Edicion 20190708

Lu n e s 8 de julio de 2 019 /17
C u l t u ra s
c u l t u ra s @ p a g i n a s i e te . b o EDITORA: MILEN SAAVEDRA
Fotos: Sala A1 Producciones
AFP
Joao Gilberto en un concierto de 2008, en Sao Paulo, Brasil.
Draco Rosa durante el concierto del sábado, que formó parte de su gira Monte sagrado.
El músico puertorriqueño se presentó el sábado
Draco Rosa: “Estar en La Paz,
Bolivia, me llena el corazón”
l CONCIERTO El recital, de más de una hora, incluyó un repertorio de
temas como Esto es vida,Va g a b u n d o ,Penélope, Madre tierra yComo me acuerdo.
Estaba arruinado, enfermo y solo
El triste final de
Joao Gilberto, voz
de la bossa nova
l HOMENAJE Ayer, se le dedicó un minuto de
silencio en la final de la Copa América, en Brasil.
Milen Saavedra / La Paz
“
Para mí es parte de la sanación
de la vida compartir
con otros seres humanos.
Estar en Bolivia, me llena el corazón,
y dejaré varias lágrimas
aquí en las calles de La Paz. Muchas
gracias”, con estas palabras
el músico de origen puertorriqueño
Draco Rosa se despidió
del público que asistió a verlo
el sábado 6 de julio, en el hotel
Real Plaza.
El cantante, compositor, productor
y ganador de múltiples
premios a nivel internacional
presentó un repertorio que incluía
20 canciones, durante más
de una hora.
Interpretó éxitos como Esto es
vida, Va g a b u n d o, Penélope, Madre
t i e r ra y Como me acuerdo, entre
otras composiciones que iban
del rock latino a la balada romántica,
pasando por el reggae.
Durante el recital, el cantante
recordó su anterior presentación
en La Paz, que fue en julio de
2015 en el Teatro al Aire Libre.
“Recuerdo que era frío. Fue
histórico. En lo personal, me encantó,
pero estamos mucho mejor
aquí, está todo el mundo más
tranquilo. Lindo. Gracias a todos
por la oportunidad de volver
a La Paz”, comentó.
El público coreó todas las canciones
y vitoreó al artista, que no
dejaba de agradecer.
“No me gusta eso de ‘í d o l o’,
deja un poco de peste; prefiero
que me vean como un amigo. Les
agradezco de corazón que hayan
sacado su tiempo y de su bolsillo
para venir a compartir con nosot
ro s ”, afirmó.
En el concierto, el músico, que
portaba su característico sombrero,
demostró mucha energía,
a pesar de haber llegado menos
de 24 horas antes. “No hay nada
mejor que bailar, me encanta
bailar”, aseguró.
El músico hizo un recorrido por sus éxitos con ritmos que iban desde el rock a la balada.
AFP / Río de Janeiro, Brasil
Como si quisiera despedirse
mostrando una vez más que
nadie puede tener el control sobre
su imagen, Joao Gilberto salió
pocos días antes de morir de
su reclusión de los últimos años
y cenó en un restaurante carioca.
El mítico músico, fallecido el
sábado a los 88 años, apareció el
martes pasado en un establecimiento
de Leme, en una de las
extremidades de la playa de Copacabana,
junto a su compañera
Maria do Céu Harris y su abogado
Gustavo Carvalho Miranda,
quien colgó fotos de la velada.
Comió mariscos, su plato preferido,
y bebió un vino portugués.
En el camino de vuelta, “re-
cordó dos shows con cenas de
gala, especialmente uno en Nueva
York, después de una presentación
en el Carnegie Hall, y otro
en Italia. También recordó otra
cena después de un show en
R í o”, contó su abogado al diario
O Globo.
Esa fue de hecho la “despedi-
da”pública del hombre cuya voz
delicada cantando Garota de Ipanema
sigue cautivando al mundo
60 años después de su grabación.
Y fue probablemente una tregua
en la dureza de los últimos años,
agravada por el deceso en diciembre
de su exesposa Miúcha,
otro nombre asociado al auge de
la música brasileña a partir de fines
de los años 50, con quien
mantenía un contacto telefónico
asiduo, según la prensa.
Arruinado, enfermo y solo en
una casa prestada en Río de Janeiro,
la tristeza que envolvió a
este artista en los últimos años
parecía no tener fin. “En su obsesión
por el control, Joao Gilberto
tenía la ambición de parar el
mundo para ejercer su arte. Delante
del micrófono, lo consiguió.
Fuera del escenario, fue lo
contrario: nunca tuvo control sobre
su vida. Se acostumbró a delegarla
en otros (...) pero la vida
escribe sus propios versos y, a veces,
desafina”, escribió Ruy Castro,
autor del libro sobre la bossa
nova Chega de Saudade, en el diario
Folha de S. Paulo.
Pese -o por- su genialidad, Joao
Gilberto nunca fue una persona
fácil. Su perfeccionismo obsesivo
y sus excentricidades -como
su reclusión en pijama en casa o
su fobia social (apenas entreabría
la puerta para recibir diariamente
comida de un restaurante)-
lo hicieron tan famoso como
sus preciosas interpretaciones
de Desafinado,C o rc o v a d o oChega de
S audade, a menudo en dúo con su
primera esposa Astrud Gilbert
o.
Su influencia fue tal que ayer,
la final de la Copa América, entre
Brasil y Perú en el Maracaná, se
inició con un minuto de silencio
por la muerte de Joao Gilberto.