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Amaya Vivar
Controladora marítima
Desde lo más alto del Puerto Bahía de
Algeciras trabajan los vigilantes ojos de
los controladores marítimos. La torre de
control de Salvamento Marítimo que se
levanta en el Paseo de la Conferencia tiene
ante sí una de las bahías más complejas
desde el punto de vista del control del
tráfi co, con numerosos elementos y el
paso de miles de buques.
Amaya Vivar (Cádiz) es una de las personas encargadas
de esta labor fundamental para el salvamento marítimo,
el control del tráfi co y la lucha contra la contaminación.
Atesora 19 años de experiencia como controladora, a
los que suma años de navegación. Prácticamente la
mitad del tiempo lo ha pasado en la torre de Tarifa y la
otra, en Algeciras.
En la torre de Algeciras trabajan catorce controladores,
el jefe de torre y un administrativo; mientras que en
Tarifa, donde se realizan otras funciones, son 21
controladores, un jefe, un subjefe y dos administrativos.
Ambos centros están activos las 24 horas y los 365 días
del año y siempre, como mínimo, con dos controladores
en cada guardia.
Amaya explica el día a día del controlador: “Cuando
llegamos aquí hacemos un relevo con el compañero,
que nos pasa principalmente si ha habido alguna
emergencia. Si no, pasamos a lo que llamamos la
pantalla, que es el tráfi co: ordenarlos, informar a los
barcos de lo que está pasando durante su maniobra de
entrada, salida o cualquier otra actividad”.
“En la bahía temenos muchas cosas que suman y que
son importantes en la actividad marítima: está uno
de los puertos más importantes de Europa, tenemos
dos terminales de contenedores, fondeaderos,
Acerinox, una refi nería, un puerto pesquero,
astilleros…”, enumera la controladora. A esto hay
que sumar Gibraltar, y sus circunstancias especiales,
y la cercanía de Marruecos, que implica “una altísima
densidad de ferris”.
“Nosotros vemos una gran extensión de mar pero la
entrada a la bahía para un barco es un pasillo porque
su capacidad de maniobra es muy limitada”, añade la
controladora nacida en Cádiz.
“Invertimos mucho en seguridad, se ha desarrollado
una red importante y aquí se trabaja para evitar
incidentes”, expresa. Además, apunta que el Sistema
de Identifi cación Automática (AIS) ha dado un salto de
calidad a la seguridad marítima. Antes, en pantalla, solo
aparecía un eco, mientras que con el actual sistema
hay un vector que da rumbo y velocidad del barco, que
viene con el nombre. “Esto hace veinte años era ciencia
fi cción”, apunta.
Otra función fundamental de la torre de control es la
lucha contra la contaminación. “Salvamento Marítimo
tiene sus embarcaciones naranjas que patrullan, se
han reforzado las inspecciones a los buques, y son los
propios barcos los que avisan si ha habido un vertido,
que ahora son muy puntuales y controlados. Todos
estamos más concienciados”, declara Amaya mientras
no dejan de sonar comunicaciones de radio entre los
barcos que acceden a puerto y la torre.
La torre de Tarifa abarca un área mucho más grande,
desde la frontera con Huelva hasta la mitad del Mar
de Alborán y hasta Marruecos. Su función se limita a
al salvamento y rescate, con especial relevancia en
verano con el incremento de la inmigración irregular
por vía marítima.
Amaya Vivar recuerda que empezó embarcada en
un buque de carga rodada entre las Baleares y la
península. De ahí pasó a la línea Cádiz-Canarias de
Transmediterránea y, más tarde, a un petrolero con el
que navegaba casi con todo el mundo, que es lo que
más le gustaba. “Ya cuando pienso en tener familia y te
asientas pues decido trabajar de controladora marítima”,
expresa. “Aquí todos hacemos lo mismo, todos tenemos
que ser diplomados en Ciencias Náuticas, y ser pilotos
o capitanes de la Marina Mercante, y antes tenemos
que navegar”, explica la controladora, que considera
que su trabajo es “maravilloso y satisfactorio”. “Aquí
salvas vidas”.
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