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A la Inversa Marzo 2019

A la Inversa comparte una visión feminista en la máxima de equidad de género para restablecer el equilibrio social.

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Por un <strong>la</strong>do tenemos lo que nos dice Marx acerca de <strong>la</strong> lucha de c<strong>la</strong>ses: que ninguna c<strong>la</strong>se, en<br />

forma espontánea, ha renunciado a sus privilegios, sino que <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se opositora ha tenido que<br />

arrebatárselos al calor de <strong>la</strong> lucha. Y entre tanto os dice Engels: “El antagonismo de c<strong>la</strong>ses<br />

coincidió en el desarrollo del antagonismo entre <strong>la</strong> mujer y el hombre” y más ade<strong>la</strong>nte nos dice el<br />

mismo Engels: “Los medios más vergonzosos, el robo, <strong>la</strong> violencia, <strong>la</strong> perfidia, <strong>la</strong> traición, minaron<br />

<strong>la</strong> antigua sociedad de <strong>la</strong> “Gens” (Matriarcado o sociedad mixta) donde no se conocía <strong>la</strong> división<br />

de c<strong>la</strong>ses”.<br />

La organización del Matriarcado existió en todas partes del mundo, porque obedeció a toda una<br />

época histórica. En el viejo continente, se l<strong>la</strong>mó en general, “C<strong>la</strong>n”; en América se l<strong>la</strong>mó “Gens”. De<br />

ahí viene <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “gentiles” a quienes tanto persiguió <strong>la</strong> religión católica.<br />

El antagonismo entre mujer y hombre, comenzó pues, desde tiempo inmemorial, aunque<br />

todavía en el siglo pasado se han encontrado pueblos primitivos en los cuales, estos dos factores<br />

no entraban en pugna. En África, hasta 1864 se vivía en pleno régimen matriarcal. “En 1651 (nos<br />

dice Engels): “Cuando los iroqueses vencieron a los Dioses y a <strong>la</strong> nación neutral les propusieron<br />

entrar en <strong>la</strong> “confederación” con idénticos derechos. Todos iguales y libres. Todavía no hay sitio<br />

para los esc<strong>la</strong>vos y en general tampoco para <strong>la</strong> servidumbre de <strong>la</strong>s tribus extrañas”. En Grecia, <strong>la</strong>s<br />

mujeres ejercieron en diferentes períodos el mando. En Egipto, en el Valle del Nilo, esa cuna de <strong>la</strong><br />

civilización, <strong>la</strong>s mujeres del tiempo de Herodoto, tenían una posición tan privilegiada, que los<br />

griegos l<strong>la</strong>maban a Egipto “un país al revés”. Ignoraban que unos siglos antes, Grecia había<br />

presentado el mismo fenómeno que Egipto.<br />

En virtud de los numerosos favores de <strong>la</strong> Diosa Isis (escribe Diódoro de Sicilia), habíase<br />

establecido que <strong>la</strong> reina de Egipto fuera más poderosa y más respetable que el Rey” (Nota<br />

tomada de Pablo Lafargue en su libro: El Matriarcado”). Según el régimen femenino, tenían sus<br />

respectivas deidades: Isis era <strong>la</strong> diosa Madre, símbolo de <strong>la</strong> naturaleza. Tenían también a <strong>la</strong>s<br />

“Euménides”, personajes simbólicos que defendían el derecho materno. Entre los Germanos,<br />

también disfrutaban el derecho materno. Entre los Germanos, también disfrutaban <strong>la</strong>s mujeres<br />

de <strong>la</strong>s mismas ventajas que en los pueblos citados. Entre el<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> forma de organización dentro<br />

del Matriarcado se l<strong>la</strong>maba “C<strong>la</strong>n”. Respecto a <strong>la</strong> Gens, entre los germanos, veamos esta otra nota<br />

de F. Engels:<br />

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