<br />

DE LA LECTURA<br />

EN LOS JÓVENES<br />

Por Mariana Isabel Sánchez Ochoa<br />

Primero quiero empezar con una<br />

pregunta: ¿A los jóvenes nos gusta<br />

leer? Pues veamos, muchos de los<br />

adultos creen que hoy en día los chicos<br />

no leen mas que Facebook, WhatsApp<br />

o Twitter y quiero que sepan que están<br />

en lo incorrecto.<br />

A nosotros nos encanta leer y nos<br />

apasiona meternos dentro de las historias<br />

de cada libro y de cada personaje.<br />

Nos emociona, nos hace sentir tristes,<br />

18<br />

hace que nos enamoremos de los personajes<br />

y que lloremos junto a ellos.<br />

Pero algo puedo aceptar, desde que<br />

somos pequeños nos obligan a leer y<br />

sobre todo en la escuela, y no me refiero<br />

a que eso haya estado mal. Me refiero<br />

a que nos ponían a leer algo que no nos<br />

gustaba y que no disfrutábamos. Y aquí<br />

pongo mi ejemplo, en la secundaria nos<br />

ponían a leer un libro por año, el problema<br />

era que los directivos escogían el


libro y siempre nos daban uno que no<br />

nos gustaba y como no disfrutábamos<br />

al leerlo nos poníamos a hacer otra cosa<br />

que no fuera leer. Tal vez de ahí mi generación<br />

no tomó el gusto por la lectura<br />

y hasta lo empezó a odiar, por eso los<br />

chicos ya no se acercan a un libro, lo ven<br />

como un reto o algo que es muy estresante<br />

ya que nos obligaban a hacerlo.<br />

En cambio, si desde que éramos pequeños<br />

nos hubiesen preguntado cuál libro<br />

o qué tema nos interesaba, hubieran fomentado<br />

nuestro interés hacia un tema.<br />

Y vuelvo con lo del principio, porqué<br />

a los jóvenes nos encanta leer. Pues<br />

verás, yo junto mis amigos supimos<br />

vencer ese miedo a la lectura, un día<br />

fuimos a la biblioteca del municipio y<br />

no se imaginan mi emoción al ver tantos<br />

libros de astronomía o comics de<br />

Star Wars. A mis amigos emocionados<br />

por libros sobre historia musical, otros<br />

19


tantos por los principios de su deporte<br />

favorito, las chicas con sus sagas de<br />

romance y ese día, lo juro, ese día fue<br />

cuando nació nuestras ganas por leer<br />

y divertimos al compartir lo que leías<br />

con ellos, lo que pensaba de ese capítulo<br />

y sobre el personaje.<br />

Decidimos que cada sábado iríamos<br />

y hasta el día de hoy lo seguimos haciendo<br />

porque nos gusta, nos emociona<br />

meternos en un mundo donde no<br />

sabemos qué va a pasar y hasta cuándo<br />

va a terminar.<br />

El amor por la lectura nos hace pensar<br />

más allá, hace que tengamos una imaginación<br />

enorme y llena de colores, hace<br />

sentirnos libres e identificados con los<br />

personajes o hasta con la misma historia.<br />

Alguna vez he escuchado decir «este<br />

libro es igualito a mi vida» y esto es algo<br />

increíble porque tanto el autor como el<br />

lector se identifican uno con el otro.<br />

Quiero decirles que leer es algo hermoso,<br />

y si, gracias a la literatura tenemos<br />

ortografía y nos hace ser personas<br />

más cultas e interesantes. Y que sea<br />

cual sea su caso, en el mío, la obligación<br />

a leer, quiero que sepan que si van<br />

y buscan un libro con cualquier tema<br />

de su interés y si no fue lo que esperaban<br />

busquen y busquen otro que los<br />

llene y que se les ponga la piel chinita<br />

cuando un capítulo les emocione y que<br />

te enamores de un personaje.<br />

Escoge tú tus libros, escoge lo que<br />

más te gusta y, sobre todo, sé feliz<br />

cuando estés leyendo, disfruta cada<br />

verso o cada párrafo de tu libro, crea<br />

una mente gigante y llena de imaginación,<br />

respeta la opinión que tienen los<br />

demás de tus gustos lectores y respeta<br />

los gustos de otros.<br />

Pero nunca nunca dejes de leer lo<br />

que te gusta.<br />

20


21


22<br />

HIGIENE<br />

AMOROSA<br />

Por Hernando Orozco Losada


El barrio gozaba de un orden impecable<br />

ese día. Clara salió muy temprano<br />

junto con algunas de sus vecinas<br />

para asear las calles y adornar los<br />

jardines por los que pasaría la procesión<br />

del Santo Sepulcro esa noche. Le<br />

comentó a una vecina: «Estoy contenta,<br />

hoy tendré la oportunidad para que<br />

me bendigan un Cristo, que he preparado<br />

para la ocasión». Luego limpiaron<br />

y pintaron un muro cercano, que tenía<br />

grafitis de denuncia y manchas indeseables.<br />

En la tarde rumbo a su trabajo<br />

presenció el desalojo de algunos mendigos<br />

y vendedores ambulantes, situados<br />

en el parque frente a su casa. Ella y<br />

sus vecinos, en general gente de bien y<br />

devotos, estaban cansados de denunciar<br />

su fastidiosa presencia.<br />

Clara llamó con su acostumbrada<br />

etiqueta al último cliente. El aire del<br />

consultorio le produjo escalofríos, le<br />

gustaba usarlo al máximo y con perfume,<br />

así no sudaba y apagaba cualquier<br />

mal olor. Se enfundó los guantes estériles<br />

con pulcritud y placer, contempló<br />

sus manos por ambos lados y sonrió.<br />

Se puso las gafas protectoras y el tapabocas<br />

cubriendo hasta la nariz, para<br />

realizar una higiene oral meticulosa. Se<br />

persignó mirando el crucifijo colgado<br />

detrás de la camilla. Con ademanes<br />

calculados tomó el instrumental necesario<br />

de una bandeja perfectamente<br />

ordenada y desinfectada, y prendió la<br />

luz de la lámpara con su pie. <strong>La</strong> paciente<br />

abrió la boca sin mediar ninguna orden.<br />

Clara recorrió toda la cavidad con<br />

el espejillo y el separador. Paró y sin<br />

mirarla le dijo:<br />

—Discúlpeme, señora, tiene los dientes<br />

muy descuidados. Parece que no<br />

conoce usted la seda dental y su cepillado<br />

es superficial. Tiene mucho sarro,<br />

debe cuidarse mejor. Le cuento que no<br />

hay dientes como los de Manuel, mi<br />

marido, son perfectos y blancos, eso<br />

me enamoró de él. Todos los días se<br />

los limpio con minuciosidad, para que<br />

se le conserven —se sonrió para sí—. Al<br />

principio me reprochaba: «no soy un<br />

bebé para que me asees todos los días».<br />

Pero yo insistía y como él sabía que eso<br />

me animaba, accedía. ¿Me entiende?<br />

Je, je. Luego se acostumbró, aunque le<br />

sentaba mal lo que usaba para cuidar<br />

su dentadura, es nuestra rutina secreta.<br />

<strong>La</strong> paciente abrió los ojos y se sonrojó,<br />

aunque no pudo decir nada con<br />

su boca abierta y el separador adentro.<br />

Luego de terminar la jornada, Clara<br />

cerró el consultorio con una servilleta<br />

desechable para no tocar la chapa. Se<br />

puso los guantes de calle y otro tapabocas,<br />

tendría que irse en bus, era el<br />

día de su pico y placa vehicular, que<br />

tanto detestaba.<br />

Se encontró con una vecina en el<br />

paradero, la saludó evitando todo<br />

contacto.<br />

—Hola. Otra vez nos toca coger bus,<br />

con esos pasamanos tocados por todo<br />

el mundo. Estar apretujada con esa<br />

gente, sudada y maloliente, asientos<br />

sin limpiar, ¡qué horrible!<br />

—Maní, papitas, rosquillas, pruebe<br />

señora…<br />

—No, gracias, señor.<br />

—Tranquila, es sin compromiso la degustación,<br />

sino le gusta, no me compra.<br />

—No quiero, señor, por favor<br />

—Colabóreme, está rico el maní…<br />

—¡Qué no, señor! —el vendedor se alejó.<br />

—¡Que viejo tan desagradable! —dijo a<br />

su vecina—. Con esas uñas sucias prepara<br />

el maní y estoy segura que soplará en<br />

la bolsita para abrirla, con ese aliento que<br />

le debe oler a mortecina. Ni loca compra-<br />

23


ía esa porquería. En cambio mi esposo<br />

mantiene sus uñas largas, pero limpias y<br />

no se le siente ningún mal aliento cuando<br />

lo beso, me huele a limpio sinceramente.<br />

Él siempre está dispuesto. Antes quería<br />

besuquearme todo el tiempo y yo detesto<br />

eso ¡qué asco! <strong>La</strong>s cosas en su momento y<br />

lugar, sino se le acaba el encanto al sapo,<br />

y hasta pecado será ¿verdad? Ja, ja —la<br />

vecina la miró extrañada y sonrió. Llegó el<br />

autobús en ese momento.<br />

Se subió con fastidio y al llegar a su<br />

parada fue a bajarse, cuando…<br />

—<strong>La</strong> mano, señora, bien pueda, le ayudo.<br />

—No, gracias, joven.<br />

Él continuó con una mano extendida<br />

y en la otra cargaba su ropa de trabajo.<br />

Ella paralizada en el último escalón,<br />

manoteó para que quitara su mano.<br />

—Señora, baje ya —dijo con tono imperioso<br />

el chofer.<br />

—¡Joven, retire su mano!<br />

—Como diga, doña. <strong>La</strong> gente no se<br />

deja ayudar.<br />

Se bajó seguida de su vecina.<br />

—¿Cómo puede pensar ese joven que<br />

me deje tocar? Con esa mano sudada y<br />

untada de quién sabe qué más. Menos<br />

mal yo llevaba guantes. Si me hubiera<br />

tocado ¡huich! Solo me dejo tocar de mi<br />

marido, que siempre me recibe con su<br />

mano extendida. ¡Hasta luego!<br />

Al llegar a su casa entró de inmediato al<br />

baño, botó a la caneca los guantes y el ta-<br />

24


pabocas. Frotó minuciosamente sus manos<br />

con jabón líquido y luego, se lavó de los dedos<br />

hacia el codo. Se secó con el vaporizador<br />

y se dirigió a su cuarto. Antes de entrar miró<br />

el crucifijo que estaba sobre el marco de la<br />

puerta, se persignó, oró y siguió:<br />

—Hola, mi amor, te cuento que hoy<br />

un joven muy atractivo y pulcro, me<br />

tendió su mano como todo un caballero<br />

al bajar del bus. Me miró de manera<br />

muy cortés, pero me hizo ruborizar.<br />

¡Aún tengo atractivo! —lo miró y sonrió—.<br />

No acepté su mano, la tuya es la<br />

única que me puede tocar. Antes me<br />

ofrecieron una degustación de un maní<br />

que se veía delicioso, por supuesto no<br />

acepté. Mi boca solo es para ti.<br />

Tomó la mano rígida de Manuel, extendida<br />

sobre el travesaño. Sus uñas largas<br />

y sus dedos un poco huesudos, estaban<br />

fríos por el aire acondicionado del cuarto.<br />

—Te calentaré con mis pechos.<br />

Se quitó su ropa y la colgó con esmero.<br />

Se le acercó. Paseó la punta de sus<br />

pezones por su mano y por su pecho.<br />

Se sentó encima, se produjo un leve<br />

crujido. Miró sus orbitas, acarició su cabello<br />

y un mechón quedó en su mano.<br />

—Hoy es un día muy especial para ti.<br />

Observó sus dientes blancos y descarnados.<br />

Aspiró hondo para contener<br />

su respiración. Aproximó los labios a su<br />

comisura, cerró los ojos y lo besó con<br />

ternura. Como solo se puede besar un…<br />

25


26<br />

SEREMOS<br />

NUTRIAS<br />

Por Anaga Manrique


—Como las nutrias… —Nos dijo con<br />

los ojos queriendo saltar de su rostro<br />

sudoroso...<br />

Julia empezaba a gimotear levemente<br />

y mamá posó una mano decidida sobre<br />

los labios temblorosos de la pequeña primero,<br />

para después acariciarle la mejilla.<br />

—¿Se acuerdan del libro que leímos<br />

acerca de cómo dormían las nutrias?<br />

Se daban las manos para no perderse<br />

mientras dormían en el agua. ¿Recuerdas,<br />

Julia, cómo nos reíamos al ver la<br />

foto de las nutrias cogiditas de las manos<br />

para no perderse? Nos parecían<br />

muy listas, ¿verdad?<br />

Yo no podía dar crédito a lo que escuchaba.<br />

Sentía mareos debido al miedo<br />

intenso y mi madre hablaba de nutrias<br />

y de dormir entrelazados de manos.<br />

—¡Mamá! —la mirada se me escabullía<br />

a la puerta cerrada y regresaba<br />

incrédula hacia mi madre arrodillada<br />

ante nosotros…<br />

Me miró por el rabillo del ojo y se tomó<br />

un segundo de silencio para afinar el<br />

oído. Un segundo en el que dejó de respirar,<br />

aunque realmente boqueaba desde<br />

que había entrado en la habitación.<br />

Aparentemente, ningún nuevo escándalo<br />

violento llegó desde el piso inferior,<br />

y volvió a centrar su atención en<br />

la más pequeña.<br />

—Lo haremos así. Le darás la mano a<br />

tu hermano…<br />

—No me gusta subir ahí. Está muy<br />

oscuro…<br />

<strong>La</strong> protesta de la niña fue tajantemente<br />

cortada con el siseo típico de nuestra<br />

madre cuando quería imponer su autoridad<br />

ante los tres y mandarnos a callar.<br />

—Por eso mismo Nicky te llevará de la<br />

mano y no te soltará, ¿verdad, Nicky? —se<br />

dirigió ahora con urgencia a mi hermano<br />

quien asintió con la cabeza—. ¿Puedes<br />

guiarlos desde aquí a ese escondite tuyo<br />

sin que nadie pueda escucharles?<br />

—Sí, claro —el susurro de Nicky fue<br />

apenas un hilo de voz.<br />

Mamá prácticamente los empujó hacia<br />

la escalera que subía a la buhardilla<br />

mientras yo permanecía petrificado.<br />

—¡Mamá! —insistí convulsivamente.<br />

Pero ella me cortó con un ademán impaciente<br />

de su mano apremiando silencio.<br />

Seguía centrada en el hermano intermedio.<br />

—¿Desde allí puedes buscarle una salida a<br />

Mario para que salga de la casa sin ser visto?<br />

No llegué a escuchar la respuesta<br />

pero pareció complacer a nuestra madre,<br />

mientras a mí me parecía que era<br />

la puerta quien latía como si fuera mi<br />

corazón desbocado.<br />

—¡Mamá! —incapaz de moverme,<br />

solo acertaba a repetir llamarla una y<br />

otra vez transpirando y agitando mi pecho<br />

sin control—. ¡Mamá!<br />

Me sobresalté cuando ella me sacudió<br />

para ponerme apenas a un palmo<br />

de su cara.<br />

—¡Mario, sigue con el plan! Dale la<br />

mano a Julia y sal de la casa por donde<br />

te diga Nicky.<br />

— ¿Quiénes son? ¿Por qué estaban<br />

pegando a Papá?<br />

Se volvieron a escuchar voces intrusas,<br />

y ahora más cerca.<br />

—¿Me has entendido, Mario?<br />

Aparté la mirada, preso de una vergüenza<br />

espontánea, en parte por no<br />

controlarme, en parte porque no podía<br />

soportar ver la expresión de terror que<br />

deformaba el hasta hace poco, dulce rostro<br />

de mi madre. Con su dos manos agarró<br />

con fuerza el mío y me obligó a mirarla,<br />

creo que como nunca lo había hecho.<br />

—¡Dale la mano a tus hermanos, sal<br />

de la casa, corre lo más deprisa que<br />

puedas, busca a alguien, pide ayuda!<br />

27


Un crujido reconocible llegó hasta<br />

nosotros. <strong>La</strong> vieja escalera de madera<br />

del pasillo solía ceder ante el peso corporal.<br />

Casi siempre a la misma altura,<br />

en la esquina de este piso. Nunca antes<br />

me había parecido una distancia tan<br />

corta hasta nuestra habitación; nunca<br />

antes me había hecho crujir los cimientos<br />

de mi cordura. Podían quedarnos<br />

unos diez metros de libertad.<br />

—¡Ven tú también! —imploré.<br />

Aún hoy trato de descifrar aquel semblante<br />

alterado y emocionado que me<br />

rozó la frente con la suya, previo a su<br />

beso en mi mejilla. Aquella última mirada<br />

cargada de amor, y su voz contenida<br />

de emociones, encargándome<br />

cuidar de los niños y dándome su más<br />

sincero te quiero. Aún hoy, me pregunto<br />

por qué no seguí resistiéndome, por<br />

qué no miré atrás, o de qué manera<br />

aquella valiente mujer me insufló su<br />

coraje y ánimo para ejercer de hermano<br />

mayor, sujetar la mano asustada<br />

de mi hermana menor, aguardar que<br />

hiciera lo mismo con Nicky, y con una<br />

renovada determinación ordenar:<br />

—Seremos nutrias.<br />

28


29


30<br />

¡MALDITA<br />

SEA, MILLER!<br />

Por Jesús Valdemar Pool Canul


Tras una hora conduciendo, Miller<br />

abandonó la autopista para internarse<br />

en el rústico camino que llevaba<br />

a la guarida. Sobre el despoblado,<br />

la tarde comenzaba a caer.<br />

—Aquí en el campo todo es tranquilo,<br />

me libera de esa paranoia que siento<br />

cuando vamos a la ciudad —dijo el robusto<br />

Charles Carter desde el asiento<br />

del copiloto—. Además, nadie se entera<br />

de lo que sucede aquí.<br />

—Ya lo creo, jefe —asintió el agente con<br />

ánimo fingido. En su mente repasaba toda<br />

la información recabada hasta el momento<br />

y que tendría que consignar en su informe<br />

policiaco: Nombres, direcciones, sobornos,<br />

compra ilegal de armas, distribución<br />

transatlántica de drogas, ejecuciones.<br />

—Cuando mi padre dirigía el negocio<br />

la organización solía cambiar de guarida<br />

cada mes, ¿sabes? —dijo Carter con<br />

su voz grave—. Como si fueran… ¿cuál<br />

es la palabra?<br />

—¿Nómadas?<br />

—Sí, exacto. Como si fueran nómadas.<br />

Últimamente he pensado que ya es hora<br />

de mudarnos, usar este mismo sitio por<br />

tanto tiempo no es muy inteligente.<br />

—Usted tiene buen olfato para el negocio,<br />

jefe, lo que decida será lo mejor<br />

para la organización —dijo Miller, sin<br />

quitar la vista del camino.<br />

—Bueno, creo que he sabido manejar<br />

las cosas mejor que mi padre, y lo digo<br />

con respeto a su memoria. Ahora producimos<br />

el doble de cocaína y tenemos<br />

contactos en más países. Aunque claro,<br />

todo ha tenido su costo —respondió<br />

Charles, acariciando su arma.<br />

—Supongo que de eso se trata, jefe,<br />

de hacerlo mejor que su predecesor sin<br />

importar el costo.<br />

Satisfecho por lo natural que había<br />

sonado su comentario, el agente encubierto<br />

Rudolph Miller pensaba: De<br />

nada te servirá, Carter, tengo ya suficientes<br />

pruebas como para que te condenen<br />

dos veces a la silla eléctrica.<br />

—Siempre tienes algo bueno que decir,<br />

Henderson. Sabes —prosiguió—,<br />

cuando tenía tu edad yo era muy parecido<br />

a ti, has sabido crecer en el negocio<br />

con rapidez. En poco tiempo pasaste<br />

de ser el novato del grupo a ser uno<br />

de mis hombres de mayor confianza.<br />

Miller rio por dentro. Su mente retrocedió<br />

seis meses, cuando con un nombre<br />

falso se presentó ante Charles Carter.<br />

Él y sus hombres habían mordido el anzuelo<br />

fácilmente. Se había infiltrado en<br />

la organización gracias a la información<br />

que varios presos le facilitaron a cambio<br />

de reducciones en sus condenas. <strong>La</strong>s<br />

primeras semanas fueron duras, llenas<br />

de incertidumbre, de temor porque se<br />

descubriera su verdadera identidad y<br />

por lo que pudiera pasarle a él o a su familia,<br />

pero poco a poco fue creciendo en<br />

su papel y sus superiores confiaban en<br />

que llevaría a buen puerto este primer<br />

trabajo encubierto que le habían confiado.<br />

Aunque seguramente Johnson<br />

pensaría lo contrario. El maldito agente<br />

Johnson. Él se encargaba de adiestrar a<br />

los oficiales novatos de la academia de<br />

policía, disfrutaba haciéndolos sufrir,<br />

pero con Miller se había encarnizado, lo<br />

trataba como un bueno para nada, cinco<br />

años atrás:<br />

—¡Maldita sea, Miller, tú no acertarías<br />

un disparo ni aunque tu propia cabeza<br />

fuera el objetivo! —le gritaba al oído<br />

con su voz rasposa.<br />

—¡No hay excusa para olvidar tu arma,<br />

estúpido! ¡Jamás te separes de ella! ¡Si<br />

olvidas de nuevo en dónde la dejaste<br />

yo mismo te volare los sesos, Miller! ¡Te<br />

volaré los sesos!<br />

31


Recuerda su aliento agrio cada vez<br />

que le reprendía; recuerda su voz socarrona,<br />

su pelo canoso y seco, los dientes<br />

amarillos por el tabaco; recuerda<br />

sus castigos, sus golpes, sus obscenidades,<br />

sus insultos a su familia. El peor<br />

mes de su vida. «Esto es peor que el<br />

ejército», le decían algunos compañeros.<br />

Muchos desistieron en el proceso,<br />

pero no Rudolph. A pesar de que recibía<br />

la peor parte no quería darle esa<br />

satisfacción a Johnson. El malnacido<br />

de Johnson.<br />

—…te llevarás una gran sorpresa. Sigue<br />

así y algún día serás un pez gordo —terminaba<br />

Carter.<br />

Miller sonrió. Sí, en unas semanas,<br />

cuando Carter fuera apresado en una<br />

redada, pasaría a convertirse en un pez<br />

gordo dentro de la agencia de policía.<br />

Tal vez le darían una medalla o un diploma.<br />

Luego iría a la tumba de Johnson,<br />

fallecido desde hace dos años, a<br />

reír y mearse encima:<br />

—¿Me recuerdas, Johnson? Solías decir<br />

que no lograría nada.<br />

—Detente aquí —ordenó Carter—,<br />

debo hacer una llamada y sería bueno<br />

estirar las piernas un rato.<br />

Ambos descendieron del vehículo.<br />

Con un movimiento de la mano Carter<br />

indicó a Miller que lo dejara solo. A él no<br />

le importó, lo que sea que Carter hablara<br />

por teléfono lo averiguaría más tarde.<br />

Además, comenzaba a sentir una ridícula<br />

urgencia por orinar. Anduvo unos metros<br />

por el camino hasta que encontró<br />

unos matorrales. Mientras se aliviaba<br />

32


tras ellos, se entretuvo imaginando la<br />

tumba de Johnson frente a él, justo en<br />

el sitio donde caía el chorro de orina.<br />

—Perdón que lo interrumpa, agente<br />

Miller, pero ya nos divertimos mucho<br />

tiempo con esta farsa.<br />

Sobresaltado, Miller dio la vuelta mientras<br />

se cerraba la bragueta. Algunas gotas<br />

de orina le mojaron las manos y el pantalón.<br />

En otra situación, la escena habría resultado<br />

cómica, pero no ahora. Frente a él,<br />

a pocos metros, Charles Carter apuntaba<br />

con su arma al centro de su frente.<br />

—Fue un error que enviaran a un novato<br />

—dijo, al tiempo que arrojaba una placa<br />

de policía a los pies de Miller—, creen<br />

poderlo todo pero fallan hasta en lo más<br />

elemental. Ninguna evidencia que haya<br />

recabado llegará a sus superiores.<br />

Desesperado, el agente tanteó su<br />

traje en busca de su arma, pero fue inútil,<br />

la había olvidado dentro del automóvil.<br />

Impotente, maldijo su torpeza y<br />

maldijo a Charles Carter, que se había<br />

aprovechado de la situación. En todo<br />

su cuerpo sintió la sangre detener su<br />

flujo; sus sienes, diaforéticas, palpitaban<br />

sin cesar; de la boca, seca, no salió<br />

palabra alguna.<br />

Dentro de su cabeza, un eco resonó:<br />

¡Maldita sea, Miller! ¡Te dije que nunca<br />

lograrías nada! ¡Te dije que no olvidaras<br />

tu arma, inútil! ¡Ahora tendré que<br />

volarte los sesos!<br />

Aquella tarde, en medio del campo,<br />

no hubo testigo alguno de los diez disparos<br />

que segaron la vida del agente<br />

Rudolph Miller.<br />

33


SERIES Y LIBROS:<br />

EL DERECHO<br />

A IMAGINAR<br />

Por Rodrigo Alberto Montera<br />

Vivimos en la época de las series<br />

de televisión. Lo que permite afirmar<br />

lo siguiente: la gente consume<br />

historias (enhorabuena), y con ellas,<br />

inevitablemente, personajes, conflictos<br />

y emociones. Esto obliga a las<br />

productoras a crear y contar cada vez<br />

mejor porque conforme más historias<br />

se consuman, más atenta y perceptiva<br />

se vuelve la audiencia al modo y técnicas<br />

con las que le narran una historia.<br />

34<br />

Así, la época de las series es también<br />

la época del espectador más refinado<br />

y exigente.<br />

Mario Vargas Llosa escribió que las series<br />

son a este siglo lo que las novelas al<br />

XIX. Para corroborarlo basta con atestiguar<br />

la frecuencia con la que se pregunta:<br />

¿qué serie estás viendo? Y se pregunta<br />

cómo en su momento se quería saber<br />

qué libro se leía, o qué película se había<br />

visto. Sin embargo, a diferencia del


cine y de la literatura, el hecho de que la<br />

mayoría de las series se encuentren en<br />

la red, permite que cuando se hable de<br />

ellas, se hable de productos cercanos,<br />

fácilmente consumibles.<br />

<strong>La</strong> cercanía ayuda a que el rango<br />

