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Expocultur #84

Revista Expocultur - Viajes & Cultura. Número 84

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Cocido maragato, olla berciana, lechazo asado,

ancas de rana a la baezana, picadillo, varias preparaciones con

trucha, como la sopa o la trucha frita, el bacalao ajoarriero…,

la gran tradición de embutidos, desde la cecina y la morcilla

–sin arroz ni piñones, solo con sangre y mucha cebolla– hasta

los chorizos, el jamón, el lomo… León es una colección de

delicias que se puede disfrutar rodeado de siglos de historia.

Tampoco se puede olvidar su singular la cultura vitivinícola.

¡En León se come, pero también se bebe! En particular, los

vinos de la región están amparados por dos Denominaciones

de Origen, la D.O. León y la D.O. Bierzo; dos zonas de producción

que ofrecen una cuidada selección de vinos para

todos los gustos y presupuestos.

Hablamos de una singular colección de sabores que se ha

ido moldeando por las idas y venidas del Camino de

Santiago, por las cocinas de palacios y monasterios, por una

geografía singular que conecta la meseta con las montañas del

noroeste peninsular, por sus ferias y jornadas gastronómicas…

por mil un matices que han dado lugar a una despensa y un

recetario único.

Visitar León es, en definitiva, disfrutar de una gastronomía

en la que confluyen los mejores productos de la tierra, el

recetario tradicional, las nuevas vanguardias culinarias y, desde

luego, las hábiles manos que día a día se encargan de hacer

realidad cada bocado. Comerse León es disfrutar de unas

estupendas tapas en el Barrio Húmedo, es compartir un buen

vino y es, también, degustar todo el sabor que surge de sus

espléndidos fogones.

León de tapas

La morcilla de La Bicha, el embutido del Jamón Jamón o

del Entrepeñas, el salmorejo de Camarote Madrid, las croquetas

de El Rebote, las patatas de El Flechazo… Si hay algo típico

en León, algo que conjuga toda la enorme variedad de su

despensa y que se traduce en la máxima manifestación del

mestizaje entre gastronomía y cultura, esas son, sin duda, sus

tapas. Una larga tradición, rica en costumbres y recetas, que

alcanza su máxima expresión en dos zonas de la ciudad: el

Barrio Húmedo y el Barrio Romántico.

Muy cerca de la Plaza Mayor, subiendo por la Calle Ancha,

desde la Casa Botines hacia la Catedral, el Barrio Húmedo se

deja saborear a mano derecha y el Romántico se antoja a la

izquierda. En este último se encuentran algunos de los monumentos

más representativos de la ciudad, como el Palacio de

los Guzmanes, joya renacentista del siglo XVI; como la Basílica

de San Isidoro, una de las obras maestras del románico en

España; como la propia Catedral de Santa María de Regla, un

excepcional mosaico artístico que no hace más que contar la

dilatada historia de la ciudad. Pero ahí se encuentran también

lugares como el Camarote Madrid, Clandestino, La Trébede y El

Patio, solo por mencionar unos pocos.

Al otro lado de la calle Ancha, el Barrio Húmedo, a cuyas

puertas está uno de los únicos tres ejemplos de la arquitectura

de Antonio Gaudí fuera de Cataluña, la excepcional Casa

Botines, alberga, además, palacios como el del Conde Luna o

el de Don Gutierre, o la famosa Casa de las Carnicerías, así

como distintas calles en las que aún se puede disfrutar del

viejo comercio tradicional. Y es en esta zona donde se

encuentran los establecimientos de tapeo más populares de

León. Es, por ejemplo, en la Plaza de San Martín donde se va

a degustar la tapa de morcilla de La Bicha o las famosas croquetas

de El Rebote, entre tantas otras opciones.

En Burgo Nuevo, en La Pícara, en Eras de Renueva, en la

Chantría…, por si los dos barrios “clásicos” fueran poco, tam-

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