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Me entusiasman las escenas que vienen después de los
créditos
Hay algunas películas que te reservan una sorpresita final cuando ya se supone que
todo ha acabado. Para descubrirla, hay que tener un poco de paciencia y esperar a que
los créditos terminen del todo. Si te vas antes, te quedas sin premio. Si te quedas,
tienes tu recompensa en forma de una escena final que el director ha decidido colocar
cuando ya nadie la espera. Incluso después de los agradecimientos. A mí me encanta
encontrar ese tipo de escenas de propina, pero aún me gustan mucho más cuando me
cuentan algo que cambia las cosas.
Casi siempre, para mejorarlas.
En mi documental decidí hacer lo mismo. ¿Os acordáis del final? Sala de
urgencias, los padres de Pedro se levantan, el médico les habla, suena el Lacrimosa y
la madre se echa a llorar desconsoladamente. Plano largo. Lo aguanto unos cuantos
segundos más de lo que sería soportable. Luego fundo en negro y comienzan los
créditos.
En los créditos puse un agradecimiento para Héctor (que se emocionó mucho al
verlo), otro para el personal del hospital (incluida la ambulancia). Otro para mis
padres, claro. Otro para Keiko. En total tardaban en pasar 32 segundos. Había que
tener mucho cuidado, porque si me pasaba de los veinte minutos que exigían las
bases, mi documental no entraría en el concurso.
Después de los créditos, un segundo de oscuridad. Y entonces, cuando ya nadie lo
espera, ¡tachán! ¡Aparece Pedro! En una cama del hospital, con una bata azul y un
vendaje en la cabeza, muy sonriente, hablando directamente a cámara y diciendo:
—¡Hola, peña! ¿Qué pasa? ¿Pensabais que me había ido al otro barrio? Pues sigo
aquí, dando por sa… Ejem. Perdón, el director no me deja decir palabrotas. Quería
decir… incordiando. Y preparaos, porque pienso seguir incordiando mucho tiempo
más. En cuanto salga del hospital, os vais a enterar. Sobre todo, las chicas. Que sí, tío,
que sí, que ya termino, qué pesado con el tiempo. Bueno, os quiero decir una cosa
más: si al pensar que estaba muerto os habéis puesto tristes, ¡os mando un abrazo! Me
habéis emocionado, de verdad. Sois lo mejor. Pero si no habéis sentido nada o si os
habéis enfurruñado al ver que estoy vivo y coleando, también tengo un mensaje para
vosotros: ¡Que os den por…!
En este punto, la grabación se interrumpe.
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