Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
33
Me rallo mucho preguntándome cosas raras
Mi pregunta favorita es: ¿Habrá vida en otros planetas? Sería un alivio. Yo a veces no
puedo dormir pensando que estamos solos en el universo. Como cuando me quedo
solo en casa y no puedo hacer nada pensando que estoy solo en casa.
A veces también me da por pensar qué haría si alguna vez me encontrara con un
extraterrestre. Imaginad que habéis salido tranquilamente a dar un paseo por un prado
solitario y de pronto veis aterrizar un platillo volante delante de vuestras narices. Se
abre una escotilla y aparece un ser extraño que, con mucha educación, os dice que
viene de otro planeta. ¿Qué haríais? ¿Os quedaríais tan alucinados que no podríais ni
hablar? ¿Desconfiaríais y le preguntaríais qué quiere? ¿Saldríais pitando? ¿Le
preguntaríais si os podéis hacer una selfie? ¿Le preguntaríais si tiene Instagram?
¿Querríais saber qué come y quinientas cosas más? ¿Le pediríais que os lleve a dar
una vuelta en su nave? ¿Le contaríais los argumentos de todas las películas de Star
Wars? No os lo toméis a broma. La respuesta que elijáis desvela muchas cosas
importantes de vuestra personalidad.
Las preguntas raras siempre se me ocurren en la cama, mirando mi póster del
sistema solar. Debe de ser la cosa que más he mirado en toda mi vida. Ese póster
tiene la culpa de que me coma tanto el tarro pensando en criaturas de otros planetas,
en viajes estelares y en qué se siente cuando se traspasa la velocidad de la luz. A
veces también me pregunto otro tipo de cosas. Por ejemplo: si quiero tener hijos. O si
algún día le gustaré a alguien. O cómo sería ser otra persona. Aquel sábado de mi
primera resaca, todas las preguntas iban en la misma dirección: Keiko. ¿Por qué no
ha venido, si prometió hacerlo? ¿Me engañó? ¿Le habrá surgido algún problema?
¿Me sentiría mal si pienso mal de ella y luego me entero de que ha tenido un
accidente?
Creo que no me habría comido tanto el coco si hubiera podido comunicarme con
el espacio exterior. Pero mis padres me tenían en aislamiento preventivo, solo en mi
cuarto. Como a los presos peligrosos.
Página 72