PJC 03 - Prieto - Interpretacion YUMPU

LUIS PRIETO SANCHÍS
y de los derechos que ésta consagra descansa, y sólo puede
descansar eficazmente, en su garantía judicial. Que los jueces
gocen de un margen de discrecionalidad y que gocen de él
muy especialmente en la aplicación de las cláusulas constitucionales
puede encerrar un insuprimible residuo de
ilegitimidad, pero la terapia no puede venir de la mano de una
restricción de su competencia porque ello equivaldría a restringir
la virtualidad misma de la Constitución.
La terapia que aquí se propone reside en la asunción colectiva
de lo que he denominado como carácter heterónomo
del Derecho judicial, carácter que reclama un especial esfuerzo
de motivación y justificación de las decisiones a partir
naturalmente de argumentos morales, pero de argumentos
cuyo valor no reside en su fundamentación objetiva a partir
de algún sistema de moralidad indiscutible, sino en las buenas
razones que puedan aportar al caso y que siempre podrán
ser desafiadas por nuevas y alternativas razones. Hoy pienso
incluso que este modo de proceder sería muy conveniente
para el propio procedimiento legislativo, acostumbrado a finalizar
toda discusión haciendo gala de su legitimidad
democrática, que es sin duda una razón formal que permite
terminar el debate, pero sin aportar ninguna razón sustantiva
sobre la justicia de la decisión.
No creo que todas estas ideas fueran muy originales hace
veinte años y lógicamente no creo que lo sean hoy. Representan
tan sólo la expresión de una forma de concebir el Derecho
que en términos generales (y con toda la imprecisión que tiene
la palabra) suele calificarse como positivista. Con todas
sus limitaciones teóricas, que son muchas, ahí puede residir
el interés del libro, en ser la obra de un positivista aún vivo
ahora que casi todos anuncian que el positivismo ha muerto.
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