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La explicación no deja lugar a dudas; y de un cuidadoso examen de todas las
palabras se desprende la absoluta certeza -sin temor a errar- de que se trata de la
capital de Córcega.
Por lo que respecta al segundo verso, puede parecernos un tanto sibilino y
enigmático, pero basta un momento de reflexión para descartar cualquier clase de
duda. La testa rapada en Francia, a principios del siglo pasado, fue un exclusivo
atributo de Napoleón, que nunca quiso llevar peluca, a diferencia hasta aquel entonces
de los personajes reales, sistemáticamente representados por pintores y retratistas con
largas melenas ensortijadas.
Este particular detalle podría causar alguna extrañeza a los hombres de hoy, pero en
los días aquellos en los que Napoleón empezó a imponer su autoridad y su prestigio,
causó un efecto extraordinario entre las tropas y entre la población que le estaba
sujeta. Sus propios soldados se complacían en llamarle familiarmente le petit tondu,
literalmente «el pequeño pelón». Esta frase despierta con suma facilidad en nuestra
mente la característica figura de Napoleón.
El tercer verso, por el contrario, es muy oscuro y sólo se pueden aventurar, para
intentar explicarlo, algunas hipótesis, como aquella que dice que cuando accedió
Bonaparte al poder estaba aún muy fresco el recuerdo de los hombres del Directorio
que habían aterrorizado a la Francia revolucionaria, comportándose como «sórdidos»
exponentes de un poder dictatorial que hubo de someterse, de buen o mal talante, al
Primer Cónsul.
Referente al último verso, hemos de decir que contiene, al menos, dos datos
incontrovertibles: el número «catorce» y la palabra «tiranía». La cifra indica con claridad
la duración del reino, o mejor del poder, que detentó Napoleón: desde el 9 de noviembre
de 1799 al 23 de junio de 1815. Son exactamente 14 años, siete meses y catorce días,
que se reducen a algo menos de catorce años, si restamos de ellos los once meses que
Napoleón estuvo desterrado en la isla de Elba. La palabra «tiranía» ha sido empleada
por Nostradamus para destacar el carácter del régimen imperial instaurado por Napoleon,
para quien los parlamentos y las asambeas no tenían absolutamente ningún
valor.
¡Síntesis admirable de la vida de Napoleón la que nos ofrece Nostradamus en sus
cuartetas! Y no hay duda de que su vaticinio se cumplió en todos y en cada uno de los
detalles.
Guerra y paz
Una minuciosa panorámica
del siglo XX
Desde que terminó la primera guerra mundial hasta que estalló la segunda, o sea,
desde 1917-18 hasta 1939, los principales acontecimientos que caracterizan este
período (período de tanta importancia para nosotros que puede aseverarse que vivimos
todavia hoy sus consecuencas) fueron descritos por Nostradamus con absoluta
precisión y, a menudo, con particularidades y detalles que excluyen cualquier
posibilidad de error en la interpretación de cuanto nos legó el gran vidente.
Dice la cuarteta sesenta y tres de la I Centuria:
Los azotes pasados disminuido el mundo,
Largo tiempo la paz, tierras deshabitadas,
Hermana caminará por cielo, tierra, mar y onda,