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Expocultur #81

Revista Expocultur / Edición Número 81 - 2019

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Playa de La Pelosa, con su torre española, en Stintino<br />

Al interior, Cerdeña es naturaleza desbordante; es montaña,<br />

agreste y virgen. A contrapunto de la costa, el corazón de<br />

la isla palpita a otro ritmo, mucho más pausado. Es ahí donde<br />

se halla la esencia de las tradiciones y la más auténtica hospitalidad<br />

sarda. Entre bosques, cascadas y ríos, las granjas y los<br />

pequeños pueblos suponen una auténtica inmersión en el<br />

mundo antiguo de la isla, con sus ecos del pasado, sus fiestas<br />

populares y trajes típicos; un delicioso encuentro con la charcutería<br />

de montaña, el queso, las castañas y avellanas, con el<br />

típico pan carasau y una copa de buen vino Cannonau.<br />

Un museo a cielo abierto<br />

Más allá de su riqueza natural, o precisamente por ello,<br />

Cerdeña ha visto ir y venir a prácticamente todas las civilizaciones<br />

mediterráneas, y sus huellas hacen de la isla un auténtico<br />

museo a cielo abierto.<br />

Menhires, dólmenes, domus de Janas, pozos sagrados,<br />

tumbas de gigantes, complejos nurágicos… Habitada desde<br />

hace más de cuatro mil años, Cerdeña es la Stonehenge del<br />

Mediterráneo. Recorrer la isla es como hojear las páginas de un<br />

grueso libro de arqueología, y uno de sus capítulos más<br />

importantes es el que corresponde a Pranu Muttedu y sus<br />

Perdas Fittas, los vestigios mejor conservados de la civilización<br />

neolítica. También están las domus de Janas en la Barbagia,<br />

estructuras excavadas en la roca que nos hablan de hadas y<br />

de brujas. O las más de siete mil torres de piedra que se<br />

encuentran por toda la isla: los nuraghe, huellas invaluables de<br />

la civilización que floreció a principios de la Edad de Bronce<br />

(mediados del segundo milenio a.C.) y llegó hasta la Edad de<br />

Hierro (s.IX a.C.), distinta a todas las otras culturas del<br />

Mediterráneo. Hoy, además, símbolo inequívoco de la riqueza<br />

cultural de Cerdeña.<br />

Y desde aquel origen remoto, Cerdeña ha sido un no parar.<br />

Fenicios, romanos, bizantinos, musulmanes, aragoneses…,<br />

todos han pasado por ahí, y una magnífica colección de edificios<br />

históricos, antiguas iglesias, sitios arqueológicos, museos,<br />

monumentos…, son, precisamente, el testimonio indiscutible<br />

de ello. El Tuvixeddu –la mayor necrópolis fenicio-púnica del<br />

Mediterráneo (s.VI-III a.C.)– y la ciudad púnica (hoy yacimiento<br />

arqueológico) de Tharros, las termas romanas de Sardara, las<br />

catacumbas de Sant'Antioco, la basílica románica de Saccargia,<br />

la catedral gótica y los bastiones de Alghero, los complejos<br />

mineros de Arbus y Guspini, el castillo de Serravalle y el de<br />

Sanluri, el palacio Boyl, las torres pisanas de Calgiari, las plazas y<br />

los edificios históricos en Sassari… Un patrimonio casi inabarcable<br />

hace de esta isla un maravilloso museo a cielo abierto.<br />

Cerdeña rural, Cerdeña urbana<br />

Pequeños pueblos, paisajes imposibles, playas de ensueño…<br />

Sí, el encanto de Cerdeña es eminentemente rural, pero,<br />

una vez más, este destino es mucho más que eso. La Cerdeña<br />

urbana invita a subir un poco el ritmo, pero no por ello abandonar<br />

el encanto apacible que se disfruta en toda la isla.<br />

Por supuesto, la principal representante de la Cerdeña más<br />

urbanita es su capital, Calgari, una ciudad de una belleza artís-<br />

35 / EXPOCULTUR

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