de edad de las audiencias sea muy<br />

amplio: un joven de trece años puede<br />

interesarse por igual que un adulto de<br />

cuarenta por una misma historia. Los<br />

espectadores se han homologado y<br />

han aprendido diversas sutilezas narrativas,<br />

como lo son personajes bien<br />

definidos, o tramas complejas y acertadamente<br />

resueltas. Pero será el espectador<br />

más joven, el que ahora tiene<br />

trece años, quien más series consumirá<br />

a lo largo de su vida, lo que me hace<br />

preguntarme: ¿qué series impactarán a<br />

los espectadores del futuro?<br />

¿Qué modo de contar se avecina?<br />

Uno que sólo los jóvenes descifrarán,<br />

35


porque para entender las historias del<br />

futuro se necesitará haber consumido<br />

las del presente.<br />

Hemos entrado, sin duda, a la era de<br />

la tecnología, pero también a la era de<br />

las narraciones visuales.<br />

El hecho de que las series de televisión<br />

lideren el mundo de la ficción<br />

implica que las demás artes narrativas<br />

encuentren modos de contar, más que<br />

originales, únicos. Historias que sólo<br />

ellas puedan narrar.<br />

Un ejemplo literario podría ser El<br />

principito, narración que, curiosamente,<br />

también ha homologado la edad de<br />

sus lectores. Esta es una historia que<br />

sólo la literatura puede contar (a pesar<br />

de las adaptaciones cinematográficas<br />

que existan) porque las palabras, el<br />

modo en cómo están acomodadas, su<br />

sencillez y sus vacíos, son parte del eje<br />

narrativo. Los espacios en blanco no los<br />

puede reproducir ninguna cámara y son<br />

un elemento exclusivamente literario.<br />

<strong>La</strong> literatura aventaja a la cinematografía<br />

al entregarle al lector el derecho<br />

a imaginar en su estado más puro, porque<br />

el lector, a diferencia del espectador<br />

de series, lo construye todo.<br />

Imaginar es un acto inventivo y personal,<br />

la construcción de un espacio o<br />

de un personaje se elabora en la mente<br />

del lector con particularidades que no<br />

se pueden reproducir en ningún otro<br />

imaginario. Mientras que el cine y las<br />

series concretizan colores, vestuarios,<br />

voces, el lector, en su lugar, pone se voz<br />

a la de todos los personajes de un libro,<br />

incluyendo al narrador. Se constituye<br />

así en el narrador más importante: sin<br />

él la historia no existe.<br />

<strong>La</strong> periodista Leila Guerrero en su artículo<br />

Facebook reproduce un tuit que<br />

decía (con respecto a las redes sociales):<br />

36


Están reventando la intimidad para que<br />

se vuelva un lujo y haya que comprarla.<br />

¿Qué pasaría si en lugar de redes sociales<br />

decimos series de televisión y en lugar<br />

de intimidad decimos imaginación?<br />

Puede ser drástico, pero no tanto<br />

cuando se reconoce que la imaginación<br />

está muy ligada con la intimidad.<br />

Imaginamos con lo que somos y lo hacemos<br />

donde nadie más ha estado ni<br />

podrá estar: dentro de nosotros.<br />

Creo que en un momento la producción<br />

masiva de series de televisión reventará.<br />

No pronto, es cierto. Pero si<br />

tal y como sucede constantemente en<br />

la historia de la humanidad, donde se<br />

va de un extremo al otro, de la racionalidad<br />

de la ilustración a la emocionalidad<br />

del romanticismo, por ejemplo,<br />

quizá nuestra sociedad necesite volver<br />

de lo concreto a lo abstracto, de lo público<br />

a lo íntimo.<br />

Y es ahí donde la literatura puede crecer<br />

y hacer crecer a quien vaya a su encuentro.<br />

Porque así como en su momento tendremos<br />

que defender el derecho a tener<br />

una intimidad, también tendremos que<br />

defender el derecho a imaginar. Quizá<br />

será una lucha como la de los lectores<br />

que, cuando se hace una película de<br />

uno de sus libros favoritos, se niegan<br />

a ver la adaptación porque no quieren<br />

que esa concretización altere el mundo<br />

que, en su intimidad, erigieron.<br />

Y si bien se puede pensar que hay que<br />

alentar a todas las personas a abrir un libro<br />

para que construyan historias en su intimidad,<br />

son los nativos de la red, los que<br />

han nacido inmersos en las series, en las<br />

redes, en la fugacidad y futileza de las imágenes,<br />

quienes más necesitan el contacto<br />

del papel y de las letras, ese que otorga la<br />

llave al cuarto más personal que los humanos<br />

tenemos: la imaginación.<br />

37


SELECCIÓN<br />

NATURAL<br />

Por Reinier del Pino Cejas<br />

38


Andreu despertó sobresaltado y le<br />

hicieron falta unos minutos para<br />

orientarse. <strong>La</strong> cápsula de hibernación<br />

le facilitó los datos necesarios.<br />

<strong>La</strong> criogénesis siempre lo dejaba con<br />

una fuerte jaqueca. En un reflejo incondicionado<br />

buscó en el bolsillo de su<br />

traje los comprimidos de nanites anestésicos<br />

y disfrutó el sabor que abrazaba<br />

sus papilas gustativas.<br />

—Me encanta la menta —dijo reconociendo<br />

su voz después de tanto tiempo.<br />

Encendió la pantalla de la cápsula y<br />

buscó en los registros. Profesor Andreu<br />

Libius de la Tercera División de Investigaciones<br />

Sensibles de la Unión. Asesor del<br />

Gran Consejo. El dolor comenzaba a ceder.<br />

—Bendita sea la nanotecnología —masculló<br />

buscando en los resquicios de su<br />

boca los restos de la menta casi imperceptible—,<br />

y malditas mil veces las cápsulas<br />

de hibernación.<br />

Cerró los ojos un rato para ordenar sus<br />

recuerdos. <strong>La</strong> base de la Unión había<br />

sido atacada por aquellas criaturas del<br />

espacio. Eran algo así como amebas. Sí.<br />

Grandes amebas de apariencia estúpida<br />

y primitiva. Su colega el doctor Líster las<br />

había traído de su viaje a la Galaxia Focus<br />

y sostenía la tesis de que eran inofensivas.<br />

Su cubierta viscosa prometía ser un<br />

producto de mucho mercado según los<br />

resultados de estudios preliminares. Eso<br />

había dicho Líster y él se había tragado la<br />

historia como un impúber.<br />

Líster nunca le había gustado mucho.<br />

Pero se había vuelto aún más desagradable<br />

después de la decisión del Consejo<br />

de reconocerlo con el premio Neuros<br />

en la Conferencia Interplanetaria<br />

de Primer Grado. Desde entonces no se<br />

sentaba a almorzar con el resto de los<br />

compañeros de la División y miraba a<br />

todos por encima de los hombros.<br />

Andreu continuó su lectura. Según<br />

los registros había activado el Programa<br />

Ante Crisis. Ocupó su cápsula<br />

de hibernación para un viaje hasta la<br />

Sección Doce de la Unión, a dos galaxias<br />

de distancia. Por sus cálculos el<br />

alunizaje en el Fuerte Einstein se había<br />

producido hacía dieciocho minutos. El<br />

temporizador le confirmaba su sueño<br />

químico de veintiún meses.<br />

<strong>La</strong>s amebas inofensivas de Líster habían<br />

atacado con precisión. Sin dudas<br />

eran criaturas inteligentes. Primero<br />

inhabilitaron las alarmas. Los de seguridad<br />

pensaron que se trataba de<br />

un fallo técnico. Luego esperaron en<br />

secreto que alguna organización terrorista<br />

se anotara la autoría del incidente.<br />

Cuando aquellos bichos comenzaron a<br />

acorralar a todos y a escupir sus dardos<br />

de ácido pestilente ya era demasiado<br />

tarde. Andreu tenía claras las órdenes<br />

para casos como estos. Debía buscar al<br />

doctor Cailus, Jefe de grupo de la Cuarta<br />

División. Asesor del Gran Consejo. Su<br />

responsabilidad era entregarle a Cailus<br />

el disco con la información de las investigaciones<br />

sensibles de su Base. Se cercioró<br />

de que el dispositivo se encontraba<br />

en su poder y trató de no pensar. Era<br />

imposible. ¿Cuál habría sido el destino<br />

de sus compañeros?<br />

—Maldito Líster —gruñó—. Todo es su<br />

culpa.<br />

Una luz roja lo alertó de que su tensión<br />

comenzaba a subir.<br />

—Debo calmarme. Ahora lo más importante<br />

es ver a Cailus y seguir adelante.<br />

<strong>La</strong> información que traigo es<br />

muy valiosa.<br />

Apretó el botón de entretenimientos<br />

holográficos. Diez minutos duró el<br />

ensueño de la playa sureña del Brasil,<br />

bajo el domo de la corporación NATU-<br />

39


RA: la tierra del pasado al alcance del<br />

futuro. Repitió el slogan con una sonrisa<br />

y se dio cuenta de que la cápsula se<br />

abriría de un momento a otro. Sostuvo<br />

en la mano derecha su pistola laser<br />

como establecía el Manual de Viajes<br />

Criogénicos y esperó en silencio.<br />

Cuando la escotilla del módulo cedió,<br />

Andreu se incorporó con rapidez.<br />

Definitivamente no se encontraba en la<br />

Sección Doce. Ante él se extendía el paisaje<br />

de una especie de desierto y toda<br />

una flota de cápsulas de hibernación<br />

que se abrían eructando sus pasajeros<br />

como resortes con sus pistolas en la<br />

mano. Algo había salido mal. De pronto,<br />

a través de la arena fétida y azulosa<br />

comenzaron a aparecer amebas. Eran<br />

las mismas criaturas que habían traído<br />

desde la Galaxia Focus en la última<br />

expedición. Andreu levantó su pistola<br />

en actitud defensiva y las criaturas comenzaron<br />

a acercarse. De pronto, a sus<br />

espaldas, escuchó una voz familiar.<br />

—Bajen las armas —dijo la voz—. Probablemente<br />

solo están asustadas.<br />

40


Era la voz del viejo Líster. Otra vez el<br />

maldito con su aire de superioridad. Con<br />

sus ínfulas de héroe. Aquel no era un<br />

buen momento para heroicidades. Había<br />

mucho en riesgo. En un impulso, el<br />

profesor Andreu Libius apuntó su arma<br />

hacia el disco que contenía los descubrimientos<br />

de toda su vida. Un leve<br />

apretón del gatillo hizo desaparecer en<br />

partículas el dispositivo de almacenaje.<br />

—¿Qué has hecho, torpe? —escuchó<br />

gritar al dueño del premio Neuros casi<br />

en una súplica.<br />

Pero ya era tarde. Como esperaba, las criaturas<br />

avanzaron hacia ellos en actitud hostil.<br />

—Se trata de individuos inteligentes<br />

—razonó su mente habituada a las conclusiones<br />

objetivas sin importar la situación—.<br />

Y definitivamente tampoco<br />

les gusta el doctor <strong>La</strong>nier.<br />

Después de estas apreciaciones sintió el<br />

líquido caliente y viscoso quemándole el abdomen.<br />

En su último segundo sintió el aroma<br />

los nanites. Un olor fuerte a menta que<br />

se mezclaba con la fetidez de las amebas de<br />

la galaxia Focus que parecían ser inofensivas.<br />

41


42<br />

RAZONES<br />

Y CAUSAS<br />

Por Daniel Frini


Razones y causas —visibles y ocultas—<br />

que llevaron a mi cliente, de manera<br />

inevitable, a pegarle un hachazo<br />

en la cabeza a su abuelito.<br />

Señoría: mi cliente es inocente.<br />

No es un asesino e intento demostrarlo:<br />

mató a su abuelito en defensa propia.<br />

El fiscal mostró las pruebas que implican<br />

a mi defendido en ese crimen,<br />

y reconocemos la veracidad de todas<br />

ellas. Agrego que ha devanado correctamente<br />

el hilo que las vincula y nos<br />

ahorra la demostración de buena parte<br />

de la historia.<br />

Pero faltan evidencias que cambian<br />

el sentido de los hechos.<br />

<strong>La</strong> relación entre mi defendido y su<br />

abuelo siempre fue amorosa y tierna.<br />

Don Cosme compró los juguetes que<br />

marcaron su infancia con tinta indeleble;<br />

y entre ellos destacan los álbumes<br />

de figuritas que le regalara en varias<br />

oportunidades.<br />

Mi cliente recuerda de manera muy<br />

especial a uno de ellos. Los presentes<br />

saben de la frustración que los embargaba<br />

al no conseguir «la difícil», que llenaría<br />

el último espacio vacío del álbum<br />

y daría acceso a la ansiada número cinco,<br />

para los caballeros, o a la barbie en<br />

el caso de las damas.<br />

Mi defendido lo experimentó allá en<br />

los setenta, cuando su abuelo le regalara<br />

el álbum «Maravillas Naturales».<br />

Durante meses, Don Cosme le traía, a<br />

diario, cinco paquetes de figuritas que<br />

él abría, expectante. Los espacios se<br />

fueron llenando hasta que pocos quedaron<br />

vacíos. Mi cliente recuerda la<br />

congoja que lo abrazaba en las últimas<br />

semanas, cuando raleaban las figuritas<br />

nuevas. Recuerda la cara de sufrimiento<br />

del viejo al ver la frustración del nie-<br />

to, y cómo el anciano cambiaba las repetidas<br />

con otros niños y en su nombre,<br />

con pingües ganancias aprovechando<br />

la edad y experiencia del abuelo.<br />

Sin embargo, la figurita número<br />

veinte, «Ocelote o Gato Onza (leopardus<br />

pardalis)», era inhallable; lo que<br />

produjo en mi defendido un estado de<br />

depresión profunda que repercutió en<br />

el viejo, llevándolo a uno de los hechos<br />

más extraños de la niñez de mi cliente:<br />

el día que el abuelo, encapuchado y<br />

con un treinta y ocho en la mano, encaró<br />

al Pardo Ordóñez (que iba al mismo<br />

grado que mi defendido, pero era dos<br />

años mayor) y le robó «la difícil». Mi<br />

cliente recuerda la cara de felicidad del<br />

abuelo cuando él, plasticola en mano,<br />

completó «Maravillas Naturales». No<br />

tiene presente si canjearon el álbum<br />

por la pelota, y, en tal caso, qué se hizo<br />

de ella.<br />

Pasado el tiempo, y fortuitamente,<br />

mi defendido encontró un álbum de<br />

fotos en el que había una imagen de<br />

la familia (numerosa como solían serlo<br />

las del campo). En una noche nostalgiosa,<br />

junto a su madre, recordaron los<br />

nombres e historias de quienes aparecían<br />

en la instantánea. <strong>La</strong> fotografía, en<br />

blanco y negro, databa de unos cuarenta<br />

años y mostraba unas cincuenta personas.<br />

Estaban la bisabuela Amanda,<br />

que murió de fiebre, el tío Rolando (tío<br />

abuelo de mi defendido) al que aplastó<br />

el tractor; Carmencita, que estaba loca,<br />

se fue una noche y nunca más encontraron;<br />

Benito, que tenía ocho años<br />

cuando se lo comieron los perros; o<br />

Manolo, cuñado del abuelo Roque (de<br />

su primer matrimonio), que se ahorcó<br />

en la cárcel; Sabino que ahora vivía en<br />

España y su propia madre, a los seis<br />

años, en brazos de su abuelo.<br />

43


En aquella oportunidad la progenitora<br />

de mi cliente mostró ciertos titubeos<br />

y, habiendo reconocido a alguien,<br />

más adelante volvía atrás y decía, por<br />

ejemplo, «No, ese no era el Abelardo.<br />

Me parece que es este otro». De manera<br />

natural, mi cliente tomó un marcador<br />

rojo y comenzó a marcar con una equis<br />

los rostros seguros de aquellos que ya<br />

no estaban. Al final de la cuenta y la revisión,<br />

sobrevivía una docena de personas.<br />

Mi cliente guardó la fotografía.<br />

En los años siguientes y casi sin darse<br />

cuenta, mi cliente se encontró tachando<br />

con una equis roja a los que iban<br />

muriendo: la tía Carlota (tía de su madre,<br />

se entiende), el Negro López, peón<br />

que había acompañado a su familia y<br />

murió con más de cien años en un asilo<br />

del sur; y hasta su propia madre, que<br />

murió de cáncer.<br />

Poco antes de los hechos que nos<br />

ocupan, la única testa que quedaba sin<br />

tachar era la de su abuelo.<br />

Cuando mi cliente visitó a Don Cosme,<br />

el día de su muerte; lo encontró en su<br />

galponcito del fondo, como era habitual,<br />

reparando una vieja silla. Luego de los<br />

consabidos saludos y preguntas sobre<br />

el devenir de las respectivas vidas, el<br />

anciano mandó a su nieto a la cocina,<br />

a poner la pava para el mate; lo que mi<br />

cliente hizo. Mientras esperaba que el<br />

agua se calentase, distraídamente recorrió<br />

la habitación con su mirada, y le<br />

llamó la atención la imagen en la puerta<br />

44


de la heladera: era una foto grupal de él<br />

y sus compañeros de séptimo grado de<br />

la escuela. Todas y cada una de las caras,<br />

excepto la suya, estaban tachadas<br />

con una equis roja: la Colorada Zapata,<br />

que murió en un accidente de tránsito<br />

(¿no fue atropellada por un conductor<br />

que se fugó?), el Cholo Prieto, que tomó<br />

vino hecho con metílico; el Pajarito Peluffo,<br />

que se ahogó en el lago, aunque<br />

sabía nadar perfectamente; la Gorda<br />

Perdomo, el Chiquito Cepeda, el Zapito<br />

Vélez; hasta la Señorita Palmira, a la que<br />

encontraron muerta por salir a regar el<br />

jardín, en camisón, una madrugada de<br />

agosto. <strong>La</strong> revelación lo golpeó como<br />

un mazazo: ¡El abuelo coleccionaba<br />

equis sobre las caras, los había matado<br />

a todos y él era «la difícil»! Anonadado,<br />

volvió al tallercito donde Don Cosme lo<br />

esperaba, cuchilla en mano, con la misma<br />

cara de felicidad de cuando él pegó<br />

el «Ocelote o gato Onza». Sin pensarlo,<br />

dirigió su mano hacia atrás, que encontró<br />

el hacha apoyada en la pared. El resto<br />

es conocido.<br />

Presento, Señoría, la próxima prueba:<br />

la fotografía familiar que guarda mi<br />

cliente donde usted verá que absolutamente<br />

todas las caras, incluida la de<br />

Don Cosme, están tachadas, como en<br />

un álbum completo.<br />

Por favor, explíqueme usted, Señoría,<br />

porqué en lugar de una pelota número<br />

cinco el señor fiscal pretende premiar a<br />

mi cliente con prisión perpetua.<br />

45


46<br />

OSCURIDAD<br />

Por Pancho Vega


—¿Qué fue ese ruido? ¡Despiértate!<br />

¡Hey! Walo, despierta.<br />

Le mueve con cierta violencia. Walo<br />

abre sus ojos, aunque mantiene el uno<br />

entrecerrado.<br />

—¿Qué pasa?<br />

—¡Shh…! —susurrando—. Tengo miedo.<br />

—¿Tuviste un mal sueño?<br />

—No. Escuché un ruido allá atrás,<br />

como un crujir de hojas secas. Siento<br />

que alguien o algo está justo atrás de<br />

nuestras cabezas. Hay un olor extraño,<br />

¿no lo sientes?<br />

—Sí, es fuerte. Es un olor animal.<br />

Cuchichean, la comunicación es lenta,<br />

están demasiado atentos a eso. <strong>La</strong><br />

llama se ha apagado hace tiempo, solo<br />

quedan unas pocas brasas debajo de<br />

la ceniza. El silencio es total. Hay una<br />

presencia acechando en la oscuridad. Y<br />

no es nada buena. El ruido hizo que Ug<br />

se despierte, cuando se volvió a repetir<br />

se le erizaron los pelos de la nuca y los<br />

brazos, no por el frío, sino por el miedo.<br />

Más bien es terror. No se ve nada, la<br />

oscuridad es total, así abran mucho sus<br />

ojos, es como si estuvieran cerrados. Sin<br />

embargo hay un olor fuerte como a cebo<br />

mezclado con sudor seco. Falta mucho<br />

para que amanezca, y los dos muchachos<br />

solos en la espesura, aunque fuertes,<br />

se sienten totalmente vulnerables.<br />

Se incorporan lentamente. El uno toma<br />

sus armas y el otro aviva la llama, para<br />

poder ver algo, para poder encender<br />

sus antorchas. <strong>La</strong> adrenalina se vierte a<br />

mil por sus venas, el estado es de alerta<br />

máxima. Alzan y viran sus cabezas al<br />

unísono, sus ojos miran hacia arriba y a<br />

un lado, se quedan quietos. Un ronroneo<br />

allá mismo, una respiración, un jadeo,<br />

un suave y muy ronco sonido gutural<br />

no humano, les paraliza de terror. Ug<br />

clava sus uñas en al antebrazo de Walo.<br />

—¡Por aquí! ¡Vengan acá! Suban por<br />

este lado.<br />

Llegan.<br />

—Mira. Son los restos de un fuego.<br />

Aquí está su hacha, la reconozco, yo se<br />

la di, tiene sus marcas. Ni rastro de ellos.<br />

—Aquí hay algo. Obsérvalo bien, se ha<br />

lavado con la lluvia, pero estas hojas<br />

tienen restos de sangre. Bastante sangre.<br />

Huele la tierra.<br />

—No solo huele a sangre. Hay otro<br />

olor fuerte y raro allí. Se miran los ojos,<br />

al instante se les erizan los pelos.<br />

Los tres hombres sienten una pena<br />

indescriptible, la cual nunca la van a<br />

olvidar, sin embargo jamás muestran<br />

la más mínima emoción en sus rostros.<br />

Han seguido por cuatro días este rastro,<br />

buscando a sus hijos, debían haber regresado<br />

hace días a la aldea. Rastro de<br />

estos jóvenes solos, en su prueba ritual<br />

de pasaje a la adultez. Estos hombres<br />

están curtidos por el clima, las guerras<br />

tribales, la caza, y últimamente por el<br />

miedo… a la bestia. No saben cómo<br />

es, nunca la han visto, ni siquiera la<br />

nombran por temor a invocarla. Miedo<br />

arraigado que se acrecienta con este hallazgo,<br />

miedo que se hace insoportable<br />

en las noches completamente oscuras<br />

de luna tierna, y esta noche que ya mismo<br />

cae lo es. Empuñan al unísono sus<br />

amuletos, mientras hacen las señales<br />

de respeto a Gaal, el dios del bosque…<br />

—Nunca se deja ver…<br />

—Antes solo atacaba a los infantes o<br />

niños pequeños por la noche, ahora a<br />

cualquiera…<br />

—Vámonos, salgamos rápido de aquí.<br />

Estas tierras están malditas. Hasta lo<br />

pájaros se han ido. Tenemos que salir<br />

antes de que oscurezca. En marcha.<br />

Están solos los dos. No se ve nada.<br />

Así abran mucho sus ojos, es como<br />

47


si estuvieran cerrados. <strong>La</strong> presencia<br />

maligna está al frente. Se la siente. <strong>La</strong><br />

adrenalina se vierte a mil por sus venas,<br />

el estado es de alerta máxima. Un<br />

ronroneo, una respiración, un jadeo,<br />

un suave y muy ronco sonido gutural<br />

no humano, les paraliza de terror. Miran<br />

unos ojos rojos que les han estado<br />

viendo en la oscuridad sin que se den<br />

cuenta. <strong>La</strong> muchacha clava sus uñas en<br />

el antebrazo de su compañero.<br />

El violento ruido les manda hacia<br />

atrás y se siente de golpe como una<br />

vibración en todos sus cuerpos, el corazón<br />

por poco les sale por la boca.<br />

<strong>La</strong> chica cierra los ojos, grita, alza sus<br />

manos tapándose el rostro y se eleva<br />

de golpe, apenas ven al poseído saltar<br />

hacia ellos desde la oscuridad…<br />

<strong>La</strong>s letritas blancas bajan por miles<br />

por la gran negra pantalla, mientras se<br />

prenden las luces guía hacia la salida…<br />

—Me encantan estas películas de terror<br />

amor, me hacen sentir vivo.<br />

—Yo las odio, casi me muero del susto. Vámonos,<br />

salgamos rápido de aquí. En marcha.<br />

48


49


LA LECTURA:<br />

UNA FORMA DE<br />

EMPODERAR A<br />

LA JUVENTUD<br />

Por Santos Romeo Barrientos Aldana<br />

Uno de los elementos claves para<br />

el proceso enseñanza-aprendizaje<br />

es la lectura que empieza en<br />

el hogar y en los centros de estudios y<br />

más que eso en las universidades de<br />

los distintos países latinoamericanos.<br />

<strong>La</strong> lectura en muchos países ha sido<br />

atrofiada, se les ha vedado el proceso<br />

de aprendizaje a muchos jóvenes, las<br />

causas pueden ser diversas, verbigracia,<br />

pobreza, analfabetismo, etc.<br />

50<br />

Es evidente que la lectura es una disciplina<br />

que se crea en la voluntad del<br />

individuo para mantener o crear una<br />

sociedad letrada y justa. No se puede<br />

hablar de lectura sin antes hacer mención<br />

a la capacidad estatal de asignar<br />

mayoritariamente presupuestos al crecimiento<br />

de la cultura y el fomento de la<br />

lectura en los países latinoamericanos,<br />

pues, esto permite girar en torno a tres<br />

circunstancias claves para la juventud:


