REVISTA DE SEPTIEMBRE

Mundo Plural
En efecto, la proyección de poder de un actor preeminente sobre un determinado
espacio del globo supone la protección de dicho espacio ante “requerimientos”
provenientes de determinadas instituciones internacionales. El experto Pedro Baños
señala que Omar al Bashir, mandatario de Sudán, sobre el que desde 2009 pesa
una orden internacional de arresto por crímenes contra la humanidad y crímenes
de guerra llevados a cabo en Darfur, cuenta con el sostén de Pekín, por la sencilla
razón que ese país africano, como otros, es primordial para las necesidades chinas
en materia de recursos.
La actual política basada en “el interés nacional primero” ha implicado prácticamente
la abierta exclusión de las entidades multilaterales. Pero desde bastante antes de
la irrupción de Trump el multilateralismo sufre una devaluación prácticamente sin
precedentes; incluso desde antes de la crisis en Libia (2011), cuando el Consejo de
Seguridad autorizó la intervención en el país norteafricano con fines humanitarios.
La “desnaturalización” del objetivo de la intervención clausuró toda autorización de
intervención posterior, hecho que explica la catástrofe humanitaria en Siria y en
otros sitios. El estado de bloqueo que existe en el Consejo de Seguridad ha llevado a
que numerosos conflictos en el mundo sean actualmente “zonas de guerra libres
del derecho internacional humanitario “ZGLDIH”)”.
Más aún, en la misma Unión Europea, ese espacio “supraestatal” que aspira por
influjo de Alemania a convertirse en una potencia civil, es decir, un actor propagador
y ejecutor del derecho internacional, el multilateralismo sufre serios reveses,
pues en segmentos como las armas nucleares Europa acompaña los esfuerzos antidesnuclearizadores
de las “potencias nucleares legítimas”, que regularmente hacen
fracasar en el seno de la ONU la convocatoria a una gran conferencia sobre el tema.