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Listín Diario 03-08-2020

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22 SANTO DOMINGO, RD. LUNES, 3 DE AGOSTO DE <strong>2020</strong><br />

La República<br />

Enfoque.<br />

El peligro de legislar<br />

desde el poder judicial<br />

JONATHAN D’OLEO PUIG<br />

Santo Domingo, RD<br />

Durante la pasada<br />

contienda<br />

elect<br />

o r a l a l<br />

expresidente<br />

Leonel Fernández se le<br />

preguntó en televisión en<br />

más de una ocasión sobre<br />

el tema de la legalización<br />

del aborto. En cada<br />

oportunidad, Fernández<br />

se mantuvo al margen de<br />

articular su opinión sobre<br />

el particular y le pasaba la<br />

papa caliente al poder judicial.<br />

Lo hacía tan sutilmente<br />

que ni se quemaba<br />

ni sudaba a medida que<br />

lograba pasar la página<br />

hacia un tema de menos<br />

controversia con la aquiescencia<br />

de algunos miembros<br />

de la prensa.<br />

Como todo buen catedrático,<br />

Fernández escuchaba<br />

atentamente la pregunta<br />

y daba inicio a su<br />

respuesta con una obertura<br />

descriptiva sobre el estado<br />

de cosas. En ese sentido,<br />

hacía referencia al<br />

artículo 37 de la Constitución<br />

de la República y cómo<br />

el mismo garantiza el<br />

derecho a la vida refiriéndose<br />

a él como uno de carácter<br />

“inviolable desde la<br />

concepción hasta la muerte”.<br />

Seguido, Fernández<br />

pasaba al código penal y<br />

decía cómo este, basado<br />

en la cláusula constitucional<br />

antes mencionada, penaliza<br />

el aborto.<br />

Finalmente, hablaba<br />

de las famosas tres causales<br />

y cómo ellas se pueden<br />

viabilizar por medio del<br />

Tribunal Constitucional,<br />

eludiendo así el proceso<br />

democrático de legislación<br />

en la Cámara de Diputados<br />

y el Senado.<br />

Así concluía el libreto de<br />

su respuesta y, para la frustración<br />

del ciudadano que<br />

con todo el derecho deseaba<br />

saber su posición, quienes<br />

le hacían la pregunta no<br />

insistían. En cambio, parecían<br />

conformarse con aquel<br />

discurso elusivo sin exigir<br />

que emitiera su opinión<br />

más allá de la disertación<br />

aparentemente imparcial,<br />

pero claramente a favor de<br />

legislar a través del poder<br />

judicial.<br />

Dicho eso, cabe señalar<br />

que la práctica de legislar<br />

desde la judicatura constituye<br />

una afrenta para el<br />

Estado social y democrático<br />

de derecho al cual Fernández<br />

se refiere con tanta<br />

frecuencia en sus diferentes<br />

comparecencias políticas<br />

y académicas. Ello se<br />

debe al hecho de que la legislación<br />

judicial permite<br />

la evasión del debido proceso<br />

democrático; proceso<br />

que, en principio, exalta la<br />

voluntad popular encarnada<br />

en el cuerpo congresual<br />

quien es que tiene, a su<br />

vez, el poder constitucio-<br />

nal no nada más de legislar,<br />

sino también de fiscalizar<br />

y representar el mejor<br />

interés de los hijos de esta<br />

patria, incluyendo los derechos<br />

de los bebés que todavía<br />

no han visto la luz<br />

del día, pero cuyos corazones<br />

palpitan indicando que<br />

tienen vida. Y si tienen vida,<br />

también derechos que<br />

deben ser defendidos por<br />

nuestros líderes elegidos,<br />

no por jueces nombrados<br />

que, sobre la base de cualquier<br />

tecnicismo, pueden<br />

poner en peligro la vida de<br />

los no nacidos.<br />

Como buen abogado,<br />

en el desarrollo de su respuesta,<br />

Fernández aludió<br />

a precedentes jurisprudenciales<br />

que, ciertamente, validan<br />

su argumento de que<br />

el aborto se puede despenalizar<br />

por vía del poder<br />

judicial sin necesidad de<br />

pasar por el cedazo congresual.<br />

En tal sentido, Fernández<br />

hizo referencia, específicamente,<br />

a los casos<br />

de España y Estados Unidos<br />

de Norteamérica. En<br />

esos dos casos, así como<br />

en la gran mayoría de las<br />

instancias en que el aborto<br />

ha sido legislado desde<br />

la banca judicial, se legalizó<br />

la interrupción del embarazo<br />

sin mayores sonrojos<br />

ni arrebatos, a pesar de<br />

que se violentó descaradamente<br />

el proceso democrático.<br />

Por vía de consecuencia,<br />

entonces, podríamos<br />

inferir que el expresidente<br />

Fernández podría estar<br />

a favor de la despenalización<br />

del aborto pues, sobre<br />

la base de esos precedentes,<br />

si el tema del aborto lo<br />

conoce el Tribunal Constitucional,<br />

como sugiere el<br />

expresidente, es muy probable<br />

que RD corra la misma<br />

suerte y termine con<br />

una realidad donde sea legal<br />

darle muerte a la criatura<br />

dentro del vientre.<br />

No cabe dudas de que la<br />

manera en que Fernández<br />

Reyna contestó la pregunta<br />

sobre el particular obedece<br />

a un cálculo político don-<br />

de quiso, indudablemente,<br />

quedar bien tanto con Dios<br />

como con el diablo. Siendo<br />

eso categóricamente imposible,<br />

es muy probable que<br />

el expresidente haya enajenado<br />

a una legión significativa<br />

tanto de ángeles como<br />

de demonios en su esfuerzo<br />

por conquistar votos. Evidentemente<br />

dichos esfuerzos<br />

no fueron suficientes<br />

para que Fernández saliese<br />

electo presidente nuevamente.<br />

Al decir esto es también<br />

preciso señalar que Fernández<br />

obtuvo una victoria relativa<br />

en el sentido de que<br />

posicionó a su recién nacida<br />

“Fuerza del pueblo” como<br />

la segunda fuerza en el Senado<br />

y la tercera en la Cámara<br />

de Diputados.<br />

En mi opinión, desde<br />

esas posiciones el expresidente<br />

tiene la oportunidad<br />

de asumir una posición<br />

diáfana y sincera en torno<br />

al derecho a la vida. Tiene<br />

la alternativa, por un lado,<br />

de proceder como Pilato<br />

lavándose las manos mientras<br />

los jueces deciden si<br />

los bebés pueden o no ser<br />

crucificados. Por otro lado,<br />

tiene la gran oportunidad<br />

de reafirmarse como un<br />

paladín del Estado social<br />

y democrático de derecho<br />

utilizando a su joven, pero<br />

formidable “Fuerza del<br />

pueblo” para ponerle freno<br />

a la embestida contra la<br />

vida que los perremeístas<br />

llevan tiempo maquinando<br />

y que, a partir del 16 de<br />

agosto, tendrán el poder<br />

para ejecutar. Este proyecto<br />

del nuevo partido oficialista<br />

es uno que, si bien en<br />

apariencia parece benévolo<br />

pues lo venden como un<br />

paso al frente en la batalla<br />

por los derechos de las mujeres,<br />

en esencia es perverso<br />

pues, a fin de cuentas,<br />

si tiene éxito, legalizaría el<br />

efectivo asesinato de seres<br />

humanos.<br />

El autor es economista y máster<br />

en políticas públicas. www.<br />

jonathandoleo.com

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