1. Aportar nuevos conocimientos objetivos,<br />

2. Crecimiento espiritual y cultural,<br />

y 3. Sociedades cultas. Sin embargo,<br />

a pesar de los esfuerzos de muchos<br />

sectores, la lectura se ha ido relegando<br />

a segundo plano, sesgando las esperanzas<br />

de un pensamiento crítico-intelectual<br />

y creando robots parapetados<br />

en las trincheras del «conocimiento».<br />

<strong>La</strong> juventud juega un papel importante<br />

en el ahora de la sociedad, y es<br />

el desafío de ajustar su disciplina, su<br />

nivel de lectura a las necesidades reales<br />

de cada país para evitar caer en el<br />

modus operandi (modo de operar) de<br />

una sociedad que se vanagloria de las<br />

injusticias. <strong>La</strong> lectura es la conditio sine<br />

qua non la juventud y la historia de<br />

cada país no podría existir y quedaría<br />

vedada a las próximas generaciones.<br />

El impacto de la lectura en el siglo<br />

XXI y, específicamente, en los jóvenes<br />

51


que constituyen un «nosotros» que<br />

abarca a las mayorías y no un «yo» que<br />

se sacramenta en la individualización,<br />

repercute en un nuevo campo de concentración<br />

y de desarrollo cognoscitivo<br />

del deber ser y del ser. Esto quiere<br />

decir que la lectura influye de manera<br />

positiva ex profeso en los know-how de<br />

formación ciudadana.<br />

In abstracto, es necesario fortalecer<br />

los lazos juventud-aprendizaje, a través<br />

de la lectura creativa, empírica, social,<br />

etc. Es decir, un tipo de aprendizaje que<br />

fortalezca la identidad, la democracia<br />

y la praxis del principio ético. <strong>La</strong> juventud<br />

debe estar comprometida a ceder el<br />

espacio al mágico mundo del saber, del<br />

conocimiento y de las nuevas ciencias;<br />

la lectura es un sistema de instrucción y<br />

de auto-formación sin el cual es imposible<br />

formular desarrollos macroinstitucionales<br />

modernos, es una forma de<br />

alzarse al vacío sin correr ningún peligro,<br />

el único peligro que se corre es el aprendizaje<br />

y la amplitud del campo cerebral.<br />

El gran problema que corre la juventud<br />

actual son los diferentes distractores<br />

sociales (televisión, celulares, videojuegos,<br />

redes sociales, etc.) que se<br />

empeñan en estropear la creatividad, el<br />

tiempo de lectura y el aprendizaje que<br />

es uno de los pilares fundamentales<br />

52


que relega el pensamiento estricto-sistemático,<br />

produciendo con esto cambios<br />

cuantitativos en los jóvenes —en<br />

sus formas de vida—. Lo dicho debemos<br />

entenderlo como un positivismo social<br />

y un atractivo que no debe prohibirse o<br />

vedarse en la juventud, empero, con la<br />

conducta de leer.<br />

El posicionamiento de las nuevas tecnologías<br />

en el posmodernismo influye,<br />

en muchos casos, de manera negativa<br />

en los jóvenes que no saben aprovecharlas.<br />

<strong>La</strong>s herramientas TIC (Tecnologías<br />

de la Información y la Comunicación)<br />

son clave para el desarrollo cognoscitivo<br />

y de la amplitud del perímetro<br />

cerebral. Entonces, cabe preguntarse<br />

¿Qué pesa más en la balanza? <strong>La</strong> lectura<br />

puede darse desde leer libros, revistas,<br />

periódicos, etc., pero también se encuentran<br />

las herramientas tecnológicas<br />

que influyen, dependiendo como se utilicen,<br />

en los jóvenes. Lo dicho respecta a<br />

la ontología (el ser) y a la axiología (los<br />

valores); si ambos están cimentados<br />

desde el hogar y desde los estudios académicos,<br />

la influencia de las TIC y de las<br />

herramientas de lectura, las cuales ya se<br />

mencionaron, pueden generar cambios<br />

cuánticos en el proceso de aprendizaje<br />

de la juventud y cambios positivos en<br />

las sociedades.<br />

53


54<br />

MEDALLA<br />

OLÍMPICA<br />

Por Juan Luis Henares


Últimos 195 metros; luego de correr<br />

42 kilómetros sus piernas<br />

parecen querer doblarse. Ambos<br />

ingresan al estadio, la pantalla gigante<br />

—con el logo de «Marathon Olympic<br />

Games New York 2036»— los muestra<br />

en primer plano mientras pelean por<br />

la medalla de bronce. De pronto pasa<br />

a enfocar a los ganadores, quienes en<br />

el estrado aguardan impacientes el final<br />

para recibir sus correspondientes<br />

preseas de oro y plata. En la pista, el<br />

joven atleta local se impone por unos<br />

pocos metros y festeja; al transponer<br />

dos segundos después la meta, su rival<br />

—vencido— cae al piso y comienza<br />

con un leve llanto que lentamente aumenta<br />

en intensidad, hasta convertirse<br />

en un lastimoso alarido de dolor. Dos<br />

auxiliares con ropa blanca le indican el<br />

camino al primero, mientras otros dos<br />

—éstos vestidos de negro— levantan<br />

al atleta caído y casi que lo arrastran<br />

hacia otro lugar; es la diferencia entre<br />

arribar tercero o cuarto. En el podio entonan<br />

los himnos nacionales y colocan<br />

las medallas en los pechos de los tres<br />

triunfadores, ensordecidos ante el bullicio<br />

de la multitud.<br />

Todo sucede muy rápido: el público<br />

que aclama la coronación de pronto se<br />

olvida de los vencedores y comienza a<br />

gritar desaforadamente atento a lo que<br />

sucede en la enorme pantalla. En ella se<br />

ve a dos atletas —los que concluyen en<br />

el quinto y sexto lugar—, quienes poco<br />

antes de llegar al estadio se desvían<br />

del camino e intentan perderse entre<br />

el público. Tras ellos una decena de<br />

guardias armados —que descendieron<br />

de un oscuro camión— los persigue; la<br />

gente empuja a los corredores, trata de<br />

frenarlos para que sean apresados. Pero<br />

no es necesario, el cansancio cobra su<br />

factura y los deportistas son fácilmente<br />

capturados; los suben al vehículo, el<br />

que se junta con una caravana de otros<br />

nueve similares que se dirigen al recinto.<br />

Ingresan; la muchedumbre los aclama<br />

frenéticamente. Ya nadie recuerda a los<br />

medallistas, quienes desde el podio casi<br />

desapercibidos observan el espectáculo.<br />

Se aproxima el momento más esperado<br />

por todos, el memorable desenlace<br />

de esta fiesta olímpica.<br />

Estacionan los camiones y se abren<br />

las puertas traseras; de cada uno de<br />

ellos desciende una veintena de atletas:<br />

son los casi doscientos competidores<br />

que no lograron obtener una medalla.<br />

Bajan en silencio —resignados— ya<br />

sin fuerzas para resistir. Los llevan junto<br />

al muro —cien metros de un moderno y<br />

resistente acrílico transparente— que<br />

se levanta en uno de los laterales del<br />

estadio, y son encadenados a los postes<br />

que —con una distancia de medio<br />

metro entre sí— están ubicados delante<br />

de la extensa pared. Los parlantes<br />

del estadio dejan escuchar el sonido de<br />

las trompetas que anticipa al público el<br />

inicio de tan esperado desenlace.<br />

Anuncian el primer participante, un<br />

poderoso personaje dueño de una cadena<br />

de supermercados, que pagó la<br />

cifra record de 908.000 dólares para adjudicarse<br />

ese lugar tan codiciado y soñado<br />

por millones de personas en todo<br />

el mundo. Aparece por la boca del túnel<br />

que lleva a la cancha; el público lo recibe<br />

con gritos enloquecidos, a los que<br />

el empresario responde dando brincos<br />

mientras saluda con ambos brazos en<br />

alto. Se acomoda en su puesto, de frente<br />

al muro, exactamente a la mitad de<br />

él. <strong>La</strong>s gargantas se silencian, ya casi<br />

nadie se mueve en las gradas. Respira<br />

hondo, estira su brazo, tensa sus mús-<br />

55


culos y aprieta el gatillo. Al estampido<br />

lo escuchan hasta los que no pudieron<br />

pagar los mil dólares de la entrada más<br />

económica al estadio, y que amontonados<br />

afuera de él se conforman con<br />

al menos poder disfrutar del sonido<br />

del disparo. <strong>La</strong> bala se incrusta en el<br />

acrílico del muro, a pocos centímetros<br />

del cuerpo de un atleta africano al que<br />

apuntó el excitado tirador. El público<br />

—defraudado— lo abuchea; se retira cabizbajo,<br />

pues en un segundo acaba de<br />

perder toda la popularidad de la que<br />

disfrutó en los días previos.<br />

A continuación se acerca el segundo<br />

concursante, hijo del presidente de<br />

uno de los conglomerados industriales<br />

más poderosos del continente, el<br />

que pagó poco menos de novecientos<br />

mil dólares por su turno. Luego de los<br />

saludos se repite el procedimiento. Silencio.<br />

Tras la detonación, la sangre y<br />

partes del cráneo y cerebro del que fue<br />

un gran atleta latinoamericano le dan —<br />

tal cual magnífica obra artística— vida<br />

y colorido al muro, que al ser transparente<br />

ofrece un espléndido espectáculo<br />

para los que están en la tribuna<br />

detrás de él, y para los cientos de millones<br />

de personas de todo el mundo<br />

que lo disfrutan frente al televisor. El<br />

griterío es ensordecedor; el joven tirador<br />

—aclamado más aún que los atletas<br />

medallistas— salta de alegría, corre<br />

y festeja junto a la tribuna, saluda a los<br />

cuatro costados. Sube al podio, recibe<br />

su medalla de diamante y se retira por<br />

el túnel, donde una larga fila de ansiosos<br />

participantes aguardan que les llegue<br />

la oportunidad de disparar.<br />

56


57


58<br />

EL PUENTE<br />

Por Jorge Henríquez González


El ascensor frenó en seco entre las<br />

plantas doce y trece. Viernes por la<br />

noche antes de un largo puente de<br />

Navidad.<br />

Él se puso histérico golpeando la<br />

puerta y gritando auxilio.<br />

Ella intentaba calmarse mientras<br />

pulsaba el botón de emergencia una y<br />

otra vez.<br />

No sonaba ni la alarma ni había nadie<br />

al otro lado de la línea. No había línea.<br />

Transcurrieron varias horas y nadie<br />

había acudido en su ayuda.<br />

Ambos sentados en el suelo, uno<br />

frente al otro y con la mirada gacha. Él,<br />

afónico de los gritos. Ella con el dedo<br />

dolorido de tanto pulsar el botón.<br />

Ninguno hablaba, perdidos en sus<br />

pensamientos. Concentrados en mantener<br />

la calma y el control de la situación.<br />

Aunque lo acertado sería decir que era<br />

la situación quien los controlaba a ellos.<br />

Se pusieron tensos al escuchar un<br />

crujido en el hueco del ascensor.<br />

Otro crujido. Una sacudida.<br />

Se levantaron de golpe. Volvieron los<br />

aporreos a la puerta de la cabina mientras<br />

se rompían las gargantas pidiendo socorro.<br />

De nuevo silencio. Transcurrió otra<br />

hora más hasta que volvieron a sentarse,<br />

vencidos sobre el duro suelo del ascensor.<br />

Costaba mantener la calma cada vez<br />

más.<br />

<strong>La</strong>s miradas esporádicas y nerviosas<br />

iban desde el uno hasta el otro, pero<br />

sin cruzarse. Todavía no se habían dirigido<br />

ni una palabra.<br />

Se levantaron, otra vez al unísono,<br />

al oír un nuevo crujido en el hueco del<br />

ascensor, preparados para una nueva<br />

sacudida.<br />

Esta había sido más larga que la anterior.<br />

Tuvieron la impresión de que se<br />

habían movido de planta.<br />

Derrotada, se dejó caer de nuevo sobre<br />

el suelo, desistiendo de continuar<br />

pulsando el botón de emergencias. Un<br />

botón del que sabía que no iba a llegar<br />

ninguna ayuda.<br />

Miró furiosa a su compañero de cautiverio.<br />

No dejaba de aporrear la maldita<br />

puerta con la garganta ya desgarrada<br />

por completo.<br />

Volvieron a transcurrir varias horas<br />

sin que nada más sucediera. Ni un crujido.<br />

Ni una sacudida. Ni una palabra.<br />

—Al menos hay luz —se dijo así misma,<br />

mirando los fluorescentes del techo<br />

de la cabina.<br />

Leyendo su pensamiento, el ascensor dio<br />

una nueva sacudida, brusca e inesperada.<br />

Esta vez descendieron dos plantas<br />

en un segundo mientras el fuerte chirrido<br />

de los frenos de la cabina contra<br />

el metal de los carriles inundaba por<br />

completo el espacio.<br />

Ahora sí gritaban los dos.<br />

Terminó como mismo empezó: de<br />

manera brusca e inesperada. Tan brusca<br />

fue, que los fluorescentes se desprendieron<br />

del techo.<br />

Oscuridad.<br />

No se habían repuesto del golpe contra<br />

suelo y paredes por el frenazo del<br />

ascensor cuando se levantaron de nuevo,<br />

golpeando desesperados con todas<br />

sus fuerzas, intentando abrir la maldita<br />

puerta que no cedía ni un milímetro.<br />

Se miraron entre ellos pero sin poder verse.<br />

<strong>La</strong> oscuridad era rotunda.<br />

El silencio terrible.<br />

—¿Por qué me quedaría terminando<br />

el maldito informe? Podría haber salido<br />

con los demás. Total, nadie lo iba a<br />

leer hasta el martes —pensó ella mientras<br />

lloraba en silencio.<br />

El martes. Se acordó del personal<br />

de mantenimiento, que seguramente<br />

59


también se habrían ido de puente y no<br />

regresarían hasta ese día.<br />

Alguien la echaría en falta, si tuviera a alguien<br />

que lo hiciera. Pero no tenía a nadie:<br />

ni familia, ni vecinos ni casero. Ni siquiera<br />

un mísero gato. Otra lágrima resbaló.<br />

En ese momento de oscuridad y profunda<br />

soledad, le entró un pavor desesperado<br />

al comprender que si desaparecía<br />

del mundo nadie se enteraría.<br />

Resolvió que, cuando saliera de allí,<br />

se pondría a ello—. Menos trabajar y<br />

más vivir —se dijo decidida.<br />

Pero, para eso, habría que salir de allí.<br />

Se levantó en medio de la oscuridad,<br />

resuelta a escapar de aquel maldito<br />

lugar como fuera, aunque tuviera que<br />

abrirse paso con los dientes.<br />

Con lo que no contaba era con las<br />

piernas de su compañero de cautiverio.<br />

Tras el tropiezo, el golpe de la cabeza<br />

contra la cabina fue tremendo.<br />

El crujido que escuchó del cuello y el latigazo<br />

de dolor que atravesó su cuerpo en<br />

una milésima de segundo le dijeron que<br />

algo iba mal, muy mal, pero no sabía el qué.<br />

Se le aclaró la vista.<br />

¿Cómo era posible que pudiera tener<br />

una visión tan perfecta y nítida en una<br />

oscuridad tan absoluta?<br />

Tardó unos instantes más en comprender<br />

que aquel ascensor que estaba<br />

viendo desde arriba era el suyo. Que<br />

aquel hombre sentado en un rincón era<br />

su compañero de cautiverio.<br />

Lo que tardó más tiempo en asimilar<br />

fue que aquel cuerpo que veía tendido<br />

sobre el suelo del ascensor era el suyo.<br />

Un miedo atroz la rodeó al observar<br />

la extraña postura que tenía, la posición<br />

antinatural del cuello, los ojos<br />

abiertos sin parpadear. ¿Esa era ella?<br />

Un desgarrador alarido brotó de una<br />

garganta que ya no le pertenecía. Un ala-<br />

60


ido que retumbó por el hueco de hormigón<br />

del ascensor y que nadie escuchó.<br />

Nadie.<br />

Su compañero de cabina no se inmutó.<br />

¿Qué demonios sucedía? ¿Qué estaba<br />

pasando?<br />

Ella tumbada con la cabeza hacia atrás.<br />

Él sentado y encogido sobre sus rodillas.<br />

Otro crujido.<br />

No eran imaginaciones suyas. El<br />

hombre se había levantado de golpe<br />

sin parar de gritar. Sin reparar en ella.<br />

—Pedazo de…<br />

Ni siquiera en aquel estrecho espacio,<br />

encerrados y sin escapatoria, un<br />

hombre se había fijado en ella.<br />

Más crujidos y una nueva sacudida.<br />

El ascensor descendió una planta.<br />

Podía ver las chispas de los frenos de<br />

la cabina iluminando el estrecho hueco.<br />

Más gritos, pero solo los de él. Del<br />

cuerpo tumbado en el suelo de la cabina<br />

no salía ningún sonido, ningún<br />

movimiento.<br />

Un chasquido ensordecedor y vio<br />

como varios cables de acero saltaban<br />

como resortes, cortando hormigón y<br />

metal como mantequilla.<br />

Al instante, otro crujido. Este, más<br />

fuerte que ninguno anterior.<br />

Una cortina de chispas comenzó a salir<br />

de debajo de la cabina, una cabina que<br />

cada vez se encontraba más y más abajo.<br />

El grito de terror y la luz de las chispas<br />

se alejaban de ella a una espantosa<br />

velocidad mientras se acercaba a los<br />

topes del fondo del foso.<br />

Lo último que pudo ver antes del terrible estruendo<br />

al estrellarse el ascensor y que la nube<br />

de polvo, tornillos y chispas llenara el estrecho<br />

y oscuro espacio fue su cuerpo inerte.<br />

Después de todo, parecía que no había<br />

tenido que esperar hasta el martes<br />

para salir de allí.<br />

61


62<br />

¿QUIÉN FUE<br />

IRA EMRID?<br />

Por Ricardo Burnes


El sonoro aullido del altavoz de<br />

emergencia catapulta un eco nervioso<br />

en toda la sección doce, hacia<br />

el final de la jornada de recolección<br />

de desechos; esta alarma significa un<br />

suceso extraño, las órdenes son claras:<br />

no salir del área delimitada de cosecha.<br />

Al encaminarme a la cabina de ascenso<br />

a nuestra ciudadela veo que se inicia la<br />

primera comitiva de búsqueda y el inspector<br />

de sección sigue cada destello<br />

de mis zarpadas, su acercamiento es<br />

demasiado directo y escucho lo que suponía:<br />

Otman desapareció. Me limito a<br />

asentir, él sabe mi amistad con él, pero<br />

no de sus ausencias repentinas durante<br />

lapsos considerables y que a su regreso<br />

se le notaba lúgubre, silencioso.<br />

El supervisor nota mi mutismo y me<br />

advierte que Shami, esposa de Otman<br />

y madre de sus veintidós crías, precisa<br />

enterarse de lo sucedido por una cara<br />

conocida. Acepto la tarea. Mi ansiedad<br />

se acrecienta al acercarme a la morada<br />

de mi desaparecido amigo. Shami<br />

me recibe gustosa y mantiene fija su<br />

mirada en el conversor orgánico mientras<br />

le doy la noticia. Yo sé dónde está,<br />

esas son sus primeras palabras sobre<br />

el desvanecimiento de su esposo, y el<br />

apéndice de sus antenas se dirige obscenamente<br />

hacia mí, con sus ojos amarillos<br />

minúsculos tensionados. Durante<br />

las últimas dos lunas llenas, ella dice,<br />

Otman había mostrado cierto letargo,<br />

llegando con cuentos sobre estrellas<br />

acarreadas por titanes que alimentaban<br />

el sol y gusanos dorados que salían<br />

de la tierra durante las noches de<br />

cuarto menguante. Shami me muestra<br />

un objeto traído por Otman: un trozo<br />

de hilo de cáñamo sujetando pequeñas<br />

láminas agujereadas -su olor salado y<br />

terroso-, una pulsera decorativa que<br />

pertenece a alguna extremidad de Los<br />

Contaminados.<br />

No hace falta escuchar más: Otman<br />

ha estado en territorio prohibido, acción<br />

penada con muerte para el que<br />

rompa la medida preventiva y aquellos<br />

con los que haya tenido contacto. Tráelo<br />

de vuelta, Ira, es necesario que lo hagas,<br />

Shami me pide. Me despido de ella prometiendo<br />

que lo hallaré. Llevo conmigo<br />

el brazalete. Otman fue un imbécil, pienso.<br />

Probablemente ya esté muerto.<br />

Aprovecho el inicio de la jornada nocturna<br />

para colarme en la primer plataforma<br />

de descenso hacia el campo poniente<br />

de recolección, donde sé que Otman<br />

se auto designaba, al llegar comprendo<br />

por qué: en la espesura de ruinas de cemento<br />

hay dos montes suscitados por<br />

el desbarajuste de los escombros que<br />

limitan la visión de los supervisores en<br />

turno; posteriormente una explanada<br />

cementosa que desemboca en un laberinto<br />

de caminos con pavimento abollado.<br />

Mi guía se basa en los avistamientos<br />

de los últimos hombres que caminan<br />

sobre la superficie, descendientes de<br />

quienes se negaron a la conversión, que<br />

prefirieron dar sus últimos pasos sobre<br />

este mundo como bípedos carroñeros,<br />

auténticos desechos humanos cuya<br />

primordial función es sobrevivir al aire<br />

radioactivo, el sol fluctuante, la tierra<br />

árida y la acidez del agua; ni su experimento<br />

subterráneo resultó para revertir<br />

su condena fatal. Ahora deambulan sin<br />

rumbo, tallando simbologías extrañas<br />

sobre piedras. Nos produce lástima su<br />

decaimiento y la proclividad a enfermedades<br />

constantes con virus mutados<br />

nos obliga a dejar trampas con excremento<br />

para ahuyentarlos.<br />

<strong>La</strong> incipiente noche me da confianza<br />

en mi camino, la oscuridad los asusta.<br />

63


Debajo de un techo de arcilla diviso un<br />

par de infantes humanos empalidecidos,<br />

jugando con alambres oxidados.<br />

Me hago notar y su primera reacción<br />

es arrojarme piedras y correr por un<br />

camino sinuoso. Los sigo hasta un<br />

resquicio provocado por dos anchas<br />

piedras sobrepuestas como entrada a<br />

lo que parece es su refugio. Pego mis<br />

antenas al suelo y noto las vibraciones<br />

del suelo, no debe haber más de quince<br />

individuos. Entro a un resguardo deprimente,<br />

con un ambiente ahumado<br />

nauseabundo, diviso los restos de una<br />

pira reciente y unas antenas familiares<br />

ahí tiradas… maldito salvajismo.<br />

Unos ojos humanoides aterrados por<br />

mi presencia en una esquina. Levan-<br />

to mis cuatro brazos en señal de paz y<br />

me enfilo hacia el esquelético hombre<br />

que protege, detrás de él, a las únicas<br />

tres mujeres visibles del campamento,<br />

con su mano diestra blandiendo<br />

un machete en posición de ataque. Le<br />

arrojo el brazalete que Shami rescató<br />

de las pertenecias de Otman, llamando<br />

la atención de una de las mujeres resguardadas,<br />

quien se acerca sutilmente<br />

y la recoge, volteando, con mirada afligida,<br />

hacia el escuálido líder.<br />

<strong>La</strong> razón de las desapariciones de Otman<br />

se esclarece ante mí.<br />

El cabecilla da un salto delante, en<br />

mi dirección, y suelta el primer machetazo,<br />

lo esquivo sin esfuerzo. Los demás<br />

hombres sólo observan, atentos a cual-<br />

64


quier orden. El segundo arremetimiento<br />

es más impetuoso, no alcanza a verme<br />

agachar y enganchar su pie, la inercia<br />

del movimiento lo hace caer y golpearse<br />

la cabeza; antes que sus congéneres<br />

vaya en su auxilio lo tomo entre mis<br />

brazos céntricos y corro en zigzag, esquivando<br />

sus arcaicas lanzas. Ya afuera<br />

acelero mi andar hasta llegar a un paredón<br />

oscuro, continúo abrazando a<br />

mi presa y saboreo su rancia piel hasta<br />

introducir su calvo cráneo en mi boca<br />

y uso mi mandíbula para presionar su<br />

cuello, empujando con mis brazos inferiores<br />

sus hombros hasta arrancarle la<br />

cabeza. Dejo el cadáver ahí mismo para<br />

que lo encuentren sus iguales. Quizá lo<br />

coman. Quizá lo entierren.<br />

Regreso a tiempo para el final de la<br />

jornada laboral nocturna. Llego a la morada<br />

del difunto Otman y me encuentro<br />

con una insomne Shami. Le doy la<br />

noticia, explicándole que llegué tarde,<br />

que lo quemaron y consumieron. Ignoro<br />

las partes de la trampa y el conflicto<br />

violento. <strong>La</strong> abrazo intentando aplacar<br />

su sollozo. Después de un rato la beso y<br />

copulamos dos veces sobre el suelo.<br />

Me despido mirándola fijamente, sin<br />

decir nada y me dirijo, aún azorado por lo<br />

ocurrido, a las labores de cosecha diaria.<br />

Y ahora, entre los restos de una civilización<br />

perdida que no dejó más que<br />

residuos químicos, pienso en el pasado<br />

y en cómo se rehace. Y en su cobardía.<br />

Su infame cobardía.<br />

65


MI PRIMER<br />

NOVELA<br />

Por Valeria Dianei Aceves Estrada<br />

Como bastantes adolescentes en<br />

este país tengo lo que se conoce<br />

como padres estrictos que me hicieron<br />

la joven que escribe esto el día<br />

de hoy, el tema central de este ensayo<br />

habla acerca de la lectura en los jóvenes,<br />

lo cual a mi parecer es un tema<br />

controversial, ya que se dice que México<br />

tiene talento, pero esto no es funcional<br />

por la basta cantidad de analfabetismo<br />

en el país; mi respuesta a este proble-<br />

66<br />

ma es que los papás no se esfuerzan en<br />

inculcarles a sus hijos la lectura, ahora<br />

bien, la mayoría hacemos eso, dictarles<br />

culpa a los padres, restregárselo en la<br />

cara, aunque no debería ser así; una<br />

historia cómica es aquella de mi infancia,<br />

