PJC 03 - Prieto - Interpretacion YUMPU

LUIS PRIETO SANCHÍS
discurso público y periodístico, presentando muchas veces a
los jueces como si fuesen unos agentes políticos del mismo
tipo que los ministros o los parlamentarios. Ocurre que la
propia filosofía del Derecho parece haberse hecho eco de ese
cambio de rumbo y hoy es más frecuente encontrar ensayos
sobre los límites del juez que sobre los límites del legislador,
más argumentos en favor de la opción mayoritaria encarnada
en la ley que en defensa de la opción elitista -y el calificativo
es del todo revelador- representada por el juez. La reacción
puede ser comprensible en el marco de una Constitución normativa,
rematerializada y de principios que casi naturalmente
hace descansar en el poder judicial la garantía de su vigencia
universal. Mucho se ha escrito sobre la cuestión, pero parece
evidente que aplicar principios y derechos fundamentales en
todo tipo de conflictos y relaciones jurídicas no es equivalente
a la aplicación de leyes; al juez se le proponen unos
amplísimos, imprecisos y a veces contradictorios estándares
normativos y, al propio tiempo, se le ordena que asegure su
virtualidad en toda situación, desde un pleito sobre arrendamientos
urbanos a un proceso penal, desde el control abstracto
de la ley al enjuiciamiento de una relación jurídico privada.
El resultado no podía ser otro que el protagonismo judicial. El
constitucionalismo desemboca en judicialismo, al menos si la
cuestión se contempla desde la tradición del Estado de Derecho
europeo. Frente a esta realidad, ya he sugerido que nuestra
filosofía del Derecho parece ofrecer dos clases de respuestas
que en principio pudieran reputarse contradictorias, pero que
a mi juicio aún no se han contrastrado plenamente en un debate
abierto de forma explícita; es más, en ocasiones da la
impresión de que algunos autores las han defendido conjunta
o sucesivamente. La primera combina una tesis fuertemente
realista en el ámbito teórico con una posición mayoritaria y
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