Los Tres Reyes Magos
Revista Guácara: Edición Especial dedicada a la tradición de Los Tres Reyes Magos. Disfruta los siguientes artículos: La fiesta de los Reyes Magos en Puerto Rico, Las parrandas de Reyes: centenaria tradición ,La magia de la navidad, nuestros niños y la fantasía sobre los Tres Reyes Magos, Festival de Reyes de Corcovada, Festival de los Reyes Magos en Vieques y su colección de platos de Reyes,La promesa a los Reyes Magos de Doña Diega y Don Chico, La magia de la Navidad y otras fantasías, Crónicas de la memoria: De San Nicolás cristiano a vendedor de Coca Cola, Regalo de Reyes, Sabías qué, Los Tres Reyes Magos en nuestra pintura y Cuento: Los Reyes de la abuela. Continuemos honrando nuestra cultura y defendiendo nuestras tradiciones. ¡Que vivan Los Reyes Magos!
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en 1898. Para esa época ya “Santa” se había convertido
en la mutación que acabamos de describir, un ícono laico
deliberadamente despojado de sus atributos religiosos,
concebido para ser aceptado por los niños de todos los
credos. Una vez aquí, el simpático personaje se entronizó
convenientemente en nuestro sistema público de enseñanza,
encontrando allí el fértil terreno donde sembrar las semillas
de una nueva tradición cultural ajena a la nuestra.
Muy temprano en el pasado siglo, ante la amenaza
cultural que este personaje foráneo representó en nuestro
país, la reacción de algunos de nuestros más afamados
escritores no se hizo esperar. El poeta Virgilio Dávila, en
su poema Elegía de Reyes, sin mencionar por su nombre
a Santa Claus nos advirtió sobre el peligro inminente de
su presencia en nuestro suelo; la desaparición de la más
tradicional de nuestras fiestas: la celebración de El Día
de Reyes. “¡Ya se fue la tradición /que más nuestros
nos hacía!/ ¡Ay! ¡Madre melancolía!/ ¡Que ya no somos
nosotros!” Desde entonces, muchas otras luchas culturales
se han librado en nuestro país en defensa de todo lo que
implícitamente quedó advertido por Virgilio en su poema.
Otro gallardo escritor, don Abelardo Díaz Alfaro,
en su cuento Santa Cló va a la Cuchilla, recrea con su
característico humor la reacción de nuestros jíbaros al
momento de presentarse Santa Claus a una fiestecita
navideña en una escuelita rural puertorriqueña.
“Y de pronto surgió en el umbral de la puerta la
rojiblanca figura de Santa Claus con un enorme saco a
cuestas, diciendo en voz cavernosa: “Here is Santa, Merry
Christmas to you all” Un grito de terror hizo estremecer
el salón. Unos campesinos se tiraban por las ventanas, los
niños más pequeños empezaron a llorar y se pegaban a las
faldas de las comadres, que corrían en desbandada. Todos
buscaban un medio de escape. Y Mister Rosas corrió tras
ellos, para explicarles que él era quien se había vestido
de tan extraña forma; pero entonces aumentaba el griterío
y se hacía más agudo el pánico. Una vieja se persignó y
dijo: ¡Conjurao sea! Si es el mesmo demonio jablando
en americano! El supervisor hacía inútiles esfuerzos por
detener a la gente y exclamaba desaforadamente; “No
corran; No sean puertorriqueños batatitas. Santa Claus
es un hombre humano y bueno.” ... “Usted Peyo Mercé
tiene la culpa de que en pleno siglo veinte se den en este
barrio esas salvajadas.” Y Peyo, sin inmutarse, le contestó;
“Mister Escalera, yo no tengo la culpa de que ese santito no
esté en el santoral puertorriqueño.”
¡Efectivamente!, Santa Claus “no está en el
santoral puertorriqueño”, como dijera don Peyo Mercé,
como tampoco en la iconografía religiosa de otros pueblos
latinoamericanos. Aquí se vive la innegable realidad
del buenazo de “Santa”, quien continuará haciendo las
relaciones públicas a la Coca Cola Bottling Co., a las marcas
de automóviles compactos de última moda y a cuantas
mercancías pueda cargar consigo a cuestas en “la mochila
de llevar, no la de traer”. Pero, si bien es cierto que convive
con nosotros prodigando sueños infantiles desde el templo
del desmedido consumismo, también es cierto que luego de
122 años de forcejeo cultural se le ha hecho imposible evitar
que nuestra niñez reciba y salude a sus Tres Santos Reyes
“con divina fe” la mañana del 6 de enero de cada año, fecha
en que el mundo cristiano celebra la Fiesta de la Epifanía.
En ese forcejeo centenario, “Santa”, ni aquellos quienes lo
trajeron, han podido suplantar los cimientos profundos del
templo donde moran nuestras más puras tradiciones, los
sueños más sublimes donde cabalgan, al igual que nuestros
Tres Reyes Magos, nuestros anhelos más trascendentales:
fibras recias de nuestra auténtica personalidad de pueblo
puertorriqueño e hispanoamericano.
¡Próspero Año Nuevo y un Día de Reyes repleto de salud y
de muchas bendiciones!