a la edad de solo 4 años recuerdo<br />

que en el kínder las maestras que nos<br />

cuidaban siempre procuraban que nosotros<br />

tuviésemos a nuestros padres<br />

presentes en nuestro crecimiento y


que no perdieran ni un solo detalle, a<br />

causa de esto las maestras pedían que<br />

nosotros contáramos anécdotas de lo<br />

que hacíamos con nuestros padres, la<br />

historia más popular era aquella en la<br />

que los niños con sus rostros iluminados<br />

y orgullosos hablaban de los libros<br />

y cuentos que sus padres les contaban<br />

antes de ir a la cama, así como lo hacían<br />

en la tele; y era entonces cuando<br />

escuchaba estas historias que mi mente<br />

se nublaba, porque por mi mente<br />

solo pasaba la imagen de mis papas<br />

demasiado ocupados para leerme un<br />

cuento o demasiado cansados para<br />

llevarme a dormir, por lo general solían<br />

darme un cereal con leche y después<br />

me dirigían directo a la cama, a diferencia<br />

de mis compañeros de clase, yo<br />

no contaba con los padres amorosos<br />

que me leyeran antes de dormir o que<br />

me arroparan por las noches, además<br />

67


era bastante complicado explicar esto<br />

a la maestra sin que pensara que mis<br />

papas no me querían, yo lo sabía muy<br />

bien, era la última hija de 4 y siempre<br />

me habían dado todo lo que podían,<br />

excepto cariño paternal, cosa que no<br />

me molestaba, aunque para serles<br />

honestos ese momento de escuchar a<br />

los niños de sus cuentos leídos por sus<br />

papis me hizo armarme de valor para<br />

pedirle a mi mama que me leyera un<br />

cuento, entonces cuando ya estaba en<br />

casa y estaba ya a punto de dormir, fui<br />

hacia la habitación de mis padres y con<br />

mi carita más tierna les hice la petición<br />

de un cuento para dormir, jamás podré<br />

olvidar que después de ese día mi vida<br />

dio un giro drástico para como yo conocía<br />

las cosas; mi padre me dijo —si<br />

tantas ganas tienes de escuchar un li-<br />

bro, por qué no te lo lees tu misma—;<br />

mi cara se quedó petrificada, cómo esperaba<br />

que una niña de tan solo 4 años<br />

leyese un cuento, ya era difícil saber<br />

contar, lo sería más leer, decidí dejar<br />

por la paz esa conversación y me dirigí<br />

a dormir, al día siguiente mi padre me<br />

tomo en sus brazos y me dijo, quiero<br />

que me acompañes a un lugar, esa tarde<br />

llegue a mi casa, con un obsequio<br />

bastante peculiar para un infante de 4<br />

años, tenía en mis manos un libro de 50<br />

páginas, un libro que yo elegí, titulado<br />

«el patito feo» jamás había escuchado<br />

la historia, pero supuse que me gustaría,<br />

la cuestión es que, mi padre me lo<br />

compro para que yo lo leyera, no para<br />

él leérmelo, así fue como poco a poco<br />

fui pasando de no solo ver las imágenes<br />

e imaginarme lo que pasaba, sino<br />

68


también comencé a deletrear las palabras,<br />

a unir vocales con otras letras, tararear,<br />

palabra por palabra, oración tras<br />

oración, conseguí saber leer de corridito<br />

para cuando cumplí los 5 años, era<br />

la única niña en mi salón que ya sabía<br />

leer, después de esto mi padre comenzó<br />

a comprarme libros pequeños, algo<br />

que me fascinaba, y no solo para que<br />

los leyera, él amaba que yo le contase<br />

las historias de mis cuentos, mis amigos<br />

del kínder empezaban a crecer en cuestión<br />

de la lectura, yo ya había rebasado<br />

ese nivel, y ahora les podía contar de lo<br />

que trataba una historia. Soy la diferencia<br />

entre el montón y la originalidad, no<br />

me esforcé, no hice algo que cambiara al<br />

mundo, simplemente tome iniciativa y<br />

comencé por algo básico, muchos de los<br />

padres en la actualidad utilizan los medios<br />

electrónicos para satisfacer los requisitos<br />

de sus hijos, pero lo que ellos no<br />

saben es que cada vez que llevan a cabo<br />

este tipo de soluciones, el país se retrasa<br />

un año más en cuanto a innovaciones y<br />

mejoras, los chavos ya no estamos interesados<br />

en leer un buen libro, se debe a<br />

la falta de lectura desde nacimiento, el<br />

sistema escolar tiene que ver, la familia<br />

tiene que ver, uno mismo tiene que ver.<br />

No hay excusas en esta ocasión, somos<br />

una sociedad diferente, cada persona es<br />

distinta en aprendizaje, pero no se dan<br />

cuenta, no logran ver más allá de lo que<br />

tienen en frente, no se dan la oportunidad<br />

de ser distintos, esta lección me la<br />

enseñaron mis padres, y es que si ellos<br />

me hubiesen leído el libro como al resto<br />

de mis compañeros, yo jamás hubiese<br />

salido del molde de la gente común.<br />

69


70<br />

EL<br />

BOSQUE<br />

Por Gabriela Manchini


Marconi prendió un cigarrillo, se<br />

cerró la campera y empezó a<br />

caminar. El pasto, incontrolable<br />

y húmedo, se pegó a sus botas. Miró<br />

hacía atrás, en dirección a la cabaña y<br />

pensó en volver. Pero no lo hizo. Siguió<br />

avanzando y se sumergió en el bosque<br />

espeso y oscuro.<br />

Desde chico, Lucio Marconi pensaba<br />

que ese bosque estaba vivo. A veces<br />

sentía que la arboleda que se abría<br />

frente a él cambiaba durante las noches<br />

para seducirlo y atraerlo. No importaba<br />

cuántas veces lo intentara: cada vez que<br />

lo recorría, descubría nuevos caminos<br />

y terminaba saliendo por senderos que<br />

nunca antes había transitado.<br />

Algo era diferente esta vez. Pero no<br />

lograba describirlo, ni enunciarlo. No<br />

hacía mucho Lucio había soñado que<br />

caminaba por un bosque tupido y desconocido<br />

hasta que de pronto una luz<br />

lo encandilaba y envolvía, como devorándolo.<br />

Nunca se lo contó a nadie.<br />

El colchón de hojas, bajo sus pies,<br />

estaba húmedo y resbaladizo. Caminó<br />

entre los Coihues y observó de cerca<br />

algunas plantas. Le faltaba el aire y eso<br />

le resultaba extraño. Se sentó sobre el<br />

tronco de un árbol que yacía en el piso<br />

y descansó.<br />

Estaba intentando sacar un cigarrillo<br />

de su campera cuando un ruido a sus<br />

espaldas lo distrajo. Se dio vuelta con<br />

rapidez. <strong>La</strong>s manos le temblaban. No<br />

había nadie. Se río nerviosamente y<br />

cambió de lugar.<br />

Apoyó su espalda sobre el tronco de<br />

un pino y se sentó en el suelo, todavía<br />

sorprendido por su propio miedo. Iba a<br />

ese bosque desde chico, nunca antes<br />

se había sentido inseguro ahí.<br />

Una brisa helada impactó contra su<br />

cara y apagó el cigarrillo que acababa<br />

de prender. Buscó otra vez su encendedor.<br />

En una maniobra torpe este se<br />

cayó y rebotó por una ladera hasta incrustarse<br />

debajo de una roca, no muy<br />

lejos de él. Marconi se paró, todavía<br />

quejándose y fue a buscarlo.<br />

Entre dos rocas inmensas, y apenas<br />

visible, el encendedor permanecía intacto.<br />

Lucio bajó y comenzó a empujar<br />

una de las piedras. El macizo se corrió<br />

de lugar y un leve destello le alumbró<br />

la cara: algo de metal brillaba debajo<br />

del encendedor. A simple vista le pareció<br />

que se trataba de una caja de herramientas;<br />

hundió una mano en la tierra<br />

húmeda y escarbó.<br />

Empezó a llover, pero él no se detuvo.<br />

A su alrededor empezaban a formarse<br />

charcos. Siguió cavando y vislumbró<br />

una forma oval, algo asimétrica. Despejó<br />

todo su borde y empezó a tironear de<br />

esa especie de cofre. Era una caja profunda.<br />

Excavó durante largo rato hasta<br />

que por fin pudo retirarla totalmente.<br />

Agitado, se sentó sobre el suelo unos<br />

segundos y miró al cielo tratando de<br />

discernir cuánto tiempo le quedaba<br />

hasta que la lluvia empezara a caer con<br />

intensidad. Se volvió a abalanzar sobre<br />

la caja metálica y notó que estaba<br />

oxidada. Parecía hermética. Limpió su<br />

superficie con la manga de la campera<br />

hasta encontrar un borde irregular.<br />

Buscó un palo y se ayudó con el. Se clavó<br />

varias astillas en la mano, pero continuó.<br />

Al cabo de unos minutos escuchó<br />

que un cerrojo, o algo en su interior,<br />

hacía un ruido y el cofre abrió. Quitó la<br />

tapa y se quedó inmóvil.<br />

Durante algunos segundos, no hizo<br />

más que recorrer con la vista el sin fin<br />

de billetes que sobresalía de la caja.<br />

Tomó uno y lo inspeccionó: Era auténtico,<br />

como todos los demás. Introdujo sus<br />

71


manos en el cofre y empezó a revolver<br />

los papeles, emocionado por el hallazgo.<br />

Inspeccionaba el dinero una y otra<br />

vez, sin percibir que a su alrededor el<br />

agua de la lluvia se acumulaba y formaba<br />

surcos sobre la tierra. De pronto, y<br />

aún no visible entre los papeles, sintió<br />

una superficie dura y fría. Pensó que<br />

se trataba de un revolver, lo tomó con<br />

fuerza y lo retiró de golpe: era una pieza<br />

de oro. No lo podía creer.<br />

Dejó aquel macizo a su lado y siguió<br />

escarbando desesperadamente, mientras<br />

los billetes empezaban a teñirse<br />

poco a poco de rojo; su mano todavía<br />

tenía astillas y sangraba. Volvió a sentir<br />

algo sólido. Esperanzado y suponiendo<br />

de qué se trataba, tironeó hacia afuera.<br />

Entre sus dedos escurría la sangre de<br />

una mano ajena. Sin poder soltar aquel<br />

pedazo de cuerpo, miró a su alrededor,<br />

en busca de ayuda. Intentó gritar, pero<br />

nuevamente no pudo emitir sonido.<br />

Volvió en sí y la soltó de golpe; luego se<br />

alejó rápidamente hacia atrás.<br />

Se quedó mirando la mano ensangrentada<br />

tirada en el suelo. Volvió a<br />

dirigir la vista a la caja: Los papeles de<br />

la superficie seguían teñidos de rojo.<br />

Escuchó ruidos cercanos y giró en círculos,<br />

tratando de rastrear de dónde<br />

venían. Permaneció en silencio.<br />

Volvió corriendo hacia el cofre ovalado<br />

y se arrodilló frente a él. Desesperado, empezó<br />

a retirar todo lo que contenía. Había<br />

más dinero, alguna que otra pieza de oro<br />

72


y partes de un cuerpo desconocido que<br />

habían quedado tapados por los billetes.<br />

Intentó tranquilizarse. Pensó en sus<br />

huellas digitales inscriptas en los pedazos<br />

del cuerpo que acababa de encontrar<br />

y en las pocas probabilidades que<br />

tendría de demostrar su inocencia.<br />

Decidió guardar todo otra vez en la<br />

caja, cerrarla y dejarla en el mismo lugar<br />

que antes. <strong>La</strong> tapó como pudo con la tierra<br />

que encontró a su alrededor. Sin saber<br />

qué hacer, miró de lejos la mano ensangrentada<br />

que yacía en la tierra y la tapó<br />

con algunas hojas. Pensó que con esa lluvia,<br />

todo posible rastro suyo desaparecería.<br />

Huyó. Corrió durante todo el trayecto<br />

hasta llegar al claro desde donde había<br />

partido. Se metió en su cabaña y cerró tras<br />

de sí. Recién ahí, respiró profundamente.<br />

Tanteó en los bolsillos de su campera<br />

en busca de un cigarrillo y percibió que<br />

no tenía el encendedor, se dio cuenta<br />

que lo había dejado en el bosque. Tomó<br />

la caja de fósforos que estaba en la cocina<br />

y recién al quinto intento pudo prenderlo.<br />

Poco a poco se calmó. Fue hasta<br />

el living, se recostó en el sillón y después<br />

de un rato, se quedó dormido.<br />

A la mañana siguiente, cuando despertó,<br />

la migraña era insoportable. Había<br />

dormido más de 12 horas seguidas.<br />

Se dirigió a la cocina, para hacerse un<br />

café y volvió al living. Fue entonces<br />

cuando lo vio, intacto y sin rastro alguno<br />

de tierra: el encendedor brillaba<br />

sobre la mesa.<br />

73


74<br />

EL MUELLE<br />

DE LAS SIRENAS<br />

Por Karen E. Villalón


Llevaba toda la mañana resuelto a<br />

deshacerme de mi mujer. <strong>La</strong> razón<br />

era simple, habíamos llegado a un<br />

punto en nuestro matrimonio en el que<br />

me exasperaba todo de ella: su aliento<br />

cerca de mí, su respiración al lado de<br />

mi almohada cada noche, sus lágrimas<br />

de perro apaleado que resbalaban por<br />

sus mejillas mientras se encerraba en<br />

el cuarto de baño; cuanto me aborrecía<br />

oírla llorar. A veces miraba su reflejo en<br />

un espejo por horas u observaba por la<br />

ventana como si afuera hubiera algo inusual<br />

imposible de no mirar, no se diga<br />

en los días de lluvia. En una ocasión estaba<br />

más perdida que de costumbre y<br />

ahí, una vez más y sin previo aviso, el<br />

caudal de lágrimas; ella mirando con<br />

fijeza el absurdo movimiento de la<br />

lavadora.<br />

No sé qué pretendía cada una de estas<br />

ocasiones. Era como vivir junto a<br />

un cascarón vacío. Hasta el gato dejó<br />

de maullarle, él gustaba de recostarse<br />

sobre ella y ronronear por un largo rato.<br />

Ahora el gato ni siquiera la observaba,<br />

la ignoraba mientras se restregaba entre<br />

mis piernas, maullando por algo de<br />

las sobras de amor que de vez en cuando<br />

yo le obsequiaba.<br />

Estaba cansado de la actitud petrea<br />

de mi mujer, así que la convencí de salir<br />

y dar un paseo. Mi idea era llevarla<br />

al muelle de las sirenas, donde nos conocimos.<br />

Pensé que si tal vez la dejaba<br />

ahí sola y desprotegida se lanzaría por<br />

su propia cuenta al mar, le gustaba el<br />

mar y escuchar las olas, solía decir que<br />

cantaban para ella. El problema fue<br />

que no llegamos a nuestro destino, le<br />

brotó una inesperada necesidad de<br />

bajarse del auto en marcha tan espontaneamente<br />

que no hubo tiempo de<br />

detenerla. Corrió como una loca, hacía<br />

tiempo que yo creía que lo estaba. Tal<br />

vez bajó con la idea de alejarse de sí<br />

misma, de su tristeza, de su oscuridad<br />

negra como la noche.<br />

<strong>La</strong> perseguí por horas antes de percatarme<br />

que era mi oportunidad para<br />

librarme de ella y de su corroído yo.<br />

Entonces, como si leyera mi mente, mi<br />

mujer se detuvo en seco, sus pasos dejaron<br />

de ir con celeridad hacia todos lados<br />

y ninguno a la vez, dio media vuelta<br />

y me llamó. Primero lo hizo en lo que<br />

creo fue un susurro, sus labios moviendose<br />

arriba y abajo, luego con una voz<br />

seca, después a gritos. <strong>La</strong> gente la miró<br />

con lástima. Vi que una madre tomó a<br />

su hijo de la mano y ambos se alejaron<br />

de mi mujer. Otra más ofreció ayudarla<br />

y llamar a la policía. Un hombre les gritó<br />

que a quien necesitaban llamar era a<br />

un loquero, mi mujer lloró al oirlo.<br />

<strong>La</strong> lástima intentó colarse hasta mi<br />

corazón, pero mis venas eran ya demasiado<br />

estrechas y no lo permitieron. En<br />

mi mente un grito de asombro y emoción<br />

me instó a esconderme. Seguí<br />

corriendo. Llegué a mi auto. Después<br />

de algunos intentos abrí la puerta, me<br />

senté y con manos temblorosas encendí<br />

un cigarrillo. Casí provoco un incendio.<br />

Prendí el fósforo y con la adrenalina<br />

corriendo en mis venas dejé que se<br />

quemara, lo solté cuando sentí el fuego<br />

en mi piel. Por suerte no provoqué una<br />

catástrofe, esa noche yo era un hombre<br />

afortunado. Cuando terminé el<br />

tercer cigarrillo encendí el motor, era<br />

hora de irme a casa. Arranqué y en seguida<br />

encolarecí, mi mujer apareció de<br />

la nada a unos metros por delante de<br />

mi auto. Sospeché que sólo quería hacerme<br />

sentir el hombre más miserable<br />

y desdichado del mundo, aún furibundo,<br />

pisé el acelerador y pasé sobre ella.<br />

75


Sentí cuando las llantas estrujaron su<br />

dulce cuerpo, ese que en un tiempo fue<br />

mi único deleite, mi refugio. Bajé del<br />

auto y corrí hacia ella, vi sangre por todos<br />

lados, entonces el que lloró fui yo.<br />

Minutos después llegó la policía, me<br />

obligaron a soltarla, me esposaron y<br />

guiaron hasta el auto de luces estroboscópicas<br />

próximo. <strong>La</strong>s lágrimas no<br />

me dejaban ver, los pensamientos pasaban<br />

como vorágine en mi mente: el<br />

primer día con mi mujer en el muelle de<br />

las sirenas, su sonora risa, cuando dijo<br />

que sí a mi propuesta de matrimonio, al<br />

besarla cada mañana antes de salir de<br />

casa y cuando pasé sobre ella en el asfalto<br />

de aquella calle para terminar con<br />

nuestras vidas de una vez por todas.<br />

76


77


78<br />

LA JAULA<br />

DEL ZAR MALVA<br />

Por Cyan Urón


‹‹Otro día asqueroso de engrudoso cielo<br />

gris destapacorchos›› retuerce para<br />

sí mismo Lutfin refiriéndose a todo.<br />

Espera malhumorado sin percatar que<br />

su alta sombrilla ha quedado atascada<br />

entre la línea eléctrica. Llega Parpara.<br />

Ambos entran estorbándose al Zar<br />

Malva, una insalubre fonda de lo mejor<br />

que puede encontrarse en la ciudad.<br />

Hay un montón de cristales rotos en el<br />

suelo. Se instalan en la primera mesilla<br />

circular, junto al hueco de ventana.<br />

—Perdón por el... los inconvenientes —dice<br />

el empleado zafando la vista; y se queda ahí<br />

parado sin verlos.<br />

—¿Cómo están los pequeños engendros?<br />

—suelta Lutfin a Parpara—. ¿Recibieron<br />

las postales?<br />

—No lo sé. No hay tales.<br />

—¿Quién sabe?<br />

—... pues no, no las hay.<br />

Presionado por la gigantesca sombra<br />

de la cocina que advierte traspasar<br />

los umbrales de su guarida, el camarero<br />

presta sus servicios y ofrece presto el<br />

menú acelgado de temporada.<br />

—¡Córtame un dedo! ¿Qué es está<br />

porquería?<br />

—¿Disculpe?<br />

—Quiero las cebollas campesinas... y<br />

un vaso bien nutrido de sake —Lutfin<br />

ordena contentón.<br />

—Para mí la trucha marrón a la plancha<br />

con una naranjada sin hielos. Este<br />

clima va a matarnos; mató a mis padres,<br />

a mis hermanas y hermanos, sin<br />

mencionar a los abuelos y a los abuelos<br />

de mis abuelos... a mi esposa...<br />

—Creí que se había alejado de aquí<br />

tan pronto te dejó.<br />

—Ah, sí. Eso pasó. De cualquier forma<br />

debe estar muerta, donde quiera que<br />

esté.<br />

Risa nasal<br />

—¿Y sigues correteando polluelas?<br />

Debo decirte que no te queda el papel...<br />

eres viejo, inmaduro, irritable, infiel, y<br />

no olvidemos tu falta de tacto 1 .<br />

—Pues algo a mi tendrías que aprender.<br />

Por lo menos yo aparento sentir.<br />

—Quisiera saber qué no aparentas.<br />

Es para ti un deporte. En lo personal,<br />

prefiero ser perseguido a perseguir... y<br />

adoro las tipas simples y grises.<br />

Los platillos y sus respectivas bebidas<br />

fueron depositados frente a los comensales.<br />

—...o tú qué opinas, cachorrín?<br />

—¿Se refiere a mí? —señalando su<br />

persona, el camarero, Yoruba, mira a<br />

su interlocutor—. ¿Es a mí? —mira ahora<br />

a Parpara que lo mira también, a la<br />

vez que se columpia en su banco de<br />

mimbre y acicala su bigote bombacho<br />

de sheriff, lacio y perfectamente bien<br />

cepillado—. ¿Sobre cuál asunto, señor?<br />

—Iniciativa.<br />

Yoruba se queda perplejo piquiabierto.<br />

—Yo, yo, yo... no lo he pensado... estoy<br />

casado.<br />

—¡¿Casado!? ¿Quién lo diría? Te ves<br />

tan verde... y ya has volado del nido.<br />

—No, no exactamente.<br />

—¡Uh! ¡Terrible! Mala idea, muchacho,<br />

juntar a dos mujeres en la misma pecera.<br />

—Se equivoca... son cinco. También<br />

están mis abuelas y mi hija.<br />

—Oiga usted esto, señor Parpara, es<br />

horror de calidad. No contento con un<br />

mal empleo, regresa a casa a bucear<br />

entre pirañas.<br />

El iris rubí de Yuruba arde intensamente.<br />

—No soy el único varón, también está<br />

mi hijo, además se aloja con nosotros<br />

un tío... y un amigo que va de paso.<br />

—¡Vaya circo!<br />

Yuruba tiembla de rabia. Sin embargo<br />

los clientes se muestran indiferentes<br />

y vuelven a retomar su conversación.<br />

79


—Y dime Parpara, ¿para qué tanta necesidad<br />

de vernos?<br />

—Lo logré... al fin te han abierto las<br />

puertas en el Mamut Imperial; la exfábrica<br />

de conservas.<br />

—¡Maldito cabrón! Lo hiciste. ¿Con<br />

quién tuviste que fornicar? ¿A cuántas<br />

camas te metiste?<br />

—Cuatro.<br />

—No lo hubieras hecho... es que mírame;<br />

no estoy listo, ni en forma. <strong>La</strong><br />

última gira fue un rotundo fracaso. Estoy<br />

salado. En todos los sentidos. Compruébalo,<br />

acércate y olfatea un poco 2 .<br />

—Tonterías, el mundo del espectáculo<br />

tiene sus altas y bajas. Este es el lugar<br />

perfecto para brillar. Está lleno de sacos<br />

rotos, mírales la cara —señala al empleado<br />

que sigue de pie frente a ellos—, cansados<br />

de sus vidas rutinarias, apacibles,<br />

piden a gritos algo exótico y diferente...<br />

como tú. Ya estás brillando.<br />

—Odio este pueblo. El sol sale más<br />

tarde que en cualquier otro lugar, las<br />

montañas obstruyen albas y atardeceres.<br />

Y por si fuera poco, no hay día no<br />

nublado con su copiosa lluvia desabrida<br />

por las tardes.<br />

—¿Y qué hace exactamente? —interrumpió<br />

el mesero, desdeñando en<br />

tono y postura.<br />

Lutfin ladeó la cabeza. Parpara tomó<br />

la respuesta.<br />

—Lutfin Paradice es la promesa<br />

del power pop psicodélico bailable<br />

experimental.<br />

—¿Y sobre qué tratan sus composiciones?<br />

—Sobre nada.<br />

—¿¡Nada!?<br />

—Nada.<br />

80


—...nada...<br />

—Puedes retirarte —dijo Lutfin con<br />

toda propiedad y parsimonia mientras<br />

desgarraba con las patas la cubierta de<br />

papel periódico con que se había cubierto<br />

el piso.<br />

Yoruba se retira a la cocina y regresa<br />

sin demora con la cuenta para pasar<br />

un cuchillo por el gaznate del gran<br />

prospecto de power pop psicodélico<br />

bailable experimental. Su cabeza rota<br />

desenfrenada, cae hacía atrás. Luego<br />

la lengua reblandecida se asoma<br />

y cuelga. Al mismo tiempo sus ojos se<br />

van tachando. Y finalmente las articulaciones<br />

en sus dedos se relajan y sueltan<br />

el mantel que ha ruborizado.<br />

—Deliciosa trucha, estoy satisfecho —Parpara<br />

exhaló con todo su bienestar. Usó<br />

como mondadientes una de las espinas<br />

sobrantes. Pagó la cuenta, agregando una<br />

generosa propina. Limpió su pico, y salió caminando<br />

del establecimiento. Luego corrió,<br />

trastornado, exaltado, hasta su ocasional<br />

morada. Ahí escondió su cuerpecillo, tras<br />

puertas y cobijas. Sin embargo, no sobrevivió<br />

a aquella noche; había tragado muchas<br />

espinas que perforaron su aparato digestivo<br />

con una subsecuente hemorragia.<br />

A las 5:45 de la mañana, Yoruba, tal<br />

y como lo había planeado, disolvió<br />

fluoruacetato de sodio a su café regular,<br />

y se tomó el día libre.<br />

1. Insensibilidad congénita al dolor.<br />

2. Chiste bobo entre tengus, las aves no<br />

tienen olfato.<br />

81


EN POR<br />

MARI<br />

TAP<br />

82<br />

Nacida en la Ciudad de México de una<br />

familia artística, Mariana desarrolló<br />

desde la infancia el amor por las bellas<br />

artes. Su madre, una pintora y pianista<br />

profesional, fue la persona más influyente<br />

en su vida. Mariana estudió diseño gráfico<br />

en la Universidad Iberoamericana, donde<br />

adquirió técnicas y una apreciación educada<br />

de la pintura. Esta apreciación más<br />

adelante se convertiría en un pilar para<br />

transformar y transportar sus sentidos a<br />

un mundo surrealista amalgamando colores<br />

vivos con óleo y lienzo, explosiones<br />

de energía y optimismos.<br />

Estelarizó varias cintas como Todo<br />

Contigo con Ana Bárbara, donde tuvo el<br />

papel antagónico, Otaola o la República<br />

en el exilio, El precio de nuestra sangre,<br />

Tempo, Cursos prenupciales, entre<br />

otras. Más tarde actuó en obras como<br />

Drácula, con el personaje de Lucy, Anfitrión,<br />

de Plauto, representando a Alcmena,<br />

entre otras obras más.<br />

En televisión, ha participado en varias<br />

novelas, siendo las más recientes<br />

Así son Ellas, con el personaje de Madona,<br />

Velo de Novia, entre otras, así como<br />

en varios programas de Mujer, casos de<br />

la vida real y programas unitarios para<br />

EE. UU., producidos por los Galindo y<br />

René Cardona.<br />

Sus personajes favoritos y donde ella<br />

destaca más son los antagónicos y los<br />

personajes de carácter un tanto oscuros.


