PJC 03 - Prieto - Interpretacion YUMPU

LUIS PRIETO SANCHÍS
o contrafáctico que quiera postularse, hay preguntas últimas
respecto de las cuales el acuerdo intersubjetivo se me antoja
inviable, fáctica y racionalmente.
Y no sólo inviable, sino a la postre enmascarador, pues
permite presentar la decisión como la única, o la mejor, respuesta
jurídica y moral, desactivando la crítica y, de paso,
legitimando la irresponsabilidad de quien decide. Tomarse
en serio a Hércules no es saludable para nadie; no es saludable,
en primer lugar, para el propio Hércules quien, después
de efectuar una profunda indagación en los fundamentos
morales del sistema jurídico, adopta una tranquilizadora decisión
cuyo presupuesto (no demostrable) es la coherencia
entre el Derecho positivo y la moral buena; y no es saludable
para la sociedad en su conjunto, que por las mismas razones
queda argumentativamente inerme ante la iluminada decisión
de un sujeto omnisciente.
Este es un riesgo que tal vez pueda percibirse en algunos
desarrollos de la teoría de la argumentación jurídica. No me
importa reiterar que, a mi juicio, ésta representa una de las
orientaciones más fecundas de la actual filosofía del Derecho
y también de las dogmáticas más elaboradas, pues su objetivo
es ofrecer al intérprete las herramientas más sofisticadas para
controlar y justificar racionalmente la aplicación del Derecho,
especialmente en los casos difíciles. Y es verdad también
que la teoría de la argumentación es compatible con una versión
débil o no extremadamente realista de la tesis de la
discreción. Sin embargo, la insistencia que algunos de sus
representantes expresan acerca de una relación necesaria
entre el Derecho (positivo) y la moral (justa o crítica), siquiera
sea a través de la muy modesta pretensión de corrección,
apunta en la dirección aquí señalada; o, cuando menos, lleva-
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