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Expocultur #84

Revista Expocultur - Viajes & Cultura. Número 84

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bajo con la despensa local, pero también con las influencias

que llegaban desde los Balcanes, del sur de Rusia, el norte de

África, de la Ruta de las Especias… Las provincias del vasto

imperio estaban comunicadas por un sistema de rutas comerciales

con refrescantes caravasares; los tesoros del mundo

desembocaban en Estambul.

Los gremios jugaron también un papel importante en el

desarrollo de la cocina del sultán. Cazadores, pescadores, panaderos,

carniceros, pasteleros…, los mejores servían a palacio, y en

ocasiones especiales presentaban sus productos en espectaculares

desfiles por las calles de Estambul. Además, siguiendo el ejemplo,

las casas otomanas poseían una gran cocina y competían en

la preparación de grandes banquetes. En cada barrio, más de un

hogar abría sus puertas a quien quisiera cenar allí durante el

Ramadán y otras fiestas sagradas. Como un riachuelo que baja

constante por la montaña, la cocina tradicional fue evolucionando

y extendiéndose hasta los rincones más modestos del país.

El gusto de una herencia espléndida

A partir de esa excepcional despensa, de la rica herencia del

sultán y de las infinitas reinterpretaciones que el tiempo y la propia

evolución social y cultural han permitido, el recetario turco se

ido sedimentando hasta adquirir su rostro actual: una abrumadora

variedad de platos, cada uno con una combinación única de

productos y su propia forma de preparación y presentación.

Hay todo tipo de panes y pastas, infinidad de verduras y frutas,

de carnes y pescados, de legumbres…, pero cada plato

contiene, en esencia, sólo uno o dos ingredientes principales. Los

turcos son puristas en su gusto culinario, es decir, los platos se

valoran por el sabor del ingrediente principal sin esconderlo con

salsas o especias. La berenjena debe saber a berenjena, el cordero

a cordero, la calabaza a calabaza... Contrariamente a lo que

se suele pensar, las hierbas y especias se utilizan con moderación;

la menta y el eneldo con el calabacín, el perejil con la berenjena,

el comino se espolvorea sobre la sopa de lentejas rojas o se mezcla

en la carne picada al hacer köfte, y el limón y el yogur complementan

platos de carne y verduras, equilibrando el sabor del

aceite de oliva. No obstante, las combinaciones son infinitas.

Hay ensaladas y carnes a la parrilla que se preparan en un

momento, y hay también elaboraciones que son el súmmum de

la paciencia; hay frutas frescas y hay postres que requieren de

hábiles manos para cobrar vida. Y lo hay todo entremedio.

Además, para los turcos el entorno es tan importante como la

propia comida. Por lo tanto, los lugares relacionados con los alimentos

deben ser considerados también parte del protocolo.

Desde los mercados, con sus cientos de aromas entremezclados,

hasta las tabernas y restaurantes de cada región, ciudad y

pueblo, cada lugar forma parte del sofisticado ritual de la mesa

turca. En todo caso, el gusto de esta espléndida herencia culinaria,

formado por cada uno de sus múltiples ingredientes, de

una colorida huerta a una abundante mesa, pasando por los

ecos de las bulliciosas cocinas del sultán, hace de Turquía un

viaje gastronómico realmente fuera de serie.

Más información en: www.turismodeturquia.org

57 / EXPOCULTUR

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