TADA<br />

ANA<br />

IA<br />

Ha dado a conocer su arte en distintos<br />

puntos de la Ciudad de México,<br />

eventos de gran importancia han sido<br />

enmarcados con su obra, como cenas<br />

homenaje a reconocidos actores mexicanos<br />

como el Sr. Julio Alemán y la Sra.<br />

Carmen Salinas, así como en asociaciones<br />

como la ANAPCAA, en el Museo del<br />

Desierto de los Leones, de gran importancia<br />

en la Ciudad de México, en diversas<br />

galerías de la Ciudad, en el Palacio<br />

Legislativo del Congreso de la Unión,<br />

en la Antigua Casa de Dolores Olmedo,<br />

En el Centro Cultural Mexicano en San<br />

Antonio, Texas, en el Museo Internacional<br />

de Arte en Los Ángeles California,<br />

en el Consulado General Mexicano de<br />

California, en Santa Clarita, en Miami,<br />

Coral Gables Florida, y también en ciudades<br />

de España.<br />

Participó con mural dentro de la campaña<br />

ecológica Cómo me quieres, qué<br />

sabes de mí y qué haces por mí, desarrollados<br />

en coordinación con el Directorio<br />

de las Artes Plásticas, Preservamb A C,<br />

el Gobierno de la Ciudad de México, The<br />

Global Fund for Childrens. Murales que<br />

estuvieron en exhibición en estaciones<br />

del Metro, Casa de Cultura Reyes Heroles<br />

en Coyoacán, Bosque de Chapultepec,<br />

y Zócalo de la Ciudad de México<br />

Su firma distintiva, las sirenas nos<br />

traen un mundo de misticismo y fantasía<br />

sin igual.<br />

83


84


85


86<br />

DESTINO, BAILA<br />

CON GRACIA<br />

Por Allen Schavelzon


A mi exiliada alma aniquilada:<br />

Iluso, jura haberse enamorado, sin<br />

embargo el objeto de su enfermizo amor,<br />

no es otro que un ente libertario.<br />

Se ha encadenado voluntariamente a<br />

mí, un ser que para desgracia suya y de<br />

varios más, no lleva anclas indeseadas<br />

que intenten atarle a cualquier aspecto.<br />

Me culpa ingenuamente de haberlo seducido<br />

para después arrojarle a un abismo,<br />

cual vil traidor y cobarde... se equivoca.<br />

Mis principios van en contra de eso.<br />

Usted ha elegido su destino; simplemente<br />

nuestros hilos se trenzaron para<br />

luego desatarse y continuar su rumbo.<br />

No le culpo de añorar estar al lado mío,<br />

pero debió considerar que nuestras<br />

mentes difieren. Busca mantenerse cerca,<br />

sin embargo el frágil cristal de nuestro<br />

trato se ha quebrado ante su imprudente<br />

impaciencia.<br />

Ahora jura necesitarme, que me he<br />

convertido en su todo... ¡Joder! Me halaga<br />

pero no quiero unirme a alguien que<br />

no amo... Y para ser sincero no aseguro<br />

que eso cambie. <strong>La</strong>mentablemente se ha<br />

vuelto dependiente de un hombre que no<br />

acepta cargas ajenas... si buscaba consuelo<br />

encantado lo habría brindado, más<br />

ahora que todo ha dado un giro inesperado<br />

y desagradable, no ha hecho otra cosa<br />

que mi anhelo de ausentarme de su vida<br />

aumente. Insensato, me pregunto si no le<br />

dará vergüenza el drama que está armando,<br />

su alma se halla dolida, en estado doliente<br />

por mi rechazo.<br />

¡Carajo! ¡Lárguese de mi vista! Déjeme<br />

en paz. ¿Acaso no entiende que su inmadura<br />

presencia resulta insoportable? ¿Tan<br />

difícil es entender un simple «no»?<br />

Vaya a dormir con el dolor que esto le<br />

provoque. Nulo es en léxico la palabra<br />

«culpa».<br />

Sumérjase en su llanto, córtese las<br />

venas. Se ha convertido en una esencia<br />

repulsiva; sus dramas, mala imitación<br />

de amor, lo que usted siente es algo estúpido<br />

llamado obsesión.<br />

No espere de mi consuelo, más que<br />

evidente es la molestia y repugnancia<br />

que me provoca.<br />

Esta vez iré en contra del agnosticismo,<br />

de mis principios... yo niego por<br />

completo su existencia, no soy la única<br />

persona de esta esfera, usted por mi se<br />

encuentra en permanente espera, pero<br />

le informó que no llegaré ni aunque usted<br />

muera.<br />

Me ha exigido honestidad, pues bien<br />

he cumplido su capricho. Puede juzgarme<br />

de cruel y frío... puesto que esa es mi<br />

deliciosa realidad.<br />

Así que ahora acepte el golpe de realismo,<br />

continúe su existencia, que yo he<br />

de hacer lo mismo para con la mía.<br />

Guárdeme luto sí así lo gusta, discúlpeme<br />

u ódieme, lo que le plazca, que ya<br />

poco me importa lo que piense de mí.<br />

Con mis más sinceras palabras, su<br />

ya nada arrepentida y poco posible<br />

servidora.<br />

Pero yo amo todo de ti, quiero poseer<br />

tus pensamientos y hacerme de tu vida.<br />

Había transcurrido ya mucho tiempo<br />

de esas palabras, quizá demasiado.<br />

Desde que sus pasos tomaron diferente<br />

rumbo del mío. Tanto que resultaba obvio<br />

el hecho de que su rostro se perdiese<br />

entre aquéllos otros amores mal pagados,<br />

sin embargo, no era este el caso.<br />

Su propia existencia atormentaba a la<br />

mía, el simple pensamiento de que aún<br />

respirase agitaba mi corazón y provocaba<br />

que se contrajeran mis intestinos al<br />

87


punto de no retorno en el que si alguien<br />

dudara de la presencia de sangre en mis<br />

venas sería justificable pues hacía mucho<br />

atrás que ésta había cedido paso a<br />

un espeso ácido repleto de resentimiento<br />

circulante por mi cuerpo.<br />

No me adjudicaba amor a su persona<br />

sino a una obsesión enfermiza<br />

que me arrastraba al abismo de la decadencia.<br />

En mis oídos aún sonaba el<br />

patetismo de mi trémula voz aquélla<br />

anterior ocasión.<br />

Ámame, sería capaz de mendigar<br />

las migajas de lo que para ti ya es una<br />

pasión irreal, compadécete de mi alma<br />

errante, finge por piedad una pizca de<br />

dulzura. Extingue mi infierno con el rocío<br />

de las falsas esperanzas ¿serán vanas<br />

mis ambiciones de conseguir algo<br />

de calma a mitad de la tempestad?<br />

Sin embargo no hubo respuesta de<br />

sus labios. Sólo la indiferencia se hizo<br />

presente en su mirada mientras dio la<br />

vuelta y me abandonó a mi suerte.<br />

¿Me preguntan si le amo? Le necesito,<br />

como si fuese una brasa a punto de morir<br />

en búsqueda del combustible que le<br />

mantenga ardiendo. Necesito su presencia,<br />

pero no para adorarle, mi pasión fue<br />

muerta por sus garras de desprecio rego-<br />

88


deándose en miseria ante el rechazo de<br />

mis exigencias. Le necesito como la fiera<br />

a la tierna presa de la cual alimentarse.<br />

Porqué estos pensamientos tan crudos,<br />

la pregunta no debe ser planteada<br />

a mí sino al ser que me arrastró a la<br />

desesperación; ése que se nutrió de mi<br />

esencia, extrajo de mi hasta la última<br />

gota de dulzura y me convirtió en una<br />

versión caricaturesca de mí mismo. Llegué<br />

a sentir náuseas de mi propio pesar.<br />

Pero un día ocurrió lo que ya creía<br />

impensable, volvió a mí. Volví a tenerle<br />

entre mis brazos, mostraba dulce quietud<br />

ante mi vista, docilidad inerte que<br />

teñía mis manos. Le tenía de nuevo<br />

pues su posesión me fue devuelta.<br />

Vagamente recuerdo que demostraba<br />

algo... ¿rechazo? ¿Forcejeo? Era obvio<br />

que no, aún me amaba de lo contrario<br />

no habría regresado. Además, me<br />

merecía esa apacible dicha.<br />

Quien navega por la paz con bandera<br />

bélica merece el mismo respeto que<br />

el hereje cremado en la hoguera de la<br />

purificación. Era mi derecho, me lo había<br />

confirmado desde un principio y yo<br />

únicamente exigí lo que era mío.<br />

Ese ser anhelaba mi vida, así que me<br />

quedé con la suya.<br />

89


90<br />

RENACIMIENTO<br />

Por Cosme


Acomodó con cuidado la pala,<br />

como tratando de no hacer ruido,<br />

aunque no importaba, el vecino<br />

más cercano estaba a más de cien metros,<br />

después de la parcela que le había<br />

heredado su tía, la única familia que<br />

conoció. Abrió la puerta de la pequeña<br />

bodega para salir, aunque no importaba,<br />

daba lo mismo salir por alguno de<br />

los enormes huecos que no cubría la<br />

pared hecha de varios materiales una<br />

parrilla de refrigerador, el panel trasero<br />

de un televisor arcaico, un pedazo<br />

de lámina galvanizada y demás desechos<br />

que había reunido en su triciclo.<br />

<strong>La</strong>s piedras de la banqueta del patio<br />

estaban cubiertas de musgo por la casi<br />

constante lluvia, pero no importaba,<br />

pisó firmemente.<br />

Con sus manos huesudas envejecidas<br />

prematuramente acomodó unos<br />

trozos de leña en fogón para hacerse<br />

un café de tortilla, bebida que se permitía<br />

después de un trabajo duro. Había<br />

estado trabajando cerca de cuatro<br />

horas, pero se sentía relajada y casi con<br />

ganas de volar. Se movía sin expresión<br />

como los últimos veinte años. Casi había<br />

perdido la esperanza de volver a ser<br />

libre, los últimos años había llevado su<br />

existencia de una manera monótona<br />

esperando muy poco y convirtiendo<br />

las tareas caseras más pesadas y desagradables<br />

en sus favoritas porque estaba<br />

sola. Desde antes del amanecer<br />

hacía las tortillas para el almuerzo de<br />

don Pedro y antes que él se levantara<br />

debía tener la choza impecable y las<br />

herramientas listas para cuando se iba<br />

a trabajar a la parcela. Cuando se marchaba,<br />

ella se dirigía al molino a toda<br />

prisa antes que fuera la hora de moler<br />

cacao o café. Pero hoy, no importaba,<br />

se acomodó en la mecedora del único<br />

cuarto de la casa y se quitó las chanclas<br />

de pata de gallo que había tenido que<br />

coser por lo menos ocho veces cada<br />

una. Antes le daba vergüenza salir con<br />

ropa tan gastada, pero ya no importaba,<br />

las banquetas no tenían miradas de<br />

desprecio para ella y el orgullo se había<br />

ido mucho antes que el color del vestido<br />

que usaba a diario.<br />

No encontraba que hacer y se puso a<br />

observar sus olvidados pies, callosos y<br />

descuidados, mientras usaba su imaginación<br />

para decidir qué haría ahora que<br />

sentía que tenía todo el tiempo del mundo.<br />

Pensó en acostarse de nuevo, pero no<br />

le llamó la atención, la continua tensión<br />

hacía que su famélico cuerpo no hallara<br />

relajante ni placentera ninguna actividad.<br />

A lo lejos vio salir humo de la cocina de los<br />

vecinos, no los conocía, sólo había visto<br />

que con los años los niños habían crecido<br />

y hasta la casa había crecido para engendrar<br />

un segundo piso y barda nueva.<br />

Se sobresaltó, pero enseguida reconoció<br />

el perro que pedía su alimento. Pensó<br />

en dejarlo morir de hambre, siempre<br />

había sentido odio y repugnancia por<br />

ese animal, aunque este la respetaba y<br />

no la molestaba de más. Se levantó y bebió<br />

agua de un pocillo, lo bebió rápido<br />

como era la su costumbre, el cual lavó<br />

y acomodó rápidamente, aunque ya no<br />

había nadie que se lo exigiera.<br />

Se tocó la cara con un dolor ahora<br />

lejano, sacudiendo la sangre seca y se<br />

perdió de nuevo en sus pensamientos<br />

como hacía a cada rato. Se vio a ella<br />

de niña mientras observaba a los otros<br />

niños dirigirse a la escuela, lugar que<br />

nunca visitó siquiera. Sólo conocía la<br />

parcela donde había trabajado prácticamente<br />

toda su vida y la choza donde<br />

se encontraba. Siempre deseó ir al río,<br />

no a la parte de los lavaderos, sino más<br />

91


abajo donde nadaba la gente. Pensó<br />

en la única vez que fue a la feria, pero<br />

su pensamiento volvió a don Pedro penetrándola<br />

con violencia y luego rompiéndole<br />

la cara a golpes. Su tía la convenció<br />

casarse con él aunque sólo tenía<br />

catorce años. Cada vez que la montaba<br />

y golpeaba, la dejaba en un rincón sintiendo<br />

la cara explotar, los primeros<br />

años se sentía desgraciada, pero luego<br />

comprendió que para eso vivía, para trabajar,<br />

ser chingada y recibir golpes de<br />

ese hombre que por un trato con su tía<br />

que murió poco después de realizarlo,<br />

murió dejándole la tierra donde vivían.<br />

En la época de cosecha le iba mejor,<br />

porque don Pedro desaparecía por días<br />

de la casa, era bien sabido que invitaba<br />

a tomar a sus amigotes sin reparar en<br />

gastos. , pero cuando no se iba el alcohol<br />

lo embrutecía y las golpizas eran<br />

más brutales. Volvió al presente sin sobresaltos,<br />

encendió el fogón, porque ya<br />

era hora de comer y puso unos tomates<br />

y un chile al fuego para preparar una<br />

salsa, esta vez comería lo que deseaba<br />

y le gustaba, nadie le tiraría la comida al<br />

suelo argumentando que era asquerosa.<br />

Se sentó a comer después de enjuagarse<br />

la cara. Sintió un dolor en la<br />

espalda, pero lo recibió con agrado<br />

recordando el trabajo de esa madrugada.<br />

Dirigió la irada a la pila de rocas<br />

al fondo del patio y por primera vez en<br />

muchos años, sonrió.<br />

No la perturbó imaginar el cadáver<br />

del hombre odiado bajo esas rocas, ni<br />

el dolor que le quedó en el brazo, luego<br />

de rebanarlo a machetazos mientras<br />

dormía la borrachera esa madrugada.<br />

92


93


94<br />

LA CASA<br />

DE LA LOCURA<br />

Por Juan Pascal


El sol resplandecía en lo alto de un<br />

cielo azul. Bajo sus cálidos rayos<br />

la naturaleza bullía exultante. Disfrutando<br />

de tan maravilloso día primaveral<br />

estaban los cuatro amigos que<br />

habían decidido ir de acampada el fin<br />

de semana. Tras montar las tiendas<br />

en donde dormirían, pasearon por los<br />

senderos de la zona para contemplar la<br />

prodigalidad que los rodeaba. Lo hicieron<br />

por parejas, Peter y Claire encabezando<br />

la marcha y Jason y Kate a unos<br />

pasos de distancia. El camino los condujo<br />

hasta la ribera de un caudaloso río<br />

cuyo curso abandonaron para adentrarse<br />

más en la foresta encandilados<br />

por el canto de las aves y el esplendor<br />

de la primavera.<br />

En su deambular cansino llegaron<br />

ante un edificio abandonado del que la<br />

vegetación hacía mucho que se había<br />

convertido en su dueña. No había nada<br />

que los impidiera entrar. Ni alambras<br />

delimitando el reciento ni puertas cortándoles<br />

el paso a la construcción.<br />

Peter y Claire esperaron que sus<br />

compañeros llegaran a su altura.<br />

—Jason, ¿sabes qué es este lugar? —<br />

preguntó Claire.<br />

—Ni idea —contestó encogiéndose<br />

de hombros—. Me habían hablado de<br />

la zona, pero nadie me comentó nada<br />

acerca de un viejo edificio.<br />

—Todavía es pronto. ¿Por qué no<br />

echamos un vistazo? —sugirió Peter<br />

comprobando el reloj y calculando las<br />

horas de luz que aún tenían por delante.<br />

—Sólo si no hay psicópatas asesinos<br />

acechando dentro —bromeó Kate.<br />

—Peter está un poco loco. ¿Eso descarta<br />

la aventura? —se burló Jason.<br />

—Querida, Kate, tienes un novio gallina.<br />

Busca cualquier excusa para no<br />

entrar —respondió Peter para después<br />

dirigirse hacia su amigo—: ¿Has traído<br />

calzoncillos de sobra, gallinita? Los vas<br />

a necesitar.<br />

—Venga, Kate, entremos y dejemos a<br />

estos dos pavonearse aquí fuera.<br />

<strong>La</strong>s jóvenes ascendieron los cuatro<br />

escalones de piedra cubiertos de malas<br />

hierbas que daban a la entrada. En el<br />

suelo, a un lado, había una señal. Claire<br />

se agachó para despejar las hierbas y<br />

ver qué decía. <strong>La</strong> oxidada y desgastada<br />

señal advertía de no pasar.<br />

Hicieron caso omiso.<br />

En la pared de la fachada, junto a la<br />

entrada carente de puertas, leyeron unas<br />

letras talladas: «Sanatorio Sanford». Debajo,<br />

el año de la fundación: «1908».<br />

Claire y Kate entraron agarradas del<br />

brazo la una de la otra bajo un silencio<br />

respetuoso.<br />

Mientras ellas se adentraban en el<br />

edificio, Peter y Jason deambularon<br />

inspeccionando por los alrededores.<br />

No paso mucho tiempo cuando unos<br />

gritos llamaron la atención de los dos<br />

hombres, quienes se apresuraron a ir<br />

hacia la entrada principal. Con cara de<br />

pánico surgió de las entrañas del sanatorio<br />

Kate, gritando palabras sin sentido.<br />

—Cálmate, ¿qué sucede? ¿Dónde está<br />

Claire? —inquirió Peter intentando parecer<br />

tranquilo.<br />

—Se ha…se ha caído —tartamudeó<br />

mientras señalaba hacia dentro del<br />

edificio—. Se ha venido abajo el suelo<br />

y ha caído a un piso inferior…<br />

Peter, antes de que la joven terminara<br />

de relatar lo acontecido, echó a correr<br />

para ayudar a su novia, siendo seguidos<br />

por la otra pareja. El desesperado joven<br />

echaba la mirada atrás para que Kate le<br />

indicara dónde estaba Claire.<br />

Cuando llegaron a una siniestra habitación<br />

de ventanas enrejadas por las que<br />

95


apenas entraba la luz del sol, sólo hallaron<br />

un agujero en el suelo, pero nadie en él.<br />

—¿Dónde está? —Peter miró con desesperación<br />

en los ojos a Kate.<br />

—No…no lo sé. ¡Estaba ahí! Sin poder<br />

moverse —contestó ésta asustada.<br />

Había varios metros de altura, y era<br />

imposible bajar. Más sin tener con que<br />

ayudarse. Debían encontrar un acceso<br />

al piso subterráneo. Kate, en un estado<br />

de excitación casi incontrolable, les<br />

contó que se habían separado. Poco<br />

después escuchó un tremendo ruido y<br />

un leve grito. Cuando llegó al lugar de<br />

donde provenía el chillido, se encontró<br />

el agujero que daba a una planta inferior<br />

y a Claire que había caído en él y<br />

estaba inconsciente. Tras lo cual, salió<br />

a toda prisa a buscarlos. No entendía<br />

cómo era posible que no siguiera allí.<br />

Buscaron y buscaron la forma de llegar<br />

a ese lugar bajo sus pies que habían<br />

visto con sus propios ojos que existía.<br />

Pero no lograban hallar la manera de<br />

hacerlo. Ni siquiera una mísera cuerda<br />

eran capaces de encontrar.<br />

Claire comenzaba a despertarse.<br />

Sentía un profundo dolor en la parte<br />

posterior de la cabeza. Además tenía<br />

todo el cuerpo magullado y cuando intentaba<br />

mover las piernas o las manos<br />

le resultaba imposible.<br />

—Mira quien se despierta —oyó decir<br />

a una voz gutural.<br />

Cuando logró abrir al fin los ojos y enfocar<br />

la imagen borrosa que tenía fren-<br />

96


te a sí, contempló la figura de un doctor<br />

de enmarañado pelo canoso y gruesas<br />

gafas. Claire se encontraba atada de<br />

pies y manos en una silla. También<br />

estaba sujeta por la frente para impedirle<br />

mover la cabeza. No podía gritar<br />

pidiendo auxilio a sus amigos, estaba<br />

amordazada. Sólo observar aterrada<br />

lo que tenía frente a ella y agitarse, sin<br />

éxito, con desesperación.<br />

<strong>La</strong> habitación parecía demasiado<br />

moderna para un lugar abandonado<br />

como aquel. ¿Dónde estaba?<br />

El supuesto doctor cogió algo y se<br />

acercó a Claire.<br />

—Bien, joven. Vamos a curar los males<br />

que te afligen. Comenzaremos por<br />

el patente déficit de atención que padeces.<br />

Después trataremos otros más<br />

graves —dijo.<br />

<strong>La</strong> joven no entendía nada de lo<br />

que el chalado ese le decía. Se fijó en<br />

su bata y en el nombre bordado: «Dr.<br />

Sanford».<br />

—Si no quieres perder un ojo, te aconsejo<br />

que no te muevas.<br />

Y se acercó al rostro de la joven con<br />

un bisturí para cercenarle los párpados<br />

y que pudiera prestar atención a cuanto<br />

la rodeaba en el futuro. <strong>La</strong> próxima<br />

vez que observara una señal de no pasar,<br />

obedecería.<br />

Los terroríficos gritos que se afanaban<br />

por salir de la garganta se ahogaban<br />

en la mordaza mientras la afilada<br />

hoja del bisturí hacía su trabajo…<br />

97


HOY EN DÍA<br />

LOS JÓVENES<br />

NO LEEN<br />

DEMASIADO<br />

Por Emmanuel Torres Hernández<br />

Hoy en día los jóvenes no leen demasiado,<br />

pero no podemos evitar<br />

escuchar hablar de las diferentes<br />

novelas que se hacen acerca de temas<br />

relacionados con el amor, estas novelas<br />

si que tienen una repercusión tremenda<br />

en ellos por que mas que dejarles conocimientos,<br />

es una forma de entretenimiento<br />

para ellos los escritores de estas<br />

novelas han sabido sacarle provecho a<br />

sus historias, sin embargo estas novelas<br />

98<br />

tienen un par de aspectos negativos hacia<br />

los jóvenes de la actualidad, ya que<br />

se sienten muy identificados con estos<br />

personajes ficticios lo cual puede producir<br />

que el chico o chica que lea estas<br />

pueda cambiar su forma de ser por quererse<br />

parecer a su personaje del libro,<br />

incluso podríamos decir que estos producen<br />

estereotipos ya que al ponerse<br />

tan de moda estas historias todos quieren<br />

leerlas e inconscientemente estos


pueden creer que si eso esta de moda<br />

ellos deben de ser como el personaje<br />

del libro, hay otras formas en la que la<br />

lectura repercute ya que aun hoy en día<br />

hay jóvenes que leen las obras clásicas<br />

llenos de conocimientos y diferentes géneros<br />

que producen satisfacción al leer,<br />

estas obras maestras que simplemente<br />

son magníficas para cualquier lector.<br />

Lo que si es indudable es que muchos<br />

de los libros que leen los jóvenes actuales<br />

son de acción y casi siempre llevan<br />

consigo un tema en el que los protagonistas<br />

sean competidores de algún tipo<br />

de certamen (donde debe de ser mejor<br />

que los demás para sobrevivir), lo cual<br />

puede ser algo que produzca en los jóvenes<br />

un poco más de atracción hacia la<br />

lectura, aun que a decir verdad esto parece<br />

ser de poco importancia para ellos<br />

ya que lo que realmente les llama la<br />

atención es la historia de los personajes.<br />

99


Algo que sin lugar a duda no podemos<br />

dejar pasar es que la mayoría de las<br />

jóvenes que leen son mujeres, y un doto<br />

curioso que podemos observar después<br />

de que leen una de estas historias antes<br />

mencionadas (novelas juveniles), se terminan<br />

enamorando del protagonista, lo<br />

cual significa que en el mundo real buscan<br />

un chico con esas cualidades, que a<br />

decir verdad es casi imposible.<br />

También podríamos decir que la mayoría<br />

de jóvenes leen por moda es decir<br />

que si algún libro con buena historia o<br />

con trama que atrape puede volverse<br />

una película, como consiguiente los<br />

jóvenes leen la película y como consecuencia<br />

de esta comienzan a leer el libro,<br />

incluso leen por que un autor de renombre<br />

murió, como todos sabemos cuando<br />

esto pasa es normal que se vendan<br />

mas sus libros muerto que vivo, coincidencia<br />

no lo creo es la moda que los<br />

jóvenes tratan de seguir ya que ellos no<br />

se sienten bien sin seguir a la mayoría.<br />

Lo que es un hecho es que la lectura<br />

de cualquier libro (de aventuras, acción,<br />

etc.) necesita de la imaginación<br />

del lector para dar una verdadera experiencia<br />

a este, lo cual no es diferente en<br />

los jóvenes y esta es otro de las razones<br />

por la que leen ya que les produce una<br />

sensación de satisfacción o al contrario<br />

de desagrado y esto podría verse reflejado<br />

en su estado de animo , ya que si<br />

un joven le un libro alegre podríamos<br />

decir que su estado de ánimo será positivo<br />

y, que si lee una historia aburrida o<br />

triste su estado de animo sea negativo.<br />

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101


102<br />

MÁS ALLÁ<br />

DE TU CARNE<br />

Por Israel Montalvo


El Sol era una nuez anaranjada que<br />

se posaba sobre el firmamento, el<br />

viejo alemán recorría el camino<br />

que conducía a la choza que compartía<br />

con su amante, ubicada al extremo<br />

norte de la torre del fin de los tiempos.<br />

El viejo aun usaba ese uniforme militar<br />

con que había llegado al confín de los<br />

mundos, era una segunda piel. Roída<br />

y carcomida por una eternidad, como<br />

su rostro, un reflejo de hastío, hacía un<br />

tiempo que se había quitado el bigote<br />

que había llevado por su rostro por<br />

toda una vida, se parecía al de Chaplin,<br />

aunque en él, perdía su gracia para<br />

convertirse en algo amenazador.<br />

El viejo era un ermitaño que vivía<br />

en un aislamiento perpetuo, salvo por<br />

su amante, el resto del mundo desconocía<br />

su presencia, era un fantasma<br />

en una ciudad de olvidos, como lo era<br />

su amante, un judío tan frágil como el<br />

cristal finamente cortado, él era una<br />

contradicción, tanto con el viejo como<br />

para la cordura, pasaba sus tardes en<br />

la tienda de antigüedades de la Divine,<br />

quien se consideraba «la persona más<br />

inmunda del mundo», un título que se<br />

había ganado en su juventud, en que<br />

se dedicó a explorar el lado más oscuro<br />

de la naturaleza humana. El judío iba<br />

cada día en busca de condenaciones<br />

para decorar su nido de amor. Ahí se<br />

encontró con el libro de la vida de un<br />

hombre llamado Destino, en el cual leía<br />

lo que vendría y le daba las respuestas<br />

para cada suceso. Siempre traía una<br />

toalla blanca con manchas marrones<br />

en la cabeza simulando un turbante.<br />

Y vestía una piyama estampada con<br />

ositos dormilones y pantuflas peludas.<br />

Hablaba en su propio idioma, una mezcla<br />

de palabras invertidas y parábolas<br />

bíblicas, para el viejo ese despojo de<br />

hombre era el amante más generoso<br />

con que se hubiese topado en esa u<br />

otra vida. Lo había conocido en su llegada<br />

y sin pensárselo le brindó su casa<br />

y consuelo después de haber huido de<br />

otra existencia donde fue el verdugo de<br />

hombres como su amado. A veces se<br />

odiaba por llegar a sentir compasión<br />

por él, quién había cargado el sufrimiento<br />

del mundo bajo sus hombros,<br />

sus manos aún tenían frescas las huellas<br />

de la crucifixión, estigmas sangrantes<br />

que le impedían ser útil en cualquier<br />

cosa. En cierto modo ellos eran<br />

dos gotas de agua, dos versiones de la<br />

misma cosa, el ying y el yang, mientras<br />

su amado intentó salvar a los hombres<br />

con el sacrificio, el viejo intentó salvar<br />

a su pueblo quitando del mapa a todos<br />

los demás.<br />

Ninguno logró una diferencia. El mundo<br />

siguió sin ellos, enfrascado en sus<br />

errores, mientras sus despojos de humanidad<br />

terminaron en una minúscula<br />

cabaña pérdida en el anonimato a las<br />

afuera de la ciudad del otoño perpetuo.<br />

Ese día según sus cálculos, sería su<br />

aniversario, algo que tuvo que explicárselo<br />

sin lograr hacerlo entrar en razón<br />

al judío, aun así, el viejo decidió hacerle<br />

un regalo, algo para demostrarle su<br />

importancia, aunque, su amado no lo<br />

comprendiera ni le interesara. Fue a<br />

la tienda de la Divine y se hundió en el<br />

foso de antigüedades por los confines<br />

del sótano, entre las bizarrías más singulares<br />

que Divine había acumulado<br />

en vidas, muchas de ellas databan de<br />

existencias, antes de los tiempos y las<br />

eras, y ahí fue donde se encontró con<br />

la caja blanca.<br />

Pesaba menos de un gramo y en ella<br />

podrían caber tan solo un par de zapatos.<br />

Se perdía en una blancura perpetua<br />

103


y estaba cubierta por algo que simulaba<br />

la piel de algo vivo. Divine le contó<br />

lo que creía saber sobre la caja blanca,<br />

era en cierto modo, como la caja negra<br />

de un avión, sólo que en su interior se<br />

escondía el registro de universos perdidos<br />

y humanidades extintas.<br />

El viejo no lo pensó dos veces y se llevó<br />

la caja, ese sería el regalo ideal para<br />

su amado, el registro de otros tiempos,<br />

mucho antes de que ellos marcaran<br />

una vida con sus actos.<br />

Esa noche, después de la cena, el viejo<br />

le dio la caja, su amante estaba fascinado<br />

con la textura que simulaba la piel<br />

de algo vivo, y el viejo se preguntaba por<br />

su contenido, Divine le rogó que no la<br />

abriese por nada del mundo, sin darle<br />

un porque, y eso, alimentó su curiosidad.<br />

Después de beberse los restos de<br />

un par de botellas (a fin de cuentas era<br />

su noche), el viejo se había desinhibido<br />

con la legua dejando libres las historias<br />

de la gran guerra y el reinado de un milenio<br />

que nunca llegó a existir, mientras su<br />

amado no le prestaba gran atención ya<br />

que estaba perdido en el libro de la vida,<br />

en el pasaje que hablaba de quien leía<br />

esta historia y de cómo acabarían sus<br />

días. El viejo dejó libre a la curiosidad<br />

que tanto deseaba indagar en la caja,<br />

a la cual, su amante le había tomado<br />

poco interés. Se balanceo sobre ella y la<br />

tomó en sus manos. No lo pensó, quitó<br />

104


la tapadera que cubría la superficie y<br />

se encontró con una ranura vaginal, un<br />

himen inmaculado, que bien podría ser<br />

unos labios carnosos. El viejo la acarició<br />

con sus dedos y se le puso dura con ese<br />

suave roce. Se dejó llevar por el impulso<br />

y al darse cuenta le daba un beso a la ranura,<br />

separó sus labios al sentir como se<br />

habría y dejaba una obertura donde se<br />

asomaba la oscuridad, aquello que habitó<br />

la existencia antes de la existencia.<br />

Era tan pura y hermosa. Un negro absoluto.<br />

Despertó emociones que no sabía<br />

que se podían sentir y una necesidad de<br />

fundirse en aquel olvido, y dejar de ser.<br />

<strong>La</strong> caja cayó de sus manos que eran un<br />

temblor palpitante. Levantó la vista y vio<br />

a su amante, su atención estaba tanto en<br />

él como en aquello que había indagado,<br />

era como si ese negro profundo lo hubiese<br />

poseído, dejó de lado el libro donde<br />

todo está escrito, como lo que debía hacer<br />

en ese momento. Se quitó el turbante,<br />

en su mirada, se podía ver una lucidez<br />

que nunca se le había conocido. El judío<br />

fue al encuentro del viejo y tomó sus manos<br />

temblorosas, le dio un prolongado<br />

beso y lo guio a los confines de otros<br />

cosmos, en busca de un lugar en que por<br />

fin serían solo uno. Se hundieron por esa<br />

ranura hasta perderse en la negrura dejando<br />

a la caja por el piso, en su lomo la<br />

obertura simulaba una boca hambrienta,<br />

deseosa por dar otro gran bocado.<br />

105


106<br />

PERSEIDE<br />

Por Miriam Guadalupe Ubaldo Colín


Perseide era una chica huérfana<br />

que vivía sola en un departamento<br />

en el centro de la ciudad; era<br />

muy soñadora, anhelaba ser parte del<br />

universo. Era tan indecisa que pasaba<br />

sus días pidiendo opinión sobre lo que<br />

quiere. Rafael era un chico egocéntrico<br />

que buscaba dejar una marca en el<br />

mundo y vivir luchando para lograrlo.<br />

A pesar de ser tan diferentes, tenían<br />

algo en común: ellos se amaban.<br />

Un día, mientras Perseide miraba el<br />

cielo nocturno por el balcón de su departamento<br />

mientras fumaba un cigarrillo,<br />

pasó una estrella fugaz; entonces<br />

ella pidió un deseo, pidió ser parte del<br />

universo: ella pidió ser una estrella.<br />

Al siguiente día Rafael fue a buscarla<br />

al colegio para que fueran al cine y<br />

charlaran, pero al llegar al colegio se<br />

encontró con sus amigas, las cuales<br />

le dijeron que no había asistido a clases.<br />

Él, extrañado, fue a buscarla a su<br />

departamento, pero el portero le dijo<br />

que no había llegado la noche anterior.<br />

Entonces él paso días buscándola por<br />

todas partes pero no encontró nada.<br />

Perseide no pensó en las consecuencias<br />

que tendría su deseo, jamás pensó<br />

que por algo así dejaría de estar al lado<br />

de Rafael. Le pidió al universo que deshiciera<br />

el deseo, pero este le respondió<br />

que ya no podía deshacer el deseo, aunque<br />

le dio una opción: le dijo que solo le<br />

daría un día a mitad del verano para que<br />

pudiera susurrarle a Rafael mensajes al<br />

corazón, y le dijo que para que Rafael la<br />

reconociera le daría el color de su labial<br />

preferido y tendría una luz tan brillante<br />

que él la reconocería al instante.<br />

Así transcurrió el primer verano, en el<br />

cual ella ya era una estrella.<br />

Rafael, en una noche del primer verano<br />

sin Perseide, se paró en el balcón<br />

y miró el cielo estrellado, recordándola,<br />

cuando de repente vio una luz brillante<br />

de color celeste, quedando perplejo<br />

ante tal suceso; después sintió un sobresalto.<br />

Cuando reaccionó, en un parpadeó,<br />

vio frente a él a Perseide quien<br />

le tomó la mano, ella le susurró al oído<br />

que su amor era especial, infinitamente<br />

humano, transparente y frágil como<br />

el cristal que tal vez podría romperse<br />

y que era mejor no tocarlo, ella le dijo<br />

que quizá por eso el universo le había<br />

concedido lo que tanto anhelaba, pues<br />

ahora era parte del universo he iba a<br />

estar junto a él en todo momento. Él no<br />

comprendió lo que paso, solo despertó<br />

del otro lado de la cama con los ojos<br />

cerrados, no supo si ella estaba cerca o<br />

solo lo había soñado.<br />

Rafael tardo días para entender lo<br />

que había sucedido, entonces decidió<br />

ser astronauta para así poder buscar a<br />

Perseide y estar de alguna forma junto<br />

a ella, pero a pesar de eso él no pudo<br />

encontrarla en los tantos viajes que hizo.<br />

Así pasaron los años, el comenzó a<br />

envejecer y solo Perseide lo visitaba en<br />

medio del verano, siempre recordándole<br />

lo tanto que lo amaba.<br />

Un día de verano Rafael enfermó demasiado,<br />

y debido a sus problemas de<br />

salud él debía dejar su profesión, pero<br />

esto era algo que él no quería pues seguía<br />

teniendo la esperanza de encontrar<br />

a Perseide, así que decidió hacer su último<br />

viaje, aunque sabía que no volvería.<br />

Entonces su nave despegó y todo iba<br />

de maravilla, pero al llegar al espacio<br />

su nave comenzó a fallar. Entonces, al<br />

querer controlarla, la nave dio un jaloneo<br />

y sucedió algo inexplicable, fue<br />

como si de repente todo comenzara a<br />

pasar de manera más lenta. Al parecer<br />

había entrado en una dimensión alter-<br />

107


na; sabía que todo está perdido pues<br />

ahora menos encontraría a Perseide.<br />

Se sentía impotente.<br />

El tiempo siguió su marcha y Rafael no<br />

sabía cómo volver; después de estar un<br />

largo rato comenzó a quedarse dormido,<br />

pero en un cabeceó lo deslumbro una luz<br />

celeste, entonces despertó y miró con los<br />

ojos muy abiertos, juró verla bailando<br />

junto a las estrellas, y en efecto, era ella.<br />

Era Perseide que caminaba hacia él y<br />

cuando llego frente suyo, dijo<br />

—Rafael, ¿quieres ir conmigo?<br />

—Sí, Perseide —contesto él.<br />

—Bien, ahora ya no tienes boleto de vuelta.<br />

Cuando salga el sol en la tierra, este<br />

revelará el secreto de nuestra existencia,<br />

hablarán de nuestra belleza como algo que<br />

jamás se ha visto en la tierra y vendrán a<br />

buscarnos de todos los puertos y querrán<br />

nuestra magia en las tiendas. Tú y yo ahora<br />

somos dos cometas. Ahora seremos dos<br />

estrellas a las que ni siquiera los astrónomos<br />

sabrán darles nombre. Ahora que estamos<br />

fuera de contexto, el universo nos<br />

queda pequeño. Nadie nos alcanza, nadie<br />

nos conoce, solo somos el viento que sopla<br />

las nocturnas noches del verano.<br />

Pasado esto nadie sabía que había<br />

pasado con Rafael, quienes lo conocían<br />

sabían que había ido a buscar a<br />

Perseide, pero que en su intento vano<br />

el murió. Otros comentan que algo extraño<br />

pasó en el espacio.<br />

Al final, ellos se volvieron todo y<br />

nada a la vez.<br />

108


109


110<br />

RETIRO<br />

ESPIRITUAL<br />

Por Anys Felici


Día 1<br />

Empiezo con el ayuno, orar en silencio<br />

de rodillas sobre el pequeño espacio<br />

que tengo para dormir, luego escuchar<br />

misa a las siete de la mañana, reflexionar<br />

sobre los errores cometidos en<br />

nuestra corta vida, agradecer a Dios, el<br />

seminarista pregunta quién no se ha<br />

confesado, el cura está listo para escuchar<br />

nuestros pecados.<br />

—Ave María purísima.<br />

—Sin pecado concebida.<br />

—¿Cuándo fue tu última confesión?<br />

—No me acuerdo, padre.<br />

—Dime tus pecados.<br />

Mi primer pecado es haber comulgado<br />

sin la confesión, y el segundo es que<br />

no he hecho mi primera comunión,<br />

—¡Santa madre de Dios! ¡¿Quién te<br />

dijo que podías comulgar sin el sacramento,<br />

muchacho sin vergüenza?!<br />

¡Y no le he dicho lo peor! Me da mi penitencia<br />

y dice que saliendo del encierro<br />

me van a preparar para mi primera<br />

comunión.<br />

El lugar huele a comida, pero no nos<br />

dan, nos hacen sufrir hasta que cae la noche<br />

y nos regalan un vaso de agua natural.<br />

Día 2<br />

El ayuno es de a huevo todos los días,<br />

la misa también, comida si hay, pero<br />

para mí no, se la tengo que ofrecer a<br />

Dios por comulgar sin recibir el sacramento,<br />

rezar el rosario cuando cae la<br />

tarde, y después dar gracias a Dios por<br />

el día que me permitió vivir.<br />

A la cama a las diez en punto y yo con<br />

el estómago vacío, me pongo de rodillas<br />

y pido perdón a dios porque me estoy<br />

muriendo de hambre y pienso salir<br />

a robar algo para comer.<br />

<strong>La</strong> puerta está abierta, no nos tienen a<br />

fuerzas. ¡A huevo nos tienen a dieta! Por<br />

lo menos a mí, los seminaristas y sacerdotes<br />

se encierran en un salón a rezar y<br />

planear lo que se hará el siguiente día.<br />

Camino como orangután por todo el lugar<br />

hasta que doy con la cocina, fuerzo la<br />

cerradura con delicadeza, soy un delincuente<br />

con modales, entro por la parte<br />

de atrás, por adelante está el comedor<br />

y está cerrado, aunque parece que hay<br />

alguien adentro, una luz se ve al interior.<br />

Una vez adentro escucho un cuchillo<br />

picando sobre una tabla de madera, la<br />

luz está apagada pero el sonido es muy<br />

claro, alguien pica verdura, me guio por<br />

el sonido, una mujer con el pelo en la<br />

cara es la que está preparando un guiso,<br />

imagino para almorzar. ¡Me muero<br />

de hambre, me gruñen las tripas! Hablo<br />

para no espantarla, levanta el rostro y<br />

el que se asusta soy yo, sus ojos son rojos<br />

por el reflejo de la luz, deja de picar<br />

y pone un dedo en sus labios, susurra<br />

despacio, hay alguien afuera y no quiere<br />

que haga ruido, luego sigue picando.<br />

Con el corazón latiendo a un ritmo<br />

fuera de lo normal, busco cualquier<br />

cosa que pueda comer, abro el refrigerador<br />

y saco leche, manzanas y un poco<br />

de queso fresco, no es suficiente pero<br />

me conformo con poco. ¡Del susto el<br />

hambre se me fue! Me apuro, el gordo<br />

que limpia las mesas viene directo hacia<br />

la cocina, corro a la puerta y miro a<br />

la mujer, entonces encienden la luz.<br />

Día 3<br />

A las once es la merienda, fruta picada con<br />

sal y limón, el chile es para los valientes. El<br />

hombre que prepara la comida vive diario<br />

enojado, es el gordo que limpiaba las mesas,<br />

la niña no se ve por ningún lado.<br />

111


Dios me perdono porque tengo derecho<br />

a comer y me muero de hambre,<br />

entramos todos juntos en fila ordenada<br />

a tomar lugar en el comedor, el cocinero<br />

y su ayudante sirven mesa por<br />

mesa. Después de comer, nos organizan<br />

en grupos y salimos a dar un paseo<br />

por el lugar.<br />

—Hay una vieja escondida en la<br />

cocina.<br />

—Aquí no permiten mujeres, es un retiro<br />

exclusivo para hombres, una mujer<br />

es una tentación muy grande para cualquiera<br />

de nosotros.<br />

—Yo la vi, el gordo la tiene escondida<br />

en la cocina, ha de ser su hija, esta chavala<br />

y bien preciosa.<br />

—A lo mejor es su mujer, el chamaquillo<br />

puede que sea su hijo. No es su<br />

mujer, pero se lo voy a preguntar en la<br />

noche, cuando nos manden a dormir<br />

me voy a meter a la cocina.<br />

⁂<br />

—¿Por qué picas a oscuras? —pregunto<br />

comiéndome una manzana que saque<br />

del refrigerador, hablo en voz baja.<br />

Su respuesta es su dedo en los labios<br />

y el susurro para pedirme que me calle,<br />

nos van a escuchar. En silencio la miro<br />

picar, picar y picar, parece un fantasma<br />

pero es real.<br />

Día 4<br />

Dios tardó una semana en crear al<br />

mundo. El primero; el cielo y la tierra<br />

El segundo; el día y la noche. El tercero,<br />

las aguas y lo seco. El cuarto; el sol, la<br />

luna y firmamento. El quinto; Animales<br />

marinos, aves. El sexto, los animales<br />

domésticos, los animales salvajes, y<br />

además a todos los reptiles, según su<br />

112<br />

especie. Y luego Dios dijo: «Hagamos al<br />

ser humano a nuestra imagen y semejanza.<br />

Y Dios creo al Hombre. Al séptimo<br />

decidió descansar.<br />

—¿Qué te llama el viejo? ¿Es tu papá?<br />

<strong>La</strong> muchacha asiente para confirmar,<br />

quiero escucharla hablar pero ella sigue<br />

picando, me voy porque escucho que alguien<br />

viene, en el comedor siempre hay<br />

luz, la cocina está en penumbras.<br />

Día 5<br />

Los pecados, aunque sean chicos, sobre<br />

todo si son habituales, frenan el<br />

crecimiento espiritual, y no dejan alcanzar<br />

la santidad.<br />

Esta noche vamos a acampar, quemamos<br />

bombones e instalamos casas<br />

de campaña, hacemos fuego y contamos<br />

historias de terror para no descansar<br />

en toda la noche, nos robamos<br />

el vino para consagrar, las personas<br />

que nos cuidan todavía no se ordenan<br />

como sacerdotes, están en sus días<br />

para desertar, este día no queremos<br />

que nos hablen de Dios.<br />

—¿Y de que quieren hablar? —pregunta<br />

el seminarista.<br />

—Del viejo de la cocina, el velador —digo yo.<br />

—¿Qué quieres saber que te intriga tanto?<br />

Somos quince cristianos arrepentidos<br />

y maltratados por la vida, todos<br />

recién salidos de la penal.<br />

—Tiene una mujer escondida en la cocina,<br />

mi amigo ya la vio —dice mi vecino.<br />

—¡Está prohibido salir a media noche<br />

y hurgar por todo el lugar! No hay nadie,<br />

don Pepe vive solo con su hijo, no<br />

tiene mujer ni ninguna hija —se altera<br />

el seminarista.<br />

—¡Tiene una hija y bien preciosa<br />

la condenada mocosa! —afirmo con<br />

seguridad.


