Valencia Escribe. Número 8.b
Número 8 de la Revista Digital Valencia Escribe, con más de cien páginas de relatos, micros, poesía, crítica literaria y una sección para los más pequeños.
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Hoy, como todos los jueves,<br />
tocaba cafelito. Es el ratito<br />
donde tomamos contacto<br />
para dar paso a nuestro encuentro del club<br />
de lectura. Quedamos todas las semanas en<br />
el bar del parque para el café de la tarde y,<br />
cada quince días, procuramos comentar el<br />
libro acordado. En esta ocasión la lectura<br />
recomendada ha sido la novela Nada de<br />
Carmen Laforet; aunque en general hemos<br />
estado poco motivadas. La pobreza de la<br />
posguerra española, la burguesía y el franquismo<br />
que tanto escuchamos de boca de<br />
nuestros padres y abuelos, parecía habernos<br />
puesto de acuerdo y el comentarlo no<br />
fluía, como en más de una ocasión ocurrió.<br />
¡Ya nos conocemos y todas esperamos el<br />
momento idóneo, o bien simplemente, decir<br />
si nos ha gustado la lectura o no y pasar<br />
página como se suele decir!<br />
De pronto, Mónica con su taza en la<br />
mano y el pensamiento y la mirada perdida<br />
en el bamboleo de la palmera que se mueve<br />
al ritmo de la brisa, comenta como si su<br />
voz saliera del fondo de un socavón:<br />
—Ayer vino mi vecina Dolores a casa.<br />
Llegó a dejarme el pasapurés que le había<br />
prestado y me comentó que estaba preocupada<br />
por su jubilación, ya que al ser viuda<br />
y no haber cotizado lo suficiente, lo mismo<br />
lo que le queda no alcanzará para cubrir<br />
gastos. No quiere ser una carga para alguna<br />
de sus hijas, a las que les viene todo<br />
justo. Sus maridos trabajan en la obra y en<br />
la restauración, así como ellas en lo que<br />
pueden, pero con sueldos tan míseros que<br />
incluso a veces ella ha tenido que ayudar<br />
en alguna que otra necesidad.<br />
Amalia da un sorbo a su café y comenta:<br />
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