Entrelíneas 77

Social
la once del 56’
Por Lucas Ulloa Intveen
Corría el año 90’ en Linares cuando, después de 40 años de haberse conocido por primera vez,
volvía a juntarse el curso B de la Escuela nº2 de la ciudad. El lugar del encuentro era la Estación de
Ferrocarriles, frente a la casa de quién habría sido su profesora aquellos años de primaria. Fueron solo
seis años los que estuvieron juntas, del 50’ hasta el 56’, pero eso fue suficiente para crear un lazo que
persiste hasta el día de hoy.
La iniciativa inicial fue de la profesora.
Había sido el primer curso que ella
enseñaba y cuando se encontraba con alguna
de sus ex-alumnas por las calles insistía en
que debían juntarse, que debían reunir a
sus compañeras, acercar al curso. Así
lo recuerda Raquel Gutiérrez, una
las alumnas del curso: “siempre nos
recordaba: cuándo van a venir a mi
casa, cuándo se van a reunir. Y ahí
empezamos nosotras a juntarnos,
a llamarnos unas con otras o
encontrarnos en la calle, donde fuera
y ahí nos empezamos a juntar. Hasta
cuando llegamos a esa reunión de la
Estación de Ferrocarriles, y ya para al
16, a los ocho días después, nos juntamos
en la casa de ella.”
La fecha no era puesta al azar, habían
escogido el 16 de octubre ya que ese día se
Once en casa de Violeta. Gentileza de Carlos Cornejo.
La once es una vez
en la casa de una y
luego en la casa de otra y
así dan la vuelta al año. Para
ellas es una oportunidad para
reflexionar, reencontrarse y
acompañarse continuamente
en esta difìcil aunque feliz
etapa de sus vidas
conmemora en Chile la labor de los profesores
de educación básica y media. Era un homenaje
para aquella profesora que tanto les enseñó en
el colegio y aún después de que se dispersaran
a distintas partes. “Llegamos el día del
maestro, el día 16 de octubre con torta, con
licores, con bebida, a saludarla a ella. Y
ella cuando nos recibió, nos reconoció
a todas. Nos iba nombrando a medida
que íbamos entrando a su casa, a
medida que íbamos entrando, a todas.
Desde esa época”, recuerda Raquel.
De ahí en adelante no pararon
más. Durante los años 90’, cuando la
profesora aún estaba viva, se juntaban en
distintas partes de la zona. Por el Huapi,
Quinamávida, Molina o el Cracatóa,
cualquier lugar era digno para preparar un
buen festín.
16