—¿Quiere ayunar por tres días? —se<br />

dirige a mí—. Eres el más tragón del<br />

grupo y es un sacrificio que puedes<br />

ofrecer a Dios, estas aquí por algo, es la<br />

quinta noche y no has entendido nada<br />

—camina en círculo rodeándonos y nos<br />

cuenta una historia de terror—. Hay un<br />

fantasma que ronda por el lugar todas<br />

las noches, toma la forma de lo que<br />

más nos hace daño en la vida, una tentación<br />

como el demonio quiso a engañar<br />

a Jesús en sus días de soledad, es<br />

lo mismo con esa mujer que dices ver.<br />

No alucino ni cuando estoy drogado,<br />

me quiere asustar, pero yo estoy curado<br />

de espantos. No le tengo miedo ni al<br />

diablo. No alego porque no quiero que<br />

me refundan otra vez en el bote. ¡Acabo<br />

de salir! No he visto a mi mujer, vi a mi<br />

madre antes de subir al camión, me dio<br />

la bendición. Salgo a media noche de<br />

la casa de campaña, camino descalzo<br />

entre la oscuridad, la luz del comedor<br />

me guía y también el sonido que hace<br />

el cuchillo en la tabla de madera.<br />

—Mi papá invento esa historia, no<br />

quiere que nadie venga por las noches<br />

y me mire aquí picar.<br />

<strong>La</strong> hermosa chica susurra, es blanca<br />

de ojos negros, cabello largo liso y pesado,<br />

no pasa de los quince años, está<br />

en la edad de la belleza, de la perfección<br />

y de la pureza.<br />

—¿Por eso picas a oscuras? Te vas<br />

a cortar un dedo, eres muy bonita.<br />

¿Cómo te llamas?<br />

Me muestras sus delicadas manos, hay<br />

marcas de cortadas viejas en las plantas<br />

y en los brazos, el viejo la pone a picar de<br />

noche, en el día la encierra en otro lugar,<br />

quiero tocar sus manos pero las retira y<br />

sigue picando, nos escucha y se acercan<br />

a paso rápido, me escondo donde puedo,<br />

el chamaco enciende la luz, hace un<br />

ruido con los labios, mira a su hermana y<br />

apaga la luz, regresa al comedor.<br />

Continúa en el número 7...<br />

113


¿SERÁ POSIBLE<br />

FORMATEARSE<br />

LA MENTE?<br />

Por Manuel Rodriguez<br />

Un ordenador lo adquirimos del<br />

centro comercial programado y<br />

nuevo…, en el trabajo diario llegan<br />

hasta su disco duro nuevos programas<br />

mediante: señal WiFi, USB, CD, memorias,<br />

etc. Y, con ellos; los virus (pequeños<br />

programitas que se instalan de contrabando)<br />

entonces: hay que limpiarlos.<br />

Nuestro cerebro como en el caso del<br />

ordenador, llegó a este mundo limpio y<br />

nuevo para ir poco a poco programán-<br />

114<br />

dose de acuerdo a la calidad y forma de<br />

vida. Después del paso de los años ese<br />

ser humano se convierte en: amargado,<br />

inestable y esclavo de perjuicios; es el<br />

momento de procurarse una limpieza,<br />

formatear la mente para convertirse en<br />

una mejor persona (tratable con los demás,<br />

dar felicidad a los seres queridos y<br />

también ser feliz…) Cuando el ordenador<br />

está lento y va perdiendo memoria,<br />

es preciso formatear su disco duro en-


viando los virus al tacho de basura empujados<br />

por el antivirus; consiguiendo<br />

una súper máquina otra vez.<br />

<strong>La</strong>s vivencias diarias perturban la<br />

mente, la enturbian, lo saturan bombardeando<br />

al cerebro desde las primeras<br />

horas de la mañana ya sea por la<br />

televisión con sus noticias de crímenes,<br />

violaciones, catástrofes y abusos; o los<br />

diarios, las noticias de la radio, las quejas<br />

de la pareja, la conducta de la gente,<br />

el tráfico, el jefe, el delincuente que<br />

asalta en fin; una serie de virus que van<br />

acabando con nuestra lucidez, paciencia,<br />

tolerancia, complacencia y todas<br />

esas bondades que aún nos quedan;<br />

transformándose en fatiga mental…<br />

explotamos ante lo más mínimo o simplemente<br />

consentimos para evitarnos<br />

disgustos en la espera que llegue la<br />

noche para poder descansar y volver<br />

al nuevo día renovados. ¿Cómo liberar-<br />

115


nos de estos pequeños programas instalados<br />

en nuestra mente?<br />

Empecemos contando una historia, y<br />

otra, y otra, y otra… acá una corta historia<br />

de cierta persona que nació en el<br />

campo, libre de toda contaminación; en<br />

sus primeros años de vida lo pasó pastoreando<br />

sus ovejas en sus praderas con<br />

flores y pajaritos volando por entre los<br />

pétalos de las flores. Se fue a la ciudad<br />

ilusionado por las bondades que contaban<br />

quienes le habían antecedido en<br />

su aventura de explorador; sin embargo<br />

encontró todo mezclado y vicios que dé<br />

a pocos le iban contaminando su mente<br />

fresca. Trabajó en una empresa industrial<br />

en calidad de contrato indefinido,<br />

hizo carrera adaptándose a los vaivenes<br />

de la vida diaria hasta que un día fue<br />

despedido; empezando sus preocupaciones<br />

y problemas por mantener sus<br />

comodidades a las que estaba acostumbrado<br />

y, sin ingreso económico en su haber<br />

empezaron las preocupaciones y el<br />

dolor de cabeza.<br />

Su mente se le nublaba negándose<br />

aceptar lo que le pasaba, se sentía desplazado<br />

creyendo que tal vez la gente o<br />

sus amigos se estarían burlando de él,<br />

llegando a enfermarse de estrés; tumbado<br />

en la cama le llegó la miseria de la que<br />

siempre quiso huir, pero ya estaba ahí<br />

como si la hubiere llamado sin querer;<br />

entonces, decidió tomar la experiencia<br />

de los ordenadores y pensó… ¡yo podría<br />

también formatearme la mente!, y se<br />

ideo un plan a seguir. Había conseguido<br />

informarse algunos detalles de cuando<br />

preparaban al hombre para ir a la luna,<br />

donde el principal problema era su sentido<br />

de orientación; en los aviones de guerra<br />

el horizonte estaba siempre ahí por<br />

muchas vueltas que se diera la nave no<br />

perdía orientación, sin embargo en el espacio<br />

la cosa era distinta, sabiendo que<br />

allá no existe las dimensiones terrestres<br />

(arriba, abajo, derecha, izquierda). Los<br />

laboratoristas y físicos de la NASA idearon<br />

unos anteojos los cuales no deberían<br />

de ser retirados en ningún momento, ni<br />

siquiera cuando dormían.<br />

Pasaron los días y la cosa iba muy<br />

bien hasta que uno de ellos se aburrió<br />

y optó por quitárselos para ver qué es<br />

lo que sucedía; era el día veintinueve<br />

de la misión y, no pasó nada; veía todo<br />

116


normal, por lo tanto sugirió a sus compañeros<br />

hicieran lo mismo; llegando a<br />

establecer algo especial que fue motivo<br />

de estudio por los laboratoristas para<br />

los viajes espaciales; llegando a una feliz<br />

conclusión: «Si por el tiempo de treinta<br />

días te repites constantemente una<br />

orden, tu mente termina aceptándolo<br />

como cierta y adapta todo su sistema en<br />

función al nuevo suceso» entonces pensó:<br />

¡Claro pues, ahí está la solución…!<br />

Durante treinta días o más se encargó<br />

de escribir todo lo que recordaba de su<br />

vida pasada y que no le interesaría más,<br />

incluso decidió que los veinte años de<br />

trabajo permanente en la empresa industrial<br />

deberían de ser formateados<br />

de su mente; como en efecto así lo hizo.<br />

Llenó varios cuadernos de historias sin<br />

sentido. Estaba contando historias a<br />

alguien, escribiéndolos en los papeles<br />

y los iba depositando en una caja que<br />

abandonaba por bajo su cama.<br />

Cuando se cansaba de escribir los<br />

leía imaginándolo en su mente como<br />

algo sin valor y repudiable, con desprecio;<br />

escribía en el día y en la noche,<br />

hasta llenar la caja de escritos y los<br />

guardó en un lugar que solo él conocía<br />

(nuestro tacho de desperdicios en la<br />

PC) en donde estarían disponibles por<br />

si necesitara alguna información pasada<br />

por accidente. De vez en cuando le<br />

daba una ojeadita a algunas historias<br />

y se reía de ellas para contentar a su<br />

mente y decirles que ahí estaban, que<br />

si fueran necesarios podría traerlos de<br />

regreso en cualquier momento para<br />

ver alguna información necesaria y así,<br />

pasaron algunos años hasta que un día<br />

decidió quemarlos; sin siquiera mirar<br />

lo que alguna vez escribió (Vaciar el tachito<br />

de desperdicios) y decidió poner<br />

su mente en esos momentos que más<br />

feliz se sintió para vivir en paz y tranquilidad.<br />

Joseph Campbell decía: «El<br />

único modo de averiguar algo sobre<br />

tu felicidad, es poner la mente en esos<br />

momentos en que más feliz te sientes,<br />

cuando realmente eres feliz; no excitado,<br />

no solo entusiasmado, sino profundamente<br />

feliz. Esto requiere un poco<br />

de auto análisis. ¿Qué es y porque te<br />

hace feliz? Tómalo, no importa lo que<br />

diga la gente. Eso es lo que yo llamo seguir<br />

el camino de tu corazón».<br />

117


118


NOVELAS<br />

POR ENTREGAS<br />

119


120<br />

EL<br />

CEMENTERIO<br />

DE<br />

SOULDETH<br />

(SEGUNDA PARTE)<br />

Por<br />

Aly Cañizales<br />

Siguió caminando después de su<br />

último encuentro, siempre se sentía<br />

un poco cansada después de<br />

ayudar a alguien, pero no tanto como<br />

para no seguir en su trayecto, era una<br />

misión que no se podía abandonar, la<br />

satisfacción de formar parte del fin de<br />

un doloroso ciclo la obligaba aun a<br />

querer seguir interviniendo. Muchas<br />

historias se había topado en su haber,<br />

cada visita era una aventura extenuante,<br />

se empezaba a sentir sabia, como<br />

aquella persona que conoce demasiados<br />

lugares en poco tiempo.<br />

No faltaba mucho para llegar a la<br />

tumba de su madre, pero eso no era<br />

garantía de nada, pues en Souldeth<br />

todo podía suceder, pues no solo se había<br />

topado en sus viajes con historias<br />

como la de Amiel y Sarah, recordó la de<br />

Dylan y Kevin un par de gemelos que<br />

conoció años atrás, uno fanático del<br />

rock pesado, siempre llevaba un bastón,<br />

mientras Kevin era un fiel seguidor<br />

de los Pixies, honorable y preocupado,<br />

casi un ángel, recordó también a Santiago<br />

y a Carlos, padre e hijo, quienes<br />

contaban una historia bastante difícil<br />

de tragar, lo de ellos databa de antes<br />

de la llegada de la tercera guerra mundial<br />

donde los ángeles y los demonios<br />

(según los libros) habían tenido algo<br />

que ver en la llegada de la nueva era.<br />

A veces se escondía detrás de las<br />

tumbas, si comparamos su visión con<br />

la de una persona normal sería tanto<br />

como un soldado que ve en la noche<br />

al enemigo con sus propios ojos contra<br />

otro que usa lentes para detectar el<br />

calor de los cuerpos, esta vez intentó<br />

dejar a los muertos llorar sus pérdidas,<br />

pretendía llegar más temprano pues<br />

como cada noche esperaba que el espíritu<br />

de su madre se presentara, jamás


había podido verla, pero como cada<br />

noche, estaba llena de fe.<br />

No pasó mucho tiempo para que viera<br />

una figura femenina llorando al pie<br />

de una tumba llamativa, llena de flores<br />

y querubines, de un diámetro pequeño<br />

y sencillo, pero adornada como cualquier<br />

príncipe querría, nuevamente<br />

utilizó todo el sigilo que le aprendió a<br />

los gatos de aquel lugar, caminó despacio<br />

arrastrando esas estúpidas muletas,<br />

iba lento, despacio, pero algo en<br />

su cuerpo la traicionó, el par de armatostes<br />

metálicos que la acompañaba<br />

de sus muslos a sus pies rechinó por<br />

primera vez en años.<br />

No era casualidad se dijo a sí misma,<br />

era el destino y ese no se podía modificar,<br />

no lo hizo con la muerte de su madre, entonces<br />

ella entendió que el destino solo<br />

pasa, como la brisa en verano, como la<br />

caída de hojas en otoño, como el frío en<br />

invierno, siguió caminando con la frente<br />

en alto y tratando de mostrar una cara<br />

desinteresada, no había sorpresa en lo<br />

que estaba por pasar, pues apenas dio<br />

cinco pasos y quedó a tres metros de<br />

aquel fantasma, este lo divisó sin problemas<br />

volteando a la derecha, no la llamó a<br />

que se presentase, ni siquiera se le quedó<br />

viendo fijamente como Amiel, esta vez<br />

simplemente el fantasma regresó a sollozar<br />

frente a la lápida.<br />

Fue ella esta vez la que al ver ese dolor<br />

en la mirada, esa perdición en esos<br />

ojos negros, tuvo que acercarse.<br />

—¿Cuál es tu nombre?<br />

—¡Aziza! —respondió el fantasma.<br />

—¿Por qué sufres así? —interrogó<br />

Dayreen.<br />

Aquella chica de piel tostada cubierta<br />

por velos que daban vuelta en su cabeza<br />

no respondió, se limitó a darle una mirada,<br />

no más que una mirada, sus verdes<br />

ojos regresaron a aquella obscura esquina<br />

adquiriendo un semblante afligido.<br />

Este era el momento para que<br />

Dayreen se alejara, para que huyera de<br />

la responsabilidad de tener que hacer<br />

algo, pero como toda mujer y aún más,<br />

como toda heroína, espero a que el sollozo<br />

de Aziza terminara, en el fondo<br />

sabía que ya no era cosa de aquel fantasma,<br />

era cosa de ambas y así tendría<br />

que solucionarse, entre ambas.<br />

—¿Y qué pasa Aziza? ¿Por qué tu alma<br />

sufre tanto?<br />

—Eres tan pequeña, tan inofensiva, tal<br />

vez no tanto como ella, pero te aseguro<br />

que tu como ella tienen un lugar donde<br />

descansar, no como yo, que cada noche<br />

vuelvo a este lugar —respondió.<br />

<strong>La</strong> respuesta de Aziza no había hecho<br />

más que confirmar lo que Dayreen se temía,<br />

todos esos querubines y esa tumba<br />

pequeña, eran de una niña, de una niña<br />

posiblemente más pequeña que ella, y<br />

eso le dolía demasiado, solo pensarlo,<br />

seguro pudieron ser amigas y jugar juntas,<br />

pero la vida no era así de tierna, sino<br />

que era tan dura como para arrebatarle<br />

una madre a una hija, o lo contrario a<br />

una hija de los brazos de su madre.<br />

—No sé qué te pasó Aziza, pero lo que<br />

puedo decirte es que si tú fueras mi<br />

madre llorándome todo este tiempo,<br />

te abrazaría hasta llegar al cielo.<br />

—¿El cielo? ¿Qué hay con él? No tiene<br />

nada de especial, nunca he estado ahí,<br />

pero si toma bebés, animales y gente<br />

buena, no puede haber nadie bueno<br />

tras de él.<br />

—El dolor te hace hablar, en mis más<br />

duras noches, en mis más solitarios días,<br />

siempre pienso en el cielo y cada día<br />

descubro que es real —repuso Dayreen.<br />

—¿De qué hablas? Yo sé que el cielo<br />

existe y es mejor que esto, pienso que<br />

121


el motivo de tu amabilidad, solo puede<br />

ser el resultado de tu dolor.<br />

—No sabes nada, y ciertamente yo<br />

tampoco lo sé, pero estoy seguro de<br />

que en el fondo tú sabes que necesitas<br />

reposo, tranquilidad y paz.<br />

Aziza nuevamente dirigió una mirada a<br />

la pequeña que estaba detrás de ella, no<br />

entendía por qué esta niña estaba interesada<br />

o preocupada por ella y su situación,<br />

secó sus lágrimas, se giró completamente<br />

hacia ella y se puso a analizarla tanto como<br />

pudo, sus ojos eran tan hermosos como los<br />

de ella misma, su mirada desprendía un<br />

aire de inocencia que solo era opacado por<br />

lo profundo que parecían ser sus palabras,<br />

cuando realmente puso atención, se dio<br />

cuenta que aquella no era una niña normal<br />

y decidió continuar su conversación.<br />

—Ya sabes cuál es mi nombre, ahora<br />

me gustaría saber el tuyo y me gustaría<br />

que me contaras que haces aquí —dijo<br />

Aziza forzando una sonrisa.<br />

—Mi nombre es Dayreen, estoy yendo a<br />

visitar la tumba de mi madre, no me queda<br />

mucho trayecto, pero me gustaría pasar<br />

más tiempo con ella, como ves, yo también<br />

he perdido a un ser importante en mi vida,<br />

tengo mucho tiempo sola, pero no me permito<br />

ponerme triste, lo hago por ella.<br />

—No me cabe duda que eres fuerte<br />

Dayreen, pero no entiendes que nuestra<br />

situación es completamente diferente,<br />

se supone que un hijo entierre a sus padres,<br />

no al revés; un hijo que entierra a<br />

su padre, continúa su legado, un padre<br />

que entierra a su hijo ve morir el suyo.<br />

Estas palabras abrieron por completo<br />

la perspectiva de Dayreen, pudo sentir<br />

el dolor que Aziza cargaba, era más<br />

grande de lo que ella pensaba, pero<br />

para entender por completo tenía que<br />

pedirle algo más.<br />

—Me gustaría saber tu historia Aziza,<br />

ayúdame a entenderte, tal vez si lo haces,<br />

te sentirás mejor, mi madre decía<br />

siempre que desahogarse te liberaba.<br />

Los ojos de aquella chiquilla penetraron<br />

hasta el fondo de su alma, algo<br />

la obligo a ceder, reviviría una vez más<br />

su dolor, pero de alguna manera sabía<br />

que era lo correcto, era momento de<br />

dejar que alguien la escuchara, después<br />

de tantos cientos de años.<br />

—Nací cerca del año 1300 en la ciudad<br />

de Damasco, fui criada en un ambiente<br />

espiritual y conservador, por aquel<br />

entonces, las más bellas mujeres eran<br />

solo sirvientes sexuales de los gobernantes,<br />

pero no yo, mi posición cercana<br />

a la realeza me permitía tener mucha libertad,<br />

tanta como nuestras creencias le<br />

permitían tener a una mujer, yo era muy<br />

feliz con eso, se me enseñó desde muy<br />

pequeña a servir a los hombres, pero<br />

también se me enseñó la valía del abolengo,<br />

me gustaba leer y escribir aunque<br />

esto último no era del todo apreciado,<br />

pues aun entre riquezas, las mujeres no<br />

teníamos derecho a ser partidarias de la<br />

propia voluntad, sin embargo yo soñaba,<br />

creía que podría cambiar las cosas, más<br />

cuando me di cuenta del desfile de pretendientes<br />

que mis padres rechazaban a<br />

mi nombre, supuse que ellos pretendían<br />

que me casara por amor, no por un arreglo<br />

como nuestras costumbres dictaban<br />

desde siempre, no sabía que era lo que<br />

122


ealmente me esperaba, de haberlo sabido,<br />

hubiera cambiado las cosas.<br />

Aziza dejaba el corazón en cada una de<br />

sus palabras, Dayreen sospechaba de a<br />

poco lo que venía a continuación en esta<br />

historia, pues al ver aquellos ojos verdes<br />

pudo darse cuenta que nuevamente el<br />

amor por otra persona, tenía algo que ver<br />

con el desenlace de la misma.<br />

—<strong>La</strong> situación cambiaría cuando Dareh<br />

llegó, era rico, galante, venia de<br />

una familia posicionada aun por encima<br />

de la mía, lo podríamos definir<br />

como el primo del Rey, yo había escuchado<br />

de él, de su cabello negro rizado,<br />

de su fuerza en la batalla al venir de<br />

un padre militar, lo conocían como la<br />

sombra de Damasco y así, un día simplemente<br />

llegó y encantó a mis padres,<br />

encantó a todos, menos a mí, por otro<br />

lado su hermano menor Gazsi llegó con<br />

él, eran muy parecidos aunque completamente<br />

diferentes, era un caballero,<br />

era perfecto, su único pecado era<br />

no ser primogénito, fue entonces que<br />

mis papás me vendieron, me canjearon<br />

por poder, y ahí me di cuenta de que no<br />

rechazaron a los demás por mí, esperaban<br />

un príncipe y había llegado, me di<br />

cuenta de que era solo una moneda de<br />

cambio que fortalecería relaciones, no<br />

me enojé, me decepcioné, Dareh dedicaba<br />

todo su tiempo a las cúpulas elitistas,<br />

Gazsi estuvo cuidándome la mayor<br />

parte del tiempo que su hermano<br />

se encontraba de viaje, al principio creí<br />

que lo hacía solo en nombre de su hermano,<br />

para asegurarse de que yo no le<br />

faltara a su honor, pero poco a poco me<br />

di cuenta de que él estaba muy interesado<br />

en mí, más de lo que yo creía…<br />

»Poco a poco empecé a desarrollar<br />

un sentimiento debido al gran interés<br />

de Gazsi en mí, yo sabía que era una<br />

mujer casada, pero a causa de los «importantes<br />

viajes de Dareh» ni siquiera<br />

pudimos consumar nuestro matrimonio,<br />

de vez en cuando volvía con<br />

regalos, comíamos en la misma mesa,<br />

incluso dormíamos en la misma cama,<br />

pero éramos dos desconocidos, sus regalos<br />

se apilaban sin abrir en el rincón<br />

de la habitación donde tenía mi ropa,<br />

no me molestaba en abrirlos.<br />

—No me imaginaba que así fueran los<br />

matrimonios, recuerdo que cuando mi<br />

madre estaba viva, al principio mi padre<br />

llegaba y la tomaba entre sus brazos,<br />

la cargaba y le daba vueltas, eso la<br />

hacía reír mucho, pero después el obtuvo<br />

aquel gran trabajo que lo alejó de<br />

nosotros igual que tu esposo se alejó<br />

de ti, pero por lo menos el siempre trató<br />

de estar presente y se preocupaba<br />

por nosotros, te entiendo —Dayreen se<br />

puso triste al recordar.<br />

Aziza pudo ver por un momento en<br />

el semblante de la niña un espejo, ambas<br />

sentían el dolor de la soledad, de la<br />

separación, en diferente escala, pero a<br />

final de cuentas, el mismo sentimiento<br />

obscuro, sin demorar más, continuó.<br />

—Una noche mientras Dareh estaba<br />

lejos, su hermano me hizo compañía<br />

por los jardines del palacio donde vivíamos,<br />

el sabía de mis deseos de salir a la<br />

ciudad, pero al no poder desobedecer<br />

las órdenes de su hermano mandó traer<br />

123


todo el mercado rodante dentro del<br />

palacio, sabía que seguía encerrada en<br />

una jaula de oro, pero por lo menos él<br />

le había puesto una ventana con esa acción,<br />

quedé fascinada con cada uno de<br />

los puestos, me hice con algunos inciensos,<br />

mantas, semillas y fragancias, después<br />

de eso me acompañó a mi alcoba,<br />

sin mediar palabra me besó y me confesó<br />

su amor, yo no pude corresponderle<br />

del todo pues, era una mujer casada, así<br />

que le pedí que se fuera, él lo hizo sin<br />

poner objeción, pero dijo algo más antes<br />

de irse: «No pasarán muchas lunas,<br />

antes de que nuestro amor se funda, y<br />

no hay nada que Dareh pueda hacer, lo<br />

quitaré de en medio».<br />

—No debe ser para nada fácil estar<br />

en esa situación, Aziza —dijo Dayreen<br />

asombrada.<br />

—No lo era, tenía un compromiso con<br />

alguien a quien no conocía y un lazo<br />

emocional con alguien prohibido. Tenía<br />

ya medio año de casada cuando un<br />

sirviente me anunció el retorno de mi<br />

esposo, esta vez vendría de manera definitiva,<br />

me puse nerviosa, Gazsi estaba<br />

molesto, fue a buscarme nuevamente<br />

por la noche a mis aposentos.<br />

—¿No lo entiendes Aziza? Él no te<br />

merece, regresará a quitarnos lo que<br />

sentimos el uno por el otro, te llena de<br />

obsequios vacíos y de caricias falsas,<br />

no puedo soportar la idea de que estés<br />

con él, tú deberías estar conmigo —dijo<br />

Gazsi con desesperación.<br />

—No puedo romper mi matrimonio,<br />

no puedo faltar al honor de mi familia ni<br />

al de mis creencias, no importa si siento<br />

algo por ti o no, esto debe parar —Aziza<br />

cerró la puerta de golpe.<br />

Gazsi golpeó la puerta de madera<br />

con todas sus fuerzas, gritaba su nombre,<br />

repitiendo que tenía que ser de él,<br />

124<br />

que habían nacido para estar juntos. No<br />

aceptaría un no por respuesta, su rencor<br />

era tal que juro por Dios que tomaría lo<br />

que por derecho le correspondía.<br />

El día anunciado había llegado, Dareh<br />

arribó al palacio cargado con regalos<br />

y una sonrisa perfecta, se había preparado<br />

una celebración de bienvenida,<br />

la cerveza y la comida estaba servida<br />

sobre una mesa que recibió al hombre<br />

de la casa, además de a sus generales<br />

que lo habían acompañado a través de<br />

sus viajes políticos. Cruzó la puerta enfundado<br />

en su traje de batalla mientras<br />

Aziza lo veía desde el balcón, entró en<br />

la capilla y presento sus respetos a sus<br />

ancestros y a su profeta. Se quedó ahí.<br />

—No podía negar lo mucho que me<br />

dolía perder la cercanía que tenía con<br />

Gazsi, así que me armé de valor y bajé<br />

al altar lista para confrontarlo, para pedirle<br />

que me dejara en libertad, al acercarse<br />

a la entrada pude escuchar la voz<br />

de mi esposo.<br />

—Oh, gran Señor, he sido paciente, he<br />

viajado a cada lugar de las cercanías<br />

para formar una alianza, una que proteja<br />

a mi mujer, una que me permita<br />

formar una familia que esté libre de peligro,<br />

cumplí mi promesa de no tocar a<br />

mi mujer en todo este tiempo para no<br />

traer a un heredero a un reino inseguro,<br />

hoy ya no quiero ser más la sombra de<br />

Damasco, hoy solo quiero ser Dareh, esposo<br />

de Aziza, hermano de Gazsi, hoy te<br />

pido me des la bendición de ser padre<br />

pues estoy listo, a pesar de los consejos<br />

de mi hermano, compré un obsequio de<br />

cada una de las tierras que visite pues el<br />

recuerdo de la mirada de mi esposa no<br />

se iba, cargué con él en cada lugar, permíteme<br />

acercarme a ella.<br />

Tenía una mano recargada en el marco<br />

de la puerta, la otra cubría su boca


mientras las lágrimas rodaban por su<br />

rostro, sin hacer ruido se alejó hasta las<br />

escaleras que conducían nuevamente<br />

a su habitación, abrió la puerta que<br />

ocultaba todos esos regalos que había<br />

mandado Dareh, revisó caja por caja<br />

y se arrepintió de su soberbia apenas<br />

descubrió el contenido de la primera.<br />

Un hermoso collar de oro blanco con<br />

una esmeralda, en el fondo de la caja,<br />

una carta redactada a puño y letra que<br />

iba dirigida a ella, en esta lo explicaba<br />

todo, tras darse cuenta de esto, continuó<br />

abriendo los regalos, ignorando las valiosas<br />

joyas comenzó a leer carta por carta.<br />

—Recuerdo cada palabra, algunas de<br />

ellas aún retumban en mi memoria...<br />

Me la paso pensando en ti, ruego porque<br />

cuando regrese entiendas que toda<br />

esta distancia solo ha sido para acercarme<br />

a ti.<br />

Gazsi me ha dicho que te sientes sola,<br />

que tal vez debería dejarte ir, pero mi<br />

amor egoísta no hace más que pedir<br />

una oportunidad de remediarlo todo,<br />

mis acciones podrán no ser las mejores,<br />

pero te juro que son nobles, porque son<br />

de corazón.<br />

Muero con cada luna que se esconde<br />

en el horizonte, la sola idea de un beso<br />

tuyo me devuelve el ánimo, el tiempo<br />

eterno muere asesino de tranquilidad<br />

con cada instante de tu falta.<br />

Hoy le he pedido a Gazsi que te lleve el<br />

mercado sobre ruedas al palacio, le ha<br />

parecido una tontería, incluso inapropiado,<br />

pero si tu felicidad es lo que está<br />

en juego, romperé todas las reglas que<br />

han sido impuestas, que Dios me perdone,<br />

pero prefiero verte feliz.<br />

Dayreen apenas procesaba lo que<br />

aquella chica le estaba diciendo, Dareh<br />

no era ese guerrero torpe y sin sentimientos<br />

que se antojaba con las impre-<br />

Ilustración de<br />

Leiver Álvarez<br />

125


siones de las primeras palabras de Aziza,<br />

era solo un torpe y brusco guerrero enamorado,<br />

Gazsi había mentido en todos<br />

y cada uno de los días que había pasado<br />

con aquella mujer, ¿Cómo puede haber<br />

gente tan ruin en el mundo? <strong>La</strong> respuesta<br />

era muy sencilla, el amor y el poder<br />

son sentimientos similares, son acciones<br />

gemelas, pues ambas están llenas<br />

de ambición, solo que mientras el poder<br />

busca la felicidad propia, el amor busca<br />

la felicidad de alguien más.<br />

—¿Qué hiciste entonces, Aziza? —preguntó<br />

Dayreen.<br />

—Morir, matar y vivir. Morí en dolor al<br />

darme cuenta del engaño del que había<br />

sido víctima, maté el sentimiento<br />

falso que Gazsi había logrado despertar<br />

en mí y finalmente me decidí a vivir<br />

el verdadero amor que Dareh me ofrecía,<br />

aquel que era puro de corazón.<br />

»En cuanto entró a la habitación y sin<br />

mediar palabra lo tomé del rostro con<br />

mis manos, mis lágrimas aun caían por<br />

mis mejillas, y le dije que era el hombre<br />

más maravilloso del mundo, lo besé con<br />

toda la pasión que había en mi ser y me<br />

dejé amar por él por primera vez, desde<br />

ese día cargué con el fruto de su amor que<br />

se abultó en mi vientre, nueve meses de<br />

espera llenos de detalles, de comprensión,<br />

de amor verdadero. Desgraciadamente<br />

estaba olvidándome de un sentimiento<br />

tan grande como ese amor, un sentimiento<br />

que tampoco muere… la venganza.<br />

»Al nacer Anjum, nombre que le dio<br />

Dareh por su difunta madre, las cosas<br />

se complicaron, la guerra con los pueblos<br />

judíos se había recrudecido, las invasiones<br />

a nuestros pueblos eran cada<br />

vez más comunes, Dareh se volvió a<br />

enfundar su traje de batalla, Gazsi que<br />

todo ese tiempo se había mantenido<br />

sin dirigirme la palabra nuevamente se<br />

quedó conmigo encargado de mi protección<br />

y la de mi hija, apenas me dirigía<br />

la mirada, pero de igual manera, yo<br />

sentía aún un enorme rencor hacia él.<br />

»Llegó una noche de guerra, las aldeas<br />

alrededor del palacio se preparaban<br />

para recibir el embate del ejército<br />

judío, yo estaba lista para tomar a<br />

Anjum y resguardarme con ella como<br />

Dareh me lo había pedido, enorme fue<br />

mi sorpresa al escuchar la puerta de mi<br />

cuarto partirse y ver entrar a Dareh furibundo,<br />

se acercó a mí y me golpeó con<br />

su mano abierta en la mejilla, la sorpresa<br />

entumeció mis pensamientos; el miedo<br />

se había apoderado de mi cuerpo.<br />

—¡Eres una maldita! Jamás debí enamorarme<br />

de ti, nunca debí creer en tus<br />

mentiras, no mereces nada de mí.<br />

—Dareh, ¿qué estás haciendo? ¿Por<br />

qué me hablas de ese modo?<br />

—No intentes mentir, perra, ahora lo<br />

sé todo. ¿Cómo pudiste jugar así conmigo?<br />

¡Con mi propio hermano! Ya no<br />

tiene caso que lo ocultes más, te daré<br />

tu merecido.<br />

—Al principio no entendía de que hablaba,<br />

pero a lo lejos pude notar a Gazsi<br />

sonriendo en la entrada, acompañado<br />

de tres de los sirvientes más fieles del<br />

126


palacio, entonces lo comprendí, los había<br />

comprado para mentir a mi esposo,<br />

le hizo creer que yo había sido de él, que<br />

habíamos tenido amoríos mientras el<br />

buscaba el bien de nuestra familia, mis<br />

explicaciones no sirvieron de nada, no<br />

había palabras que entraran en sus oídos.<br />

Escuché el llanto de Anjum que<br />

despertaba por todo aquel ruido y le<br />

pedí que reconsiderara sus acciones y<br />

me escuchara, por nuestra hija.<br />

—Esta bastarda no es mi hija, no lo<br />

será nunca, no es más que el fruto de<br />

tu aventura con el infeliz de mi hermano,<br />

no merece estar viva.<br />

Dayreen escuchaba en silencio la<br />

cruenta narración.<br />

—Mi dolor no podía ser más grande, al<br />

menos eso creí, hasta que lo vi tomarla<br />

con una mano de la cama cual trapo<br />

sucio, todo se me hizo demasiado<br />

lento, me incorporé, gritándole extendí<br />

mis manos hacia ella, queriendo arrebatársela,<br />

pero era demasiado tarde, la<br />

arrojó desde el balcón, el ruido seco del<br />

impacto me impulsó hacia la barandilla<br />

desde donde solo se distinguía un<br />

charco de sangre. Quedé inmóvil.<br />

»No pude articular palabra, apenas<br />

unos instantes después de eso, pude<br />

ver como caía en la cuenta de lo que<br />

había hecho Dareh, estaba perdiendo<br />

la cordura, pues no apartó la vista de<br />

nuestra hija muerta, no duro mucho<br />

cuando de pronto la sangre brotó de su<br />

boca, la luna brilló en el filo de la espada<br />

que atravesó su pecho. Gazsi cumplió<br />

su venganza acabando con los dos<br />

seres que más amé en el mundo.<br />

—Me encerró en un calabozo y solo<br />

me dejó salir para el funeral de mi hija,<br />

pues a Dareh lo tiró a un foso que rodeaba<br />

el palacio, quiso obligarme a<br />

ser su esclava, pero fui más fuerte que<br />

él, tomé su daga y la clavé en mi corazón.<br />

Lo siguiente fue que desperté aquí<br />

hace ya muchos años…<br />

Dayreen no paraba de llorar, la historia<br />

la había consumido, pero eso no era<br />

todo, o más bien, no era lo peor, pues<br />

al tratar de usar su don para ayudarla<br />

se dio cuenta de que no podía y eso se<br />

debía a una simple razón, Dareh estaba<br />

en el infierno, Anjum estaba ya de otro<br />

lado y al ser solo una bebe no podía<br />

usar su energía para llamarla pues esta<br />

no tenía noción de su nombre, Aziza estaba<br />

condenada a penar: por siempre.<br />

No fue necesario que se lo explicara,<br />

ella ya lo sabía, así que solo volvió a mirar<br />

la tumba de su hija y se quedó llorando<br />

otra vez, como si nada hubiera pasado,<br />

Dayreen caminó sin dejar de llorar,<br />

pero se forzó a seguir en búsqueda de<br />

su madre, esta noche había comprendido,<br />

que el amor no lo puede todo y que<br />

la gente si bien no nacía condenada, un<br />

solo instante de su vida, podía cambiar<br />

todo el rumbo de su destino…<br />

Continúa en el número 7<br />

127


¿Cuántas manos han tocado tus manos?<br />

<strong>La</strong>s mismas que te han asesinado.<br />

¿Cuántos ojos te han mirado a los ojos?<br />

Los mismos que al mirarte se han burlado…<br />

Luis Álvarez<br />

128<br />

LA IGLESIA<br />

DEL DIOS<br />

MUERTO<br />

(CAPÍTULO 2)<br />

Por<br />

José Luis Vázquez<br />

<strong>La</strong> ciudad, como de costumbre, parecía<br />

estar cubierta por el lúgubre<br />

manto de luces de diferentes colores<br />

pertenecientes a las marquesinas de<br />

los locales de comida y bares que aún<br />

seguían abiertos, los cuales ofrecían<br />

cobijo a las personas que regresaban<br />

de sus trabajos y a todos aquellos que<br />

buscaban pasar la noche olvidando los<br />

problemas y responsabilidades del día.<br />

<strong>La</strong> lluvia, poco a poco, había comenzado<br />

a caer con mayor fuerza, empapando<br />

a todo aquel que se aventurara a tratar<br />

de sortear los grandes charcos que se<br />

formaban en los baches de las calles y<br />

creando una profunda capa de oscuridad,<br />

la cual distorsionaba aquel manto<br />

de coloridas luces en Ciudad Satélite.<br />

Pese a ir conduciendo aquel Datsun<br />

76 con pericia, Claudia hacía distintos<br />

tipos de ademanes mientras hablaba,<br />

en algunas ocasiones golpeaba el volante<br />

y su voz era aún más fuerte que<br />

el volumen de la música que salía de<br />

las bocinas del automóvil. Julio, recargado<br />

por completo en el respaldo del<br />

asiento del copiloto, solo miraba las<br />

gotas de lluvia golpear la ventanilla del<br />

coche mientras exhalaba el humo de su<br />

cigarrillo, el cual consumía con cierto<br />

grado de desesperación.<br />

—A ver, cabrón —exclamó Claudia<br />

tras dar un golpe al volante, mientras<br />

el automóvil estaba detenido frente a<br />

la luz roja del semáforo—. ¿Me estás<br />

poniendo atención o sólo estoy hablando<br />

como pendeja?


—Perdón… ¿qué me decías? —respondió<br />

Julio, con tranquilidad, mientras<br />

giraba su cabeza para ver a Claudia.<br />

Ella movió la cabeza en franco ademán<br />

de fastidio, y simplemente resopló al<br />

momento en que los automóviles reiniciaron<br />

la marcha.<br />

—Hijo de tu puta madre. No soy tu<br />

pinche chofer como para que vengas<br />

tan tranquilo y ni siquiera tengas la decencia<br />

de ponerme atención —atinó a<br />

responder, tras bufar de forma frustrada—.<br />

Te estoy preguntando si es que<br />

crees que podamos detener al imbécil<br />

este antes de que cometa un nuevo<br />

asesinato. Digo, ya te dije mis teorías,<br />

pero estoy segura de que no pusiste<br />

nada de atención a lo que te estaba diciendo,<br />

¿verdad?<br />

—Tranquila, realmente no te ignoraba,<br />

también pienso en todo lo del<br />

caso… Principalmente en el comandante<br />

—lentamente sacó otro cigarrillo<br />

de su cazadora y lo encendió una vez<br />

que apagó el que ya casi se había consumido<br />

en el cenicero del automóvil—.<br />

Pienso en Rosa y pienso que eso le puede<br />

pasar a cualquiera de ustedes…<br />

—¡Ja! —interrumpió Claudia, con una<br />

marcada ironía—. ¿Tú crees que a nosotras<br />

nos puede pasar algo así?<br />

—Nadie sabe lo que puede pasar —<br />

respondió Julio, con la misma calma<br />

que demostraba en ese momento.<br />

—Hasta parece que no nos conoces<br />

—añadió Claudia, soltando una carcajada<br />

llena de ironía—. Rosa era una tarada<br />

y si le pasó lo que le pasó fue por<br />

eso, por tarada. Estoy segura de que<br />

ella dejó pasar a su asesino. ¡Además<br />

era hija de un policía! ¿De verdad el<br />

comandante no supo enseñarle a defenderse…?<br />

—tras decir esto hizo una<br />

pausa, miró de reojo a Julio y suspiró—.<br />

A nosotros no nos puede pasar eso y<br />

mucho menos con todo lo que traemos<br />

a cuestas…<br />

—No lo sé mejor dímelo tú —respondió<br />

Julio, con la misma tranquilidad que<br />

había mantenido durante toda la conversación—.<br />

Has estado muy insistente<br />

con todo este asunto, más de lo normal…<br />

Mejor dime, ¿qué te preocupa? —preguntó,<br />

Claudia guardó silencio y evitó dirigirle<br />

la mirada. Se aferró con un poco más<br />

de fuerza al volante, y respondió:<br />

—Es que no le encuentro sentido a<br />

todo esto —respondió Claudia, de forma<br />

sincera y preocupada—. Nosotros<br />

nunca nos habíamos hecho cargo de<br />

algo así. El pinche tamarindo siempre<br />

nos deja cosas que ellos no se molestan<br />

en resolver además de los casos<br />

que nos llegan a nosotros, pero esto,<br />

pese a que nos va a dejar una muy buena<br />

paga, es algo bastante grande.<br />

—¿Crees que no demos el ancho? —preguntó<br />

Julio nuevamente, con un dejo de<br />

curiosidad en su voz.<br />

—Claro que no me refiero a eso, nosotros<br />

somos más capaces que esos<br />

imbéciles que andan en patrulla —respondió<br />

Claudia, molesta—. Quiero decir<br />

que debe haber algo más que no<br />

nos han dicho…<br />

—Es sencillo —interrumpió Julio, tras<br />

una bocanada al cigarrillo—. El comandante<br />

no quiere justicia y estoy seguro<br />

de que tampoco le preocupa si hay o<br />

no más muertes. El comandante, lo<br />

que en realidad quiere, es venganza…<br />

—Venganza… —repitió Claudia en voz<br />

alta—. Qué no se haga pendejo, él tiene<br />

los recursos para hacerlo. No necesita<br />

de nosotros para ir a matar al pendejo<br />

que se chingó a su hija.<br />

—Sí nos necesita —interrumpió Julio<br />

nuevamente—. Con la presión de los<br />

129


medios y de los grupos contrarios dentro<br />

del gobierno no se puede iniciar la<br />

cacería de un hombre con recursos de<br />

la policía sin que nadie se entere —hizo<br />

una pausa para tomar una bocanada<br />

más de su cigarrillo antes de que este se<br />

consumiera—, y si la gente se entera de<br />

que hay un loco que está matando mujeres<br />

nada más porque sí, no solo le va a<br />

estallar el problema en la cara a él, sino<br />

que también le va a estallar al regente…<br />

—¿Piensas que ese imbécil también está<br />

enterado de todo? —preguntó Claudia, con<br />

sincera ingenuidad, mientras que bajaba la<br />

velocidad del automóvil para estacionarse<br />

a un lado de la banqueta. El fuerte ruido de<br />

la música que salía de aquel lugar opacaba<br />

el ruido del estéreo del automóvil.<br />

—Claro, debió enterarse al segundo o<br />

tercer asesinato —Claudia apagó el motor<br />

del automóvil y ambos se quedaron dentro.<br />

Julio, sin pensarlo sacó otro cigarrillo—. Estas<br />

cosas no escapan de su oficina y menos<br />

si de alguna manera le puede perjudicar.<br />

Pero al final eso nos conviene, nos van a<br />

dar todo lo que podamos necesitar.<br />

—Dinero, y mucho… esto no va a ser<br />

sencillo —añadió Claudia, mientras apagaba<br />

el motor del automóvil. Ambos<br />

guardaron silencio mientras que, a su<br />

alrededor, la vida nocturna del lugar se<br />

mostraba en todo su esplendor. Julio<br />

sacó la cajetilla de su cazadora y la entregó<br />

a Claudia, quien tomó uno de los cigarrillos<br />

y lo encendió rápidamente, con el<br />

encendedor que también estaba dentro<br />

de la cajetilla. A su alrededor, diversos<br />

grupos de jóvenes entraban y salían de<br />

las discotecas que había en la calle.<br />

—Bueno, ya, lo que sea que tenga que<br />

pasar, pasará… y no podremos evitarlo.<br />

Si tenemos que esperar a que vuelva a<br />

matar para capturarlo entonces así tendrá<br />

que ser —exclamó Claudia, estiran-<br />

130<br />

do su cuerpo sobre el asiento mientras<br />

exhalaba el humo del cigarrillo. Después<br />

abrió la ventanilla del automóvil, dejando<br />

entrar el sonido de la música de las<br />

discotecas, el cual se mezclaba formando<br />

una infortunada melodía—. ¿En qué<br />

disco se supone que iban a estar Aurora<br />

y <strong>La</strong>ura? —Julio guardó silencio un momento,<br />

para después lanzar una ligera<br />

carcajada—. ¿De qué te ríes, pendejo?<br />

—Es que se supone que teníamos que<br />

verlas en el Magic Circus —respondió<br />

Julio, aun riendo. Claudia azotó las manos<br />

en el volante, para después lanzar<br />

el cigarrillo por la ventanilla.<br />

—No mames, ¿y por qué no me dijiste<br />

antes? A mi <strong>La</strong>ura me había dicho que<br />

era en Satélite.<br />

—Sí, pero <strong>La</strong>ura no conoce nada de<br />

esta zona, no puedes culparla por decirte…<br />

—en ese momento, una serie de<br />

gritos se escuchó muy cerca de ellos a<br />

pesar del fuerte sonido de la música.<br />

Cerca de ellos pudieron ver a un grupo<br />

de personas saliendo de una de las discotecas<br />

entre gritos y desesperación.<br />

—¿Ahora qué? —exclamó Claudia, asomando<br />

ligeramente la cabeza por la ventanilla<br />

del automóvil. <strong>La</strong> gente en la calle y en<br />

otros locales rápidamente se contagió por<br />

el pánico, y, tras unos segundos, una serie<br />

de disparos retumbaron con fuerza en el<br />

aire. Julio sacó un revólver de la guantera.<br />

—No lo sé, pero lo mejor será ir a investigar.<br />

Tú quédate aq… —antes de<br />

terminar la oración, escuchó el portazo<br />

al momento en el que Claudia bajó, y la<br />

miró caminando con tranquilidad hacia<br />

el lugar del que las personas corrían.<br />

Julio también bajó y cerró la puerta del<br />

automóvil con tranquilidad.<br />

Continúa en el número 7


131


132


NUESTROS<br />

ARTÍCULOS<br />

133


134


EL CIBERPUNK SIGUE VIVO<br />

CYBERBUNK:<br />

UNA AVENTURA<br />

EN WEBCÓMIC<br />

Por Marco Antonio Ayala García<br />

Nos encontramos en un punto<br />

donde existe un gran exceso de<br />

información, y descartar aquella<br />

que es útil de la que no se ha vuelto<br />

una tarea difícil y muchas veces, cayendo<br />

en negligencia, nos encontramos<br />

ante la incertidumbre de creer o no<br />

creer lo que encontramos en los medios<br />

digitales. Pocas publicaciones o<br />

contenido realmente llegan a tener un<br />

nicho de mercado amplio, de hecho el<br />

mercado está ya tan segmentado que<br />

es cada vez más difícil detectar la efectividad<br />

de un medio, sin embargo uno<br />

de los medios de comunicación que<br />

más ha soportado el paso de los años<br />

es el llamado noveno arte, encontrado<br />

un espacio muy amplio dentro de la internet,<br />

sobretodo mediante el uso de<br />

las redes sociales.<br />

Prueba de ello son los llamados webcómics.<br />

Con el uso de los medios sociales<br />

llegan cada vez a más personas, algunos<br />

con éxito, otros definitivamente<br />

pasan desapercibidos, no obstante, es<br />

un hecho que el webcómic constituye<br />

un escaparate para una gran cantidad<br />

de artistas, muchos de ellos huyendo de<br />

la censura y la falta de apoyo de las grandes<br />

empresas del medio, encuentran en<br />

la web un nicho y verdadero apoyo.<br />

<strong>La</strong> compañía LINE, fuerte competidor<br />

de compañías como Facebook o WhatsApp,<br />

lanzó una aplicación llama Web-<br />

Toons donde aquellos artistas tienen<br />

la posibilidad de compartir sus webcómics<br />

y pueden ser leídos por millones<br />

de usuarios. Esta aplicación se ha popularizado<br />

tanto que muchos artistas<br />

consagrados están subiendo proyectos<br />

personales aprovechando el público.<br />

Es a través de esta aplicación que<br />

nos llega Cyberbunk, una obra creada<br />

por Bradley Mason, escrita por Sam<br />

Machado e ilustrada por Cynthia Sousa<br />

y Amanda Sousa Machado.<br />

135


Tomando miles de referencias a videojuegos<br />

y a la cultura popular nos sumerge<br />

en una historia llena de elementos<br />

de fantasía y futuristas que le dan un<br />

sello único, visiblemente influida por la<br />

ola ciberpunk. Es un webcómic bastante<br />

entrenado, con dibujos llamativos y<br />

divertidos; además cuenta con una historia<br />

firme pero a la vez fácil de digerir,<br />

en un tono ligero de fácil comprensión<br />

característica de un webcómic.<br />

Otros cómics regulares como Transmetropolitan<br />

tienen tintes más políticos<br />

o de crítica social, sin embargo<br />

Cyberbunk, aunque si hace una crítica<br />

social, deja el aspecto político un poco<br />

a un lado, hondándonos más en la relación<br />

entre personajes, como si de un<br />

juego de rol se tratara.<br />

A menudo he pensado en Shadowrun<br />

como la droga de entrada al<br />

cyberpunk. Si tan solo me pagaran por<br />

cada persona que coaccioné para jugar<br />

a Shadowrun como D & D futurista, luego<br />

los dejé caer en una aventura hardcore<br />

de cyberpunk. Claro que los dragones,<br />

los duendes y la magia podrían<br />

aparecer, pero principalmente como<br />

vendajes para entretener a mis amigos<br />

cautivados por la fantasía. Cyberbunk<br />

realmente trae este sentimiento.<br />

Los cuatro personajes principales<br />

son un gnomo con el nombre de Ian, un<br />

robot aparentemente llamado Math y<br />

dos elfos llamados Thame y Ranial. Ian<br />

es nuestro personaje de punto de vista<br />

que es un hacker. Poco después de su<br />

presentación, Ian activa a Math después<br />

de encontrarlo abandonado en el camino.<br />

Sospecho que a medida que avance<br />

la historia aprenderemos más sobre el<br />

misterioso pasado de Math. Ranial es un<br />

guerrero que resuelve todos sus problemas<br />

con sus espadas. Thame, por otro<br />

136<br />

lado, es un agente de una misteriosa<br />

agencia llamada Living Eye (¿o quizás<br />

un ojo viviente real?), que está buscando<br />

algo llamado Facility X.<br />

<strong>La</strong> historia hasta ahora sigue a nuestros<br />

personajes que se encuentran y<br />

van en una misión para encontrar al<br />

Doctor MacGuffin, que aparentemente<br />

conoce la ubicación de la Instalación<br />

X. Sin embargo, es asesinado por un<br />

robot que trabaja para The Forge. The<br />

Forge es un grupo terrorista robot que<br />

está empeñado en matar a los orgánicos.<br />

Nuestro grupo es culpado por la<br />

muerte de MacGuffin y traído por alguna<br />

oscura autoridad. Aparentemente,<br />

Thame es también el sobrino de una de<br />

estas misteriosas autoridades. Estoy<br />

emocionado de ver a dónde va la historia<br />

desde aquí.<br />

Otro aspecto divertido de Cyberbunk<br />

son las referencias aleatorias a la ciencia<br />

ficción. Parte de la apertura tiene<br />

lugar en una tienda de fideos tomada<br />

directamente de Blade Runner, vemos<br />

una referencia al sistema de orientación<br />

de Fallout 3, la palabra Frak es una referencia<br />

a Battlestar Galactica, e incluso<br />

el nombre del Doctor MacGuffin es una<br />

referencia a un concepto usado en la<br />

ciencia ficción llamada MacGuffin, que<br />

es cuando existe una tecnología (u otro<br />

dispositivo de diagramación) no porque<br />

sea científicamente plausible, sino para<br />

impulsar la historia. Estas referencias<br />

agregan una pizca de humor a un comic<br />

que de otra manera se toma en serio.<br />

Cyberbunk fue creado por Bradley<br />

Mason, escrito por Sam Machado e<br />

ilustrado por Cynthia Sousa y Amanda<br />

Sousa Machado. Cyberbunk se actualiza<br />

todos los martes.


137


138


EL ARTE<br />

DEL PLAGIO<br />

O CÓMO COPIAR SIN<br />

MORIR EN EL INTENTO<br />

Por Aurora Ceres<br />

Sí, aunque no quieras aceptarlo, todos<br />

en algún momento de nuestra<br />

vida hemos cometido plagio…<br />

¡¿Cómo?! ¡Eso no es posible! ¡Me estás difamando!<br />

Te aseguró que muchos pensarán<br />

eso o algo similar al leer esa primera<br />

línea, pero es la verdad. Desde los niños<br />

pequeños hasta los autores reconocidos<br />

han plagiado alguna vez un texto.<br />

Pero, en lugar de querer convencerte<br />

con palabras, mejor te lo demuestro: ¿Recuerdas<br />

cuándo eras niño y te dejaban<br />

hacer un resumen de un libro, monografía,<br />

biografía, enciclopedia o cualquier otro<br />

medio que gustes y mandes? Bien, si lo<br />

recuerdas bien, tú copiabas párrafos enteros<br />

de aquellos libros que llevabas a la<br />

escuela, y después pegabas en tu cuaderno<br />

una imagen ad hoc al resumen en cuestión<br />

y… ¡Voilà! Tu resumen estaba listo.<br />

O tal vez recuerdes que, cuando cursabas<br />

la educación media superior, te<br />

dejaban de tarea realizar un ensayo en<br />

la materia que más te caía gorda, por<br />

supuesto tú no tenías ni la más remota<br />

idea del tema en cuestión y mucho<br />

menos te perderías la tarde de cervezas<br />

con tu novia o con tus amigos y<br />

recurrías a la solución más sencilla (al<br />

menos para la gente que es de mi generación<br />

y para los que siguieron): buscar<br />

en El rincón del vago o en Buenas tareas<br />

el tema que necesitabas, medio lo leías<br />

y medio le cambiabas las palabras, lo<br />

hacías lo más bonito posible en Word<br />

con márgenes de colores, letras llamativas<br />

(por supuesto que Comic Sans no<br />

podía faltar… qué horror) y rezabas<br />

para que ninguno de tus compañeros<br />

copiara el mismo trabajo.<br />

Por supuesto, si eras más listo la solución<br />

era buscar en internet ese mismo<br />

tema pero en otro idioma, después<br />

traducirlo con Babel Fish (el traductor<br />

más confiable en aquellos días en que<br />

Belanova cantaba Tus ojos. Sí, muchos<br />

de ustedes no sabían ni hacer del baño<br />

en aquel entonces), arreglar las frases<br />

139


que no se entendieran, darle formato<br />

(Comic Sans, de nuevo…) y entregarlo<br />

de forma triunfante porque sabías que<br />

nadie haría un trabajo igual al tuyo, o<br />

al menos ninguno de tus compañeros.<br />

Claro que, ya en la carrera, los profesores<br />

eran más listos, o al menos eso te<br />

hacía creer, y decían que ellos podrían<br />

detectar cualquier clase de plagio con<br />

solo leerlo… Qué gran mentira, pues<br />

no se dieron cuenta de que tu tesis<br />

era en realidad un monstruo similar a<br />

Frankenstein, hecho de diversas partes<br />

de libros poco conocidos del tema todavía<br />

menos conocido y relevante que<br />

encontraste para hacerla.<br />

Admítelo, eras un genio. Pero claro,<br />

estos casos son solo la punta del iceberg,<br />

pues también solías copiar en los<br />

exámenes, o copiar de los solucionarios<br />

los ejercicios que los profesores de<br />

cálculo diferencial e integral te dejaban<br />

de tarea; aunque si tu profesor era inteligente<br />

no sacaría sus ejercicios de un<br />

libro, sino de su propia cosecha… Por<br />

supuesto eso no impedía que copiaras<br />

los ejercicios del cerebrito del salón,<br />

aquel pobre marginado que solo quería<br />

ser parte de tu grupo social y al que<br />

tus amigos y tú solo utilizaban para<br />

obtener el tan ansiado éxito y reconocimiento<br />

de tus profesores.<br />

Después de haber tenido un éxito rotundo<br />

en tu carrera de plagiador, ¿qué<br />

siguió? El plagio en el trabajo, por supuesto.<br />

Pero eso ya es algo menor pues,<br />

a menos de que trabajes en alguna<br />

área de investigación, o seas periodista,<br />

o redactor, o cualquier otra labor que<br />

necesite un gramo de creatividad, ya<br />

no necesitas el plagio para nada.<br />

Aunque después tendrás que pasarle<br />

esas habilidades a tus hijos, si es que<br />

quieres tener, pese a que tendrás que<br />

140<br />

hacerte el indignado cuando llegue<br />

a ser descubierto por sus profesores.<br />

Aun así, en el fondo estarás orgulloso<br />

de que siga tus pasos…<br />

Siendo honesta, y después de soltar<br />

tanta arena de ese lugar que todos los<br />

hombres con los que he salido desean,<br />

debo decir que pedí permiso al editor<br />

en jefe para poder escribir esto ya que,<br />

como miembro del Honorable Consejo<br />

Editorial de <strong>La</strong> <strong>Sirena</strong> <strong>Varada</strong>, me he<br />

dado cuenta que nunca falta alguien<br />

que realiza un plagio y cree que no nos<br />

vamos a dar cuenta.<br />

Es algo que pasa más con los microcuentos,<br />

mucho más, de verdad. En diversas<br />

ocasiones me he visto tentada a<br />

escribir al autor para decirle sus verdades,<br />

pero, para la buena fortuna de todos, no<br />

tengo acceso a los correos electrónicos.<br />

Sin embargo esta vez no me pude<br />

quedar callada… ¿Por qué? Resulta<br />

que los alumnos de segundo semestre<br />

de preparatoria de la Universidad de<br />

la Salle en Guanajuato participaron en<br />

masa en la sexta convocatoria. Aquí entre<br />

nos, el editor en jefe casi llora como<br />

niñita debido a la emoción de ver tanta<br />

participación. Yo quería llorar pero por<br />

todo lo que tendría que leer.<br />

Bueno, siguiendo con el tema, me parece<br />

que todos estos niños (porque al fin<br />

y al cabo un adolescente sigue siendo<br />

un niño, solo que insoportable) hicieron<br />

su mejor esfuerzo para participar, además<br />

participaron única y exclusivamente<br />

con ensayos. Por un momento me<br />

emocioné casi de la misma forma que el<br />

editor (eso sí, sin llorar como niñita) porque<br />

considero que eligieron un género<br />

muy difícil para su edad.<br />

No tuve más remedio que preparar<br />

una jarra de café y dedicar un día completo<br />

a leer sus ensayos. Al principio


141


fue lo que esperaba: un lenguaje y una<br />

forma de expresarse correspondiente<br />

a niños de su edad, pero, conforme<br />

avanzaba, los ensayos comenzaron a<br />

tornarse más extraños. Primero, las palabras<br />

usadas no correspondían al lenguaje<br />

que normalmente tendrían que<br />

manejar, además, curiosamente, en<br />

muchos de los ensayos que ya llevaba<br />

leídos se culpaba a la tecnología por la<br />

falta de interés de los jóvenes hacia la<br />

lectura. ¿Curioso, no? Un grupo de adolescentes<br />

pensando de la misma forma…<br />

En fin, seguí leyendo más hasta<br />

que me cansé de leer tantas similitudes<br />

en cada uno de ellos, y decidí llegar al<br />

fondo del asunto.<br />

Resulta, que todos estos niños tomaron<br />

como «fuente» el mismo artículo<br />

de monografías.com, titulado «<strong>La</strong> importancia<br />

de la lectura en los adolescentes»<br />

(o al menos la mayoría de ellos,<br />

porque otros tomaron otras fuentes<br />

que también tengo identificadas).<br />

Estuve a punto de comunicarme con<br />

las autoridades de aquella institución<br />

por aquel insulto, porque de verdad<br />

lo consideré un insulto, y para que tomaran<br />

cartas en el asunto. ¡¿Cómo es<br />

posible que estos alumnos no puedan<br />

escribir un ensayo sin plagiar?! <strong>La</strong> respuesta<br />

me llegó en un momento de<br />

reflexión: simplemente no saben hacer<br />

un ensayo.<br />

Y creo que es la verdad, pues es la única<br />

respuesta que de verdad me satisfizo.<br />

Pienso que este grupo de niños no<br />

pensó en las consecuencias de sus actos,<br />

y mucho menos pensaron que estaban<br />

plagiando (bueno, tengo mis reservas,<br />

pero trato de ver lo mejor en la<br />

gente sin importar qué). Y el verdadero<br />

problema detrás de todo esto es que no<br />

saben lo que realmente tenían que ha-<br />

142


cer, y eso es peor aún, porque (desde mi<br />

punto de vista) no tienen el nivel necesario<br />

para estar cursando la educación<br />

media superior. De cierta forma no es<br />

culpa de ellos… bueno, es y no es, usted<br />

me entiende. Es culpa de ellos por<br />

la falta de interés que tienen en su educación;<br />

es culpa de los maestros por no<br />

saber enseñar correctamente este tipo<br />

de conceptos; es culpa de los padres por<br />

no estar más atentos a lo que sus hijos<br />

tienen que hacer, y claro, por no saber<br />

hacer ellos también las cosas.<br />

Al final me alegra saber que, tanto<br />

en este número como en el siguiente,<br />

pudimos incluir algunos ensayos de estos<br />

niños. Siendo sincera, sus ensayos<br />

no son tan buenos como yo quisiera,<br />

y estoy segura de que el editor en jefe<br />

tendrá que hacer mucha talacha para<br />

que estén bien redactados (a final de<br />

cuentas ese es su trabajo). Pero esos<br />

ensayos tienen algo muy importante:<br />

son originales y tienen corazón.<br />

Eso sí, si a alguien se le ocurre volver<br />

a enviar un plagio no pienso ser<br />

tan condescendiente.<br />

143


144


EL ESCRITOR<br />

QUE ESCRIBE<br />

Por Aly Cañizales<br />

Eran exactamente las 3:30 de la<br />

madrugada cuando vi mi reloj, me<br />

levante con mucho miedo, estaba<br />

completamente petrificado, aun no<br />

caía en cuenta de que lo que había pasado<br />

no era mas que un sueño, para ser<br />

mas exactos una pesadilla, me talle la<br />

cara con ambas manos, cualquiera se<br />

habría sentido superado por solo un<br />

momento y hubiera vuelto a dormir,<br />

pero no yo. En lugar de eso me levante<br />

de manera inmediata y tome mi celular,<br />

y no para llamar a alguien que me<br />

tranquilizara ni mucho menos para<br />

ver algún video que borrara la horrible<br />

pesadilla que tuve, sino porque desde<br />

hace algún tiempo, llevo un registro<br />

preciso de mis pesadillas, desde que<br />

días las tengo, en que condiciones y<br />

por supuesto el contenido tan especifico<br />

como la memoria a corto plazo me<br />

permite recuperar.<br />

¿Qué por qué hago esto? Es simple,<br />

las tres novelas que tengo en mi haber<br />

han nacido de esta manera, llegaron<br />

a mi en forma de pesadillas, no solo<br />

«malos sueños» sino verdaderas representaciones<br />

de terror, debo decir que<br />

al momento tengo mas registros de<br />

mis sueños que novelas escritas, sin<br />

embargo esto se debe a que me ha sido<br />

mas fácil seleccionar algunos de estos<br />

y desarrollar novelas con coherencia y<br />

que tengan el mejor contenido que me<br />

es posible, que solamente hacer «historias<br />

al vapor» y subirlas para ustedes.<br />

Todo esto me ha llevado a cuestionarme<br />

¿Cómo es que un escritor obtiene su<br />

inspiración? Es decir, no me creo que haya<br />

un común denominador entre George R.R.<br />

Martin y Stephen King como así mismo<br />

no encuentro relación entre It y Game of<br />

Thrones y ciertamente mucho menos entre<br />

sus narrativas y comparativas.<br />

Pero en serio ¿Dónde nace el artista<br />

y muere el género? ¿El género escoge al<br />

artista? ¿El artista tiene alguna clase de<br />

tendencia al género ya impuesta? ¿Alguno<br />

de ustedes ha salido de su zona<br />

de confort y ha escrito algo completamente<br />

opuesto a lo que regularmente<br />

consumen y crean? Muchos dirían que<br />

esta en el ADN, muchos otros dirían<br />

que tiene que ver con la personalidad<br />

que desarrollas con el paso del tiempo<br />

según la manera en la que se haya de-<br />

145


finido tu carácter, yo sin embargo, creo<br />

que va mucho mas allá.<br />

En mi experiencia no encontré por<br />

causalidad el terror y la fantasía desde<br />

mi infancia, pues si mal no recuerdo, la<br />

primer novela que quise escribir tenia<br />

mas que ver con conspiraciones y suspenso<br />

(Bendito sea el señor no pude<br />

escribir ni tres hojas) termine haciendo<br />

bolas de papel con el pedazo de<br />

basura que había escrito y jugando a<br />

tiro al blanco en el cesto, eso tuvo que<br />

haber pasado cerca de mis 23 años; sin<br />

embargo, con mi primera novela fue<br />

diferente, la vida me estaba llevando<br />

por un camino de problemas inagotables,<br />

sufría de ataques de pánico y de<br />

ansiedad, para los que saben de que<br />

trata este trastorno, sabrán bien que<br />

es como morir cien veces en un día, estaba<br />

desempleado, vivía con una chica<br />

que me engañaba y además estaba alejado<br />

completamente de mi familia, me<br />

sentía un verdadero inútil y además un<br />

bueno para nada.<br />

así pasaba la mayoría de mis días en<br />

una depresión constante, hasta que<br />

finalmente llego, «la primera pesadilla»<br />

no se como expresarlo, o mas bien<br />

quiero de verdad transmitirles que en<br />

ese primer viaje de dolor y de terror<br />

tuve una epifanía, no era casualidad<br />

del destino, en el peor momento de<br />

mi vida llego el peor de mis sueños, la<br />

construcción social que me seguía había<br />

generado en mi una alternativa de<br />

escape, era como si mi mente en su estado<br />

mas puro me tendiera la mano, y<br />

es que para lo que muchos pudo ser solamente<br />

una burla mas de una mente<br />

que ya no controlaba, para mi fue el camino<br />

a la salida de una psiquis completamente<br />

arrasada por las vicisitudes.<br />

Cada ataque de ansiedad era la opor-<br />

146<br />

tunidad para escribir una historia de<br />

terror, cada sueño me permitía transportarme<br />

a los lugares mas recónditos<br />

de el pánico que radica en cada uno de<br />

nosotros, y no se trata solo de querer<br />

ver dragones y caballeros, si no de realmente<br />

transportarnos y transportar al<br />

lector a esa desesperación que se siente<br />

cuando mueres cien veces al día.<br />

Mira si la ironía es grande, la chica<br />

termino por irse de mi vida, conseguí un<br />

trabajo relacionado con la literatura un<br />

poco tiempo después, pero lo verdaderamente<br />

importante, es que había encontrado<br />

mi alma gemela dentro de este<br />

mundo, no creo que haya sido solo una<br />

casualidad, pienso mas bien que poco a<br />

poco se gesto dentro de mi una especie<br />

de remedio a lo que me estaba pasando,<br />

por eso te digo a ti, que estas leyendo<br />

este articulo, que no desesperes, que no<br />

te rindas y que no claudiques, no fuerces<br />

a tu mente y a tu mano a crear algo<br />

que no comparten, tu esencia jugara un<br />

papel trascendente en la toma de decisiones,<br />

finalmente eres lo que escribes,<br />

y lo que escribes esta lleno lo que eres.<br />

Y creo que esto es muy importante<br />

y quiero que todos lo analicen, es una<br />

realidad que llego a mi como un pensamiento<br />

«Es mas fácil perdonar a un<br />

sueño por alejarte de una persona, que<br />

a una persona por alejarte de un sueño».<br />

Pero bueno, ya entrando un poco en<br />

materia, me gustaría realmente saber<br />

cual es la razón por la que escriben y<br />

cual fue su experiencia hasta encontrarse<br />

como escritores, se que de algún<br />

modo, todos escribimos, pero también<br />

estoy conciente de que no todos<br />

escribimos igual, incluso imagino que<br />

muchos de ustedes, lectores de Dreamers,<br />

tienen la inquietud de comunicarse<br />

con José Luís Vázquez, Aly Cañi-


zales, Xeko Estrada, Uresti, Juss, Anys<br />

o demás autores que pertenecen a esta<br />

sociedad cultural y poder preguntarles<br />

tantas cosas, así mismo como decirles,<br />

la manera en la que la literatura a cambiado<br />

la vida de cada uno de nosotros,<br />

y vaya que no tenemos siempre todo<br />

en común, Xeko es un arquitecto, Aly<br />

es un gerente de tienda, José Luís es<br />

un investigador, Juss es una verdadera<br />

estudiosa, Anys es un ama de casa con<br />

un talento de muerte, entre ellos no<br />

hay nada en común, solo el amor por<br />

las palabras, seguramente cada uno<br />

de ellos tiene una historia que contar<br />

acerca de la inspiración y de cómo se<br />

obtiene, posiblemente no sea la misma,<br />

pero al mismo tiempo, como en<br />

la escuela filosófica antigua, se puede<br />

aprender de todos y cada uno de los<br />

exponentes y formar tu propia escuela.<br />

Así que finalmente para cerrar este<br />

articulo que he disfrutado tanto me<br />

gustaría lanzar un par de convocatorias,<br />

la primera es bastante sencilla.<br />

contactoeditorial@editorialdreamers.com.mx<br />

elescritorqueescribe10@gmail.com<br />

Por supuesto que buscaremos la manera<br />

de darte cabida en este espacio,<br />

para sugerir temas y demás, y no olvides<br />

que pronto, se acercan las entrevistas y<br />

también axial los videos que serán tomados<br />

con temáticas relevantes, todo esto,<br />

solo para acercarte mas con este mundo<br />

que amamos, el mundo de las letras.<br />

¿Qué le preguntarías a tu autor favorito<br />

de Dreamers? (mandar nombre novela<br />

y pregunta)<br />

<strong>La</strong> segunda no es tan sencilla, porque<br />

tiene que ver mucho con la autocrítica<br />

en cada uno de nosotros como<br />

lector o como escritor<br />

¿Cómo fue que encontraste tu camino<br />

en la literatura?<br />

Te recuerdo que esta columna no es<br />

mía, sino tuya y me gustaría conocer tu<br />

opinión, desde una critica, hasta una<br />

sugerencia, por supuesto además de<br />

las encuestas que te lanzo el día de hoy<br />

que puedes responder a los correos:<br />

147


148


MICRO<br />

CUENTOS<br />

149


Al término de un viaje que se extendió<br />

por décadas, la sonda espacial arriba<br />

al confín de la galaxia. El objetivo está<br />

a la vista: he ahí el cuerpo celeste que<br />

más se asemeja a la Tierra.<br />

Propulsores y antenas, paneles y detectores<br />

se alinean para iniciar el descenso.<br />

<strong>La</strong>s cámaras recorren la superficie<br />

ignota.<br />

De pronto, en nuestro planeta, miles<br />

de millones de seres humanos observamos<br />

atónitos en toda pantalla disponible<br />

un formidable arco de piedra que<br />

anuncia en correcto hebreo antiguo —la<br />

traducción es simultánea—: «Bienvenidos<br />

al Edén. Obedezca los mandamientos<br />

de Jehová y evite ser expulsado».<br />

Samuel Santiago<br />

Es absurdo pensar que alguien note<br />

mi existencia, los humanos ya no se<br />

acercan a estos lugares, si no fuera por<br />

sus persecuciones… En fin, creo que<br />

yo también tuve la culpa al no fijarme<br />

donde pisaba, y estar tan lanudo no me<br />

ayudó mucho. Bueno, seguiré esperando<br />

a que alguien… ¡Hey, se acerca un<br />

sujeto, ya me vio! Ojalá sepa descongelarme<br />

con cuidado.<br />

150<br />

Alfred Notario


Aquella era la noche más gélida que el<br />

invierno había presenciado hasta ese<br />

momento. Aún recuerdo como sus cálidas<br />

y suaves manos pasaban por mi<br />

cuerpo, como intentando transmitirme<br />

calor. Con cada respiración frustrada<br />

que daba, mi nariz se deleitaba con el<br />

olor a lavanda que su olor que su cuerpo<br />

despedía. Sin embargo, ante aquellos<br />

detalles que pareciesen placenteros<br />

yo solo podía sentir pavor, porque<br />

yo sé una cosa que tú no sabes, y es<br />

que vivo solo.<br />

Marifer De Luna<br />

<strong>La</strong> cólera se regaba en su cuerpo, las<br />

lágrimas rodaban por sus mejillas como<br />

ríos sin descanso, el terror dominaba<br />

su alma, sus manos temblaban; la lluvia<br />

mojaba aquella vieja cabaña, sus las<br />

pupilas parecían querer abandonar las<br />

cuencas de sus ojos y los truenos retumbaban<br />

en el cielo rompiendo el silencio<br />

de la madrugada.<br />

Poco faltaba para iniciar un día nuevo<br />

y que la claridad inundara aquel recinto;<br />

con una lámpara en la mano imploraba<br />

que amaneciera y con temblores en todo<br />

el cuerpo ilumino hacia las gradas donde<br />

contempló a una cabra ensangrentada<br />

inclinarse en señal de reverencia..<br />

Liliana Ortìz<br />

151


<strong>La</strong> muchacha de los ojos grandes me<br />

miraba fijamente.<br />

Aquellos ojos tan familiares pero tan<br />

desconocidos a la vez. Era imposible<br />

evitarlos, como si un halo verde surgiera<br />

de ellos y se enroscara al rededor de<br />

mi rostro, haciendo que mi mirada y la<br />

suya chocaran.<br />

Y al chocar, un nexo inexplicable pero<br />

evidente se hacia presente. Aquellos<br />

ojos, tan distantes y cercanos a la vez.<br />

<strong>La</strong> muchacha me dirigió una ultima<br />

mirada antes de voltearse, obligándome<br />

a voltearme, y al marcharse ella de<br />

aquel cuarto, debí yo marcharme del<br />

marco. Hasta que decidiera venir a jugar<br />

conmigo otra vez.<br />

María Julieta Chaves<br />

Me desperté con el primer rayo de sol, me<br />

giré y dije Nic, te quiero. Se acercó hasta<br />

juntar su esternón al mío conectando<br />

nuestros simuladores de fusión cromosómica.<br />

Mi corazón nunca había latido<br />

tan rápido. Apretamos nuestras manos al<br />

máximo como si aumentara las probabilidades<br />

de obtener un resultado negativo.<br />

Hoy en día es de locos seguir con alguien<br />

con quien das positivo, sabiendo que<br />

tus hijos con esa persona tendrán más<br />

probabilidades de enfermar, de no ser<br />

perfectos en su genoma y serán tratados<br />

de manera diferente por todo el sistema<br />

social. Es de locos... de amor.<br />

152<br />

Wety


<strong>La</strong>s actividades de nuestra organización<br />

siempre se han realizado por la noche;<br />

sin embargo, considero que es tiempo de<br />

ampliar el horario de nuestras operaciones<br />

incluyendo las mañanas o las tardes<br />

si queremos mejorar nuestros resultados.<br />

He analizado cada una de las problemáticas<br />

que afectan actualmente nuestro<br />

acercamiento a mayor número de personas<br />

y he resuelto casi todas. Solo hay<br />

un tema que aún me falta superar: la incapacidad<br />

de nosotros, los vampiros, de<br />

exponernos a la luz solar.<br />

Jorge Isaacs Quispe Correa Angulo<br />

Scrooge había aparecido en un sitio que<br />

desconocía por completo. El cielo no se<br />

podía ver, pero caía de él nieve negra.<br />

Frente a él, el fantasma de las Navidades<br />

futuras se quitó la capucha y<br />

pudo descubrir que este era una máquina<br />

con forma humana, y con una<br />

capacidad de habla similar a la suya.<br />

—Te enseñaría todo lo que provocaste<br />

al despedir a ese empleado, pero la<br />

fábrica que ordenaste construir hizo<br />

explosionar este planeta en el futuro.<br />

Es mi misión destruirte. Gracias a ti, todos<br />

podremos celebrar la Navidad.<br />

Y Scrooge fue despedazado. Nadie<br />

lamentó su muerte.<br />

Arturo Urbanos<br />

153


Juan nació en 1905 y durante su parto<br />

en Ciudad de México confluyó una<br />

energía cósmica altamente radioactiva,<br />

que chocó con una emisión de plasma<br />

y residuos de antimateria. 45 años<br />

después, un aumento de partículas<br />

relativistas activó algo en Juan, quien<br />

era pintor e hizo algo genial: Autorretrato<br />

múltiple con tanta energía cuántica<br />

que rompió el continuo espacio-tiempo<br />

del lugar. Al entrar a esa casa, uno<br />

ve cómo las cosas cambian espontáneamente<br />

de sitio y coexiste todo lo que<br />

uno ha escrito, escribe o escribirá alguna<br />

vez, haciendo que este relato fuera<br />

cierto y es falso a la vez.<br />

Carlos Andrés Soto Vargas<br />

Aquel famoso médium descubrió, después<br />

de tantos años de rigurosa investigación,<br />

que los fantasmas son en realidad<br />

nuestras sombras proyectándose<br />

desde el futuro. Esto se explicaba bajo<br />

el principio del reciclaje espiritual, basado<br />

en la primera ley de la termodinámica,<br />

el cual argumenta que la cantidad<br />

de materia espiritual en el universo es<br />

finita: el alma se transforma y adquiere<br />

una nueva configuración para ser recibida<br />

por su próximo huésped.<br />

El alma transita en sentido contrario<br />

del tiempo y la entropía. Su destino final<br />

es la luz: aquella que en una gran<br />

explosión marca el inicio del tiempo<br />

154<br />

Víctor Andrés Parra Avellaneda


El Bobby va a todas las protestas, porque<br />

es solidario con los problemas de<br />

la gente.<br />

No tiene ideas políticas, no sabe si levantar<br />

la pata izquierda o la pata derecha.<br />

Pero, esta con los problemas de la<br />

gente, los deudores habitacionales,<br />

los estudiantes que quieren educación<br />

gratuita, los trabajadores que quieren<br />

mejoras salariares, los que quieren<br />

cambios en el sistema previsional.<br />

Pero lo único que no le gusta es que<br />

la policía los duche con agua hedionda,<br />

cuando él es muy aseado.<br />

Víctor Hugo toledo Aguilar<br />

<strong>La</strong> tierra había girado sobre su eje una<br />

vez más, ocultando así la ardiente luz<br />

del sol, un escenario irrelevante para<br />

quienes se preocupan solo por envolverse<br />

en sus tibias camas y esperar el<br />

amanecer, sin embargo, quizá esto<br />

puede defender a quienes se encuentran<br />

perdidos, ajenos a ellos mismos,<br />

es curioso como en ocasiones evitamos<br />

el contacto con la oscuridad a lo<br />

largo de nuestras vidas, huimos del silencio<br />

que este provoca, pues al mismo<br />

tiempo, nos obliga a vernos cara a cara<br />

con nosotros mismos, debe ser difícil<br />

cuando prefieres olvidar quién eres y lo<br />

que has hecho.<br />

Alfredo Alànis<br />

155


Observaba Patria en silencio los relámpagos<br />

a través de la ventana empapada la<br />

noche que alguien tocó a su puerta. Sigilosamente,<br />

la señora se levantó a abrir. Mirando<br />

la reja de la entrada moverse por el<br />

viento, y mientras escuchaba sus chirridos<br />

acompañados de la lluvia que golpeaba el<br />

tejado, Patria comprendió, tras asegurarse,<br />

que fuera no había nadie. Prontamente<br />

sintió al viejo acercarse detrás de ella y<br />

preguntarle quien era. Viejo era el apodo<br />

que usaba para referirse a su padre.<br />

—Nadie —le respondió. Sin voltearse,<br />

a Patria se le erizó la piel<br />

Le estaba hablando a un muerto.<br />

Violeta González<br />

Ana camina al anochecer, temerosa, piensa<br />

en aquellas que no volvieron a casa, anhela<br />

no ser una víctima más, anhela.<br />

Alejandro Aldan<br />

El caso era simple, sólo tenía que seguir a<br />

Camila para asegurarme que su identidad<br />

no hubiese sido descubierta por la mafia.<br />

Aquella tarde hacía frío y ella llevaba<br />

un abrigo azul y bufanda blanca; esperé<br />

por horas en mi carro justo frente a su<br />

casa, de repente bum todo se nubló. Me<br />

despertó la llamada del teniente; yo estaba<br />

en el auto, acostado, con el abrigo azul<br />

en el asiento trasero y la bufanda. Quería<br />

que fuera a identificar el cuerpo.<br />

156<br />

Daniela Guadalupe Villarreal Rubio


Estaba solo esperándola, hacía ya<br />

tiempo, que todas las personas a las<br />

que había amado se habían marchado<br />

con ella. Tantas veces invocando su<br />

nombre, que un atisbo de incredulidad<br />

se dejaba entrever en su rostro erosionado<br />

por los años. . Miro por la ventana,<br />

la puesta de sol estaba en su apogeo.<br />

Golpearon tres veces la puerta.<br />

—Entra —dijo.<br />

<strong>La</strong> oscuridad inundo toda la<br />

habitación.<br />

—Es la hora —escuchó—. Llevo mucho<br />

tiempo esperándote. Has sido insaciable<br />

conmigo. Vete, llegas tarde.<br />

Ahora decido yo quedarme —contestó.<br />

<strong>La</strong> oscuridad retrocedió, dejando espacio<br />

a los últimos rayos de sol.<br />

Justo Gonzalo Burcio<br />

<strong>La</strong>s pelé como zanahorias. Como las cabezas<br />

eran duras, las corté como zanahorias.<br />

Después vino el agua caliente para suavizarlas,<br />

como a las zanahorias. Todo se llenó<br />

de un aroma era exquisito. Los perros<br />

se alborotaron, teníamos hambre.<br />

—¿Dónde están? —dijo con los ojos<br />

llenos de rabia.<br />

El detective le mostraba las fotos<br />

de tres mujeres pelirrojas. Sacudía las<br />

imágenes frente a su sucio rostro y repitió<br />

la misma pregunta, ya sin dejo de<br />

paciencia y temiendo la respuesta.<br />

El hombre se aclaró la garganta y<br />

eructó al mismo tiempo que se desabotonaba<br />

cerca del inflamado estómago.<br />

Dengue<br />

157


Recuerdo a mi hermanita Julieta y<br />

nuestros juegos dentro de la habitación<br />

que mi madre había llenado con<br />

muñecas y libros para colorear. Todos<br />

los días después de la comida nos íbamos<br />

a jugar mientras Blanca, mi niñera,<br />

preparaba pasteles en la cocina. Un día<br />

vinieron y nos llevaron con ellos. Dijeron<br />

que íbamos a casa. No son como<br />

los dibujan en <strong>La</strong> Guerra de los Dos<br />

Mundos o en mis libros de ciencia ficción.<br />

Esa misma noche trajimos a Blanca<br />

pero no vio nada, nosotros sí. Ahora<br />

ya somos de otro mundo.<br />

Javier Guerrero<br />

No puedo salir de la habitación. Llevo<br />

varios días intentándolo pero no encuentro<br />

la puerta. Juraría que estaba<br />

frente a la cama, pero esta también<br />

ha desaparecido. Tengo frío y me miro<br />

los pies descalzos y pálidos. Necesito<br />

tomar algo de sol, pero no recuerdo<br />

como se llega al patio.<br />

Hoy me han puesto flores frescas en<br />

el tejado y el agua ha mojado mi rostro.<br />

Creo que esta no es mi casa, ni tampoco<br />

mi dormitorio…<br />

Entre nosotros, a veces pienso que<br />

estoy muerta y enterrada.<br />

158<br />

Gloria de la Soledad López Perera


Los oficiales se acercaron a la casa donde<br />

estaban sentados en la mesa: Cesar,<br />

Claudia, el tío Pedro y Doña Eugenia en<br />

la cocina, cuando miraron a través de<br />

la ventana vieron al tío Pedro beber un<br />

vaso con sangre lleno de ojos, a Cesar<br />

y Claudia compartiendo un hígado del<br />

mismo plato y a Doña Eugenia hirviendo<br />

los huesos de una pierna para la<br />

sopa. Los oficiales salieron corriendo,<br />

pero se escuchó un ruido metálico que<br />

se cerró muy fuerte, mi abuela Eugenia<br />

me miró y me dijo: Deja de escribir y<br />

anda quítale los uniformes a la cena.<br />

Darling Harrison Pérez Olivera<br />

El pasaje. <strong>La</strong> mano del chofer rozando<br />

la piel. <strong>La</strong> mirada de todos los pasajeros.<br />

El roce indecente al ir todos<br />

parados. El asiento vacío. <strong>La</strong> mirada libidinosa<br />

de alguien sobre el desbordamiento<br />

de los senos. El descubrimiento<br />

de esa mirada.<br />

Un vistazo al celular.<br />

Un mensaje sugestivo esperando<br />

a ser visto; luego otro y otro más. <strong>La</strong>s<br />

respuestas condescendientes: ¿Hoy?<br />

¿A qué hora? ¿Dónde te veo? Mientras<br />

un cosquilleo moja el sexo esperando<br />

ansiosa la respuesta.<br />

Escribiendo…<br />

¡Este es un asalto, cabrones! ¡Celulares,<br />

carteras y cosas de valor o se los<br />

lleva la chingada!<br />

<strong>La</strong>s sirenas a lo lejos.<br />

El MP.<br />

Jonathan Santamaría<br />

159


160


CONOCE A<br />

LOS AUTORES<br />

QUE COMPONEN<br />

ESTE NÚMERO<br />

161


Cyan Urón<br />

Uriel López Delgadillo (31 de mayo de<br />

1988) oriundo de Guadalajara, Jalisco.<br />

Entre sus aficiones figuran el dibujo y<br />

el modelado de figurillas artesanales.<br />

Estudió Letras hispánicas en la Universidad<br />

de Guadalajara del 2009 al 2015,<br />

año en que desertó. Ha publicado en<br />

revistas como <strong>La</strong> Cigarra n°0 (2012) bajo<br />

el heterónimo de Jeremías Croy, Numen<br />

n°8 (2010), y <strong>La</strong> <strong>Sirena</strong> varada n°1 (2017)<br />

bajo seudónimo de Cyan Urón.<br />

Ricardo Burnes Romo<br />

Nació y creció en una ciudad minera.<br />

A los quince años leyó On the road y<br />

pensó que su vida adulta sería como<br />

vagabundo viviendo en trenes de alta<br />

velocidad, comiendo a diario chicozapote<br />

en alguna selva sureña de México.<br />

Al final estudió Historia y se fue a vivir<br />

a Monterrey. Ahora se dedica al rescate<br />

del patrimonio documental en el Estado<br />

de Nuevo León.<br />

Pancho Vega<br />

Francisco (Pancho) Vega González nació<br />

el 30 de mayo de 1968 en Cuenca,<br />

Ecuador. Es el mayor de tres hermanos,<br />

hijos del matrimonio formado por Alcibíades<br />

Vega y Susana González. Actualmente<br />

está divorciado y tiene tres hijos.<br />

Estudió diseño gráfico en su ciudad natal<br />

y actualmente trabaja administrando<br />

una finca ganadera de su familia,<br />

lo cual alterna con una pasión recientemente<br />

adquirida, escribir relatos, al<br />

igual que su fallecido padre.<br />

162<br />

Karen E. Villalón<br />

Estudiante de Letras hispánicas Universidad<br />

Autónoma Metropolitana. Tomé<br />

los talleres: Narrativa breve (SOGEM)<br />

con el escritor Gerardo de la Torre, Lectura<br />

y redacción (SOGEM), Cuentos anormales<br />

y relatos contrahechos (Claustro<br />

de Sor Juana) y Creación Literaria en<br />

línea (Sinjania). Ganadora del XIX Concurso<br />

internacional de cuento navideño<br />

por la editorial Ficticia y del Concurso<br />

de Calaveras literarias por la Embajada<br />

Mexicana en Montreal Canadá (2017).


Jorge Henríquez González<br />

Autodidacta, aunque ha asistido a varios<br />

talleres de escritura, entre ellos a<br />

los impartidos por los autores canarios<br />

Alexis Ravelo y Santiago Gil. Se ha presentado<br />

a varios concursos, siendo su<br />

mayor logro, hasta la fecha, ser finalista<br />

en el VI Concurso de Relatos del<br />

Bistró de la Central de Callao (Madrid)<br />

y Mención en Concurso de Relatos Cortos<br />

de la Biblioteca Municipal de Arucas<br />

Rescatando la Memoria.<br />

Juan Luis Henares<br />

Nacido en 1963 en la ciudad de Paraná,<br />

Argentina. Profesor en Ciencias<br />

Sociales. En el año 2004 con el ensayo<br />

Treinta mil imprescindibles obtuvo el<br />

Primer Premio en el Concurso de Ensayos<br />

Memorias y Dictadura, organizado<br />

por Universidad Nacional de Entre<br />

Ríos y Universidad Autónoma de Entre<br />

Ríos. Desde noviembre de 2015 escribe<br />

cuentos y relatos, algunos de los cuales<br />

han obtenido premios y/o han sido publicados<br />

en antologías.<br />

Reinier del Pino Cejas<br />

Nació en la Habana, Cuba. Escritor de<br />

cuentos, poesía, teatro, guiones radiales<br />

y literatura para niños. Actualmente<br />

se desempeña como Coordinador de<br />

Producción Radiofónica en la Emisora<br />

Provincial Radio Artemisa, donde escribe<br />

varios programas. Ha obtenido premios<br />

en poesía, relato, fábula y ensayo en concursos<br />

internacionales en España, Uruguay,<br />

Chile, México, Argentina, Puerto<br />

Rico. Obras suyas se encuentran publicadas<br />

en antologías en diferentes países.<br />

Jesús Valdemar Pool Canul<br />

Nacido en febrero de 1995. Estudiante<br />

de medicina en Yucatán, México. De espíritu<br />

literario, pero también indeciso,<br />

comenzó a escribir esta semana. Solo<br />

aspira a no estar creando basura.<br />

163


Anaga Manrique<br />

Pedro de la Rosa Rodríguez, nacido y<br />

residente en Santa Cruz de Tenerife,<br />

España. Cuando se dio cuenta que leía<br />

y releía párrafos enteros para saborearlos<br />

y comprender mejor cómo estaban<br />

redactados y por qué conseguían hacerlo<br />

sentir determinadas reacciones,<br />

supo que escribir era el siguiente paso.<br />

Gabriela Manchini<br />

Gabriela Manchini nació en San Carlos<br />

de Bariloche, Argentina, rodeada de<br />

bosques y montañas. Estudió en Buenos<br />

Aires: Es licenciada en comunicación<br />

social, periodista y trabaja como<br />

profesora de comunicación y literatura.<br />

Poeta de alma, cuentista de a ratos y<br />

comunicadora siempre; su vida gira en<br />

torno a las palabras.<br />

Hernando Orozco Losada<br />

Médico y Magíster en Sociología de<br />

la Universidad del Valle, estudios de<br />

Especialización en filosofía política<br />

contemporánea y de Maestría en Literaturas<br />

Colombiana y <strong>La</strong>tinoamericana.<br />

Docente varios años de sociología<br />

y publicó artículos de investigación y<br />

ponencias nacionales e internacionales<br />

(CvLAC-RG). Tiene algunos cuentos<br />

publicados en Colombia Y España.<br />

Ruth Ríos Reséndiz<br />

María Ruth Ríos Reséndiz (Guadalajara,<br />

1982). Licenciada en Estudios Políticos<br />

y de Gobierno en la Universidad de<br />

Guadalajara; trabaja en actividades enfocadas<br />

a la cultura y el arte; profesora.<br />

164


Francisco Santoyo Pérez<br />

Francisco Santoyo Pérez nació en la<br />

Ciudad de México en 1992. Estudió Filosofía<br />

en la Facultad de Filosofía y Letras<br />

de la UNAM. Actualmente trabaja para<br />

una empresa inhumana y sin rostro.<br />

Lucha consigo mismo por ser escritor.<br />

Ramiro Garza Dominguez<br />

Ingeniero en sistemas computacionales<br />

con maestria en inteligencia artificial,<br />

profesor-investigador, amante de<br />

la ciencia y la literatura en general.<br />

Miriam Guadalupe Ubaldo Colín<br />

Estudiante de Ciencias Políticas y<br />

Administración Publica en el Grupo<br />

Colegio Mexiquense durante cuatro<br />

semestres. Actualmente estudia Artes<br />

Plásticas en la UAEMEX. Toca el violín y<br />

es bajista en la Tuna Femenina Verde y<br />

Oro de la UAEMEX.<br />

Daniel Frini<br />

Argentina, 1963. Ingeniero, escritor y<br />

artista plástico. Publicó en revistas, en<br />

blogs y en antologías de Argentina, España,<br />

México, Colombia, Chile, Perú;<br />

y, además, traducido y publicado en<br />

Italia, Portugal, Brasil, Francia, Estados<br />

Unidos, Canadá, Uzbekistán, Hungría<br />

y Grecia. Publicó Poemas de Adriana<br />

(Libros en Red, 2000 / Artilugio Ediciones,<br />

2017), Manual de autoayuda para<br />

fantasmas (Editorial Micópolis, 2015).<br />

entre otros.<br />

165


Allen Schavelzon<br />

Ha escrito desde su adolescencia pues<br />

su pasión por las letras es casi nata,<br />

definiendo su estilo en una amalgama<br />

de tintes oscuros y auras melancólicas.<br />

Actualmente funge como estudiante,<br />

redactora independiente, promotora<br />

de la lectura y en sus ratos libres es autora<br />

del blog <strong>La</strong> Rosa de Jericó.<br />

Juan Pascal<br />

Licenciado en Economía. Obtuvo uno<br />

de los accésit en el I, <strong>II</strong> y <strong>II</strong>I Certamen literario<br />

Sierra de Francia con unos relatos<br />

titulados <strong>La</strong> búsqueda, <strong>La</strong> mujer del paraguas<br />

y Por su alma, respectivamente.<br />

Además, su relato Los heraldos del bosque<br />

fue seleccionado y publicado en la<br />

antología Kalpa <strong>II</strong>I Relatos satánicos de<br />

Castilla y León.<br />

Mariana Isabel Sánchez Ochoa<br />

Nacida el 19 de julio de 2002 en Acámbaro,<br />

Guanajuato. Tiene quince años. Actualmente<br />

vive en León y cursa el segundo semestre<br />

de preparatoria en la Universidad<br />

De <strong>La</strong> Salle Bajíio, Campus Américas.<br />

Emmanuel Torres Hernández<br />

Nacído el dia 3 de junio, en la ciudad de<br />

León, Guanajuato. Es hijo de María Gabriela<br />

Hernández Juárez y José Juan<br />

Torres Plasencia, tercer hijo de cuatro.<br />

Estudió el preescolar, primaria, secundaria<br />

y actualmente estudia la preparatoria<br />

en la Universidad de la Salle Bajío<br />

Campus Américas, Cursa el segundo semestre;<br />

le gusta practicar deporte y ver<br />

videos en Youtube.<br />

166


Manuel Rodriguez<br />

Nació en el valle del Alto Chicama región<br />

<strong>La</strong> Libertad Perú en junio de 1951. Se<br />

identifica como AUTODIDACTA para<br />

contar sus experiencias vividas en los<br />

lugares por donde anduvo trabajando<br />

en el Montaje de Empresas Industriales,<br />

conviviendo en campamentos, junto<br />

a otros miles de trabajadores como<br />

él; es miembro virtual del Círculo<br />

<strong>La</strong>tinoamericano de Escritores (CLE)<br />

y administrador de la página Web<br />

<br />

Valeria Dianei Aceves Estrada<br />

Nacida el 24 de mayo de 2002 en la cuidad<br />

de León, Guanajuato. Es la menor<br />

de cuatro hijos. Estudia la preparatoria<br />

en la Universidad de la Salle Bajío,<br />

Campus Américas. Vive actualmente<br />

en león Guanajuato zona centro con su<br />

familia.<br />

Santos Romeo Barrientos Aldana<br />

Nacido en Puerto Barrios, Izabal, Guatemala.<br />

Es estudiante en la Facultad de<br />

Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad<br />

de San Carlos, escribe ensayos de<br />

distintos temas en blogs y revistas. Se ha<br />

desempeñado en el área jurídica. Es investigador<br />

y aprecia las letras. Ha participado<br />

en foros, diplomados y en distintos<br />

concursos de carácter académico.<br />

Rodrigo Alberto Montera<br />

Rodrigo Alberto Montera es licenciado<br />

en Literatura y Creación Literaria por<br />

el Centro de Cultura Casa <strong>La</strong>mm, también<br />

es director de la compañía de teatro<br />

Rodar la casa y durante cuatro años<br />

fue coordinador del bachillerato en el<br />

Liceo Mexicano de Humanidades. Actualmente<br />

radica en Madrid, España.<br />

167


Aly Cañizales<br />

Escritor regiomontano, su inspiración<br />

llegó a partir de un sueño, complementando<br />

que su sueño fue siempre<br />

ser escritor, A sus 29 años comenta<br />

que desde pequeño se interesó en<br />

la lectura y en las bellas artes como<br />

la fotografía, el teatro, la pintura y la<br />

música. Es fiel seguidor de escritores<br />

digitales españoles tales como Fernando<br />

Trujillo Sáenz, y Cesar García.<br />

Cosme<br />

Nació en el puerto fronterizo de Nuevo<br />

<strong>La</strong>redo, Tam. Donde pasó su infancia<br />

y parte de su juventud. Después se<br />

trasladó a la Ciudad de Morelia, Mich.,<br />

dónde estuvo algunos años paseando<br />

y aprendiendo. Ahora nuevamente vive<br />

en el Norte del País con su bella esposa e<br />

hijo. Dedicado actualmente a la docencia,<br />

al Kendo, su iglesia y otras actividades,<br />

nunca perdió el gusto por la lectura.<br />

Aurora Ceres<br />

Nacida el 13 de septiembre de 1988<br />

en Londres, Reino Unido. De madre<br />

mexicana y padre irlandés, ha escrito<br />

desde que tiene memoria. Es egresada<br />

de la carrera de Ingeniería en sistemas,<br />

la cual estudió en la Universidad del<br />

Valle de México. Entre sus principales<br />

pasiones destacan la caza deportiva, la<br />

tauromaquia, la literatura, cocinar y el<br />

estudio formal del fenómeno OVNI. Ha<br />

públicado cinco novelas con su nombre<br />

real.<br />

168<br />

José Luis Vázquez<br />

Editor, cantautor, investigador privado<br />

retirado y estudiante de la carrera<br />

de Lengua y literatura hispánica en<br />

la facultad de filosofía y letras de la<br />

UNAM y exalumno de la Universidad<br />

del Valle de México y la Universidad<br />

Autónoma Metropolitana. Además<br />

de diversos premios literarios en Japón,<br />

ostenta el segundo lugar como<br />

mejor jugador de Super Contra en<br />

Retroachievemens


Marco Antonio Ayala García<br />

Redactor y coolaborador en Robotto<br />

Comics.<br />

Israel Montalvo<br />

Artista multidisciplinario que ha<br />

desarrollado en su mayor parte una<br />

obra narrativa (tanto literaria como<br />

en el arte secuencial) en la cual<br />

aborda principalmente temáticas<br />

como metaficción, el horror en todas<br />

sus manifestaciones, y la condición<br />

humana.<br />

Anys Felici<br />

Anys Felici nace un veintisiete de febrero<br />

de 1982 en Zapopan. Desarrolla facilidad<br />

por el dibujo técnico, y le llama la<br />

atención la arquitectura. Es la primera<br />

integrante de la familia que ingresa a<br />

una licenciatura, estudia Administración<br />

Financiera en la Universidad de<br />

Guadalajara. Actualmente tiene 35<br />

años, vive en el mismo pueblo, sigue<br />

casada, tiene dos hijos y trabaja como<br />

administrativo en una empresa de productos<br />

para el campo.<br />

169


SÉPTIMA<br />

CONVOCATORIA<br />

DE MICROCUENTO,<br />

ENSAYO Y RELATO<br />

«LA SIRENA VARADA,<br />

REVISTA LITERARIA»


«<strong>La</strong> sirena varada, revista literaria», publicación digital mexicana en castellano,<br />

especializada en relato corto, ensayo y microcuentos, convoca a todas aquellas<br />

personas que quieran colaborar con la publicación de textos en el octavo y<br />

noveno número de la revista, los cuales se publicarán en junio y julio del 2018<br />

respectivamente. Todas las obras deberán ser originales e inéditas, y deberán<br />

apegarse a los siguientes lineamientos:<br />

• Ensayo: <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 3000 caracteres (contando<br />

también los espacios) y máximo de 5000. Los trabajos deberán tratar el<br />

tema de la influencia de la lectura en la juventud.<br />

• Relato: Se recibirán relatos que entren dentro del género del terror, ciencia<br />

ficción y policial. <strong>La</strong> extensión deberá ser mínimo de 4000 caracteres (contando<br />

también los espacios) y máximo de 6000.<br />

• Microcuento: Se recibirán microcuentos dentro del género del terror, ciencia<br />

ficción o policial y con una extensión máxima de cien (100) palabras en<br />

idioma español. No deberá llevar título y cada participante podrá enviar solo<br />

un microrrelato.<br />

Sólo se podrá participar en una de las tres categorías especificadas. El formato<br />

de envío para los textos será .txt .doc o .docx, no se tomará en cuenta cualquier<br />

otro formato. El tipo y tamaño de letra, así como el interlineado no tienen relevancia.<br />

El nombre del archivo deberá estar estructurado de la siguiente forma:<br />

Categoría_ApellidosNombre (del autor). Y deberán ser enviados con el asunto «7°<br />

convocatoria la sirena varada» a:<br />

contactoeditorial@editorialdreamers.com<br />

En el cuerpo del correo deberán incluir: Nombre completo o seudónimo con el<br />

que se desea publicar, correo electrónico para contacto, una biografía de no más<br />

de 70 palabras y una fotografía del autor. Si la información no se encuentra como<br />

ha sido solicitada, se descatará de inmediato la participación.<br />

El plazo de recepción de trabajos terminará el viernes 1º de junio a las 23:59 horas<br />

UT-6:00 (CST). Se seleccionarán cinco (5) ensayos, quince (15) relatos y veinte (20)<br />

microcuentos para cada uno de los números, siendo un total de diez (10) ensayos,<br />

treinta (30) relatos y cuarenta (40) microcuentos, los cuales serán anunciados el<br />

día viernes 8 de junio a través de nuestras redes sociales y nuestro sitio web,<br />

Cabe aclarar que las fotografías, así como las biografías, serán utilizadas para<br />

hacer una mención de los autores dentro de la revista. Al ser una publicación digital<br />

sin fines de lucro, no existirá premio en metálico. Sólo se entregará un reconocimiento<br />

digital a los autores seleccionados.<br />

¡Esperamos su participación!


en nuestro siguiente número:<br />

Más entrevistas,<br />

más cuentos y microcuentos,<br />

y todo lo que ustedes aman<br />

leer en esta, su revista

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